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lunes, 13 de enero de 2020

El Antiguo Palacio y Jardines de la Buhaira

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Antiguo Palacio y Jardines de la Buhaira, de Sevilla.
   El antiguo Palacio y Jardines de la Buhaira  [nº 106 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; nº 91 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentran en la avenida de la Buhaira, 20; en el Barrio de la Huerta del Pilar, del Distrito Nervión.   
   Los orígenes de estos jardines se remontan al reinado de Al-Mutamid, famoso monarca del reino taifa sevillano, y su nombre proviene de la laguna que allí se situaba, “al-buhayra”, donde aquél situaría una serie de huertas de recreo que más adelante y bajo el mandato de Abu Yacub Yusuf serían ampliadas con miles de olivos, viñas, frutales y palmeras. En los siglos siguientes la zona pasaría de esta época de esplendor a un estado de ruina total y no será reforestado hasta el siglo XVI.
   Después de un segundo período de decadencia resurge a finales del siglo XIX, en el que se destruirán los últimos restos del palacio musulmán y se construirá el edificio regionalista existente en su interior. Al igual que ya ocurriera con los jardines del Prado de San Sebastián, el acoso urbanístico durante el siglo pasado fue acuciante, hasta que la decisión de las autoridades locales de recuperar su uso histórico permitió plantear un diseño algo inusual en el entorno de la ciudad. Los jardines quedaron definitivamente inaugurados en 1999, acometiéndose además obras de puesta en valor de los restos islámicos que quedaban.
   No obstante la parcela original, ante la necesidad de apertura de la avenida que lleva su nombre para comunicar dos grandes arterias de comunicación de la ciudad, Eduardo dato y Ramón y Cajal, quedó dividida en dos, obligando a la separación de los jardines en dos zonas diferentes entre las cuales pasa la calle de nueva apertura.
   Los jardines quedan así dispuestos en dos áreas: Por un lado encontramos el Jardín de Palacio, respondiendo a un orden que combina lo orgánico con lo geométrico. La intención de este área de los jardines es recuperar el carácter histórico inherente al lugar. Para ello y desde la entrada encontramos un eje que, empezando en una pequeña plazoleta con una fuente, nos conduce a través de una avenida enmarcada por dos grandes estanques rectangulares y palmeras datileras (Phoenix dactylifera) -oponiendo como ya lo hace el jardín del Prado de san Sebastián, horizontalidad y verticalidad- hacia el edificio aún conservado. El área también recupera, restaurada, la primitiva alberca islámica en el límite con la avenida de la Buhaira. Hacia ambos lados del eje principal es donde el trazado se hace más orgánico, como si de una huerta se tratara. Planteada de esta forma, esta zona del jardín continúa con la práctica que comenzara la Exposición Universal de 1992: la inclusión del olivo (Olea europaea) como árbol ornamental, aunque aquí rememora el perdido carácter rural de la huerta. Así, el olivar se constituye como uno de los elementos fundamentales de los jardines sirviendo de elemento de continuidad entre las dos áreas. Otros árboles cuyo uso es fundamental en el entendimiento de los jardines es el naranjo (Citrus aurantium), de amplia difusión en la ciudad, y que aquí también se usa como solución de continuidad entre las dos áreas. Otras especies de interés en este primer área son las higueras (Ficus carica), los limoneros, el mirto, los cipreses (Cupressus sempervirens) y otro árbol de gran extensión en la ciudad, la jacaranda.
   Pasamos ahora a la segunda área de los jardines, conocida como Jardín de la Historia. Aquí se abandona toda concepción orgánica y se acomete el diseño desde una óptica mucho más geométrica, estableciéndose el jardín mediante una serie de arriates rectangulares a lo largo de un eje que abarca toda la longitud del mismo. A un lado y a otro de este eje vamos encontrando pequeños estanques y pérgolas, dispuestos para ejercer cierto control bioclimático sobre el área ajardinada. En esta parte del jardín se plantean las soluciones de continuidad con la otra zona, encontrándonos una continuación del olivar y, de forma mayoritaria, cuadros casi completos de naranjos.
