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Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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sábado, 30 de abril de 2022

La Iglesia de San Eutropio, en Paradas (Sevilla)

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia de San Eutropio, en Paradas (Sevilla).    
     Hoy, 30 de abril, Memoria en Saintes, en la región de Aquitania, hoy Francia, de San Eutropio, primer obispo de esta ciudad, que, según la tradición, había sido enviado a la Galia por el Romano Pontífice (s. III) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y qué mejor día que hoy para ExplicArte la Iglesia de San Eutropio, en Paradas (Sevilla).
     La Iglesia de San Eutropio, se encuentra en la calle Padre Barea, 33; en Paradas (Sevilla).
     Consta de cinco naves, crucero y presbiterio de testero plano. Se adosan a la nave izquierda tres capillas, dos de ellas en su flanco y la sacramental, que posee planta de cruz griega y sacristía propia, en su testero. En el lado derecho, y a la altura de la cabecera, se sitúan diversas dependencias parroquiales, entre ellas la Sacristía Mayor. La nave central se alza sobre pilares de sección cruciforme, mientras las laterales se separan por columnas toscanas pareadas, de jaspe rojo. Sobre ambos tipos de soportes cabalgan arcadas de medio punto, cubriéndose el crucero con media naranja sobre pechinas y linterna, con bóveda de medio cañón con lunetos la nave central y con bóvedas de arista las laterales. Al exterior muestra tres portadas; las laterales se articulan mediante un sencillo vano adintelado entre pilastras y entablamento dórico. La torre, situada en el hastial del lado derecho, la cúpula y la linterna están revestidas con labores de ladrillo y azulejos.
     La actual iglesia sustituyó a un edificio anterior que se encontraba en ruinas. Para ella elaboraron planos José Álvarez en 1784, Fernando Rosales en 1785 y Antonio Matías de Figueroa en 1788, encargándose este último de las obras, que se concluyeron en 1792. Las ocho columnas de jaspe fueron labradas por Juan Muñoz en 1784.
     El retablo mayor, de grandes dimensiones y fechado en 1794, consta de banco, un cuerpo de orden gigante con tres calles separadas por columnas corintias y ático. Sus líneas y decoración muestran su carácter transicional entre el último barroco y el neoclasicismo. Es obra que se atribuye a Bruno Casaus de Paz. Sobre el altar existe un sagrario de plata repujada del artífice sevillano Flores, del último tercio del siglo XVIII. Sobre él se halla un Crucificado de mediano tamaño de principios del XVII. Las imágenes de este retablo son modernas, a excepción de los relieves que representan a San Juan Evangelista y Santa María Magdalena, del primer cuerpo, y dos referentes a la vida de San Eutropio y la Asunción de la Virgen, del ático. A ambos lados del presbiterio se contemplan dos pequeñas portadas de mampostería de complicado esquema decorativo, correspondiente al estilo del último barroco sevillano. 
   Sobre el testero de la primera nave izquierda existe un retablo del último cuarto del siglo XVIII dedicado actualmente a Nuestra Señora del Mayor Dolor. Contiguo a éste, en el testero de la segunda nave del mismo lado, una reja de forja del siglo XVIII da paso a la Capilla Sacramental, comenzada en 1786 y terminada en 1792. Está presidida por un retablo de orden salomónico ejecutado por Francisco Pérez de Pineda y José de la Barrera en 1709. En la hornacina central se venera una imagen de la Inmaculada Concepción procedente de Marche­na de escuela sevillana del primer tercio del siglo XVII. A ambos lados del retablo cuelgan sendas lámparas de plata del último tercio del siglo XVIII. En los testeros laterales existen dos reta­blos neoclásicos dedicados a la Virgen; en el de la derecha se venera una imagen de vestir de Nuestra Señora de la Merced datable a fines del siglo XVIII. Decoran asimismo esta capilla dos lienzos dieciochescos con el tema de la Estigmatización de San Francisco. En la sacristía de esta capilla están expuestas diversas piezas de orfebrería, ornamentos y dos pinturas. La pri­mera representa a la Magdalena Penitente y está atribuida a El Greco; la segunda es un óleo sobre cobre con la Aparición de la Virgen a San Juan Nepomuceno, pintado en México en 1779 por Benito Vallejo. Además de diversos ternos del siglo XVIII, destacan cuatro estandartes, siendo el de la Hermandad del Rosario de 1722 y de la segunda mitad del siglo los tres restantes. Entre las piezas de orfebrería expuestas destacan una placa de esmalte muy deteriorada, que represen­ta la Presentación de Jesús al Pueblo y puede datarse en el siglo XVII; un Guión Procesional de la  Hermandad  Sacramental realizado en plata repujada, del último tercio del XVIII, que tiene los punzones de Alexandre y Cárdenas; y dos atriles y un acetre del mismo material, fechados en 1774.
     En los testeros de las dos naves de la derecha existen sendos retablos. El primero es de mediados del siglo XVIII y está dedicado a la Virgen de los Remedios. El segundo puede datarse hacia 1790 y presenta su calle central distribuida en dos hornacinas ocupadas por imágenes de la Dolorosa y del Crucificado. En este lado del templo hay que destacar un lienzo, situado a los pies, con el tema de los Desposorios de la Virgen, y la puerta de la sacristía, ambos del siglo XVIII. En la nave central se sitúa el coro, cuya sillería de 27 sitiales, facistol y órgano son de estilo neoclásico. Del mismo estilo son los tres canceles del tem­plo. Interesantes son los cuatro medallones en relieve que representan a los Evangelistas, orlados con labores de rocalla que decoran las pechinas de la media naranja del crucero.
     En la Sacristía Mayor existen diversos lienzos y tondos de relieve del siglo XVIII. En el despacho parroquial se sitúan varios lienzos, entre los que destaca uno con el tema de la Inmaculada, obra sevillana de la primera mitad del siglo XVII (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
     Típico edificio de la última fase de la arquitectura barroca sevillana, es decir, de las iglesias columnarias. Fue consagrado en 1791.
