Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Córdoba, déjame ExplicArte los principales monumentos (Murallas y restos del Castillo, La Tercia, Ermita de Santa Marina, Parque Arqueológico de Torreparedones, Tamboradas, Humedales, Río Guadajoz, Vía Verde, Cueva del Yeso, Plaza del Palacio, Ermita de los Ángeles, Museo del Olivar y del Aceite, y Embalse de Valdomojón) de la localidad de Baena, en la provincia de Córdoba.
La muralla urbana de Baena constituía el recinto amurallado interior que encerraba el primer núcleo de población, la medina islámica, zona actualmente conocida como Almedina, situada en la parte alta del pueblo y ligada al castillo. El castillo se sitúa en la parte noreste, defendiendo la zona de menor pendiente del cerro.
Baena es una de las pocas ciudades que conserva bastante completo el cinturón de murallas que rodea la medina.
Todavía se ven en el suroeste, a media ladera, las líneas de cortinas y torres que formaban la cerca, aunque éstas presentan aparejos de muy distintas épocas, muchos posiblemente islámicos y otros de los siglos XIV y XV. Además de esta línea de muralla, se presupone la existencia de otra exterior que contenía una zona de arrabal.
En la actualidad, el proceso urbano ha dado lugar a que dicho recinto haya quedado englobado en la edificación, habiéndose usado la fábrica de la muralla para edificaciones privadas. Aun así, se percibe claramente su trazado en la trama urbana y quedan elementos significativos de sus lienzos.
Destaca la Torre del Sol, una torre albarrana situada al este de la fortaleza, junto a la antigua Puerta del Sol, aislada del primer recinto amurallado, pero comunicado con él a través de una vía subterránea y de un lienzo que se adapta al desnivel del terreno. Es una torre esbelta, de planta rectangular, y tiene una altura de unos 14 metros. Esta torre podría funcionar como punto de conexión entre las dos líneas de muralla existentes.
El entorno del recinto amurallado se ha visto sometido a varias excavaciones arqueológicas durante 2017, bajo la dirección de Fernando Javier Tristell, centradas en el recinto sureste de la Almedina.
En marzo de 2017 concluyó la primera fase de la actuación, consistente en labores de excavación y restauración.
- Se hallaron varios restos de muralla, de la que se conservan restos de paramento original, y cuatro torres. Tres de ellas presentan características similares: son de planta cuadrada, macizas, con zarpas y escalonamientos en su parte baja, y presentan al exterior sillares de piedra unidos con mortero de cal. La otra, es una torre de planta circular, construida en mampostería, que presenta al interior una torre de tapial, bastante compacto, de planta octogonal, y presenta un relleno de tapial muy compacto. Se excavó también una vivienda del siglo XVII, que quedaba adosada al exterior de la línea de muralla, y en la que se encontraron materiales de la época, como vajilla doméstica, monedas, anillos, etc.
- Debido al mal estado de conservación en el que se encontraron algunas de las torres, sobre ellas, además de labores de limpieza superficial, se llevaron a cabo trabajos consolidación.
En diciembre de 2017 concluyó la segunda fase de trabajos arqueológicos. Dichos trabajos determinaron la existencia de diferentes restos que apuntan a la existencia de un segundo recinto amurallado que pudo contener una zona de ocupación intensiva, debido a la alta presencia de estructuras asociadas a viviendas y a los materiales recuperados en los niveles de abandono.
- Por una parte, se documentaron restos de lienzo de una muralla exterior, de más de 4 metros de altura y 1,20 metros de grosor, siendo una obra de mampostería unida con mortero de cal y arena, muy similar a la de las torres documentadas en la primera fase. En la cara interna de esta muralla se encontró una calle con más de 2 metros de anchura, que discurriría paralela a la muralla.
- Por otra parte, se localizaron muros de contención y restos de viviendas construidas a base de cimentación de mampostería y alzados de tapial. Estas construcciones podría datarse entre los siglos XIV y XV, si bien no se puede descartar la presencia de población en el siglo XIII, ya que se han encontrado algunos materiales, como monedas y cerámicas, de ese siglo. Igualmente, se recuperaron diversos objetos bajomedievales, entre los que destaca un "pinjante" de bronce esmaltado, monedas, silbatos de la época y un impresionante anillo de vidrio completo.
El topónimo de Baena procede del árabe Bayyana que, a su vez, es la transcripción del nombre de una de las múltiples villas romanas que perviviría hasta la época visigoda y que en el siglo VIII los beréberes escogieron como lugar de asentamiento, fortificándola.
Bayyana aparece en las fuentes ya en época emiral, en relación a la rebelión muladí de Umar ibn Hafsun, quien trató de conquistarla en el año 890. En un texto de Ibn Hayyan, del Muqtabis III, recogido por Acién Almansa (1997), se narra cómo, a pesar de llevar a cabo un ataque infructuoso, tras pactar con la población local, Ibn Hafsun atacó el hisn de Bayyana. En el 891, el emir Abd Allah venció a Umar ibn Hafsun, y estableció un cuerpo de caballería en la alcazaba, con el fin de establecer un punto de control sobre el valle del río Guadajoz, paso natural desde Priego de Córdoba a Córdoba.
En este momento, la capitalidad de la cora pasa de Cabra a Baena, hecho reflejado en la Crónica anónima de Abd al-Rahman III. Durante el periodo califal, Baena debió de tener un próspero crecimiento, crecimiento que fue interrumpido tras la caída del Califato, siendo saqueada por los pueblos beréberes. Tanto los almohades como los almorávides pasaron por Baena, ejerciendo una fuerte influencia en la ciudad, si no ocupándola.
La zona conocida actualmente como Almedina corresponde con la medina de la ciudad islámica, y fue la extensión natural del originario hisn islámico. Se sitúa en la parte más alta de la ciudad, y conserva gran parte de la muralla que la defendía. No hay datos fables sobre la fecha de construcción de este recinto amurallado, si bien, algunos elementos como las entradas en recodo del Arco de Consolación y Arco Oscuro parecen obra de almorávides y almohades, respectivamente.
La fortaleza de Baena fue entregada a Fernando III entre 1239 y 1240. A partir del entorno que surgió extramuros del Castillo de Baena, ya en época cristiana, la ciudad fue creciendo poco a poco, expandiéndose alrededor de esta zona.
