Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

   Otra Experiencia con ExplicArte Sevilla :     La intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla" , presentado por Ch...

martes, 31 de enero de 2023

El yacimiento arqueológico del Campo de Fútbol San Juan Bosco, en Utrera (Sevilla)

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el yacimiento arqueológico del Campo de Fútbol San Juan Bosco, en Utrera (Sevilla).
     Hoy, 31 de enero, Memoria de San Juan Bosco, presbítero, el cual, después de una  niñez dura, fue ordenado sacerdote, y en la ciudad de Turín se dedicó esforzadamente a la formación de los adolescentes. Fundó la Sociedad Salesiana y, con la ayuda de Santa María Doménica Mazzarello, el Instituto de Hijas de María Auxiliadora, para enseñar oficios a la juventud e instruirles en la vida cristiana. Lleno de virtudes y méritos, voló al cielo, en este día, en la misma ciudad de Turín, en Italia (1888) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para ExplicArte el yacimiento arqueológico del Campo de Fútbol San Juan Bosco, en Utrera (Sevilla).
     El yacimiento arqueológico del Campo de Fútbol San Juan Bosco, se encuentra en el paseo de Consolación, s/n; en Utrera (Sevilla)
     Esta entidad arqueológica se encuentra al este del casco urbano de Utrera, en los actuales Parque de Consolación y Campo de Fútbol San Juan Bosco, situados a la izquierda del Paseo de Consolación, y partiendo desde las últimas casas existentes en esta zona de Utrera en 1955 (por lo que incluirían también los terrenos del actual Instituto de Bachillerato Ruiz Gijón). Los hallazgos significativos se pusieron al descubierto en el campo de fútbol, no hallándose más restos de edificaciones en las demás zonas afectadas por las obras. El hallazgo tuvo lugar en 1955, en las siguientes circunstancias:
     En la semana del 23 al 30 de septiembre de 1955, durante las obras de desmonte y allanamiento de los terrenos se puso al descubierto un sepulcro, restos de cimientos y sillares. Las obras continuaron durante quince días después de desenterrar estos restos, sin constatarse más edificaciones en el entorno. Así, coincidiendo con la ubicación del actual campo de fútbol, se halló la cimentación de un edifcio orientado de norte a sur, de unos 70 metros de anchura por 140 metros de longitud. Los espesores de sus muros o cimientos estaban comprendidos entre los 0.60 y 1.00 metros, y estaban realizados con piedra caliza blanca en un contexto de tierras rojizas. Se hallaron caminos, dependencias, solerías y utensilios. Se podían distinguir una serie de dependencias:
        - Un atrio o entrada al norte de la edificación y un patio a continuación.
        - Diversas habitaciones en todo el rectángulo.
     - Cocina o culina hacia el centro del edificio, pasadas las crujías del norte: conservaba ladrillos calcinados por el fuego y cenizas.
        - Vertederos de ceniza no lejos de la cocina.
     - Despensas y bodegas inmediatas a la cocina: ocho doliae dispuestas verticalmente que fueron cortadas por la cuchilla de la máquina. Hacia el centro del edificio se constató un posible sótano: una clave de arco cortada al nivel de las cimentaciones. Es posible que se conserve en parte.
       - Pequeño molino hacia el sur, cerca del Paseo de Consolación: se halló una piedra cilíndrica en el centro de la estancia.
        - Horno de pan también al sur.
        - Granero o almacén con un gran silo en el rincón sureste.
        - Cuadra o caballerizas al oeste.
     Se reconocieron dos caminos de acceso a la edificación:
        - Uno al norte, con entrada por la parte oriental.
        - Otro al oeste, por el centro de la construcción, en la zona de las caballerizas.
     Fuera de la construcción se encontraba un gran estercolero, evidenciado por el color negro del humus, diferente al de la tierra roja del lugar. Una característica importante de esta localización es que por el centro de la edificación constatada atravesaba el arroyo de las Monjas, demostrándose que este curso de agua se había desplazado desde época romana.
     Los materiales constructivos incluían:
        - Gran número de lacterculi o pequeños ladrillos, lateres o ladrillos bipedales y sexquipedales de gran calidad, tegulae e imbrices, diminutos trozos de cristal esmaltado y restos de tuberías de plomo (algunas derretidas).
        - Una gran basa y capitel de columna de arenisca, sin estilo determinado y con el fuste roto. También se halló un fuste de columna estriado, pequeño, de poco más de un metro de altura que se interpretó como de alguna capilla o ara.
        - Solerías de habitaciones y dependencias realizadas a base de opus signinum.
        - Muros realizados en opus caementicium, así como piedras de sillería de diversos tamaños y restos de planchas de mármol blanco.
        -Cimentaciones realizadas en opus incertum.
     Entre los elementos decorativos destaca el hallazgo de una escultura de mármol blanco de unos treinta y cinco centímetros de altura: cabeza de hombre de unos sesenta años, con grandes entradas calvas en la frente arrugada; las facciones del rostro fueron afectadas por la máquina. Del cuello hacia abajo el mármol se hallaba sencillamente desbastado, útil quizá para empotrarlo en un pedestal. Morales (1981, Vol. I, p. 149) apunta una escasa calidad de la obra y una cronología en torno al siglo II. Fue depositada en el Museo Arqueológico Provincial. Entre los utensilios, Morales destaca la presencia de fragmentos de ánforas (bases y asas), abundantes restos de terra sigillata, pequeños fragmentos de vasijas de cristal -algunos esmaltados - y restos de una lucerna. Junto al camino oriental, en su borde, se encontró un sepulcro ligeramente antropoide que conservaba algunos restos de la inhumación.
     Se ha interpretado que los restos corresponderían a una villa rustica romana de los primeros siglos de nuestra era, acondicionada para el desarrollo de una economía agropecuaria sin grandes lujos (Morales 1981, Vol. I, p. 145-151).Como complemento a la interpretación de Morales, se pueden encontrar unas referencias en Caro (1604, p. 101): "En aquellos edificios que el arroyo ha descubierto debajo de tierra, camino de Nuestra Señora de Consolación, rompiendo unos fundamentos, se halló entre los ladrillos un poco de plomo, y en medio una moneda de metal: por un lado tiene un rostro de emperador; las letras no se pueden leer; por el reverso tiene algunas; las que se leen son ITAL".
     Luego completará la noticia (Caro 1622, p. 44-45): "En unos edificios antiguos que descubrió el arroyo que pasa por esta villa se halló un ladrillo pequeño acabadas en él estas letras y hieroglífco"; en la representación del mismo se puede contemplar una mano alzando una cruz lo que podría señalar una perduración del uso de estos edificios al menos hasta época tardorromana o incluso visigoda. No obstante, el usar del castellano en el texto, que dice oi spero ser libertado, hace pensar a Morales que se trata de una inscripción completamente apócrifa (Morales 1981, Vol. I, pp. 223-226).
     El archivo español de arqueología (Vol. III) informaba en su noticiario que en octubre de 1957 se descubrió a la izquierda del camino de coches que va a Consolación, en la salida misma del pueblo, una finca rústica romana, con cimientos de muro, ánforas alineadas, fragmentos de Terra Sigillata, tégulas, ladrillos, trozos de plomo y bronce fundido, fragmentos de paredes y de bloques de hormigón, y una gran basa de columna con el arranque del fuste, restos humanos y de un busto (que se encuentra en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla). De forma excepcional, se halló un hacha de diorita, pequeña, pulidísima, de bordes limpios y en perfecto estado de conservación, que Morales adscribió a época neolítica (Morales 1981, Vol. I, p. 150) (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Culto e Iconografía de San Juan Bosco, presbítero;
     Nacido cerca de Turín en 1815, murió en 1888.
   Director de orfelinato y de patronato, fundador de la Sociedad Salesiana, ejerció una benéfica acción social en los medios juveniles obreros.
     Beatificado en 1929, fue canonizado en 1934 a título de apóstol de la ju­ventud, como san Juan Bautista de la Salle, su precursor francés.
     Es el patrón de los novicios cristianos (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
    Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Campo de Fútbol San Juan Bosco, en Utrera (Sevilla). Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia sevillana.

Más sobre la localidad de Utrera (Sevilla), en ExplicArte Sevilla.

