Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

   Otra Experiencia con ExplicArte Sevilla :     La intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla" , presentado por Ch...

viernes, 31 de diciembre de 2021

El Puente sobre el arroyo Riopudio, en Bormujos (Sevilla)

     Por Amor al Arte
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   El Puente sobre el arroyo Riopudio, se encuentra en las inmediaciones del casco urbano de Bormujos (Sevilla).
     El puente consta de un solo ojo de unos 4 metros de luz formado por un arco carpanel de sillería y gran estribo de ladrillos. Se fecha en el siglo XVIII por el tipo de arco. Su uso es de viario público.
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Un paseo por el barrio Aeropuerto Viejo

     Por Amor al Arte
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     El Barrio Aeropuerto Viejo es, en el Callejero Sevillano, un barrio que se encuentra en el Distrito Norte, entre las carreteras Madrid-Cádiz, la de servicio del Canal del Valle Inferior y la de Miraflores.
     El Barrio Aeropuerto Viejo lo componen las vías siguientes: c/ Acero, c/ Aeropuerto Viejo, c/ Alcayata, c/ Alicates, c/ Aluminio, c/ Alvedro, c/ Antimonio, c/ Antracita, c/ Armilla, c/ Automoción, avda. Averroes, c/ Aviación, c/ Azogue, c/ Barajas, c/ Berilio, c/ Borac, c/ Bromo, c/ Bronce, c/ Cadmio, c/ Calamina, c/ Calcio, c/ Campolara, c/ Carbón, c/ Cloro, c/ Cobalto, c/ Cobre, c/ Cromo, c/ Dédalo, c/ Destornillador, c/ Dirigible, c/ Escarpia, c/ Estancos, c/ Estaño, c/ Fósforo, c/ Francio, c/ Fuente Milanos, c/ Funchal de Madeira, c/ Getafe, plaza Gota de Leche, c/ Grafito, c/ Gramil, camino Haza del Martillo, c/ Helipuerto La Paz, c/ Hierro, camino Huerta Ambrosio, camino Huerta Ángel Liñán, camino Huerta Basilio, camino Huerta Carrasco, camino Huerta Chaparrejo, camino Huerta Montañés, camino Huerta Niño Nicasio, c/ Igualada, c/ Latón, c/ Los Llanos, c/ Magnesio, c/ Manganeso, c/ Matacán, c/ Metalurgia, ctra. de Miraflores, c/ Naoin, c/ Niño Nicasio, c/ Niquel, c/ Nivel, c/ Orly, c/ Oro, c/ Pirita, c/ Pizarra, c/ Planeador, c/ Platino, c/ Plomo, c/ Plutonio, c/ Potasio, c/ El Prat, c/ Puntilla, c/ Renio, c/ Los Rodeos, c/ Rodio, c/ Rubidio, c/ Salvador Dalí, c/ Serrucho, c/ Silicio, c/ Son San Juan, c/ Taladro, c/ Tenazas, c/ Terbio, c/ Titanio, c/ Tornillo, c/ Tusteno, c/ Ulpiano Blanco, c/ Uranio, y c/ Zinc.
     El Barrio, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, siendo el conjunto de vías urbanas con características homogéneas, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta,  constituida  por  bloques  exentos,  la  calle,  como  ámbito  lineal de relación, se pierde, y  el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. 
     El Barrio, está dedicado al lugar el que aterrizó y despegó el dirigible Zepelín, en 1934. 
       Su denominación se debe a que fue el lugar de atraque y embarque del Zepelín que llegó a Sevilla en 1934. El barrio se asienta sobre la antigua Hacienda de Hernán Cebolla, de la que hay noticias en el año 1600 cuando se pretende destinar a "prado para potros". Hacia los años treinta de este siglo sólo había algunas edificaciones rurales junto a las que se levantaron unas mínimas instalaciones para la aeronave, de las que aún se reconoce el muro de hormigón donde se ejecutaba el amarre. Hasta finales de los años cincuenta no se comienzan a levantar las primeras casas, que constituyen el núcleo más antiguo del barrio, próximas a un canal de riego y a lo largo del camino de acceso desde la carretera de Miraflores. A finales de los sesenta se acelera el proceso constructivo y en 1972 se constituye la Asociación de Vecinos que inicia sus reivindicaciones para la dotación urbanística del barrio.
     Actualmente en Aeropuerto Viejo se distinguen dos núcleos principales y una serie de viviendas diseminadas cuyos vecinos se identifican con el barrio e incluso rotulan como calle lo que aún son caminos rurales. El primero se desarrolla a lo largo del mencionado canal de riego y la calle de acceso que parte de la cercana carretera de Miraflores, y constituye el barrio propiamente dicho; tiene un plano ortogonal y está formado por A, B, C, O, E. F. G. H, I y J. El segundo, se encuentra más próximo a la carretera Madrid-Cádiz y está unido al anterior mediante la vía común A; se desarrolla a lo largo del encauzamiento del arroyo Tamarguillo, por lo que el terreno que ocupa es inundable; está formado por un grupo de casas con una disposición desorganizada, y su ambiente rural es mucho más predomi­nante que en el primero. A éste último pertenecen las calles K, L, M, N, Ñ y O. 
     Carece de agua corriente y alcantarillado, a éste lo suplen los pozos negros; con respecto al agua, los vecinos consiguieron a comienzos de los años setenta que un camión cisterna los abasteciera de agua potable y algunos años después se trajo una conducción, en la que se hicieron unas fuentes formadas por un pilar de mampostería con cuatro o cinco grifos, donde enganchan gomas que llegan al depósito de las casas. La mayor parte de la calles se encuentran sin pavimentar, lo que produce polvo en las estaciones secas; charcos y barro en las húmedas y dificulta el tránsito de personas y vehículos.
     En cuanto a la edificación, se observa una mescolanza entre la propiamente rural, una arquitectura urbana marginal de autoconstrucción y las naves destinadas a alma­cenes y talleres. A pesar de que todas ellas son de una o dos plantas, existe una gran heterogeneidad en altura entre casas con el mismo número de plantas. Predominan las fachadas encaladas, y el bajo se suele destinar a cocheras o a pequeños negocios fami­liares. Aún quedan numerosas parcelas sin construir y algunas de ellas están convertidas en pequeños huertos con algunos árboles frutales. A excepción de un jardín de infancia, no tiene equipamiento escolar, por lo que los niños deben desplazarse a la cercana barriada de Valdezorras. Durante la mañana y parte de la tarde son frecuentes los pregones de los vendedores ambulantes que a veces simplemente a golpe de bocina llaman a las vecinas. Todo esto crea un ambiente popular con grupos de personas que charlan en la calle, ancianos que toman el sol o buscan la sombra según las estaciones, amas de casa que arrojan agua a la polvorienta calle, niños que juegan, además del ganado suelto, gallinas, cabras, animales de tiro, etc. lo que confirma que es una zona de transición del medio urbano. La asociación de vecinos ha sido muy activa y gracias a su empeño el barrio ha conseguido algunas mejoras. Actualmente luchan para que se aceleren los trámites que permitan la ejecución del plan parcial de ordenación urbana, que lo dotará de agua corriente en cada domicilio, alcantarillado, pavimentación de todas las calles, se equipará con espacios de uso comunitario, se reglamentará la edificación y se respetarán los usos agrarios enclavados en el barrio [Joaquín Cortés José, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
     Lógicamente desde ese año 1993 el Barrio ha cambiado muchísimo y es un barrio más de la ciudad hispalense.
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jueves, 30 de diciembre de 2021