     Es de cinco naves y cabecera plana, con dos capillas adosadas en la nave izquierda así como la capilla sacramental también en el lado izquierdo de la cabecera en planta de cruz griega, con sacristía propia, situándose en el lado derecho la sacristía mayor.
     La nave central se separa de las laterales por medio de pilares cruciformes y las laterales por columnas pareadas de jaspe rojo, sobre las que voltean arcos de medio punto. El crucero se cubre por media naranja sobre pechinas, la nave central por bóveda de cañón con lunetos y las laterales por bóvedas de aristas.
     Las portadas son muy sencillas con vanos adintelados entre pilastras y entablamento dórico. La torre situada en el hastial derecho presenta decoración de ladrillo y azulejos (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     La Iglesia de San Eutropio pertenece a la última etapa del barroco sevillano en clara transición  hacia el neoclasicismo.
     Antes de la actual iglesia hubo otra más pequeña en este mismo lugar cuya primera piedra puso, el conde Ponce de León fundador de este pueblo en el siglo XV.
     Hay constancia documental de que esta iglesia se construyo a finales del siglo XVIII y que –tras siete años de obras dirigidas por los arquitectos diocesanos José Álvarez, Fernando de Rosales y Antonio Matías de Figueroa- fue dedicada a San Eutropio, Obispo de Saintes (Francia) y Patrón de Paradas el día 3 de marzo de 1791.
     La iglesia es un hermoso templo de cinco naves con planta de cruz latina. La nave central de crucero y cabecera plana, con varias capillas, dos de ellas adosadas en la nave izquierda, así como la Capilla Sacramental, también en el lado izquierdo de la cabecera, con planta de cruz griega y con sacristía propia. En el lado derecho se sitúa la Sacristía Mayor, con ricos frescos y mobiliario en caoba, diversos altares y hornacinas.
     La nave central del templo se separa de las colaterales por medio de pilares cruciformes, y las laterales entre sí por columnas pareadas de jaspe de color rojo, sobre las que se apoyan arcos de medio punto.
     El crucero se cubre mediante una cúpula de media naranja sobre pechinas; la nave central a través de una bóveda de cañón con lunetos, y las laterales por bóvedas de aristas.
     En su interior se ofrece interesantes retablos barrocos y neoclásicos. Algunos de ellos son obra de los hermanos José Victorino, Francisco, Vicente y Bruno Casau de Paz, ilustre de familia de tallistas paradeños, sillería con 27 sitiales y órgano de estilo neoclásico.
     En el exterior la iglesia cuenta con portadas muy sencillas, con vanos adintelados entre pilastras  y entablamento dórico. La portada principal, realizada en piedra blanca de Morón de la Frontera, es obra del cantero de esa localidad Juan Muñoz.
     La torre, situada en el hastial derecho presenta decoración de ladrillo y azulejos.
     En su interior destaca el retablo mayor, de grandes proporciones, con un sagrario de plata del siglo XVIII, un crucificado del XVII, y entre las diversas imágenes la del patrón.
     En el fondo del templo, por la nave del evangelio, se accede a la capilla sacramental, en cuya sacristía se habilito en 1968 un pequeño museo que recoge una colección de vasos sagrados y otros objetos de culto, ornamentos, estandartes de las antiguas cofradías, un valioso esmalte del siglo XVII y tres cuadros, destacando por encima de todos el lienzo que representa a Santa María Magdalena Penitente, obra de El Greco (Parroquia de San Eutropio).
     Es sin duda el edificio más importante de la villa de Paradas. En el solar que ocupa esta iglesia existió otra cuya primera piedra puso el conde fundador de Paradas, Juan Ponce de León, a mediados del siglo XV.
     Hay constancia documental de que esta iglesia se construyó a finales del siglo XVIII y que tras siete años de obras dirigidas por los arquitectos diocesanos José Álvarez, Fernando Rosales y Antonio Matías de Figueroa fue dedicada a San Eutropio, obispo de Saintes (Francia) y patrón de Paradas el día 3 de marzo de 1791.
     Es una bella muestra del ultimo barroco sevillano en clara transición hacia el neoclasicismo. La portada municipal, realizada en piedra blanca de Morón de la Frontera, es obra del cantero de esa localidad Juan Muñoz.
     En su interior ofrece un hermoso templo de cinco naves con planta de cruz latina que contiene interesantes retablos barrocos y neoclásicos. Algunos de ellos son obra de los hermanos José Victorino, Francisco, Vicente y Bruno Casau de Paz, ilustre de familia de tallistas paradeños.
     En el testero del templo, por la nave del evangelio, se accede a la capilla sacramental, en cuya sacristía se habilito en 1968 un pequeño museo que recoge una colección de vasos sagrados y otros objetos de culto, ornamentos, estandartes de las antiguas cofradías, un valioso esmalte del siglo XVII y tres cuadros, destacando por encima de todos los lienzos que representa a Santa María Magdalena penitente, obra de El Greco (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto, e Iconografía, de San Eutropio, obispo;
LEYENDA
     Primer obispo de Saintes a quien la leyenda antidató, como a san Marcial de Limoges, para hacer que la diócesis se remontara a los tiempos apostólicos. Se lo convirtió en contemporáneo de Cristo. Nacido en Persia, habría asistido al milagro de la Multiplicación de los panes y a la Entrada de Cristo en Jerusalén. Se explicaba que estuvo entre los cinco mil a quienes Nuestro Señor alimentó con los cinco panes y dos peces, y que había recibido la bendición de Cristo cuando éste entraba en Jerusalén.
