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viernes, 3 de enero de 2020

La Capilla del Dulce Nombre de Jesús

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Capilla del Dulce Nombre de Jesús, de Sevilla.    
   Hoy, 3 de enero, El Santísimo Nombre de Jesús, a cuyo solo nombre toda rodilla se dobla, en el cielo, en la tierra y en el abismo, para gloria de la Divina Majestad [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
   Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la Capilla del Dulce Nombre de Jesús, de Sevilla.
   La Capilla del Dulce Nombre de Jesús, se encuentra en la calle Jesús de la Vera-Cruz, 29; en el Barrio de San Vicente, del Distrito Casco Antiguo
   La desamortización de 1837 suprimió en Sevilla dos conventos de monjas agustinas, el de la Paz y el llamado del Dulce Nombre de Jesús, ambos afortunadamente conservados en la actualidad. El que nos ocupa, situado en la antigua calle Jesús, se conserva en la actualidad como sede de la histórica hermandad de la Vera Cruz.
   El convento tiene su origen en unas casas situadas en los llamados Baños de la Reina Mora, restos de baños musulmanes que había pertenecido a la reina doña Juana tras la muerte del rey Fernando III. Allí se fundó en 1540 un recogimiento para "mujeres arrepentidas", con bula fundacional concedida por el papa Paulo III. Las mujeres allí recogidas estaban bajo la dirección del cabildo eclesiástico de la ciudad y eligieron la advocación del Dulce Nombre de Jesús para su recogimiento. Al igual que ocurrió con otras casas del mismo tipo, la casa de arrepentidas pasó a ser en 1551 sede de un nuevo convento de agustinas, conviviendo ambas comunidades hasta fecha indeterminada, aunque en el siglo XVII solamente se mantuviera la comunidad agustina. Las escasas noticias del convento se centran en el año 1641, momento en el que se realizaron diversas obras de reforma en el conjunto y en el que se saben que eran 43 las monjas que habitaban el conjunto. Las nuevas noticias del convento se sitúan ya en 1837, cuando la comunidad pide el traslado del Jubileo Circular por no tener fondos para sostener el culto, lo cual habla de una penosa situación económica anterior a la desamortización. Al ser el convento suprimido la comunidad pasó a San Leandro, quedando el conjunto destinado a casa de vecinos y la iglesia abierta al culto. La Revolución de 1868 cerraría definitivamente al culto la iglesia que hasta ese momento había conservado la mayor parte de su patrimonio artístico. En 1869 la iglesia fue comprada por María del Amor Pérez de León, camarera y máxima benefactora de la hermandad del Cristo del Amor, que se trasladó a esta iglesia procedente de la iglesia de los Terceros, donde residía tras haber sido derribada su anterior sede, la parroquia mudéjar de San Miguel. Duraría allí algunos años, hasta el traslado de la hermandad a Santa Catalina y luego al Salvador. La iglesia volvió a ser cerrada y tuvo diversos usos; fue sede de una comunidad de dominicos, de la hermandad de Santa Lucía y, desde 1942, gracias a la cesión de una parte de los herederos de la antigua propietaria, es sede de la reorganizada hermandad de la Vera Cruz; la hermandad con más historia de la ciudad y una de las que acumuló un mayor patrimonio artístico. Del conjunto se conservan, hoy perfectamente restaurados, los antiguos baños musulmanes, no así las dependencias del convento, que fueron derribadas para la construcción de viviendas.

