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Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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jueves, 31 de agosto de 2023

Los principales monumentos (Teatro Villamarta; El Gallo Azul; Ayuntamiento; Cabildo Antiguo; Iglesia de San Dionisio; Iglesia del Carmen; y Museo del Traje Corto) de la localidad de Jerez de la Frontera (IV), en la provincia de Cádiz

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Cádiz, déjame ExplicArte los principales monumentos (Teatro Villamarta; El Gallo Azul; Ayuntamiento; Cabildo Antiguo; Iglesia de San Dionisio; Iglesia del Carmen; y Museo del Traje Corto) de la localidad de Jerez de la Frontera (IV), en la provincia de Cádiz.


Teatro Villamarta
     El inmueble, obra de interés de la arquitectura jerezana, fue construido entre 1926 y 1928 por Teodoro Anasagasti.
     Presenta un carácter ecléctico derivado de las corrientes vanguardistas de principios del siglo XX. El edificio, que posee planta casi cuadrada, se organiza en su interior en torno a un gran núcleo central, formado por el vestíbulo, el patio de butacas y el escenario. En sus lados mayores se disponen una serie de dependencias y escaleras; de muy diversa utilidad.
     El vestíbulo posee dos grandes escaleras laterales, que sirven de acceso a la primera planta. El patio de butacas, por su porte, presenta un pasillo lateral de acceso a los palcos. El escenario, de planta rectangular y grandes dimensiones, hace que dicho teatro sea considerado uno de los más amplios y mejor dotados de Andalucía. La primera planta del edificio, que sigue el mismo esquema que la baja, convierte el espacio correspondiente al vestíbulo inferior en un pequeño pasillo.
     La zona de butacas, por su parte, también se modifica, al quedar reducida a la mitad.
     Al exterior, el inmueble presenta su única fachada flanqueada por dos torres entre las que se desarrolla la portada. Ésta, que se estructura mediante un gran vano central adintelado y con los ángulos achaflanados, cobija la entrada al inmueble. El acceso al interior se encuentra compartimentado mediante pilares que soportan un entablamento, sobre el cual se sitúa un gran ventanal corrido. Por encima de éste aparecen cinco pequeños huecos de iluminación con forma de octógonos adornados con orejetas de ladrillo visto. El conjunto queda rematado por una cornisa, también de ladrillo visto, que se rompe en su parte central para dar paso a otro cuerpo de menores dimensiones y perfil circular. Éste se estructura mediante un rectángulo central, que alberga un escudo de cerámica flanqueado por pilastras.
     Las torres ya mencionadas poseen planta semicircular y dos cuerpos en alzado. El cuerpo inferior, de mayor altura que los restantes, presenta en su parte inferior una ventana rectangular, protegida por reja de perfil circular; sobre ella aparecen dos vanos geminados rehundidos, con antepechos de ladrillo. El segundo cuerpo, con el frontal del muro rehundido, posee pilastras de derrame (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
 
El Gallo Azul
     El edificio situado en el número 2 de la calle Larga de Jerez de la Frontera, conocido tradicionalmente por el nombre del restaurante en él ubicado denominado "El Gallo Azul", es una singular construcción de carácter regionalista, que hoy se identifica como uno de los elementos constructivos más representativos del casco urbano de Jerez de la Frontera.
     Se trata de una estructura semicircular cuya planta baja queda prácticamente abierta al espacio público con un pórtico de 8 columnas jónicas de mármol blanco, a la que suceden dos cuerpos de orden decreciente. El primero acoge dos plantas, cuyos balcones se disponen entre pilastras corintias, mientras que el segundo, de menor altura, contiene vanos formados por arcos de medio punto. El conjunto culmina en estructura semicircular flanqueada por jarras con azucenas de bronce, cuyo centro alberga un altorrelieve de un león lamiendo el líquido de una botella rota, uno de los logotipos de la antigua empresa vinatera, del mismo material, sobre un azulejo con la firma promotora.
     En los años 60 del siglo XX, sobre las barandillas de los dos cuerpos superiores, se incorporaron los luminosos de "Fino La Ina" y "Fundador", dos de los productos más emblemáticos de la antigua empresa Pedro Domecq.
     Aníbal González concibe este edificio alejado de su estilo habitual ornamentado, aplicando un sobrio regionalismo, cuya relación con el resto de su obra estaría principalmente en el material predominante, el ladrillo visto. La ausencia de azulejos, sólo aplicados en el remate (principalmente en la cara posterior con vista a la calle Santa María), relieves, jarrones cerámicos y otros habituales componentes en su producción le otorgan a este edificio cierta austeridad, aunque compensada con el dinamismo de la fachada.
     Tras el derribo del antiguo inmueble, la superficie resultante recuperada para uso público era de 262 metros cuadrados. El nuevo edificio aportó una nueva concepción espacial, articulando el eje de confluencia de las calles Larga y Santa María.
     El propio planteamiento original de este edificio mandado a erigir por la antigua firma vinatera, unido al poste indicador de direcciones que le antecede, con elementos publicitarios de la misma y los luminosos que acompañan el remate del inmueble, forman hoy un todo identificativo de este singular espacio del centro urbano de Jerez de la Frontera. Así, a día de hoy el inmueble se ha convertido en un particular elemento del paisaje urbano del centro de la ciudad, siendo una de las imágenes representativas de la arquitectura de Jerez de la Frontera.
     Su ejecución se desarrolla a raíz del proceso de expropiación del antiguo inmueble situado en el número 2 de la calle Larga, con el objeto de acometer un ensanche y recuperar el espacio público, por lo que el nuevo edificio mermaría su longitud en beneficio del terreno inmediato. El espacio sobrante sería adjudicado a aquella persona ó entidad que llevara a cabo el proyecto constructivo más relevante, bajo concurso propuesto en el Pleno Municipal de 28 de marzo de 1927.
     El precio del solar se estableció en 6000 pesetas y, como expresan los documentos conservados, se otorgaría ".. al que se obligue a construir en él un edificio de importancia por su aspecto arquitectónico y constructivo en el improrrogable plazo de un año siendo preferido siempre aquel proyecto de edificación que reuniendo dichas condiciones de ornato deje mayor extensión superficial para la vía pública". Con ello el Ayuntamiento dejaba claramente manifiesta la intención de recuperar espacio urbano para el peatón.
     En mayo del mismo año se redactaron las bases del concurso, con siete apartados que incluían el valor y plazos de ejecución y presentación de proyectos de 30 días hábiles, a contar desde la publicación del anuncio en el Boletín Oficial de la Provincia. Los proyectos habrían de incluir planos de planta, fachadas a las calles y secciones longitudinales y transversales, realizadas en papel tela. El estilo, altura y número de plantas (que no sería inferior a la de la casa número 4 de la calle Larga) quedaría a libre criterio del autor.
     Una vez transcurrido el plazo y tras el fallo del jurado fue elegido el proyecto presentado bajo el lema "Diego Moreno Meléndez" donde, como expresan los documentos, "... además de reunir todas las condiciones exigidas, tiene la especial circunstancia de que ajustándose a la base sexta del concurso, ocupa la menor cantidad de extensión superficial para su construcción, dejando por tanto mayor superficie para ensanche".
     Tras desvelarse los nombres del promotor y el autor del proyecto, estos resultaron ser la Casa Pedro Domecq y Compañía y el arquitecto Aníbal González respectivamente, fechado en Jerez de la Frontera el 9 de julio de 1927.
     El plazo de ejecución del proyecto debía de ser de un año, según las bases del concurso; sin embargo en septiembre de 1928 la empresa Domecq solicita seis meses de prórroga ante una interrupción debido a la falta de materiales e inclemencias del tiempo, inaugurándose el edificio ya en 1929.
     Sobre el año 1962 fueron colocados sobre las barandillas que rematan el primer y segundo cuerpo del edificio los anuncios luminosos del brandy Fundador y fino La Ina, dos de los productos más emblemáticos de la antigua empresa Pedro Domecq.
     La autorización para la instalación de los mencionados rótulos fue otorgada el 23 de mayo de 1962 según puede comprobarse en el expediente 48 bis , Legajo 5002, conservado en el Archivo Municipal de Jerez de la Frontera. Así, ante solicitud de la empresa Pedro Domecq S.A., como propietaria del edificio y de los luminosos, la Excma. Comisión Municipal Permanente, previo pago de 400 pesetas, le concedió autorización para la "...colocación de dos anuncios luminosos "FINO LA INA" Y "COÑAC FUNDADOR", en las barandillas del edificio de su propiedad "Gallo Azul", según croquis presentado" (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
  
Ayuntamiento
      El Ayuntamiento actual se une al Cabildo Antiguo, prolongándose por la calle Consistorio en el que fuera hospital de San Bartolomé, perteneciente a la hermandad de la Santa Caridad y fundado en 1684. En medio está la diminuta plaza de la Yerba y a un lado la del Progreso, abierta en el solar que ocuparan sucesivamente el hospital de la Misericordia y el convento de la Concepción (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).

