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lunes, 13 de diciembre de 2021

Un paseo por la calle Santa Lucía

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Santa Lucía, de Sevilla, dando un paseo por ella.    
     Hoy, 13 de diciembre, Memoria de Santa Lucía, virgen y mártir, la cual, mientras vivió, conservó encendida la lámpara esperando al Esposo, y llevada al martirio en Siracusa, ciudad de Sicilia, en Italia, mereció entrar con Él a las bodas y poseer la luz indefectible (303/304) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y qué mejor día, que hoy para Explicarte la calle Santa Lucía, de Sevilla, dando un paseo por ella.
     La calle Santa Lucía es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio de San Julián, del Distrito Casco Antiguo; y va de la confluencia de las calles Sol, y Madre Isabel de la Trinidad, a la confluencia de la plaza del Pelícano, con la calle Enladrillada.  
     La  calle, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. 
     En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta,  constituida  por  bloques  exentos,  la  calle,  como  ámbito  lineal de relación, se pierde, y  el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
   La vía, en este caso una calle, está dedicada a la Iglesia de Santa Lucía, que se encuentra en la propia calle.
     Desde 1349 hay referencias a la denominación de la primera parte de esta calle como plaza de Santa Lucía, por situarse allí la iglesia de igual denominación; en cambio, el segundo tramo figura como plaza de la Puerta del Sol en el plano de Olavide (1771) y como plaza del Beaterio después, por el de la Santísima Trinidad allí establecido en 1729; en 1845 se unifican ambos espacios bajo la denominación que hoy conserva. Posee un trazado muy irregular, formado por cinco tramos en ángulo, que además no siempre son paralelos en ambas aceras y permite la formación de un espacio abierto, la primitiva plaza, frontero y lateral a la iglesia. En 1574 fue colocada una fuente pública para el abastecimiento de los vecinos frente a la iglesia; son frecuentes las noticias relativas a su reparación y a la indigencia que padecen los usuarios: "más seca que un esparto", decía El Liberal que se encontraba en junio de 1857; hasta 1914 llegan las referencias a su existencia. En 1649 se colocó una cruz de hierro con peana de ladrillo en la plaza, en recuerdo de los allí sepultados tras la peste padecida en dicho año; en 1823 el párroco de Santa Lucía solicitó el traslado de la cruz al interior de la iglesia, por "los continuos insultos que recibía". Actualmente ofrece un aspecto descuidado y sucio, particularmente en el espacio frontero a la iglesia, que se encuentra sin pavimentar, salvo la franja de acceso a ésta; la calzada está asfaltada y las aceras son de cemento extendido directamente. Se ilumina con farolas con brazos de fundición adosados a las fachadas. 
   Es probable que en sus orígenes la iglesia de Santa Lucía estuviera exenta, a juzgar por las continuas referencias a lo largo del s. XVIII y primer tercio del XIX, a la existencia de un callejón (del que vecinos de la iglesia solicitan sitio para labrar o piden que se cierre), hoy inexistente como consecuencia de ocupaciones sucesivas. La iglesia se levanta sobre la que pudo ser mezquita musulmana y fue construida en el s. XIV. En 1868 fue incautada por el Estado y en ese mismo año la Tertulia Democrática de "artesanos honrados", que se reunía hasta entonces en Juz­gado 11, solicitó al Ayuntamiento que  le cediera su uso; posteriormente pasó a propiedad privada, y desde entonces ha soportado distintos usos hasta llegar a un estado de abandono total y ruina, sufriendo en 1930 la pérdida de su portada original, que fue trasladada a la iglesia de Santa Catalina; actualmente está siendo restaurada. En el núm. 2 se encuentra el Beaterio de la Santísima Trinidad, establecido allí, como ya se ha indicado, desde 1729; fue fundado para dar acogida y educación a niñas pobres y huérfanas a las que se les enseñaba "la doctrina cristiana, leer, escribir y coser medias", y en palabras también de González de León: "De ella salen ejemplares religiosas cuando se admitían; y salen excelentes y virtuosas esposas; y fieles y activas sirvientas" (Noticia artística...).  
     En la edificación predomi­nan los bloques de viviendas de nueva planta y cuatro alturas, que han venido a sustituir el caserío tradicional, muy degradado; con todo, se conservan algunas casas de escaleras de tres y cuatro plantas, y en el núm. 5 una muy modesta y de una sola planta, casa natal de Sor Angela de la Cruz, hoy ocupada por las Hermanas de la Cruz, y que con toda seguridad debe a ello su conservación. Registra una cierta actividad comercial; son de destacar los locales relacionados con reparaciones de automóviles y ciclomotores y un almacén de pinturas. A principios de siglo se levantaba  una Cruz de Mayo en la casa núm. 11 [Josefina Cruz Villalón en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de Santa Lucía, virgen y mártir;
   Virgen de Siracusa que habría sido martirizada en 304, en tiempos de Diocleciano.
   Según la leyenda, con su madre Eutiquia emprendió una peregrinación a Catania, a la tumba de santa Águeda. Después de la curación de su madre, Lucía distribuyó toda su fortuna entre los pobres.
   Denunciada como cristiana por su novio pagano, el cónsul Pascasio, fue condenada a permanecer en el prostíbulo (ad leones), pero un potente tiro de cuatro bueyes no consiguió hacerla avanzar ni un paso hacia allí. Es lo que evoca un himno donde se califica a la santa  de  «columna inamovible».
   Columna es immobilis, 
   Lucia sponsa Christi.
   El cónsul pidió ayuda a los magos. Lucía fue asperjada con orina hirviente que se consideraba apta para destruir los maleficios. Los verdugos le echaron plomo fundido en las orejas, le arrancaron los dientes y los pechos. Se levantó una hoguera a su alrededor; pero las llamas la respetaron, y para acabar con ella debieron cortarle el cuello.
   Según otra versión, ella misma se habría arrancado los ojos y los habría enviado a su novio sobre una bandeja; pero la Santísima Virgen le habría hecho nacer otros ojos aún más bellos (occhi belli, lucenti).
   Esta leyenda se apoya en la etimología popular de su nombre, Lucia, cuya raíz está vinculada con la palabra luz (lux) (Lucia a luce, Lucia quasi lucis via).
   Los dos ojos que le servían de atributo no eran los suyos, sino, por decirlo así, eran armas parlantes. Se trata de un despropósito iconográfico que ha engendrado la leyenda de los ojos arrancados.
CULTO
   Desde Siracusa, Sicilia, cuya catedral está puesta bajo su advocación, el culto de la santa se difundió en todo el territorio italiano: Nápoles, Roma, Milán y hasta Venecia.
   En Nápoles, donde cuatro iglesias están puestas bajo su advocación, es casi tan popular como san Jenaro. El nombre de santa Lucía suena constantemente en las barcarolas napolitanas. Las iglesias de Santa Lucía del Mare, y Santa Lucía del Monte pretenden  poseer, cada una, uno de los dientes de la santa, la catedral de Milán su cabellera, la iglesia de Santa Lucía de Padua un  trozo de una costilla y un mechón de pelo... pretensiones irreconciliables con la de los venecianos que creen poseer el cuerpo íntegro de la santa siciliana.
   Francia no fue menos devota a santa Lucía. En la abadía de Saint Riquier cerca de Abbeville, se veneraban sus reliquias.
   Pero el centro principal del culto de la santa era la abadía de Saint Vincent, en Metz, que se jactaba de haber recibido el cuerpo de la santa en el año 970. Desde Metz, el culto de santa Lucía se difundió en la Alemania renana, donde desplazó al culto de su competidora alsaciana, santa Odila. Teodorico, obispo de Metz, cedió el brazo de la santa a la catedral de Espira.
   Amberes, en Flandes, recibió del papa Chigi (Alejandro  VII), un fragmento de su mandíbula. En España, el culto de la santa está probado en la ciudad de Sevilla.­
   La razón principal de la popularidad de santa Lucía es que se la considera curadora de las enfermedades oculares, las oftalmias y  la ceguera .
   En Suecia, el día de su fiesta (13 de diciembre), una joven casadera entra en cada casa con una corona de cirios encendidos en la cabeza, símbolo del fin de los días oscuros y del próximo retorno de la claridad.
   En cambio en Sicilia es invocada por las mujeres que desean que sus maridos se vuelvan ciegos con el objeto de poder engañarlos con más facilidad. Como muchas santas, Lucía ha heredado facultades de divinidades paganas. 
   En Alemania ha suplantado a la diosa germánica Berchta, la brillante, llamada la hilandera. De ahí que se convirtiera  en patrona de los tejedores.
ICONOGRAFÍA
 