El castillo de Baena está situado en la zona alta de la ciudad, y queda comprendido en el recinto amurallado, ocupando su esquina noreste.
No se conoce exactamente el origen de este castillo, pero los restos encontrados en la última excavación arqueológica han puesto de manifiesto la existencia de estructuras que muy posiblemente pertenezcan a época almohade. Sin embargo, el castillo se vio fuertemente transformado tras la llegada cristiana. En la actualidad, se encuentra restaurado, y parte de sus volúmenes, reconstruidos.
Del castillo quedaba un recinto de unos 60 metros de largo por 37 metros de ancho, rodeado de lienzos de muralla de distintas épocas y materiales, en muy malas condiciones, pues se vio afectado por el abandono desde el siglo XIX y por una serie de construcciones anejas en el siglo XX: un búnker de la Guerra Civil, una serie de depósitos de agua en el patio de armas, y un parking exterior en la zona oeste.
La fortaleza se desarrolla formando un cuadrilátero, flanqueado en sus ángulos por potentes torres.
Al suroeste se encontraba la Torre de las Arqueras, antigua torre del homenaje, que había desaparecido en su totalidad a principios del siglo XX. Ésta era la torre de mayor tamaño del castillo, y de ella se conservan testimonios gráficos y escritos.
En el lienzo oeste existe una torre intermedia, entre la Torre de las Arqueras y la torre noroeste, junto a la cual se abrió ya en el siglo XVI un acceso, la Puerta de Palacio, bien descrita en las fuentes. La torre noroeste defiende una de las esquinas de la fortaleza; era en origen una torre de tapial, bastante deteriorada, que fue rematada y ampliada en mampostería, en época cristiana, aumentando considerablemente su superficie.
La torre que defiende la esquina noreste es, en origen, una torre de mampostería rematada en tapial, posiblemente almohade o anterior, que quedó forrada por una obra de mampostería. Existe también una torre intermedia en el lienzo norte.
En el lienzo este se encuentra la Torre de los Cascabeles, que fue parcialmente destruida por la construcción de uno de los depósitos de agua. Junto a ella se encontraba la Puerta del Campo, uno de los accesos a la fortaleza. Este acceso quedaba flanqueado por la Torre de los Cascabeles y otra de menores dimensiones, situada más hacia el sur.
En la esquina sureste se encuentra la Torre de los Secretos, que defendía tanto la entrada de la Almedina, ya desaparecida, como la torre situada en el lienzo sur; ésta última cobijaba la Puerta de la Liza, descubierta durante las excavaciones.
En el interior de la fortaleza, en el patio de armas, se encuentran cinco depósitos circulares de agua, construidos en hormigón, entre los años 20 y 60, además de un aljibe de unos 600 metros cúbicos de capacidad, situado en la esquina suroeste.
Entre los años 2007 y 2016 se llevó a cabo una extensa intervención arqueológica y arquitectónica en el castillo.
La intervención arqueológica, dirigida por Javier Ariza Rodríguez puso de manifiesto los restos que quedaban de varias torres, lienzos de muralla y edificaciones interiores, que habían quedado ocultas bajo el relleno del terreno.
Los trabajos arqueológicos permitieron establecer dos fases en la construcción de la fortaleza:
- Una primera fase, datada en el siglo XII, posiblemente en época almohade, en la que se construyeron varias torres y lienzos de muralla en tapial.
- Una segunda fase, la "fase de palacio" (siglos XVI-XIX), ya bajo dominio cristiano en la que la fortaleza se vio muy transformada. Se forraron las torres existentes y se construyeron o repararon lienzos de muralla en mampostería enripiada. En este momento se pudo abrir la Puerta de Palacio, situada al oeste.
La intervención arquitectónica, dirigida por José Manuel López Osorio consistió en la restauración y consolidación de las fábricas históricas y en la reintegración parcial del recinto amurallado, así como la reintegración del volumen de las torres más significativas, como la Torre de las Arqueras. Se hizo también un tratamiento de los depósitos de agua situados en el patio de armas, orientado a un futuro uso como Museo de la Ciudad.
Las primeras noticias sobre el castillo se remontan al siglo IX, año 890, año en que llegó a Baena el rebelde del Emirato de Córdoba Omar Ben Hafsum.
Baena desempeñó un importante papel en la Baja Edad Media al estar en la frontera entre el reino de Granada y el de Castilla.
Ya en la Edad Moderna, el castillo pasó a ser el palacio de los señores de Baena, quienes enmascararon en gran parte el carácter su carácter defensivo para convertirlo en vivienda (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
SINTESÍS HISTÓRICA Y EVOLUCIÓN
RECINTO FORTIFICADO CON CARÁCTER MILITAR
El origen del actual emplazamiento de la villa de Baena hay que situarlo en un hisn (Castillo) árabe de nombre Bayyana que ya existía en el siglo IX.
Bayyana aparece en las fuentes en relación con la rebelión muladí de Umar ibn Hafsum en la segunda mitad del siglo IX, quien logrará conquistar Bayyana en el año 800. Este mismo año el emir Abd Allah vence a umar ibn Hafsun en Bulayy (Aguilar de la Frontera) y establece un cuerpo de caballería en la alcazaba de Baena, ahora convertida en madina, pasando entonces la capital de la cora de Cabra a Baena.
Poco sabemos de Baena durante el periodo califal, salvo su próspero crecimiento y el despunte de alguno de sus ciudadanos. Tras la caída del califato, Baena es saqueada por los beréberes, que interrumpen su desarrollo.
Sobre el paso por la localidad de almohades y almorávides hay que decir que el 11 de julio del año 1165; en el nacimiento del río Marbella, junto al abrevadero del río Luque, se tiene constancia de una batalla entre ambos. En la intervención arqueológica (2007-2010) se han constatado indicios de una fase constructiva que puede asociarse a este periodo e incluso a un momento anterior.
