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lunes, 28 de febrero de 2022

La Casa Museo de Blas Infante - El Museo de la Autonomía, en Coria del Río (Sevilla)

     Por Amor al Arte
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     Hoy, 28 de febrero, es el Día de la Comunidad Autónoma de Andalucía, al cumplirse el aniversario (28 de febrero de 1980) del referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía del año 1980 que dio autonomía plena a la comunidad andaluza, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la Casa Museo de Blas Infante-El Museo de la Autonomía, en Coria del Río (Sevilla).
     La Casa Museo de Blas Infante-El Museo de la Autonomía, se encuentra en la avenida Blas Infante, s/n; en Coria del Río (Sevilla).
    La casa, construida en una parcela rústica al límite del municipio, está ubicada sobre un altozano, desde el que se divisa el Guadalquivir. Fue mandada a construir en 1930 por Blas Infante como vivienda familiar, encargándose él mismo del diseño y de la dirección de las obras. Su valor es esencialmente histórico. Es un chalet en las afueras del la población, exento, rodeado por jardín y huertos de naranjas, con amplias vistas al gran río de Andalucía.
     En el interior sigue el esquema de una vivienda unifamiliar con pasillo perpendicular a la puerta de la entrada, al cual abren las distintas habitaciones, dormitorios, aseos, despacho, etc., en este pasillo se encuentra el salón de columnas. El interior del edificio sorprende por la profusión de yeserías neomudéjares policromadas.
     La villa, que se encarga personalmente de diseñar tanto a niveles decorativos como constructivos, se inspira principalmente en la arquitectura de Al-Andalus, aunque cuenta también con elementos ornamentales propios de otros estilos, por lo que podemos situarlo dentro de la corriente historicista.
     La construcción se distribuye en cinco crujías paralelas a fachada. La zona principal comprende el espacio delimitado por las tres primeras, ocupando la segunda planta sólo la tercera crujía.
   La planta del inmueble es rectangular, quedando estructurado su interior mediante un largo pasillo central que recorre todos los cuerpos hasta llegar a la zona de servicio. La entrada principal está situada en el flanco Este, tras ella se sitúa el corredor, al que abocan las habitaciones a izquierda y derecha, marcándose cada uno de los tramos mediante arcos de herradura.
   En el dintel exterior de la sencilla puerta principal de entrada, conformada por un arco de medio punto, enmarcado por azulejos de reflejos metálicos, se encontraba el Escudo original de Andalucía, diseñado por Blas Infante y realizado por Pedro Navia, y que en la actualidad se conserva dentro de la villa. En el interior, también sobre el dintel, podemos leer una afectiva dedicatoria a los tres hijos que por entonces tenía Blas Infante: «La Casa de la Alegría es el reino de tres ángeles, Ginesita, Mariquita y Blasito».
     Tras la entrada se accede al pasillo central, estancia que destaca por la belleza de su techo, las puertas talladas de acceso a las habitaciones y los faroles de hierro forjado que la iluminan. La primera sala que se encuentra a la izquierda es el despacho, éste presenta interesantes yeserías policromadas y zócalos de cerámica. En las paredes se pueden leer diversas inscripciones andalusíes que versan sobre la herencia de Al-Andalus y los nombres de los artesanos que las realizaron.
     La sala de la derecha, que alberga hoy día los símbolos originales de Andalucía: la Bandera, el Escudo y el Himno, fue la habitación usada como dormitorio de la madre de Blas Infante, por lo que la mayoría de las inscripciones de las paredes están dedicadas a ella.
     A continuación se encuentra el llamado «comedor de los frescos» o «comedor de los moros», en alusión a la tipología y motivos de las pinturas de las paredes, que son obra del artista Juan Alonso Garzón, y que presentan escenas en la línea romántica y orientalista de la estética decimonónica. Los zócalos de azulejos de Pedro Navia completan la decoración de esta estancia, y sus escenas del Quijote son las primeras, de las más de setecientas de este tema, que se encuentran distribuidas por la casa. En uno de los laterales de la chimenea se aprecia una escena de la bahía de Isla Cristina donde la familia Infante vivió casi ocho años.
     Tras la escalera de acceso a la segunda planta, situada en la tercera crujía, y traspasando una puerta, se llega al segundo cuerpo de la casa, mucho más sencillo en cuanto a decoración, ya que presenta las paredes enfoscadas desde el zócalo de azulejos, y los techos conformados con vigas de madera vista.