   La iglesia conservada es un templo de tres naves que se separan por medio de arcos de medio punto sostenidos por columnas toscanas de mármol. El aspecto conventual del edificio se mantiene por la diferencia de alturas entre las naves, lo que permite la existencia de una tribuna sobre las naves laterales que se oculta por antiguas celosías. La nave central se cubre con bóveda de cañón encamonada, con arcos fajones y lunetos; las laterales son arquitrabadas. A los pies del templo se conserva parte de la antigua división entre coro alto y bajo, empleándose el coro bajo como actual sacristía y dependencia de la hermandad. Se accede al templo por la actual calle Jesús de la Vera Cruz, por una sencilla portada lateral con espadaña superior y pequeño atrio donde se han situado dos retablos cerámicos modernos con los titulares de la hermandad, el Cristo de la Vera Cruz y la Virgen de las Tristezas. Preside la iglesia un retablo barroco del último tercio del siglo XVII, cercano al estilo de Bernardo Simón de Pineda en su compartimentación por medio de columnas salomónicas. Se ordena en un banco, cuerpo de tres calles y ático. El cuerpo central, antaño ocupado por una imagen de la Virgen, debió ser remodelado en la época en la que estuvo presidido por la imagen del Cristo del Amor, lo cual explica la amplia hornacina del centro. Hoy está centrado por la excelente imagen del Cristo de la Vera Cruz, la talla procesional más antigua de la Semana Santa, una pieza tardogótica de hacia 1540 de tamaño inferior al natural y que pudo procesionar originalmente como una cruz alzada. Está flanqueado por las imágenes de San Agustín y de Santa Mónica, originales de la época de construcción del retablo, sobre las que se sitúan dos relieves de San José con el Niño y de San Juanito. El ático vuelve a mostrar dos pequeñas tallas de San Agustín y Santa Mónica, que enmarcan una pintura moderna en la que se representa la escena alegórica del descubrimiento de la Vera Cruz por Santa Elena y por el emperador Constantino. Los laterales del presbiterio presentan dos pinturas murales alusivas a la vida de San Agustín, la aparición de la Virgen y la aparición de la Trinidad, situándose en la zona superior las escenas de la Anunciación y de la Circuncisión del Niño Jesús. Aunque siguen esquemas propios del siglo XVII, especialmente cercanos a algunas composiciones de Murillo, deben considerarse obras del siglo XVIII por la movida decoración rocalla que las enmarca.
   En el resto de la capilla destaca el austero retablo moderno que enmarca la imagen de Nuestra Señora de las Tristezas, obra de Antonio Illanes (1942) que se inspiró en las facciones de su mujer Isabel Salcedo. De interés es el retablo dedicado al Niño Jesús, un pequeño retablo-hornacina de finales del siglo XVI que podría corresponder a una obra contratada en 1571 con el pintor Antonio Alfián.  

