Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

   Otra Experiencia con ExplicArte Sevilla :     La intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla" , presentado por Ch...

lunes, 28 de febrero de 2022

La Casa Museo de Blas Infante - El Museo de la Autonomía, en Coria del Río (Sevilla)

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Casa Museo de Blas Infante - El Museo de la Autonomía, en Coria del Río (Sevilla)
     Hoy, 28 de febrero, es el Día de la Comunidad Autónoma de Andalucía, al cumplirse el aniversario (28 de febrero de 1980) del referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía del año 1980 que dio autonomía plena a la comunidad andaluza, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la Casa Museo de Blas Infante-El Museo de la Autonomía, en Coria del Río (Sevilla).
     La Casa Museo de Blas Infante-El Museo de la Autonomía, se encuentra en la avenida Blas Infante, s/n; en Coria del Río (Sevilla).
    La casa, construida en una parcela rústica al límite del municipio, está ubicada sobre un altozano, desde el que se divisa el Guadalquivir. Fue mandada a construir en 1930 por Blas Infante como vivienda familiar, encargándose él mismo del diseño y de la dirección de las obras. Su valor es esencialmente histórico. Es un chalet en las afueras del la población, exento, rodeado por jardín y huertos de naranjas, con amplias vistas al gran río de Andalucía.
     En el interior sigue el esquema de una vivienda unifamiliar con pasillo perpendicular a la puerta de la entrada, al cual abren las distintas habitaciones, dormitorios, aseos, despacho, etc., en este pasillo se encuentra el salón de columnas. El interior del edificio sorprende por la profusión de yeserías neomudéjares policromadas.
     La villa, que se encarga personalmente de diseñar tanto a niveles decorativos como constructivos, se inspira principalmente en la arquitectura de Al-Andalus, aunque cuenta también con elementos ornamentales propios de otros estilos, por lo que podemos situarlo dentro de la corriente historicista.
     La construcción se distribuye en cinco crujías paralelas a fachada. La zona principal comprende el espacio delimitado por las tres primeras, ocupando la segunda planta sólo la tercera crujía.
   La planta del inmueble es rectangular, quedando estructurado su interior mediante un largo pasillo central que recorre todos los cuerpos hasta llegar a la zona de servicio. La entrada principal está situada en el flanco Este, tras ella se sitúa el corredor, al que abocan las habitaciones a izquierda y derecha, marcándose cada uno de los tramos mediante arcos de herradura.
   En el dintel exterior de la sencilla puerta principal de entrada, conformada por un arco de medio punto, enmarcado por azulejos de reflejos metálicos, se encontraba el Escudo original de Andalucía, diseñado por Blas Infante y realizado por Pedro Navia, y que en la actualidad se conserva dentro de la villa. En el interior, también sobre el dintel, podemos leer una afectiva dedicatoria a los tres hijos que por entonces tenía Blas Infante: «La Casa de la Alegría es el reino de tres ángeles, Ginesita, Mariquita y Blasito».
     Tras la entrada se accede al pasillo central, estancia que destaca por la belleza de su techo, las puertas talladas de acceso a las habitaciones y los faroles de hierro forjado que la iluminan. La primera sala que se encuentra a la izquierda es el despacho, éste presenta interesantes yeserías policromadas y zócalos de cerámica. En las paredes se pueden leer diversas inscripciones andalusíes que versan sobre la herencia de Al-Andalus y los nombres de los artesanos que las realizaron.
     La sala de la derecha, que alberga hoy día los símbolos originales de Andalucía: la Bandera, el Escudo y el Himno, fue la habitación usada como dormitorio de la madre de Blas Infante, por lo que la mayoría de las inscripciones de las paredes están dedicadas a ella.
     A continuación se encuentra el llamado «comedor de los frescos» o «comedor de los moros», en alusión a la tipología y motivos de las pinturas de las paredes, que son obra del artista Juan Alonso Garzón, y que presentan escenas en la línea romántica y orientalista de la estética decimonónica. Los zócalos de azulejos de Pedro Navia completan la decoración de esta estancia, y sus escenas del Quijote son las primeras, de las más de setecientas de este tema, que se encuentran distribuidas por la casa. En uno de los laterales de la chimenea se aprecia una escena de la bahía de Isla Cristina donde la familia Infante vivió casi ocho años.
     Tras la escalera de acceso a la segunda planta, situada en la tercera crujía, y traspasando una puerta, se llega al segundo cuerpo de la casa, mucho más sencillo en cuanto a decoración, ya que presenta las paredes enfoscadas desde el zócalo de azulejos, y los techos conformados con vigas de madera vista.
     En este cuerpo se encuentra una zona de estar, separada del pasillo mediante arcos de medio punto sobre columnas con basamentos cuadrados, y dispuesta entorno a una gran chimenea, lugar donde la familia pasaba la mayor parte de su tiempo, y que comunica directamente con la cocina a través de una pequeña ventana situada en un lateral. Al fondo a la izquierda se sitúa la biblioteca, a la que se accede a través de un pequeño patio y enfrente la sala de música; al final de la galería se observa un relieve esmaltado con la bandera andaluza en el centro y cuatro grandes frisos de inspiración clásica. La segunda planta, que emerge a manera de torreón en esta tercera crujía, alberga dos dormitorios y una pequeña sala.
     Adosado a la parte trasera del edificio y comunicado a través de una reja, se encuentra el almacén para guardar los aperos de labranza propios de una casa de campo y en el flanco sur un cuerpo para cocheras y vivienda de los guardeses. La cubierta es plana, a la andaluza, en la zona noble del edificio e inclinada, a dos aguas, con teja árabe, en el segundo cuerpo. El remate en el primer cuerpo se realiza mediante almenas escalonadas de ladrillo visto, material que es igualmente empleado para el resto de las fachadas, lo que otorga a la casa una apariencia fortificada que dio lugar a la denominación popular de «castillo de don Blas». El segundo cuerpo se encuentra enfoscado y pintado con cal. En el torreón de la segunda planta se abre la única ventana bífora, con arcos que pretenden ser angrelados, enmarcados por bandas de yeserías; las restantes ventanas son sencillos huecos verticales enrejados y enmarcados con azulejos. La solería de toda la casa es hidráulica, de formato cuadrado en el primer cuerpo, y, en el segundo, de fino prensado. El edificio también se denomina «Recreo de Santa Alegría», y en su construcción participaron albañiles de Coria del Río cuyos nombres quedaron inscritos, con grafías árabes, en las yeserías que ornamentan el edificio.
     La casa constituye una versión particular del regionalismo andaluz en su vertiente neomudéjar y plateresca. Recrea las alquerías que poblaron el Aljarafe en tiempos de Al-Andalus y refleja aspectos constructivos que Blas Infante contempló en su viaje a Marruecos en 1924. A esta intención responden también elementos ornamentales del primer cuerpo, tales como las yeserías, pinturas murales, carpintería y azulejería. A su vez los elementos ornamentales del segundo cuerpo del edificio son muestra de la importancia que daba Infante al afán del humanismo andaluz por recuperar los valores de la época clásica y castellana en Andalucía. En definitiva el edificio está concebido para plasmar, con el espíritu integrador y conciliador que caracterizó a su creador, las ideas más profundas del andalucismo histórico. Igualmente es una síntesis de la sucesión de grandes culturas en Andalucía, tales como la tartésica, la clásica, la oriental y la humanista, así como de la convivencia entre las infuencias religiosas judeocristianas e islámicas.
     También el jardín de la villa es importante y significativo, al estar diseñado como mirador del Guadalquivir y contenedor de variadas especies autóctonas, traídas de diferentes puntos de Andalucía y como muestra de su diversidad.
     Blas Infante, nacido en Casares (Málaga) en 1885, cursa estudios en la Facultad de Derecho de Granada y gana las oposiciones de notarías en 1909. Se casa en el pueblo sevillano de Peñaflor con Angustias García Parias, residiendo en Sevilla, Isla Cristina y Cantillana. En 1931 se instala definitivamente en Sevilla y manda construir la casa de Coria del Río, sobre una loma exenta desde la que se divisa el paso del Guadalquivir.
     La villa, que se encarga personalmente de diseñar tanto a niveles decorativos como constructivos, se inspira principalmente en la arquitectura de Al-Andalus, aunque cuenta también con elementos ornamentales propios de otros estilos, situando estilísticamente al edificio dentro de la corriente historicista.
     Desde este sitio, que habitó desde 1932 a 1936, vivió el líder andalucista períodos claves de su trayectoria política, tales como el proceso de reconocimiento del gobierno de la República a las nacionalidades del Estado Español y el comienzo de la redacción de los estatutos de las futuras comunidades autónomas, entre ellos el de Andalucía.
     El proceso constructivo comenzó con el levantamiento de una vivienda para albergar a los guardeses que se encargaría de explotar y vigilarían, en adelante, la finca y las obras de la casa. 