El Busto de San Juan Bosco, en la calle María Auxiliadora

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Busto de San Juan Bosco, en la calle María Auxiliadora, de Sevilla.   
     Hoy, 31 de enero, Memoria de San Juan Bosco, presbítero, el cual, después de una  niñez dura, fue ordenado sacerdote, y en la ciudad de Turín se dedicó esforzadamente a la formación de los adolescentes. Fundó la Sociedad Salesiana y, con la ayuda de Santa María Doménica Mazzarello, el Instituto de Hijas de María Auxiliadora, para enseñar oficios a la juventud e instruirles en la vida cristiana. Lleno de virtudes y méritos, voló al cielo, en este día, en la misma ciudad de Turín, en Italia (1888) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para ExplicArte el Busto de San Juan Bosco, en la calle María Auxiliadora, de Sevilla.
     El Busto de San Juan Bosco, se encuentra en la calle María Auxiliadora, 18; en el Barrio de El Fontanal-María Auxiliadora-Carretera de Carmona, del Distrito San Pablo-Santa Justa.
     La antigua iglesia de los Trinitarios Calzados, ante cuya portada de acceso al compás se eleva el monumento a San Juan Bosco, fue construida en el siglo XVII por el arquitecto Juan de Segara, sobre uno de los restos más antiguos de la Híspalis romana, lo que según la tradición fueron las cárceles donde estuvieron las santas Justa y Rufina. En 1893, ya instalada la comunidad salesiana, se inaugura su colegio y escuelas profesionales. Hay un busto de D. Bosco, en el jardín de la entrada, traído de Évora (Portugal) (Teresa Laffita, Sevilla turística y cultural. Fuentes y monumentos públicos. Prensa Española, Sevilla. 1998).
     Representación del santo en un busto-retrato recogido casi hasta la cintura. Viste su tradicional sotana con capelina y une sus manos en actitud de oración. Su rostro muestra la sonrisa que le fue característica en vida. La escultura se asienta sobre un pedestal cúbico de granito negro con inscripciones. En el pedestal: "D. BOSCO" y en la base del pedestal: "CENTENARIO 1888-1988".
     Procede de Évora (Portugal) (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Culto e Iconografía de San Juan Bosco, presbítero;
     Nacido cerca de Turín en 1815, murió en 1888.
   Director de orfelinato y de patronato, fundador de la Sociedad Salesiana, ejerció una benéfica acción social en los medios juveniles obreros.
     Beatificado en 1929, fue canonizado en 1934 a título de apóstol de la ju­ventud, como san Juan Bautista de la Salle, su precursor francés.
     Es el patrón de los novicios cristianos (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
    Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Busto de San Juan Bosco, en la calle María Auxiliadora, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Más sobre la calle María Auxiliadora, en ExplicArte Sevilla.

lunes, 30 de enero de 2023

Los principales monumentos (Castillo; Ermita de la Virgen de Cala; e Iglesia de Santa María Magdalena) de la localidad de Cala, en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Castillo; Ermita de la Virgen de Cala; e Iglesia de Santa María Magdalena) de la localidad de Cala, en la provincia de Huelva.
Ubicación
     En la Comarca de la Sierra de Huelva.
Reseña histórica breve
     Los orígenes de Cala se remontan a tiempos de los romanos, que la fundaron con el nombre de Restituta Llulia; y luego pasó a denominarse “Calla” (la hermosa). Los árabes construyeron un castillo fortaleza, siendo reconquistada por Fernando III "El Santo" en 1248. Su hijo, Alfonso X "El Sabio", adjudicó su señorío a la ciudad de Sevilla, concediéndole sus mismos fueros y privilegios. En 1.812 pasó a formar parte de la provincia de Huelva.
Patrimonio cultural y artístico
     Iglesia de la Magdalena
     Castillo árabe
     Iglesia Parroquial.
Fiestas y tradiciones
     Feria y Fiestas de la Virgen de Cala
     Romería de San Roque.
Recursos económicos y sociales
     Producciones agrícolas (olivos, hortalizas, grano, aceite, vino, aguardientes y pastos) y ganaderas, mineras y elaboración de vidrios, cerámicas y ladrillos.
Gastronomía
Torrijas, pestiño, flores, birutas y migas (Diputación Provincial de Huelva).
    Los primeros testimonios de poblamiento del término municipal de Cala se sitúan en la Edad del Bronce, como evidencian los yacimientos del Trastejón y la Papúa. De época romana, son abundantes los restos arqueológicos en los alrededores de la Ermita de la Virgen de Cala. La villa fue reconquistada a mediados del siglo XIII y pasó a pertenecer al alfoz de Sevilla. En la Baja Edad Media, junto a la actividad minera, hay constancia documental de la existencia de hornos de vidrio que se mantenían con gran pujanza en el siglo XVI. Durante los siglos XVII y XVIII se perdió por completo la minería, actividad  que, sin embargo, se reactivó a mediados del siglo XIX. En la actualidad, aunque la mina aún genera riqueza, la mayoría de su población se dedica al sector agrario y a la explotación de los recursos forestales de su término (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Por su importancia artística, se recomienda desplazarse a Cala, localidad que dista 13 km de Santa Olalla y que, desde sus orígenes, ha estado vinculada a la minería. Lo que ahora invita a acercarse son las es­pléndidas dehesas de encinas y alcornoques que rodean la población, los muros de la fortaleza gótica y la iglesia parroquial de Santa María Magdalena.
     En el interior del templo destaca el artesonado de par y nudillo que recubre la nave central y dos retablos: uno, integrado por frescos fechables en torno a 1500; y otro, compuesto por una imagen de Santa María Magdalena y trece pinturas sobre tabla que se insertan en una mazonería gótica. Pertenecen al círculo del pintor Alejo Fernández, que trabajó en Sevilla en la primera mitad del siglo XVI (Pascual Izquierdo, Un corto viaje a Huelva. Guíarama compact. Anaya Touring. Madrid, 2012). 

