Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Hermandad de Santa Cruz, de Sevilla.
Hoy, 3 de mayo, la Iglesia conmemora la "Invención de la Santa Cruz", es decir el hallazgo por parte de Santa Elena, madre del emperador Constantino, de la verdadera Cruz de Jesucristo en su peregrinación a Jerusalén. Al tratarse de una fiesta relacionada con la pasión de Cristo, su Cruz, la fiesta en rito romano será de color rojo. "Invención" (del latín invenio, "descubrir") es el nombre litúrgico y oficial. En cambio Cruz de Mayo o fiesta de las Cruces es la denominación popular. Se festeja el 3 de mayo, y la Iglesia católica, según el rito romano, ha situado el hallazgo de la santa Cruz. Es una festividad muy extendida en España e Hispanoamérica. Pero tras la reforma de la liturgia romana por Juan XXIII, en 1960 con el motu proprio Rubricarum instructum, perdió importancia en el calendario romano.
Y que mejor día que hoy, para Explicarte la Hermandad de Santa Cruz, de Sevilla.
La Hermandad de Santa Cruz tiene su sede canónica en la Iglesia de Santa Cruz (antigua Iglesia de los Clérigos Menores) [nº 23 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 11 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], que se encuentra en la calle Mateos Gago, 34; mientras que la Casas de Hermandad se encuentra en la barreduela Carlos Alonso Chaparro, 2; ambas en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
Hoy, 3 de mayo, la Iglesia conmemora la "Invención de la Santa Cruz", es decir el hallazgo por parte de Santa Elena, madre del emperador Constantino, de la verdadera Cruz de Jesucristo en su peregrinación a Jerusalén. Al tratarse de una fiesta relacionada con la pasión de Cristo, su Cruz, la fiesta en rito romano será de color rojo. "Invención" (del latín invenio, "descubrir") es el nombre litúrgico y oficial. En cambio Cruz de Mayo o fiesta de las Cruces es la denominación popular. Se festeja el 3 de mayo, y la Iglesia católica, según el rito romano, ha situado el hallazgo de la santa Cruz. Es una festividad muy extendida en España e Hispanoamérica. Pero tras la reforma de la liturgia romana por Juan XXIII, en 1960 con el motu proprio Rubricarum instructum, perdió importancia en el calendario romano.
Y que mejor día que hoy, para Explicarte la Hermandad de Santa Cruz, de Sevilla.
La Hermandad de Santa Cruz tiene su sede canónica en la Iglesia de Santa Cruz (antigua Iglesia de los Clérigos Menores) [nº 23 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 11 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], que se encuentra en la calle Mateos Gago, 34; mientras que la Casas de Hermandad se encuentra en la barreduela Carlos Alonso Chaparro, 2; ambas en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
La Ilustre y Antigua Hermandad del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora de la Paz, Fervorosa Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de las Misericordias, Santa María de la Antigua y Nuestra Señora de los Dolores; es ésta una corporación fundada en 1904, con sede canónica en la iglesia parroquial de Santa Cruz, del sevillano barrio del mismo nombre, siendo sus imágenes titulares el Santísimo Cristo de las Misericordias, obra atribuida a Pedro Roldán hacia 1675-1680, Santa María de la Antigua, talla de Emilio Pizarro en 1900; Nuestra Señora de los Dolores, obra de Antonio Eslava en 1967; y Nuestra Señora de la Paz, talla atribuible a Jerónimo Hernández, en el siglo XVI.
Tiene su origen en la desaparecida parroquia de Santa Cruz, situada en buena parte del solar que hoy ocupa la plaza de igual nombre, la cual fue derribada en 1810. No se sabe con certeza el año de su fundación, pero se puede pensar nacida como consecuencia del desarrollo devocional inspirado por Teresa Enríquez en pro de fomentar la adoración a Jesús en el santísimo sacramento del altar, allá a comienzos del siglo XVI. Diversas circunstancias que se dieron en el auge de la hermandades sacramentales sevillanas en general, pueden hacer pensar en su casi segura existencia a finales del siglo citado. Los datos fehacientes de la existencia de esta institución, se sitúan en el concreto año de 1628 en la que se dispone a la construcción de una capilla para instalar en ella el sagrario parroquial, la cual fue ampliada en 1681.
La desaparecida iglesia de Santa Cruz se creó como ayudantía de la parroquia del Sagrario, por lo que estuvo controlada y visitada por los miembros del cabildo catedralicio. Igualmente, la sacramental, como ente indisolublemente unido a la parroquia, también lo estaría en ciertos aspectos relacionada a la sacramental del Sagrario. Su misión fundamental como todas las hermandades de su estilo, era la de dar culto al santísimo, organizar la llamada procesión de impedidos, el montaje y desmontaje del monumento del Jueves Santo, y asistir a la procesión del Corpus; además como hermandad de ánimas, había de cuidar del entierro de sus hermanos y que se le oficiaran las misas que tenían establecida para el bien de sus almas.
Se sabe que hacia 1755 su capilla estaba en la nave del evangelio del desaparecido templo de Santa Cruz, poseyendo reja de hierro y acceso a la cripta situado ante la misma. Igualmente, se conoce la existencia de un lienzo sobre el retablo dedicado al Espíritu Santo, figurando además varios cuadros, destinados a la vida de la Virgen, a la Virgen de los Reyes, san Gregorio, la Verónica, ánimas del purgatorio, san Miguel, la Cena y otros dedicados a temas marianos. También le pertenecieron una imagen del Niño Jesús y otra de san Juan Bautista. Todas estas piezas, tanto pinturas como imágenes se fueron incorporando a los bienes de hermandad en distintas épocas. Poseía igualmente una custodia de la cual no se tienen noticias para poder describirla, y un palio procesional con sus correspondientes seis varas. Se contabiliza también dentro del ajuar un guion sacramental principal y otro secundario para uso más común, así como un juego de dos ciriales cincelados en plata que se conservan en la actualidad, y un paño mortuorio que identificamos con el que cuelga de una de las paredes de la sacristía de la actual parroquia de Santa Cruz. A juzgar por los datos que se conocen, no parece que la Sacramental de Santa Cruz fuese una institución ni de fuerte, ni tan siquiera mediana economía, pero sí con capacidad suficiente para llevar a cabo sus obligaciones con la dignidad necesaria.
Una vieja aspiración de los hermanos que regían la hermandad a principios del siglo XVIII era trasladar el sagrario a otra capilla. Este proyecto se sustentaba en que la utilizada hasta ese momento quedaba cercana a la puerta principal del templo, de forma que los fieles que se dirigían al altar mayor a oír misa, o al rezo del Rosario, daban la espalda al sagrario. Tras estudiarse la posibilidad de trasladarse a la capilla llamada del Descendimiento, así denominada por encontrarse en ella el famoso cuadro de Pedro de Campaña, determinan el 15 de septiembre de 1709 solicitar una de las capillas laterales existentes en la nave del evangelio a su propietario Martín Auñón Torregrossa y Monsalve, quien accede a ello; sin embargo, el traslado se retrasó, no teniendo lugar al menos de forma definitiva hasta 1745, tras haber reformado la hermandad el retablo en el que se veneraba la imagen de un crucificado, para lo cual precisó la actuación del ensamblador Felipe Fernández del Castillo, el dorador Juan Moreno, y el pintor Pedro Tortolero. Fue así como la sacramental continuó su andadura en la capilla que se llamó de los Torregrossa, también de los Auñón, y también del santo cristo por el crucifijo en ella venerado.