     La construcción de la Santa Alegría se produjo en dos fases. La primera comprendió la edificación de la galería principal con estancias a derecha e izquierda. En el momento en que la familia se trasladó a la vivienda estaban construidos los dormitorios, el despacho, el comedor, la cocina (con su despensa) , una alacena, un cuarto de baño, un comedor pequeño que hacía las veces de recibidor y cuarto de la plancha un pequeño pasillo que separa esta estancia del cuarto de baño. A través de una escalera se accedía a la segunda planta donde se ubicaban tres dormitorios y una terraza. Con posterioridad se iniciaría la segunda fase hasta completarse la totalidad de la obra.
     En la construcción de la casa participó el propio Blas Infante como diseñador y director de la sobras, en ella participaron el pintor Juan Alonso Garzón, El ceramista Pedro Navia, y un elevado número de trabajadores pertenecientes a la localidad de Coria del Río (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Espacio de referencia para la educación, la difusión y la investigación de la historia contemporánea de Andalucía. El Museo custodia los símbolos de nuestra Autonomía y tiene a la Casa de Blas Infante como uno de sus principales valores, junto a la conservación y puesta en valor de su extraordinaria herencia intelectual y humana. Punto de encuentro para diferentes generaciones con su identidad e historia, ofrece diferentes exposiciones y una amplia programación de actividades lúdico-educativas adaptadas a todos los públicos.  
   Dentro del Complejo vinculado al Museo de la Autonomía de Andalucía se encuentra la Casa de la Alegría (Dar al-farah), casa museo de Blas Infante. Actualmente declarada Bien de Interés Cultural, fue la casa en la que el padre de la patria andaluza residiría en sus últimos años de vida. 
     El proyecto arquitectónico está basado en una propuesta original y personal del propio Blas Infante y combina elementos del regionalismo y la arquitectura andalusí. Como estancias más destacadas se encuentran el comedor principal de la familia Infante, en la que pueden apreciarse pinturas murales de influencia orientalista, la biblioteca o el despacho.
Categoría
Etnológico
Horario
Lunes a viernes de 09:30 a 13:00. Cerrado sábados, domingos y festivos nacionales y locales de Sevilla (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Conozcamos mejor la Biografía de Blas Infante, personaje a quien está dedicada la Casa Museo;
     Blas Infante Pérez (Casares, Málaga, 5. de julio de 1885 – Sevilla, 10 de agosto de 1936). Político.
     Blas Miguel de los Santos Infante Pérez nació el 5 de julio de 1885 en el pueblo malagueño de Casares, hijo de Luis Infante Andrade y de Ginesa Pérez Romo, en el seno de una familia labradora. Con once años se trasladó a Archidona para estudiar en el colegio de los escolapios como alumno interno; logró el grado de bachiller en el instituto Nuestra Señora de la Victoria de Málaga en 1902. Debido a la precaria situación económica de su familia, entró a trabajar en el Juzgado de su pueblo. En 1904 se matriculó en la Facultad de Derecho de Granada, donde, estudiando por libre, se licenció en octubre de 1906. En 1910, tras ganar las oposiciones a notarías, ejerció de notario de Cantillana (Sevilla).
     Su biógrafo Ortiz de Lanzagorta destaca la influencia que tuvo para Blas Infante su encuentro con Granada, donde afloró su sensibilidad andaluza, conectó con las corrientes regeneracionistas, conoció el krausismo y el anarquismo y descubrió la “comunión de lo personal y lo colectivo”. Allí se convirtió en un lector atento a los temas más variados y, sobre todo, a la historia andaluza; en Granada se encontró con uno de los componentes de su futuro andalucismo: la cultura de al-Andalus.
     Su pensamiento se alimentó, fundamentalmente, de tres ingredientes: el krausismo, el costismo y el federalismo.
     En primer lugar, la influencia krausista se hizo presente en su talante “organicista”, pues veía la nación como un organismo suprarregional, compuesto de una serie de partes vivas —las regiones— que se articulan armónicamente. En segundo lugar, la influencia de Joaquín Costa, muy en particular de su Colectivismo agrario, se tradujo en su preocupación por el problema de la tierra, especialmente duro en Andalucía. Además, tomó de Costa multitud de proyectos que quedaron expuestos en su Ideal andaluz de 1915, como el fenómeno de las clases medias campesinas, la restitución del patrimonio municipal, la defensa de las leyes naturales de la producción, etc. Por último, la herencia del organicismo krausista y del ideal federativo sinalagmático de Pi y Margall desembocaron en la concepción política de un federalismo. Para Blas Infante había que lograr una síntesis de las dos, articulando el organicismo a través de pactos sinalagmáticos.
     Con este bagaje intelectual y con su singular sensibilidad social, Blas Infante llegó al andalucismo. Esta sensibilidad social que le lanzó a la acción política tenía un indiscutible referente: el jornalero andaluz. Él se crió entre jornaleros y, por lo tanto, se consideraba hijo de ese pueblo: “Yo soy del pueblo [...] yo tengo clavada en la conciencia desde mi infancia, la visión sombría del jornalero”, llegó a escribir. Desde estos supuestos definió la identidad de Andalucía. Su andalucismo, dijo Tierno Galván, no es sino “la defensa de la región andaluza, de sus cualidades positivas y protesta de su miseria y explotación”. Juan Antonio Lacomba ve en su planteamiento una fuerte carga idealista y una visión esencialista. Infante buscó la configuración política del difuso sentimiento de amor a la tierra para transformarlo en conciencia de pueblo; propugnó, luego, un nacionalismo moderno y modernizador como instrumento de recuperación y dignificación de una Andalucía sometida desde dentro y desde fuera. Su proyecto, siempre desde presupuestos claramente regeneracionistas, buscaba la redención económica y moral de Andalucía para impulsarla hacia el futuro. Y en dicho proyecto se conjugaba su ideal andaluz con un fin mayor de construir una España nueva, plural y solidaria.
     A partir de 1912, comenzaron los grandes debates sobre Andalucía, que pusieron de relieve la existencia de una preocupación regionalista y que tuvieron siempre como protagonista a Blas Infante. En primer lugar, el debate sobre la Mancomunidad (1912), con la confluencia entre andalucismo y georgismo, Progreso y miseria, que se convirtió en una especie de Biblia económica para Blas Infante. A continuación, convertido ya al pensamiento fisiocrático, proclamó “la libertad de la tierra, base necesaria de la libertad de los hombres” en el Primer Congreso Georgista de Ronda, en 1913. La formulación teórica del pensamiento regionalista de Blas Infante se expuso en 1915 en su Ideal andaluz, en el que proponía crear una conciencia colectiva regional transformando las estructuras, educando al pueblo y creando una clase media campesina, de manera que se lograse que “la tierra andaluza sea para el jornalero andaluz”. Y por fin, la articulación definitiva del andalucismo se llevó a cabo, a partir de 1916, mediante los Centros Andaluces y revistas como Andalucía, cauces en los que se comprueba cómo el pensamiento de Infante —que en 1917 habla ya de nacionalismo andaluz— se articulaba en torno a tres ejes: la reforma política, la reforma económica y la reforma municipal.
     Los debates continuaron en la Asamblea de Ronda de 1918 y en el Manifiesto de Córdoba de 1919, que hablaba ya de abolición de los poderes centralistas, de una Andalucía libre, de federación hispánica. En este manifiesto quedó definitivamente diseñada la postura de Blas Infante sobre la cuestión agraria. Con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera, Blas Infante reflexionó sobre Andalucía en Carta acerca del fundamento de Andalucía. En 1931 se articuló la Junta Liberalista de Andalucía, una vez más con la ayuda de Blas Infante. En 1932, Blas Infante se hizo militante de Izquierda Radical Socialista, partido que, aun siendo de carácter nacional, defendía paralelamente su andalucismo. El anteproyecto de Estatuto apareció en 1932. Y en 1933 se celebró la Asamblea de Córdoba.
     En enero de 1936 escribió la Carta andalucista, en la que atisbaba un clima de guerra civil, y el 15 de julio de 1936, el que fue su último manifiesto, A todos los andaluces, pedía su unión para el logro de la autonomía, y en él, entre otras muchas cosas, decía que “Andalucía libre será España libre de [...] la influencia desvirtuadora ejercida por otros pueblos sobre España”, y termina: “Andalucía y la Paz”.
     Detenido por las fuerzas franquistas de Queipo de Llano el 2 de agosto, en la noche del 10 del mismo mes, con otros detenidos, fue conducido en un camión hacia la carretera de Carmona, donde fue fusilado, en el linde de la antigua Huerta de las Clarisas.
     El 4 de mayo de 1940 un jurado dictaba sentencia para justificar su muerte, dando estas razones: “Formó parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las elecciones de 1931; en los años sucesivos hasta el 1936 se significó como propagandista para la constitución de un partido andalucista o regionalista andaluz, y [...] falleció el 10 de agosto de 1936 a consecuencia de la aplicación del Bando de Guerra”. Sus ideas han permanecido hasta nuestros días, y la Comunidad Autónoma de Andalucía y el andalucismo han recibido de él no sólo la herencia de sus símbolos, sino su ideal de hacer una “Andalucía para sí, para España y para la Humanidad”. Hoy es considerado el padre del nacionalismo andaluz (Luis Palacios Bañuelos, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Casa Museo de Blas Infante-El Museo de la Autonomía, en Coria del Río (Sevilla). Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia sevillana.