El Castillo
     De planta poligonal, intercala siete torreones macizos, cuatro de sección rectangular y tres semicirculares. En su flanco suroeste, se abre una poterna, y la puerta principal se sitúa en el muro Sureste, consistiendo en un simple arco apuntado con rosca de sillares de granito. El origen del actual recinto podría remontarse a principios del siglo XIV. Conocemos documentalmente contínuas labores de reparos financiadas por el Concejo de la ciudad de Sevilla entre 1385 y 1387, quedando desde finales del siglo XV en estado de total abandono. Actualmente se halla en proceso de restauración (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     El Castillo de Cala pudo ser construido a finales del siglo XIII, en el mismo período histórico y siguiendo el mismo sistema constructivo que castillos como los de Encinasola y Cumbres de San Bartolomé, siendo su edificación promovida por el Concejo de Sevilla, en el límite norte de su alfoz, limitando con las encomiendas de la Orden del Temple y de Santiago.
     El castillo se encuentra situado en un cerro de unos 650 metros de altitud, con pequeña meseta en su cumbre, cimentado sobre la propia roca del terreno, al norte de Cala, controlando por completo desde su emplazamiento la localidad y su entorno. La fortaleza, de planta rectangular con tendencia hexagonal y con dimensiones aproximadas de 64 x 52 m, presenta cuatro torreones rectangulares macizos en los ángulos y tres cubos semicirculares, también macizos en el centro de los lienzos mayores y norte, probablemente construidos estos últimos durante las reformas de 1385 y 1387. La torre sureste presentaba una estancia en su parte superior, hecho corroborado por la existencia de unos vanos tapados.
     Los muros de la fortaleza están construidos con dos lienzos paralelos de mampostería, oscilando su anchura entre 1,93 y 2,16 m.
     El acceso al recinto se realiza en un hueco habilitado a tal efecto en el centro del lienzo sur, no conservándose el arco de la puerta de ingreso, que enmarcaba una entrada de 2,80 de anchura. Dicha entrada se resolvería mediante una bóveda, probablemente de cañón, y un matacán corrido, saliente hacia el exterior, conformando una torre que reforzaría el sistema defensivo.
     Existe otra entrada al recinto situada junto al torreón del ángulo noroeste del castillo, consistente en una poterna de sillares de granito de arco interno de medio punto de 2,16 m de anchura y otro externo ojival enmarcado por un rehundimiento rectangular, definiéndose entre ambos arcos una bóveda de cañón de sillares de granito con nivelación de hiladas de ladrillo hasta la bóveda.
     El castillo presenta los restos de dos escaleras interiores adosadas a los muros para acceder al camino de ronda: una cercana a la portada principal, adosada al lienzo sur y que de forma ascendente culminaría en la torre sureste, de la que conserva cinco peldaños con forma muy perdida; y otra junto a la poterna y la torre noroeste, cuyo enorme deterioro no permite señalar su longitud ni datos sobre sus peldaños, estableciéndose su anchura en torno a 1,25 m.
     Los lienzos de la muralla están construidos con dos muros de mampostería careada, estando relleno el hueco intermedio con tierras, arcilla, piedras y argamasa de cal. Las llagas entre los mampuestos se toman con argamasa de cal, que está perdida sobre el aforamiento rocoso y en las zonas donde no está presente se realiza una fosa de cimentación. El levantamiento en altura está ejecutado mediante diversas tongadas a distancias entre 0,75 y 1,25 m. Los coronamientos de los lienzos murarios y torres se resolverían mediante una protección o peto corrido, sin que haya podido probarse la existencia como remate de merlones.
     El castillo presenta un importante relleno interior, principalmente de material de derrumbe, e igualmente acumulación de materiales procedentes de la destrucción de las estructuras existentes en el castillo. El nivel original de uso del castillo se situaría a unos 2 m por debajo de las cotas actuales.
     Tras las dos campañas arqueológicas realizadas recientemente en altura a tres niveles distintos respecto al paseo de ronda. Originalmente no debió existir conexión entre el lienzo comprendido entre la torre semicircular del lienzo este y la torre noreste y el lienzo comprendido entre la torre noreste y la torre semicircular del lienzo norte, lo cual no deja de ser una medida defensiva más del propio recinto. Todas las torres del castillo debieron estar huecas y poseer cámaras que fueron originalmente descubiertas. Internamente los niveles de uso del patio de armas definirían cuatro superficies distintas, coincidentes con el número de desagües identificados y a las cotas descritas en dichas campañas arqueológicas.
     La fecha de inicio de la construcción de la Fortaleza-Castillo de Cala hay que colocarla a finales del siglo XIII, a raíz de la conquista cristiana de la zona y la necesidad perentoria de defender un acceso a las tropas portuguesas, que disputaban con las castellanas el control de la Sierra de Huelva. Toda la Sierra de Huelva pasó a manos cristianas sin ningún tipo de actividad bélica. La conquista del Reino de Sevilla por Fernando III El Santo y la posterior capitulación de Niebla por Alfonso X El Sabio dejó esta comarca sin la salida al Valle del Guadalquivir. Paralelamente, el rey portugués Sancho II inicia la conquista del Algarve y Alentejo, llegando incluso hasta la orilla del mar y ocupando fortalezas que más tarde serían castellanas. Todo esto provoca que en la zona que se está comentando se produzca un saco de población islámica que ha de rendirse a unos u otros para mantener sus formas tradicionales de vida.
     En estas coordenadas históricas hay que situar la construcción del castillo, que debería servir de apoyo a los castillos de Santa Olalla de Cala y Aracena, siguiendo un esquema de defensa de líneas concéntricas, escalonas en profundidad, mucho más efectivo que el sistema lineal romano empleado hasta entonces. Se forma la "Banda Gallega", cuya misión principal es la de defender la frontera con Portugal. El Castillo de Cala se sitúa en la tercera línea, junto con los castillos de Aracena y Santa Olalla.
     En el Castillo de Cala no se puede afirmar con total seguridad que la construcción de éste fuera por parte de los cristianos. Aquí hay muchas dudas sobre cuál fue su origen. Es conocido que en este lugar hubo un asentamiento árabe anterior, ya que algunas de las excavaciones realizadas en la zona así lo han atestiguado. Se cree igualmente que la fortaleza fue construida por ellos y que los cristianos únicamente reforzaron la construcción existente. En cualquier caso esta teoría aún no ha podido ser demostrada, aunque cada día va ganando mayor aceptación entre los estudiosos del tema.
     Si se considera la teoría de la construcción del edificio cristiano, hay que reseñar que, como ocurrió con las demás poblaciones de la sierra, a Cala había que protegerla de los ataques portugueses. Para ello se construyeron varias fortalezas que sirvieran a la vez de refugio a la población civil. Esta empresa corrió a cargo del rey Sancho IV, quien definió los castillos por él construidos como alcazabas con una amplia cerca para la salvaguardia de ganados, cosechas y personas. A este modelo responden los castillos de Cumbres, pero si se puede decir que durante los siglos XIV y XV, el castillo se usaría para descanso y distribución de tropas y pertrechos por conflictos con el vecino reino de Portugal. Una vez alcanzada la paz el Tratado hispanoluso de 1668, las estructuras militares (y por tanto los castillos) caen en un completo abandono, hasta que las despierte a principios del siglo XVIII el ruido de las armas con la Guerra de Sucesión a la corona española.
     Con la llegada en 1808 de la Guerra de la Independencia, los castillos cumplen sus últimas funciones militares. Una vez finalizada, se intuye que el abandono más absoluto se cierne sobre el castillo y no se tendrán noticias hasta nuestros días. Hasta las últimas décadas del siglo XX, el castillo se mantiene en pie a duras penas, en un estado bastante ruinoso.
     Pero la fuerte campaña de concienciación en defensa del patrimonio, que desde las instituciones públicas se realiza, está provocando que éstas inviertan en restaurar el castillo (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Ermita de la Virgen de Cala
     Edificio gótico-mudéjar de arcos transversales, datable en el siglo XV, aunque muy reformado por intervenciones de épocas posteriores. En el siglo XVI fue ya remozado y en 1894, doña Carmen Carballar Garzón dejó otro legado para abovedarlo y colocarle una solería de mármol. En su interior, la imagen de Nuestra Señora de Cala fue realizada por Francisco Buiza Fernández en el año 1962 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La Ermita, es un un edificio gótico-mudéjar de arcos transversales, datable en el siglo XV, aunque muy reformado por intervenciones posteriores (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
 