Cabildo Antiguo
          La sede del cabildo civil de la ciudad está formada por la unión de dos edificios históricos: el primitivo cabildo antiguo, cuyo frente principal da a la plaza de la Asunción y el antiguo Hospital de San Bartolomé, adosado a la parte trasera del anterior y con frente hacia la calle Consistorio. El cabildo es uno de los principales edificios histórico-artísticos en la ciudad finalizado en 1575 y en el que trabajaron los maestros jerezanos Diego Martín de Oliva, Andrés de Ribera y Bartolomé Sánchez. Al exterior presenta una fachada dividida en dos espacios, uno abierto y otro cerrado; el primero lo configura una loggia a la italiana y junto a ésta el edificio cerrado, en cuyo eje se encuentra la puerta principal del edificio. A un lado y otro de ésta, entre sendos pares de columnas corintias sobre plintos se abren ventanas coronadas por frontón sobre los que se encuentran a la izquierda la figura de Julio César y la de Hércules a la derecha. A cada lado de éstas se hallan recostadas las personificaciones de la Fortaleza y la Justicia, a la izquierda y la Templanza y la Prudencia a la derecha.
     Estas esculturas evocan el pasado mítico de la monarquía hispánica, Julio César y la propia ciudad de Jerez, míticamente fundada por Hércules. El friso superior presenta relieves con grutescos y sobre éste apoya un antepecho abalaustrado construido en 1789, probablemente por el arquitecto José de Vargas. El capítulo está precedido por el antecabildo, una sala rectangular de tres tramos cubiertos por bóvedas vaídas con emblemas del reino y de la ciudad en sus muros. La Sala Capitular, paralela al antecapítulo presenta una bóveda de cañón dividida en cuatro tramos mediante arcos fajones que apoyan en ménsulas voladas. En el muro de uno de sus lados menores se halla una imagen renacentista de Alfonso X, reconquistador de la ciudad.
     El antiguo Hospital de San Bartolomé, a espaldas del cabildo, fue fundado en 1684 por la hermandad de la Santa Caridad, siendo el  actual edificio una construcción que se extendió a través del siglo XVIII y parte del XIX. La capilla fue levantada por los maestros Rodrigo del Pozo y Jerónimo Moreno entre 1687 y 1696; presenta planta de cajón, testero plano y cubiertas semiesféricas. La portada exterior presenta dos columnas dóricas sobre plintos, friso y frontón superior. Junto a esta portada se encuentra la portada principal del ayuntamiento actual, labrada en 1840 con motivo del traslado a este lugar del cabildo de la ciudad. A eje con esta portada se encuentra el patio, de arcos de medio punto sobre columnas de mármol y cuerpo alto con vanos abiertos en balcones.
     De las pocas obras de arte que conserva el edificio merecen ser destacadas las mazas de plata renacentistas, del siglo XVI con sus pectorales a juego, así como una colección de retratos de corregidores del siglo XVIII y un retrato de Isabel II pintado por Luis Sevil en 1844 (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
         La antigua casa del Cabildo fue construida entre 1569 y 1575 en piedra de martelilla, y constituye la obra civil más representativa del renacimiento jerezano. En ella intervinieron varios autores. La parte principal es una sala rectangular cubierta por bóveda de cañón acasetonada, decorada con motivos geométricos en resalte y dividida en cuatro espacios por arcos fajones que se apoyan en la cornisa y descansan en capiteles renacentistas. Esta sala fue realizada por Diego Martin de Oliva entre 1569 y 1571.
     El antecabildo, da a la fachada principal y está cubierto por tres tramos de bóvedas acasetonadas, muy planas, decoradas en sus frentes por dos escudos reales de España y en los costados otros dos de la ciudad sostenidos respectivamente por leones y angelotes. Esta sala junto con la fachada fue construida por Andrés de Ribera y Bartolomé Sánchez entre 15710 y 1575.
     Su fachada consta de dos partes, a la izquierda se abre el pórtico "loggia", sostenido por columnas de mármol con capiteles corintios renacentistas, y a la derecha la fachada principal propiamente dicha, dividida en tres espacios por ocho medias columnas pareadas, estriadas, de capiteles corintios y destacando sobre un basamento decorado con cartelas.
     El espacio central lo ocupa la puerta principal adintelada, adornada en su contorno con diversos motivos bélicos, rematados por el escudo de la ciudad. Las otras dos partes de la fachada las ocupan dos ventanas, terminadas por frontones, sobre los que están en hornacinas las esculturas de Julio César y Hércules. En las cornisas de dichos frontones se sientan los altorrelieves de las cuatro virtudes cardinales, terminándose por último la construcción con una balaustrada en la que lleva el escudo de Felipe II.
     El apeadero, es un doble pórtico columnado compuesto por tres arcos de medio punto sobre columnas de mármol blanco y fue realizado por Martín Delgado en 1610.
     La Casa del Cabildo, Antiguo Consistorio o Ayuntamiento Viejo, es un edificio construido en el último tercio del siglo XVI, durante el reinado de Felipe II por Andrés de Ribera, Diego Martín de Oliva y Bartolomé Sánchez, según consta en una inscripción de su fachada principal, concentrándose en ella su rica decoración iconográfica.
     Ha llegado hasta nuestros días prácticamente sin alteraciones constituyendo una de las mejores muestras del Renacimiento Local. Desde 1873 y hasta 1984 esta Casa albergó la Biblioteca Pública Municipal así como el Museo Arqueológico, antes de su traslado al actual edificio de la Plaza del Mercado.
     En la actualidad es un salón de plenos que se utiliza solo para actos especiales tales como los plenos de constitución o investidura de las nuevas corporaciones municipales, traslado del pendón, actos de reconocimiento de personajes ilustres de la cuidad, etc. Está incorporado desde su rehabilitación en 1992 al propio Ayuntamiento (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
      El edificio más notable de la plaza de la Asunción es el antiguo Cabildo, magnífico ejem­plo del Renacimiento no sólo local, sino incluso regional y, desde luego, uno de los tres mejores monumentos de Jerez, si es que no el mejor. Se desconoce al autor de la traza, pero se sabe que en la obra trabajaron los jerezanos Andrés de Ribera, Bartolomé Sánchez y Diego Martín de Oliva, y que estaba terminada en 1575. La extensa fachada, que ocupa todo un lateral de la plaza, se encuentra dividida en dos espacios perfectamente diferenciados: a la izquierda corre una a modo de logia con arcos de medio punto sobre colum­nas de mármol cuyos capiteles son musulmanes. Al lado de aquélla, hacia la derecha, se sitúa la fachada, en cuyo eje central está la puerta, a un lado y a otro de la cual se abren sendas ventanas con frontón triangular, enmarcadas por pares de pilastras corintias y coronadas por hornacinas a las que parecen vigilar las virtudes teologa­les, talladas en relieve. En la hornacina de la izquierda se ve a Julio César y en la de la derecha a Hércules, ambas evocadoras del pasado mítico de la ciudad (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).