Baena llegó a manos cristianas sin apenas resistencia en agosto de 1241. Será a partir de ahora cuando Bayyana se convierta en la Baena cristiana. Permaneció como posesión de la corona durante todo el siglo XIII y la mayor parte del siglo XIV. Los sucesivos monarcas Trastámaras intentarán convertirla en señorío desde 1386 a 1448, fecha en la que los habitantes de la localidad reconocen su dependencia. En estos momentos es cuando se data la primera reconstrucción del recinto fortificado, para seguir garantizando la seguridad en una época todavía de continuos conflictos.
PALACIO DE LOS DUQUES (ss. XVI-XIX)
Diego Fernández de Córdoba, III Conde de Cabra, fijó su residencia en el castillo desde principios del siglo XVI y le fue dando un carácter más palaciego. El Señorío de Baena y Condado de Cabra se entronca en 1520 por matrimonio con el Ducado de Sessa. En 1566, por Real Cédula de Felipe II, es estado de Baena se convierte en Ducado de Baena, pasando así los señores de Baena a ser Duques de Sessa y Baena.
Es a partir de esta época cuando comienzan a darse una sucesión de cambios estructurales dentro del recinto fortificado encaminados a la adecuación del mismo como lugar de residencia, y el carácter militar del complejo queda en un segundo plano.
Como elemento más reseñable observamos la apertura de vanos y puertas en los muros hasta ahora inexpugnables, junto con la nueva compartimentación de los espacios generada por la construcción de numerosas dependencias tanto para los señores como para su servicio, estancias domésticas cubiertas, patios porticados, etc. De todo esto dan buena cuenta las descripciones recogidas tanto por Valverde y Perales (1902) como por Ramírez Orellano (1904).
ABANDONO, ROBO Y CONSTRUCCIÓN DE DEPÓSITOS (s. XX)
El recinto tendrá carácter palaciego hasta finales del siglo XIX, concretamente hasta 1897, fecha en la que la propiedad es subastada por los duques y comprada por particulares. Previamente a esta fecha el conjunto padece una situación de abandono, puesto que los duques dejan de usar el palacio como residencia algunos años antes, de forma que pasan a ocuparlo sus administradores. Éstos solo usan la zona del recinto destinada anteriormente a dependencias de los duques, mientras que el resto del antiguo castillo pasa a un estado de ruina.
Estamos entonces ante un nuevo cambio de uso del inmueble, si en sus primeros tiempos fue creado con carácter militar y más tarde pasó a ser residencia nobiliaria, ahora comienza un periodo de decadencia y de uso del monumento como cantera para la construcción de viviendas de nueva planta en el ensanche de Baena. A ello hay que sumar la construcción de los depósitos de agua en el interior del patio de armas durante los años que van desde 1927 a 1959, una obra compleja que destroza todas las estructuras históricas del interior del recinto y sepulta las que quedan en pie en estado ruinoso. Así llegó a nuestros días.
EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA (2007-2010)
La intervención arqueológica es el primer paso que el Ayuntamiento de Baena da hacía la recuperación de uno de sus monumentos más destacados. El proyecto se dividió en distintos periodos. Una primera fase en la que la intervención está enfocada a desenterrar todas las estructuras sepultadas en el interior del recinto tras la construcción de los depósitos y los sucesivos derrumbes de finales del siglo XIX y principios del XX.
Una segunda fase más científica encaminada en dos vertientes: un análisis de la estratigrafía paramental y la ejecución de sondeos arqueológicos puntuales. Ambos métodos nos han ayudado en gran medida a conocer los distintos periodos históricos de los que hoy hablamos.
ÚLTIMA RESTAURACIÓN DEL CASTILLO (2007-2015)
Las actuaciones de recuperación de la Alcazaba de Baena comenzaron en el año 2005 con una fase de estudios previos y excavaciones arqueológicas que han permitido conocer la verdadera magnitud de la fortaleza y el alcance de las modificaciones que sufrió a lo largo del tiempo.
Horarios Turísticos:
L – 10 h. a 14 h.
M – CERRADO
X – 10 h. a 14 h.
J – 10 h. a 14 h. y 17 h. a 19 h.
V – 10 h. a 14 h. y 17 h. a 19 h.
S – 10 h. a 14 h. y 17 h. a 19 h.
D – 10 h. a 14 h.
Precio de las entradas: Visita individual adultos 2€. Visita precio reducido 1€ para menores de 12 años, familias numerosas, jubilados, personas con discapacidad superior al 33 %, poseedores del carnet joven y grupos organizados de más de 10 personas.
Información en los teléfonos: 606704354 / 957671757 / 647571037 (Diputación Provincial de Córdoba).
El inmueble se compone de tres partes: el edificio principal, la bodega del aceite y una construcción que pudo servir de pósito. Su planta, ligeramente rectangular, responde al tipo de retícula alrededor de un patio central. La fachada principal está orientada al norte y en el centro se halla la puerta.
La parte principal, en forma de "U", puesto que carece de crujía la parte trasera, consta de tres plantas alrededor de un patio, que para mayor claridad referiremos como planta baja, primera y segunda. Cada galería está orientada respectivamente al este, al norte y al oeste. Dos de ellas constan de dos crujías de anchura y la tercera de sólo una, que es la que cierra el patio por el sur, es decir, en la parte trasera del edificio. Esta última tiene únicamente dos plantas a causa del desnivel del suelo, que sufre una abrupta elevación desde la plaza hacia el cerro donde se enclava el castillo, el cual se alza a corta distancia por detrás de la tercia, pero muy por encima de la cota de ésta.
Se accede a la tercia a través de un amplio zaguán, tras el cual se encuentra el patio que en planta baja se cierra en sus tres alas principales -constituida cada una de ellas, según se ha indicado, de dos crujías-, mediante bóvedas de arista soportadas por arcos de medio punto que, a su vez, apean sobre ménsulas en los muros perimetrales y sobre una serie de pilares centrales. En total se constituyen veintiséis tramos de 7 x 7 m aproximadamente, de los cuales la entrada ocupa dos. A la derecha se ubica la escalera, que consta de pretil ciego y peldaños de piedra hasta el primer piso y de ladrillo con mamperlán de madera en el resto.