     En este cuerpo se encuentra una zona de estar, separada del pasillo mediante arcos de medio punto sobre columnas con basamentos cuadrados, y dispuesta entorno a una gran chimenea, lugar donde la familia pasaba la mayor parte de su tiempo, y que comunica directamente con la cocina a través de una pequeña ventana situada en un lateral. Al fondo a la izquierda se sitúa la biblioteca, a la que se accede a través de un pequeño patio y enfrente la sala de música; al final de la galería se observa un relieve esmaltado con la bandera andaluza en el centro y cuatro grandes frisos de inspiración clásica. La segunda planta, que emerge a manera de torreón en esta tercera crujía, alberga dos dormitorios y una pequeña sala.
     Adosado a la parte trasera del edificio y comunicado a través de una reja, se encuentra el almacén para guardar los aperos de labranza propios de una casa de campo y en el flanco sur un cuerpo para cocheras y vivienda de los guardeses. La cubierta es plana, a la andaluza, en la zona noble del edificio e inclinada, a dos aguas, con teja árabe, en el segundo cuerpo. El remate en el primer cuerpo se realiza mediante almenas escalonadas de ladrillo visto, material que es igualmente empleado para el resto de las fachadas, lo que otorga a la casa una apariencia fortificada que dio lugar a la denominación popular de «castillo de don Blas». El segundo cuerpo se encuentra enfoscado y pintado con cal. En el torreón de la segunda planta se abre la única ventana bífora, con arcos que pretenden ser angrelados, enmarcados por bandas de yeserías; las restantes ventanas son sencillos huecos verticales enrejados y enmarcados con azulejos. La solería de toda la casa es hidráulica, de formato cuadrado en el primer cuerpo, y, en el segundo, de fino prensado. El edificio también se denomina «Recreo de Santa Alegría», y en su construcción participaron albañiles de Coria del Río cuyos nombres quedaron inscritos, con grafías árabes, en las yeserías que ornamentan el edificio.
     La casa constituye una versión particular del regionalismo andaluz en su vertiente neomudéjar y plateresca. Recrea las alquerías que poblaron el Aljarafe en tiempos de Al-Andalus y refleja aspectos constructivos que Blas Infante contempló en su viaje a Marruecos en 1924. A esta intención responden también elementos ornamentales del primer cuerpo, tales como las yeserías, pinturas murales, carpintería y azulejería. A su vez los elementos ornamentales del segundo cuerpo del edificio son muestra de la importancia que daba Infante al afán del humanismo andaluz por recuperar los valores de la época clásica y castellana en Andalucía. En definitiva el edificio está concebido para plasmar, con el espíritu integrador y conciliador que caracterizó a su creador, las ideas más profundas del andalucismo histórico. Igualmente es una síntesis de la sucesión de grandes culturas en Andalucía, tales como la tartésica, la clásica, la oriental y la humanista, así como de la convivencia entre las infuencias religiosas judeocristianas e islámicas.
     También el jardín de la villa es importante y significativo, al estar diseñado como mirador del Guadalquivir y contenedor de variadas especies autóctonas, traídas de diferentes puntos de Andalucía y como muestra de su diversidad.
     Blas Infante, nacido en Casares (Málaga) en 1885, cursa estudios en la Facultad de Derecho de Granada y gana las oposiciones de notarías en 1909. Se casa en el pueblo sevillano de Peñaflor con Angustias García Parias, residiendo en Sevilla, Isla Cristina y Cantillana. En 1931 se instala definitivamente en Sevilla y manda construir la casa de Coria del Río, sobre una loma exenta desde la que se divisa el paso del Guadalquivir.
     La villa, que se encarga personalmente de diseñar tanto a niveles decorativos como constructivos, se inspira principalmente en la arquitectura de Al-Andalus, aunque cuenta también con elementos ornamentales propios de otros estilos, situando estilísticamente al edificio dentro de la corriente historicista.
     Desde este sitio, que habitó desde 1932 a 1936, vivió el líder andalucista períodos claves de su trayectoria política, tales como el proceso de reconocimiento del gobierno de la República a las nacionalidades del Estado Español y el comienzo de la redacción de los estatutos de las futuras comunidades autónomas, entre ellos el de Andalucía.
     El proceso constructivo comenzó con el levantamiento de una vivienda para albergar a los guardeses que se encargaría de explotar y vigilarían, en adelante, la finca y las obras de la casa. 
     La construcción de la Santa Alegría se produjo en dos fases. La primera comprendió la edificación de la galería principal con estancias a derecha e izquierda. En el momento en que la familia se trasladó a la vivienda estaban construidos los dormitorios, el despacho, el comedor, la cocina (con su despensa) , una alacena, un cuarto de baño, un comedor pequeño que hacía las veces de recibidor y cuarto de la plancha un pequeño pasillo que separa esta estancia del cuarto de baño. A través de una escalera se accedía a la segunda planta donde se ubicaban tres dormitorios y una terraza. Con posterioridad se iniciaría la segunda fase hasta completarse la totalidad de la obra.