En tal situación siguió la hermandad sacramental hasta el derribo de la iglesia, como ya dijimos en 1810, en cuyo 11 de julio la sede parroquial fue instalada en el templo de los Clérigos Menores – actual de Santa Cruz -, el cual había sido expropiado por los franceses a dicha orden. En este templo el sagrario había estado en tiempo de los Menores en el retablo existente en testero del crucero del lado del evangelio, pero las pretensiones de la hermandad de seguir utilizando tal retablo se vieron frustradas, ya que en tal sitio se había instalado la Hermandad de la Coronación de Espinas (El Valle), por lo que obtuvo permiso para que el sagrario fuera colocado en el retablo frontero, perteneciente a la Hermandad de Nuestra Señora de la Paz, lo que aceptaron los miembros de esta hermandad sin ningún inconveniente, dado que la mayoría de sus hermanos también pertenecían a la sacramental. Al ser restituida la iglesia a sus legítimos dueños tras la expulsión de las tropas francesas, la sede parroquial se instala provisionalmente en el oratorio del Hospital de los Venerables Sacerdotes, para volver definitivamente a la antigua Iglesia de los Menores – expropiada esta vez por la desamortización de Mendizábal -, el 29 de junio de 1840. De esta forma la sacramental siempre unida a los destinos de la parroquia queda establecida en el nuevo templo, siendo su cabildo el encargado de organizar la procesión de traslado. Al haberse trasladado ya por aquel entonces la Hermandad de la Coronación de Espinas a otro templo, no hubo inconveniente para que el sagrario se instalara en el retablo antes pretendido. Con posterioridad, hacia 1880, se produjo la sustitución del antiguo retablo por el actual, procedente de la desaparecida iglesia del convento de Nuestra Señora de la Asunción.
Al principio del siglo XX, la situación económica de la Sacramental no era desahogada; mucho menos lo era la de otra Hermandad establecida en el mismo templo de Santa Cruz: la de Nuestra Señora de la Paz. Se comienza a hablar de la posibilidad de la unión de ambas corporaciones, opción auspiciada por el Padre Arellano, Cura Párroco de Santa Cruz. Por fin, en Cabildo celebrado el 13 de Enero de 1907 con la presencia de seis hermanos, el citado Párroco da lectura al acta de fusión de las dos hermandades, que aprobado por la autoridad eclesiástica, lleva fecha de 7 de enero de 1907. De acuerdo con este decreto, el título de la corporación pasará a ser el de Hermandad del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora de la Paz.
El edificio de la antigua parroquia de Santa Cruz, del que ya dimos noticia al hablar de la hermandad sacramental, era una antigua edificación que primero se usó como mezquita y posteriormente como sinagoga, hasta que en 1391 fue erigido en templo parroquial. Se trataba pues de una construcción con problemas propios de su antigüedad. Según se cree, uno de los personajes que actuó como mecenas protector del templo fue el arzobispo de Sevilla, Pedro González de Mendoza, quien fue designado en 1474 cardenal de la sede de Toledo, bajo el título de la Santa Cruz de Jerusalén. Posiblemente no fue una casualidad la adopción de tal título, quizá por la vinculación de este prelado con la iglesia de Santa Cruz de nuestra ciudad. Desde la capital toledana, el citado cardenal hace llegar a esta parroquia una imagen de la virgen con el título de la Paz, advocación establecida en Toledo desde tiempos de Alfonso VI.
La primera ubicación conocida de esta imagen fue en un retablo adosado al muro del templo, concretamente a la derecha del altar mayor. Con el transcurrir del tiempo, la Virgen de la Paz fue consiguiendo la devoción de los feligreses, de forma que le fue fundada un hermandad en su honor con el objeto de practicar ante ella el rezo del Rosario. Esta hermandad, es creída como fundada a principios del XVII, pero documentos que acrediten su existencia como entidad autorizada por el arzobispado no consta hasta el año de 1719, adoptando el título de Ilustre Hermandad del Santísimo Rosario de Nuestra Señora de la Paz. Esta institución resultó ser floreciente durante el siglo XVII y parte del XVIII, plateándose colocar a la imagen en un lugar más digno de la iglesia, como era la capilla del Descendimiento, para lo cual concede permiso su propietario, Nicolás de Silva. Sin embargo, ello no fue necesario ya que un hermano cuyo nombre no consta, costeó a sus expensas nueva capilla con camarín y reja en el ángulo superior del templo, colateral con el lado del evangelio del altar mayor.
Además de la novena que se celebraba en honor de la Virgen de la Paz, y el rezo del Rosario ante su imagen, que en determinadas épocas llegó a ser diario, la hermandad realizó con frecuencia Rosarios públicos que se rezaban por las calles del barrio, para lo cual disponía de tres bellos simpecados los cuales se conservan en las dependencias de la Hermandad de Santa Cruz. Es muy posible que Nuestra Señora de la Paz fuera sacada procesionalmente en los límites de la feligresía, pero sobre este particular no se ha encontrado documentación fehaciente.
En el año 1776 les fueron aprobadas nuevas reglas por el arzobispado hispalense, las cuales fueron ratificadas por el Consejo de Castilla el 4 de noviembre de 1788. Tras el derribo de la antigua parroquia de Santa Cruz en 1810, la hermandad intentó sin éxito acompañar a los destinos de la parroquia que se trasladó al actual templo de Santa Cruz, siendo sus deseos establecer su sede en la parroquia de Santa María la Blanca, a lo que se opuso el cabildo catedralicio, que la obligó a mantenerse unida a los destinos de la parroquia a la que siempre había pertenecido. De esta forma, acaba instalándose en la actual iglesia de Santa Cruz en 1810, ocupando el retablo ubicado en el testero del crucero perteneciente al lado de la epístola. De este edificio y por los mismos motivos que dijimos al hablar de la sacramental, se trasladó al oratorio de los Venerables Sacerdotes, donde permaneció precariamente establecida hasta el 29 de junio de 1840, formando en la procesión de traslado definitivo a la nueva sede parroquial, antigua Iglesia de los Menores, la imagen de la virgen.
Venerada nuevamente la efigie de Nuestra Señora de la Paz en el retablo ya citado, este sufre las consecuencias de un incendio poco antes del mes de noviembre de 1874 el cual le afectó de manera importante; igualmente, se vio afectada la imagen. Para solventar la sustitución del retablo se obtiene por parte del párroco otro procedente del extinguido convento de la Asunción, que finalmente no fue utilizado para el fin que estaba pensado, sino que se colocó en otro lugar de la iglesia como ya explicamos al hablar de la sacramental. Tras tomar esta determinación, se le encarga al prestigioso Virgilio Mattoni un boceto para la construcción de un nuevo retablo hacia 1876, el cual se conserva en las dependencias de la Hermandad de Santa Cruz. También se desestimó esta posibilidad, optándose por la restauración del primitivo retablo, que es el que hoy se sigue conservando en el testero del crucero en el lado de la epístola.