     Después de la muerte de Jesús viajó a Roma donde fue recibido por el papa San Clemente que lo envió a predicar a Las Galias. Consagrado obispo de Saintes, consiguió convertir y bautizar a la hija del gobernador llamada Estela. El padre de esta lanzó en su contra a los carniceros de la ciudad que lo flagelaron con azotes plomados y le partieron la cabeza con un hacha.
     Cuando San Paladio, obispo de Saintes entre 573 y 597, quiso verificar la autenticidad de las reliquias de su predecesor, comprobó, en efecto, que los restos tenían una herida en el cráneo, y en la noche siguiente San Eutropio se le apareció para confirmarle que dicha señal procedía de su martirio.
     Esta leyenda es una compilación hagiográfica cuyos elementos se copiaron de la Pasión de los apóstoles Simón y Judas Tadeo, de las relaciones Abgar con Cristo y de la Pasión de San Dionisio.
CULTO
     La magnífica iglesia románica edificada sobre la tumba del santo patrón de Saintes se convirtió muy pronto en una de las principales etapas de los peregrinos que recorrían el Camino de Santiago. Los hugonotes sólo respetaron la cripta. En la iglesia abacial de Cluny, que inició la peregrinación a Santiago de Compostela, hay una capilla puesta bajo la advocación del primer obispo de Saintes. Gracias a los cluniacenses, su culto se implantó por toda la Borgoña.
     En París, en la iglesia de Saint Gervais, existe una Cofradía de San Eutropio, en cuyo sello está representando el obispo bendiciendo a un hidrópico, acostado en una cama.
     También se lo veneraba en Vendôme.
     Si la extensión de su culto fuera de los límites de Saintonge se debe a la peregrinación a Galicia, la fama de curador del santo deriva de la etimología culta y popular de su nombre.
     Eutropos, que en griego significa quien pone bien, es un nombre predestinado para un curador. Se asemeja un poco a hidrópico, y por ello el pueblo lo invocaba para la curación de la hidropesía, que llamaban eutropisia. Esta paraetimología ya es objeto de denuncia del humanista Henry Estienne en el siglo XVI, quien en su Apologie pour Hérodote, insinúa: «Cuando se ha hecho a San Eutropio médico de hidrópicos, creo que se ha confundido Eutropia con hidrópico
     Por otra parte, como se lo llamaba en lengua dialectal Estropi, se convirtió en patrón de los lisiados (fr.: estropiés).
     Puesto que el verdugo le había partido el cráneo de un hachazo, además se lo invocaba contra los dolores de cabeza y las migrañas.
     Como el apóstol Santiago de Compostela, también se creía que asistía a los ahorcados y liberaba a los prisioneros.
     Los campesinos de Berry se dirigían a San Eutropio para tener huevos de más. Por último, como su fiesta es a finales de abril, una época crítica para la floración de los árboles frutales, se lo invocaba para prevenir las heladas tardías.
ICONOGRAFÍA
     Está representado con mitra.
     Su atributo es un hacha, instrumento de su martirio.
     También puede reconocérselo por sus protegidos: los hidrópicos y los ahorcados. En una imagen de cofradía, bendice a un hidrópico acostado en una sala de hospital. En los estandartes de peregrinación solía representarse a "el ahorcado de San Eutropio" (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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El Apeadero, de Vermondo Resta, del Real Alcázar

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Apeadero, de Vermondo Resta, del Real Alcázar, de Sevilla.
     El Real Alcázar [nº 2 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 2 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la plaza del Triunfo, 5 (la salida se efectúa por la plaza Patio de Banderas, 10); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
     En el Real Alcázar, se encuentra el Apeadero [nº 53 en el plano oficial del Real Alcázar]
     Es un amplio zaguán que atravesándolo nos conduce a la salida del Alcázar por el Patio de Banderas. Este vasto espacio fue remodelado a comienzos del siglo XVII (1607-1609), por el arquitecto milanés Vermondo Resta, Maestro Mayor de obras del Palacio en aquellas fechas, quien construyó esta entrada suntuosa y solemne que posee el carácter casi de espacio basili­cal, organizándolo con tres naves de la misma altura, siendo la más ancha la central, con rítmi­cas arquerías de medio punto apeadas en columnas de mármol pareadas de orden toscano, que tienen su correspondencia en las pilastras murales sobre las que se sustentan arcos rehundidos en el paramento. Bellas molduras de cuño manierista decoran las enjutas y roscas de estos arcos.
     A este gran espacio abren las puertas que dan acceso al antiguo Cuarto del Sol en el flanco izquierdo y al Cuarto del Maestre en el derecho, donde actualmente se hallan las oficinas del Alcázar. Al fondo parte el corredor por el que hemos llegado desde los jardines y arranca el pasaje que conduce hasta el Patio de la Montería.
     Sobre este Apeadero, originalmente se construyó una sala alta que en el siglo XVIII, durante el reinado de Felipe V, se transformó en Armería Real. Aún ostenta en su techo la decoración al fresco con el emblema heráldico del monarca y de su esposa Doña Isabel de Farnesio. En la actualidad suele utilizarse como sala de exposiciones y su puerta de acceso se halla en el flanco derecho del Apeadero.
     Este zaguán posee una suntuosísima portada que vierte al Patio de Banderas, obra tam­bién del arquitecto Vermondo Resta, ejecutada por el cantero Diego Carballo, que en ella nos dejaría una de las piezas maestras del ma­nierismo arquitectónico sevillano. En la zona central, sobre el vano de entrada, destaca una lápida de mármol con la siguiente inscripción:
     "Reynando en España Phelipe Terzero se edificó esta obra año de MDCVII reparase ampliase y aplicase a Real armería Reynando Felipe V año de MDCCXXIX"
     En el remate de la fachada, debajo de una gran corona de cerrajería, campea el escudo del monarca Felipe V ejecutado en cerámica y a su pie se halla otro azulejo con la fecha de su más reciente renovación (Ana Marín Fidalgo, El Alcázar de Sevilla. Ed. Guadalquivir, 1992).