Tres de los lados de la "U" que dibuja el edificio en planta aparecen porticados en el piso bajo mediante tres arcos de medio punto en cada panda, apeados por pilares de ángulos achaflanados realizados en piedra blanca. El lado carente de arquería se cierra mediante un liso paramento en el que se trazó un gran arco de medio punto rebajado, de descarga, en ladrillo. Por encima de éste se continuó la galería en torno al patio. La solería de éste es antigua y consta de grandes losas rectangulares del mismo tipo de material.
La planta primera se diferencia en que los soportes son pilares de sección ligeramente rectangular, las galerías se cubren mediante techo plano con rollizos y el suelo de éstas es de madera claveteada. Los arcos siguen siendo de medio punto, pero su rosca es menos ancha. El antepecho es ciego, aunque enlucido y pintado imitando una balaustrada con cierto escorzo en tono albero, para los fondos, y almagra, para detalles y perfiles. Las crujías siguen siendo dobles y rodeando el patio en forma de "U" Las orientadas a este y oeste tienen dos naves cada una, separadas entre sí mediante cuatro arcos formeros de medio punto de escasa fecha, sobre robustos pilares rectangulares. En el extremo norte, para refuerzo de la estructura, se cruzan dos arcos en el último tramo de cada nave, con un pilar central de ancha sección. Estas naves se cubren de forma independiente mediante tablazón sobre toscos rollizos, obra de la restauración, inspirándose en los primitivos. Igualmente, la solería es reciente, pero recupera la tradicional, con ladrillos de plano unidos por sus cabezas.
Si la planta baja y primera apenas varían en el esquema constructivo, mayor diferencia se aprecia al pasar al último piso, puesto que se trata de una galería corrida, esta vez en las cuatro pandas del patio, con ritmo binario respecto a los arcos de las plantas inferiores, que se articula mediante pies derechos de hierro retorcido con artísticas zapatas de madera que rematan a los lados en forma de canecillos. Soportan anchas vigas sobre las que desbordan los tejados, con pendiente hacia el interior del patio. La cubierta de las galerías acusa su situación bajo los tejados, pues se trata de techumbres en colgadizo, reforzadas de trecho en trecho con vigas y tirantes. En algunos tramos se conserva el suelo original de cantos rodados.
Es muy interesante la organización estructural de las crujías en esta planta, pues al encontrarse bajo los tejados del edificio, tienen cubrición a dos aguas y en el centro de cada crujía se dispone una serie de dobles arcos formeros superpuestos de medio punto, de bastante grosor, escasa fecha y gran sencillez en consonancia con la funcionalidad del conjunto, y apeados sobre robustos pilares rectangulares. Los arcos que cabalgan sobre los inferiores tienen menor fecha aún y se alzan para dar sostén a la hilera. Efectivamente, las cabezas de los rollizos se embuten en la parte superior del muro que conforman estos arcos y, a su vez, son reforzados por tornapuntas que van a parar al muro de carga; además, la estructura se consolida con tirantes de madera. Se observa que esta segunda hilera de arcos muestra una fábrica más delgada, con el fin de aligerar el peso, a la vez que proporciona altura y solidez arquitectónica. En realidad, estos arcos seguramente venían a hacer la función de entibos, a la par que permitían mucha mayor proyección en altura a esta planta, lo que se comprueba comparando con las techumbres planas de la primera planta o las bóvedas de arista de la baja.
En el ángulo suroeste de la última planta arranca una escalera que conduce a otra habitación cuyo uso original se desconoce, y hasta hace pocos años ha albergado la radio local.
También en este piso se hallaba la entrada de bestias que accedían por una puerta trasera, situada en la calle que hay a las espaldas; acceso que ha desaparecido, si bien queda la solería de cantos rodados en tramos de las galerías, especialmente concebida para las bestias. Desde las galerías se accedía a las dependencias a través de pequeñas puertas de madera y la luz entraba por ventanas apaisadas cuyos huecos se reparten uniformemente por la fachada, en la que se completan con rejas.
En cuanto a los materiales empleados, según Ramírez Laguna, los muros son de mampostería con refuerzos de ladrillo, excepto el zócalo de fachada, que es de piedra; los pilares y arcos son de ladrillo, salvo los de las crujías de planta baja, que muestran sillares en piedra blanca e imposta de ladrillo. En planta baja, las zonas de paso y alguna más están empedradas, al igual que el patio que luce grandes losas irregulares, según apuntamos; el resto es terrizo. La planta primera tiene solería de ladrillo y la segunda, suelos de tablas con clavos.
Además del patio principal, el edificio cuenta con un patio secundario que se sitúa al oeste, con entrada independiente desde la calle a través de un sencillo vano adintelado en piedra blanca. Este patio está comunicado con el núcleo principal a través de una puerta sencilla y unas crujías con bóvedas de arista.
La fachada, por motivo del carácter práctico del edificio, es muy austera. Consta de un zócalo conformado por sillares de piedra bien escuadrados, labrados a bujarda fina; en la parte alta de la calle, con dos hileras de sillares de considerables dimensiones y conforme desciende la cota, aumenta hasta tres hiladas. El resto del muro es de mampostería con verdugadas de ladrillo. Quedan reflejadas las tres plantas: la baja, articulada mediante la portada, que marca el eje, y tres vanos a cada lado, dos de ellos con sencillas rejas y sombreretes; en los extremos un ventanuco. Los dos pisos siguientes simplemente están perforados por ventanucos dispuestos apaisadamente en número de siete por planta y ordenados verticalmente. Las ventanas acusan derrame hacia el interior y lucen carpintería semejante a la puerta y rejas de forja machihembradas en cuadrícula. Tienen postigos y rejas voladas con guardapolvo moldurado de ladrillo.
La portada es, sin lugar a dudas, el elemento de mayor interés. Es adintelada, está flanqueada por pilastras de frentes cajeados y rematan en capiteles toscanos, bajo lo cuales se dispusieron placajes. El dintel luce dovelas almohadilladas y en el centro, una cartela. Por encima corre un ancho entablamento liso que sustenta un frontón partido con remates culminados en bola. La puerta es entablada con clavos romboidales de forja.
Todo el paramento fue restaurado siguiendo modelo del estucado original en ocre claro rosado con juntas de sillares en rojo. Muestra, por tanto, la simulación de un aparejo en sillares, así como el recercado de los vanos que acusan un ligero escorzo para acentuar el relieve. Sobre la portada hay una hornacina decorada con pinturas que fingen una forma avenerada a modo de cerramiento. La fachada remata mediante una ancha moldura en forma de gola, que se ha considerado como elemento característico de las tercias cordobesas (VV. AA. Pósitos..., p. 204).
