Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la imagen de San Nicolás de Tolentino, de Alonso Martínez, en el Retablo de San Agustín, en la Iglesia del Convento de San Leandro, de Sevilla.
Hoy, 10 de septiembre, en Tolentino, lugar del Piceno, actual región de Las Marcas, también, en Italia, San Nicolás, presbítero, religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, el cual, fraile de rigurosa penitencia y oración asidua, severo consigo y comprensivo con los demás, se autoimponía muchas veces la penitencia de otros (1305) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la imagen de San Nicolás de Tolentino, de Alonso Martínez, en el Retablo de San Agustín, en la Iglesia del Convento de San Leandro, de Sevilla.
El Convento de San Leandro [nº 32 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 55 en el plano oficial de la Junta de Andalucía]; se encuentra en la plaza de San Ildefonso, 1 (aunque la entrada a la Iglesia del Convento, se realiza por la plaza de San Leandro, 5); del Barrio de San Bartolomé, del Distrito Casco Antiguo.
En el muro de la Epístola de la Iglesia del Convento de San Leandro, podemos contemplar un excelente retablo dedicado a San Agustín contratado con Felipe de Ribas en 1650 y que sigue las formas arquitectónicas de Montañés, con leves añadidos más barroquizantes, como las guirnaldas de flores o las estrías de los fustes. Preside el retablo la talla de San Agustín con la maqueta de un templo, una simbología alusiva a su categoría de Padre de la Iglesia. Como curiosidad, la iglesia representada en la maqueta sigue modelos típicamente italianos, en su cubrimiento y en el campanil de la iglesia, lo que se puede explicar en el empleo de libros de grabados como Los Siete Libros de Arquitectura, que Ribas tenía en su biblioteca. El titular está flanqueado por Santo Tomás de Villanueva y San Nicolás de Tolentino; en la zona superior se sitúan Santa Clara de Montefalco y Santa Rita de Casia, además de dos relieves, uno representando a la Virgen con el Niño y otro con la escena de San Agustín y Santa Mónica en el puerto de Ostia. Las alegorías de la ciega Fe y la Esperanza (identificable por el ancla), completan un conjunto que se debe entender como un programa iconográfico de glorificación de la Orden Agustina (Manuel Jesús Roldán, Conventos de Sevilla, Almuzara, 2011).
Hoy, 10 de septiembre, en Tolentino, lugar del Piceno, actual región de Las Marcas, también, en Italia, San Nicolás, presbítero, religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, el cual, fraile de rigurosa penitencia y oración asidua, severo consigo y comprensivo con los demás, se autoimponía muchas veces la penitencia de otros (1305) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la imagen de San Nicolás de Tolentino, de Alonso Martínez, en el Retablo de San Agustín, en la Iglesia del Convento de San Leandro, de Sevilla.
El Convento de San Leandro [nº 32 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 55 en el plano oficial de la Junta de Andalucía]; se encuentra en la plaza de San Ildefonso, 1 (aunque la entrada a la Iglesia del Convento, se realiza por la plaza de San Leandro, 5); del Barrio de San Bartolomé, del Distrito Casco Antiguo.
En el muro de la Epístola de la Iglesia del Convento de San Leandro, podemos contemplar un excelente retablo dedicado a San Agustín contratado con Felipe de Ribas en 1650 y que sigue las formas arquitectónicas de Montañés, con leves añadidos más barroquizantes, como las guirnaldas de flores o las estrías de los fustes. Preside el retablo la talla de San Agustín con la maqueta de un templo, una simbología alusiva a su categoría de Padre de la Iglesia. Como curiosidad, la iglesia representada en la maqueta sigue modelos típicamente italianos, en su cubrimiento y en el campanil de la iglesia, lo que se puede explicar en el empleo de libros de grabados como Los Siete Libros de Arquitectura, que Ribas tenía en su biblioteca. El titular está flanqueado por Santo Tomás de Villanueva y San Nicolás de Tolentino; en la zona superior se sitúan Santa Clara de Montefalco y Santa Rita de Casia, además de dos relieves, uno representando a la Virgen con el Niño y otro con la escena de San Agustín y Santa Mónica en el puerto de Ostia. Las alegorías de la ciega Fe y la Esperanza (identificable por el ancla), completan un conjunto que se debe entender como un programa iconográfico de glorificación de la Orden Agustina (Manuel Jesús Roldán, Conventos de Sevilla, Almuzara, 2011).