La imagen de la Virgen de la Paz, que donara el cardenal Pedro González de Mendoza, creemos que es la que hasta el momento que llevamos historiado veneró la hermandad, si bien se puede pensar que primitivamente era una efigie toda de talla, y después reconvertida para poder ser vestida. Por tanto, esta bien podría ser la imagen afectada por el incendio al que nos hemos referido. Debido a la antigüedad que presumimos para la imagen primitiva, y los daños que sufriera en el incendio, llegó a la iglesia de Santa Cruz alrededor de 1879, otra imagen de la virgen, que advocada del Rosario, se encontraba prácticamente sin culto en el templo parroquial de la Magdalena. Esta efigie sería a la que partir de ese momento veneraría la hermandad, la cual, tras una gran decadencia que comienza a finales del XIX y que continuaría en los primeros años del siglo XX, acabaría fusionándose con la hermandad sacramental de la parroquia el 7 de enero de 1907. Se desconoce el paradero de la primitiva imagen de la Virgen de la Paz, y que la bella efigie que la sustituyó recibe culto actualmente presidiendo el altar mayor de la parroquia de Santa Cruz.
Como fruto de las inquietudes de un grupo de personas devotas de la imagen del Cristo de las Misericordias que se veneraba en la parroquia de Santa Cruz, surge la fundación de esta cofradía, que ve sus primeras reglas aprobadas en tiempos del cardenal Spínola, concretamente el 13 de septiembre de 1904. El primer cabildo celebrado tuvo lugar el 25 de octubre del citado año, siendo su primer hermano mayor Francisco Pacheco y Núñez del Prado. Estableciéndose en estos estatutos su salida en la tarde del Martes Santo, se produce su primera estación de penitencia el 18 de abril de 1905 desde el convento de Madre de Dios (calle San José), ya que el paso que le había sido prestado para la procesión –el del Duelo de la Hermandad del Santo Entierro-, no cabía por la puerta del templo de Santa Cruz. Compuesto por 111 nazarenos, salió el cortejo algo después de la siete y media de la tarde, presentándose el inconveniente de que las dimensiones del paso no le permitía transcurrir por la calle Segovia por lo que tuvieron que ser desmontados los respiraderos, y debido al retraso que ello supuso la cofradía se vio obligada a acortar el recorrido de acceso a la carrera oficial, a pesar de lo cual cuando llegó a la catedral se encontró con las puertas cerradas, por lo que volvió al convento de Madre Dios sin entrar en el templo metropolitano. En esta su primera salida contó con un solo paso en el que se contemplaba según diarios de la época el clásico Calvario, compuesto por la imagen del Cristo de las Misericordias que todos conocemos, la Virgen de los Dolores, realizada por Emilio Pizarro de la Cruz -actualmente advocada como Santa María de la Antigua-, que iba abrazada al madero, san Juan y las tres marías.
El segundo paso utilizado – ya en 1906 -, fue el cedido por los padres Escolapios y que había sido utilizado para que procesionara san José de Calasanz, siendo en este año cuando se incorpora al cortejo la capilla musical. Pronto aparecerían los primeros problemas económicos, hasta el punto de no hacer estación en 1909, acordándose en cabildo poner a disposición del cardenal Almaraz la hermandad para que ordenase lo que estimara oportuno. La respuesta del prelado animando a la junta de gobierno a seguir adelante, hizo renacer la ilusión de un principio, y como consecuencia de ello fue posible la salida en la Semana Santa de 1910. Al año siguiente, y tras restaurar y acortar en sus dimensiones el paso del Señor del Silencio en el Desprecio de Herodes adquirido a la Hermandad de la Amargura vuelve a procesionar el Martes Santo. Sin embargo, en este mismo año de 1911, fallece el único hermano Mmayor que hasta el momento había tenido la cofradía, Francisco Pacheco y Núñez del Prado, iniciándose a partir de entonces un gran declive en la corporación, que poco a poco hizo que prácticamente acabara casi extinguida.
Ya en 1917, y viendo un grupo de feligreses la inactividad de la hermandad en todos los sentidos, deciden reorganizarla y llevarla a un estado floreciente. A la cabeza de este grupo se encontraba el sacerdote José Sebastián y Bandarán, decidiéndose en cabildo de 7 de febrero del mencionado año, que la cofradía volviera a hacer estación. Hacía algún tiempo que se había planteado la construcción de paso de palio, y siendo intención de la junta de gobierno al parecer colocar en el mismo la imagen de la Virgen de los Dolores tras serle transformado su candelero, José Sebastián y Bandarán consigue del cardenal Almaraz la cesión de la imagen de la Virgen de la Antigua Siete Dolores y Compasión, que había pertenecido a una extinguida hermandad, y que se hallaba sin culto en la Parroquia de la Magdalena. Esta imagen procesionaria a los pies del cristo de las Misericordias colocada en la delantera del paso y mirando al frente en la Semana Santa de 1920 y 1921. Posiblemente la llegada de esta imagen, según parece sin la aprobación del cabildo perceptivo – al menos en las actas no se recoge -, originó una crisis interna que dio lugar a dimisiones en cadena durante 1920, dando lugar a la creación de una “junta de emergencia” que conseguiría, no sin enormes esfuerzos, que la cofradía procesionara en 1921. Finalmente, y tras devolver la imagen de la dolorosa de la Antigua a la Magdalena, y abandonada momentáneamente la idea de hacer un paso de palio, la hermandad vuelve a la normalidad.
Prueba de lo indicado últimamente, se estrena un magnifico paso para el Cristo de las Misericordias el Martes Santo de 1922. El boceto fue encargado al arquitecto Aníbal González y Álvarez Osorio, siendo los trabajos dirigidos por su sobrino Cayetano González Gómez, corriendo la labor de talla y ebanistería a cargo del hermano de Santa Cruz Manuel Casana, mientras que los faldones los confeccionaron los hijos de Miguel Olmo, y los candelabros de forja el taller de Magdalena y Compañía. Este paso, de estilo gótico, rodeado de pinturas alusivas a la pasión llamó poderosamente la atención en la Sevilla cofrade de la época. Coincidiendo con el estreno de las andas, se incorpora a la escenografía del paso una nueva dolorosa, cedida por un feligrés de Santa Cruz llamado Fernando Ybarra Llorente, que procesionó colocada de espaldas al crucificado en la delantera del paso. Esta imagen procesionó hasta año incierto, pero por documentación gráfica se sabe que ya había sido sustituida por la primitiva – obra de Pizarro -, en el año 1926, siendo a partir de este año aproximadamente cuando se cambia su situación en el paso, situándose mirando al crucificado, concretamente a su lado izquierdo.
Puede decirse que a partir de 1922 comienza a consolidarse la hermandad, que con los lógicos altibajos propios de las instituciones, vive por lo general momentos de esplendor, atravesando los tiempos de la II República, Guerra Civil y posguerra sin efectos contrarios importantes. Poco a poco, la hermandad se engrandece con la incorporación de nuevos hermanos, se aumentaría el número de nazarenos, se crearía en la procesión el tramo de penitentes, y las hermanas participarían en la estación a partir de 1947, sin vestir túnica, pero llevando un escapulario del Cristo de las Misericordias. Igualmente se va enriqueciendo el patrimonio, con nuevas piezas de orfebrería e insignias, mientras que en el ánimo de distintas juntas se aplazaban proyectos por el momento irrealizables, como la construcción de un paso de palio, y el construir un retablo para poder venerar en el interior del templo a la Virgen de los Dolores, que habitualmente permanecía en casa de un hermano.