En el patio se siguió el mismo tipo de decoración pintada, con tonos semejantes. Apoyándose en los restos llegados a nuestros días, el equipo restaurador devolvió el vivo colorido al interior. Pudieron ver, gracias a los vestigios, que los arcos tenían la rosca adovelada mediante líneas rojas, las enjutas con un encintado en naranja y en el centro, unas guirnaldas pintadas en rojo y naranja; impostas en rojo; y pretiles en los que se fingió una balaustrada con ligero escorzo en los perfiles curvos, aunque en las correspondencias con los pilares de los arcos se dibujó una continuación de dichos pilares.
En el lado sur se encuentra la inscripción que ayuda a situar cronológicamente el edificio, ya que consta: "JHS MARIA Y JOSEF SE ACAVO ESTA OBRA AÑO D 1795"
El edificio data de 1795 y se construyó con la finalidad de disponer de inmueble adecuado como almacén de especies que se obtenían en conceptos de diezmos y rentas. Este fin tuvo el edificio hasta la Desamortización de Mendizábal en que pasó a propiedad particular. A principios del siglo XX se adaptó su uso como posada y durante la guerra civil se utilizó como cárcel. Desde 1960 el Ayuntamiento es el arrendatario del inmueble hasta que en 1984 lo adquiere como patrimonio municipal para ubicar allí la Casa de la Cultura, lo cual aprobó la Corporación Municipal en Pleno del mes de agosto de 1984. Desde esa fecha hasta 1997 se acometieron las tareas de reconstrucción y rehabilitación. En 1995 se elabora el Plan Integral de la Tercia que incluye el Museo local.
En sesión celebrada el 18 de junio de 1998 la Comisión Andaluza de Museos informó favorablemente la autorización de creación del Museo. La Resolución de 29 de junio de 1998 de la Dirección General de Instituciones del Patrimonio Histórico aprueba la viabilidad del proyecto de creación del Museo y se ordena su anotación preventiva en el Registro de Museos de Andalucía. Los fondos fundacionales del Museo Histórico consisten en un importante lote de material de carácter arqueológico procedente de donaciones particulares y de campañas de excavación realizadas en el término municipal, espacialmente la de Torreparedones. Los fondos expuestos del Museo se distribuyen a lo largo de tres salas.
La primera de ellas está destinada a las colecciones correspondientes a prehistoria y protohistoria. La sala segunda está dedicada casi exclusivamente a la época ibérica, y la tercera a la época romana. Por último, cuenta con una pequeña representación del periodo visigodo y musulmán, así como una colección de numismática.
PREHISTORIA. El museo expone, diversos fósiles vegetales de la Era Primaria, secundaria y terciaria. Restos materiales más antiguos del término remontándose al Paleolítico Inferior, siendo ejemplos de las primeras industrias de Artefactos asociados a la cultura de los cantos trabajados. Igualmente las instalaciones cuentan con una interesante colección de útiles, con abundantes cerámicas.
ÍBEROS. Baena cuenta con numerosos lugares de interés arqueológico donde la cultura ibérica queda constatada, entre otras piezas de interés el museo cuenta con una colección de exvotos procedentes del santuario de Torreparedones dedicado a la Dea Caelestis así como una numerosa colección numismática de este periodo.
ROMA. El proceso de romanización en la zona se advierte de forma especial en el yacimiento de Torreparedones, donde las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz una ciudad, posiblemente Ituci Virtus Iulia o Bora, estando gran parte de la estatuaria expuesta en el museo constituyendo en la actualidad junto con las sesiones del MAN el quinto museo de estatuaria romana de España. Cuenta también con un amplio gabinete numismático de este periodo. La recreación de un columbario así como destacadas piezas de terra sigillata, lucernas, terracotas, vidrio entre otros se suman al material expositivo.
EDAD MEDIA. Placas decoradas de ambiente funerario del mundo hispano visigodo, destacamos un pequeño anillo de oro que contiene grabado el nombre de su propietaria SABINA así como un crismón. Se complementa el museo con numerosos objetos cerámicos del periodo musulmán.
JUAN ALFONSO DE BAENA. Esta sala compila algunos documentos fundamentales del municipio junto a la galería de personajes de Baena, entre los que destacan, Juan Alfonso de Baena y José Amador de los Ríos. En esta sala se expone el primer facsímil a color del Cancionero de Baena, realizado exclusivamente para su estudio y exhibición en este museo.
Ubicación: Calle Santo Domingo de Henares, 5. (Edificio Casa de la Tercia).
Horarios turísticos.
L – CERRADO
M – 10 h. a 14 h.
X – 10 h. a 14 h.
J – 10 h. a 14 h. y 17 h. a 19 h.
V – 10 h. a 14 h. y 17 h. a 19 h.
S – 10 h. a 14 h. y 17 h. a 19 h.
D – 10 h. a 14 h.
Precio de las entradas: Visita individual adultos 2€. Visita precio reducido 1€ para menores de 12 años, familias numerosas, jubilados, personas con discapacidad superior al 33 %, poseedores del carnet joven y grupos organizados de más de 10 personas (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
antigua Ermita de Santa Marina.-
Esta iglesia, antiguo hospital de agudos de Jesús Nazareno, fue construida por los hermanos Marichica en el año 1.711.
Cuenta con una hermosa puerta enrejada desde la que se puede contemplar un patio claustrado en columnas y capiteles que configuran sencillos arcos de medio punto.
El suelo se compone de azulejería ajedrezada y el techo es de travesaños de viguería (Diputación Provincial de Córdoba).
El cerro que ocupa el yacimiento ha sido referido por varios autores desde el siglo XIX tanto como Torreparedones, como Cortijo de las Vírgenes y Torre de las Vírgenes; sin embargo, cabe aclarar que al sureste de este cerro se localizan los restos de un recinto fortifcado que también responder al nombre de Torre de las Vírgenes.