Analizando las imágenes que existen hoy en el retablo y a falta de documentación, entendemos que el autor de las mismas fue el discípulo de Montañés, Alonso Martínez, también citado como Alfonso Martínez. La relación entre ambos artistas se documentó posteriormente, en otros trabajos, ya que se conoce que Ribas trazó y ejecutó el retablo mayor de la Merced calzada de Sevilla, concertándose con Alfonso Martínez para las estatuas y medalla del remate del mismo. Igualmente, ambos ejecutaron también el retablo de la Inmaculada Concepción grande o de San Pablo de la Catedral hispalense. El primer retablo de Francisco Dionisio de Ribas y su primera colaboración con Martínez fue el dedicado a San Agustín en el convento de San Leandro, en 1651 (Salvador Guijo Pérez, El Real Monasterio de San Leandro de Sevilla. Notas histórico-artísticas del Monasterio y su Iglesia. Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Sevilla, 2022).
LEYENDA
Predicador y taumaturgo de la orden de los ermitaños de san Agustín, nació en Las Marcas, cerca de Ancona, en 1249 y falleció en 1305.
En su bautismo recibió el nombre «Nicolás» porque sus parientes habían implorado su nacimiento ante la tumba de san Nicolás, en Bari.
Cuando iba a la iglesia por las noches lo guiaba una estrella, de ahí que se lo represente con una estrella que brilla sobre su pecho.
Mientras estaba enfermo habría recibido un pan milagroso de manos de la Virgen. Él, a su vez, curaba a los enfermos con panes que él mismo bendecía. Y metamorfoseó pan en rosas.
Su milagro más popular es la resurrección de tres perdices asadas. Nunca comía carne, como estaba debilitado por la enfermedad, los monjes de su convento quisieron reconfortarlo con un paté de perdigones, y éstos, asados y todo, escaparon volando.
Una noche se le apareció un fantasma que le pidió que dijera misa por los muertos; como el santo vacilaba, le mostró las almas gemebundas que imploraban su compasión. Dijo la misa solicitada, y a la noche siguiente las almas liberadas entraron en su celda para darle las gracias.
En España se contaba que durante la peste de 1602 Cristo se había desprendido de un crucifijo para abrazar la imagen de san Nicolás.
Canonizado en 1445, en 1505 fue elegido por Margarita de Austria, quien lo prefirió a san Filiberto, como patrón de la capilla funeral de Brou les Bourg en Bresse, porque su marido, Filiberto el Bello, duque de Saboya, inhumado en dicha iglesia, había muerto el día de su fiesta.
Como san Sebastián y san Roque, pertenecía a la categoría de los santos antipestosos. Se lo invocaba contra la peste y también contra la fiebre.
Para curar a los enfermos o aliviar a las mujeres en trabajo de parto, en los conventos se distribuía el Pan de san Nicolás que había que comer mojado en un vaso de agua.
Hundido en el mar, dicho pan calmaba las tempestades; arrojado al fuego, apagaba los incendios.
San Nicolás también era el patrón de los agonizantes y de las almas del Purgatorio.
Está vestido con un hábito negro de la orden agustina, constelado de estrellas, que ajusta con un cinturón de cuero. Una estrella brilla sobre su pecho y en la mano tiene un crucifijo florecido de lirios.
Está caracterizado, además, por un cesto de pequeños panes que lleva un ángel en una bandeja, de la cual escapan perdigones asados que acaban de resucitar.
En el cielo, aparece un cometa entre su lugar de nacimiento y Tolentino. Como san Judas, también tiene como atributo las almas del Purgatorio que le ruegan entre las llamas (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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