   La hermandad de la Vera Cruz fue fundada en el siglo XIV en el desaparecido convento Casa Grande de San Francisco, donde llegó a poseer capilla propia y un notable patrimonio artístico. De su importancia en siglos pasados da cuenta el hecho de que participaran en su procesión (la única a la que no se le impidió la salida nocturna en épocas de control) incluso los caballeros veinticuatro de la ciudad, miembros del cabildo civil de la ciudad. Llegó a poseer importantes obras pictóricas, notables enseres, y numerosos patrocinios, siendo también notable su histórica labor asistencial. Sufrió la invasión francesa y el derribo de su antigua capilla, siendo trasladadas sus imágenes a la iglesia de San Alberto, donde decayó el fervor de sus hermanos hasta el punto de llegar a su práctica desaparición. Fue un grupo de cofrades el que logró revitalizar a la antigua hermandad en 1942, consiguiendo la cesión del antiguo convento de agustinas, aunque sólo consiguieron recuperar la imagen del histórico Crucificado. (La comunidad de San Alberto mantiene que la antigua Virgen se quemó en un incendio, aunque es muy probable que se una talla todavía conservada en el actual retablo mayor de la iglesia de los filipenses). Sale procesionalmente el Lunes Santo, manteniendo el espíritu austero de sus orígenes franciscanos, en un cortejo al que acompañan numerosas representaciones de la confraternización de hermandades con el título de la Vera Cruz (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía del Niño Jesús;
   No insistiremos con las representaciones del Niño Jesús, sentado de frente sobre las rodillas de la Virgen en Majestad o acurrucado en los brazos de la Virgen de ternura, que más bien, realzan la iconografía de Nuestra Señora.
   Entre los treinta y cinco tipos iconográficos enumerados por Dorothy C. Shorr, debe recordarse sobre todo al Niño bendecidor, que acaricia la mejilla o el mentón de su madre, mamando o chupándose los dedos.
   El Niño del pájaro es muy frecuente en la escultura de la Edad Media. El pájaro le sirve de juguete vivo que a veces se venga picándole el brazo o el pulgar.
   Si el pájaro perdió pronto todo significado simbólico, no ocurrió lo mismo con el racimo de uvas, otro atributo habitual del Niño Jesús que no es específico de los países vitícolas. Siempre se ha asociado la idea del sacrificio con las uvas, que aplastadas en el lagar, dejan escapar un mosto rojo como la sangre.
   El tipo del Niño Jesús llevando el globo se popularizó en el siglo XVII. Fue en esta época cuando una joven carmelita de Beaune, la hermana Margarita del Santo Sacramento, creó la Asociación del Niño Jesús. Con frecuencia, el Niño Dios aplasta la serpiente con los pies. Ese tipo iconográfico ha sido popularizado en Italia por Guido Reni, en España por Murillo y en Flandes por Van Dyck.
   El arte cristiano se delectó proyectando sobre la infancia inocente de Jesús la sombra de la cruz. El contraste entre la feliz despreocupación de un niño y el horror del sacrificio al cual estaba predestinado, fue concebido para conmover los corazones. Esta idea ya era familiar a los teólogos de la Edad Media. Pero los artistas de entonces la expresaban discretamente, ya mediante la expresión preocupada de la Virgen, ya mediante un racimo de uvas que el Niño estruja en las manos y que es el símbolo de su sacrificio en la cruz.
          Ut torcular uvam.
          Sic natum, o Virgo, crux onerosa premet.
   Es sobre todo en el arte de la Contrarreforma donde ese presentimiento fúnebre de la Pasión se expresa por medio de alusiones transparentes. Zurbarán muestra al Niño Jesús que se pincha el dedo trenzando una corona de espinas, Murillo al pequeño San Juan Bautista que le muestra su cruz de cañas. Finalmente, esta idea encuentra su expresión más conmovedora en el tema del Niño Jesús dormido sobre una cruz y soñando su Pasión.
   El Niño no está siempre asociado con su madre, los santos lo disputan con la Virgen. A finales de la Edad Media se lo representa de buena gana de pie sobre el hombro del gigante San Cristóbal que le hace pasar el vado. San Antonio de Padua consigue el favor de tenerlo en brazos, como el anciano Sirneón. Y él entrega el anillo de bodas a su esposa mística, Santa Catalina (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Festividad del Dulce Nombre de Jesús
   El nombre de Jesús -dice Baur- es un nombre inventado en el Cielo y traído de allí por el Ángel Gabriel, para comunicárselo a la Virgen en el instante de la Anunciación: Darás a luz un Hijo y le pondrás por nombre Jesús. Ahora bien, los nombres impuestos por el Cielo siempre significan un don gratuito otorgado por Dios. Siendo en Cristo este don de la gracia. La salvación de los hombres, con toda propiedad se le impuso el nombre de Jesús, que quiere decir Salvador." (Santo Tomás de Aquino).
   Y, ciertamente, "ningún otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo por el cual podamos salvarnos" (Epist.). La devoción al nombre de Jesús es una preciosa herencia que recibimos de Nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán. El Beato Jordán de Sajonia, el Beato Enrique Susón, Santa Catalina de Siena y el Beato Juan de Vicenza, fueron apasionados devotos de este Santo Nombre.

   La Iglesia, pero especialmente algunos de los primeros Padres que crearon su doctrina, insistió en la veneración al "dulcísimo" o "sacrosanto" nombre de Jesús. De hecho, aunque el día 1 de enero se celebraba ya esa fiesta, La Iglesia ha dispuesto se celebre esta fiesta al día siguiente de la octava de la Epifanía, a fin de honrar por modo especial el nombre de Jesús, que es:
   Nombre verdaderamente divino, que sólo Dios pudo imponer al Salvador del mundo. Nombre venerable, que hace doblar la rodilla a todas las grandezas de la tierra. Nombre sacrosanto, que pone en fuga a los espíritus diabólicos. Nombre omnipotente, en cuya virtud se han obrado los mayores milagros. Nombre salutífero, de quien reciben en cierto modo toda su eficacia los Sacramentos de la Nueva Ley. Nombre propicio, pues todo lo puede con Dios, y por respeto al nombre Jesús oye benigno nuestras oraciones. Nombre glorioso, extendido por el celo de los apóstoles a todos los gentiles y a todos !os reyes de la tierra. Nombre augusto, por cuya confesión los santos mártires se gloriaron en sufrir cruelísimos tormentos. Nombre, en fin, incomparable, pues no hay otro debajo, del Cielo en cuya virtud podamos ser salvos. Alabémosle, pues, y bendigámosle en todo tiempo.
   San Bernardo, San Juan Crisóstomo, San Gregorio Niceno, Orígenes o San Agustín son algunos de los escritores sagrados que insisten en la importancia del nombre: "Quid est Jesus, nisi Salvator?", dice San Agustín, y San Bernardo lo llama "óleo saludable" que sana cuando la devoción lo aplica, denominándolo también alimento, fuente, medicina y luz, según recuerda Santiago de Vorágine en su Leyenda Dorada.
   Gregorio X, en 1274, confió a la Orden de Predicadores, en la persona del Maestro General, Beato Juan de Vercelli, "la predicación de la devoción que derrama dulzura sobre los corazones." Se erigieron Cofradías en las iglesias de la Orden, y tan florecientes, que alguna de las actuales, como en los EE. UU. pasa de tres millones y medio el numero de hombres asociados. El fin de la Cofradía es propagar la devoción y culto del Nombre de Jesús contra la blasfemia y profanación de los días festivos. (Tomado del Misal de la Orden de Predicadores, editado en Valencia en 1958.)