Iglesia de Santa María Magdalena
     Edificio gótico-mudéjar sevillano, intensamen­te remozado por múltiples intervenciones posteriores. De la primera fase medieval, fechable en el siglo XV, se ha conservado el buque de la nave, el presbiterio con su bóveda esquifada sobre trompas y la portada lateral con dos arqui­voltas ojivales. La intervención más importante tiene lugar cuando fueron sustituidos los pilares de ladrillo por columnas de mármol de orden toscano, rematadas en una especie de cimacios para adaptarse a las antiguas arcadas góticas. Este tipo de intervención ya se había practicado en la comarca, en la segunda mitad del siglo XVI cuando Hernán Ruiz II era maestro mayor del Arzobispado, en concreto, en las iglesias de Cortegana e Hinojales. En el último tramo, se dispusieron pilares muy originales al incluir zapatas laterales en forma de ménsulas, posiblemente para sostener una tribuna de coro de madera hoy desaparecida.
     En 1708 se comenzó a labrar una capilla, dedicada a Nuestra Señora del Buen Fin -la actual Bautismal-, por una disposición que hizo en su testamento don Juan Núñez Mesía de Castilla, originario de la villa.
     El 16 de junio de 1748, Francisco Muñoz, maestro mayor de fábricas del Arzobispado, emitía un informe advirtiendo la necesidad de intervenir en la capilla mayor, eliminando una espadaña dispuesta sobre su bóveda, proponiendo, en su lugar, labrar una torre. Las obras fueron encargadas al maestro Diego de Luna.
     En 1761, Pedro de Silva visitaba también la iglesia y señalaba la necesidad de realizar reparos en sus tejados y solar de nuevo sus naves. En 1770, advertía sobre el mal estado de la torre. Ambrosio de Figueroa propuso también reno­var el alfarje de la nave central. Al frente de las obras estuvo el maestro alarife Esteban Paredes y se concluyeron el 6 de julio de 1771.
     Los años finales del siglo XIX y primeros del XX también fueron prolijos en intervenciones. Entre 1864 y 1866 se construyó y decoró la actual capilla del Sagrario, como consta por una inscripción sobre sus muros que indica el nom­bre de la familia Carballar que costeó las obras de la misma y la dotación de un órgano cuando la convierten en su enterramiento familiar.
     Años después, entre 1911 y 1913, los legados testamentarios de don Félix y doña Carmen Carballar Garzón, permitieron acometer nuevas obras. La primera intervención fue la total transformación de su fachada principal, modernizada en estilo neogótico. En el interior, se dispuso una nueva solería, se construyó una capilla nueva, dedicada a la Inmaculada Concepción en la nave derecha y, en la bautismal, se abrió una lucerna en el techo, se reparó la verja y se limpió el retablo del Buen Fin.
     El que hasta hace muy poco era el retablo mayor y hoy ha sido ubicado a un lado, es una importante estructura de tracería gótica muy recompuesta que contiene trece pinturas sobre tabla vinculadas al pintor Alejo Fernández y a su círculo, activo en Sevilla en la primera mitad del siglo XVI.
     Tras este retablo, durante las últimas obras de consolidación y limpieza llevadas a cabo por el restaurador Jesús Mendoza, se descubrió un conjunto de pinturas murales al temple, que formaron el primitivo retablo mayor y que tras la restauración ha quedado al descubierto y convertido en el retablo principal. Representa pasajes de la Vida de María Magdalena y es datable hacia 1500.
     En el primer tramo de la nave de la derecha, se encuentra un retablo de mampostería, realizado en 1848 por el estucador portugués Francisco Fernández. Es de estilo neoclásico, de orden corintio, dorado y policromado imitando mármoles. Igualmente, en la capilla del Sagrario, se localiza otro retablo de estilo neoclásico y orden corintio, fechable hacia 1865.
     Entre las piezas de platería que guarda la parroquia, destaca un ostensorio de plata sobredo­rada, de la segunda mitad del siglo XVII y estilo barroco (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     En el edificio se crea un curioso juego de volúmenes y elementos de variados estilos; la fachada de los pies neogótica con espadaña de pináculos y arbotantes, la de la nave del Evangelio mudéjar y la torre barroca en su cuerpo superior. En cabecera se suceden, como marco a la cubierta a dos aguas de la nave central, cúpulas con diversas alturas, posiciones, revestimientos y remates, hasta un número de cuatro, lo que dota al templo de numerosos puntos de vista. Llama la atención la cúpula octogonal sobre trompas que cubre la cabecera cuadrangular. En su interior destaca el artesonado de par y nudillo de la nave central, uno de los dos originales que se conservan en la provincia.
     El templo, gótico-mudéjar sevillano, fue intensamente remozado por múltiples intervenciones posteriores. De la primera fase medieval, fechable en el siglo XV, se ha conservado el buque de la nave, el presbiterio con su bóveda esquifada sobre trompas y la portada lateral con dos arquivoltas ojivales.
     La intervención más importante tiene lugar cuando fueron sustituidos los pilares de ladrillo por columnas de mármol de orden toscano, rematadas en una especie de cimacios para adaptarse a las antiguas arcadas góticas. Este tipo de intervención ya se había practicado en la comarca, en la segunda mitad del siglo XVI cuando Hernán Ruiz II era maestro mayor del Arzobispado, en concreto, en las iglesias de Cortegana e Hinojales. En el último tramo, se dispusieron pilares muy originales al incluir zapatas laterales en forma de ménsulas, posiblemente para sostener una tribuna de coro.
     En 1708 se comenzó a labrar una capilla, dedicada a Nuestra Señora del Buen Fin, por una disposición que se hizo en su testamento don Juan Núñez Mesía de Castilla, originario de la villa.
     El 16 de junio de 1748, Francisco Muñoz, maestro mayor de fábricas del Arzobispado, emitía un informe advirtiendo la necesidad de intervenir en la capilla mayor, eliminando una espadaña dispuesta sobre su bóveda, proponiendo, en su lugar, labrar una torre. Las obras fueron encargadas al maestro Diego de Luna.
     En 1761, Pedro de Silva visitaba también la iglesia y señalaba la necesidad de realizar reparos en sus tejados y solar de nuevo sus naves. En 1770, advertía sobre el mal estado de la torre. Ambrosio de Figueroa propuso también renovar el alfarje de la nave central. Al frente de las obras estuvo el maestro alarife Esteban Paredes y se concluyeron el 6 de julio de 1771.
     Los años finales del siglo XIX y primeros del XX también fueron prolijos en intervenciones. Entre 1864 y 1866 se construyó y decoró la actual capilla del Sagrario, como consta por una inscripción sobre sus muros que indica el nombre de la familia Carballar que costeó las obras de la misma y la dotación de un órgano cuando la convierten en su enterramiento familiar.
     Entre 1911 y 1913, se acometieron nuevas obras. La primer intervención fue la total transformación de su fachada principal, modernizada en estilo neogótico. En el interior se dispuso una nueva solería y se construyó la capilla dedicada a la Inmaculada Concepción (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Castillo; Ermita de la Virgen de Cala; e Iglesia de Santa María Magdalena) de la localidad de Cala, en la provincia de Huelva. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia onubense.

Más sobre la provincia de Huelva, en ExplicArte Sevilla.

