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jueves, 11 de diciembre de 2025

Los Baños de la Reina Mora

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte los Baños de la Reina Mora, de Sevilla.
     Los Baños de la Reina Mora se encuentran en la calle Baños, 23; en el Barrio de San Vicente, del Distrito Casco Antiguo, de Sevilla.
     Las excavaciones arqueológicas realizadas en Sevilla durante la última década nos permiten plantear, desde el punto de vista del historiador del arte, el desarrollo de la fase final del arte almohade en al-Andalus en la primera mitad del siglo XIII. Nuestra intención en las páginas que siguen es aunar ciertos datos proporcionados por la arqueología con otros restos que, si bien no son desconocidos para algunos investigadores, por otra parte, permanecen inéditos hasta la fecha, con objeto de presentar el último momento creador del arte andalusí, capaz de generar en Sevilla monumentos tales como la Torre del Oro.
     Hace unos años Pavón Maldonado afirmaba que el problema de los edificios mudéjares sevillanos del siglo XIV es que, a diferencia de los granadinos coetáneos, no cuentan con un firme respaldo del siglo XIII, dejándonos la duda de si lo que hemos llamado regresión para el siglo XIV está ocultando ejemplares edificios desaparecidos de la ciudad, árabes o mudéjares, de los reinados de Fernando III y Alfonso X.
     Ciertamente esos edificios existen aunque, en algunos casos, aparecen encubiertos por construcciones modernas que reutilizaron, ulteriormente, las estructuras medievales. No suelen ser conocidos por lo general y la mayoría de las veces resultan difíciles de visitar.
      En este sentido hay que recordar asimismo dos fundaciones monásticas parte de cuyos muros se sospecha que procedían de anteriores edificios almohades, como se ha podido constatar en el muro exterior del refectorio del convento de San Agustín de Sevilla  o en los muros exteriores de la sala capitular del monasterio de San Isidoro del Campo en Santiponce.
      No obstante, a pesar de lo mucho excavado en los últimos años, como afirma Magdalena Valor, uno de los problemas más graves que afectan a la arqueología urbana en Sevilla consiste no sólo en la falta de centralización de datos obtenidos sino también en la excesiva inexperiencia de algunos arqueólogos, lo que les hace difícil interpretar sus resultados.
     En primer lugar, comenzando por los denominados Baños de la Reina Mora, cuya ubicación al NO de la ciudad avala su cronología tardía, hemos de mencionar, previamente, su situación urbana ya que la trama ortogonal del barrio de San Vicente abona la hipótesis de un trazado posterior a la conquista de la ciudad en 1248, debido concretamente al repartimiento alfonsí, sin embargo, las distintas intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en la zona se inclinan por la formación de su trama regular en retícula durante el período almohade.
     Hay que destacar que esta zona se distinguía del núcleo urbano tradicional por un marcado carácter rural entre huertas y jardines en un ambiente con edificios que nos podrían recordar las ilustraciones del libro Bayad wa-Riyad, no obstante, no se ha podido determinar exactamente la cronología de su diseño ortogonal. El barrio de San Vicente contaba con la presencia del mayor edificio balneario de la Sevilla islámica, el hamman conocido desde antiguo como Baños de la Reina Mora, en calles aledañas a la parroquia de San Vicente, donde se situaba probablemente el masjid o mezquita de este barrio aun cuando no existan datos arqueológicos al respecto. 
     Los llamados Baños de la Reina Mora poseen una larga historia de ocupación, reutilización, abandono y lamentable olvido. Este gran edificio, que ocupaba toda una manzana, se encuentra en la calle Baños s/n, contiguo a la capilla de la Vera Cruz de la calle Jesús y colindante con las casas núms. 14-16 de la calle Miguel del Cid. Según Julio González, es posible que estos baños sean los mismos que los llamados de don Fadrique, donados por Alfonso X a la catedral en 1278, pues en 1398 seguían llamándose así y estaban en la collación de San Vicente, junto a unas tiendas y calle.