Al poco de cumplir sus primeros cincuenta años de vida, retorna en 1957 a la hermandad aquella imagen de dolorosa de la que ya dijimos que había sido cedida en 1922 el feligrés Fernando Ibarra Llorente, y que ahora donaba para siempre. Ello supuso el guardar -en las dependencias parroquiales – la primitiva dolorosa realizada por Emilio Pizarro, pasando a ser titular la nueva imagen de la virgen que hasta entonces había sido venerada en un oratorio privado situado en la vivienda del donante. Es a partir de estos años cuando la Hermandad de Santa Cruz aprovecha para acometer nuevos proyectos, consiguiendo por fin retablo para la virgen (1959), aumentándose los cultos y la solemnidad de los mismos; se continúa con el aumento de la nómina hermanos –900 entre 1958 y 1959-, y consiguientemente se eleva el número de nazarenos que llega a alcanzar la cifra de 250 por estos años; comienzan a participar el grupo de monaguillos de manera definitiva en la estación de penitencia (1963), se crea la bolsa de caridad (1962), se fusiona con la hermandad sacramental y Nuestra Señora de la Paz (1966), se instaura la celebración del viacrucis del Cristo de las Misericordias por las calles del barrio (1971), se cuenta con la primera casa de hermandad (1968), y se inicia la edición del boletín de la hermandad, que con el título “Misericordias”, vería la luz en octubre de 1970. Pero posiblemente el hito histórico que más repercusión tuvo en la Sevilla cofrade en general y entre los hermanos de Santa Cruz en particular, fue la decisión de construir por fin el paso de palio, que realizado por Emilio García Armenta en la parte de orfebrería, –a excepción de la candelería obra del taller Angulo-, y en los bordados realizados por Guillermo Carrasquilla, esta obra de arte salió por primera vez en la Semana Santa de 1965. Como consecuencia del estreno del nuevo paso, es modificada la imagen de la Virgen de los Dolores por Juan Abascal Fuentes, y que posteriormente sería sustituida por otra, obra de Antonio Eslava Rubio que sale por vez primera el Martes Santo de 1968. La imagen de la virgen sustituida es entregada a la parroquia del onubense pueblo de Bonares, donde continúa recibiendo culto.
En la década de los setenta sigue viviendo un buen momento, se crea la tómbola de Navidad, se celebran reuniones, tertulias y conferencias, y finalmente se llenó de vida, entusiasmo y juventud con la creación de la cuadrilla de hermanos costaleros en 1978. Igualmente se abordaron nuevos proyectos destinados a aumentar el patrimonio, acondicionándose un salón cedido por el párroco para permanente exposición de los enseres, que ya por aquel entonces – y desde algunos años antes -, comienzan a ser numerosos y valiosos. Pero sin duda, el proyecto más ambicioso de estos años fue la sustitución del antiguo paso de Cristo, que estrenado en 1922, y ampliado posteriormente, adolecía ya de los achaques del tiempo. Así pues, el Martes Santo de 1975, se estrena un nuevo paso, inspirado en el anterior, y conservándose para su iluminación los singulares candelabros de forja que se habían utilizado hasta entonces. El diseño fue de Antonio Martín, quien además hizo el trabajo de talla y dorado; Rafael Barbero Medina hizo el apostolado de las esquinas; Ignacio Gómez Millán la pintura de las tablas de las capillas representando escenas de la pasión, y las monjas del convento de Santa Isabel se encargaron de crear los bordados de los respiraderos. En 1976 el Santísimo Cristo de las Misericordias es designado para presidir el viacrucis del Consejo en la catedral. Primera vez que dicha institución organizaba tal acto. Casi al concluir la década de los setenta –en octubre de 1979-. La hermandad celebró su 75 aniversario fundacional, celebrándose entre otros actos litúrgicos y culturales, una procesión extraordinaria al convento de Madre de Dios y al San José (las Teresas), en la que participó el paso del Cristo de las Misericordias con el crucificado y arrodillada a sus pies la primitiva Virgen de los Dolores, obra de Emilio Pizarro, que fue rescatada de las dependencias parroquiales.
En 1982 pasa a regir los destinos de la hermandad una gestora por decisión de la autoridad eclesiástica. Permanecería hasta 1986; en total cuatro años en los que los siete miembros que constituían esta junta, y con la ayuda que le prestaron los hermanos de Santa Cruz, consiguieron con acierto que la hermandad siguiera adelante hasta que se convocaron nuevas elecciones. Fue en este tiempo precisamente cuando se enriquece el formato del boletín para acercarse en su presentación al que hoy se sigue editando, se construye una nueva parihuela para el paso de palio, y se reparan los varales y la crestería de dicho paso.
Hablando ya de tiempos recientes, se adquiere almacén para guardar los pasos y se construye la nueva casa de hermandad. Respecto al patrimonio artístico, cabe citar el cincelado de nueva candelería, llamador para el paso de cristo, y un nuevo manto de salida para la Virgen; igualmente se bordaron broches y escudos en los nuevos faldones del paso de cristo, se hizo nueva parihuela para el paso de la virgen, se cinceló en plata la nueva cruz de guía y los cuatro faroles que la acompañan, se construye nuevo retablo para Santa María de la Antigua, se adquiere una hermosa saya y manto de camarín bordados para la Virgen de los Dolores. En cuanto a la conservación del patrimonio artístico , se restauran saya, estandarte, senatus, uno de los simpecados de la Virgen de la Paz, antiguos respiraderos y maniguetas del paso de cristo, candelabros del paso de cristo, la totalidad del paso de palio, los bordados de los paños de bocina, etc. En la Acción Social se potencia la ayuda al pretaller de carpintería y al del taller de confección para mujeres necesitadas. Finalmente, en lo cultural se promocionan todo tipo de actos, desde conferencias, conciertos, y visitas culturales, todo ello sin olvidar la formación espiritual y cofrade de los hermanos. Hemos de destacar asimismo la creación del grupo de hermanos acólitos.
En 1992 la imagen del Cristo de las Misericordias va a la catedral para estar presente durante varios meses en la exposición Magna Hispalensis, celebrada con motivo de la Expo 92. Se sometió a labor de limpieza y construcción de nuevo candelero a la imagen de la Virgen de los Dolores, y se restauró la primitiva Virgen de los Dolores, actualmente advocada de la Antigua. Se sometió a una intervención reparadora ejercida por Ricardo Comas a la efigie del Cristo de las Misericordias, para años después trasladarla al Instituto Andaluz de Patrimonio Artístico para ser restaurado. Se sufrió el cierre de la parroquial de Santa Cruz durante las importantes obras de consolidación, trasladándose la sede parroquial y la hermandad a la aneja capilla de la Escuela de Cristo. Se tomaron decisiones importantes, como devolver primero al culto, y después al paso a la primitiva imagen de la Virgen de los Dolores, incluyéndola en las reglas bajo el título de Santa María de la Antigua, reglas que fueron redactadas de nuevo, y que entre otras novedades recogía la posibilidad de efectuar la estación de penitencia de las hermanas, igualándolas además en todos los sentidos con los hermanos. Y finalmente, entre el año 2004 y 2005 se celebró el centenario fundacional de la hermandad, teniendo lugar gran cantidad de actos cultuales, tantos internos como externos, destacando como extraordinarios la salida en el llamado Santo Entierro Grande, y el devoto y solemne viacrucis del Cristo de las Misericordias que contó con el rezo de una de las estaciones ante la Virgen de los Reyes (web oficial del Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Santa Cruz;
La Leyenda de la cruz
La historia de la Santa Cruz, antes y después de la Crucifixión, dio nacimiento a un ciclo legendario que fue popularizado por Santiago de Vorágine en la Leyenda Dorada.