Destaca por su amplia secuencia estratigráfica, que comienza como un poblado de época calcolítica, al que se superpone posteriormente un asentamiento que data de finales del Bronce Medio. A partir del siglo VII- VI a.C., se amuralla pasando a ser un importante núcleo urbano hasta la etapa romana, documentándose estructuras domésticas que se inician en un momento orientalizante/ibérico y que perduran hasta la etapa romana republicana.
Posteriormente, durante el período visigodo e islámico, el registro aporta menos datos, aunque se han hallado estructuras de función indeterminada, con una cronología que oscila entre el califato (siglo X) y el período almohade (S. XIII).
El conocimiento actual del yacimiento permite saber que, ya en los siglos XIII y XIV, vuelve a adquirir importancia, detectándose su abandono en el siglo XV. Del período medieval el testimonio principal de hábitat es el castillo que se localiza en el área más elevada del yacimiento, donde se ha documentado la reutilización de estructuras de época romana.
La línea de muralla del oppidum se observa en la actualidad desde la simple acumulación de piedras hasta paneles de sillería, donde sobresalen diversas torres rectangulares, con las que a intervalos regulares estuvo reforzada. Este perímetro se conserva mejor en los flancos noroeste y suroeste, mientras que en otros puntos su presencia en alzado es más discontinua.
En líneas generales, las intervenciones arqueológicas han permito documentar la gran potencialidad de dicha muralla, que se levanta directamente sobre el nivel del suelo. Se compone de dos paramentos, uno interno y otro externo, con un núcleo de cascote de tierra y con varios muros, que debieron estar en función de una estructura celular de paramentos transversales con fuerte inclinación en talud para retener el mencionado relleno. El material cerámico asociado al nivel de construcción de la muralla permitió datarla en torno al año 600 a.C.
El registro arqueológico ha permitido detectar dos puertas del recinto, una localizada en la zona suroeste del yacimiento y otra en el noroeste, encontrándose en concreto la muralla en este sector construida mediante piedra suelta, con paramentos de bloques cuadrados sin desbastar colocados en hileras regularizadas. Esta zona sufrió una remodelación en los siglos IV-III a.C. para la construcción de dos torres.
Por otro lado, uno de los elementos más importantes de este sitio es el santuario ubicado al sur de la ciudad, que se asocia a un manantial próximo y cercano igualmente a una vía de comunicación importante como es la vía Obulco-Iulia.
La excavación de esta estructura desveló que el edificio original se construyó en el siglo IV a.C. y se modificó en el siglo III a.C., aunque lo que se conserva hoy es parte del edificio del siglo II a.C. compuesto de corredor, patio y cella.
En el centro de la cella se ha constatado la presencia de una columna sobre pedestal alto y liso que pudo servir de soporte al techo. En cambio, al fondo del muro de cierre se situaba una columna exenta, sin función arquitectónica, que en su momento constaba de un capitel foliáceo, que según las últimas investigaciones era la figura en torno a la cual se desarrolló la actividad religiosa del santuario. La presencia de este capitel se ha puesto, por parte de algunos investigadores, en relación con los distintos santuarios púnicos del Mediterráneo y con otros recintos sagrados de la cultura ibérica.
Por otro lado, esta cella se encuentra abierta en su lado sur, donde hay un patio, que consta de un banco pequeño en la esquina oeste de la puerta y otro mayor en la zona este. Frente a la puerta hay una basa de piedra que pudo sostener un altar, mientras que en el interior de la cella se hallaron dos altares menores.
Cuando el santuario empezó a perder su función se acumuló en él una gran cantidad de exvotos, en su mayoría representaciones femeninas. Algunas teorías interpretan que estos exvotos fueron destruidos en el siglo I a.C. cuando de forma repentina fue abandonado, pero el edificio permaneció en pie hasta que en el siglo II d.C. un incendio destruyó su cubierta.
Otro elemento a destacar es el manantial, localizado a las afueras de la ciudad, aunque relacionado directamente con el poblamiento de Torreparedones, ante la falta de otros recursos hídricos en la zona. En principio, su origen se podría considerar ibérico, dato que tendrá que confirmarse en futuras intervenciones arqueológicas, pero sí se aprecia una estructura rectangular con muros de opus incertum y opus caementicium. En uno de estos muros se disponían los caños para la captación de agua, de los que hoy en día sólo se conserva uno de ellos, realizado en piedra caliza. Finalmente, todo el interior de la obra y el exterior de uno de los muros se encuentran enlucidos con un mortero de cal y arena.
Los estudios realizados hasta el momento en el sitio arqueológico de Torreparedones apuntan a que este lugar estuvo habitado desde el II milenio a.C. hasta el siglo XVI, habiendo alcanzado sus momentos de mayor esplendor en las épocas ibérica y romana.
Los primeros testimonios materiales de la presencia humana en Torreparedones se remontan a la Edad del Cobre, como atestiguan los resultados de la prospección superficial y de un sondeo realizado en 1990 junto a la puerta oriental. Esta ocupación calcolítica prosiguió durante la Edad del Bronce, en especial durante el Bronce Final (1000-800 a.C.).
Ya en época ibérica antigua, en torno al 600 a.C., se construyó una potente muralla que puede considerarse como uno de los mejores exponentes de la arquitectura defensiva ibérica de toda la provincia de Córdoba. Su construcción tiene un significado social y político determinado, evidenciando la presencia de estructuras políticas de carácter estatal, al frente de las cuales estarían personajes integrantes de las élites aristocráticas locales. Torreparedones fue probablemente uno de los oppida principales que conservó y acrecentó su poder en esta época.
La presencia romana en el asentamiento está atestiguada desde la etapa republicana, habiéndose detectado cerámica campaniense y terra sigillata por toda la extensión del yacimiento. Su situación geográfica y su posición estratégica sobre una de las cotas más elevadas hicieron que este enclave se viese envuelto en determinados conflictos bélicos, como fue el caso de la guerra civil que enfrentó a Julio César contra los hijos de Pompeyo a mediados del siglo I a. C.