     Fue trazado por el arquitecto milanés Vermondo Resta en 1607, finalizándose dos años más tarde junto a la puerta que le precede y que es el acceso al palacio desde el Patio de Banderas. Se organiza en tres naves de desigual anchura, pues la central es más amplia, mediante parejas de columnas toscanas que apean arcos de medio punto. Los muros laterales se organizan de igual manera con pilastras que sostienen arcos rehundidos en el muro. Esquemas geométricos sirven para decorar las enjutas de los arcos. La techumbre es plana, sobre viguería de madera. Tan singular organización basilical de este majestuoso espacio guarda estrecha relación con otras creaciones de Resta en el ámbito de la arquitectura religiosa. 
   En el testero de la nave central se sitúa un retablo de madera dorada y poli­cromada cuya escena central, flanqueada por columnas salomónicas, corresponde a la Presentación de la Virgen en el Templo. Se trata de una obra del último tercio del siglo XVII. Sobre este espacio y con acceso por medio de una escalera abierta en el muro de poniente se accede a una sala ubicada en el piso alto, que sirvió de armería durante el reinado de Felipe V.
     La portada de este Apeadero también fue trazada por Resta, aunque se remodeló en el siglo XVIII, como indica una lápida de mármol emplazada sobre el dintel: "Reynando en España Phelipe Terzero se edificó esta obra año de MDCVII, reparase ampliase y aplicase a Real Armería reynando Felipe V año de MDCCXXIX". En el diseño de esta refinada portada demuestra Vermondo Resta su conocimiento del lenguaje clásico y su capacidad para trastocar las reglas que lo rigen. Algo simple resulta el hueco superior, aunque las intervenciones del siglo XVIII debieron alterarlo. Remata la portada una corona de hierro cobijando un panel de azulejos con el escudo del citado Felipe Y, que fue elaborado por alfares trianeros a partir del diseño que en 1889 realizó José Gestoso, en sustitución de otro anterior de pintura que estaba muy deteriorado.
     La portada comunica con el Patio de Banderas, amplio espacio en el que se solían organizar distintos festejos con motivo de las visitas reales y con ocasión de las diversas efemérides relacionadas con la familia real. Desde esta singular plaza, ordenada y perfumada por naranjos y arrullada por el murmullo de una fuente, se tiene una visión privilegiada de la grandiosa mole de la catedral gótica y de su esbelta torre, la Giralda (Juan Carlos Hernández Núñez, Alfredo J. Morales. El Real Alcázar de Sevilla. Scala Publishers. Londres, 1999).
Conozcamos mejor la Biografía de Vermondo Resta, autor de la obra reseñada;
     Vermondo Resta, (Milán, Italia, 1555 – Sevilla, 23 de diciembre de 1625). Arquitecto, maestro mayor de fábricas del Arzobispado y de los Reales Alcázares de Sevilla.
     Figura clave en el ámbito de la arquitectura sevillana de finales del siglo XVI y principios del XVII, al que se puede considerar como introductor de la corriente italianizante y de un lenguaje renovador en el que aplica nuevos conceptos espaciales y decorativos.
     Hijo de Alejandro Resta e Isabel Milach, llegó a la ciudad hispalense en torno a 1582. Tres años más tarde es nombrado maestro mayor de fábricas del Arzobispado, puesto que ocuparía hasta el año 1606, trazando iglesias y conventos, y dando diseños para retablos, monumentos conmemorativos, etc. Alcanzó un gran prestigio en la ciudad, entrando en contacto con la élite artística del momento, colaborando en numerosas ocasiones con arquitectos como Juan de Oviedo y de la Bandera, Diego López Bueno o Miguel de Zumárraga, escultores como Andrés de Ocampo o pintores como Francisco Pacheco, llegando incluso a supervisar proyectos trazados por otros arquitectos como el de Alonso de Vandelvira para la iglesia del convento de Santa Isabel de Sevilla.
     Las primeras obras documentadas, aunque desgraciadamente desaparecidas, fueron los hospitales sevillanos del Espíritu Santo y del Amor de Dios para los que dio trazas entre 1587 y 1588, concluyéndose ambos en 1602. 
     Fueron encargados expresamente por el cardenal Rodrigo de Castro que estuvo al frente del arzobispado hispalense desde 1582 a 1600. En 1592 diseña el Colegio de Jesuitas de Monforte de Lemos en Lugo, fundado por el indicado prelado y elegido como su lugar de enterramiento. Tras su muerte en 1600, Resta se desplazó a la ciudad gallega con el objeto de dirigir los trabajos necesarios para depositar los restos del cardenal en el citado Colegio. En 1603, da las trazas y las condiciones para la construcción de la iglesia, coros, locutorios y salas del convento de San José (Las Teresas), en Sevilla.
     En 1604, es nombrado maestro mayor de los Reales Alcázares, institución en la que realizó una importante e intensa labor arquitectónica y urbanística.
     Destaca la construcción del Apeadero, espacio en el que introdujo el uso de las columnas pareadas solución que tendrá un amplio eco en la arquitectura sevillana del siglo XVII y cuya portada demuestra sus conocimientos del lenguaje manierista y su habilidad para la composición. De su actividad en el noble recinto, cabe resaltar también la labor realizada en el Jardín de las Damas, y la Galería del Grutesco, proyectada sobre una vieja muralla en la que dispuso grutas con diferentes figuras mitológicas (Juan Antonio Arenillas, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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viernes, 29 de abril de 2022

La Plaza del Mercado de Abastos, de Ramón del Toro, en Carmona (Sevilla)

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Plaza del Mercado de Abastos, de Ramón del Toro, en Carmona (Sevilla).