La Casa-Palacio, en Benacazón (Sevilla)

     Por Amor al Arte
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     La Casa-Palacio, se encuentra en la calle Real, 26; en Benacazón (Sevilla).
   En el mismo casco histórico del municipio se encuentra la Casa-Palacio, un emblemático edificio situado frente a la Iglesia Parroquial y que, en su origen, perteneció a la familia Portocarrero.   
     Actualmente se halla dividido en dos partes: una propiedad privada, en la que destaca una hermosa arquería mudéjar; otra propiedad municipal que cuenta con una interesante arquería barroca, que ha sido recuperada y reproducida tras un cuidado proceso de restauración. Estas dependencias municipales acogen servicios como el Centro de Día de Personas Mayores y el Hogar del Pensionista, el Juzgado de Paz, la Delegación de Deportes, el Centro Guadalinfo, la Sala de Sesiones Plenarias del Ayuntamiento, Sala de Exposiciones, etc.
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Un paseo por la calle Angostillo

     Por Amor al Arte
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     La calle Angostillo es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio de la Encarnación-Regina, del Distrito Casco Antiguo, y va de la plaza Fernando de Herrera, a la confluencia de las calles Don Pedro Niño, Cervantes, y San Andrés.
     La  calle, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. 
     En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta,  constituida  por  bloques  exentos,  la  calle,  como  ámbito  lineal de relación, se pierde, y  el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
     La vía, en este caso una calle, debe su nombre a la estrechez del lugar, sobre todo en el tramo final de la calle, situado en la trasera de la iglesia de San Andrés, en cuyo muro, según González de León, hubo en tiempos un retablo en forma de capilla dedicado a la Pura y Limpia Concepción. Su primitivo nombre fue el de Estrecho de San Andrés (plano de Olavide, 1771). Más tarde se conoció como Angostillo de San Andrés (plano de Sartorius, 1848) y desde 1869, al menos, simplemente como Angostillo.
     De configuración rectilínea en su primer tramo, sirve de límite, junto con Daoíz, a las dos plazas existentes ante el templo parroquial de San Andrés, la de Fernando de Herrera y la de Florentino Pérez Embid, resultado ésta última del derribo, en los años 70 de nuestro siglo, de una gran manzana de casas (y que hoy se llaman ambas plaza de Fernando de Herrera). La desaparición de esa manzana libró a la primera parte de Angostillo de su estrechez tradicional y hace posible la particularidad de que la calle se reduzca prácticamente a una sola acera con numeración par. 
     La linealidad de ese tramo contrasta con la sinuosidad del segundo, que va bordeando el ábside de la parroquia y que aparece encajonado entre éste y los altos muros traseros del hospital del Pozo Santo. De ahí su carácter sombrío, acentuado por la sensación de descuido y falta de limpieza que ofrece el lugar. Por la derecha desemboca Atienza.
     Su pavimento es de chino lavado con cuadros de adoquines, y las aceras aparecen también adoquinadas. El tramo final en cambio, está asfaltado, si bien la calle es prácticamente peatonal y sirve de aparcamiento a la altura de la plaza de Florentino Pérez Embid, a partir de la salida del pasaje Los Azahares. Dominan los edificios de principios del s. XX, de tres plantas, alternando con otros más modernos. Destaca la casa núm. 10, del s. XVIII, de dos plantas con un bello patio con galerías en ambas. La calle se ilumina con farolas de diseño decimonónico adosadas a los pares y cumple una función residencial, aunque en el primer tramo hay algunas oficinas. El segundo carece de viviendas y en él existió hasta hace poco una carpintería adosada al muro del hospital. En una de la casas de Angostillo vivió el americanista Francisco de las Barras de Aragón, y en otra el arquitecto Fernando Barquín: "ambos deambulaban por el angostillo todos los días. 
     Uno, con su ancho abrigo, por cuyos bolsillos se escapaban las papeletas con dejos del Archivo General de Indias, y otro, con su rollo de planos bajo el brazo, escudriñando con sus potentes gafas el más recóndito rincón de aquel bellísimo barrio" (ABC, "Rincones sevillanos", 16-IX-1984) [Rogelio Reyes Cano, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Angostillo, 10. Casa de dos plantas, del siglo XVIII, cuyo patio posee galerías en ambas plantas. La inferior es de arcos semi­circulares moldurados sobre columnas toscanas, mientras que en la superior son lisos y rebajados [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
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La calle Angostillo, al detalle:
El edificio de la calle Angostillo, 10.

miércoles, 29 de diciembre de 2021

El Museo del Río Genil, en Badolatosa (Sevilla)