Iglesia de San Dionisio
          Ubicada frente a las casas capitulares de la ciudad, la parroquia fue fundada en 1264 por Alfonso X. Dedicada a San Dionisio Areopagi­ta por haber entrado las huestes cristianas en Jerez para su definitiva conquista el 9 de octubre, día de su festividad, fue este templo testigo de un notable acontecimiento de la historia de la ciudad en la baja Edad Media, al haber sido sede, en 1483, de la masiva junta donde más de trescientos caballeros jerezanos se juramentaron para impedir que el marqués de Cádiz, don Ro­drigo Ponce de León, uniese el alguacilazgo mayor perpetuo a los otros cargos concejiles que ya ostentaba.
     En la fachada de los pies, destaca el rosetón central, las ventanas ciegas geminadas de estilo mudéjar y la portada abocinada, relacionable con obras del mudéjar cordobés, aunque muy rehecha en el siglo XIX. Las fachadas a la plaza Plateros y a Doctor Revueltas vuelan la cubierta con un fino alero decorado con canes que representan formas figuradas vegetales, animales y mocárabes. La portada del lado del evangelio, hallada durante las labores de restauración del pasado siglo, es similar a la principal, aunque conserva una interesante decoración vegetal de la que aquélla carece.
     La portada de la epístola, adintelada, es fruto de una transformación del siglo XVIII.
     En la zona de cabecera, hacia el lado de la epístola, se sitúa una sencilla espadaña de la segunda mitad del siglo XVIII, atribuida al maestro Juan de Bargas.
     El interior se distribuye en tres naves divididas por pilares de cantería del segundo cuarto del siglo XV, en los que se muestra una insólita decoración mudéjar de ascendencia almohade a modo de baquetones entrecruzados que se rematan en capiteles de mocárabes. La apariencia medieval que presenta la iglesia estaba enmascarada, hasta que, entre 1953 y 1976, fue sometida a una profunda intervención por parte de los arquitectos Fernando de la Cuadra y Rafael Manzano. En ésta, si bien se recuperó parte de la imagen medieval del templo, se perdieron la­mentablemente los baquetones, molduras y bóvedas de yeso realizados por el maestro Ignacio Díaz en los años treinta del siglo XVIII.
     La cabecera, de testero plano ochavado a media altura mediante trompas, es obra ya del siglo XVI, al igual que el tramo que le precede. Se cubren con bóvedas de terceletes y con combados respectivamente. Adosado a ella se encuentra el retablo mayor, que ocupa todo el testero hasta la clave de la bóveda. Fue realizado por el entallador Agustín de Medina y Flores durante el segundo cuarto del siglo XVIII para la iglesia de los jesuitas y posteriormente, tras la expulsión de éstos en 1767, donado a esta parroquia por Carlos III. Entonces, las tareas de adaptación corrieron a cargo de Andrés Benítez, que le añadió el envolvente cascarón que lo remata. Se divide en tres calles mediante cuatro grandes estípites con decoración de talla menuda. La ico­nografía es la propia de la iglesia jesuita de la que procede, que estaba dedicada a Santa Ana y los legendarios santos de Asta -Honorio, Esteban y Eutiquio-, a los que se unieron en esta nueva ubicación del retablo otras imágenes de santos relacionadas con la parroquia. En el primer cuerpo figuran, en su calle central, el manifestador, donde se encuentra una talla de la Inmaculada del siglo XVIII, y el camarín de Santa Ana y la Virgen, y en los inter-estípites, San José  con el Niño y San Joaquín. En la parte superior se encuentran los mártires de Asta y el titular de la iglesia, San Dionisio.
     La nave del evangelio carece de capillas, aunque probablemente cumpliese esta función la sala inferior de la torre de la Atalaya, comuni­cada por un arco semejante al que da acceso a la Capilla de los Gatica. Su interior está cubierto por una sencilla bóveda de nervios decorados con dientes de sierra. En este pequeño recinto, que también sirvió de sacristía al Sagrario, se conservan una imagen de terracota policroma­da de la Virgen de las Angustias realizada por el clérigo Diego Manuel Felices de Molina en la primera mitad del siglo XVIII. Procede de un al­tar callejero del desaparecido arco de la calle Algarve, destruido en 1832; y una puerta gótica de dos hojas, procedente de la Capilla de los Gatica. La cabecera de la nave del evangelio, poligonal y cubierta con nervaduras de estilo gótico primi­tivo, data de principios del siglo XIV. Adosado a esta cabecera se encuentra el retablo de San Cayetano, de estilo rococó, realizado por Andrés Benítez en 1767. De dos cuerpos y tres calles, divididas por columnas al bies, en su hornaci­na central se encuentra la imagen del San Caye­tano, de vestir, flanqueado por Santa Bárbara y San José. En el cuerpo superior, Santo Tomás, y las virtudes teologales.
     La cabecera de la nave de la epístola conserva todavía, parte de la decoración barroca realizada por Ignacio Díaz en la primera mitad del XVIII. En este lugar, se encuentra el retablo del Mayor Dolor, de estilo rococó. Es copia del último tercio del XVIII realizado por Andrés Benítez para la cabecera del evangelio, siendo probable que sea obra suya o de su círculo. El camarín lo ocupa Nuestra Señora del Mayor Dolor, imagen de vestir de gran expresividad del primer cuarto del XVIII. En las hornacinas laterales se encuentran las imágenes de Santiago el Mayor y San Bartolomé. La hornacina del ático, a modo de balconada, custodia una imagen del «Ecce Homo» entre dos ángeles lampadarios, todo coronado por el San Miguel ubicado en el remate. Cabe destacar la imagen de San Bartolomé ubicada junto a este retablo, obra de la primera mitad del siglo XVIII cercana al círculo de Francisco Camacho de Mendoza. En el lado de la epístola existen dos capillas; la primera es la de la Capilla de los Gatica, del siglo XV, a la que se acce­de a través de un arco enmarcado por alfiz, con decoración mudéjar de ascendencia almohade. Destaca en la capilla, el Cristo de las Aguas, talla de Cristo yacente del círculo de Pedro Millán, de la primera mitad del XVI. A los pies del templo, se encuentra la capilla funeraria de doña Elvi­ra Martínez de Trujillo Maldonado «la Astera», que estaba ya fundada en 1430 y que es también el baptisterio de la parroquia. Está cubierta con bóvedas de crucería de distinta dimensión y aunque fue intensamente intervenida en la última renovación del templo, conserva elementos originales, como el arco que divide el espacio interior, con tallas de hojas de parra entre lóbulos, y la pila bautismal, de jaspe negro del siglo XVII.
     En la Sacristía se conservan algunas piezas in­teresantes como la cajonera, de la segunda mitad del siglo XVIII, decorada con rocalla y dos imágenes de San Juanito y el Niño Jesús, que han sido atribuidas a José de Arce. De entre las obras sin ubicación fija son de destacar, una talla del «Ecce Homo», del siglo XVIII, una imagen de San José con el Niño, de la misma centuria, y el techo del primitivo palio de Nuestra Señora del Mayor Dolor, pintado en 1898 por el jerezano Germán Álvarez de Algeciras.
     Unida a la parroquia de San Dionisio se en­cuentra la llamada Torre de la Atalaya, que levantó el Concejo Municipal para que albergase el reloj de la ciudad, si bien posteriormente tuvo usos militares.
     Se trata de una obra finalizada entre los años 1447 y 1449 que muestra acusados caracteres propios de la arquitectura mudéjar lo­cal, como las ventanas geminadas de arquillos polilobulados con lacería. El cuerpo superior, separado del primero por una cornisa, muestra elementos decorativos góticos característicos de los último años del siglo XV o de los primeros del XVI en los que la torre fue reformada (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
         La Iglesia de San Dionisio es una de las más importantes de Jerez de la Frontera (Cádiz). Es un templo construido en la primera mitad del siglo XV en estilo gótico-mudéjar, aunque alterado con transformaciones barrocas en el siglo XVIII. Sus dimensiones aproximadas en planta son 25 x 38 m., y la altura máxima es de 18 m. en la nave central.
     Se trata de una iglesia de planta basilical, dividida en tres naves por altos pilares cruciformes adornados con grandes lazos almohades que suben hasta los capiteles. Los arcos que separan las naves, son apuntados y dentados, corriendo por encima de ellos una menuda cenefa polilobulada.
     La portada abocinada se acusa al exterior por un cuerpo saliente en la fachada, rematado por una cubierta a dos aguas, característica del mudéjar jerezano, siendo las arquivoltas apuntadas. A uno y otro lado tiene dos ventanas mudéjares ciegas, en ajimez, de distintos tamaños, de los que sólo el correspondiente al lado del Evangelio está decorado por una arraba de lacería, semejante a los que adornan la parte inferior de la torre de la atalaya, pues el de la otra ventana aparece sin tallar. El ábside de forma poligonal, con la estructura propia de la ojiva, tiene contrafuertes y ventanales muy poco apuntados.
     La torre de la Atalaya está constituida por dos cuerpos, uno que forma la torre propiamente dicha y otro que corresponde a la escalera. En el exterior y analizándola estilísticamente se estima que cabe distinguir en ella dos épocas fundamentales. Una primera época a la que pertenece la parte inferior, y otra a la que corresponde la parte superior.
     Interiormente, la torre está tiene dos pisos. El primer piso con bóveda de nervios cruzados que descansan sobre columnillas cortadas. El segundo piso se cubre por una bóveda de nervios cruzados flanqueados por dientes de sierra que descansan en capiteles de mocárabes.
     La iglesia, que debe su nombre al patrón de la ciudad, fue edificada en recuerdo del día nueve de octubre de 1.264, festividad de San Dionisio Areopagita, día en el que hizo su entrada en Jerez de la Frontera Alfonso X el Sabio. Fue construida en el estilo gótico propio del siglo XIII. Ese primer edificio, fue profundamente remodelado en la primera mitad del siglo XV a la manera gótico-mudéjar. A esta etapa corresponden los pilares decorados con entrelazo sobre los que se alzan los arcos formeros que dividen sus tres naves, así como el resto de la ornamentación de ascendencia hispanomusulmana que encontramos tanto en el interior como en el exterior del edificio.
     A mediados del siglo XV se termina la Torre de la Atalaya. En el siglo XVI se inició un proyecto que pretendía sustituir las primitivas cubiertas de madera de las naves por bóvedas tardogóticas, pero solo se llegaron a construir una nueva capilla mayor y la complicada bóveda con nervaduras de trazado curvilíneo que la antecede. En el siglo XVIII experimentó una nueva transformación de su interior, que adoptó aires barrocos.
     Actualmente se encuentra en perfecto estado tras una minuciosa restauración que de la que ha sido objeto, y que descubrió restos arqueológicos en el subsuelo que alargaron las obras (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     En la plaza de la Asunción se alza la iglesia de San Dionisio, que ofrece también sendas fachadas a las plazas adyacentes de Plateros y del Progreso. Fue fundada también por Alfonso X, aunque su construcción no se inició hasta los últimos años del siglo XIV. Conserva abun­dantes elementos del estilo gótico-mudé­jar original, circunstancia que se aprecia ya en el rosetón y en las ventanas ajimezadas de la fachada principal, así como en la combinación del ladrillo y la piedra utilizados en su fábrica. Tres naves separadas por arcos formeros ojivales sobre gruesos pilares cruciformes conforman el interior, siendo la central de mayor amplitud que las laterales. Sólo la nave de la epístola muestra capillas adosadas. La capilla mayor lleva la cabecera plana y se cubre con bóvedas góticas de terceletes. En el lado de la epístola se encuentra la capilla de los Gatica, en la que se venera al Cristo de las Aguas, una imagen yacente tallada por algún discípulo de Pedro Millán en la primera mitad del siglo XVI (Rafael Arjona, y Lola Wals. Guía Total, Cádiz, Costa de la Luz. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2008).