    Hoy, 29 de abril, Fiesta de Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia, que, habiendo ingresado en las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, deseosa de conocer a Dios en sí misma y a sí misma en Dios, se esforzó en asemejarse a Cristo crucificado. Trabajó también enérgica e incansablemente por la paz, por el retorno del Romano Pontífice a la Urbe y por la unidad de la iglesia, y dejó espléndidos documentos llenos de doctrina espiritual (1380) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
   Y qué mejor día que hoy para ExplicArte la Plaza del Mercado de Abastos, puesto que ocupa el solar del desaparecido convento de Santa Catalina, en Carmona (Sevilla).
   La Plaza del Mercado de Abastos, se encuentra en la calle Domínguez de la Haza, s/n; en Carmona (Sevilla).
     Dentro de las construcciones de estilo neoclásico hay que citar la plaza de abastos, construida en el solar del antiguo convento de Santa Catalina y fechada en 1842 (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
   En el solar donde se encuentra el mercado existió un monasterio de Dominicas, bajo la advocación de Santa Catalina. entre finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, el 27 de abril de 1837 fue expropiado para su uso público dentro de la desamortización planteada por Mendizábal.
     El actual mercado de abastos es una obra de Ramón del Toro realizada en 1842 a modo de las plazas mayores castellanas, se trata de un gran patio rectangular, con unas medidas de 35 por 45 metros, compuesto por cuatro galerías porticadas y lonjas para los 28 puestos, de estilo neoclásico. Sólo un pequeño tramo de sus crujías, corresponden al antiguo claustro conventual.
     A principios del siglo XX se alzaron otras edificaciones en el centro que rompían con la armonía del conjunto, por este motivo se destruyeron, pero que fueron necesarias construir en esa época debido a que fue un mercado de mucha actividad.
     A lo largo de la historia del edificio, han tenido lugar notables descubrimientos de carácter arqueológico. A finales del siglo XIX, el inglés Jorge Bonsor, descubrió mosaicos romanos que hoy se conservan en el Salón de Plenos del Ayuntamiento y en la Museo de la Necrópolis romana. En el año 2008 se descubrió otro mosaico que hoy se puede contemplar en el Museo de la Ciudad.
     En la actualidad la plaza tiene poca actividad como mercado de abastos, es más una plaza para el ocio, donde se celebran eventos culturales que llenan la plaza en días de fiesta y donde hay nuevos establecimientos, sobre todo hosteleros, que intentan mejorar el índice de ocupación actual (Ayuntamiento de Carmona).
      Edificio construido en 1842, en el solar del antiguo convento de Santa Catalina. Tiene planta rectangular con cuatro crujías en los lados mayores. Están separadas por arcos de medio punto sobre pilares cuadrados. Se cubren con estructura de madera a dos aguas.
     Se desarrollan en torno a un gran patio porticado, de una sola planta, con arcos de medio punto que apean sobre columnas toscanas, asentadas en grandes podios (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     La plaza del mercado de abastos se construyó en el solar del convento de Santa Catalina. 
     Fue construida para uso público en el siglo XIX. El diseño de la plaza se debe al arquitecto Ramón del Toro. Se trata de un espacio de forma rectangular, en concordancia con los modelos castellanos de plazas principales. Está rodeado de galerías porticadas, sobre arcos de medio punto apoyados en columnas, donde se sitúan los puestos y negocios de hostelería (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia
:
HISTORIA Y LEYENDA
   Santa dominica del siglo XIV cuya biografía ha sido desleída con prolija abundancia por su confesor Raimundo de Capua, y resumida por Tommaso Caffarini: es lo que se denomina Leyenda Mayor y la Leyenda menor.
   Nacida en Siena hacia 1347 (Según Fawtier, la fecha de su nacimiento debería situarse diez años antes, hacia 1337), era la vigésimoquinta hija de un tintorero que se llamaba Jacopo Benincasa.
   A los siete años hizo votos de virginidad. Como su madre quería casarla, se rasuró la cabeza. Recibida en la tercera orden de Santo Domingo a los dieciséis años de edad, a pesar de la oposición familiar, vistió el hábito negro de las terciarias o Hermanas de la Penitencia (Mantellate).
   En el convento llevó una vida ascética que arruinó su frágil salud. Durante cincuenta días sólo se alimentó de hostias. Curó leprosos y cancerosos. Como el olor fétido de las supuraciones de una cancerosa le producía náuseas, se obligó a chupar el pus que drenaba la llaga.
   Para recompensarla de ese valor sobrehumano, Cristo le mostró la herida de su costado, al igual que una madre presenta el pecho a su recién nacido, y le permitió apoyar los labios en ella, luego la desposó místicamente poniéndole un anillo en el dedo.
   La seráfica virgen profesaba una devoción particular a Sana Inés de Montepulciano. Cuando Catalina visitó la tumba de Santa Inés, en peregrinación, y se inclinaba ante el cuerpo de la Santa para besarle el pie, ésta la levantó hasta la altura de sus labios.
   Se la glorificaba por haber contribuido a traer al papa Gregorio XI a Roma, desde Aviñón. En ocasión del gran cisma de Occidente, tomó partido por Urbano VI.
   Aspiraba a la corona del martirio. Ese consuelo se le negó. Murió en Roma en 1380. Su cuerpo reposa bajo el altar mayor de la iglesia dominica de Santa María sopra Minerva, cerca de Fra Angélico. Pero su cabeza fue reclamada por Siena, su ciudad natal. 
   La mayor parte de los rasgos de su leyenda son de origen dudoso. Es cierto que la historia de su Estigmatización fue inventada por los dominicos para competir con San Francisco de Asís. Además, los franciscanos que creían reservar a su patrón el monopolio de este milagro, se empeñaron en discutir la autenticidad de los estigmas de la terciaria dominica.