     La primera referencia histórica se halla en la relación que hace el cronista Morgado. Fueron monjas agustinas las que ocuparon el edificio transformándolo en el convento del Dulce Nombre de Jesús, destinado a recoger mujeres públicas desde 1550 hasta que fue suprimido por orden gubernamental en 1837. El edificio sirvió de casa de vecinos para devenir finalmente en Comandancia General de Ingenieros desde 1876 hasta 1976 en que fue derribado parcialmente, dejando el patio principal y dependencias anejas, que hasta la década de 1990 fue refugio de marginados.
     Con objeto de dar licencia a la construcción de un grupo de viviendas, la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico-artístico encargó a Fernando Fernández Gómez y a Juan Campos Carrasco en 1984 unos trabajos de prospección en el solar por si se encontraban restos dignos de ser conservados.
     Entonces fue localizado en un aceptable estado de conservación un aljibe formado por una serie de depósitos abovedados en forma de U, entre cuyos brazos se abría un pozo que debió sostener la noria que lo surtía. Una escueta descripción del edificio y un plano del mismo daban a conocer la importancia del singular hamman.
     El núcleo central del edificio lo constituía el patio central, antiguo claustro del convento, rodeado de galerías cubiertas por bóvedas de cañón rebajadas con luceras estrelladas y ha sido siempre interpretada como la sala intermedia o al-bayt al-wastani, sala del agua templada. La primitiva bóveda –posiblemente esquifada de cuatro paños- se derribaría originando este espacio que se convirtió en exótico claustro monacal conformado por cuatro arcos de medio punto al N y tres del mismo tipo a E y O en los lados menores, sostenidos por columnas de mármol con capiteles de mocárabes.
     Exceptuando tres columnas las once restantes tienen una base consistente en un toro y una moldura cóncava en escocia. En total son catorce capiteles de mármol iguales en el patio central y otros dos semejantes de ábaco más desarrollado y entregados al muro en la entrada a una de las dependencias contiguas. Salvo tres, estos capiteles muestran collarino, astrágalo liso y ocho concavidades o alvéolos –los llamados mocárabes- que constituyen el cuerpo del capitel que queda rematado por un ábaco con salientes rectos en medio de sus cuatro lados y perfil en nacela que le da aspecto de cimacio corintio al cuerpo cuadrado superior, y que pueden datar del primer tercio del siglo XIII. Aunque no de las mismas características existe otro capitel parecido en el patio de una casa de la calle Rodríguez Marín, frontera a la parroquia de San Ildefonso, que se trata probablemente de uno de los baños donados en el Repartimiento de la ciudad a la reina doña Juana, en uso en el siglo XVI, y mencionados por Ortiz de Zúñiga.
     En el primer estudio completo del edificio que se realiza en 1995 ya se destaca la carencia de un volumen importante de información para interpretar y comprender correctamente el baño y el funcionamiento de cada uno de sus elementos.
     No obstante, señalaban en el sector septentrional lo que constituiría, probablemente, la sala del agua caliente o al-bayt al-sajun, en una de cuyas bóvedas se encuentra un paño de sebka de diseño similar a los de la Giralda y el Patio del Yeso del Alcázar, lo cual permite darle al edificio una data posterior a 1198, aun cuando no estamos de acuerdo en que esta habitación norte haya sido la sala fría o al-bayt al-barid, pues su situación facilitaría el abastecimiento de leña para el horno mientras que la entrada se haría por el sector oriental. Suponen estos autores que los arcos originales de la sala del agua templada convertida en patio fueran túmidos, siendo reformados al transformarse en claustro del convento, sin tener en cuenta que en muchos baños andalusíes los arcos que conforman el bayt al-wastani son también como estos, de medio punto.
     La propia disposición del hamman en ángulo vertebrado por la sala del agua templada como el baño de la judería de Baza nos confirma que la actual iglesia fuese el lugar donde se encontraba el bayt al-maslaj. Más aún si recordamos la descripción antes mencionada de Morgado, quien al hablarnos de aquel suntuoso y magnífico edificio de baños, refiere en su primera forma una alcoba que por su curiosidad y galana obra mosaica sirve de graciosa iglesia.