Iglesia del Carmen
          El origen de los carmelitas en este lugar se remonta a 1600, fecha en que levantaron una pequeña capilla y ocuparon algunas casas anejas; anteriormente habían habitado, desde 1587, en el antiguo Convento de benedictinos, extramuros de la ciudad. La iglesia fue trazada durante la segunda mitad del siglo XVII, si bien la construcción ocupó toda la centuria y parte del siglo XVIII, siendo inaugurada en 1727. En su construcción participaron los maestros José Núñez de la Barrera y, ya en el siglo XVIII, Miguel Ojeda Matamoros, quien probablemente fuera el autor del claustro anejo a la iglesia, derribado en la segunda mitad del siglo XX .
     La portada, quizá traza de Núñez de la Barrera, se comenzó en 1731; presenta dos cuerpos, el primero con arco de medio punto entre pilastras y columnas corintias y el superior centrado por la imagen de la Virgen del Carmen y coronado por un frontón partido. De esta portada nacen dos torres, si bien sólo se concluyó una, que quedó mocha hasta que, recientemente, se coronó con un chapitel de nula calidad.
     El interior de la iglesia presenta tres naves, más ancha y alta la central, con crucero coronado por cúpula, testero plano y capillas al pie de las torres. La nave central se cubre por bóveda de cañón con lunetos, siendo las de las naves laterales de arista. Mención especial merecen las bóvedas del tercer tramo de las dos naves latera­les, que reproducen bóvedas góticas con terceletes y combados.
     La apariencia del interior es fruto de las remo­delaciones sufridas entre 1878 y 1880, en que intervino el pintor Rodríguez de Losada y entre 1949 y 1950 en que Juan de Bernabé Britto trabajó para subsanar los destrozos ocasionados en el periodo republicano, en el que la iglesia fue salvajemente profanada. Se colocaron entonces lienzos pintados por Enrique Hernández en la nave central, así como pinturas de Vicente Chamorro y el mismo Britto en otras partes del templo. Los lienzos de Rodríguez de Losada se conservan hoy en los muros del crucero.
     El retablo mayor es obra de finales del siglo XIX si bien fue redecorado en la última remodelación aludida. Es un retablo-camarín en el que se encuentran las imágenes de San Ángelo y San Alberto, en los inter­columnios y un lienzo de Rodríguez de Losada con la representación del Rapto de Elías en el carro de fuego.
     El camarín, del siglo XVIII, está redecorado en 1921 por el valenciano Carmelo Vicent. La Virgen del Carmen es una talla de vestir de escuela sevillana de finales del siglo XVI y el Niño es obra de finales del siglo XVII. El púlpito es una pieza barroca de la segunda mitad del siglo XVIII, con decoración de rocalla y espejos y cubierto por tornavoz.
     A los pies del lado del evangelio, bajo el hueco de la torre, se encuentra la capilla del Nacimiento, con un belén de 1905 del artista jerezano Juan Bravo, con imágenes del madrileño Fran­cisco Font. Frente a ésta se encuentra la capilla de Cristo Rey, remodelada entre 1940 y 1945 por Fernando de la Cuadra Irízar para albergar los restos del mártir jerezano Antonio Molle Lazo. Actualmente preside la capilla la imagen del Cristo de la Lanzada, obra de la primera mitad del siglo XVIII atribuida a Diego Roldán.
     En las naves laterales se adosan altares de entre los que cabe destacar, en el lado de la epístola, los de San Joaquín, Santa Ana y la Virgen, de la segunda mitad del siglo XVII y el lienzo de Ánimas, junto a la puerta del lado del evangelio, obra de Rodríguez de Losada de finales del siglo XIX.
     Interesantes son también los retablos del crucero; el del lado de la epístola, rococó de la segunda mitad del siglo XVIII presidido por la imagen de San Elías y frente a él, de similares características, el retablo de  San José, cuyo ta­bernáculo es obra del taller romano de José Gallegos y Arnosa, de 1906. El órgano, sobre una tribuna lateral, es obra de Francisco de Paula Ro­mero de 1894.
     En el tesoro, además de varios vasos sagrados de los siglos XVI y XVII, destacan las piezas propias del ajuar de la Virgen del Carmen, como la media luna de plata de la segunda mitad del siglo XVIII, el manto de Bartolomé Ferrá, de 1906, el paso procesional, obra de Emilio Landa de 1942 y sobre todo la corona, ejecutada con motivo de la coronación canónica de la imagen en 1925; se trata de una pieza realizada en Játiva (Valencia) por el joyero José David, en oro y con engastes de rubíes, esmeraldas, ágatas, perlas y hasta diez mil brillantes.
     Ubicado junto a la basílica, el Museo carmelitano de la provincia Bética contiene obras de relevante importancia. Entre ellas una notable colección de ternos y otros ornamentos litúrgicos bordados de los siglos XVIII y XIX; esculturas de los siglos XVII y XVIII y un grupo importante de pinturas, entre las que destaca el panel que representa la Apoteosis del Carmelo, obra del siglo XVII en la que aparecen representados todos los santos de la orden, su origen y otros hechos históricos. Otras obras destacadas del XVII son la Inmaculada y el lienzo de la Aparición de San Pedro de Alcántara a Santa Teresa, realizado por Juan Martín Cabezalero a mediados del siglo XVII, donación de la marquesa de los Álamos del Guadalete.
     De Domingo Martínez y procedente de la igle­sia del Buen Suceso de Sevilla, es la pintura de la Asunción, con ánimas del Purgatorio, de hacia 1730; también del siglo XVIII, es el lienzo con la Imposición de la casulla a San Ildefonso y ya del siglo XIX se conservan varias obras de Rodríguez de Losada (Juan Alonso de la Sierra, Lorenzo Alonso de la Serra, Ana Aranda Bernal, Ana Gómez Díaz-Franzón, Fernando Pérez Mulet, y Fernando Quiles García. Guía artística de Cádiz y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).   
  
