Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la antigua Iglesia de Santa Lucía (actual sede del Centro de Investigación de las Artes Escénicas de Andalucía - CIRAE), de Sevilla.
Hoy, 13 de diciembre, Memoria de Santa Lucía, virgen y mártir, la cual, mientras vivió, conservó encendida la lámpara esperando al Esposo, y llevada al martirio en Siracusa, ciudad de Sicilia, en Italia, mereció entrar con Él a las bodas y poseer la luz indefectible (303/304) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la antigua Iglesia de Santa Lucía (actual sede del Centro de Investigación de las Artes Escénicas de Andalucía - CIRAE), de Sevilla.
La antigua Iglesia de Santa Lucía (actual sede del Centro de Investigación de las Artes Escénicas de Andalucía - CIRAE), se encuentra en la calle Santa Lucía, 10; en el Barrio de San Julián, del Distrito Casco Antiguo.
Situada en la plaza de su nombre, al final de la calle Sol y a espaldas del Beaterio de la Trinidad, el templo de Santa Lucía es prototipo del llamado "tipo parroquial sevillano", tipología de iglesias mudéjares relacionable con edificaciones como Santa Marina o San Julián. Debió construirse en el siglo XIV, siguiendo el estilo mudéjar, y aunque la historiografía tradicional insistió en su origen como una transformación de antiguas mezquitas musulmanas, estudios posteriores han constatado la originalidad de un estilo estructuralmente cristiano (naves, bóvedas, puertas ojivales, ábsides, esculturas ...) que convive con elementos constructivos (uso del ladrillo y de la madera) y decorativos (azulejos, arcos polilobulados, yeserías ...) de origen musulmán. Santa Lucía debió tener un carácter secundario ante la cercanía de edificios de mayor envergadura como San Julián o San Román. Arquitectónicamente presentaba el característico esquema de iglesia de tres naves con presbiterio de piedra, portada ojival y torre adosada a los pies de modestas dimensiones, en la que se pudieron emplear materiales de acarreo de un templo romano. Albergó importantes lienzos de Juan de Roelas, de Andrés Pérez y de Francisco Varela; retablos barrocos, imágenes atribuida a Cano e importantes piezas de orfebrería. Junto a la hermandad de los Panaderos, la parroquia tuvo hermandad sacramental propia e incluso, ya en el siglo XIX, llegó a acoger entre 1810 y 1818 a la vecina hermandad de la Trinidad. Tras la Revolución de Septiembre de 1868 el recinto fue desacralizado, aunque se evitó su derribo (destino que corrió, por ejemplo, el templo de San Miguel). Se realizó el inventario de un patrimonio que fue dispersado entre el Museo de Bellas Artes, la parroquia de San Julián, la parroquia de Gibraleón, la Catedral o la parroquia del Salvador. La hermandad del Prendimiento se trasladó a la iglesia de los Terceros. El retablo de la Virgen de Regla fue trasladado a Espartinas y el coro pasó a la sala de juntas de la hermandad sacramental de San Bernardo. El antiguo templo mudéjar pasó a ser el local de la "Tertulia Democrática y Reunión de Artesanos Honrados". Fue almacén, fábrica e incluso cine. En el siglo XX su antigua portada ojival fue trasladada a la parroquia de Santa Catalina, donde se conserva. En este siglo mantuvo su uso como almacén y como lugar de ensayo de diferentes orquestas. Incluso se especuló sobre su posible uso como mezquita. Tras diversas reformas, en al año 2008 fue abierta como sala de arte contemporáneo de la Junta de Andalucía. En 2010 se cerró la sala y pasó a depender de la Agencia Andaluza del Flamenco. Discutibles luces de neón sobre el viejo ladrillo mudéjar. Por lo menos no fue derribada por el olvido. Actualmente es sede del Centro de Investigación de las Artes Escénicas de Andalucía - CIRAE (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de Santa Lucía, virgen y mártir;
Iglesia construida en el siglo XIV, con tres naves separadas por arquerías de arcos de ladrillo sobre pilares rectangulares del mismo material. La nave central, de mayor altura, se cubre a dos aguas y las laterales a una sola vertiente.
El ábside, adosado a una medianera, adopta una forma poligonal irregular. A su lado izquierdo cuenta con una capilla de pequeñas dimensiones.
La torre, primitivo alminar, se sitúa en el frontal de la iglesia a su izquierda.
A partir de 1868, extinguida la parroquia, fue destinada a almacenes, pasando a ser propiedad privada.