Más sobre la localidad de Coria del Río (Sevilla), en ExplicArte Sevilla.

El Pabellón de Andalucía, de Juan Ruesga Navarro, para la Exposición Universal de 1992

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Pabellón de Andalucía, de Juan Ruesga Navarro, para la Exposición Universal de 1992.
     Hoy, 28 de febrero, es el Día de la Comunidad Autónoma de Andalucía, al cumplirse el aniversario (28 de febrero de 1980) del referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía del año 1980 que dio autonomía plena a la comunidad andaluza, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Pabellón de Andalucía, para la Exposición Universal de 1992, de Sevilla.
     El Pabellón de Andalucía [nº 121 en el plano oficial de la Exposición Universal de 1992], se encuentra en la calle José de Gálvez, 1; denominada como Camino de Andalucía durante la celebración de Expo '92, en el Barrio de Triana Oeste, del Distrito Triana.
     En el conjunto de los contenidos del Pabellón subyace la intención de dar a conocer una Andalucía que, sin renunciar a sus señas de identidad, pretende incorporarse al dinamismo del mundo moderno. Así, el lema Andalucía, tradición y cambio, más que una frase afortunada, ya sugerida por la propia arquitectura del edificio, es la expresión del deseo ampliamente sentido de querer, al mismo tiempo, estar en la modernidad y seguir siendo lo que somos.
     Para ello se ha diseñado un recorrido expositivo y un programa de actividades que, partiendo de nuestro rico pasado histórico y de nuestra identidad cultural, acerque a los visitantes a la realidad de la Andalucía de hoy y al ambicioso proyecto de futuro que esta Comunidad tiene para los próximos años.
     Mención aparte merece el jardín de maquetas anejo al Pabellón, Andalucía de los niños, dotado de ochenta edificios y monumentos singulares de la Comunidad, a escala l:33 y situados sobre una superficie de l0.000 m2 que representa el territorio andaluz.
     Y, además de todo lo dicho, queremos que el Pabellón de Andalucía sea el menos oficial, el más divertido y el más acogedor de la Exposición Universal Sevilla 1992 (Guía oficial de la Expo '92).
     Este pabellón está situado junto al parque temático Isla Mágica, haciendo esquina con la Glorieta de la Barqueta, donde se encontraba la Puerta Barqueta durante la Muestra Universal. Además, presidía en primer puesto la fila de pabellones autonómicos que se encontraban a lo largo del antiguo Paseo del Lago, estando junto al Pabellón de Castilla-León hasta 1998.
     Su arquitectura se centra en un basamento de mármol blanco de Macael, del que surge un edificio de base elíptica, en piedra arenisca de Padul. Atravesando ambas construcciones aparece un cilindro inclinado, revestido en esmalte cerámico azul que está inspirado en las torres almenaras musulmanas, donde se encontraban durante la Expo '92, los espacios principales de espectáculos, cine en 360º, exposiciones, restaurantes y mirador.
     El pabellón se organizó en tres niveles, estando en el primero la recepción e información general, tienda, audiovisual y el comienzo de la zona de exposición (La Memoria Productiva), cuyo cuerpo básico se encontraba en el segundo nivel, con dos plantas interrelacionadas entre sí, con la zona central en el cilindro, de 7 metros de altura. Se instaló en la planta principal un estudio de radio digital y una sala de cine 360º, mientras que en la segunda planta se encontraban las dos salas diseñadas por Jean de Vitry, donde se proyectaba la película "Horizonte Andaluz". En el tercer nivel se encontraban los espacios de restauración, que ocuparon una corona circular sobre la zona del foro, dispuesto en dos niveles con acceso a la terraza mirador, en la que destacaban esculturas andaluzas contemporáneas. En la planta semisótano, con acceso directo desde el exterior a través de un patio inglés, se situaba el bar del pabellón, con escenario para actuaciones y plató para Canal Sur Televisión.
     En cuanto a contenidos, se quiso mostrar la imagen de una Andalucía integrada en el espacio económico y tecnológico mundial, sin renunciar a la tradición, con el lema "Andalucía, Tradición y Cambio". La zona expositiva, de 3.500 metros cuadrados, destacaba por exposiciones artísticas y regionales como la muestra "Pasajes", donde se exponían obras de arte andaluzas o la Enciclopedia Electrónica de Andalucía, donde se mostraban datos de casi todos los pueblos de la comunidad autónoma.
     Se completó con la "Andalucía de los Niños", un parque de 1.000 metros cuadrados con maquetas de significativos monumentos de la región a escala 1:33.
     En el interior del pabellón destacan los frescos del techo pintados por el artista gaditano Guillermo Pérez Villalta para la Expo '92. En ellos, se representan los doce trabajos de Hércules asociados a los signos del zodíaco sobre un círculo de 23 metros de diámetro. No fue ésta la única representación herculana en el pabellón, figura muy ligada a la comunidad autónoma, ya que el visitante encontraba junto a la entrada del edificio una escultura del héroe mitológico, fabricada en bronce, donde se representa el emblema andaluz: los dos leones, las columnas y al propio Hércules. Actualmente, esta escultura se encuentra en los jardines de entrada del Parlamento Andaluz, en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas.
     Tras la Muestra Universal, el pabellón pasó a ser sede de Radiotelevisión Andalucía (RTVA), que todavía ocupa el edificio actualmente. Ya desde el proyecto original del pabellón se tuvo la conciencia de la necesaria transformación que el edificio debía asumir y la misma ha alterado mínimamente el aspecto exterior e interior del edificio, contando para ello con el propio arquitecto del inmueble: Juan José Ruesga Navarro (Blog Pasaporte Expo 92).
     La situación del Pabellón de Andalucía junto al Puente de la Barqueta, en uno de los accesos principales al recinto de la Exposición, y en el inicio del recorrido por los pabellones autonómicos situados en torno al Lago de España, es preeminente. Su volumetría, morfología y características cromáticas, lo convierten en un elemento de importante visibilidad desde el centro histórico de la ciudad.
     El Pabellón conforma una metáfora visual, que habla de la cultura de modernidad en Andalucía, fundamentalmente con un cilindro con numerosas ventanas pequeñas que se inclina 15.º (revestido de esmalte cerámico azul). El cilindro representa desde las raíces de la tradición, la modernidad, el espíritu artístico y científico en evolución, que se superpone a la cultura existente, y que se desarrolla apoyada en ella. Un gran basamento de mármol blanco Macael representa en este proyecto del arquitecto Ruesga Navarro esta cultura tradicional, surgiendo de ella la cultura elaborada representada por una pieza de base elíptica en piedra arenisca de Padul. El edificio formalmente tiene resonancias de la casas torres de la cultura árabe, y alojaba en el gran cilindro inclinado los espacios principales de espectáculos, cine en 360º, exposiciones, restaurante y mirador.
     El Pabellón se organizó en tres niveles, estando en el primero la recepción e información general, tienda, audiovisual y el comienzo de la zona de exposición (La memoria Productiva), cuyo cuerpo básico se sitúa en el segundo nivel, con dos plantas interrelacionadas entre sí, con la zona central, en el cilindro, de 7 metros de altura. Se instaló en la planta principal un estudio de radio digital, mientras en la planta segunda se encontraban las dos salas diseñadas por Jean de Vitry, donde se proyectaba la película Horizonte Andaluz. En el tercer nivel se encontraban los espacios de restauración, que ocupó una corona circular sobre la zona del foro, dispuesto en dos niveles con acceso a la terraza mirador en la que destacaban esculturas andaluzas contemporáneas. En la planta semisótano, con acceso directo desde el exterior a través de un patio inglés, se situaba el bar del Pabellón con escenario para actuaciones y plató para Canal Sur Televisión. 
     La estructura general del edificio es de hormigón armado, conformada por un cilindro inclinado de generatriz circular y otro vertical de generatriz elíptica, conectados monolíticamente a los pilares exteriores mediante losas. Se utilizaron tres tipos de cerramientos para los tres volúmenes del edificio: revestimiento de piezas de 90 x 90 cm de mármol blanco de Macael abujardado para la pieza prismática, con estructura metálica de cuelgue y juntas abiertas que dibujan cuadrados de 1.80 x 1.80 metros; piedra de arenisca de Padul con tratamiento natural en su corte en la pieza elíptica de 90 x 60 cm formando piezas de 1.80 x 1.20 m y piezas prefabricadas curvas de 60 x 60 cm en forma de rombos de diez modelos distintos, de gres esmaltado en azul celeste en el volumen inclinado, con juntas abiertas que formaban líneas de generatriz.
     Las cubiertas transitables se resuelven con pavimento flotante de piedra de mármol abujardado, mientras que la cubierta no transitable del volumen inclinado se reviste con piezas cerámicas y presenta lucernario central en forma de anillo cónico realizado con perfilería metálica. Los pavimentos exteriores son de mármol gris con encintado de mármol Alicante. En el interior los pavimentos son de granito en las partes nobles del edificio.
     Con la adaptación a sede de RTVA la parcela original amplió su superficie y modificó los accesos a la misma. Para remarcar la fachada a José de Gálvez se generó un espacio bajo cubierta plana apoyada sobre columnas troncocónicas en el que se resuelve las entradas peatonales al edificio, tras haberse desmontado las marquesinas originales. En la parte posterior de la parcela hay dos accesos que utilizan la servidumbre de paso por la vía de servicio de Isla Mágica.
     Juan Ruesga Navarro fue el arquitecto designado para redactar el proyecto para el Pabellón de Andalucía en la Expo 92, tras ganar el concurso convocado para ello por la Junta de Andalucía en 1990. El edificio compagina la arquitectura y el urbanismo con el diseño escenográfico y los estudios de arquitectura teatral.
     Durante la Exposición Universal el edificio fue contenedor de la muestra Andalucía: Espacios para el progreso, de la que fue director de arte Antonio Jiménez Sosa, siendo diseñadores Guido Jiménez Cruz y Leslie Dann, con Idea, Signo y Color junto a Diseño y Comunicación como estudios de diseño.
     El Pabellón de Andalucía fue proyectado como un edificio permanente en el recinto de la Expo"92, y tras la Exposición Universal fue transformado en sede de la RTVA, contando para su adaptación con la intervención del arquitecto autor por lo que las modificaciones han sido lo menos perjudicial que el mismo podía soportar. Ya desde el proyecto original del Pabellón se tuvo la conciencia de la necesaria transformación que el edificio debía asumir y la misma ha alterado mínimamente el aspecto exterior del inmueble.
     Es un edificio de gran singularidad, tanto en las formas como en los colores y texturas con los que se muestra a la ciudad, que junto a la posición que ocupa, ha conseguido que se convierta en una pieza de notable presencia, claramente asumida en el perfil y paisaje de la ciudad (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
   Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Pabellón de Andalucía, de Juan Ruesga Navarro, para la Exposición Universal de 1992, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Más sobre la Exposición Universal de 1992, en ExplicArte Sevilla.