Un paseo por la avenida de María Luisa

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la avenida de María Luisa, de Sevilla, dando un paseo por ella.    
     Hoy, 30 de enero, es el aniversario del nacimiento (30 de enero de 1832) de Doña María Luisa Fernanda de Borbón y Borbón, Infanta de España, así que hoy es el mejor día, para ExplicArte la avenida de María Luisa, de Sevilla, dando un paseo por ella.
     La avenida de María Luisa es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo; y en el de El Prado-Parque de María Luisa, del Distrito Sur; y va de la glorieta de San Diego, a la glorieta de los Marineros.
     La avenida no posee siempre una adscripción precisa. En términos generales corresponde a un gran eje urbano, bien caracterizado desde el punto de vista genético, porque estructura el crecimiento de la ciudad; morfológico, ya que es ancha; y funcional, sobre todo por canalizar el tráfico rodado. Sin embargo, de acuerdo con esta definición, no hay razones, más que las convencionales, para considerar a unas vías como avenida y su prolongación, como calle. En otros casos, las avenidas constituyen el eje principal de un sector determinado o de una barriada, y si bien poseen las características de vía principal en relación a ese sector, no alcanzan dicho valor en el conjunto de la ciudad. La avenida posee sobre todo un valor simbólico, y prueba de ello es que en Sevilla la avenida por excelencia es la hoy denominada de la Constitución, centro neurálgico de la ciudad, tanto de sus fiestas religiosas como de la actividad bancaria, y así es es reconocida sólo como la avenida. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer. 
     Debe su nombre a la infanta María Luisa de Borbón (1832-1897), hermana de Isabel II y esposa de Antonio de Orleáns, duque de Montpensier, que donó a la ciudad parte de los jardines del palacio de San Telmo. El mapa de Poley (1910) la rotula como Luisa Fernanda, recogiendo el segundo y tercer nombre de la infanta En 1892, al poco de morir el duque de Montpensier el Ayuntamiento solicitó a la infanta la cesión de terrenos para abrir una avenida que, prolongando la calle de la Industria (hoy Menéndez Pelayo) a través de la avenida del Cid, alcanzara el paseo de las Delicias y los jardines del mismo nombre, lugar de esparcimiento muy frecuentado por los sevillanos. La donación se realizó al año siguiente y poco después se inició la apertura, teniéndose que desmontar las construcciones, donde se alojaba gran parte del servicio de lo duques, utilizando parte del antiguo convento de San Diego. La ciudad construyó una verja de hierro entre pilares de mam­postería a ambos lados de la vía, para aislar los jardines de San Telmo y el parque, dejando sendos accesos hacia la mitad, a la altura de la avenida del Perú y del Conde de Urbina. Confluyen por la derecha las avenidas de Perú y Chile.
     El parque de María Luisa se formó a partir de la donación ya referida, que incluía aproximadamente la mitad de los jardines de San Telmo; alcanzaba desde la glorieta de San Diego y avenida de María Luisa hasta la plaza de América. Éstos habían sido ordenados a partir de las actuaciones del francés Boutelou y del propio duque, y era conocido este sector como Jardín de Aclimatación. Con la perspectiva de la Exposición Iberoamericana convocada en 1912, que había de tener en él su asentamiento, se encargó un proyecto al ingeniero J.C.N. Forestier, que inició su trabajo al año siguiente. Fue presentado en 1915 y estaba inspirado en los jardines del Generalife y del Alcázar. Al mismo tiempo se le incorporó la plaza de América, levantada sobre el Huerto de la Mariana, y se unió con la plaza de España.
     En él se encuentran gran variedad de árboles agrupados y formando paseos, así como praderas de césped, numerosas glorietas, pérgolas, bancos, fuentes y estanques. Los espacios más frecuentados son el lago de los patos y el monte Gurugú. Constituye un jardín muy atractivo, especialmente en los meses más soleados. Durante muchos años ha sido el único parque de la ciudad; es muy visitado los días festivos. Para los turistas es uno de los espacios más identificadores de la ciudad. Los paseos y glorietas están rotulados con nombres de personajes relacionados con la historia de España y América: Don Pelayo, Covadonga, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Magallanes, Almagro, Pinzón, Gomara; con la Exposición Iberoamericana: Aníbal González, Conde de Urbina, Conde de Colombí, Rodríguez Caso, y con las letras sevillanas: Bécquer, Mario Méndez Bejarano, Hermanos Quintero, José María Izquierdo. Estos rótulos han sido renovados recientemente siguiendo el modelo utilizado en la Exposición.
     La avenida de María Luisa se proyectó con 27 m. de anchura y, aunque fue pensada fundamentalmente para conectar el puerto con la estación del ferrocarril y las rondas, no fue adoquinada, y así, en 1922 se recomendaban otras vías alternativas por no reunir ésta condiciones para el tráfico rodado. Con posterioridad, probablemente en 1929, fue adoquinada y en los años setenta cubierta con capa asfáltica. Presenta a ambos lados dos pilares de ladrillo visto tallado culminados por adornos piramidales, que formaron parte del conjunto monumental de acceso a la Exposición Iberoamericana de 1929. Las aceras son de cemento en su margen izquierda y de losetas en la derecha, separadas en ambos casos por franjas de albero en las que están plantadas acacias muy jóvenes, pues en 1989 fueron talados los árboles enfermos. Hay también en el primer tramo algunas palmeras y naranjos. Los bordillos y husillos, que habían quedado casi enterrados con la capa asfáltica, han sido elevado para facilitar la evacuación de las aguas pluviales. Se ilumina desde 1975 con farolas fernandinas de fundición con tres brazos, que sustituyeron a otras instaladas en 1961.
     La avenida está flanqueada a la izquierda por la verja del parque, y a la derecha, y a cierta distancia, por distintos pabellones de la Exposición Iberoamericana; en primer lugar por el Casino y el Teatro Lope de Vega, obra de Vicente Traver y Tomás, construido entre 1925 y 1928 como parte del Pabellón de Sevilla, que tiene en ella su entrada principal. A continuación hay un pequeño pabellón muy transformado, convertido hoy en bar-restaurante. Inmediatamente después el Pabellón del Perú, obra de Miguel Piqueras Cotolí, construido entre 1927 y 1928; edificio de aspecto palaciego, combina elementos indígenas y españoles en lo que fue dado en llamar estilo neoperuano. Destacan sobre todo los cierros de madera limeños y los miradores en los cuatro ángulos. Hoy es sede de la Estación Biológica de Doñana y del Consulado del Perú. Tras un amplio espacio ajardinado, aunque mal cuidado [hoy ocupado por la Biblioteca Pública Provincial Infanta Elena], se encuentra el Pabellón del gobierno de  los Estados Unidos (1928-29), obra de William Templeton Johnson, seguidor de la escuela de "arquitectura california­na", que en su versión culta utiliza modelos históricos españoles e hispanoamericanos. En él ha estado instalado hasta hace unos años el consulado de este país y actualmente una oficina consular. En un pabellón dedicado a proyecciones cinematográficas de Estados Unidos se instaló en 1937 el teatro escolar Juan de la Cueva, demolido en los años cincuenta. Finalmente, y ya en la confluencia con la glorieta de los Marineros y paseo de las Delicias, se levanta el llamado Costurero de la Reina, Pabellón del Ángulo, obra de Juan Talavera de finales del s. XIX y que habría de servir de cuerpo de guardia del palacio de los Montpensier; hoy está dedicado a Oficina Municipal de Turismo.
     Cumple funciones de paso tanto para el tráfico rodado, que es muy intenso en ambas direcciones, como para peatones. Cana­liza la circulación proveniente de la avenida de la Palmera y del barrio de Los Remedios, a través del puente de los Remedios, hacia la Pasarela y "rondas" y viceversa. Con frecuencia, especialmente en las horas puntas, se colapsa. Con motivo de la Feria de Abril es habilitada en una única dirección, convirtiéndose en una de las principales vías de acceso al "real". A pesar de ello, y dada su amplitud, es un paseo peatonal muy frecuentado para aquéllos que desde el citado barrio de Los Remedios se desplazan a los centros universitarios y administrativos del Prado de San Sebastián [Salvador Rodríguez Becerra, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor la Biografía de María Luisa Fernanda de Borbón y Borbón, personaje que da nombre a la vía reseñada;
     María Luisa Fernanda de Borbón y Borbón, Duquesa de Montpensier, en Francia. (Madrid, 30 de enero de 1832 – Sevilla, 2 de febrero de 1897). Infanta de España.
     Segunda y última hija de Fernando VII y de la princesa María Cristina de las Dos Sicilias, nacida en el Palacio Real de Madrid el 30 de enero de 1832. Tras el temprano fallecimiento de su padre, en septiembre de 1833, y el acceso al trono de su única hermana, la reina Isabel II, Luisa Fernanda pasó a ser heredera del trono, aunque nunca llegó a ser proclamada princesa de Asturias. Pasó su primera infancia junto a su hermana en un entorno de intrigas palatinas durante la regencia de su madre y en el contexto de la Primera Guerra Carlista. Su educación fue pobre, escasa y poco acorde con los nuevos tiempos de liberalismo y progreso, y estuvo marcada por el segundo matrimonio de su madre con Fernando Muñoz y por la expulsión de ésta de España. Durante la regencia del general Espartero su formación corrió a cargo de la condesa de Espoz y Mina, de adscripción liberal, quedando las regias huérfanas a merced de las distintas facciones políticas de la Corte que, finalmente, darían al traste con la regencia del general. Fruto de ello fue la proclamación de la joven Isabel como reina con solamente catorce años. De ojos oscuros y facciones más finas que las de su hermana Isabel, y de carácter tímido, retraído y asustadizo, desde fechas muy tempranas los futuros matrimonios de doña Luisa Fernanda, y el de su hermana la Reina, fueron objeto de los mayores enfrentamientos en todas las chancillerías europeas, por considerarse un asunto de capital importancia para el futuro de España. Tras barajarse varios pretendientes para ambas —afines a los intereses de Francia e Inglaterra—, su madre María Cristina y el rey Luis Felipe de los franceses convinieron en que doña Isabel contraería matrimonio con su primo hermano el infante español don Francisco de Asís —considerado incapaz de concebir hijos—, y doña Luisa Fernanda con el hijo menor del monarca galo. Las fastuosas dobles bodas tuvieron lugar en el Palacio Real de Madrid el 10 de octubre de 1846, y con sólo catorce años doña Luisa Fernanda se vio abocada al matrimonio con el apuesto príncipe Antonio de Orleans, que a la sazón era duque de Montpensier y, probablemente, el más inteligente de entre todos los hijos del rey francés, a quien permanecería fiel y leal el resto de su vida.
     Tras su matrimonio, la infanta, considerada heredera del trono español, se instaló junto a su esposo en la Corte francesa residiendo entre el palacio de las Tullerías y el castillo de Vincennes, lugares a los que vino a sumarse el bello castillo de Randán, en Auvernia, propiedad de don Antonio. En la Corte francesa, doña Luisa Fernanda gozó de prerrogativas especiales en su calidad de heredera del Trono español y fue reconocida por su alegría y su vivacidad.
     Sin embargo, la revolución que dio al traste con la monarquía francesa en febrero de 1848, llevó a los duques de Montpensier a Gran Bretaña desde donde —considerados personas non gratas— partieron hacia Holanda camino de España. De regreso a la corte de Madrid, ese mismo año de 1848, el gobierno español prefirió que no se quedasen a residir allí, hecho que llevó a don Antonio y a doña Luisa Fernanda a buscar un establecimiento en Andalucía donde poder encontrar acomodo acorde a su rango, gracias a la más que notable herencia que la infanta recibió al resolverse la testamentaría de su padre el rey. Pensaron en primer lugar en Granada, donde pretendieron adquirir el palacio de Carlos V, para finalmente asentarse en la ciudad de Sevilla, donde adquirieron el palacio de San Telmo, a orillas del Guadalquivir, que decoraron lujosamente generando una corte paralela de artistas y literatos, que refulgía con brillo particular y competía con la corte de Madrid. También en Andalucía adquirieron numerosas propiedades en las provincias de Sevilla y Cádiz, como la casa-palacio de Hernán Cortés en Castilleja de la Cuesta, fincas en San Isidoro del Campo, el palacio de los marqueses de Villamanrique, o terrenos en Sanlúcar de Barrameda donde edificaron el palacio Orleans, de estilo neomudéjar.
     En San Telmo nacieron sus nueve hijos, cuatro de los cuales murieron en la infancia para mayor tragedia de la piadosa Luisa Fernanda, que desde fechas muy tempranas adoptó como suyos los lutos propios de aquellos tiempos. Tras el nacimiento de su sobrina Isabel, hija primogénita de la reina Isabel II, en 1851, la infanta quedó desplazada de la sucesión inmediata al trono español, comenzando entonces el largo período de notorias intrigas políticas de su esposo para hacerse con la corona de España. Corrían años políticamente tormentosos para Isabel II y en ese contexto la duquesa de Montpensier dio vía libre a las intrigas de su esposo, a quien siempre dio apoyo y comprensión.
     Con la monarquía en grave peligro, en el otoño de 1866 doña Luisa Fernanda viajó a Madrid para entrevistarse con su hermana Isabel II, en un intento de aconsejarla sobre los graves asuntos de la política del reino. El encuentro fue tormentoso y oficializó un alejamiento entre ambas hermanas, que no haría sino agrandarse con la expulsión de los Montpensier de territorio español en mayo de 1868. Los duques se instalaron primero en Lisboa y posteriormente en París, mientras en verano la Revolución terminaba con la monarquía española y con el turbulento reinado de doña Isabel.
     A comienzos de 1870 don Antonio, doña Luisa Fernanda y sus hijos regresaron a España, donde el duque vio fracasadas sus esperanzas de convertirse en nuevo rey al salir elegido para el trono el príncipe italiano Amadeo de Saboya. Siguió un nuevo exilio en Francia, durante el cual los duques llegaron a un acuerdo dinástico con la reina Isabel por el que reconocieron como nuevo pretendiente al trono al hijo de ésta, el príncipe de Asturias, don Alfonso. Juntas, ambas familias trabajaron por la restauración de la monarquía en España que, materializada en 1875, se selló con el matrimonio del nuevo rey Alfonso XII con la hija de los duques, la infanta María de las Mercedes, que se celebró en 1878. Para entonces doña Luisa Fernanda se había convertido en una mujer ajada por los sufrimientos y totalmente entregada a la práctica religiosa y a sus muy numerosas caridades, tanto en Sevilla como en otros lugares de Andalucía. Afecta a las tradiciones locales, ella y sus hijos no faltaban a las romerías locales siendo ella especialmente devota de las Vírgenes de Regla, en Chipiona, y del Rocío, en Almonte. En el otoño de 1876 los Montpensier ya estaban instalados de forma definitiva en Sevilla, pero dos años más tarde doña Luisa Fernanda tuvo que asistir al fallecimiento de su hija la reina Mercedes, que fue seguido del de otra de sus hijas, María Cristina, unos meses más tarde. Así, hacia 1880, la vida de la infanta estaba totalmente marcada por los lutos y las desgracias personales, quedándole solamente dos hijos vivos: doña Isabel, esposa del conde de París, y don Antonio. Entregada a obras pías y a devociones, su vida quedó completamente alejada del ámbito mundano y circunscrita al ámbito religioso.
     En 1885, todavía asistió a la muerte de su sobrino y yerno, el rey Alfonso XII, y en 1890 perdió finalmente a su esposo, don Antonio, de quien fue devota compañera durante toda su vida. Ya viuda, se enterró en el duelo y el luto más profundos, entregándose a misas y plegarias. De ahí que sus últimos años estén cubiertos de un cierto oscurantismo teñido de religiosidad. Permaneció en sus propiedades andaluzas, especialmente los palacios de San Telmo y Villamanrique, con ocasionales visitas a Inglaterra y otros lugares de Europa. Gran amiga de la escritora Fernán Caballero y de edad ya avanzada, doña Luisa Fernanda enfermó gravemente en enero de 1897 y falleció en su palacio sevillano el 2 de febrero de ese año, siendo su cadáver conducido al Panteón de Infantes del monasterio de El Escorial. Por expreso deseo suyo no fue embalsamada y fue amortajada descalza con el hábito de San Francisco. En su testamento dejó a la ciudad de Sevilla el parque de San Telmo, hoy conocido como Parque de María Luisa, legando el palacio a la Iglesia con el fin de que se convirtiese en seminario (Ricardo Mateos Sáinz de Medrano, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la avenida de María Luisa, de Sevilla, dando un paseo por ella. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Más sobre el Callejero de Sevilla, en ExplicArte Sevilla.