     Por Amor al Arte
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     El Museo del Río Genil, se encuentra en el paseo de Pablo Iglesias, 7; en Badolatosa (Sevilla).
     En Badolatosa, el Centro Temático del Río Genil permite al viajero un acercamiento a los rincones más desconocidos del río Genil y a lo que supone este eje hídrico para los pueblos que se nutren de sus aguas. Asimismo, da a conocer la importancia que tuvo durante la época del bandolerismo romántico del siglo XIX por ser considerado límite entre las provincias de Sevilla y Córdoba.
     Cinco salas temáticas conjugan luces tenues, frases poéticas inspiradas en el río, el sonido del agua... una atmósfera ideal que nos lleva a dar un paseo lleno de sensaciones y a vivir recorridos a lo largo del trazado del río. A este fin ayudan proyecciones audiovisuales, una amplia colección de minerales y fósiles de la zona, así como una gran exposición de taxidermia con animales autóctonos de estos parajes.
     La visita a este Centro Temático del Río Genil, único en Andalucía, le sorprenderá.
     El Museo del Río Genil es un espacio de interpretación de los múltiples aspectos que rodean a este importante río andaluz dentro del marco de la Ruta del Tempranillo, haciendo especial hincapié en su riqueza natural y su tradición histórica.
CINCO SALAS TEMÁTICAS en las que se conjugan luces tenues, oscuridad, el sonido del agua, frases poéticas… una atmósfera que nos lleva a dar un paseo lleno de sensaciones, recorridos a lo largo del trazado del río, proyecciones audiovisuales que nos trasladan al entorno de la ribera del Río Genil. Gentes de Badolatosa y de los pueblos cercanos narran que el río era el eje de su vida cotidiana, el trabajo de los arrieros, el papel que desempeñan las huertas, la pesca, las consecuencias de las riadas e inundaciones, etc…
SALA 1ª: EL RÍO, FUENTE DE INSPIRACIÓN. 
     En esta sala el visitante se halla inmerso en un escenario de sosiego, proporcionado por el fluir del río, el giro de una noria que se eleva, el sonido de los troncos flotando sobre sus aguas... 
SALA 2ª: ASÍ ES NUESTRO RÍO. 
     En este ámbito el visitante podrá observar una maqueta gigante en la cual, a golpe de vista, puede dominar con su mirada el curso del río a través de su paso por los municipios que baña con sus aguas, cuencas y afluentes. 
SALA 3ª: LA MEMORIA DEL RÍO. 
     Los habitantes de Badolatosa y de las poblaciones cercanas nos narran en primera persona las anécdotas de unas vidas ligadas al río Genil, historias que han marcado el modo de vida de las poblaciones de la ribera. 
SALA 4ª. EL DOMINIO DEL RÍO. 
     En el recorrido de esta sala se pueden observar unos telones expositivos donde ilustran cómo el hombre se alía con el río para sacar el máximo partido de sus recursos. Huertas, presas, norias, fuentes industrias... 
SALA 5ª: UN VARIADO PAISAJE 
     En este último sector el visitante conocerá la diversidad medioambiental de la cuenca del río Genil, imágenes y leyendas que muestran los diferentes ecosistemas que podemos encontrar a lo largo de su recorrido. 
Horario
     Octubre a abril: martes a domingo, de 10:00 a 14:00. y de 17:00 a 20:00. Sábado de 16:00 a 18:00. Lunes cerrado.
     Mayo a septiembre: jueves a domingo, de 10:00 a 14:00. Sábado de 18:00 a 20:00. Lunes cerrado.
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La pintura "David con la cabeza de Goliat", atribuido a Francisco Gutiérrez, en la sala XI del Museo de Bellas Artes