domingo, 27 de febrero de 2022

El Pozo Votivo, en Lora de Estepa (Sevilla)

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Pozo Votivo, en Lora de Estepa (Sevilla)
     El Pozo Votivo, se encuentra en la calle Camino del Cementerio, s/n; en Lora de Estepa (Sevilla).
     Se trata de un anillo de sillares de piedra de arenisca de 3,70 m. de diámetro exterior y 2,60 m de diámetro interior.
     Se construyó posiblemente en el siglo I d.C.
     Entre sus elementos aparecidos destacan un gran número de tapaderas de ánforas, dos monedas alto imperiales de bronce, una de ellas de Itálica amonedada en época de Tiberio, con el busto del emperador en el anverso y con la típica ara en el reverso.
     Dos ánforas de base plana y unas ollitas que formaban parte del ajuar funerario en las necrópolis de la Baja Andalucía.
     Una pequeña ara votiva de piedra caliza con cazoleta superior y sin ningún tipo de inscripción (Ayuntamiento de Lora de Estepa).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el Pozo Votivo, en Lora de Estepa (Sevilla). Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia sevillana.

Más sobre la localidad de Lora de Estepa (Sevilla), en ExplicArte Sevilla.

El busto de Sorolla, en la enjuta, entre los arcos de la provincia de Zaragoza, y de la Sevilla de la Fiesta de los Toros, de la Plaza de España