   Escoltando los huertos de olivos y naranjos encontramos robinias (Robinia pseudoacacia) y buganvillas (Bougainvillea spp.). Por otra parte, los parterres se inundan de plantas aromáticas entre las que podemos contar la mejorana (Origanum majorana), la lavándula, el tomillo (Thymus vulgaris), la salvia o la menta (Mentha xpiperita).
   Gracias a estas especies y a otras de floración anual como las clavellinas o las amapolas de California, las zonas del jardín que limitan con la avenida adquieren unos colores espectaculares, transformando el jardín en una auténtica pradera de gran valor cromático (www.sevilla.org)
   Los orígenes de los actuales jardines se remontan al reinado de Al-Mutamid: al desecar la antigua laguna "al-buhayra", que ocupaba este lugar, se construyen una serie de huertas de recreo en las que los botánicos de la sevilla musulmana " Ibn Bassal, Abul-Jayr e IbnHayay - realizan numerosas experiencias que les permitirían escribir los más importantes tratados de arquitectura de la época. Pero fueron los almohades en el siglo XII durante el mandato de Abu Yacub Yusuf los que amplían estos huertos con miles de olivos, viñas, frutales y palmeras. Edifican un hermoso palacio y una serie de jardines que disponían de agua corriente traída desde los Caños de Carmona, con la que se regaban los campos mediante un sistema de acequias y una gran alberca, que se han conservado hasta nuestros días.
   Cuando Fernando III conquista Sevilla en 1248, encuentra La Buhayra completamente arruinada, que en nada recuerda ya al espléndido conjunto hispanomusulmán. El lugar recibió el nombre a partir de ahora de Huerta del Rey y no sería reforestado hasta el siglo XVI época en la que perteneció a la Casa de los Ribera, recuperando algo de su antiguo esplendor y siendo escenario de tertulias literarias según narran las fuentes.
   Posteriormente la finca inicia un periodo de decadencia y, a finales del siglo XIX (1892) se levanta el Pabellón neomudéjar de "Maria de los Ángeles", por orden de Mª de los Ángeles Medina Garvey, obra del arquitecto Aníbal González, quien también proyectó en 1928 la Basílica de la Inmaculada Milagrosa y el complejo escolar Portaceli, por encargo de los jesuitas que en esa fecha compraron 28 hectáreas de los terrenos de Huerta del Rey, conjunto este que no se llegó a ejecutar. Posteriormente los propios jesuitas encargan otro proyecto para construir un centro docente en estos terrenos al arquitecto Antonio Illanes del Río, quien sólo edificó una serie de pabellones y centros deportivos semiautónomos conectados a través de largos pasillos con una modesta iglesia central. Esta construcción destruyó todo el tramo de los primitivos caños que atravesaban el área del nuevo colegio y dejó como usos tradicionales de explotación agrícola el sector occidental de la propiedad. Esta zona llega al siglo XX como zona agrícola, que acosada por el desarrollo urbanístico, estuvo a punto de desaparecer. Sería en 1971 cuando se llevaron a cabo excavaciones arqueológicas sobre los restos que aún podían verse que por fortuna hicieron que el Ministerio de Educación y Ciencias una año después, declarase Monumento Histórico Artístico a los "Antiguos Palacios y Jardines de la Buhayra" (Declaración de 3 de Febrero de 1972. B.O.E. del 22 del mismo mes).Finalmente sería ya en 1985 cuando se produjo la última intervención arqueológica que permitió estudiar los restos que han sido ampliamente divulgados, llevándose a cabo una comprensión global del conjunto y un estudio que los contempla en todo su desarrollo histórico, dándose a conocer importantes datos inéditos sobre el mismo.