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "David con la cabeza de Goliat", atribuido a Francisco Gutiérrez, en la sala XI del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.         
     Hoy, 29 de diciembre, Conmemoración de San David, rey y profeta, hijo de Jesé betlehemita, que encontró gracia ante Dios y fue ungido con el santo óleo por el profeta Samuel para regir el pueblo de Israel. Trasladó a la ciudad de Jerusalén el carca del señor, y Dios le juró que su descendencia permanecería para siempre, porque de él nacería Jesucristo según la carne [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para ExplicArte la pintura de "David con la cabeza de Goliat", atribuido a Francisco Gutiérrez, en la sala XI del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
   El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
   En la sala XI del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "David con la cabeza de Goliat", obra atribuida a Francisco Gutiérrez (1616 - h. 1669-1670), siendo un óleo sobre lienzo en estilo barroco, pintado en 1660, con unas medidas de 1,10 x 1,25 m., y procedente de la desamortización (1840).
     La historia acontece en el tercio inferior de la composición en la que vemos en el centro a David que lleva en su mano izquierda la cabeza de Goliat, el gigante filisteo al que venció y en la derecha la espada con la que le decapitó. A la cabeza del cortejo Saúl, y detrás de David el resto del ejército victorioso llegan a Jerusalén donde un grupo de mujeres salen a recibirles. El resto de la composición la ocupa la representación de la ciudad, casi la verdadera proragonista de la obra cuyos edificios de colosales dimensiones se describen con minuciosidad. 
     Composición muy similar, en cuanto a los edificios representados y el orden de éstos, a la pintura de Francisco Gutiérrez "Recibimiento de José en la ciudad", perteneciente a la serie de de seis pinturas de arquitecturas fantásticas de la Colegiata de San Luís, Villagarcía de Campos, Valladolid
 (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
   Muy poco conocemos en nuestros días sobre la vida de este pintor (Francisco Gutiérrez) salvo que podemos situar su actividad en la Corte madrileña entre 1639 y 1668. Con cierta seguridad puede señalarse que en 1670 ya había muerto, pues ese año la que había sido su esposa se declaró viuda. 
     Escasas referencias bibliográficas se encuentran sobre este artista en el pasado, las cuales además son muy escuetas. La primera de ellas la emitió Lázaro Díaz del Valle, contemporáneo del pintor que al referirse a él señala que "es vecino de esta villa de Madrid donde vive en este presente año de 1657; es admirable pintor de perspectivas". Posteriormente Ceán Bermúdez en 1800 repitió estos mismos datos.
   En el Museo de Bellas Artes de Sevilla se encuentran dos pinturas características de este artista, firmadas ambas al dorso con el monograma que habitualmente utiliza, añadiendo la fecha de 1657 y también la abreviatura de Madrid.
   Los temas de estas pinturas son José recibido en Heliópolis y la Caída de Troya. En ambas obras el pintor muestra su habitual preferencia por narrar episodios multitudinarios, que se ambientan dentro de aparatosas y fantásticas escenografías captadas en perspectiva. En estos escenarios se advierten reflejadas formas arquitectónicas eclécticas, que derivan de estampas y especialmente de imágenes recreadas por el pintor Hans Vredeman de Vries. La descripción de estas escenas muestra la habilidad de Francisco Gutiérrez para recrear imaginarios ambientes arquitectónicos y animarlos con profusión de figuras de pequeño tamaño, que se mueven bulliciosas en los amplios espacios que las albergan.
   De la primera obra mencionada, José recibido en Heliópolis se conocen otras dos versiones; una prácticamente exacta a ésta que pasó por el comercio de arte de Nueva York, y otra de composición diferente que se conserva en la Colegiata de Villagarcía de Campos. El tema de esta pintura se inspira en el pasaje del Génesis 4I, 37-46, en el que José es recibido triunfalmente en la ciudad de Heliópolis después de haber sido nombrado gobernador por el faraón, al haber interpretado correctamente sus sueños. Sobre los distintos edificios aparecen rótulos que identifican a los protagonistas de la escena como "Joseph", "Heliópolis", "Asenec", y "Putifar". Asenec es la mujer que fue dada a José como esposa por el faraón y Putifar es su padre, sacerdote de Heliópolis; a ambos se les ve esperando a la puerta del palacio situado a la derecha mientras llega la comitiva de José (Enrique Valdivieso González, Pintura, en El Museo de Bellas Artes de Sevilla. Tomo II. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San David, rey y profeta
   Sus atributos son la honda que usó para dejar sin sentido a Goliat, la espada que empleó para decapitarlo y el arpa que tañía para calmar los ataques de nervios de Saúl. Es patrón de los músicos.
   La iconografía de David, segundo rey de Israel, es excepcionalmente rica y resulta fácil comprender por qué.
   Hemos visto que todo en la Biblia está «referido» a Cristo. En la medida  en que los personajes del Antiguo Testamento anuncian al Mesías, interesan a los teólogos y en consecuencia a los artistas cristianos.
   Ahora bien, David, desde este punto de vista, es un privilegiado. No es sólo una de las prefiguraciones del Salvador, como Sansón, sino también su antepasado directo.
   De acuerdo con la genealogía consignada al principio del Evangelio de Mateo, es, en efecto, hijo de Jesé (lsaí), raíz viva del árbol genealógico cuya rama más alta lleva como florón a la Virgen y a Cristo.
Numerosos episodios de su historia se han puesto en paralelo con la vida de Jesús. Sus victorias contra el león y contra Goliat anuncian la victoria de Cristo contra Satán.
      «Así como David ha sido sacado de su condición de pastor para recibir el reino -escribe Hugo de San Víctor-, Cristo ha salido de su hogar judío para reinar sobre las naciones. Como David ha matado al filisteo Goliat, Cristo ha vencido a Satán.» Su regreso triunfal presagia la Entrada en Jerusalén; su lapidación por Simei, el Escarnio. Los tres guerreros que le llevan agua de la cisterna de Belén prefigurarán la Adoración de los Magos.
   Agreguemos que David, el rey arpista, es el presunto autor del Libro de los Salmos (Tehillim). Se le ha atribuido esta colección de cánticos de la Sinagoga porque tenía reputación de poeta músico. A ese título, su lugar está subrayado en las ilustraciones de todos los Salterios. Patrón de los músicos y de los cantores, se lo representa de buena gana sobre los postigos y paneles de órgano.
   Su vida, llena de incidentes novelescos que no siempre resultan edificantes, interesa tanto al arte narrativo como al figurativo, y por ello ha seguido inspirando al arte cristiano después de la Edad Media, cuando el punto de vista pictórico y hu­mano reemplazó al didáctico y apologético.
   Los artistas de la Edad Media y del Renacimiento concibieron a David con dos ca­racterísticas muy diferentes. 
     El primer tipo es el juvenil e imberbe: el joven pastor vencedor de Goliat. El segundo tipo es el del rey salmista, provecto y barbudo, que toca el arpa o la cítara. Además, David aparece también como profeta y como valeroso (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Francisco Gutiérrez, autor de la obra reseñada;
     Francisco Gutiérrez Cabello (Valle de Bárcena, Cantabria, 1616 – ¿Madrid?, c. 1669-1670). Pintor.
     Francisco Gutiérrez Cabello es sin duda uno de nuestros pintores barrocos más importantes en el género de las perspectivas arquitectónicas. No se conocen excesivos datos sobre su vida, aunque se sabe que nació en el valle de Bárcena (Cantabria) y que su sangre era hidalga, pues en ocasiones hace constar el “don” ennoblecedor junto a su nombre y los solares cántabros de su apellido. Se ignora cuándo y en qué circunstancias pasó a Madrid, pero su traslado debió de ser muy pronto, pues en 1630, cuando tenía catorce años, conoció a Velázquez en la Corte. Hecho que acaso pueda determinar su aprendizaje en la pintura con algún famoso maestro ligado a palacio.
     Como pintor aparece muy joven, en 1639, comprando diversos objetos en la almoneda de Vicente Carducho, entre ellos, dos figurillas de pasta, una Fortuna y un Mercurio en 12 reales. Parece lógico que una vez asentado como pintor en Madrid formalizase su matrimonio con Clara de Tobar, que con el tiempo habría de sobrevivirle.
     Su habilidad en el género de las perspectivas debió de darle muy pronto prestigio y enfocar un tanto su carrera profesional. Así, en 1649 ejecutó varios proyectos para las decoraciones callejeras que se hicieron a la entrada en Madrid de la reina Mariana de Austria, realizando junto a Juan Fernández de Gandía y Juan Lucio diversas demostraciones de la puerta de Alcalá y arcos triunfales que habrían de jalonar la comitiva real. Su éxito como pintor en Madrid debió de ser grande. Díaz del Valle, cronista de Felipe IV y cantor de la real capilla, consignó su prestigio en el Origen ilustración del nobilísimo y real arte de la pintura de 1657 considerando al artista como un “admirable pintor de perspectivas”. Un prestigio ratificado un año más tarde, en 1658, cuando se convocó al pintor para testificar a favor de la concesión del hábito de Santiago a Velázquez.
     Como tantos otros pintores de la época, Francisco Gutiérrez complementó su actividad pictórica con la de tasador de pinturas.
     Su obra es hoy relativamente abundante. Sus perspectivas con frecuencia se agrupan en series de varios lienzos desarrollando asuntos religiosos o mitológicos.
     En ellos el pintor representa a numerosos personajes de pequeño tamaño insertos en originales y fantásticas arquitecturas de gran efecto decorativo.
     Por regla general su fuente de inspiración se basa en estampas flamencas manieristas, especialmente en las de Vredeman de Vries. Destacan por su gran calidad artística los lienzos del Museo de Bellas Artes de Sevilla (1657): La caída de Troya y José recibido en Heliópolis; la serie conservada en la colegiata vallisoletana de Villagarcía de Campos (1662) con episodios bíblicos y evangélicos: José recibido en Heliópolis, El traslado del Arca de la Alianza, El juicio de Salomón, La visita de la reina de Saba a Salomón, Los desposorios de la Virgen con San José y La cena en casa del Fariseo; y los cuadros del convento cacereño del Cristo de la Victoria, en Serradilla (1667-1668) con El castigo de Heliodoro, La expulsión de los mercaderes, Los desposorios de la Virgen y La cena en casa del fariseo.
     Otras obras también características de su producción son: el Moisés salvado de las aguas del Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Juicio de Salomón del Museo del Prado, junto a su variante de la colección del Banco Hispanoamericano, y otras muchas obras en colecciones particulares (Triunfo de José, Destrucción de Jerusalén, Las bodas de Caná, Banquete de Esther y Asuero, etc.), donde muestra siempre su destreza técnica y decorativismo al estilo de Juan de la Corte.
     Como pintor religioso en el tradicional “cuadro de historia”, Gutiérrez está muy por debajo de su maestría anterior. Se conserva una modesta Inmaculada Concepción (1654, colección particular, La Rioja) que ratifica una vez más su enfoque hacia las perspectivas arquitectónicas.
     Francisco Gutiérrez debió de fallecer entre 1668, año en que fechó la serie del convento de Serradilla, y mayo de 1670, cuando su mujer se declaró ya viuda al gestionar unos asuntos dinerarios (Álvaro Piedra Adarves, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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martes, 28 de diciembre de 2021