La avenida de María Luisa, al detalle:
Pabellón Exposición Iberoamericana 1929

domingo, 29 de enero de 2023

El Cortijo de Montepalacio, en Paradas (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Cortijo de Montepalacio, en Paradas (Sevilla).
         Asentado sobre una ligera prominencia, el "monte palacio", aunque abrazado por la autovía A-92 en su encuentro con la carretera A-361 Marchena-Morón, en una posición que altera las condiciones de los terrenos de su entorno en los que se entremezclan la dehesa y las tierras de labor, pero que potencia la visibilidad del conjunto edificado. Éste presenta una clara dualidad entre un señorío de cierto empaque y las extensas dependencias agropecuarias, de sencilla configuración formal.
     Según G. Florido, sus tierras tenían una cabida de 1.600 ha. con sustanciales extensiones para sembradura y dehesa y una pequeña porción de olivar, lo que determinó su tradicional dedicación a un aprovechamiento mixto de base cerealista y ganadera. Hoy se dedica sobre todo al cultivo de cereales de secano, con menor presencia de la actividad pecuaria y un uso marginal de la mayoría de las construcciones, a excepción de la vivienda principal.
     La estructura del conjunto es sencilla, dispuesta por oposición de las áreas principales de uso: el señorío ocupa uno de los extremos cortos de un rectángulo, enfrente de los espacios de aprovechamiento agropecuario; por medio se dispone un pasillo empedrado.
     El señorío posee la configuración de una vivienda urbana, con las dependencias acomodadas a los criterios de habitabilidad actuales. El oratorio privado, una pieza digna de destacar, acusa cierto deterioro; conserva un altar moderno y ropero para el ajuar litúrgico. En el edificio se aprecian dos momentos constructivos. Al primero, quizás fines del XIX, pertenece el cuerpo bajo, con una vistosa cornisa de sinuosa evolución. Al segundo, ya entrado el siglo siguiente, podría corresponder la torre mirador de exótica silueta, con cubierta de pabellón con tejas vidriadas. Como complemento a este módulo de habitación hay que referir la existencia, en tiempos, de un gran jardín, diseñado de acuerdo a las modas europeas imperantes en el momento.
     Las dependencias productivas, con vistosas fachadas, se rodean de un perímetro murado, conformándose en el interior un gran patio bordeado por diversas estancias de habitación (varias viviendas, la antigua gañanía y cocina), para el ganado, como el antiguo tinahón, con la antigua vivienda del guarda a su lado, y el almacenamiento (pajares, graneros¿), destacando un interesante granero. Pudo asimismo contar con una almazara emplazada en el patio, hoy desaparecida.
     Como nota característica, hay que señalar la utilización de teja plana en las cubiertas de estas espaciosas edificaciones.
     Separado del núcleo principal se halla el núcleo de las zahúrdas, formadas por una extensa nave ventilada con las celosías del muro perimetral, bajo cubierta a dos aguas. Es una edificación de inusual desarrollo, que se completa con una corraleta de grandes proporciones.
     Según las respuestas compiladas a fines del siglo XVIII por el geógrafo Tomás López para su proyecto de Diccionario, el monte Palasios propio de los señores duques de Arcos, de una legua de largo y más de media de ancho, está poblado de alcornoques, ensinas, pinos y monte bajo, es arenoso y llano. A su vez, en 1848 P. Ponz incluye el monte entre las heredades del duque de Osuna. Después de diversos avatares pasó a manos del barón de Monte Palacio, don Francisco Ruiz Martínez, quien fuera senador por la provincia de Sevilla, hasta que falleciera en 1916. Es posible que a él haya que atribuir parte de la edificación de la vivienda y la construcción del jardín francés que hoy apenas se bosqueja en las inmediaciones. De algún modo hay que fechar una considerable actuación en el cortijo en torno al año 1894, que es la data de las zahúrdas. También fue determinante la aportación de uno de sus herederos, don Alfonso Carrillo Durán. Corre la noticia de que en la construcción del inmueble participó el arquitecto Aníbal González (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
    Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Cortijo de Montepalacio, en Paradas (Sevilla). Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia.