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el busto de Sorolla, en la enjuta, entre los arcos de las provincias de Zaragoza, y de la Sevilla de la Fiesta de los Toros, de la Plaza de España, de Sevilla.
    Hoy, 27 de febrero, es el aniversario del nacimiento (27 de febrero de 1863) de Joaquín Sorolla, personaje representado en esta enjuta de la Plaza de España, así que hoy es el mejor día para Explicarte el busto de Sorolla, en la enjuta, entre los arcos de las provincias de Zaragoza y de la Sevilla de la Fiesta de los Toros, en la Plaza de España, de Sevilla.
     La plaza de España consta de cuatro tramos de catorce arcos cada uno, en cuya parte inferior se sitúan bancos de cerámica dedicados a cada provincia española. Flanquean el conjunto dos torres, denominadas Norte y Sur, intercalándose tres pabellones intermedios, que corresponden a la Puerta de Aragón, la Puerta de Castilla y la Puerta de Navarra. El central o Puerta de Castilla es de mayor envergadura y alberga la Capitanía General Militar.
     En las enjutas de los arcos que componen la gran arcada que circunda toda la plaza, dentro de unos tondos de profundo sabor renacentista italiano, modelados en alto relieve y esmaltados en blanco sobre fondo azul cobalto, aparecen los bustos de personajes de especial relevancia en la historia de España. Su ejecución original corrió a cargo de las Fábricas de Mensaque Rodríguez y Cía. y de Pedro Navia.
     En orden cronológico, figuran tanto aquellos destacados en las ciencias, en las humanidades, en las artes o en las armas, como reyes o santos.
     Son un total de cincuenta y dos, distribuidos en cuatro series de trece personajes, dispuestos entre los catorce arcos de cada tramo de la plaza.
     Es sorprendente el repertorio  de estos personajes ilustres que desde sus privilegiados balcones en la arcada, disfrutan del ancho espacio de la hermosa plaza. Simultáneamente, ellos son vistos por los paseantes  como muestra de la gloria de España y como ejemplo a seguir (La Cerámica en la Plaza de España de Sevilla, 2014). 
     En este caso el personaje histórico representado es Joaquín Sorolla, en un busto que directamente hay que relacionarlo con los grabados de sus propios autorretratos.
Conozcamos mejor a Joaquín Sorolla (1863-1923), pintor, que se encuentra representado en la enjuta entre los arcos de las provincias de Zaragoza, y de la Sevilla de la Fiesta de los Toros, de la Plaza de España
     Joaquín Sorolla Bastida, (Valencia, 27 de febrero de 1863 – Cercedilla, Madrid, 10 de agosto de 1923). Pintor.
     De familia humilde, sus padres tenían un pequeño negocio textil, queda huérfano a la edad de dos años, siendo recogido por una hermana de su madre, Isabel Bastida Prat, que estaba casada con un maestro cerrajero. Poco más se sabe de esos primeros años del artista hasta el año 1875, en que acude al instituto de Segunda Enseñanza de Valencia, manifestando más interés por lápices y colores que por otras materias, lo que induce a su director a recomendar a su familia que le orienten hacia las Bellas Artes. A partir de 1876 será aprendiz en el taller familiar y asistirá a las clases nocturnas de dibujo en la Escuela de Artesanos, que impartía el escultor Cayetano Capuz. En el mes de octubre de 1878 ingresa en la Escuela de Bellas Artes de Valencia, donde recibe una formación académica basada en la pintura española del siglo XVII, fundamentalmente la obra de Velázquez. Entre sus distintos maestros destaca Gonzalo Salvá Simbor (1854-1923), que le introduce en la pintura al aire libre. Concluye su etapa académica en 1881, año en que participa con tres Marinas en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, que pasan desapercibidas, pero al acompañar sus cuadros conoce el Museo del Prado y queda deslumbrado con el arte de Velázquez. A su regreso a Valencia entra en contacto con Ignacio Pinazo Camarlench (1849-1916), que le insistirá de nuevo en la pintura al aire libre. El discípulo se compenetra de tal forma con el maestro, que muchas obras de ambos pintores se confunden. En 1883 vuelve a Madrid para copiar a Velázquez en el Museo del Prado.
     En la exposición Nacional de Bellas Artes de 1884 Sorolla presenta un tema de historia, El Dos de Mayo, siguiendo las pautas de Pinazo al pintarlo directamente en uno de los corrales de la plaza de toros de Valencia. Es la primera vez que un cuadro de historia se pinta del natural y, quizá, por esa razón le sea concedida una segunda medalla. Respaldado por esta recompensa se presenta a unas oposiciones para ser pensionado en Roma por la Diputación Provincial de Valencia. Como era de esperar gana el concurso tras le realización de El grito del palleter, último ejercicio de la misma. En el mes de enero siguiente embarca hacia Italia para tomar posesión de la pensión. Una vez llegado a Roma, el ambiente no le convence, aunque sufre por breve tiempo la influencia de Mariano Fortuny Marsal (1838-1874), que ya fallecido sigue dominando la pintura romana de esos momentos. 
   Buscando nuevos horizontes marcha en la primavera a París en compañía de Pedro Gil Moreno de Mora (1856-1930). Allí debió de relacionarse con Francisco Domingo Marqués (1842-1920) al visitar su estudio, donde pudo coincidir con su buen amigo el escultor Mariano Benlliure y Gil (1862-1947). De su estancia en París poco conocemos, sus biógrafos más antiguos nos hablan de que visita dos exposiciones que le causan gran impresión: la del francés Jules Bastien- Lepage (1848-1884) y la del alemán Adolf Menzel (1815-1905). A través del primero entra en contacto con L’École de Barbizon y con los temas de denuncia social, por ser su introductor en la pintura. Del maestro alemán debió admirar su paleta exuberante.
     Finalizado el verano debió de regresar a Roma, no se poseen datos fidedignos, y comienza a viajar por Italia. Según las pequeñas notas de color que se conocen debió de visitar Pisa, Florencia, Venecia y Nápoles entre el otoño de 1885 y la primavera de 1886. En ese año, ya establecido en Roma, comienza a idear su próxima intervención en las Exposiciones Nacionales, el concurso estaba fijado para el año siguiente. Tras desechar distintos temas, entre ellos el del conde Valentino —César Borgia— se decanta por un tema histórico- religioso: El entierro de Cristo. Su realización le lleva más de un año, borrando y vuelta a pintar, para obtener unos resultados insignificantes en la citada exposición: sólo consigue una consideración de segunda medalla, que Sorolla no se molestó en recoger.
     La obra muy influenciada por los pintores alemanes los Nazarenos, no gustó al jurado porque, quizá, esperaban una composición en la línea de El Dos de Mayo.
     El fracaso causa un gran impacto en Sorolla, que decide abandonar Roma e instalarse en Asís, donde lo acoge el pintor José Benlliure y Gil (1855-1937), que lo recibe como un hermano menor, dada la gran relación que tenía con la familia Benlliure, y le hace interesarse por la pintura costumbrista, de la que era un reconocido representante. Tras la herencia de Pinazo, comienza a interesarse por esta temática a través de la acuarela, que vende con facilidad en Hispanoamérica a través del pintor alicantino Francisco Jover Casanova (1830-1890). Es un medio más de subsistencia ante lo precario de su pensión, aunque se le ha prorrogado un año más tras el envío reglamentario del último año, El padre Xofré protegiendo a un loco. El 8 de septiembre contrae matrimonio en Valencia con Clotilde García del Castillo, hija de su primer protector, el fotógrafo Antonio García Peris. El nuevo matrimonio se traslada a Italia y se asienta en Asís, pero al iniciarse el año 1889 Sorolla ha concluido la pensión y se han acabado sus envíos a Hispanoamérica por lo que deciden regresar a España.
     A finales de la primavera venden su casa de Asís y desviándose a París regresan a Valencia, donde se asientan provisionalmente, hasta que se instalan en Madrid a finales de año. La breve estancia en París, no documentada, tiene una gran trascendencia en la obra posterior de Sorolla. Se estaba celebrando una Exposición Universal en la ciudad y en la misma exponían por primera vez los pintores nórdicos. Sorolla tuvo que verlos porque en su obra posterior existen grandes concomitancias en la forma de expresarse dichos pintores, especialmente en lo concerniente al tratamiento de la luz. Concluye en este momento su etapa de formación para iniciarse la segunda o de consolidación, que abarca hasta el año 1899, en la que desarrolla su luminismo.
     Ya establecido en Madrid participa de nuevo en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1890, presentando Boulevard de París, compuesto con las anotaciones de sus dos estancia en la Ciudad de la Luz, obteniendo de nuevo una segunda medalla. En esa exposición debió de entrar en contacto con dos pintores que marcarán su futura pintura: Aureliano de Beruete y Moret (1845-1912) y José Jiménez Aranda (1837-1903). El primero es madrileño y un excelente paisajista. Gran viajero, informa a Sorolla de las novedades artísticas de toda Europa a través de una numerosa correspondencia y, además, como aristócrata que era le abre los salones de la sociedad madrileña, que le solicita numerosísimos retratos. El segundo es sevillano y acérrimo seguidor de Mariano Fortuny. Intenta convencer a nuestro pintor de que sus temas costumbristas sean más comerciales, buscando lo gracioso y bien acabado, rozando el tema de los casacones, que Sorolla nunca contempla en su obra. Al marcharse de Madrid en 1897 Sorolla hereda su gran discipulado, alquilando los mismos estudios que el sevillano tenía en Madrid. Durante este período de consolidación aparecen nuevas temáticas en la obra de Sorolla: el realismo social y el costumbrismo marinero.
     El primero se debe a una moda de la época, ya que sustituye al tema de historia en los certámenes oficiales. Tiene su origen en la obra de Bastien-Lepge e intenta denostar las lacras de la sociedad contemporánea.
     En la obra de Sorolla son escenas costumbristas bajo denominaciones muy literarias, en las que estriba más la denuncia social que en la propia representación.