     En la construcción de la casa participó el propio Blas Infante como diseñador y director de la sobras, en ella participaron el pintor Juan Alonso Garzón, El ceramista Pedro Navia, y un elevado número de trabajadores pertenecientes a la localidad de Coria del Río (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Espacio de referencia para la educación, la difusión y la investigación de la historia contemporánea de Andalucía. El Museo custodia los símbolos de nuestra Autonomía y tiene a la Casa de Blas Infante como uno de sus principales valores, junto a la conservación y puesta en valor de su extraordinaria herencia intelectual y humana. Punto de encuentro para diferentes generaciones con su identidad e historia, ofrece diferentes exposiciones y una amplia programación de actividades lúdico-educativas adaptadas a todos los públicos.  
   Dentro del Complejo vinculado al Museo de la Autonomía de Andalucía se encuentra la Casa de la Alegría (Dar al-farah), casa museo de Blas Infante. Actualmente declarada Bien de Interés Cultural, fue la casa en la que el padre de la patria andaluza residiría en sus últimos años de vida. 
     El proyecto arquitectónico está basado en una propuesta original y personal del propio Blas Infante y combina elementos del regionalismo y la arquitectura andalusí. Como estancias más destacadas se encuentran el comedor principal de la familia Infante, en la que pueden apreciarse pinturas murales de influencia orientalista, la biblioteca o el despacho.
Categoría
Etnológico
Horario
Lunes a viernes de 09:30 a 13:00. Cerrado sábados, domingos y festivos nacionales y locales de Sevilla (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Conozcamos mejor la Biografía de Blas Infante, personaje a quien está dedicada la Casa Museo;
     Blas Infante Pérez (Casares, Málaga, 5. de julio de 1885 – Sevilla, 10 de agosto de 1936). Político.
     Blas Miguel de los Santos Infante Pérez nació el 5 de julio de 1885 en el pueblo malagueño de Casares, hijo de Luis Infante Andrade y de Ginesa Pérez Romo, en el seno de una familia labradora. Con once años se trasladó a Archidona para estudiar en el colegio de los escolapios como alumno interno; logró el grado de bachiller en el instituto Nuestra Señora de la Victoria de Málaga en 1902. Debido a la precaria situación económica de su familia, entró a trabajar en el Juzgado de su pueblo. En 1904 se matriculó en la Facultad de Derecho de Granada, donde, estudiando por libre, se licenció en octubre de 1906. En 1910, tras ganar las oposiciones a notarías, ejerció de notario de Cantillana (Sevilla).
     Su biógrafo Ortiz de Lanzagorta destaca la influencia que tuvo para Blas Infante su encuentro con Granada, donde afloró su sensibilidad andaluza, conectó con las corrientes regeneracionistas, conoció el krausismo y el anarquismo y descubrió la “comunión de lo personal y lo colectivo”. Allí se convirtió en un lector atento a los temas más variados y, sobre todo, a la historia andaluza; en Granada se encontró con uno de los componentes de su futuro andalucismo: la cultura de al-Andalus.
     Su pensamiento se alimentó, fundamentalmente, de tres ingredientes: el krausismo, el costismo y el federalismo.
     En primer lugar, la influencia krausista se hizo presente en su talante “organicista”, pues veía la nación como un organismo suprarregional, compuesto de una serie de partes vivas —las regiones— que se articulan armónicamente. En segundo lugar, la influencia de Joaquín Costa, muy en particular de su Colectivismo agrario, se tradujo en su preocupación por el problema de la tierra, especialmente duro en Andalucía. Además, tomó de Costa multitud de proyectos que quedaron expuestos en su Ideal andaluz de 1915, como el fenómeno de las clases medias campesinas, la restitución del patrimonio municipal, la defensa de las leyes naturales de la producción, etc. Por último, la herencia del organicismo krausista y del ideal federativo sinalagmático de Pi y Margall desembocaron en la concepción política de un federalismo. Para Blas Infante había que lograr una síntesis de las dos, articulando el organicismo a través de pactos sinalagmáticos.