Museo del Traje Corto
     En la calle Bizcocheros número 8 hay un auténtico museo del traje corto, un museo con más de 130 modelos para cocheros, rejoneadores, toreros, para ir a la Feria... Aunque oficialmente no está abierto al público, su autor, el sastre Antolín Díaz Salazar no le cierra las puertas a nadie que le pida pasar. A sus 74 años todavía diseña y cose estos trajes desde que, a los quince, comenzó con sus tíos, los conocidos sastres Antolín Díaz de Cos y José Díaz de Cos. "No me he jubilado -dice Antolín- ni me pienso jubilar, porque para mí este trabajo es muy bonito y satisfactorio".
     Es el sastre oficial de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre y de la ganadería del Hierro del Bocado, pero además entre sus clientes conocidos se encuentran figuras como Miguel Báez 'El Litri', Enrique Ponce, Álvaro y Antonio Domecq, Paco Ojeda, El Juli o Hermoso de Mendoza.
     Fue a los 23 años cuando Antolín decidió independizarse de sus tíos e instalarse por su cuenta en la plaza Esteve, aunque ahora desarrolla su actividad en Bizcocheros 8. Aunque comenzó como un sastre tradicional, Antolín se dio cuenta muy pronto "de que la confección se industrializaba cada vez más, pero esto es más artesanal, prendas creativas. No es que vaya a inventar nada, pero se pueden hacer combinaciones de colores muy armoniosas sin salirse de los cánones de la tradición. el que quiera salirse ya está perdido."
     Y tan bien le ha ido que tiene trabajo para casi tres años, trabajo que le llega no sólo de España, sino también de otros países como Chile, Italia, Alemania, Venezuela, Estados Unidos e Inglaterra "porque el caballo español se vende al mundo entero. Además, el cliente que viene es un cliente potente".
     Antolín tiene hasta trajes como los del siglo XVIII, bordados en negro, oro, plata... y también del siglo XIX. "Pero en lo que respecta al traje corto de vaquero -explica- puede ser de dos tipos: od e tipo campo o de tipo Feria, que son diferentes".
     El de tipo campo consta de la guayabera, el pantalón campero con vuelta blanca y chaleco pero, si es para la Feria, llevará guayabera, calzona y chaleco. "También hay otro tipo de prenda -explica el sastre- que hoy no está mucho en uso y que es la chaquetilla, que tiene solapas. Su pantalón es la calzona, a la que se le ponen caireles de plata".
     Antolín reconoce que en general en Jerez "se viste bien de corto. Lo que ocurre es que hay gente que lleva a la Feria cosas que serían más bien de campo, como el pantalón con vuelta blanca o incluso unos zahones, pero claro, quien se ha gastado 200.000 pesetas en unos zahones quiere lucirlos". En el caso de que sea una mujer la que vaya de amazona, se le hace una falda de capa con mucho vuelo recogida detrás cuando va andando. Lo que el sastre tiene claro es que "los bordados no pueden coincidir, pueden ser similares, o de distinto color, pero iguales nunca, porque la persona que se gasta un dinero en un traje de corto no quiere encontrarse a otro vestido igual. Yo los motivos os saco hasta de un plato antiguo por ejemplo que tenga una greca bonita".
     La vestimenta para los enganches también son distintas según sea a la calesera, a la bandolera, a la húngara y a la inglesa. En esta última se utilizan levitas, en diferentes tonos. La vestimenta a la húngara está basada en un uniforme militar de dicho país que se hace con cordonería en oro o negro. Para la calesera o a la bandolera, que son las más propias de Andalucía, se utilizan diferentes tipos de colores y formas: con solapas, con tirillas, con tirilla baja, bordadas en oro o simplemente adornado con vivos negros. "Eso depende -explica Antolín- del coche o de lo que te pida el cliente, aunque normalmente te piden consejo".
     Lo curioso es que, para diseñar todos estos modelos, no hay ningún libro. Según el sastre, "yo me he documentado en cuadros o libros que trajeran fotografías. También he tenido la posibilidad de ver las prendas de gente muy antigua y te vas haciendo un criterio, por lo que el cliente confía en tí. A muchos cocheros de Sevilla y Córdoba los vestimos nosotros y a los de Jerez casi todos". En su opinión, "el secreto del éxito es el trabajo tan perfeccionista que hacemos. Tengo encargos con un año de antelación, y a veces hasta más tiempo".
     La idea de crear su particular museo surgió de que "un pase de modelos es demasiado efímero, así que fui colocando aquí los trajes".
     En su 'currículum' también se encuentra el haber realizado los dos trajes del torero Escamillo en la ópera 'Carmen' que se representó en el Teatro Villamarta, y también hizo dos casacas antiguas muy entalladas para que el tenor jerezano Ismael Jordi las llevara en la ópera 'Tosca'.
     Con tanto trabajo, para Antolín no hay ni sábados ni domingos y, como lleva tantos trajes a la vez por delante (unos 35 dice) ni siquiera es capaz de calcular cuántas horas se lleva con cada uno. Es más, ni siquiera se atreve a ir a la Feria "porque con tanta gente que conozco, no encontraría la hora de volver, y yo tengo que trabajar, porque el traje que tengo que entregar al día siguiente, ¿quién lo termina? así que prefiero quedarme".
     Muchos de sus clientes le vienen porque preguntan en la Real Escuela de Arte Ecuestre quién puede hacer este tipo de vestimentas, "y muchos ni siquiera preguntan el precio, sino que me lo encargan directamente".
     De lo que sí se lamenta es que "aunque aquí hay trabajo para ahogar, esta tradición se acabará conmigo, porque mis hijos no la van a continuar" (Diario de Jerez).

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La pintura "El martirio de San Ramón Nonato" (reproducción), de Alonso Vázquez, en el Claustro Mayor del Museo de Bellas Artes