     A ello se añade el arco de yeserías que apareció durante la restauración del tejado de la iglesia. Estas yeserías no han sido nunca estudiadas ni publicadas. Se encuentran en la parte superior del muro de la cabecera plana de la iglesia a la altura de la escalera que accede al piso alto de las dependencias de la Hermandad de la Vera Cruz. Constituyen un arco angrelado que se adentra bajo la superficie del muro y que por su altura nos inclina a pensar en una composición parecida a la del acceso al salón norte de Santa Clara de Murcia. Es decir, la que Navarro Palazón denomina fachada unipartita, compuesta por dos cuerpos netamente diferenciados, el inferior, constituido por un arco con su correspondiente alfiz y el superior, formado por una galería enana enmarcada asimismo en su alfiz. Resto de esta supuesta galería sería el arco con yeserías conservado. Siendo así tiene mayor explicación la descripción de Morgado respecto a la antigua iglesia, que recordaría algo semejante al presbiterio de la primitiva iglesia del convento de San Francisco en la Alhambra de Granada. Sin embargo, la prolongada moldura lobulada del arco podría entenderse como perteneciente al arco principal mientras el resto de la mayor parte de yesería conservada que se adentra bajo la superficie del muro, significaría el paño correspondiente a la colateral albanega. De cualquier modo, la moldura lobulada que corre sobre el angrelado recuerda el que existió en el arco de la alcoba occidental del salón sur de Santa Clara de Murcia. No obstante lo fragmentario del arco y su ocultación bajo el muro, parece ser que estuvo policromado en rojo y verde, y el diseño y composición de sus palmetas almohades en curvas y contracurvas que se enroscan entre sí para unir sus puntas en una forma de conopio recuerda sobremanera las yeserías del paño central en el cuerpo superior de la portada de acceso al salón norte del mencionado convento murciano.
     Curiosamente, dentro del Alcázar del rey Don Pedro I, en la bóveda de espejos del pasillo que comunica el vestíbulo con el Patio de las Doncellas, podemos contemplar unas yeserías del estilo de las que hemos comentado con similar diseño y organización, arrancando de pequeñas veneras que superpuestas a una cadeneta de lazo almohade sobre friso de inscripción nesjí, delimitan el arranque de la bóveda. Este espacio rectangular formando un ángulo en L en conexión con dos espacios cuadrados cubiertos por bóvedas de mocárabes es considerado por Rafael Manzano como vestigio del antiguo edificio almohade.
     Este tipo de yeserías almohades tardías debió proliferar en la decoración de las casas sevillanas a partir del momento de expansión urbana de fines del siglo XII y sólo tiene un buen ejemplo aunque sea disminuido en los pequeños fragmentos procedentes de la mezquita aljama de Sevilla, hallados durante la excavación arqueológica del Pabellón de Oficinas de la catedral de Sevilla, en el lugar conocido como Patio de los Limoneros, formando parte de los rellenos de colmatación y subida de cotas entre la qibla y la muralla de la mezquita. A pesar de lo fragmentario de este hallazgo puede comprobarse el diseño de los lóbulos, las palmetas digitadas y emparejadas que fueron relacionadas con las yeserías antes mencionadas del salón norte de Santa Clara de Murcia.
     Por otra parte, las excavaciones realizadas en el monasterio de San Clemente de Sevilla proporcionaron también restos de unas yeserías constituidas por palmetas dobles en una disposición semejante a la que hemos descrito en los Baños de la Reina Mora y como vemos también en el convento de Santa Clara de Murcia, además de caracteres epigráficos en nesjí almohade. Aun cuando fue clasificada en época cristiana, en cualquier momento entre los siglos XIV y XV, parece evidente que estos restos pertenecían al palacio almohade allí ubicado antes de la fundación del monasterio.
     Abundando en estos restos islámicos del último arte almohade en Sevilla, hemos de recordar un arco angrelado que, perdida la decoración de sus albanegas, apareció en la galería sur del convento de Santa Clara de Sevilla, es decir, en el ámbito del palacio almohade donado en el Repartimiento al infante don Fadrique. Y por otra parte, un arco del mismo tipo, clasificado en el siglo XIII, con decoración de lazo en la albanega izquierda y una mano de Fátima en la contraria −que fue desmontado de una casa del centro de Sevilla a principios del siglo XX− sin que tengamos más información sobre ello, se conserva en el Museo Arqueológico de Sevilla (Rafael Cómez Ramos, en Huellas artísticas de la Sevilla Almohade).