El Castillo de Luna, en Aznalcóllar (Sevilla)

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   El Castillo de Luna, se encuentra en el Cerro del Castillo; en Aznalcóllar (Sevilla).
     Castillo con lienzos de muralla que se remontan al periodo protohistórico. La sucesión cronológica incluye ocupaciones romanas, medievales islámica (almohade) y cristiana posteriores.
     De la Edad Media se conservan los restos de una fortificación islámica, en la parte elevada de la población, en la altura llamada "del Castillo". La presencia del castillo está íntimamente ligada al problema del bandolerismo de la zona: el amurallamiento de la villa serviría en época cristiana para proteger contra quienes atentaban al libre tránsito de personas o caminantes; los usuarios de estos caminos o calzadas harían alto en su descenso de la sierra del Castillo, el cual ejercería un control fiscal materializado en el cobro de diezmos o rentas de paso de mercancías y ganado (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Sobre este promontorio se sitúan los restos del Castillo de Aznalcóllar. Con origen en el Bronce Final-Orientalizante, alcanzó gran esplendor en épocas Romana e Islámica. De la existencia de esta fortaleza islámica, Hisn-al-Culiy´at (la fortaleza del castillejo), deriva el nombre actual de la población. A esa etapa pertenece el aljibe subterráneo, conocido popularmente como “la tinaja”, en el que se recogía y almacenaba el agua de lluvia. Desde este cerro se divisa hacia el sur el Aljarafe y la campiña, donde se sitúa el torreón islámico que formaría parte del sistema defensivo. Hacia el norte se domina el curso del río y la sierra. De los pocos vestigios visibles del castillo destacan los lienzos de muralla de la ladera norte, descubiertos en la excavación arqueológica realizada en 1995 (Ayuntamiento de Aznalcóllar).
     Con origen en el Bronce Final-Orientalizante, el castillo de Aznalcóllar alcanzó gran esplendor en las épocas romana e islámica. En la segunda fue fortaleza musulmana hasta la conquista de Sevilla en 1248 por el rey Fernando III.
     Este enclave defensivo creció con el tiempo. Al principio, la población árabe e indígena se autoprotegía con una simple muralla de materiales sin complicaciones constructivas. Esta construcción defensiva irá evolucionando dando lugar a los primeros castillos, con murallas más gruesas y altas y añadiendo torres de flanqueo.
     El pueblo no tuvo un sistema sofisticado de defensas. La zona más débil era la parte que da al mismo, desde la puerta de entrada al cementerio, mientras que la parte que da al pantano, debido a la pendiente del lugar, sería la defensa natural al otro lado.
     El amurallamiento y posterior castillo tenía la función de defender a los pobladores de la antigua Aznalcóllar y su economía de subsistencia (ganado y cosecha) de los frecuentes saqueos que sufrían.
     Una de las curiosidades de este castillo que todavía podemos observar es un aljibe conocido con el nombre de La Tinaja de origen árabe, y que era un depósito destinado a guardar agua potable procedente de la lluvia. En la época musulmana se convirtió en la única forma de abastecer barrios enteros.
     De los pocos vestigios visibles del castillo destacan los lienzos de muralla de la ladera norte, descubiertos en la excavación arqueológica realizada en 1995 (Turismo de la Provincia de Sevilla).
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Un paseo por la calle Cuna