     Con este bagaje intelectual y con su singular sensibilidad social, Blas Infante llegó al andalucismo. Esta sensibilidad social que le lanzó a la acción política tenía un indiscutible referente: el jornalero andaluz. Él se crió entre jornaleros y, por lo tanto, se consideraba hijo de ese pueblo: “Yo soy del pueblo [...] yo tengo clavada en la conciencia desde mi infancia, la visión sombría del jornalero”, llegó a escribir. Desde estos supuestos definió la identidad de Andalucía. Su andalucismo, dijo Tierno Galván, no es sino “la defensa de la región andaluza, de sus cualidades positivas y protesta de su miseria y explotación”. Juan Antonio Lacomba ve en su planteamiento una fuerte carga idealista y una visión esencialista. Infante buscó la configuración política del difuso sentimiento de amor a la tierra para transformarlo en conciencia de pueblo; propugnó, luego, un nacionalismo moderno y modernizador como instrumento de recuperación y dignificación de una Andalucía sometida desde dentro y desde fuera. Su proyecto, siempre desde presupuestos claramente regeneracionistas, buscaba la redención económica y moral de Andalucía para impulsarla hacia el futuro. Y en dicho proyecto se conjugaba su ideal andaluz con un fin mayor de construir una España nueva, plural y solidaria.
     A partir de 1912, comenzaron los grandes debates sobre Andalucía, que pusieron de relieve la existencia de una preocupación regionalista y que tuvieron siempre como protagonista a Blas Infante. En primer lugar, el debate sobre la Mancomunidad (1912), con la confluencia entre andalucismo y georgismo, Progreso y miseria, que se convirtió en una especie de Biblia económica para Blas Infante. A continuación, convertido ya al pensamiento fisiocrático, proclamó “la libertad de la tierra, base necesaria de la libertad de los hombres” en el Primer Congreso Georgista de Ronda, en 1913. La formulación teórica del pensamiento regionalista de Blas Infante se expuso en 1915 en su Ideal andaluz, en el que proponía crear una conciencia colectiva regional transformando las estructuras, educando al pueblo y creando una clase media campesina, de manera que se lograse que “la tierra andaluza sea para el jornalero andaluz”. Y por fin, la articulación definitiva del andalucismo se llevó a cabo, a partir de 1916, mediante los Centros Andaluces y revistas como Andalucía, cauces en los que se comprueba cómo el pensamiento de Infante —que en 1917 habla ya de nacionalismo andaluz— se articulaba en torno a tres ejes: la reforma política, la reforma económica y la reforma municipal.
     Los debates continuaron en la Asamblea de Ronda de 1918 y en el Manifiesto de Córdoba de 1919, que hablaba ya de abolición de los poderes centralistas, de una Andalucía libre, de federación hispánica. En este manifiesto quedó definitivamente diseñada la postura de Blas Infante sobre la cuestión agraria. Con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera, Blas Infante reflexionó sobre Andalucía en Carta acerca del fundamento de Andalucía. En 1931 se articuló la Junta Liberalista de Andalucía, una vez más con la ayuda de Blas Infante. En 1932, Blas Infante se hizo militante de Izquierda Radical Socialista, partido que, aun siendo de carácter nacional, defendía paralelamente su andalucismo. El anteproyecto de Estatuto apareció en 1932. Y en 1933 se celebró la Asamblea de Córdoba.
     En enero de 1936 escribió la Carta andalucista, en la que atisbaba un clima de guerra civil, y el 15 de julio de 1936, el que fue su último manifiesto, A todos los andaluces, pedía su unión para el logro de la autonomía, y en él, entre otras muchas cosas, decía que “Andalucía libre será España libre de [...] la influencia desvirtuadora ejercida por otros pueblos sobre España”, y termina: “Andalucía y la Paz”.
     Detenido por las fuerzas franquistas de Queipo de Llano el 2 de agosto, en la noche del 10 del mismo mes, con otros detenidos, fue conducido en un camión hacia la carretera de Carmona, donde fue fusilado, en el linde de la antigua Huerta de las Clarisas.
     El 4 de mayo de 1940 un jurado dictaba sentencia para justificar su muerte, dando estas razones: “Formó parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las elecciones de 1931; en los años sucesivos hasta el 1936 se significó como propagandista para la constitución de un partido andalucista o regionalista andaluz, y [...] falleció el 10 de agosto de 1936 a consecuencia de la aplicación del Bando de Guerra”. Sus ideas han permanecido hasta nuestros días, y la Comunidad Autónoma de Andalucía y el andalucismo han recibido de él no sólo la herencia de sus símbolos, sino su ideal de hacer una “Andalucía para sí, para España y para la Humanidad”. Hoy es considerado el padre del nacionalismo andaluz (Luis Palacios Bañuelos, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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Más sobre la localidad de Coria del Río (Sevilla), en ExplicArte Sevilla.

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