Los héroes principales de esta novela piadosa que abarca varios siglos, son Adán, Salomón, la reina de Saba, el emperador Constantino, Santa Helena y finalmente Heraclio, que devuelve la Santa Cruz a Jerusalén.
La madera de la Cruz antes de la Crucifixión
La idea central de la leyenda es la intención de vincular la Redención con el pecado Original. Se imaginó que la cruz del Gólgota se había construido con madera procedente del árbol de la Ciencia. Por ello, en los himnos litúrgicos, la cruz se invoca con el nombre de Arbor.
¿Qué sucesión de vicisitudes y metamorfosis permitió que la madera del árbol de la Ciencia se convirtiera en la cruz de Jesús? Se supuso que Adán había arrancado una rama antes de ser expulsado del Paraíso. Según otra versión, es el tercer hijo de Set quien habría recibido ese brote de manos del arcángel Miguel, y lo habría plantado sobre su tumba.
Mucho tiempo después, la reina de Saba, que fue a Jerusalén para visitar a Salomón, al encontrarse frente a una viga echada sobre un arroyo a manera de puente, vio en espíritu que el Redentor sería fijado alguna vez a esa madera. Por ello se negó a pisar esa tabla sagrada y se arrodilló para adorarla.
Salomón hizo clavar esa pieza de madera en el suelo con el objeto de que no fuese pisoteada. Por un misterioso fenómeno, apareció en la Piscina probática donde flotaba y curaba milagrosamente a los enfermos y tullidos. Los verdugos la retiraron de esa piscina y construyeron con ella la cruz de Jesús.
Esta leyenda novelesca ha sido representada muchas veces por los pintores italianos del Trecento y del Quattrocento, sobre todo en las iglesias de los franciscanos, guardianes del Santo Sepulcro, muchas de las cuales estaban bajo la advocación de la Santa Cruz (Santa Croce).
La escena más popular de este ciclo es el gesto de la reina de Saba al arrodillarse frente a la madera de la Santa Cruz cuando aún servía de puente sobre un arroyo.
La reina de Saba adora la madera de la Cruz
En la vidriera de Saint Pantaléon, en Troyes, se lee esta ingenua inscripción:
La royne de Sabba ne voulut marcher sur la dicte planche
Pour ce qu'elle fut inspirée que sur icelle planche
Serai crucifiçe le Rédempteur des humains.
(La reina de Saba no quiso caminar sobre esta tabla / Porque recibió la inspiración que sobre esa misma tabla / Sería crucificado el Redentor de la humanidad.)
De acuerdo con una leyenda popular que asimila la reina de Saba a la reina Pedauca, al retroceder para vadear el arroyo, ella mostró una pata de oca.
Existe otra versión de esta leyenda que también reposa en la idea de la continuidad de los dos Testamentos, pero que es totalmente diferente.
Adán, expulsado del Edén, como recuerdo del Paraíso perdido se lleva una rama del Árbol de la Ciencia que le sirvió de bastón hasta su muerte.
Dicho bastón, que los patriarcas se transmitieron de generación en generación, fue encontrado por Jetró, el suegro de Moisés. De ese bastón colgó Moisés la serpiente de bronce, prefiguración de Cristo crucificado. Por la intermediación del traidor Judas, llegó a las manos de los verdugos de Cristo que lo utilizaron para construir la cruz.
La Invención y la Adoración de la Vera Cruz
La historia de la Santa Cruz no se detiene en la Crucifixión. A falta de huesos de Cristo, cuyo cuerpo había subido al cielo, la devoción popular se volcó sobre el instrumento del suplicio que ocupó el primer lugar en el catálogo de las reliquias.
Las tradiciones creadas en torno a este símbolo de la fe cristiana fueron difundidas en el siglo XIII por la Leyenda Dorada que narra detalladamente la maravillosa historia de la Búsqueda, el Descubrimiento y la Exaltación de la Santa Cruz.
1. La Invención de la Vera Cruz por santa Helena
Después de la muerte de Cristo la cruz no se mantuvo plantada en el Gólgota, puesto que erigían una nueva para cada ejecución. Fue enterrada con los «patibula» de los dos ladrones en una fosa común que cayó en el olvido. Ninguno de los apóstoles y evangelistas se preocupó por ello, según parece.
Algunos siglos más tarde, Cristo se aparece en sueños al emperador Constantino y le promete que vencerá bajo el signo de la cruz. Constantino sale de Roma al encuentro del ejército de Majencio, y gracias a la cruz que resplandece en su lábaro, consigue la victoria.
Santa Helena, su madre, decide entonces viajar a Jerusalén para encontrar la madera de la Vera Cruz. Reúne a los ancianos para indagar acerca del lugar donde está enterrada, y le informan sobre un tal Judas como único depositario del secreto.
Éste, interrogado, finge no saber nada. Helena ordena que lo echen en una cisterna seca: después de seis días de ayuno, Judas pide que se lo perdone y promete decirlo todo. Cuando cavan en el sitio que él señala, se descubren las tres cruces del Calvario.
La identificación de la Vera Cruz
Desgraciadamente, las tres cruces se parecían entre sí ¿Cómo distinguir entonces la Santa Cruz, la de Jesús, de las correspondientes a los Ladrones? Su autenticidad fue revelada por el milagro de un muerto que resucitó a su contacto, o bien de acuerdo con otra leyenda, por la inscripción (titulus) que permanecía fijada a la madera de la Vera Cruz.
En medio de la alegría general, Judas se convirtió, y en su bautismo cambió su nombre malsonante por el de Ciriaco (Dominicus); y hasta llegó a ser elegido obispo de Jerusalén.
Por pedido de Santa Helena, emprendió búsquedas complementarias en el Gólgota para encontrar los Santos Clavos, que aparecieron en la superficie tan brillantes como si fueran de oro.
Toda esta historia ha sido inventada. No hay texto alguno que haga alusión al descubrimiento de la Vera Cruz antes de 347; ahora bien, Santa Helena murió en Nicomedia en 327.
2. La reconquista de la Santa Cruz por el emperador Heraclio
Las aventuras de la Santa Cruz no habían terminado.
La preciosa reliquia, que Constantino y Helena habían enriquecido con gemas (crux gemmata), fue pillada por el rey de los persas, Cosroes II. El emperador Heraclio la reconquistó en 628 y la devolvió a Jerusalén, sólo en parte, porque uno de los brazos habría quedado en Constantinopla.
Ese retorno de la Vera Cruz está narrado de dos maneras diferentes.
Según la primera versión, Heraclio se había propuesto llevar personalmente sobre sus hombros la Cruz reconquistada a la cima del Calvario, y para honrarla creyó que lo mejor era vestirse con sus ornamentos imperiales. Pero cuando quiso levantar la Cruz le resultó imposible conseguirlo. El patriarca Zacarías le explicó la causa de ese prodigio: puesto que Cristo había transportado su cruz con humildad, era conveniente que un emperador cristiano hiciese otro tanto. Una vez despojado de sus ornamentos, en camisa y con los pies descalzos, pudo subir la Cruz hasta el Gólgota.