   Sus atributos más frecuentes son dos ojos que suele presentar sobre una bandeja o en el fondo de una copa. No obstante, a veces lleva sus ojos en la palma de la mano, como flores, en el extremo de un tallo, en la punta de un puñal o clavados en un pincho. En un cuadro de Baroccio (Louvre) un ángel es quien sostiene la bandeja con los ojos. Sean cuales fueren estas variantes, todas ellas significan que se la invoca para las enfermedades oculares.
   Este atributo puede hacer que se la confunda con la alsaciana santa Odila, si ésta última no presentase su par de ojos sobre la placa de encuadernación de un libro.
   La santa pisotea un buey, alusión a los bueyes que no pudieron arrastrarla hasta el prostíbulo.
   Además, se la reconoce por la espada o un puñal que le atraviesa la garganta, instrumentos de su martirio. De la herida de su cuello irradian rayos de luz. Las llamas de sus pies, la lámpara encendida o el cirio que lleva en la mano, deben interpretarse como armas parlantes, al igual que el fondo estrellado sobre el cual se destaca (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Santa Lucía, de Sevilla, dando un paseo por ella. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Más sobre el Callejero de Sevilla, en ExplicArte Sevilla.

La calle Santa Lucía, al detalle:
Beaterio de la Santísima Trinidad
Edificio de la calle Santa Lucía, 11

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