Más sobre la localidad de Paradas (Sevilla), en ExplicArte Sevilla.

Un paseo por el Barrio de la Ciudad Jardín

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el barrio de la Ciudad Jardín, de Sevilla, dando un paseo por él.
     Hoy, 29 de enero, es el aniversario (29 de enero de 1850) del nacimiento de Ebenezer Howard, fundador del movimiento urbanístico de la Ciudad Jardín, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Barrio de la Ciudad Jardín, de Sevilla, dando un paseo por él.
     El Barrio de la Ciudad Jardín es, en el Callejero Sevillano, un barrio que se encuentra en el Distrito Nervión, delimitado por las vías c/ Marqués de Pickman, c/ Roque Hernández, c/ Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, avda. Ramón y Cajal, c/ Marqués de Nervión, c/ Fernández de Ribera, c/ Beatriz de Suabia, c/ Maestro Pedro Braña, y avda. de La Ciudad Jardín.
     El Barrio de la Ciudad Jardín lo componen las vías siguientes: c/ Alfonso XI, c/ Almotamid, c/ Alonso Cano, c/ Andrés de Ocampo, c/ Antonio de Nebrija, c/ Antonio Delgado, c/ Antonio María Esquivel, c/ Arzobispo Salcedo, c/ Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, c/ Bartolomé Morel, c/ Beatriz de Suabia, c/ Bembaso, c/ Canal, c/ Cardenal Rodrigo de Castro, c/ Celestino Tejeiro Jiménez, avda. de la Ciudad Jardín, c/ Cristóbal de Augusta, c/ Diego Girón, c/ Don Gonzalo de Mena, c/ Doña María de Molina, c/ Espinosa de los Monteros, c/ Felipe de Rivas, c/ Fernández de Ribera, c/ Francisco Buendía, c/ Francisco de Alfaro, c/ Fray Hernando de Santiago, c/ Gaspar Núñez Delgado, c/ El Gomari, c/ José Alexandre, c/ José de Arce, c/ Juan Bautista Vázquez, c/ Juan Cromberger, c/ Juan Rodríguez Mateos, c/ Marqués de Nervión, c/ Marqués de Pickman, c/ Martín de Gainza, c/ Miguel de Zumárraga, c/ Padre José del Hierro, c/ Rafael Cantarero, avda. Ramón y Cajal, c/ Roque Hernández, c/ San Víctor, c/ Simón de Pineda, y c/ Varela de Salamanca.
     El Barrio, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, siendo el conjunto de vías urbanas con características homogéneas, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta,  constituida  por  bloques  exentos,  la  calle,  como  ámbito  lineal de relación, se pierde, y  el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. 
     Asentada sobre parte de los terrenos que de antiguo fueron conocidos como Cortijo del Maestre Escuela, se encuentra junto a la barriada del Marqués de Nervión, estando separada de la de Amate por el tapamento del arroyo Tamarguillo. En un principio, la Ciudad Jardín de la Esperanza formó parte de un proyecto global de urbanización del Cortijo del Maestre Escuela realizado por Aníbal González en 1911. Sin embargo, este proyecto no se llevó a cabo, pues se radicalizan las pautas del primitivo diseño al multiplicar el número de calles radiales con la consiguiente atomización del cuarto de círculo que ocupa. En realidad, el origen de la actual barriada se encuentra en la labor llevada a cabo por la Inmobiliaria Nervión, regentada por los herederos del marqués del mismo título que, aprovechando los beneficios de la Ley de Casas Baratas de 1925, construyen 404 casas con un total de l.374 viviendas de baja renta. Estaba destinada, en un principio, como las viviendas construidas en la barriada de Heliópolis, a albergar a los posibles visitantes de la Exposición Iberoamericana de 1929. El proyecto y la dirección de las obras corrieron a cargo de Gonzalo Iglesias Sánchez-Solórzano, quien conserva la disposición concéntrica y el tipo de vivienda unifamiliar, aunque con una superficie mínima ajardinada. Sin embargo y pese a que el espíritu que anima este proyecto parece entroncar con las propuestas decimonónicas de los socialistas utópicos, Sánchez-Solórzano no puede por menos que hacer algunas concesiones a los imperativos especulativos, lo que le lleva a recurrir a casas de bloques, si bien con un gran patio interior. En el plano de 1928 aparece la barriada en construcción, con calles y parcelas ya delimitadas, dispuestas en abanico, tomando como centro la Gran Plaza. Una fotografía aérea de 1929 ofrece una panorámica de esta bella barriada. En el plano de 1944 ya aparecen terminadas las calles y plazas, figurando, junto al caserío, locales destinados a guarderías, jardín y campo de deportes y cuartelillo de la guardia civil. La ocupación de la barriada fue inmediata. Ya en 1937 vivían en la Ciudad Jardín 6.604 personas, quienes, a pesar de la proximidad del arroyo Tamarguillo, por esta zona denominado Juncal, fijarán su residencia en una de las barriadas más hermosas y mejor equipadas de la Sevilla del momento y, puede afirmarse, que de la actualidad. El peligro representado por el inmediato arroyo se hizo patente con las graves inundaciones de 1961, a consecuencia de las cuales hubieron de ser evacuadas 445 familias, al haber resultado parcialmente destruidas sus viviendas, localizadas sobre todo en los sectores más inmediatos al mencionado arroyo. 
     La barriada se ha conservado con el paso de los años prácticamente inalterable, al estar a salvo de la salvaje especulación que aniquiló más de una popular y castiza barriada sevillana. Junto a las viviendas unifamiliares de dos plantas y pequeño jardín delantero, aparecen los primitivos bloques de tres plantas, conocidos popularmente como "colectivos"; otras viviendas de dos plantas adosadas lateralmente son denominadas "W", frente a las que se abren a modo de plazas, espacios trapezoidales, y terrizos, denominados "tenis"; otros tipos de viviendas de dos plantas formando cuatro viviendas en una sola construcción son conocidos como "Z". Finalmente, junto a Clemente Hidalgo, aparecen bloques de cuatro plantas, de factura posterior. A pesar de esta variedad tipológica y volumétrica del caserío, el blanco de las fachadas, tan típicamente andaluz, uniforma las viviendas llenando de luz un espacio preñado de historia, por muy reciente que ésta sea. La buena conservación de los edificios se corresponde con una más que aceptable infraestructura viaria y un mobiliario urbano adecuado a las necesidades del vecindario La función comer­cial se desplaza a uno de los extremos, la avenida Marqués de Pickman, con una acera jalonada de comercios y un mercado de abastos. El intenso tráfico de vehículos que se desarrolla, implacable, por la fronteras de la Ciudad Jardín, desaparece en el interior de ésta, donde ni estridente ruidos ni fétidos olores perturban el pasear placentero de quien desee recorrer las calles [Eduardo Camacho Rueda, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Barrio de la Ciudad Jardín, de Sevilla, dando un paseo por él. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Más sobre el Callejero Sevillano, en ExplicArte Sevilla.