Pacificada la zona, la ciudad adquirió un estatuto jurídico privilegiado como evidencian algunas inscripciones que mencionan cargos de la administración municipal (aediles, duovir...). Es muy probable que el responsable de esta promoción fuese Augusto, incluso que la ciudad sea la colonia Ituci Virtus Iulia que Plinio menciona en el Conventus Astigitanus. Durante todo el siglo I se llevó a cabo un notable desarrollo urbanístico, del que son ejemplo el foro, el macellum, y las termas. Los restos escultóricos hallados en el sector del foro constituyen una prueba evidente del culto imperial que los habitantes de esta ciudad rindieron a diversos miembros de la familia julio-claudia.
Tras el esplendor de la época romana altoimperial, la ciudad fue perdiendo importancia de forma paulatina durante las épocas tardoantigua y visigoda. La presencia árabe está constatada desde el califato hasta el siglo XII, como evidencia el material cerámico y numismático, así como algunas estructuras murarias.
El castillo medieval que corona el punto más elevado del cerro es una obra castellana, de finales del siglo XIII o comienzos del siglo XIV. Los documentos de la época lo citan con el nombre de Castro el Viejo, y se sabe que perteneció al rey Alfonso X, quien lo donó a Fernán Alfonso de Lastres en compensación por los servicios militares prestados durante la conquista, manteniendo así el papel estratégico que el lugar había tenido durante siglos. Tras un corto período de tiempo en poder señorial pasó a manos del concejo de la ciudad de Córdoba, institución encargada de nombrar a sus alcaides.
A comienzos del siglo XVI quedó deshabitado, siendo vendidas sus tierras (cortijo de Paredones de Medina y cortijo de las Vírgenes) a particulares durante el siglo XIX (Morena López, 2010).
En 2005, el yacimiento pasó a estar tutelado por el Ayuntamiento de Baena. Desde entonces, se ha desarrollado un amplio proyecto de estudio, recuperación y puesta en valor para convertirlo en un parque arqueológico (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Se trata de una ciudad ibero-romana, emplazada en la campiña de Córdoba, posible colonia Virtus Iulia Ituci o municipio Bora.
Ocupación : Prehistoria a Edad Media.
El lugar conocido como Torreparedones o Torre de las Vírgenes está ubicado en plena campiña cordobesa, entre los ríos Guadalquivir al norte y el Guadajoz al sur, en el límite septentrional de los términos municipales de Baena y Castro del Río. Su situación topográfica, sobre una de las cotas más elevadas de la zona (579.60 m.s.n.m.) lo convierten en el techo de la Campiña.
El empuje decisivo para la recuperación del yacimiento lo ha dado el Ayuntamiento de Baena, que decidió poner en marcha allí un parque arqueológico. Inaugurado y abierto al público desde el 16 de enero de 2011, de Torreparedones destacan como elementos más singulares y atractivos la muralla ibérica, la puerta principal de acceso a la ciudad de época romana, el santuario iberorromano, el centro monumental de la ciudad romana (termas, macellum y plaza del foro), así como el castillo medieval.
Estuvo habitado al menos durante 5.000 años, desde finales del Neolítico hasta la Baja Edad Media. En las épocas ibérica y romana Torreparedones alcanzó su máximo esplendor contando, ya desde el siglo VI a.C., de una potente muralla, reforzada con torres, que rodeaba un espacio de 10,5 Has.
Ubicación: Carretera A-3125, PK. 18. Distancia desde Baena al centro de recepción de visitantes 22 kms.
Horarios Turísticos: Abierto solo sábados y domingos de 10 a 14 h, permitiéndose el acceso hasta las 13 horas, este horario se mantendrá hasta la finalización de la puesta en valor de los últimos descubrimientos que será el momento de la apertura en su horario habitual.
Precio de las entradas: Visita individual adultos 2€. Visita precio reducido 1€ para menores de 12 años, familias numerosas, jubilados, personas con discapacidad superior al 33 %, poseedores del carnet joven y grupos organizados de más de 10 personas (Diputación Provincial de Córdoba).
En la víspera de San José es el único día que se saca el tambor sin uniforme ni siguiendo el esquema formal organizativo, sino que se forman grupos de amigos o familias que sacan los tambores y recorren los bares de la ciudad, hecho que se alarga hasta la madrugada, con el permiso del Ayuntamiento, al ser el único día (además de en Semana Santa) que se permite el toque hasta las seis de la mañana.
Posteriormente, ya no es hasta el Miércoles Santo cuando los tambores salen a la calle, concretamente a las cinco de la mañana, expresándose la locución local de "echar las cajas", acto que representa el inicio de la Semana Santa. Los encargados de su ejecución son, principalmente, los Judíos de Cola Blanca de la Cola Negra, que tanto en procesión como fuera de ella llenan el espacio sonoro y físico de la ciudad hasta el Domingo de Resurrección.
Existen tres tipos de toque diferenciados según el momento en que se interpretan: el Toque de Procesión, propio de los desfiles procesionales, aunque también se toca en la visita a los Sagrarios (monumentos eucarísticos), en los Prendimientos y en algunos momentos puntuales. El Toque de Calle, que se realiza siempre que el judío está en la calle, durante la recogida de las cuadrillas y autoridades, y en los desfiles de las turbas de judíos, pero nunca en el momento de la procesión. Lo ejecuta el judío, solo o en grupo, cuando recorre las calles del pueblo. Junto con el redoble, es el toque usado en la víspera de San José y en los momentos que los judíos andan por las calles durante la Semana Santa. El Redoble, que tradicionalmente, suele ejecutarse como acompañamiento de las imágenes durante la procesión, así como en la recogida de Parroquias en la tarde del Viernes Santo que hace la turba de los coliblancos. Los encargados de ejecutarlos son el «trío redoblante», compuesto por un redoblante y dos acompañantes, que van redoblando durante todo el recorrido. Suele también practicarse, de manera puntual, en cualquier momento del paseo del judío a modo de exhibición de destreza en su ejecución, así como en los ratos compartidos entre amigos, y en ocasiones para honrar a alguna imagen. El redoble es la ejecución más compleja de los toques de tambor de Baena, y hacerlo frente a una imagen es la aspiración de todo redoblante. Dentro de los tambores existe una particularidad que son los Tambores Roncos, el cual tiene su toque característico, diferenciándose por su sobriedad y ritmo, con un sonido más grave y menos estridente y acompaña, por ello, las procesiones más solemnes y más relevantes, como la de "Los Enlutaos" del Viernes Santo por la noche.