   El Palacio fue descubierto en 1971. Se trata de un pabellón rectangular construido completamente en ladrillo, formado por cuatro pórticos de pilares ochavados y flanqueado, en sus costados, por cuatro modestas torres colocadas a modo de estribos de las arquerías. Las fachadas de poniente y occidente se modulan a partir de un amplio vano central de mayores dimensiones que el resto, situado a eje de la gran alberca lo que provoca una fuerte disimetría en la distribución de la fachada. Así, partiendo del arco medial, los tramos se organizan en base a dos módulos sucesivos formados por una triple y una doble arquería respectivamente. Los cambios de módulos son señalados por anchos pilares similares a los que enmarcan el hueco central mientras que los vanos interiores de cada tramo descansan en machones de menor longitud. En el extremo meridional de estas fachadas , para corregir la simetría que impone la piscina, se agregó a través de un ancho machón un arco más.. En el pórtico de Levante los machones de mayor grosor que separan cada módulo muestran en el centro de su cara exterior una pilastra que originariamente la enmarcaría constituyendo calles o registros decorativos independientes. Las fachadas norte y sur, cuya longitud supera los veinte metros, conforman una arquería de cuatro huecos, los dos centrales algo más estrechos que los laterales. 
   En el interior del pórtico se levanta una estancia rectangular concebía en simple crujía, una central de planta rectangular y dos alcobas laterales asimétricas a las que se accede a través de un arco simple que descansa sobre pilastras. La alhamía meridional muestra una mayor proporción para resolver la descompensación que imponía el eje de la alberca. En algunos lugares de este pabellón se han localizado vestigios muy puntuales de una solería de ladrillos dispuesta en espiga y un grueso zócalo parietal de color blanco. Por la fachada meridional del edificio circulan los caños que llevaban el agua del interior de la piscina y posteriormente a las zonas de las huertas, se trata de un espeso y opaco muro que perimetra las torres y el soportal de pilares.
   La alberca constituye un gran estanque cuadrangular de 43 x 43 metros de lado por 1.70 metros de profundidad, realizado con una fábrica mixta de ladrillo y tapial. Sus paredes conforman dos tabiques exteriores de ladrillos separados entre sí 1.85 metros. Y un conglomerante de tapial rojizo bastante compacto, que rellena el espacio exterior de esta obra. En sentido constructivo las paredes de ladrillo funcionarían como encofrado exterior mientras que el tapial actuaría como muro de contención verdadero. En el interior de cada entramado de ladrillo se labraron adarajas machihembradas y se construyeron contrafuertes en los lados, todo ello para robustecer el conjunto. Actualmente la fachada original de la piscina se encuentra oculta en tres de sus cuatro lados tras una serie de arrimos de ladrillos de distinto espesor algunos de los cuales datan de mediados del siglo XVII. El espesor de los muros que limitan la piscina permitió crear un ancho paseo en su límite superior. De este andén se han conservado restos dispersos de antiguas solerías.
   Del pabellón meridional se sabe por las excavaciones realizadas que su planta es cuadrangular de 6.77 x 6.77 metros, de estructura compositiva muy simple, se levanta exento en el eje meridional del estanque. Se trata de un sencillo quiosco en ladrillo. Prácticamente arrasado, se hallan muy pocos datos sobre niveles de solería, entradas etc.,. asociados a esta construcción se hallan un canal de agua y un pequeño andén de tránsito, elementos que perimetraban la qubba y toda la alberca a la cota aproximada del suelo de las huertas. Relacionados por nivel y alineación con este pabellón se localizó en el lado sur del palacio, entre la fachada de pilares y el costado meridional de la estancia, una serie de pilares, a nivel de cimiento que constituyen las únicas huellas del primitivo acueducto que surtía de agua a la piscina antes de la construcción del palacio.
   Los primeros trabajos arqueológicos en el recinto se deben a Collantes de Terán y J. Zozaya en 1971 que descubrieron el palacio, una alberca y el acueducto.
   En 1982 estos terrenos se vieron afectados por obras para la construcción del túnel de ferrocarril metropolitano, con excavaciones de urgencia realizadas por F. Fernández y A, de la Hoz. Con motivo de los trabajos previos para la redacción del PGOU de Sevilla se realizó una campaña de actuaciones arqueológicas en 1985. Las últimas intervenciones de esta naturaleza se realizaron en 1994, para definir con la mayor precisión posible, los distintos elementos que conforman la Buhaira, desde el punto de vista histórico. Se concibieron en varias fases de las cuales la primera se centró en el sector sureste del parque, en torno al pabellón mudéjar de María de los Ángeles (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía). 
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