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "El martirio de San Ramón Nonato" (reproducción), de Alonso Vázquez, en el Claustro Mayor, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
    Hoy, 31 de agosto, en Cardona, población de Cataluña, en España, Fiesta de San Ramón Nonato, que fue uno de los primeros compañeros de San Pedro Nolasco en la Orden de Nuestra Señora de la Merced, y es tradición que, por el nombre de Cristo, sufrió mucho para la redención de los cautivos (c. 1240) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y qué mejor día que hoy para ExplicArte la pintura "El martirio de San Ramón Nonato" (reproducción), de Alonso Vázquez, en el Claustro Mayor, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
     El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
     En el Claustro Mayor, del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "El martirio de San Ramón Nonato" (reproducción), obra de Alonso Vázquez (h. 1540 - h. 1608), siendo un óleo sobre lienzo en estilo manierista, de escuela sevillana, pintado hacia 1600-02, procedente del Convento de la Merced, tras la desamortización (1840) y cuyo original se conserva en la Curia Provincial de la Merced de Castilla, en Madrid.
     Varias veces redentor, San Ramón Nonato, en Argel quedó prisionero a cambio de la libertad de otros cautivos.
     Para impedir su predicación se determinó cerrar su boca con un candado, a pesar de lo cual continuó hablando de Cristo. Redimido al fin, regresó a la península. Este martirio es una de sus escenas biográficas más relevantes y representadas. Además, uno de los atributos iconográficos por antonomasia que le identifican es el candado en sus labios. Alonso Vázquez (1601-1602, Curia provincial de la Merced de Castilla, Madrid) presenta a un Nonato, anciano, rodeado por musulmanes, que, tranquilo, extiende los brazos abiertos mirando al cielo, mientras su mano izquierda porta una sencilla cruz, en espera del suplicio (María Teresa Ruiz Barrera, en Programas iconográficos de la Merced en Andalucía. Semblanzas Barrocas).
     Desconocemos la fecha de nacimiento de Alonso Vázquez, que según Palomino vio la luz en Ronda, aunque sin señalar el año. Por las circunstancias de su vida puede intuirse que nació hacia 1540. De igual forma se ignora el maestro con el cual realizó su formación, aunque quizás pudo ser Antonio de Arfián, como señala Ceán Bermúdez. Su primera referencia aparece en 1590, año en el que consta su presencia en Sevilla, aunque es posible suponer que bastante antes de esta fecha se encontraba ya en dicha ciudad.
     El estilo de Alonso Vázquez está vinculado al espíritu del manierismo desarrollado en Sevilla en el último tercio del siglo XVI. Su dibujo es precioso y marcado, y con él configura formas de sólida estructura y potente expresión Vázquez residió en Sevilla hasta 1603, año que se trasladó a Méjico para trabajar allí al servicio del virrey, Marqués de Montesclaros. No se prolongó mucho su existencia en el Nuevo Continente, puesto que consta que en 1608 ya había fallecido.
     En 1600 Alonso Vázquez y Francisco Pacheco contrataron con el convento de la Merced de Sevilla, actual edificio del Museo, una serie de pinturas destinadas a decorar el claustro principal. En ellas se narran episodios de la vida de San Pedro Nolasco y San Ramón Nonato; de las realizadas por Vázquez se conservan las que representan a San Pedro Nolasco redimiendo cautivos y San Pedro Nolasco despidiéndose de Jaime I el conquistador. En ambas escenas aparecen personajes de contundente volumetría con gestos marcados y expresivos un tanto rudos y desmañados (Enrique Valdivieso González, Pintura, en Museo de Bellas Artes de Sevilla. Tomo II. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Ramón Nonato;  
    Nació en Cataluña en 1205, y fue motejado Non natus (no nacido), porque su madre murió antes de parirlo y practicaron la cesárea sobre su cadáver. Ingresó como misionero en la orden de la Merced (mercedarios), y fue apresado por los piratas berberiscos que lo retuvieron como rehén en Argelia y lo martirizaron atravesando sus labios con un hierro al rojo, luego pasaron un candado por los orificios, para impedirle que predicase el Evangelio.
Según la leyenda, habría recibido el santo viático de manos de Cristo. Murió en 1240.
CULTO
   Es el patrón de Cataluña. A causa de su difícil nacimiento, se lo consideraba protector particular de las mujeres embarazadas e incluso de las comadronas que las asistían durante el parto, y también de los recién nacidos.
   Se lo invocaba para facilitar los partos y para prevenir la fiebre puerperal. A causa de su cautiverio en Argel, también era protector de los esclavos.
ICONOGRAFÍA
   Sus atributos son cadenas y un candado que amordaza sus labios perforados por un hierro candente. Una custodia recuerda que en su lecho de agonía habría recibido la comunión de manos de Cristo o de un ángel (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de San Ramón Nonato, personaje representado en la obra reseñada;
   San Ramón Nonato (Monfort (?), último 1/3 s. XIII – Castillo de Cardona, Barcelona, diciembre de 1338). Mercedario (OdeM), redentor de cautivos, nombrado cardenal, fallece antes de recibir el capelo cardenalicio, santo.
   Fue uno de los célebres clérigos mercedarios, del antiguo Reino de Aragón, que desarrolló su vida en el último cuarto del siglo xiii y en los treinta y ocho primeros años del siglo xiv. Se puede afirmar que fue aureolado ya en vida por su extraño nacimiento, al ser sacado del vientre de su madre muerta —una de las cesáreas antiguas más célebres—, lo que le valió el sobrenombre de “nonnat”, nonato o no-nacido.
   La tradición habló siempre que había visto la luz en el pueblo de Portell. Ahora, al tener en cuenta los datos del Archivo Vaticano, se deduce que su lugar de nacimiento es un pueblo denominado “Monfort”.
   Actualmente se encuentra un Monfort en Valencia.
   También en el sur de Francia. Se sabe muy poco, documentalmente de su origen, infancia y juventud, pero no cabe la menor duda de que existió, fue redentor de cautivos, a quien horadaron los labios con un candado para que no predicase el Evangelio, y es el primer cardenal mercedario, aunque sin recibir el capelo cardenalicio, por fallecer en el ínterim.
   Ya adulto, ingresó en la Orden, entonces laical, pero que empezaba a tener un cierto número de clérigos, bajo la obediencia de un maestre general laico: hace su noviciado y profesión; luego, estudios y ordenación presbiteral. Desde 1317, fue uno de los que colaboró de cerca, probablemente, con Raimundo Albert (electo maestro general clérigo, en el capítulo general, al que asiste la casi totalidad de frailes mercedarios, laicos y clérigos, ciento noventa y cinco en total: ochenta y siete personalmente; los demás por sus “procuradores”, el 10 de julio exactamente, con abstención, al votar, de la mayoría de laicos. Desde entonces, la Merced pasa a ser Orden clerical, conservando laicos; algunos, durante cierto tiempo siguieron siendo comendadores, bajo la dirección de Albert, que gobierna desde 1317 a 1330).
   Desde luego se sabe, y así lo recoge toda la hagiografía mercedaria, lo mismo que la iconografía, que fue nombrado redentor en Argel, donde, a la vez, predica la fe cristiana. Esto le valió el que encadenasen sus labios con un candado. Fue redimido por los mismos mercedarios. Se deduce —según el historiador mercedario Guillermo Vázquez— que su nombre de familia o apellido era Surróns, pues así aparece también en el historiador Antillón, de la provincia de Aragón, que se lo comunica al historiador mercedario padre Vargas, residente en Roma (siglo XVII). Desarrolló, pues, su actividad durante el generalato del padre Albert, y luego, en parte, del siguiente, padre Berenguer Cantull (1331-1343).
   En un cuadro, recuperado por la Merced, obra del gran pintor Alonso Vázquez, que en 1603 lo compuso para el claustro del convento grande de Sevilla, junto al pintor Pacheco, el suegro de Velázquez, que habla de él, aparece como redentor, mientras un moro prepara el candado. Acaso, con ocasión de su canonización, conjuntamente con san Pedro Nolasco, en noviembre de 1628, para los festejos del año siguiente escribió también Mira de Amescua, sobre san Ramón Nonato, la pieza teatral: Santo sin nacer y mártir sin morir.
   Tres años después de la famosa anécdota del candado en los labios, fue elegido cardenal de la Iglesia por el papa benedictino Benedicto XII (1334-1342), con el título de San Esteban. Pero —y en esto está de acuerdo toda la tradición, ahora ya documentada, aunque en etapa distinta a la tradicional— falleció antes de ser oficialmente revestido de cardenal y de recibir el capelo.
   En suma: se puede afirmar que san Ramón Nonato aparece en los capítulos de la Orden, a finales del siglo xiii, como Ramón Surróns; y en el nombramiento cardenalicio como Ramón de Monfort. Éstos serían, por consiguiente, sus apellidos: Surróns (familiar) y de Monfort (lugar del nacimiento). El pueblo, naturalmente le siguió llamando siempre Ramón Nonato.
   Y así es reconocido hoy día también.
   Gozó, y sigue gozando, tanto en la época del “culto inmemorial”, como después de canonizado, de enorme popularidad. Es Patrono de las madres gestantes y del hijo “nasciturus”.
   Es de extraordinaria importancia para precisar documentalmente su existencia, un nombre, Eubel, Documentos vaticanos sobre nombramientos de Cardenales, desde el siglo xii al siglo xv. Señala cómo el monje cisterciense, luego obispo de Palmiers y de Mirepoix, elegido papa, con el nombre de Benedicto XII, personalidad culta y destacada por su ortodoxia, en consistorio reunido en Aviñón el 18 de diciembre de 1338, nombra seis cardenales clérigos, de los que tres eran religiosos. Después de Guillermo de Comti, cisterciense, obispo de Albi, viene “Raimundus de Monfort, Ordinis Beatae Mariae de Mercede”, con el título de San Esteban. Falleció antes de recibir el capelo, y sustituido por el benedictino Guillermo de Aure de Montolien (Luis Vázquez Fernández, OdeM, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
Conozcamos mejor la biografía de Alonso Vázquez, pintor
;
     Alonso Vázquez (Ronda, Málaga, c. 1564 – Ciudad de México, México, c. 1608). Pintor.
     Según informaciones procedentes de Palomino, se sabe que Alonso Vázquez nació en Ronda, habiendo señalado también que fue en el año 1564; sin embargo, ambas referencias carecen por ahora de base documental. Tampoco, se sabe con certeza el lugar donde realizó su formación artística y tan sólo puede pensarse que hacia 1580 estaba ya en Sevilla, puesto que en 1582 una hija suya fue bautizada en esta ciudad.
     Aunque se carece de más apoyaturas documentales para situar la presencia de Vázquez en Sevilla puede decirse que su actividad pictórica fue dominante en la ciudad, al menos a lo largo de los últimos veinte años del siglo XVI, advirtiéndose que en este margen de tiempo llevó a cabo las principales realizaciones artísticas que se ejecutaron en Sevilla, y fue el pintor preferido por el clero, la nobleza y las personas acaudaladas. Sólo el entonces joven Pacheco tuvo opciones de competir con él, pero lo hizo desde un plano secundario, aunque en ocasiones ambos colaboraron juntos en empresas pictóricas.