     Se encuentran situados en pleno corazón del barrio de San Vicente, situados entre la calle Baños, Miguel Cid y Jesús de la Vera Cruz, colindante con la Capilla del Dulce Nombre de Jesús, perteneciente a la Hermandad de la Vera Cruz, que es copropietaria de los Baños.
     El desarrollo histórico del inmueble ha supuesto que, por los diversos usos a los que ha sido destinado, haya sufrido numerosas modificaciones de adaptación en su estructura primitiva. Actualmente, los baños se encuentran incluidos dentro de un inmueble dedicado a viviendas. El cuerpo principal está formado por cuatro grandes salas abovedadas, dispuestas en torno a un patio central rodeado por columnas. Las salas están cubiertas por bóvedas de cañón rebajados con sus correspondientes lucernas estrelladas para salida de vapor. Las columnas que rodean el patio son almohades del siglo XII, de mármol con capiteles de mocárabes muy esquemáticos. El patio central estaría cubierto con una gran bóveda esquifada, que posiblemente cuando el edificio se convirtió en convento, la bóveda, tal vez ruinosa, se demolió quedando convertido en el claustro del convento. Esta estancia sería el «al-bayt al wastani», sala central de ambiente templado que se correspondería con el «tepidarium» romano. El  "tepidarium" o baño de agua caliente, es la pieza fundamental que sería el espacio del actual patio, rodeado por sus respectivas galerías con lucernas para la salida del vapor e iluminación; varias habitaciones abovedadas dispuestas alrededor donde se ubicarían los baños de agua fría; otras dependencias cubiertas por distintos servicios, muchas de las cuales se han perdido, y un corral o espacio abierto en el que se localizarían el pozo o aljibe y la noria, a través de la cual y por medio de las convenientes canalizaciones se conduciría el agua hasta los baños propiamente dichos. Este aljibe y noria deben ser los localizados en las últimas excavaciones. 
     También en este corral estarían instalados almacenes con la leña necesaria para calentar el agua.
     Paralela a la sala Norte, se levanta otra de dimensiones mayores que la de la estancia anterior, pero de las mismas características. 
     Por el lado occidental de la última estancia, se accede a una mucho más pequeña pero también cubierta por bóveda de medio cañón rebajada con lucernas, que se abre a un patio a través de un arco rebajado. En su parte posterior conserva restos de pintura, que por el tipo de mortero utilizado como soporte de los pigmentos y la naturaleza de éstos parecen corresponder a una decoración realizada en las postrimerías de la Edad Media.  
     Enfrente de esta sala existe otra estructura similar, también abierta en arco rebajado de ladrillo sobre columnas. En la bóveda de medio cañón se observan apliques de yeserías renacentistas, compuestas por casetoncillos con rosetas, que arrancan de una cornisa corrida con friso cuya temática gira en tomo a la exaltación de la Eucaristía.  En el intradós de la bóveda se observan «paños de sebka» de raigambre almohade, labrados en ladrillo que fueron posteriormente ocultados. 
     Las excavaciones realizadas en el solar pusieron de manifiesto, además de las estructuras del baño, otras estructuras relacionadas con el mismo, el aljibe y la noria, que servirían para abastecerlos de agua. El aljibe está compuesto por una serie de depósitos con cubierta abovedada, dispuestas en batería, en forma de U, comunicados entre sí y los baños. Entre los brazos de la U, se localizó un pozo, cuya embocadura rectangular sostendría una noria.  Esta zona se ubica en la parte Sur del solar y actualmente está cubierta por la solería del patio.  La fábrica del edificio es de argamazón, tapial muy fuerte compuesto por cal, arena y guijarros de naturaleza similar a la que se ha utilizado en la construcción de la muralla almohade. 
     Los resultados de las excavaciones demuestran que esta zona fue ocupada en época taifa, manteniendo su uso agrícola; incorporándose al trazado urbanístico en época almohade con la construcción de los baños.