Desde esta fecha el edificio ha sufrido toda suerte de avatares, que lo han llevado a un estado de absoluto deterioro.
El vaciado de su interior, la pérdida de su techumbre de madera, el traslado de su interesante portada -actualmente en la iglesia de Santa Catalina, desde 1929 (realizando las obras de adaptación y restauración Juan Talavera y Heredia)-, la adición de un conjunto irrelevante de pequeñas construcciones a su muro derecho, etc., no han sido sino algunas de las operaciones que han conducido al edificio a un estado de abandono, de pérdida de su carácter primitivo y, finalmente, de ruina.
El edificio ocupa en planta una superficie aproximada a los 1.000 m2 (Guillermo Vázquez Consuegra, Cien edificios de Sevilla: susceptibles de reutilización para usos institucionales. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Sevilla, 1988).
Virgen de Siracusa que habría sido martirizada en 304, en tiempos de Diocleciano.
Según la leyenda, con su madre Eutiquia emprendió una peregrinación a Catania, a la tumba de santa Águeda. Después de la curación de su madre, Lucía distribuyó toda su fortuna entre los pobres.
Denunciada como cristiana por su novio pagano, el cónsul Pascasio, fue condenada a permanecer en el prostíbulo (ad leones), pero un potente tiro de cuatro bueyes no consiguió hacerla avanzar ni un paso hacia allí. Es lo que evoca un himno donde se califica a la santa de «columna inamovible».
Columna es immobilis,
Lucia sponsa Christi.
El cónsul pidió ayuda a los magos. Lucía fue asperjada con orina hirviente que se consideraba apta para destruir los maleficios. Los verdugos le echaron plomo fundido en las orejas, le arrancaron los dientes y los pechos. Se levantó una hoguera a su alrededor; pero las llamas la respetaron, y para acabar con ella debieron cortarle el cuello.
Según otra versión, ella misma se habría arrancado los ojos y los habría enviado a su novio sobre una bandeja; pero la Santísima Virgen le habría hecho nacer otros ojos aún más bellos (occhi belli, lucenti).
Esta leyenda se apoya en la etimología popular de su nombre, Lucia, cuya raíz está vinculada con la palabra luz (lux) (Lucia a luce, Lucia quasi lucis via).
Los dos ojos que le servían de atributo no eran los suyos, sino, por decirlo así, eran armas parlantes. Se trata de un despropósito iconográfico que ha engendrado la leyenda de los ojos arrancados.
CULTO
Desde Siracusa, Sicilia, cuya catedral está puesta bajo su advocación, el culto de la santa se difundió en todo el territorio italiano: Nápoles, Roma, Milán y hasta Venecia. En Nápoles, donde cuatro iglesias están puestas bajo su advocación, es casi tan popular como san Jenaro. El nombre de santa Lucía suena constantemente en las barcarolas napolitanas. Las iglesias de Santa Lucía del Mare, y Santa Lucía del Monte pretenden poseer, cada una, uno de los dientes de la santa, la catedral de Milán su cabellera, la iglesia de Santa Lucía de Padua un trozo de una costilla y un mechón de pelo... pretensiones irreconciliables con la de los venecianos que creen poseer el cuerpo íntegro de la santa siciliana.
Francia no fue menos devota a santa Lucía. En la abadía de Saint Riquier cerca de Abbeville, se veneraban sus reliquias.
Pero el centro principal del culto de la santa era la abadía de Saint Vincent, en Metz, que se jactaba de haber recibido el cuerpo de la santa en el año 970. Desde Metz, el culto de santa Lucía se difundió en la Alemania renana, donde desplazó al culto de su competidora alsaciana, santa Odila. Teodorico, obispo de Metz, cedió el brazo de la santa a la catedral de Espira.
Según la leyenda, con su madre Eutiquia emprendió una peregrinación a Catania, a la tumba de santa Águeda. Después de la curación de su madre, Lucía distribuyó toda su fortuna entre los pobres.
Denunciada como cristiana por su novio pagano, el cónsul Pascasio, fue condenada a permanecer en el prostíbulo (ad leones), pero un potente tiro de cuatro bueyes no consiguió hacerla avanzar ni un paso hacia allí. Es lo que evoca un himno donde se califica a la santa de «columna inamovible».
Columna es immobilis,
Lucia sponsa Christi.
El cónsul pidió ayuda a los magos. Lucía fue asperjada con orina hirviente que se consideraba apta para destruir los maleficios. Los verdugos le echaron plomo fundido en las orejas, le arrancaron los dientes y los pechos. Se levantó una hoguera a su alrededor; pero las llamas la respetaron, y para acabar con ella debieron cortarle el cuello.