   Los franciscanos insistían acerca de las "conformidades" de San Francisco de Asís con Cristo. Los dominicos hicieron otro tanto en favor de Santa Catalina de Siena. Es por ello que pretenden que murió a los treinta y tres años, la presunta edad de Jesús en el momento de su Crucifixión. Y hasta le otorgaron el título de esposa de Cristo: "sponsa Christi".
   De ahí nació la leyenda de su Matrimonio místico con Cristo, que es una copia de la leyenda de su homónima, Santa Catalina de Alejandría.
CULTO
   Catalina fue canonizada en 1461 por su compatriota, el humanista de Siena Eneas Sylvius Piccolomini, elegido papa con el nombre de Pío II.
   En Siena se la llamaba La Santa, a secas, de la misma manera que San Antonio, en Padua, era Il Santo.
   Demasiado tardía como para reivindicar los patronazgos de las corporaciones, ya provistos, su culto se habría mantenido en Siena, local, como el de los Santos Ansano y Galgano, si no lo hubiese difundido la orden de Santo Domingo y el papado.
ICONOGRAFÍA
   No existe retrato auténtico de Santa Catalina de Siena.
   El fresco atribuido a Andrea Vanni en la iglesia de S. Domenico in Camporeggi, al igual que el busto relicario (Sacra Testa) falsamente atribuido a Jacopo della Quercia, que posee la Biblioteca comunal de Siena, son ciertamente obras posteriores a su muerte. La pintura data aproximadamente de 1390 y la cabeza relicario de cobre repujado es del siglo XV.
   Por lo tanto, su iconografía es convencional.
   Vestida con una túnica blanca y el manto negro de las dominicas, lleva en la mano el lirio simbólico de las vírgenes o un crucifijo.
   A veces tiene como atributo un corazón, porque Jesús le habría dado su corazón a cambio del suyo. Tiene la frente ceñida por una corona de espinas, porque cuando Cristo, la invitó a elegir entre una corona de oro y otra de espinas, optó por la segunda. Por último, a la manera de San Francisco, se caracteriza por sus estigmas, de los cuales, a veces, brotan lirios  (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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Un paseo por la calle Medina y Galnares

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Medina y Galnares, de Sevilla, dando un paseo por ella.
     Hoy, 29 de abril, es el aniversario del fallecimiento (29 de abril de 1959) en accidente de aviación, de Francisco Galnares Sagastizábal y Fernando Medina Benjumena, a quienes está dedicada esta vía, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la calle Medina y Galnares, de Sevilla, dando un paseo por ella.
     La calle Medina y Galnares es, en el Callejero Sevillano, una calle que se encuentra en los Barrios de La Bachillera, y de San Jerónimo, en el Distrito Norte; y va de la glorieta Los Ferroviarios, al inicio de la carretera A-8002.
   La  calle, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta,  constituida  por  bloques  exentos,  la  calle,  como  ámbito  lineal de relación, se pierde, y  el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta.
     También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
     La vía, en este caso una calle, está dedicada a Fernando Medina y Francisco Galnares, fallecidos en accidente aéreo, gerente y director de la empresa ISASA, que tenía en dicha vía su sede.
     Es conocida como camino a Cantillana o carretera a Alcalá del Río hasta que se urbaniza, ya que constituye la salida hacia esas localidades y otras de su vega. En 1959 se rotula con el nombre de Vascongadas, como otras de San Jerónimo, que entonces reciben nombres de regiones y provincias españolas. En 1961, a propuesta de la empresa Industrias Subsidiarias de Aviación (Isa, S.A.), que tenía allí sus establecimientos in­dustriales, se le da el que actualmente conserva, en memoria de Fernando Medina Benjumea, conde de Campo Rey, y Francisco Galnares Sagastizábal, gerente y director respectivamente de dicha empresa y que habí­an fallecido en accidente aéreo.
     Camino rural, como queda dicho, su proceso espontáneo de urbanización tiene lugar a raíz de la construcción del tendido ferroviario con destino en la estación de la plaza de Armas, a mediados del siglo pasado. Este hecho da lugar a la ocupación de los terrenos aledaños por instalaciones ferroviarias, a la formación de una zona industrial en los primeros años de esta centuria, y a la aparición de viviendas de autoconstrucción y carácter marginal, ocupadas por inmigrantes recién llegados a la ciudad y que allí se instalan en busca de empleo. En la década de 1930 toda la acera de los pares se encuentra ocupada por instalaciones fabriles, con predominio de industrias pesadas y contaminantes, tales como explosivos, refinería de petróleo, fábrica de losetas de as­falto, vidrios e hierros, mientras que las viviendas de autoconstrucción se encuentran adosadas a estas construcciones industriales o se desarrollan en la cuña existente entre la confluencia de esta calle con Cataluña y Navarra, permaneciendo sin ocupar todo el resto de la acera de los impares. Hasta 1951 no se redactó el primer proyecto de parcelación y urbanización y las viviendas carecían de los servicios e infraestructuras urbanísticas básicos. Su función industrial se va a consolidar a partir de 1938 cuando se esta­blece allí la empresa Isa, S.A. Su configuración morfológica y funcional puede darse por concluida en la década de los sesenta con la creación del Polígono Industrial San Jerónimo, situado entre la vía del ferrocarril y la acera derecha de esta calle; la construcción de un barrio para la clase obrera por iniciativa del Patronato de Casas Baratas en la acera opuesta; y la construcción de un puente que salva la vía ferroviaria, como consecuencia de lo cual las primeras casas de la calle quedaron bajo el puente.