La Leyenda Dorada introdujo una variante en esta anécdota. Heraclio quería hacer una entrada triunfal en Jerusalén; pero al llegar a Jerusalén a caballo, seguido por un brillante cortejo, debió detenerse ante la Puerta Dorada, pues la encontró cerrada. Un ángel le advirtió que debía devolver la Cruz imitando la humildad del Rey Celestial que había entrado por esa puerta montado en un asno.
Entonces el emperador comenzó a llorar, se descalzó, se quitó sus ropas, e incluso la camisa, y tomando la Cruz del Señor llamó humildemente a la puerta que se abrió y le permitió el paso.
3. La Exaltación de la Santa Cruz
Estos dos grandes acontecimientos de la Búsqueda y de la Reconquista de la Santa Cruz fueron conmemorados en la liturgia griega y romana.
La fiesta de la lnventio S. Crucis recuerda el descubrimiento de la Vera Cruz por la emperatriz Helena. En cuanto a la fiesta de la Exaltatio, que tiene el sentido de elevación, de ostención ante los peregrinos, celebraba en su origen la advocación de la basílica constantiniana del Santo Sepulcro, donde se encontraba la Cruz desenterrada por la emperatriz Helena; pero más tarde se aplicó a su devolución por Heraclio, después de su victoria sobre Cosroes.
Fue el papa Sergio, oriundo de Siria, quien introdujo en Roma a finales del siglo VII esta fiesta jerosolimitana. En el oficio de ese día, el sacerdote hace cuatro elevaciones de la cruz.
Todos los santuarios de la cristiandad tenían como suprema ambición poseer un trozo de la Vera Cruz que los emperadores de Constantinopla no dejaron de acuñar. Esas reliquias insignes se guardaban en las staurotecas (del griego stauros: cruz) que generalmente tienen la forma de una cruz de doble travesaño.
Las más célebres son la del monasterio de la Sainte Croix de Poitiers, donada en 570 a Santa Radegunda por la emperatriz Sofía; las de Monza, en Lombardía y, en Hungría. La más preciosa desde el punto de vista artístico es la stauroteca de Limbourg del Lahn, adornada con magníficos esmaltes alveolados que proceden del botín robado por un caballero alemán en Constantinopla en ocasión de la cuarta Cruzada, en 1204.
Iconografía
Hemos insistido largamente en el tema de la leyenda y el culto de la Santa Cruz, porque una y otro dieron nacimiento a numerosas realizaciones artísticas del mayor interés, algunas de las cuales, como los frescos de Piero della Francesca en Arezzo, son incomparables obras maestras.
La mayoría de dichos ciclos, que se inspiran en la Leyenda Dorada, han sido ejecutados para iglesias de la orden de los franciscanos, con frecuencia puestas bajo la advocación de la Santa Cruz (Santa Croce).
1. Invención e identificación de la Vera Cruz por santa Helena
2. El emperador Heraclio, en camisa y descalzo, devuelve la Cruz a Jerusalén
Heraclio generalmente lleva el asta o poste de la Cruz, sin el travesaño.
El culto de la Santa Cruz
Numerosas Iglesias o abadías de toda la cristiandad estaban bajo la advocación de la Santa Cruz. En Francia, el monasterio fundado por santa Radegunda, en Poitiers. En España y Austria las abadías cistercienses de Santes Creus y de Heiligenkreuz.
Los instrumentos de la Pasión
La Cruz no es el único objeto de veneración. La devoción de la Edad Media incluyó en el mismo culto a todos los instrumentos de la Pasión que agrupó en una especie de trofeo llamado las Armas de Cristo. Se le atribuía un poder mágico, como a la señal de la cruz.
Este tema esencialmente popular a pesar de su carácter heráldico, suele acompañar el Cristo de la Piedad o a la Misa de san Gregorio, imágenes a las que se vinculaban numerosas indulgencias.
Los elementos que forman parte de su composición se multiplicaron poco a poco. En el siglo XIII estaban reducidos a seis: la corona de espinas, la columna y las varas de la Flagelación, la cruz, los clavos, la esponja y la lanza de la transfixión.
En el siglo XV el jeroglífico se complicó. Se agregaron las treinta monedas de Judas alineadas o cayendo en cascada de una bolsa invertida, la linterna de Malco y su oreja pegada al machete de San Pedro, el gallo de la Negación (gallus cantans), una cabeza que escupe (sputum infacie Christi), la mano que abofeteó a Cristo, la columna de la Flagelación, el aguamanil y la jofaina del Lavatorio, las manos de Pilato, el velo de la Verónica, la túnica sin costuras y los dados que tuvieron para echarla a suertes, el martillo que hundió los clavos, la escalera del Descendimiento de la cruz.
Cuando estos «Instrumentos» no están ordenados en una panoplia son transportados por ángeles que tienen el papel de tenantes de escudo de armas. En Solesmes, el ángel que lleva la bolsa de Judas, enjuga una lágrima en la comisura del ojo.
Los ángeles presentando los Instrumentos de la Pasión suelen estar representados en los timpanos de las portadas de las catedrales, en la escena del Juicio Final.
Las cinco llagas
Otra devoción también vinculada con la Crucifixión es la de las cinco Llagas o heridas. Se desarrolló en el siglo XV a causa de las indulgencias que atribuyó el papado a las oraciones en memoria de las cinco Llagas de Cristo que protegían contra la «muerte ruin», es decir, la muerte súbita, sin confesión, particularmente temida en tiempos de peste.
Las procesiones expiatorias de los flagelantes se acompañaban con este refrán:
Jhesus, par tes cinq rouges playes
De mort soudaine nous delayes.
(Jesús, por tus cinco rojas llagas / Nos sustraes de la muerte súbita.)
Esta devoción concordaría mejor con la antigua iconografía del Crucifijo, donde los pies de Cristo están separados, que con la nueva, donde los pies están superpuestos y agujereados con un solo clavo.
En las xilografías coloreadas del siglo XV se encuentran tres formas de representar este motivo que pertenece casi exclusivamente a la imaginería popular.
Las cinco Llagas tienen la forma de cortes horizontales de los que caen gotas de sangre y de donde emanan rayos de luz.
Un corazón atravesado por una lanza y aplicado sobre una cruz está flanqueada por cuatro miembros cortados: dos manos y dos pies agujereados por clavos. El conjunto forma un trofeo de la Crucifixión.
Las cinco Llagas están simbolizadas por cinco cruces sobre la mesa del altar, imagen del cuerpo de Cristo de acuerdo con la fórmula ritual del Pontifical.
Con frecuencia los artistas se limitan a representar la herida del costado en tamaño real, que llevan dos ángeles en un cáliz.
Además, la devoción a las cinco llagas se expresa alegóricamente mediante la representación de la Fuente de Vida, llena con la sangre de Cristo, que purifica las almas y cura los cuerpos. Esta Fuente de Remisión, asimilada a la Piscina probática de la Biblia, tiene cinco orificios que corresponden a las cinco Llagas del Redentor Crucificado.
En la época de la Contrarreforma, un carmelita descalzo, José de Santa Bárbara, publicó en Amberes, en 1666, un tratado místico titulado Het Gheestelijk Kaertspel (El juego de cartas espiritual), donde el cinco de corazones está representado por cinco corazones dispuestos en tresbolillo alrededor de la Cruz, y en los cuales se inscriben las llagas de las manos, el costado y los pies (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
La historia de la Santa Cruz, antes y después de la Crucifixión, dio nacimiento a un ciclo legendario que fue popularizado por Santiago de Vorágine en la Leyenda Dorada.