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Cuna, de Sevilla, dando un paseo por ella.
     Hoy, 28 de diciembre, Fiesta de los Santos Inocentes, mártires, niños que fueron ejecutados en Belén de Judea por el impío rey Herodes, para que pereciera con ellos el niño Jesús, a quien había adorado los Magos. Fueron honrados como mártires desde los primeros siglos de la Iglesia, primicia de todos los que habían de derramar su sangre por Dios y el Cordero [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para Explicarte la calle Cuna, de Sevilla, que dando un paseo por ella.
     La calle Cuna es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio de la Alfalfa, del Distrito Casco Antiguo, y va de la confluencia de las calles Laraña, Orfila y plaza de Villasís, a la confluencia de la plaza del Salvador y la barreduela Oropesa.
     La  calle, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta,  constituida  por  bloques  exentos,  la  calle,  como  ámbito  lineal de relación, se pierde, y  el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
     La vía, en este caso una calle, está dedicada a la antigua Casa-Cuna u Hospicio de Niños Expósitos, que existió en esta calle. 
     Al menos desde 1384 era conocida indistintamente como Carpinteros y Carpinterías, por los artesanos o vendedores de la madera allí asentados. A mediados del s. XVI ambos nombres se redujeron al tramo final de la calle (entre Acetres y plaza del Salvador), pues el primero pasó a conocerse como Cuna, por la casa de expósitos allí instalada en 1558. En 1845 este último topónimo se extendió a toda la calle, hasta 1903, en que se rotuló como Federico de Castro (1834-1903), catedrático de la Universidad de Sevilla y uno de los más singulares representantes de la filosofía krausista. Todavía se mantiene este nombre en un azulejo de la casa esquina a plaza de Villasís. En 1938 volvió a recuperar el de Cuna.
     Es larga, estrecha y relativamente rectilínea, pues ofrece numerosos entrantes y salientes, resultado de sucesivas alineaciones que tuvieron lugar sobre todo en los primeros años de nuestro siglo. La zona más ancha se encuentra en la confluencia con Acetres y Cerrajería. Ya desde el s. XV hay noticias de barreduelas y cierres de callejones interiores y en el citado plano dieciochesco se recogen dos adarves, uno al comienzo, a la altura del actual Francisco de Pelsmaeker, y otro al final (actual Oropesa). En nuestros días se han abierto en ella dos pasajes, uno por la derecha, Maestro Gámez Laserna, y otro por la izquierda, que comunica con Lagar. En Cuna desembocan por la derecha, Francisco de Pelsmaeker, Rivero, Cerrajería y Oropesa, y por la izquierda, Goyeneta, Acetres, y Lagar.
      En 1522 estaba ya enladrillada y en 1584 se empiedra. Se adoquina en 1884. Hoy presenta un adoquinado, muy reciente, con una franja central de granito en sentido longitudinal. Sólo tiene aceras de losetas blan­cas y negras en su tramo inicial, en algunos puntos muy estrechas. La calle se ilumina mediante báculos metálicos adosados a las fachadas. Su caserío es variado y de buen porte. Junto a algunas casas dieciochescas y decimonónicas, pueden verse viviendas tradicionales sevillanas de la primera mitad de nuestro siglo, de dos y tres plantas, con cierros a la calle; alguna casa-palacio y varias de estilo regionalista. Entre toda, destaca el palacio de la condesa de Lebrija (núm. 8), reconstruido en el s. XIX sobre un viejo edificio renacentista. Posee valiosos pavimentos y azulejería antiguos e importantes piezas arqueológicas procedentes de Itálica. Son dignas de mencionar también la núm. 35, de tres plantas y ático decorado con pilastras; la 42, con la fachada avitolada; la 41, que ofrece un bello balcón modernista; la 45-49, sede de una antigua ferretería, ya desaparecida, con patio y escalera de gran valor; la 48, con una buena colección de herrajes en la fachada; la 51, obra historicista del arquitecto Juan Talavera (1909); la 49, también con herrajes modernistas, obra del maestro Rafael López Carmona (1910). En la esquina con Laraña y plaza de Villasís, la calle ofrece las fachadas laterales de dos importantes edificios: la casa-palacio del marqués de la Motilla, obra de Gino Coppedè y Vicente Traver (1921 -1931), inspirada en modelos del gótico italiano; y el que Aníbal González construyó en 1912-13, de estilo regionalista, para Ignacio Sanz. En la confluencia con Cerrajería se sitúa el edificio neomudéjar del arquitecto José Espiau Muñoz (1912-14), sede del establecimiento de tejidos Ciudad de Londres.
     De la documentación histórica existente se deduce que Cuna fue siempre una de las más importantes callesl del centro de Sevilla, caracterizada por funciones comerciales y muy frecuentada. Desde la Edad Media abundaban en ella los talleres de carpinteros, y según un documento de mediados del XVI "la calle está tan ocupada por los bancos de los ofycios que no ay quien pase por ella" (Sec. 17, 1540). En el s. XVII tenia allí su taller el impresor Matías Clavijo. Pero es en el XIX cuando su vida comercial y recreativa se intensifican notablemente. Según González de León, había muchos "fabricantes de guitarras". También cafés, como el Nuevo Suizo, con otra entrada por Sierpes; o el de Correo, frente a Cerrajería, del que eran asiduos Luis Montoto, Rodríguez Marín y el músico Mariani. En 1879 tenía en Cuna su sede el Ateneo Hispalense y un centro mercantil para los empleados de comercio En 1925 se abrió como "salón de espectáculos" el futuro Pathé Cinema, del arquitecto Juan Talavera, en un estilo de inspiración modernista. Fue la primera sala construida expresamente como cinematógrafo en Sevilla, que ha cerrado sus puertas hace pocos años y se está remodelando. Estos centros recreativos y la abundancia de pequeños comercios hicieron de Cuna una calle muy transitada. En 1855, sus vecinos se quejan del tránsito de los burros que "vuelven de dejar cargas de trigo en la alhóndiga" y ocasionan accidentes entre el numeroso público (El Porvenir, 21-X-1855). Y en 1881 del paso de carruajes. Del carácter popular de su comercio a principios de siglo se hace eco el poeta Rafael Laffón en su Sevilla del buen recuerdo: "Y de aquí a la calle de la Cuna, a cualquier tabuco de chicarrería de pacotilla, donde se exhibirán a la puerta verdaderos racimos de toscos calzados de puntera acorazada con reborde de latón". Unos años antes el novelista Pedro Antonio de Alarcón, en El final de Norma, resaltaba la existencia de freidurías.