Breve Cronología de la Historia de la Devoción al Dulce Nombre de Jesús;
   Durante el Concilio de Lyon, año 1274, el Papa Gregorio X dictó una Bula encaminada a desagraviar los insultos que se manifestaban contra el Nombre de Jesús. Las órdenes de los Dominicos y los Franciscanos fueron las encargadas de custodiar y extender dicha devoción por toda Europa. Así, Gregorio X escribió una carta a Juan de Vercelli, el entonces Superior General de los Dominicos, donde declaraba, "Nos, hemos prescrito a los fieles… reverenciar de una manera particular ese Nombre que está por encima de todos los nombres…".
   Este acto resultó en la fundación de la Sociedad del Santo Nombre. Se decía que el Nombre de Jesús estaba en la boca de San Francisco "como la miel en el panal" y San Francisco mismo escribió, "ningún hombre es digno de decir Tu Nombre". Luego, San Bernardo escribió sermones enteros sobre el Nombre de Jesús y dijo: "Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, un canto de delicia en el corazón". San Buenaventura exclama, "Oh, alma, si escribes, lees, enseñas, o haces cualquier otra cosa, que nada tenga sabor alguno para ti, que nada te agrade excepto el Nombre de Jesús".
   Con el nombre “Sociedad del Santo Nombre de Dios” es fundada en 1430, por Fray Diego de Vitoria en el Convento de San Pablo de la ciudad de Burgos la primera Cofradía del Dulce Nombre de Jesús de España mediante la Bula "Salvatoris et Nómini Nostri Iesu Christi".
Indulgencia plenaria al pronuncia el Dulce Nombre de Jesús;
   Es Tradición Católica que en la hora de la muerte, pronunciar con los labios o el corazón el Dulcísimo Nombre de Nuestro Salvador, nos puede alcanzar la muy necesaria Indulgencia Plenaria; para ello, debemos cumplir las siguientes disposiciones:
   - Primero, las mismas condiciones requeridas para ganar cualquier indulgencia: es decir, la persona debe estar en estado de gracia cuando se gane la indulgencia y debe tener la intención de ganar la indulgencia.
   - Segundo, debe resignarse completamente a la voluntad de Dios al estar muriendo.
   - Tercero, debe pronunciar el Santo Nombre de Jesús con sus labios, si es posible, y si no fuere capaz de hablar, al menos debe invocar el Santo Nombre de Jesús en su corazón.
   Subráyese especialmente esta última condición de pronunciar el Santísimo Nombre de Jesús. La Congregación de Indulgencias la pidió el 22 de septiembre de 1892 para ganar la indulgencia plenaria in articulo mortis. Es algo que fácilmente se pasa por alto, y por ello, le damos especial atención (www.catholic.net).
      Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Capilla del Dulce Nombre de Jesús, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Horario de Misas, de la Capilla del Dulce Nombre de Jesús:
             De Lunes a Sábados (salvo el mes de agosto): 19:30
             Todos los Jueves (salvo el mes de agosto): 20:45
             Domingos y Festivos (salvo el mes de agosto): 12:30

Página web oficial de la Capilla del Dulce Nombre de Jesús: www.veracruzsevilla.org/hermandad/nuestra-sede/

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