Los héroes principales de esta novela piadosa que abarca varios siglos, son Adán, Salomón, la reina de Saba, el emperador Constantino, Santa Helena y finalmente Heraclio, que devuelve la Santa Cruz a Jerusalén.
La madera de la Cruz antes de la Crucifixión
La idea central de la leyenda es la intención de vincular la Redención con el pecado Original. Se imaginó que la cruz del Gólgota se había construido con madera procedente del árbol de la Ciencia. Por ello, en los himnos litúrgicos, la cruz se invoca con el nombre de Arbor.
¿Qué sucesión de vicisitudes y metamorfosis permitió que la madera del árbol de la Ciencia se convirtiera en la cruz de Jesús? Se supuso que Adán había arrancado una rama antes de ser expulsado del Paraíso. Según otra versión, es el tercer hijo de Set quien habría recibido ese brote de manos del arcángel Miguel, y lo habría plantado sobre su tumba.
Mucho tiempo después, la reina de Saba, que fue a Jerusalén para visitar a Salomón, al encontrarse frente a una viga echada sobre un arroyo a manera de puente, vio en espíritu que el Redentor sería fijado alguna vez a esa madera. Por ello se negó a pisar esa tabla sagrada y se arrodilló para adorarla.
Salomón hizo clavar esa pieza de madera en el suelo con el objeto de que no fuese pisoteada. Por un misterioso fenómeno, apareció en la Piscina probática donde flotaba y curaba milagrosamente a los enfermos y tullidos. Los verdugos la retiraron de esa piscina y construyeron con ella la cruz de Jesús.
Esta leyenda novelesca ha sido representada muchas veces por los pintores italianos del Trecento y del Quattrocento, sobre todo en las iglesias de los franciscanos, guardianes del Santo Sepulcro, muchas de las cuales estaban bajo la advocación de la Santa Cruz (Santa Croce).
La escena más popular de este ciclo es el gesto de la reina de Saba al arrodillarse frente a la madera de la Santa Cruz cuando aún servía de puente sobre un arroyo.
La reina de Saba adora la madera de la Cruz
En la vidriera de Saint Pantaléon, en Troyes, se lee esta ingenua inscripción:
La royne de Sabba ne voulut marcher sur la dicte planche
Pour ce qu'elle fut inspirée que sur icelle planche
Serai crucifiçe le Rédempteur des humains.
(La reina de Saba no quiso caminar sobre esta tabla / Porque recibió la inspiración que sobre esa misma tabla / Sería crucificado el Redentor de la humanidad.)
De acuerdo con una leyenda popular que asimila la reina de Saba a la reina Pedauca, al retroceder para vadear el arroyo, ella mostró una pata de oca.
Existe otra versión de esta leyenda que también reposa en la idea de la continuidad de los dos Testamentos, pero que es totalmente diferente.
Adán, expulsado del Edén, como recuerdo del Paraíso perdido se lleva una rama del Árbol de la Ciencia que le sirvió de bastón hasta su muerte.
Dicho bastón, que los patriarcas se transmitieron de generación en generación, fue encontrado por Jetró, el suegro de Moisés. De ese bastón colgó Moisés la serpiente de bronce, prefiguración de Cristo crucificado. Por la intermediación del traidor Judas, llegó a las manos de los verdugos de Cristo que lo utilizaron para construir la cruz.
La Invención y la Adoración de la Vera Cruz
La historia de la Santa Cruz no se detiene en la Crucifixión. A falta de huesos de Cristo, cuyo cuerpo había subido al cielo, la devoción popular se volcó sobre el instrumento del suplicio que ocupó el primer lugar en el catálogo de las reliquias.
Las tradiciones creadas en torno a este símbolo de la fe cristiana fueron difundidas en el siglo XIII por la Leyenda Dorada que narra detalladamente la maravillosa historia de la Búsqueda, el Descubrimiento y la Exaltación de la Santa Cruz.
1. La Invención de la Vera Cruz por santa Helena
Después de la muerte de Cristo la cruz no se mantuvo plantada en el Gólgota, puesto que erigían una nueva para cada ejecución. Fue enterrada con los «patibula» de los dos ladrones en una fosa común que cayó en el olvido. Ninguno de los apóstoles y evangelistas se preocupó por ello, según parece.
Algunos siglos más tarde, Cristo se aparece en sueños al emperador Constantino y le promete que vencerá bajo el signo de la cruz. Constantino sale de Roma al encuentro del ejército de Majencio, y gracias a la cruz que resplandece en su lábaro, consigue la victoria.
Santa Helena, su madre, decide entonces viajar a Jerusalén para encontrar la madera de la Vera Cruz. Reúne a los ancianos para indagar acerca del lugar donde está enterrada, y le informan sobre un tal Judas como único depositario del secreto.
Éste, interrogado, finge no saber nada. Helena ordena que lo echen en una cisterna seca: después de seis días de ayuno, Judas pide que se lo perdone y promete decirlo todo. Cuando cavan en el sitio que él señala, se descubren las tres cruces del Calvario.
La identificación de la Vera Cruz
Desgraciadamente, las tres cruces se parecían entre sí ¿Cómo distinguir entonces la Santa Cruz, la de Jesús, de las correspondientes a los Ladrones? Su autenticidad fue revelada por el milagro de un muerto que resucitó a su contacto, o bien de acuerdo con otra leyenda, por la inscripción (titulus) que permanecía fijada a la madera de la Vera Cruz.
En medio de la alegría general, Judas se convirtió, y en su bautismo cambió su nombre malsonante por el de Ciriaco (Dominicus); y hasta llegó a ser elegido obispo de Jerusalén.
Por pedido de Santa Helena, emprendió búsquedas complementarias en el Gólgota para encontrar los Santos Clavos, que aparecieron en la superficie tan brillantes como si fueran de oro.
Toda esta historia ha sido inventada. No hay texto alguno que haga alusión al descubrimiento de la Vera Cruz antes de 347; ahora bien, Santa Helena murió en Nicomedia en 327.
2. La reconquista de la Santa Cruz por el emperador Heraclio
Las aventuras de la Santa Cruz no habían terminado.
La preciosa reliquia, que Constantino y Helena habían enriquecido con gemas (crux gemmata), fue pillada por el rey de los persas, Cosroes II. El emperador Heraclio la reconquistó en 628 y la devolvió a Jerusalén, sólo en parte, porque uno de los brazos habría quedado en Constantinopla.
Ese retorno de la Vera Cruz está narrado de dos maneras diferentes.
Según la primera versión, Heraclio se había propuesto llevar personalmente sobre sus hombros la Cruz reconquistada a la cima del Calvario, y para honrarla creyó que lo mejor era vestirse con sus ornamentos imperiales. Pero cuando quiso levantar la Cruz le resultó imposible conseguirlo. El patriarca Zacarías le explicó la causa de ese prodigio: puesto que Cristo había transportado su cruz con humildad, era conveniente que un emperador cristiano hiciese otro tanto. Una vez despojado de sus ornamentos, en camisa y con los pies descalzos, pudo subir la Cruz hasta el Gólgota.