     Por tratarse de una calle céntrica, situada entre Sierpes y plaza del Salvador, Cuna ha sido, y en buena parte lo sigue siendo, lugar de obligado paso de procesiones y comitivas cívico-religiosas, en especial en las festividades de Semana Santa y del Corpus. Ya en el siglo XVI se entoldaba su tramo final con motivo de ésta última fiesta, y en la esquina con e1 Salvador se levantaba un arco. Fue muy solemne a su paso por Cuna la procesión cívica que en 1171 se organizó al trasladarse la Universidad a la antigua casa profesa de los jesuitas, en la actual Laraña. Uno de los elementos que en el pasado determinaron también el carácter de esta calle fue la muy conocida Casa Cuna u Hospicio de niños expósitos, fundada en 1558 por el arzobispo Valdés, situada en la acera de la izquierda, entre Goyeneta y Acetres. Estuvo en pie hasta el pasado siglo y poseía dependencias asistenciales y una iglesia. El hispanista inglés Richard Ford la describió como un lugar de tristeza y de dolor en su Manual de viajeros por Andalucía. Los sevillanos que pasaban ante su puerta podían leer aquella famosa inscripción, tan repetida, junto a la ranura para recoger los donativos: "cuando mi padre y mi madre me abandonen, me recogerá el Señor".
     En la actualidad la calle cumple una función marcadamente comercial. con buena parte de los pisos altos cerrados o convertidos en almacenes y los bajos ocupados por establecimientos. Proliferan los anuncios en banderola y los luminosos, y se conservan antiguas muestras de madera en algunos comercios de corte tradicional y popular. Esa alternancia de lo tradicional y lo moderno es quizás la nota principal de sus tiendas, numerosas y muy variadas (muebles, zapaterías, papelerías, decoración, estudios fotográficos, colchonerías, cesterías, electricidad, mercerías, juguetes, algún bar... y una curiosa abundancia de establecimientos de trajes de novia concentrado en el tramo final de la calle). Como en otras calles del centro de Sevilla, algunos comercios se han instalado en los viejos patios de las casas tradicionales. Esa intensa vida comercial ha forzado, en los últimos años, su declaración de calle peatonal, aunque tengan acceso los vehículos para la carga y descarga de géneros. Pero el ajetreo de las horas diurnas contrasta vivamente con el escaso movimiento y el silencio de la noche, una vez paralizada la actividad comercial. Todavía a mediados del XIX había en Cuna un retablo dedicado a la Virgen de los Desamparados con una hermandad que atendía el culto. En una de sus casas habitó el conde de Tójar, político sevillano de principios del XIX. En otra, hoy destinada a despacho de quinielas y loterías, existió en los años 50 de nuestro siglo un comedor universitario muy frecuentado, dependiente del sindicato oficial (S.E.U.) [Rogelio Reyes Cano, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Cuna, 8. Esta casa perteneció a  la  familia  de los Paiba. Reedificada en el siglo XVI, fue adquirida por el  conde de los Corbos y, más tarde, propiedad de los condes de  Miraflores de los Ángeles. En el siglo pasado se realizaron grandes obras por la condesa de Lebrija, que dieron al edificio su fisonomía actual.
     En esta reforma se utilizaron elementos procedentes de Itálica y de palacios y conventos. En el zaguán, un pavimento de "opus sectile" y azulejos de cuenca del siglo XVIII, éstos procedentes de Arcos de la Frontera. El patio pavimentado con mármoles de colores y un mosaico, procedentes de Itálica. La escalera, construida en la última reforma, reú­ne materiales de los siglos XVI y XVII. El friso y el artesonado proceden del palacio de los Ponce de León, de Marchena; los azulejos, del con­vento de San Agustín de Sevilla. Varias salas de la planta baja están dedicadas a museo, conservándose en ellas piezas en su mayor parte procedentes de Itálica (mosaicos, esculturas, epígrafes, cerámica, vidrio, etc.).
Cuna, 35, acc
. Casa de tres plantas con ático decorado con pilastras.
Cuna, 42. Casa de tres plantas. Fachada avitolada y decorada con pilastras. La planta baja ha sido alterada  por la instalación de locales comerciales.
Cuna, 45  y  47. Edificio de dos plantas, en cuyo interior existen dos patios. Uno con arquerías sobre columnas toscanas en la planta baja, y balcones en la superior. El otro patio, de planta rectangular, posee en los frentes cortos un arco central semicircular, sobre columnas corintias, flanqueado por vanos adintelados y óculos sobre ellos; en los frentes mayores, arcos semicirculares. La escalera está decorada con azulejos del siglo XVIII.
Cuna,  48. Esta casa posee una buena colección de herrajes en la fachada [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
Conozcamos mejor la Leyenda, Historia, Culto e Iconografía de los Santos Inocentes, mártires;
La leyenda y su falta de historicidad
   Las pequeñas víctimas del cruel Herodes se evaluaban en el fabuloso número de ciento cuarenta y cuatro mil, como los mártires del Apocalipsis, que imploraban la venganza de Dios al pie de su altar.
   Según el relato de Mateo (2: 16 - 18), que completaron y ampliaron los Evangelios apócrifos, la Leyenda Dorada y el teatro religioso de los autos sacramentales, Herodes, furioso por el engaño de los Reyes Magos que advertidos por un ángel, en vez de ir a llevarle informes acerca de su visita a Belén regresaron por mar, ordenó la matanza de todos los niños de hasta dos años de edad (a binatu et infra) para tener la seguridad de que el futuro rey de los judíos no escapase con vida.
   Los hagiógrafos describen con complacencia esta carnicería. Evocan a la soldadesca arrancando a los pequeños de entre los brazos de sus madres y tronchándolos con las espadas o ensartándolos en la punta de sus lanzas. El número de víctimas de este infanticidio masivo se habría elevado a millares. El Menologio griego calcula su número en 144.000, cifra fabulosa que es la copia del número de los justos del Apocalipsis de san Juan.
   Sería superfluo cuestionar esas cifras agrandadas de buena gana por la credu­lidad popular. En un pueblo como Belén, que contaba sólo con algunos cientos de habitantes, los niños varones menores de dos años podían ser, cuando mucho, alrededor de veinte. Los cálculos más complacientes no superan un máximo de sesenta víctimas.
   Pero aún en un relato donde no se exageren las cifras ¿podría admitirse que ha ya una sola pizca de verdad histórica? Todo conduce a creer que no se trata de la exageración de un hecho real sino de una pura invención.
   La Presentación de Jesús en el templo había tenido lugar en Jerusalén. Cabe preguntarse por qué José, en vez de regresar a su casa en Nazaret, condujo a su familia al incómodo establo de Belén.
   Ya resulta sospechoso que el acontecimiento sólo se haya consignado en uno de los cuatro Evangelios canónicos: salvo el de Mateo, los otros tres lo ignoran completamente. Las dudas se agravan por el hecho de que los analistas romanos, y sobre todo el historiador judío Flavio Josefo, que relata la vida de Herodes hasta en sus menores detalles, no digan una palabra.