     La estancia de Vázquez en Sevilla se dilató hasta 1603, año en que se trasladó a México para trabajar como pintor al servicio del virrey Juan de Mendoza, marqués de Montesclaros, a quien ya conocía puesto que este personaje había sido asistente de Sevilla desde 1600. En México trabajó al servicio de su patrón y se posee información que revela una intensa actividad pictórica de la que no han llegado hasta el presente más que escasos testimonios. No se sabe con precisión el año en que murió Vázquez en México, aunque una noticia datada en 1608 señala que en esta fecha ya había fallecido.
     El análisis de la obra conocida de Vázquez evidencia con claridad su relación con el último período creativo del renacimiento que se conoce como Manierismo; su estilo está basado en un dibujo firme y preciso con el que configuró formas vigorosas muy perfiladas, provistas de una marcada gesticulación.
     Como es habitual en este período final del siglo XVI, el arte de Vázquez rehuye la observación de la naturaleza de forma directa, atendiendo más a la captación de formas obtenidas de imágenes grabadas que a inspirarse directamente en modelos reales.
     Una de las obras capitales dentro de la producción de Vázquez es La Sagrada Cena que procedente de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla, se conserva actualmente en el Museo de Bellas Artes de esta ciudad. Su ejecución se realizó en 1588, aunque la documentación no menciona el nombre de su autor; sin embargo a través de su estilo puede evidenciarse con cierta precisión que se trata de una obra de Vázquez y además la primera que se conoce en el tiempo dentro de su dilatada producción. En ella, se percibe que el artista utilizó para lograr su composición grabados de origen flamenco; llama la atención en la pintura el variado repertorio de expresiones físicas que se constata en las figuras de los apóstoles y al mismo tiempo los admirables detalles de bodegón que aparecen sobre la mesa, así como el aparatoso fondo arquitectónico que cierra la composición; allí, en figuras de pequeño tamaño, se describe la escena de Cristo lavando los pies a los apóstoles.
     Una faceta desconocida en nuestros días de la producción de Vázquez es la de retratista, puesto que a pesar de tener constancia documental de que la practicó, ningún ejemplar ha llegado hasta nuestros días.
     Así en 1590 tenemos noticias de que realizó tres retratos al servicio del duque de Medina Sidonia, efigiando en uno de ellos a su esposa Doña Antonia de Portocarrero y en los otros dos a sus hermanas Doña Mariana y Doña Leonor. Sobre estas obras hay que señalar que, o se han perdido, o aún no han sido identificadas.
     Al tiempo que Vázquez trabajó al servicio del duque de Medina Sidonia lo hizo también para el duque de Alcalá, puesto que para él realizó una serie de ocho pinturas en las que representaba Las Artes liberales, tampoco se han conservado. Sí ha llegado hasta el presente una pintura realizada para dicho duque de Alcalá que representa a El rico Epulón y el pobre Lázaro, aunque su paradero es desconocido. A través de una fotografía realizada hacia 1950, se conoce esta obra, que fue muy admirada en la época en que fue pintada. En efecto, se tiene el testimonio escrito por Pacheco en su libro Arte de la pintura, quien se refiere a ella en los siguientes términos: “El famoso lienzo de Lázaro y el rico avariento que tiene hoy el Duque de Alcalá, donde, en un aparador de vasos de plata vidrio y barro puso mucha diversidad de colaciones y otros frutos y un frasco de cobre puesto en agua a enfriar”. Esta descripción coincide con la fotografía que se conoce de la pintura, en la que Epulón aparece comiendo en un balcón abierto a un exterior y se ve al pobre Lázaro, semidesnudo, que implora las sobras de la comida. Los detalles de bodegón que aparecen en esta pintura son excelentes, lo que corrobora la afirmación de Pacheco, cuando señaló que Vázquez “pintaba flores con mucha destreza y propiedad”.
     Un conjunto pictórico de Alonso Vázquez, procedente de un retablo desmontado se conserva en la iglesia de Santa Ana de Sevilla. Su tabla central, que presenta la firma del artista y la fecha de 1590 es la representación de la Resurrección de Cristo; las tablas laterales muestran a San Cristóbal y a San Martín, constatándose en todo el conjunto el habitual dibujo firme y prieto del artista con el que capta figuras vigorosas y enérgicas.
     Otro importante conjunto pictórico de Vargas fue ejecutado en 1592, en esta ocasión para el retablo mayor de la iglesia del monasterio de Santa Paula de Sevilla. Lamentablemente en 1730 dicho retablo fue sustituido por otro de estilo barroco y sus pinturas fueron desmontadas y aprovechadas para ser colocadas en otros retablos de la iglesia en 1810. Otra de ellas pasó a la clausura conventual donde aún se conserva; representa La Trinidad, que en origen debió de estar situada en el remate del retablo citado.
      En la Catedral de Sevilla y para la capilla de Cristóbal de la Puebla, Vázquez ejecutó en 1594 un pequeño retablo que afortunadamente se conserva en su lugar de origen. Dicho retablo está presidido por una representación pictórica de San Ildefonso y San Diego de Alcalá que flanquean un relieve escultórico de La Asunción de la Virgen. En los laterales aparecen escenas de El Bautismo de Cristo y El Martirio de Santa Catalina, mientras que en la predela aparecen representaciones de Los profetas y de Los padres de la Iglesia, al tiempo que los retratos del donante, Don Cristóbal de la Puebla, su esposa y sus hijas, obras de pequeño formato que dan idea de la calidad que Vázquez hubo de alcanzar cuando ejecutó retratos de tamaño natural.
     Procedente probablemente del convento de santa María de Jesús, se conserva también en la Catedral de Sevilla una representación de La Virgen del Pozo Santo, pintura en la que se narra la milagrosa intervención de la Virgen para salvar a un niño que había caído en el interior de un pozo. Esta obra refleja un sentido de solemnidad mayestática en la figura de la Virgen y el Niño que, aureolados de ángeles músicos, contemplan complacidos la salida del pozo del infante ileso; un amable fondo de paisaje cierra la parte inferior de la composición. Por las características de su estilo esta pintura puede fecharse hacia 1595.
      Poco después, en 1598 y por encargo de Diego Caballero de Cabrera, Vázquez ejecutó las pinturas que se integran en el retablo de la Inmaculada de la Iglesia de San Andrés de Sevilla donde se dispone una serie de pinturas entre las que destacan los dos tableros de la predela en los que se representan Reyes del Antiguo Testamento que forman parte de la genealogía de la Virgen. Figuran también en el retablo representaciones de San Francisco, El apóstol Santiago, San Esteban, El Bautismo de Cristo, Santa Catalina y Santa Lucía, estando rematado todo el conjunto por La Coronación de la Virgen y El Padre Eterno.
      A finales del siglo XVII los jesuitas sevillanos eran una de las órdenes religiosas más influyentes en la ciudad y en su entorno geográfico; dispuestos a fomentar su primacía, encargaban a los mejores artistas locales el ornato de sus templos. Por ello no es extraño que para el retablo mayor de su iglesia, en la población de Marchena, encargasen a Vázquez en 1599 las pinturas.
     Sin embargo, cuando en 1603 Vázquez embarcó para México no había concluido aún este conjunto pictórico cuya ejecución quedó interrumpida durante varios años, ya que sólo a partir de 1607 fue finalizado por Juan de Roelas. Las pinturas que Vázquez realizó fueron San José con el Niño, El sueño de San José, San Juan Bautista y La degollación de San Juan Bautista. Resulta interesante advertir cómo los jesuitas se hicieron inmediatamente eco de la devoción y culto a San José impulsado en España a partir de 1597, cuando el padre carmelita Gracián de la Madre de Dios escribió su famoso libro Grandeza y excelencia del glorioso San José, publicado en Madrid y que tuvo una inmediata repercusión en Toledo, plasmada en la magnífica pintura de San José con el Niño que El Greco ejecutó en 1599 y que Vázquez pintó también como hemos visto en el mismo año en el retablo de los jesuitas de Marchena.
     Otra importante pintura cuyos destinatarios debieron de ser los jesuitas sevillanos es La aparición de Cristo a San Ignacio camino de Roma, que actualmente se conserva en la Catedral de Sevilla. Es obra realizada hacia 1600 en la que se advierte un dibujo menos marcado que en años anteriores y una mayor blandura expresiva. También hacia 1600 debe de estar realizada La Virgen de Belén, que pertenece a la parroquia de Santa María de la Asunción de Arcos de la Frontera. Es obra no documentada pero que presenta con claridad el estilo de Vázquez, siguiendo el modelo de La Virgen del Pozo Santo antes mencionada.
      También en 1600 Vázquez, junto con Francisco Pacheco, recibió el encargo de fray Juan Bernal, prior del convento de la Merced de Sevilla de una serie de pinturas destinadas a adornar el claustro principal de dicho convento, que se convirtió así en el primer recinto conventual español que decoró con historias de su Orden uno de sus patios. Vázquez debió de contratar la mitad de las pinturas que serían doce, siendo las otras seis encargadas a Pacheco; sin embargo, en el momento de su partida a México en 1603, no debía tener realizadas más que cuatro, de las cuales tres se conservan en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, es decir, en el mismo lugar para donde fueron ejecutadas.
      Son estas obras San Pedro Nolasco redimiendo cautivos, San Pedro Nolasco despidiéndose de Jaime I El Conquistador; un Martirio de San Ramón Nonato procedente de esta serie y de mano de Vázquez se conserva muy mal restaurado en una colección particular de Madrid, permaneciendo en paradero desconocido una representación titulada San Pedro Nolasco recibiendo del Papa la Bula de fundación de su Orden.
     Un año antes de su partida para México, Vázquez contrató la ejecución de las pinturas del retablo mayor de la iglesia del Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla, donde representó distintos temas de devoción como San Sebastián, San Roque, San Laureano, San Francisco, San Antonio de Padua, La incredulidad de Santo Tomás, San José con el Niño y San Juan Bautista, rematándose todo el conjunto con un Calvario.
     En 1603, cuando ya preparaba su viaje a México, el Hospital de San Hermenegildo de Sevilla encargó a Vázquez la ejecución de la pintura central del retablo de su iglesia donde se representaba El tránsito de San Hermenegildo, hoy en el Museo de Bellas Artes de dicha ciudad. En el momento de embarcarse Vázquez sólo tenía realizada la mitad inferior de la pintura, siendo la superior concluida por Juan de Uceda, quien debía de ser discípulo suyo. En la parte realizada por Vázquez destaca la presencia junto a San Hermenegildo, de San Isidoro, San Leandro, el joven Recaredo y los retratos del cardenal Cervantes, patrono del Hospital y de Bernardino de Escalante, administrador del mismo. Una Inmaculada fechable también hacia 1603 se conserva igualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, destacando en ella su movido perfil y su elegante figura, aspectos éstos poco comunes en la pintura sevillana de esta época que evidencian la oscilación de Vázquez en los últimos momentos de su estancia en Sevilla hacia el espíritu del Barroco (Enrique Valdivieso González, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
        Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "El martirio de San Ramón Nonato" (reproducción), de Alonso Vázquez, en el Claustro Mayor, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