     Actualmente Medina y Galnares es una vía a medio camino entre calle urbana y carretera, ya que su prolongación es directamente la carretera 433 (actual A-8002), que se dirige a los núcleos de la Vega y Sierra Norte de Sevilla; posee calzada de asfalto con cuatro carriles para la circulación rodada, separada por una mediana central, donde se sitúan las farolas de báculo con dos brazos. Su acera derecha, por donde confluyen las calles Cigala al comienzo y Almirante Valdés en la parte final, está dominada por las instalaciones fabriles de la empresa Fasa-Renault; después de la expansión de los sesenta y primeros años de la década siguiente, la actividad industrial quedó estancada y apenas se han producido modificaciones significativas en el polígono industrial; quedan algunas edificaciones correspondientes a  las viviendas de autoconstrucción, de una o dos plantas, de la primera mitad de la centuria, muy deterioradas, algunas cerradas y otras reutilizadas como naves, talleres, bares e incluso una Casa del Pueblo; al final de la calle se sitúa una gasolinera. La acera opuesta, a la que confluyen Extremadura, Cataluña, Pulpo, Carpa, Mero, Calamar, Sardina y Corvina, está constituida mayoritariamente por los bloques de viviendas de cuatro plantas del Patronato, también conocidas como Tercias por los terrenos rurales sobre los que se levantan. En la primera parte hay además viviendas de autoconstrucción, asimismo muy deterioradas, y al final de la calle en 1980 se construyó un ambulatorio de la Seguridad Social. La desaparición del tendido ferroviario que llegaba a la estación de plaza de Armas, cerrada en 1990, tendrá que suponer en plazo breve una remodelación que afectará a esta calle, con la desaparición del puente construido para salvar la vía, y la sustitución del caserío de esta primera parte de la calle [Josefina Cruz Villalón, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993]. 
HUMILLADERO DE SAN ONOFRE
. Pasada la barriada de San Jerónimo, en el camino de La Rinconada y Alcalá del Río, se encuentra una sencilla construcción de sillería, en forma de templete, restaurada en 1916, donde en épocas pasadas se veneraba  a San Onofre. Consta de cuatro pilares sobre los que apean arcos apuntados, y se cierra con una bóveda de nervadura [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
Conozcamos mejor la Historia de Medina y Galnares, quienes merecieron ser recordados con su nombre en esta vía;
     La fábrica sevillana de Renault produce más de un millón de cajas de velocidades al año y emplea a 1.300 trabajadores. Como planta de la marca del rombo, nació en el año 1965 y en este medio siglo largo se ha consolidado como uno de los principales pilares de la industria local y regional. Pero la Renault de San Jerónimo, el barrio donde siempre ha estado implantada la factoría, tiene una prehistoria escrita por un grupo de amigos sevillanos, ingenieros, banqueros, pilotos militares y civiles y alguna marquesa, que se relacionaban en el Real Aero Club.
     Uno de sus protagonistas es Manuel Galnares, ingeniero aeronáutico nacido «el año de la República», como se apresura a apuntar, que en su última etapa ha sido un destacado empresario de concesionarios al mando de Syrsa Automoción.
     Galnares vivió en primera línea las peripecias — alguna muy luctuosa—, las gestiones y los años de intenso trabajo que determinaron que la Renault mantuviera en Sevilla su factoría española de cajas de cambio; y que no se la llevara a Valladolid o Palencia, donde estableció sus plantas de producción de coches.
     El ingeniero de 86 años recuerda, como si fuera ayer, aquella primera caja de cambios fabricada en Sevilla, que se entregó a la compañía en 1958 para montarla en un coche Renault. Ahora se cumplen, por tanto, 60 años de aquel primer hito. La pieza, «una caja puente que llevaba incorporado piñón de ataque, corona y grupo diferencial», la hizo un proveedor sevillano, Industrias Subsidiarias de Aviación (ISA), que había firmado un contrato con la multinacional automovilística francesa para producir este componente fundamental del engranaje de los coches. ISA había nacido en 1938 como fabricante de recambios para la aviación y motores de motocicletas. El acuerdo con Renault lo habían sellado dos ingenieros y pilotos: Francisco Galnares Sagastizábal y Fernando Medina Benjumea, director técnico y consejero delegado de ISA, respectivamente, que formaban parte de ese grupo de fundadores de la compañía.
     «La primera caja de cambios completa que fabricamos la enviamos a París para que nos la homologara la casa Renault. La montamos en un modelo Dauphine para hacer las pruebas finales de carretera y en ese coche nos llevaron a mí y a otro ingeniero que venía conmigo, Domingo Velasco, al aeropuerto para coger el vuelo de regreso a Sevilla», recuerda Manuel Galnares, hijo de Francisco, que dirigió ISA entre 1961 y 1981. Tras conseguir la validación técnica de este primer prototipo, en 1959 empezó en Sevilla la fabricación en serie de cajas de cambio para Renault, primero en la factoría de ISA en San Jerónimo.
     Un suceso fatal impidió la entrega de la primera caja producida en serie al consejo de administración de la antigua FASA Renault. La cita estaba fijada para el 31 de abril de 1959 en Madrid, pero dos días antes fallecieron en accidente de aviación Francisco Galnares Sagastizábal y Fernando Medina Benjumea en un vuelo Barcelona-Madrid. La muerte de los dos ingenieros que pilotaban ISA fue un mazazo. Manuel Galnares y Javier Benjumea Puigcerber (el fundador de Abengoa) tuvieron que hacerse cargo luego de dirigir la factoría.
     Esta etapa duró hasta 1965, cuando Renault, que tenía unos ambiciosos planes de desarrollo en España, decidió duplicar la producción. «En 1965 entregábamos 50.000 cajas y la marca quería que llegáramos a 100.000. Este reto exigía fuertes inversiones», narra Manuel Galnares. Finalmente se acordó la venta de la planta de ISA a Renault, con lo que se consiguió asegurar que la producción de cajas se quedara en Sevilla. «Fue la mejor solución. Nos pagaron lo que costaba, lo que valía. No discutimos», recuerda el ingeniero. «Entonces teníamos 1.400 trabajadores en ISA y la mitad de la plantilla se quedó en San Jerónimo, ya bajo el mando de Renault. La otra mitad se vino a una nueva fábrica de motores y motocicletas que construimos en solo seis meses en el Polígono Calonge manteniendo otras licencias, como Guzzi, Wilson o ZF», explica Manuel Galnares.