     Nada lejano a esos títulos se encuentra el escritor Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), amigo de la infancia, que seguramente le inspiró algunos de ellos, caso confirmado en Triste herencia, que el pintor quiso denominar Los hijos del placer. La temática, muy reducida, se completa con otras obras: ¡Otra Margarita!, de 1892 y primera medalla en la Exposición Nacional de 1892; ¡... y aún dicen que el pescado es caro!, de 1894 e igualmente primera medalla en la Nacional de 1895, y Trata de blancas, de 1894, aunque esté firmada un año después. El costumbrismo marinero no es una creación de Sorolla ya que su iniciador es Pinazo, pero nuestro artista lo lleva a sus últimas conclusiones. Deriva del costumbrismo valenciano que ha estado realizando con anterioridad, especialmente de huertanos, para dedicarlo en exclusiva a las gentes del mar. Su punto de arranque es el lienzo La vuelta de la pesca, fechado en 1894 y desarrolla la temática hasta 1916. Del mismo derivará el tema de playa, insinuado en 1899 con Viento del sur y establecido rotundamente en su obra a partir de 1904.
     En 1900 Sorolla interviene en la Exposición Universal de París presentando seis obras en el Pabellón de España, licencia que compartía con Raimundo de Madrazo, frente a las dos obras permitidas al resto de los participantes. Como era de esperar obtiene el Grand Prix de los pabellones español y lusitano, otorgado por un Jurado internacional. Desde 1892 ha participado en numerosas exposiciones internacionales celebradas en Múnich, París, Chicago, Viena, Berlín, Venecia y Viena, donde obtuvo numerosas recompensas, pero la distinción parisina lo encumbraba y reconocía como uno de los mejores pintores del mundo.
     Al año siguiente se le otorgaba la Medalla de Honor de la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid.
      Refrendado por ambas recompensas se lanza hacia una pintura mucho más personal, basada en el luminismo.
      Entramos en su etapa de culminación que se prorroga hasta 1911. Se interesa en ella por el paisaje, que ya había tanteado en pequeño formato, y consecuentemente comienza a viajar por distintas regiones españolas, campañas en León, Asturias y Pasajes de San Juan (Guipúzcoa), entre los años 1902 y 1904, buscando unas luces diferentes a las de la costa mediterránea.
     Sigue pintando en Valencia o en Jávea costumbrismo marinero, del que se desgaja el tema de playa en 1904 con su lienzo Verano, y continúa su labor de retratos, imponiéndose como el retratista de moda.
      Sus constantes desplazamientos a París le hacen conocer los distintos movimientos europeos, que experimenta en muchas de sus obras. Se pueden rastrear todos los ismos en su producción, a excepción del cubismo, que entremezcla buscando una nueva forma de expresarse. En los temas costumbristas y de playa gusta de las luces del ocaso, que dramatizan sus composiciones acercándolo al expresionismo. Su paleta excesivamente brillante en algunas ocasiones puede llegar a cegar al espectador, Pescadoras valencianas de 1903 y propiedad de la Diputación de Valencia, o en sus escenas de acantilados pintados en 1905 en Jávea (Alicante).
      A finales de la primavera de 1906 Sorolla expone individualmente en París con un extraordinario éxito de público, crítica y ventas. Permanece en la ciudad durante todo el período de la muestra, que se prorroga hasta finales del mes de julio, y debió de incrementar sus conocimientos de la pintura francesa, que demuestra en los lienzos realizados en Biarritz en el mes de agosto siguiente, donde rebaja la intensidad de su paleta, elimina los fuertes contrastes y se aproxima levemente al impresionismo francés en la utilización de malvas, violetas y blancos, aunque no utilice la menuda pincelada que lo caracteriza, Instantánea, Biarritz es uno de los mejores cuadros de este momento.
      A su regreso a España, en el mes de octubre se enfrenta con el paisaje de Segovia y a partir del día 21 con el de Toledo. El paisaje castellano irrumpe en su obra quizá bajo la influencia de la Generación del 98, que lo ensalza —especialmente Azorín—, del interés suscitado por la Institución Libre de Enseñanza o por las indicaciones de Aureliano de Beruete, que lo ha recogido en numerosos lienzos. En el invierno siguiente la familia Sorolla se instala en el Monte de El Pardo, ante la enfermedad pulmonar de su hija mayor. En sus estancias allí recoge en varios lienzos su monte con la Sierra de Guadarrama al fondo, temas que ya había tratado Beruete con anterioridad En 1907 presenta su obra en tres ciudades alemanas, Berlín, Dusseldorf y Colonia con un éxito mínimo. En el verano, los reyes de España le invitan a que los retrate en el Real Sitio de La Granja de San Ildefonso (Segovia) y Sorolla, acompañado de su familia, pasa allí el verano. Recoge a los Monarcas en sendos retratos pintados en los jardines y comienza a interesarse por esta nueva temática. Ante el compromiso de una nueva exposición en Londres al año siguiente, realiza una campaña en el Puerto de Valencia durante el mes de diciembre y primeros días de 1908. Muchos de los lienzos ejecutados tienen seria relación con el fauvismo, al prescindir del dibujo y utilizar colores casi planos, Puerto de Valencia del Museo Sorolla. A finales de enero marcha a Sevilla ante la petición de la reina Victoria Eugenia para que haga un segundo retrato, con manto de armiño, y entre pose y pose de la retratada descubre los jardines de los Reales Alcázares, de los que fija en el lienzo algunos de sus rincones. Es el verdadero inicio de la temática del jardín, en los que suele manifestarse de forma intimista frente a la grandilocuencia de Santiago Rusiñol (1861-1931). A su regreso a Madrid ha de ocuparse de los preparativos de su exposición londinense, que se inaugura en el mes de mayo y con resultado exiguo, debido a demasiados patronazgos que molestó a las altas esferas de la ciudad. En esta exposición entra en contacto con Archer Huntington, fundador de The Hispanic Society of America de Nueva York, que le invita a exponer en Estados Unidos. Ese verano pinta de nuevo en las playas de Valencia, volviendo a utilizar las dramáticas tintas del ocaso.
     En el mes de enero de 1909 embarca hacia Nueva York para realizar en The Hispanic Society of America una exposición monográfica, en la que presenta trescientas cincuenta obras. La inauguración tiene lugar el 8 de febrero y durante el mes en que permanece abierta es visitada por casi ciento sesenta mil personas.
     La crítica no tiene más que elogios y vende prácticamente la mitad de la obra exhibida. La exposición, muy mermada, se lleva a continuación a Buffalo y Boston. A finales de mayo regresa a España para afincarse en Valencia, iniciando uno de sus momentos más brillantes como pintor. Los temas que realiza siempre están relacionados con la playa en escenas llenas de sensibilidad y en las que los falsos blancos cobran una magnitud incomparable. Paseo a orillas del mar corresponde a este momento y es una de las obras culminantes del artista. En el mes de noviembre siguiente hace su primera campaña en Granada, interesándose fundamentalmente por Sierra Nevada y los exteriores de La Alhambra, de las que realiza algunas versiones. En enero de 1910 inicia una gran campaña en Andalucía, pintando jardines en Sevilla, Granada y Córdoba y escenas marítimas en Málaga. Todas estas obras están encaminadas al compromiso de exponer al año siguiente en Estados Unidos. Tras una breve estancia en Madrid marcha a Ávila y Burgos a finales del mes de marzo recogiendo temas urbanos de las dos ciudades, temática nada frecuente en su producción.
     Mientras está fuera de Madrid comienzan las gestiones para construir su casa definitiva en Madrid. En 1905 ha adquirido un solar en el Paseo del Obelisco, posteriormente del General Martínez Campos. A partir de esa fecha comienza a diseñar su futura vivienda, pero hasta 1909 no se interesa por su construcción al pedirle al arquitecto Enrique María de Repullés y Vargas (1845-1922) el diseño del nuevo edificio, cuyo proyecto es presentado en el Ayuntamiento de Madrid el 12 de febrero de 1910. Tras algunas modificaciones, al adquirir Sorolla un solar aledaño en el mes de mayo, se comienza a levantar el edificio en el mes de julio siguiente, para estar concluido en los últimos meses de 1911. Con los años será reconvertido en el Museo Sorolla, al donarlo al Estado español su viuda, Clotilde García del Castillo. El verano de 1910 transcurre entre Zarauz (Guipúzcoa) y Valencia. En la primera se enfrenta con temas de playa elegantes, siguiendo la línea de lo realizado en El Cabañal el año anterior, Bajo el toldo, playa de Zarauz es otra obra destacable del pintor; en la segunda retoma sus escenas de costumbrismo marinero y escenas de playa de fuertes contrastes de luz, Chicos en la playa del Museo del Pardo.
     En el mes de octubre de 1910 se entrevista con Huntington en París para iniciar las conversaciones sobre un posible encargo: una gran decoración sobre Las Provincias de España, que hasta noviembre de 1911 no se formalizará. De nuevo se embarca hacia Estados Unidos a principios de ese último año para exponer su obra en Chicago y Saint-Louis bajo el patrocinio de The Hispanic Society of America. Tan sólo presentaba ciento cincuenta números en su catálogo y sus resultados no fueron tan satisfactorios como en las exposiciones de dos años antes, hay que tener en cuenta la proximidad de las dos campañas.
     Se supone que en Estados Unidos seguiría perfilando el gran encargo pendiente, porque a su regreso a España realiza varios gouaches disponiendo las distintas provincias españolas teniendo en cuenta sus producciones agrarias u otras actividades mercantiles. Se encuentra en San Sebastián y de nuevo se enfrenta con el paisaje marítimo de la ciudad pero con una tendencia hacia lo esquemático, recogiendo tan sólo los elementos esenciales de la composición, tendencia que también se puede apreciar en La siesta, pintado en la finca guipuzcoana del doctor Madinaveitia.
     El 26 de noviembre de 1911 se reúne de nuevo en París con Archer Milton Huntington, firmando un contrato privado para que el pintor realice dicha decoración.