   Señalemos, además, que la Matanza de los Inocentes no es una leyenda aislada, específicamente judía: la historia del niño predestinado a quien el rey en el trono considera una amenaza para su reinado o su vida, y del cual se defiende de antemano haciendo asesinar a todos los niños de su edad, es un tema de la leyenda universal que se encuentra, con variantes, en las del dios hindú Krishna, Ciro, Rómulo y hasta Moisés, puesto que el Antiguo Testamento habla de la matanza de los niños de Israel ahogados en el Nilo por orden del faraón.
   Y por último -este argumento podría hacer innecesarios todos los demás- el evangelista admite el origen bíblico de su relato que no es más que una profecía realizada: «Entonces se cumplió la palabra del profeta Jeremías, que dice: Una voz se oye en Ramá, lamentación y gemido grande; es Raquel, que llora a sus hijos y rehúsa ser consolada,  porque  ya  no existen ».
   Así, la Matanza de los Inocentes sería, como la mayoría de los acontecimientos relatados en los Evangelios, la consumación de una profecía del Antiguo Testamento.
El culto de los Santos Inocentes
   Muy popular en la Edad Media, el culto de los santos Inocentes provocó en 1212 la asombrosa cruzada de los niños que acabó de manera miserable.
   La abadía de Saint Denis y la iglesia de los Inocentes en París, pretendían poseer, ambas, el cuerpo entero de uno de los pequeños mártires.
   La abadía benedictina de Brantôme (Dordogne), se jactaba de conservar las reliquias de san Sicario, uno de los Inocentes.
   En Saint Germain des Prés, una pierna relicario del siglo XIII contenía la tibia de uno de ellos. El Museo de Zurich recogió el pie relicario de otro, embutido en una pieza de orfebrería del siglo XV.
   La cartuja de Würzburgo, en Alemania, exponía el cuerpo de uno de los Inocentes. La Edad Media confundía en un solo culto a los santos Inocentes con los pequeños mártires cristianos que habrían sido víctimas de los asesinatos rituales de los judíos. Los niños encontrados (Findelkinder) y los niños de coro (Chorknaben), estaban puesto bajo su protección.
   Aunque la hecatombe de los Inocentes de Belén pertenece al dominio de la fábula, la piedad popular veneró a los muertos como a los primeros mártires cristianos: su bautismo de sangre se juzgó equivalente al bautismo por el agua.
   Su culto se desarrolló muy tempranamente, al principio en Palestina, en cuya basílica de Belén había una capilla dedicada a los Santos Inocentes.
   El día de su muerte, el 28 de diciembre, se consideraba día nefasto.
   Esta  devoción está probada en Francia por numerosos testimonios. Algunas de sus reliquias fueron llevadas desde Oriente por san Casiano, a la abadía de Saint Victor en Marsella, en el año 414. Dicha abadía cedió una  parte de las reliquias a otra gran abadía provenzal, la de Saint Maximin. En el siglo XII, la capilla capitular de Saint Caprais de Agen se puso bajo la advocación de los Santos Inocentes. El cementerio de los Inocentes de París, célebre por su Danza Macabra, tenía una iglesia aledaña a la cual el rey Luis XI ofreció «un Inocente entero en un gran relicario de cristal».
   Las representaciones de los Santos Inocentes en Italia se multiplicaron a partir del siglo XV a causa de la fundación de los orfelinatos que se pusieron bajo su patronazgo.
Iconografía
   Es infrecuente que estén representados con independencia de dicho tema. Tiene palmas como atributos.
   Los Inocentes, asimilados a los santos y a los mártires, está nimbados y tienen como atributo la palma del martirio. Están vestidos con una camiseta manchada de sangre o bien desnudos con un ceñidor de hojas.
   En los ciclos narrativos deben distinguirse seis episodios:
1. Herodes pregunta a los sacrificadores y a los escribas dónde nació Cristo.
2. Herodes ordenando la matanza de los inocentes. 
   Está sentado en un trono, como en la escena de la Visita de los Reyes Magos, un demonio le dicta malos consejos al oído.
3. La matanza de los inocentes.
   En las realizaciones más antiguas, los verdugos llevan a Herodes en brazos o al hombro a los niños que han quitado a sus madres.
   Después, la escena se volvió más dramática y brutal. Es una serie de furiosos duelos entre los brefoctones (matadores de niños pequeños) y las madres que defienden a sus hijos. Un soldado coge a un niño por el pie, lo deja colgando cabeza abajo y se dispone a cortarlo en dos con su espada, como en la simulación del Juicio de Salomón. Muchos de ellos son ensartados como lechones.
   En una segunda versión que parece de origen provenzal, los niños no reciben la muerte por espada sino que son aplastados contra el suelo, al pie del trono de Herodes.
   Las mujeres expresan su dolor mesándose la cabellera y desgarrándose las mejillas con las uñas. Una de ellas se afana en reunir los miembros dispersos de su hijo cortado en pedazos.
4. La huida a la montaña de Isabel y san Juanito
   Este episodio, incorporado a la Matanza de los Inocentes, se ha tomado de los Evangelios apócrifos, especialmente del Protoevangelio de Santiago y del Evangelio Armenio de la Infancia (cap. 14: 2).
   «Cuando Isabel supo que se buscaba a su hijo Juan, lo cogió y partió hacia la montaña y buscaba donde ocultarlo pero no encontraba escondrijo. Con un profundo suspiro dijo: -Montaña de Dios, recibe a una madre con su hijo. Y súbita­mente la montaña se abrió y los recibió.»
   La píxide bizantina de marfil procedente de la Bóveda Chilhac, cerca de Brioude (Louvre), ofrecería la más antigua representación conocida de este episodio que ha sido reeditado por los hagiógrafos en la leyenda de santa Bárbara. Se encuentran otros ejemplos en una miniatura del Homiliario de Gregorio Nacianceno (siglo IX, B.N., París), en los frescos de Capadocia (siglo XI), y en los mosaicos de Kahrié Djami, Constantinopla (siglo XIV).
   En el arte bizantino esta escena suele asociarse con la Matanza de los Inocentes.
5. La degollación de Zacarías
   Furioso porque san Juanito había escapado, Herodes hace degollar frente al altar a su padre, el sumo sacerdote Zacarías. Se encontró la sangre coagulada de éste, pero no su cuerpo que había desaparecido.
6. La muerte de Herodes
   Tantos crímenes merecían un castigo ejemplar. La justicia popular no trató a Herodes mejor que a Judas. La tradición lo hacía morir agusanado a causa de una enfermedad vermicular.
   Según Pedro Comestor, el cuerpo del tirano fue roído vivo por los gusanos que pululaban en sus testículos putrefactos: «Ipsa quoque verenda putrefacta scatebant vermiculis. Putredo testiculorum vermes generabat». Acaba  suicidándose con el cuchillo que usaba para pelar la fruta y los demonios se llevan su alma al infierno (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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La calle Cuna, al detalle:
La Casa para Ignacio Sanz
Teatro Pathé
El edificio "Ciudad de Londres"
El edificio de la calle Cuna, 35
El edificio de la calle Cuna, 41
El edificio de la calle Cuna, 42 
El edificio de la calle Cuna, 45-47
El edificio de la calle Cuna, 48
El edificio de la calle Cuna, 49
El edificio de la calle Cuna, 51