Indumentaria
En la víspera de San José no se precisa indumentaria específica. En el caso de Semana Santa los intérpretes, los "coliblancos" y "colinegros", salen a la calle en grupos o cuadrillas, vestidos con pantalón negro y chaqueta roja bordada artesanalmente, al igual que ocurre con los tambores, aunque lo que les identifica respecto a otros grupos son unos singulares cascos de latón de los que cuelgan largas crines de caballos blancas o negras, de ahí su nombre.
Instrumental
El tambor realizado en Baena es una estructura cilíndrica de unos 25 centímetros de alto por 50 de diámetro, realizado con madera y latón dorado la estructura, pellejo de chivo la membrana y unos chillones (hilos de tripa de cerdo) amarrados al pellejo inferior, que es lo que le otorga el sonido particular. Se toca con unas baquetas de madera.
Dentro de los tambores existe una particularidad que son los Tambores Roncos, más pequeños, con parches o membranas más gruesas, sin la tripa en la parte inferior y están cubiertos por completo de terciopelo o tela del color de la hermandad que lo lleva (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El tambor del Baena fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en el año 2018.
La declaración de las Tamboradas de Baena, es compartida con 17 de municipios de cinco comunidades autónomas con tradiciones similares.
El tambor de Baena es una tradición profundamente arraigada en la localidad. Supone también la primera declaración Unesco andaluza que está directamente relacionada con un hecho tan relevante social y culturalmente como la Semana Santa (Diputación Provincial de Córdoba).
Los Humedales.-
En la Laguna de la Quinta se pueden observar garzas reales, garceta común, somormujos y flamencos rosados, también con bastante frecuencia durante los meses de invierno el pato cuchara, el ánade silbón y friso.
Por su parte, en la laguna del Rincón del Muerto podemos encontrar a la cigueñuela y avoceta, el chorlitejo chico, el andarrios chico, el archibete común, ánade real, flamenco común, aguilucho lagunero, garza real y otras (Diputación Provincial de Córdoba).
El Río Guadajoz.-
Presentan sus riberas en su mayor parte vegetación de taraje y también un mosaico de cultivos de huerta que constituyen el soporte ideal para una variada fauna.
A su paso por el Puente de Piedra, el centro de interpretación del río y el parque periurbano hacen del lugar un paraje agradable orientado al ocio en plena naturaleza (Diputación Provincial de Córdoba).
La Vía Verde.-
La Cueva del Yeso.-
La cueva del yeso destaca por ser la única cavidad existente en el Valle del Guadalquivir y la única cueva de origen hídrico de Córdoba.
Alberga además una gran colonia de murciélagos de una especie en peligro de extinción y diversos tipos de gambas que solo han sido identificados a nivel mundial en esta cueva (Diputación Provincial de Córdoba).
La Plaza del Palacio.-
En ella podemos admirar otro de los símbolos más representativos de la localidad, el León Ibérico de Baena, reproducción en bronce del original que se encuentra en el Museo Arqueológico de Madrid.
En un giro de 360º el espectador contempla el Castillo-Alcazaba, la extensión de Baena hacia la campiña y la zona de huertas, el Convento y la Iglesia de Madre de Dios, la torre de la Iglesia de Santa María la Mayor conocida en tiempos como la catedral de la campiña y el arranque de las intrincadas calles del barrio de la almedina (Diputación Provincial de Córdoba).
En sus orígenes lo único que existía era la imagen de la Virgen con el niño en brazos tallada toscamente en la roca, por un autor desconocido, en lo que era una cueva natural dentro del gran peñasco.
Dicha imagen estuvo largo tiempo expuesta a la intemperie hasta que en 1722 fue construida la ermita para albergar en su interior a la Virgen de los Ángeles, a expensas del Duque Don Francisco Javier de Sessa, quién según cuenta la tradición local, la mandó levantar en agradecimiento a la Virgen por librarle de la muerte (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Situada a los pies del Cerro Minguillar, a orillas del río Marbella.
En sus orígenes lo único que existía era la imagen de la Virgen con el niño en brazos tallada toscamente en la roca, por un autor desconocido, en lo que era una cueva natural dentro del gran peñasco.
Dicha imagen estuvo largo tiempo expuesta a la intemperie hasta que en 1722 fue construida la ermita para albergar en su interior a la Virgen de los Ángeles, a expensas del Duque Don Francisco Javier de Sessa, quién según cuenta la tradición local, la mandó levantar en agradecimiento a la Virgen por librarle de la muerte (Diputación Provincial de Córdoba).
Museo del Olivar y del Aceite de Baena.-
Cuenta con una zona de recepción, la almazara, restaurada y en funcionamiento, la bodega, una sala de usos múltiples donde se pueden visualizar diferentes audiovisuales, etc. Y su objetivo es el de dinamizar los aspectos mas significativos de la cultura del aceite y del olivar.
Se trata de un entorno educativo, donde los visitantes pueden tener una experiencia a través de sus cinco sentidos que les permita acercarse y profundizar en la trama de esta milenaria cultura.
Horarios: https://www.museoaceite.com (Diputación Provincial de Córdoba).
Embalse de Valdomojón.-
Inaugurado en el año 1988, este embalse, que limita las provincias de Jaén y Córdoba cuenta con una capacidad de 163 hm3 y 782 has. de superficie y es uno de los más importantes de la cuenca del Guadalquivir.
Ha supuesto el desarrollo de actividades náuticas, deportivas y turísticas, y de pesca en la zona, hasta llegar a convertirse en uno de los escenarios de pesca más importantes de la provincia de Córdoba (Diputación Provincial de Córdoba).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Córdoba, déjame ExplicArte los principales monumentos (Murallas y restos del Castillo, La Tercia, Ermita de Santa Marina, Parque Arqueológico de Torreparedones, Tamboradas, Humedales, Río Guadajoz, Vía Verde, Cueva del Yeso, Plaza del Palacio, Ermita de los Ángeles, Museo del Olivar y del Aceite, y Embalse de Valdomojón) de la localidad de Baena (y II), en la provincia de Córdoba. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia cordobesa.
Más sobre la provincia de Córdoba, en ExplicArte Sevilla.
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