     Sorolla debió de presentarle algunas de las ideas desarrolladas en San Sebastián, que se supone que agradarían al magnate norteamericano, que le ofrecía a cambio la cantidad de 150.000 dólares, que era una fortuna en aquellos tiempos, y el artista se comprometía a entregarla en el plazo de cinco años, aunque no la termine hasta ocho años más tarde. En el contrato se establecía que debía recoger a las gentes de España y Portugal, pero en 1914 se acuerda que quede limitado a tierras españolas. Se inicia en este momento la última etapa del pintor, que viene determinada por dicha decoración. Nada más regresar a Madrid acomete el primer gran estudio, Abuela y nieta, Valle de Ansó en el mes de diciembre.
     Hasta la primavera siguiente se encierra en su estudio madrileño programando la decoración y recogiendo todo tipo de material que le ayude en su composición: fotografías, libros, recortes de prensa y revistas, numerosa correspondencia pidiendo datos, etc.
     Con la llegada del buen tiempo inicia sus campañas en tierras de Castilla, trabajando en las provincias de Toledo (Lagartera), Segovia, Ávila, Salamanca (Villar de Álamos y La Alberca) y Valladolid (Medina del Campo), recogiendo en grandes lienzos a sus gentes y en medianos su paisaje. En el verano continúa esta labor en Guipúzcoa, Navarra (Valle del Roncal) y Huesca (Valle de Ansó), para proseguir esta labor durante el otoño por tierras de Guadalajara (Jadraque), Soria y Ciudad Real (Campo de Criptana), concluyendo la campaña en Toledo capital.
     En los inicios de 1913 alquila un gran espacio en las afueras de Madrid para acometer el primer panel de esta decoración, La fiesta del pan, que recoge a las gentes de las dos Castilla y del reino de León. El lienzo, de casi catorce metros de base, le lleva más de un año concluirlo ante el excesivo material acumulado. Cambia de postura en los siguientes paneles, que decide realizar in situ, evitándose excesiva obra preparatoria.
     En la primavera de 1914, y coincidiendo con la Semana Santa, se instala en Sevilla para realizar Los nazarenos, un tema de procesión, para enredarse a su conclusión en temas de gitanas con destino a un encargo que tiene, El baile en el Café Novedades. En el verano marcha a San Sebastián para acometer la realización de Los bolos, que no concluye hasta principios del mes de octubre, pero antes ha estado en Jaca donde compone los temas representativos de Navarra, Concejo del Roncal, y de Aragón, La jota. La actividad del artista es tan intensa que obliga a casarse a su hija María en Jaca por no querer desplazarse a Madrid. El 7 de octubre está en Sevilla camino de Jerez de la Frontera, donde intenta captar un tema de vendimia, pero el día 16 cambia de idea y se traslada a Sevilla, donde ejecuta El encierro, tema relacionado con el mundo de los toros. Antes de concluirlo, el 12 de diciembre ya está buscando fundos para el siguiente panel, El baile o La Cruz de Mayo, permaneciendo en la ciudad hasta el mes de marzo, pintando el citado panel y Los toreros, otro tema andaluz que seguramente le habían impuesto, ya que a Sorolla no le gustaba la fiesta nacional.
     El mes de junio de 1915 descansa de la decoración por primera vez. Se asienta en Valencia y pinta muy poco. Se olvida de los temas de playa y retoma el costumbrismo marinero, siendo ejemplo representativo Pescadoras valencianas, del Museo Sorolla, en que las luces del ocaso están dulcificadas, como ya había hecho en 1909, y sus figuras son monumentales, muy relacionadas con la decoración de Estados Unidos.
     Entre los meses de julio y agosto siguientes se dirige a Galicia para realizar el panel representativo de la región, Las grupas, pintado en Villagarcía de Arosa.
     Es curioso constatar que en Galicia, tierra de pescadores, sea un tema de feria o de mercado el que la represente. Quizá ese tema lo está reservando Sorolla para la región valenciana, pero lo acomete con anterioridad en el lienzo dedicado a Cataluña, El pescado, realizado durante el otoño siguiente, tomando notas para su fondo en Lloret de Mar (Gerona) y ejecutando la tela en La Barceloneta. Las Navidades transcurren en Valencia y continúa su estancia en la ciudad hasta la primavera de 1916. Durante ese período acomete el primer panel dedicado a la región valenciana, Las grupas, que representa un cortejo de la feria de julio celebrada en Valencia, donde una cabalgata recorría el Puente del Mar en dirección a La Alameda. El panel debió de terminarse a finales del mes de marzo.
     Hasta el verano se desconoce qué actividad le inquieta, aunque a ese momento pertenecen las primeras versiones del jardín que rodea su casa madrileña y fecha algún retrato con destino a la Galería Iconográfica de Españoles Ilustres que le ha encargado, asimismo, The Hispanic Society of America.
     En el verano siguiente se instala de nuevo en Valencia. Sigue descansando de la decoración. A ese momento pertenecen sus últimas composiciones de playa y costumbrismo marinero, de las que destaca La bata rosa o Después del baño, lienzo en que resume todos sus conocimientos sobre el tratamiento de la luz al utilizar diferentes focos. Hasta finales de 1916 se desconoce en qué trabaja el artista, en el mes de diciembre se encuentra en Andalucía haciendo un pequeño recorrido en compañía de su familia, en el mes de enero siguiente se encuentra en Sevilla y en Plasencia, donde intenta retomar la decoración, pero el mal tiempo le hace abandonar el proyecto, y hace una pequeña incursión en Tetuán. A su regreso asiste en Láchar (Granada) a una cacería real para tomar notas para un retrato de Alfonso XIII como cazador, pero el mal tiempo hace que se suspenda y Sorolla se traslada a Granada, capital donde ejecuta sus últimas versiones de los jardines de La Alhambra y El Generalife de forma muy esquemática y de contornos nada precisos. Quizá el mal tiempo influya en esta nueva concepción del jardín, pero Sorolla se expresa de igual forma en los que realiza de su propia casa a partir de este momento. Ya en Madrid sigue ocupándose en los retratos para la Sociedad Hispánica. En verano de 1917 transcurre en San Sebastián, como el siguiente, dedicándose a pintar en pequeño formato escenas de la vida cotidiana, muy relacionadas con el tema de playa, con ligeros toques y una gran sensibilidad. Al mismo tiempo se enfrenta de nuevo con el paisaje marítimo de la ciudad, logrando nuevas sensaciones en la serie de sus Rompeolas, San Sebastián, con una paleta diferente y dicciones muy cercanas al fauvismo.
     Vuelve a interesarse por la decoración en el otoño de 1917 al instalarse en Plasencia. Acomete El mercado, panel representativo de Extremadura, pero resuelta la composición se pone enfermo y regresa a Madrid en el mes de noviembre, donde concluye la composición, caso único a excepción de La fiesta del pan. Sobre un fondo de la ciudad gentes de Montehermoso negocian la venta de una piara de cerdos. El invierno siguiente y la primavera transcurren en Madrid, ocupándose de retratos y nuevas versiones del jardín de su casa madrileña, haciendo un paréntesis durante la Semana Santa para acercarse por última vez a Sevilla, para recoger en varias telas rincones de los Reales Alcázares de forma muy sintética como había hecho en Granada el año anterior, La Alberca, Alcázar de Sevilla. El verano de 1918, como ya hemos visto, marcha a San Sebastián y el 28 de septiembre lo encontramos en Alicante en compañía de su hijo Joaquín. Se ha propuesto pintar el segundo panel de la región valenciana, El palmeral, y duda si realizarlo en Elche o en la propia ciudad. Se traslada constantemente a la villa ilicitana para dibujar y pedir fotografías con destino a la composición de la tela, pero en noviembre su hijo se pone enfermo y tienen que regresar a Madrid no habiendo resuelto el lienzo, que concluye entre los últimos días de este mes y los primeros de 1919 en el Huerto del Carmen de Alicante. El panel presenta la recogida del dátil.
     De nuevo en Madrid vuelve a ocuparse de retratos hasta el 14 de mayo en que parte para Huelva, recorriendo su costa hasta que decide pintar el último panel en Ayamonte, La pesca del atún, que concluye el 29 de junio. Ha concluido la pesadilla de la decoración.
     Es curioso constatar que otro tema relacionado con la pesca esté realizado en Andalucía, pero en este panel roza lo portugués al ser Ayamonte línea fronteriza con Portugal a través de la desembocadura del Río Guadiana. El lienzo está pintado prácticamente del natural, es el mejor de toda la decoración y con un tratamiento de la luz extraordinario. Regresa a Madrid, para encaminarse a Valencia, donde descansa hasta el 10 de agosto en que embarca hacia Mallorca.
     Intenta encontrar un escenario para un encargo de un millonario norteamericano, Los contrabandistas.
     Se instala en la Cala de San Vicente de Pollensa y de allí no se mueve, recogiendo en distintos lienzos su paisaje con el Cavall Bernat al fondo. En septiembre marcha a Ibiza, pintando la tela en S’Aranyet, lugar de acantilados que están presentes en la tela.
      A su regreso a Madrid se incorpora a la Cátedra de Colorido, Composición y Paisaje en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, de la que había sido designado profesor en el mes de junio anterior. Se ocupará de la misma tan sólo un curso, ya que el 17 de junio de 1920 sufre un ataque de hemiplejia que lo deja invalidado para los pinceles. Pero antes ha realizado unos cuantos retratos más para la Sociedad Hispánica y ha pintado las últimas versiones del jardín de su vivienda. Durante tres años su familia intentará su recuperación, llevándole durante los veranos de 1921 y 1922 a Valencia y San Sebastián, pero Sorolla va languideciendo poco a poco hasta que muere en Cercedilla, en la Sierra de Madrid, a las 22 horas del 10 de agosto de 1923.
     En 1929 fallece su mujer, Clotilde García del Castillo, que ha dictado testamento en 1925 donando todos sus bienes al Estado español para crear un museo en memoria de su marido en la propia vivienda familiar.
     Es aceptado el legado en 1931 y un año después abre al público sus puertas el Museo Sorolla (Florencio de Santa-Ana Álvarez-Ossorio, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el busto de Sorolla, en la enjuta, entre los arcos de las provincias de Zaragoza, y de la Sevilla de la Fiesta de los Toros, de la Plaza de España, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Más sobre la Plaza de España, en ExplicArte Sevilla.