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miércoles, 30 de agosto de 2023

Los principales monumentos (Iglesia de San Isidro Labrador; Ruinas de la antigua ermita de San Mamés; y Dolmen de la Pasada del Abad) de la localidad de Rosal de la Frontera, en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Isidro Labrador; Ruinas de la antigua ermita de San Mamés; y Dolmen de la Pasada del Abad) de la localidad de Rosal de la Frontera, en la provincia de Huelva.
Ubicación
     A 22 m de altitud, en la Sierra de Cortegana y en la carretera Nacional de Sevilla-Lisboa se encuentra esta villa de Rosal de la Frontera. Pertenece al Partido Judicial de Aracena, a 100 Km. de Huelva, con una población de 1.880 habitantes en una extensión de 210,3 Km2.
Reseña histórica breve
     Se ha encontrado en los alrededores restos arqueológicos de la Edad de Bronce.
     Es uno de los municipios de más reciente creación, 1.838, en un intento de repoblación de la Aldea El Gallego, núcleo de la época de la Reconquista y desaparecido en 1.648. En este mismo lugar se producen posteriores asentamientos que más tarde darían lugar al actual término de Rosal de la Frontera; éste es relativamente moderno y data de hace aproximadamente 157 años, conociéndose en sus orígenes como Rosal de Cristina, en agradecimiento a la Regenta María Cristina. En 1896 el lugar adquiere el nombre con el que actualmente se conoce.
    En los bajos de la hoy Biblioteca Municipal fue encarcelado el poeta Miguel Ángel Hernández al pasar la frontera en 1939.
     En 1981 Su Majestad el Rey Juan Carlos acepta el nombramiento de Alcalde Honorífico de esta localidad serrana. También consta el nombramiento de la infanta Doña Cristina de Borbón y Grecia como reina de las fiestas de Rosal de la Frontera.
Patrimonio cultural y artístico
     El atractivo turístico de Rosal de las Frontera no solo es su situación de frontera con Portugal. Su Plaza Mayor y las casas cercanas construidas con estilo popular andaluza, junto con su entorno natural y sus paisajes son sus mayores atractivos.
     Recorriendo sus caminos se pueden llegar a algunos de sus molinos hidráulicos medievales, situados en las inmediaciones de Rosal con Santa Barbara. En estos alrededores y a 7 Km. se encuentra el parque de San Isidro, equipado para pasar el día en la Ribera de Calaboza, lugar de gran belleza.
    En la localidad podemos visitar la iglesia de San Isidro Labrador, donde existen valiosas tallas de s. XVII, la Casa de la Cultura, edificio transformado, que fue cárcel donde estuvo preso el poeta Miguel Hernández.
Fiestas y tradiciones
     Romería de San Isidro Labrador, el 15 de mayo, a ella acuden hermandades portuguesas y se celebra en el paraje de la Ribera de Calaboza o Alcalaboza, lugar de gran belleza.
     La Feria de Agosto.
     Al final del verano hay un festival de danzas, en colaboración con el Festival Internacional de Villablanca.
     Cada año se celebran Jornadas Hernandianas como homenaje al poeta Miguel Hernández.
Recursos económicos y sociales
     Pueblo de actividad ganadera, complementada por la agricultura, y comercial. La actividad forestal también es importante permitiendo actividades cinegéticas con abundante caza de jabalíes, ciervos, zorzales y palomas. Permitiendo también labores recolectoras de gran variedad de setas y la apicultura.
     La ganadería es extensiva, destacando los cerdos, ovejas y cabras.  Se puede adquirir jamones ibéricos y embutidos en Casa Damián, Contreras o Antonia. Objetos de madera, bordados, encajes y mantelerías, realizados en el pueblo.
     En el sector Servicios, por su situación de pueblo fronterizo tiene en el comercio una de las mejores bazas de progreso así como el turismo rural.
Gastronomía
     Es una gastronomía sierra y andevaleña: las migas, gazpacho de culantro, caldillo de matanza, sopa de peso, etc.
     En repostería destacan las rosas de miel (Diputación Provincial de Huelva).
       La presencia humana en el término de Rosal de la Frontera se remonta a la Edad del Cobre, como lo testimonian los conjuntos arqueológicos del Dolmen de la Pasada del Abad. También son conocidos, restos de época romana.
     No obstante, el origen de la actual población de Rosal, tiene como antecedente la aldea de El Ga­llego, núcleo de repoblación bajo-medieval, situado muy cerca de la frontera con Portugal. Esta aldea fue destruida en 1642 durante la Guerra de Secesión portuguesa. El nacimiento de Rosal se remonta al año 1844 como consecuencia del aumento demográfico que experimenta la comarca y como fruto de las ideas progresistas del gobierno de la regencia de doña María Cristina, que apoyaba los repartos de tierras y los nuevos planes de colonización. La iniciativa de repoblar esta zona partió de un grupo de pequeños propietarios y jornaleros que solicitaron ocupar el valle de la ribera del Chanza en 1822. Se le dotó de un amplio término municipal, buena parte del cual eran montes propios del Concejo de Aroche. La colonia fue bautizada con el nombre de «Rosal de Cristina», aunque este nombre sería sustituido en 1869 por el actual de "Rosal de la Frontera" (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Iglesia de San Isidro Labrador
     En  1844, cuando se re­dactaron las instrucciones de repoblación de Rosal, se recogió que debería erigirse una iglesia proporcionada al vecindario.
     Existió un primer proyecto, diseñado por el arquitecto Manuel de Zayas en 1844, siguiendo modelos neoclásicos. La Junta Repobladora contrató al maestro alarife Cipriano de Silva, de la cercana población de Almonaster la Real, para realizar las obras. Estas comenzaron en 1845 aunque el proyecto no fue respetado, pero tras la euforia de los primeros meses, el proceso quedó detenido. En 1856 llegaba a Rosal el primer párroco don Tomás de Aranda, quien logró la conclusión del templo en el año 1861.
     En su interior se conserva una Virgen dolorosa, de madera policromada, de finales del siglo XVII que debió formar parte de un Calvario. También existen un Santo sin atributos de la misma cronología y estilo que la anterior, y una Virgen del Rosario -conocida popularmente como de la Piedad- que es una escultura anónima, de terracota policromada, realizada hacia el año 1871, aunque inspirada en modelos sevillanos del bajo renacimiento. Las demás imá­genes y retablos son modernos y sin especial interés artístico.
     En la sacristía se conservan un cáliz de plata lisa de estilo purista, del primer tercio del siglo XVII y otro de plata repujada, del siglo XIX (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Ruinas de la antigua ermita de San Mamés
     En la raya de Portugal y en estado de completa ruina se halla la primitiva ermita de San Mamés. Datable a finales del siglo XIII y encuadrable dentro del grupo «de repoblación» , afín a modelos extremeños vinculados al ámbito territorial de las Ordenes Militares, se sitúa en el centro de un vasto terreno de pastos usufructuado antaño por ganaderos de la Mesta. A finales del siglo XIX, la amenaza de ruina del edificio aconsejó el traslado de su imagen titular a la población de Aroche (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Dolmen de la Pasada del Abad
     En el margen izquierdo de la carretera en dirección hacia Portugal se ubican los restos de un dolmen de corredor del que solo se conservan 6 ortostatos. La estructura megalítica se encuentra muy deteriorada, habiéndose destruido una parte del túmulo durante las obras de la carretera N433. Los pocos ortostatos de pizarra y granito que se conservan parecen corresponderse con parte de la cámara y el corredor. El corredor estaría flanqueado por dos grandes lajas de esquisto de 3,3 metros de longitud que se elevan 2'1 metros sobre el túmulo (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).    

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Isidro Labrador; Ruinas de la antigua ermita de San Mamés; y Dolmen de la Pasada del Abad) de la localidad de Rosal de la Frontera, en la provincia de Huelva. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia onubense.

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