Según otra versión, ella misma se habría arrancado los ojos y los habría enviado a su novio sobre una bandeja; pero la Santísima Virgen le habría hecho nacer otros ojos aún más bellos (occhi belli, lucenti).
Esta leyenda se apoya en la etimología popular de su nombre, Lucia, cuya raíz está vinculada con la palabra luz (lux) (Lucia a luce, Lucia quasi lucis via).
Los dos ojos que le servían de atributo no eran los suyos, sino, por decirlo así, eran armas parlantes. Se trata de un despropósito iconográfico que ha engendrado la leyenda de los ojos arrancados.
CULTO
Desde Siracusa, Sicilia, cuya catedral está puesta bajo su advocación, el culto de la santa se difundió en todo el territorio italiano: Nápoles, Roma, Milán y hasta Venecia. En Nápoles, donde cuatro iglesias están puestas bajo su advocación, es casi tan popular como san Jenaro. El nombre de santa Lucía suena constantemente en las barcarolas napolitanas. Las iglesias de Santa Lucía del Mare, y Santa Lucía del Monte pretenden poseer, cada una, uno de los dientes de la santa, la catedral de Milán su cabellera, la iglesia de Santa Lucía de Padua un trozo de una costilla y un mechón de pelo... pretensiones irreconciliables con la de los venecianos que creen poseer el cuerpo íntegro de la santa siciliana.
Francia no fue menos devota a santa Lucía. En la abadía de Saint Riquier cerca de Abbeville, se veneraban sus reliquias.
Pero el centro principal del culto de la santa era la abadía de Saint Vincent, en Metz, que se jactaba de haber recibido el cuerpo de la santa en el año 970. Desde Metz, el culto de santa Lucía se difundió en la Alemania renana, donde desplazó al culto de su competidora alsaciana, santa Odila. Teodorico, obispo de Metz, cedió el brazo de la santa a la catedral de Espira.
Amberes, en Flandes, recibió del papa Chigi (Alejandro VII), un fragmento de su mandíbula. En España, el culto de la santa está probado en la ciudad de Sevilla.
La razón principal de la popularidad de santa Lucía es que se la considera curadora de las enfermedades oculares, las oftalmias y la ceguera .
En Suecia, el día de su fiesta (13 de diciembre), una joven casadera entra en cada casa con una corona de cirios encendidos en la cabeza, símbolo del fin de los días oscuros y del próximo retorno de la claridad.
En cambio en Sicilia es invocada por las mujeres que desean que sus maridos se vuelvan ciegos con el objeto de poder engañarlos con más facilidad. Como muchas santas, Lucía ha heredado facultades de divinidades paganas.
En Alemania ha suplantado a la diosa germánica Berchta, la brillante, llamada la hilandera. De ahí que se convirtiera en patrona de los tejedores.
ICONOGRAFÍA
Sus atributos más frecuentes son dos ojos que suele presentar sobre una bandeja o en el fondo de una copa. No obstante, a veces lleva sus ojos en la palma de la mano, como flores, en el extremo de un tallo, en la punta de un puñal o clavados en un pincho. En un cuadro de Baroccio (Louvre) un ángel es quien sostiene la bandeja con los ojos. Sean cuales fueren estas variantes, todas ellas significan que se la invoca para las enfermedades oculares.
Este atributo puede hacer que se la confunda con la alsaciana santa Odila, si ésta última no presentase su par de ojos sobre la placa de encuadernación de un libro.
La santa pisotea un buey, alusión a los bueyes que no pudieron arrastrarla hasta el prostíbulo.
Además, se la reconoce por la espada o un puñal que le atraviesa la garganta, instrumentos de su martirio. De la herida de su cuello irradian rayos de luz. Las llamas de sus pies, la lámpara encendida o el cirio que lleva en la mano, deben interpretarse como armas parlantes, al igual que el fondo estrellado sobre el cual se destaca (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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Horario de apertura de la antigua Iglesia de Santa Lucía (actual sede del Centro de Investigación de las Artes Escénicas de Andalucía - CIRAE):
De Lunes a Viernes: de 09:00 a 14:00
Página web oficial de la antigua Iglesia de Santa Lucía (actual sede del Centro de Investigación de las Artes Escénicas - CIRAE): www.juntadeandalucia.es/cultura/redportales/cdaea
¿Donde se encuentra su antiguo retablo mayor? Gracias
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