Más sobre el Parque de María Luisa, en ExplicArte Sevilla.

Más sobre la Exposición Iberoamericana de 1929, en ExplicArte Sevilla.

sábado, 26 de febrero de 2022

La Capilla de la Soledad, en Gerena (Sevilla)

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Capilla de la Soledad, en Gerena (Sevilla)
     Hoy, sábado 26 de febrero, como todos los sábados, se celebra la Sabatina, oficio propio del sábado dedicado a la Santísima Virgen María, siendo una palabra que etimológicamente proviene del latín sabbàtum, es decir sábado.
     Y que mejor día que hoy para Explicarte la Capilla de la Soledad, en Gerena (Sevilla).
   La Capilla de la Soledad se encuentra en la calle San Sebastián, s/n; en Gerena (Sevilla).
     Tiene la misma estructura arquitectónica que la de San Benito. El retablo mayor es de estilo rococó, con tres calles y decoración de estípites, perteneciendo al segundo tercio del siglo XVIII. Presenta imágenes de la Virgen de la Soledad, en la calle central, y las de San José y el Resucitado. En la nave, cerca de la cabecera, se halla un Cristo yacente en una magnífica urna de madera tallada y policromada, con ventanas de cristal y ocho angelitos, obra barroca de la primera mitad del siglo XVIII. Es de destacar también  un  Niño Jesús pastor, en una urnita policromada, y una pequeña imagen de la Soledad, de escuela granadina.
     En la sacristía hay abundantes objetos artísticos, pudiéndose destacar una escultura de San Sebastián, de fines del siglo XVI, un Niño Jesús sentado en un sillón y con inscripción referente a indulgencias dadas por el cardenal Solís, lo que fecha el conjunto  en la segunda mitad del siglo XVIII. En cuanto a la pintura existen cuadros  del  mismo  siglo, de factura popular y un magnífico grabado de San Bruno del siglo XIX. La orfebrería cuenta con piezas de los siglos XVII y XVIII de calidad. De la primera mitad del siglo XVII son una naveta, un incensario y el ostensorio, así como una gran lámpara de plata, piezas todas con decoración plana de cartelas y roleos. De mediados de siglo parecen ser las varas procesionales, con vástago entorchado y remate en forma de sol oval. De fines de este mismo siglo, o de comienzos del XVIII, es la gran bandeja de plata cincelada que se decora con palmetas, rosáceas y elementos de la Pasión en el borde, mientras que en el círculo central se representa la figura del Ecce Homo. Es una obra de gran calidad, probablemente mexicana (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
     El templo, de una sola nave, presenta cubierta en artesa y bóveda de media naranja en el presbiterio. El coro está situado a los pies del templo. La única portada se sitúa en el muro de la epístola.
     Fue antigua Ermita de Santa María, datándose el edificio en el siglo XVIII. Desde sus comienzos radicó en ella la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, conservando un libro de reglas de 1832, firmado y aceptado por Fernando VII. En este se recogen otras reglas anteriores fechadas en 1674.
     La imagen sale procesionalmente el Sábado Santo aunque excepcionalmente lo haga también cada tres años el Domingo de Resurrección. Los cultos se realizan la primera semana de Cuaresma y en las vísperas de la festividad de la Asunción.
     Fue coronada canónicamente en 1974 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Antigua ermita de Santa María de la Asunción y hospital de transeúntes, se cree que fue construida a principios del s. XVI. Se encontraba situada dentro de la antigua muralla que rodeaba a Gerena.
     La capilla es un edificio de estilo mudéjar, de una sola nave, con cubierta de artesa, presbiterio en media naranja y coro a los pies. Dedicada a la Hermandad de la Soledad.
     El Sábado Santo hace su procesión el Cristo del Santísimo Entierro (Cristo Yacente), obra anónima del s. XVI, y la Virgen de la Soledad, de la segunda mitad del s. XVII. Cada tres años esta hermandad sale en Resurrección con nuestro Señor de la Paz (Ayuntamiento de Gerena).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Virgen de los Dolores;
   El arte patético de finales de la Edad Media concedió un amplio espacio en su iconografía a la Virgen Dolorosa , representada ya con Cristo muerto sobre las rodillas, después del Descendimiento de la cruz, ya sola después del Enterramiento de Cristo.
   Estos dos tipos iconográficos se designan con los nombres de Virgen de la Piedad y Virgen de los Siete Dolores. Aquí no hablamos de la Virgen de pie frente a la Cruz (Stabat Mater), o desvanecida  en los brazos de san Juan o de las Santas Mujeres, porque esos temas no han sido representados aisladamente y son inseparables de la Crucifixión.
   Después del Enterramiento de Cristo, la Virgen queda sola con su dolor: por ello en España se la llama Virgen de la Soledad.
   Una iglesia de Roma está dedicada a S. Maria delle Sette Dolori.
   Se la representa con las manos juntas y gruesas lágrimas que corren por sus mejillas.
   Para volver más sensible el dolor de la Virgen se imaginó simbolizarla con una espada que le atraviesa el pecho. El origen de esta representación es la profecía del anciano Simeón (Luc 2: 35) que anuncia a la Virgen el día de la Presentación de Jesús en el Templo, que una espada de dolor le atravesará el alma: Tuam animam pertransibit doloris gladius.
   ¿Cómo se pasó de la Virgen con una espada a la Virgen de las siete espadas? Por la devoción a los Siete Dolores (Septem tristitiae) que se oponen simétricamente a los Siete Gozos de la Virgen (Septem Gaudia B. V. Mariae).
   A partir del siglo XIII se ve aparecer la devoción a los Siete Gozos de la Virgen, popularizada por la orden toscana de los servitas (Esclavos de la Virgen). La devoción a los Siete Dolores es más tardía: fue en 1423 cuando el sínodo de Colonia, agregó a las fiestas de la Virgen "la fiesta de las angustias de Nuestra Señora". 
      Hasta el siglo XIV todavía se veneraban sólo Cinco Dolores de la Virgen. En el siglo XV el número se elevó a siete, que se corresponde con las Siete Caídas de Cristo en el camino del Calvario. La lista no varía demasiado, salvo en lo relativo al primer Dolor de Nuestra Señora, que es tanto la Profecía de Simeón como la Circunsición.
1. Profecía de Simeón (o la Circunsición);
2. La Huida a Egipto;
3. La Pérdida del Niño Jesús que permanece en el Templo en medio de los doctores;
4. Cristo con la Cruz a cuestas;
5. La Crucifixión;
6. El Descendimiento de la Cruz;
7. El Entierro.
   Así de los Siete Dolores de la Virgen, tres son relativos a la Infancia y cuatro a la Pasión de Cristo.
Iconografía
   H. Gaidoz hace derivar este tema de la Transfixión de la Virgen a un cilindro caldeo que representa a la diosa asiria Istar.
   Más recientemente, J. Baltrusaitis ha reconocido en el tema de la Virgen de los Siete Dolores la transposición o adaptación de un tema planetario del que se encuentran numerosos ejemplos en el arte de la Edad Media.
   Los círculos astrológicos de los siete Planetas habrían comenzado por engendrar el tema de los Siete Dones del Espíritu Santo irradiando alrededor del pecho de Cristo.
   De allí se habría pasado con toda naturalidad a la representación de los Siete Dolores de la Virgen. Para ello bastaba  transformar los rayos de la Sabiduría Divina en haz de espadas, y reemplazar en el interior de los tondos las palomas del Espíritu Santo por los Dolores de Nuestra  Señora.
   Sea cual fuere el interés de estas remotas e hipotéticas filiaciones, lo más prudente es atenerse a los orígenes directos del tema que podemos situar en el tiempo y en el espacio con extrema precisión.
   La devoción y la iconografía de la Virgen de las siete espadas nacieron en Flandes a finales del siglo XV. Fue Juan de Coudenbergbe, cura de San Salvador de Brujas quien organizó la primera cofradía de la Virgen de los siete Dolores; y fue Margarita de Austria, gobernante de los Países Bajos, quien fundó, también en Brujas, el primer convento consagrado a Nuestra Señora de los Siete Dolores, y quien ofreció a la iglesia de Brou-en-Bresse un cuadro votivo que la menciona. Finalmente, es en un grabado dedicado a Carlos V, publicado en Amberes en 1509, donde se ven por primera vez las siete espadas dispuestas en abanico.
   Este tema correspondía demasiado bien a las tendencias generales del arte patético de finales de la Edad media, como para volverse popular. De Flandes marítimo, que fue su cuna, pasó a Francia y a la Alemania renana. Pero no se mantuvo inmutable: experimentó una evolución en la que pueden detallarse las etapas sucesivas de esta manera:
   Los Siete Dolores de la Virgen en principio están representados simbólicamente por siete espadas. Luego, cada espada tuvo un pomo ornamentado con un tondo que representa uno de los Dolores. Pero al final las espadas desaparecieron y la Virgen apareció rodeada sólo por una aureola de siete tondos.
1. Las siete espadas
   La agrupación de las espadas comporta numerosas variantes. En la mayoría los casos, las siete espadas reunidas en haz atraviesan el corazón de la Virgen. Están, ya dispuestas en círculo, ya agrupadas lateralmente con la punta hacia arriba, cuatro de un costado y tres del otro.
   En el siglo XVII Van Dyck imaginó renovar esta composición disponiendo las siete espadas alrededor de la cabeza de la Virgen, como los rayos de un nimbo. Pero esta innovación no tuvo éxito. A veces, Cristo en el lagar forma pareja con la Virgen de las siete espadas.
2. Los siete tondos
Este ovillo de espadas erizando el corazón o la cabeza de la Virgen tenía el inconveniente de ser poco plástico y, además, insuficientemente explícito. Los fieles deseaban saber cuales eran los dolores que habían atormentado a Nuestra Señora durante su «Compasión». Para satisfacer este deseo no había otro medio que reemplazar el haz de espadas simbólicas por tondos explicativos. En principio, se intentó combinar las espadas y los tondos; luego, la segunda versión, favorecida por el ejemplo del Rosario, acabó por eliminar a la primera.
   La Virgen está sentada al pie de la cruz, con las manos juntas o cruzadas sobre el pecho. A veces es una Virgen  de la Piedad que tiene a Cristo muerto sobre las rodillas. Alrededor de ella los tondos historiados, dispuestos como las grandes cuentas de un rosario, evocan sus angustias.
   Es el arte flamenco del siglo XVI el que ofrece los ejemplos más numerosos de este tema y de sus aspectos sucesivos (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la historia de la Sabatina como culto mariano
  Semanalmente tenemos un culto sabatino mariano. Como dice el Directorio de Piedad Popular y Liturgia, en el nº 188: “Entre los días dedicados a la Virgen Santísima destaca el sábado, que tiene la categoría de memoria de santa María. Esta memoria se remonta a la época carolingia (siglo IX), pero no se conocen los motivos que llevaron a elegir el sábado como día de santa María. Posteriormente se dieron numerosas explicaciones que no acaban de satisfacer del todo a los estudiosos de la historia de la piedad”. En el ritmo semanal cristiano de la Iglesia primitiva, el domingo, día de la Resurrección del Señor, se constituye en su ápice como conmemoración del misterio pascual.  Pronto se añadió en el viernes el recuerdo de la muerte de Cristo en la cruz, que se consolida en día de ayuno junto al miércoles, día de la traición de Judas. Al sábado, al principio no se le quiso subrayar con ninguna práctica especial para alejarse del judaísmo, pero ya en el siglo III en las Iglesias de Alejandría y de Roma era un tercer día de ayuno en recuerdo del reposo de Cristo en el sepulcro, mientras que en Oriente cae en la órbita del domingo y se le considera media fiesta, así como se hace sufragio por los difuntos al hacerse memoria del descenso de Cristo al Limbo para librar las almas de los justos.  
   En Occidente en la Alta Edad Media se empieza a dedicar el sábado a la Virgen. El benedictino anglosajón Alcuino de York (+804), consejero del Emperador Carlomagno y uno de los agentes principales de la reforma litúrgica carolingia, en el suplemento al sacramentario carolingio compiló siete misas votivas para los días de la semana sin conmemoración especial; el sábado, señaló la Santa María, que pasará también al Oficio. Al principio lo más significativo del Oficio mariano, desde Pascua a Adviento, era tres breves lecturas, como ocurría con la conmemoración de la Cruz el viernes, hasta que llegó a asumir la estructura del Oficio principal. Al principio, este Oficio podía sustituir al del día fuera de cuaresma y de fiestas, para luego en muchos casos pasar a ser añadido. En el X, en el monasterio suizo de Einsiedeln, encontramos ya un Oficio de Beata suplementario, con los textos eucológicos que Urbano II de Chantillon aprobó en el Concilio de Clermont (1095), para atraer sobre la I Cruzada la intercesión mariana.
   De éste surgió el llamado Oficio Parvo, autónomo y completo, devoción mariana que se extendió no sólo entre el clero sino también entre los fieles, que ya se rezaba en tiempos de Berengario de Verdún (+962), y que se muestra como práctica extendida en el siglo XI. San Pedro Damián (+1072) fue un gran divulgador de esta devoción sabatina, mientras que Bernoldo de Constanza (+ca. 1100), poco después, señalaba esta misa votiva de la Virgen extendida por casi todas partes, y ya desde el siglo XIII es práctica general en los sábados no impedidos. Comienza a partir de aquí una tradición devocional incontestada y continua de dedicación a la Virgen del sábado, día en que María vivió probada en el crisol de la soledad ante el sepulcro, traspasada por la espada del dolor, el misterio de la fe.  
    El sábado se constituye en el día de la conmemoración de los dolores de la Madre como el viernes lo es del sacrificio de su Hijo. En la Iglesia Oriental es, sin embargo, el miércoles el día dedicado a la Virgen. San Pío V, en la reforma litúrgica postridentina avaló tanto el Oficio de Santa María en sábado, a combinar con el Oficio del día, como el Oficio Parvo, aunque los hizo potestativos. De aquí surgió el Común de Santa María, al que, para la eucaristía, ha venido a sumarse la Colección de misas de Santa María Virgen, publicada en 1989 bajo el pontificado de San Juan Pablo II Wojtyla (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
   Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Capilla de la Soledad, en Gerena (Sevilla). Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia.

Más sobre la localidad de Gerena (Sevilla), en ExplicArte Sevilla.