La Leyenda Dorada introdujo una variante en esta anécdota. Heraclio quería hacer una entrada triunfal en Jerusalén; pero al llegar a Jerusalén a caballo, seguido por un brillante cortejo, debió detenerse ante la Puerta Dorada, pues la encontró cerrada. Un ángel le advirtió que debía devolver la Cruz imitando la humildad del Rey Celestial que había entrado por esa puerta montado en un asno.
Entonces el emperador comenzó a llorar, se descalzó, se quitó sus ropas, e incluso la camisa, y tomando la Cruz del Señor llamó humildemente a la puerta que se abrió y le permitió el paso.
3. La Exaltación de la Santa Cruz
Estos dos grandes acontecimientos de la Búsqueda y de la Reconquista de la Santa Cruz fueron conmemorados en la liturgia griega y romana.
La fiesta de la lnventio S. Crucis recuerda el descubrimiento de la Vera Cruz por la emperatriz Helena. En cuanto a la fiesta de la Exaltatio, que tiene el sentido de elevación, de ostención ante los peregrinos, celebraba en su origen la advocación de la basílica constantiniana del Santo Sepulcro, donde se encontraba la Cruz desenterrada por la emperatriz Helena; pero más tarde se aplicó a su devolución por Heraclio, después de su victoria sobre Cosroes.
Fue el papa Sergio, oriundo de Siria, quien introdujo en Roma a finales del siglo VII esta fiesta jerosolimitana. En el oficio de ese día, el sacerdote hace cuatro elevaciones de la cruz.
Todos los santuarios de la cristiandad tenían como suprema ambición poseer un trozo de la Vera Cruz que los emperadores de Constantinopla no dejaron de acuñar. Esas reliquias insignes se guardaban en las staurotecas (del griego stauros: cruz) que generalmente tienen la forma de una cruz de doble travesaño.
Las más célebres son la del monasterio de la Sainte Croix de Poitiers, donada en 570 a Santa Radegunda por la emperatriz Sofía; las de Monza, en Lombardía y, en Hungría. La más preciosa desde el punto de vista artístico es la stauroteca de Limbourg del Lahn, adornada con magníficos esmaltes alveolados que proceden del botín robado por un caballero alemán en Constantinopla en ocasión de la cuarta Cruzada, en 1204.
Iconografía
Hemos insistido largamente en el tema de la leyenda y el culto de la Santa Cruz, porque una y otro dieron nacimiento a numerosas realizaciones artísticas del mayor interés, algunas de las cuales, como los frescos de Piero della Francesca en Arezzo, son incomparables obras maestras.
La mayoría de dichos ciclos, que se inspiran en la Leyenda Dorada, han sido ejecutados para iglesias de la orden de los franciscanos, con frecuencia puestas bajo la advocación de la Santa Cruz (Santa Croce).
1. Invención e identificación de la Vera Cruz por santa Helena
2. El emperador Heraclio, en camisa y descalzo, devuelve la Cruz a Jerusalén
Heraclio generalmente lleva el asta o poste de la Cruz, sin el travesaño.
El culto de la Santa Cruz
Numerosas Iglesias o abadías de toda la cristiandad estaban bajo la advocación de la Santa Cruz. En Francia, el monasterio fundado por santa Radegunda, en Poitiers. En España y Austria las abadías cistercienses de Santes Creus y de Heiligenkreuz.
Los instrumentos de la Pasión
La Cruz no es el único objeto de veneración. La devoción de la Edad Media incluyó en el mismo culto a todos los instrumentos de la Pasión que agrupó en una especie de trofeo llamado las Armas de Cristo. Se le atribuía un poder mágico, como a la señal de la cruz.
Este tema esencialmente popular a pesar de su carácter heráldico, suele acompañar el Cristo de la Piedad o a la Misa de san Gregorio, imágenes a las que se vinculaban numerosas indulgencias.
Los elementos que forman parte de su composición se multiplicaron poco a poco. En el siglo XIII estaban reducidos a seis: la corona de espinas, la columna y las varas de la Flagelación, la cruz, los clavos, la esponja y la lanza de la transfixión.
En el siglo XV el jeroglífico se complicó. Se agregaron las treinta monedas de Judas alineadas o cayendo en cascada de una bolsa invertida, la linterna de Malco y su oreja pegada al machete de San Pedro, el gallo de la Negación (gallus cantans), una cabeza que escupe (sputum infacie Christi), la mano que abofeteó a Cristo, la columna de la Flagelación, el aguamanil y la jofaina del Lavatorio, las manos de Pilato, el velo de la Verónica, la túnica sin costuras y los dados que tuvieron para echarla a suertes, el martillo que hundió los clavos, la escalera del Descendimiento de la cruz.
Cuando estos «Instrumentos» no están ordenados en una panoplia son transportados por ángeles que tienen el papel de tenantes de escudo de armas. En Solesmes, el ángel que lleva la bolsa de Judas, enjuga una lágrima en la comisura del ojo.
Los ángeles presentando los Instrumentos de la Pasión suelen estar representados en los timpanos de las portadas de las catedrales, en la escena del Juicio Final.
Las cinco llagas
Otra devoción también vinculada con la Crucifixión es la de las cinco Llagas o heridas. Se desarrolló en el siglo XV a causa de las indulgencias que atribuyó el papado a las oraciones en memoria de las cinco Llagas de Cristo que protegían contra la «muerte ruin», es decir, la muerte súbita, sin confesión, particularmente temida en tiempos de peste.
Las procesiones expiatorias de los flagelantes se acompañaban con este refrán:
Jhesus, par tes cinq rouges playes
De mort soudaine nous delayes.
(Jesús, por tus cinco rojas llagas / Nos sustraes de la muerte súbita.)
Esta devoción concordaría mejor con la antigua iconografía del Crucifijo, donde los pies de Cristo están separados, que con la nueva, donde los pies están superpuestos y agujereados con un solo clavo.
En las xilografías coloreadas del siglo XV se encuentran tres formas de representar este motivo que pertenece casi exclusivamente a la imaginería popular.
Las cinco Llagas tienen la forma de cortes horizontales de los que caen gotas de sangre y de donde emanan rayos de luz.
Un corazón atravesado por una lanza y aplicado sobre una cruz está flanqueada por cuatro miembros cortados: dos manos y dos pies agujereados por clavos. El conjunto forma un trofeo de la Crucifixión.
Las cinco Llagas están simbolizadas por cinco cruces sobre la mesa del altar, imagen del cuerpo de Cristo de acuerdo con la fórmula ritual del Pontifical.
Con frecuencia los artistas se limitan a representar la herida del costado en tamaño real, que llevan dos ángeles en un cáliz.
Además, la devoción a las cinco llagas se expresa alegóricamente mediante la representación de la Fuente de Vida, llena con la sangre de Cristo, que purifica las almas y cura los cuerpos. Esta Fuente de Remisión, asimilada a la Piscina probática de la Biblia, tiene cinco orificios que corresponden a las cinco Llagas del Redentor Crucificado.
En la época de la Contrarreforma, un carmelita descalzo, José de Santa Bárbara, publicó en Amberes, en 1666, un tratado místico titulado Het Gheestelijk Kaertspel (El juego de cartas espiritual), donde el cinco de corazones está representado por cinco corazones dispuestos en tresbolillo alrededor de la Cruz, y en los cuales se inscriben las llagas de las manos, el costado y los pies (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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