     Se tiende a identificar estos baños con los conocidos por la documentación con el nombre de Hamman-al Sattara
     Algunos autores apoyan la teoría, correspondida por los caracteres estilísticos almohades, de que en tiempos de Almutamid pertenecían al patrimonio de la reina madre, de lo cual se derivaría el nombre popular de "Baños de la Reina Mora" con el cual tradicionalmente se viene conociendo. 
     Existe disparidad de opiniones sobre el destino de los baños tras la reconquista de la ciudad por San Fernando. Sea como fuere, lo que parece claro es que pronto pasarían a poder de la Iglesia de Sevilla y esta a su vez la vendería a distintos particulares, que instalarían aquí probablemente una casa nobiliar.
     Al parecer a finales del siglo XV el inmueble pasa a  ser "Convento de Dueñas" de la orden carmelita. Pero de nuevo a comienzos del siglo XVI hay noticias de que se hallaba en poder de particulares. A mediados de esta centuria el edificio era propiedad de  Don Pedro de Córdoba, Antonio Jerónimo de Montalván y Ana Henríquez,. Estos, donaron el inmueble a un "recogimiento de mujeres arrepentidas" conocido como el "Dulce Nombre de Jesús", que a partir de esa fecha se instalaron en la antigua construcción. Aquí, permanecieron hasta 1837, cuando por orden del Gobierno se suprimió el establecimiento y sus religiosas se agregaron a las del Convento de San Leandro. Entonces el inmueble se destinó a casa de vecinos, excepto su pequeña iglesia que continuó abierta al culto hasta la Revolución de 1868. No obstante se debió reabrir pronto, pues en 1870 se sabe que se  trasladó allí la cofradía del  Cristo del Amor. 
     En la actualidad esta iglesia, es sede de la Cofradía sevillana del Cristo de la Vera Cruz. Después de los hechos relatados, el edificio del convento transformado en casa de vecinos se habilitó como cuartel hasta 1974, cuando en el mes de Diciembre se anuncia la subasta del edificio, comprándose por parte de una inmobiliaria que inmediatamente solicita licencia de derribo al Ayuntamiento de Sevilla. Iniciadas las obras, el Arquitecto Rafael Manzano redacta un informe señalando que en el solar existen los restos de unos antiguos baños árabes. Entonces por requerimiento de la Comisión de Patrimonio se ejecuta el derribo conservándose dichos baños y proyectándose la edificación de un edificio que integrase dentro de sí los antiguos restos. Pero de acuerdo con las instrucciones dadas por la Comisión, previamente a las obras de construcción se llevan a cabo en 1983 excavaciones dirigidas a delimitar perfectamente el ámbito del antiguo monumento. Tras la excavación y después de variadas vicisitudes, las obras de nueva planta se inician. Los restos de los baños aparecen integrados dentro de las estructuras del nuevo inmueble. Tanto por las tónicas estilísticas de los capiteles como por algunas referencias documentales islámicas parece que la etapa a que corresponden estos baños es a la almohade en Sevilla, que abarca como es sabido la transición entre los siglos XII y XIII. No obstante, el reaprovechamiento de algunos fustes de impronta califal y la tradición que acostumbraba a aprovechar establecimientos de este tipo para labrar nuevos baños, ha dado pie a pensar que estos no sean sino una pervivencia remozada de uno más antiguo que marcase el emplazamiento de una de las mozarabías de Sevilla. 
     El carácter anárquico en la organización de lo conservado en los Baños vendría a abonar esta idea de reaprovechamiento. 
     Sin embargo en las excavaciones realizadas no se han hallado datos certeros en este sentido. Es difícil determinar la configuración original de estos baños dadas las distintas ocupaciones de que han sido objeto y sin duda del carácter fragmentario de lo conservado, no obstante asombra la magnitud de sus estructuras. Por lo demás, mantiene las constantes de otros establecimientos de este tipo en el mundo árabe, probablemente partiendo de una planta centrada (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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Más sobre la Capilla del Dulce Nombre de Jesús, en ExplicArte Sevilla.

Más sobre la calle Baños, en ExplicArte Sevilla.

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