sábado, 28 de enero de 2023

Los principales monumentos (Ermita de San Sebastián; e Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación) de la localidad de Cabezas Rubias, en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Ermita de San Sebastián; e Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación) de la localidad de Cabezas Rubias, en la provincia de Huelva.
Ubicación
     En la Comarca del Andévalo
Reseña histórica breve
     Los primeros vestigios se remontan al período Calcolítico. La Cabeza del Andévalo fue un recinto rural de probable origen bereber (situado en lo la Cora de Niebla). El terreno formaba parte de LO que se llamó Reino de Niebla /del Campo de Tejada al río Guadiana).
     En 1253 Alfonso X le concedió este territorio a Sevilla. En 1369 Cabezas Rubias cae dentro del señorío de Niebla al recibirlo Juan Alfonso de Guzmán con el rango de Condado. Casi un siglo después-1445- el Conde de Niebla recibe una nueva distinción convirtiéndose en Duque de Medina Sidonia.
     Durante el siglo XVII hubo numerosas epidemias y guerras, como la Guerra de Restauración Portuguesa (1640-1668).
Patrimonio cultural y artístico
     Ermita de San Sebastián, Iglesia Nuestra Señora de Consolación, Molino de la Divisa
Fiestas y tradiciones
     Fiestas de Nuestra Señora de la Consolación, Fiestas y Romería de San Sebastián.
Recursos económicos y sociales
     Agricultura (setas, naranjas y fresas, eucaliptos, pinos y jaras), ganadería (porcina, ovina y caprina), apicultura, artesanía (trabajo de la palma, cestos, canastos, alfombras) y el turismo rural.
Gastronomía
     Guisos de carne de caza menor y mayor, productos derivados del cerdo ibérico, potajes de gurumelos, gazpacho, las poleás, los piononos, los gordillos y los gañotes (Diputación Provincial de Huelva).
     Al sur de Sierra Pelada, en un paisaje donde el relieve se va haciendo cada vez más suave, se sitúa la población de Cabezas Rubias, próxima al nacimiento de la ribera de Malagón. Desde época muy remota hay vestigios de poblamiento en la zona, como se constata en el yacimiento megalítico de «Los Pedernales». También existen restos romanos, habiéndose relacionado su topónimo con la «Ad Rubras», mencionada en el Itinerario de Antonino. Desde la Edad Media, el lugar quedó vinculado al Con­dado de Niebla. El nombre de Cabezas Rubias, de origen castellano, aparece documentado ya en el siglo XVI, recogiéndose por tradición que procede de "Venta-Rubia», el nombre de una antigua parada para viajeros en el camino entre Aroche y Gibraleón. Tal hospedería, con el tiempo, actuaría como aglutinante de la actual población. El acontecimiento más relevante de la historia de Cabezas Rubias, fue el dramático saqueo de su núcleo urbano y matanza de sus habitantes por las tropas portuguesas en 1644, hecho que supuso el despoblamiento del lugar, que no volvió a tener ocupación hasta el año 1650. Recoge Madoz, que tras volver sus moradores se encontraron las tierras ocupadas por los vecinos de El Cerro, generándose un conflicto de lindes que exigió la intervención real. Sucesos similares se repitieron en 1704. En el siglo XVIII, al parecer, aún no había adquirido la condición de villa, poseyendo una extraña jurisdicción mixta de realengo y señorío. Tradicionalmente, debido a la escasa fertilidad del suelo, sus habitantes se han dedicado al pastoreo y a la recolección de miel. Hoy, una importante parte de su término municipal se destina a la explotación forestal de alta tecnología, respetuosa con la conservación el medio ambiente (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Pequeño enclave rodeado de encinas y de eucaliptos que enlaza las tierras aftas de la serranía de Aracena con la comarca del Andévalo, a la que pertenece.
Historia y visita
     Desde la lejanía, el pueblo, arracimado en una pequeña loma, con sus casitas blancas de rojos tejados, parece arrancado de un paisaje cubista. El término estuvo poblado desde la época de los fenicios que explotaron las minas de las proximidades.
     En la localidad se encontraron vestigios de un templo que, según la tradición popular, estuvo consagrado al dios ibero Endové­lico, deidad protectora y médica que sim­bolizaba al fuego y de cuyo nombre derivaría el de toda la comarca.
     La historia del pueblo, no obstante, estuvo ligada a la del condado de Niebla desde que, tras el Conflicto del Algarve, las tierras com­prendidas entre el Guadiana y el Guadal­quivir pasaron a poder de la corona de Castilla mediante el Tratado de Badajoz de 1267. En sus alrededores se practica la caza del jabalí, del que suelen cobrarse abundantes piezas en las numerosas monterías que se organizan.
Gastronomía
     El gazpacho de invierno, con lechuga, culantro y agua templada, así como la caldereta de cordero son los platos tradicionales del pueblo.
Artesanía
     La talla en madera y en piedra y los trabajos realizados con palma forman el conjunto de una artesanía breve pero viva.
Fiestas
     Es destacable Cabezas Rubias por un fandango autóctono que se canta y se baila en la romería de la Pascua de Resurrección al Cabezo del Buitrón, a unos 2 km del pueblo, y en la de San Benito, que se celebra el lunes siguiente al primer domingo de mayo (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).

Ermita de San Sebastián
     Conocemos la existencia de esta ermita al menos desde el siglo XVII, pues en ella fueron encerrados los vecinos del pueblo por los portugueses en 1644. El edificio actual, sin embargo, es de reciente construcción y no se conservan en su interior obras de interés artístico (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación
     Se trata de un edificio de planta de cruz latina y una sola nave con capillas hornacinas entre los contrafuertes interiores. Se cubre la nave con bóveda de tabicado y el crucero con una artesa de tradición mudéjar. Exteriormente, la fachada del hastial se resuelve con una portada adintelada, enmarcada con pilastras toscanas y frontón triangular, sobre la que se sitúa un óculo rodeado por la cornisa que remata la fachada. Corona el conjunto una gran espadaña de dos cuerpos con vanos de medio punto entre pilastras del mismo orden, a la que se accede por una escalera de caracol, que se manifiesta exteriormente por un cilindro con cupulilla bícroma de azulejos. Las portadas laterales responden al mismo esquema, aunque con menor monumentalidad.
     Es posible que durante el siglo XVII fuera le­vantada una primera iglesia, de la que hoy sólo se conservaría su cabecera, pues su única nave, descrita por los arquitectos del Arzobispado como «de arcos a lo antiguo», es decir, probablemente de arcos transversales, fue demolida a mediados el siglo XVIII por resultar su capacidad insuficiente para el aumento demográfico experimentado por la población. Esta amplia­ción del templo, fue propuesta y proyectada, en principio, por el arquitecto Francisco Muñoz en 1752, aunque la definición final del proyecto, con alguna modificación de medidas y con los diseños concretos de bóvedas, portadas y espadaña, fue realizada por Pedro de Silva en 1757. Un año después, fue renovada la armadura de madera del crucero por el maestro carpintero de lo blanco Esteban de Paredes, siguiendo el modelo y decoración de la antigua.
     Estilísticamente el templo responde al lenguaje barroco de mediados del XVIII, destacando la armónica volumetría de su exterior y la rica molduración clasicista de todo el conjunto. Asaltado el templo en numerosas ocasiones, con motivo de los conflictos fronterizos con Portugal y, finalmente, durante la Guerra Civil, su interior apenas conserva obras de interés artístico.
     Sólo podemos destacar los restos de una pila bautismal, fechada en 1696, cuyo pie sirve hoy de apoyo a una taza moderna, usándose la original como pila de agua bendita, incrustada en la pared junto a la puerta de entrada derecha. Sabemos que fue mandada poner por el Arzobispo de Sevilla don Juan de Palafox y Cardona, en la segunda visita que realizó a este pueblo en 1692, y que sustituyó a una primitiva pila de barro vi­driado en verde de estilo mudéjar.
     La mayoría de las imágenes del templo son de serie, modernas, a excepción de una Virgen do­lorosa, de vestir, realizada por Sebastián Santos Rojas en 1950.
     En la sacristía se conserva un Niño Jesús de talla popular barroca, del siglo XVIII, con poten­cias de plata de la misma época y varias piezas de orfebrería, entre las que podemos destacar un cáliz de plata sobredorada, de principios del siglo XVII, con estructura muy moldurada y deco­ración grabada y un copón de plata sobredorada, realizado por el platero sevillano Alexandre y donado a la parroquia por don Domingo de Mora Ponze, comisario del Santo Oficio, en el año 1769 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Ermita de San Sebastián; e Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación) de la localidad de Cabezas Rubias, en la provincia de Huelva. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia onubense.

Más sobre la provincia de Huelva, en ExplicArte Sevilla.