     La Renault contemporánea tiene una plantilla similar a la de ISA hace 50 años, pero el sistema productivo es muy distinto. La digitalización, los robots auxiliares, los carros filoguiados, que evitan las tareas más pesadas a los operarios, la han convertido en una industria 4.0, de vanguardia. En toda su historia, ha fabricado casi 28 millones de cajas. La precisión de los componentes se mide ya en milésimas de milímetro, los materiales son menos pesados y más duraderos, el aumento del número de velocidades consigue recortar el consumo y el ruido. Sin embargo, hay cosas que no cambian: «La técnica ha cambiado poco. Se ha perfeccionado la filosofía, pero el esquema es el mismo», señala el ingeniero Galnares (ABC de Sevilla).
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La calle Medina y Galnares, al detalle:
Parroquia de San Jerónimo

jueves, 28 de abril de 2022

El Monumento a Antonio Reverte, de Manuel Mazuecos, en Alcalá del Río (Sevilla)

     Por Amor al Arte
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     Hoy, 28 de abril, es el aniversario del nacimiento (28 de abril de 1868) de Antonio Reverte, torero, homenajeado en el monumento reseñado, así que hoy es el mejor día para ExplicArte el Monumento a Antonio Reverte, de Manuel Mazuecos, en Alcalá del Río (Sevilla)
     El Monumento a Antonio Reverte, se encuentra en la plaza de España, s/n; en Alcalá del Río (Sevilla).
     Obra de Manuel Mazuecos, se inauguró en 1995 y representa al torero alcalareño mirando hacia la que fue su casa.
Conozcamos mejor la Biografía de Antonio Reverte, a quien está dedicado el monumento reseñado;
     Antonio Reverte Jiménez, (Alcalá del Río, Sevilla, 28 de abril de 1868 – Madrid, 13 de septiembre de 1903). Torero.
     Su primer trabajo fue el de mozo de labor, aunque pronto sintió la llamada de la afición a los toros. Dio sus primeros pasos como incipiente torero en las capeas y tentaderos, especialmente en la ganadería de la viuda de Concha y Sierra. Añade Cossío que actuó por primera vez en público en la inauguración de la plaza de toros de su pueblo. Toreó varios festejos más por los pueblos sevillanos, hasta lograr debutar en la Maestranza en 1890. Llamó entonces la atención por su personal forma de ejecutar la suerte suprema, citando de largo pero entrando “tan por derecho y con tanto arrojo, que generalmente hundía hasta la cruz el estoque en todo lo alto de las péndolas, rodando los toros como electrizados y él saliendo del embroque un poco dificultosamente”, dice Cossío.
     Ya entonces realizaba una suerte que está asociada a su persona: el recorte capote al brazo. Así lo cuentan, en cita recogida por Cossío, Juan Guillén Sotelo El Bachiller González de Ribera y Enrique Feria Triquitraque: “Pero lo que más se le daba no eran ciertamente sus tremendas estocadas arrancado, ni su toreo, que condiciones físicas ingénitas hacían ceñidísimo y aplomado, sino una cosa nueva, un algo especial, con sello propio, que importó en el redondel. Ya fuera antes de comenzar los picadores su tarea, ya en la terminación de algún quite en la suerte de varas, cuando venían los toros sobrados, bravucones y enteros, Antonio Reverte clavaba los pies en la arena, adelantaba el brazo derecho con el capote plegado en él, aguantaba el empuje del bruto y se lo vaciaba, recortándolo con vuelo airoso de la tela al plegar con rápido movimiento el brazo al tórax. Salían los toros rebotando del lance, y si eran bravos se revolvían, y entonces la suerte sucedíase una, dos, tres, hasta siete u ocho veces en ocasiones, destroncando a la res, que cada vez hacía más corto viaje y se aplomaba más”. Añade El Bachiller que la suerte era corriente como defensa de los vaqueros en las ganaderías, pero que era totalmente nueva en las plazas. Afirma Peña y Goñi que Frascuelo la hizo alguna vez como remate unitario de algún quite, pero parece demostrado que nadie la había realizado enlazando una tras otra, integrada como recorte hasta formar un quite propiamente dicho.
     Se presentó en Madrid el 19 de julio de 1891, alternando con Juan Gómez de Lesaca y Miguel Báez Litri.
     Gustaron a la afición de la capital sus estocadas y sus recortes, por lo que fue repetido el siguiente día 26, mano a mano con Francisco Bonar Bonarillo, y cinco reses de Vicente Martínez y una de Gregorio Medrano.
     El 13 de agosto se repitió el mismo cartel, en esa ocasión con novillos de Faustino Udaeta. La reseña que Pérez López hace de la actuación de Reverte es un resumen perfecto de las característica de ese torero en ese momento de su carrera, tanto en la suerte suprema como en la suerte que aportó al toreo: “Estuvo muy valiente, fue cogido sin consecuencias al entrar a matar al segundo y cuarto, siendo ovacionado en ambos.
     En el sexto cumplió. Superior en banderillas y fue muy aplaudido con sus recortes capote al brazo”. Mariano del Todo Herrero dejó constancia en la revista La Lidia, además de la ausencia de “elegancia, alegría y aspecto decorativo” de su toreo, de “un estoicismo y aplomo impropios de sus años. Reverte salta al anillo y parece que lleva un quintal de peso en cada pie; no toma la barrera y apenas corre; es decir, que para hasta lo inverosímil. Sus recortes y quiebros de vaquero son asombrosos por lo frecuentes y ceñidos”.
     Cuenta Cossío que su popularidad era entonces inmensa: se pusieron a la venta sombreros y bastones con el nombre de Reverte inscrito, se puso de moda su peinado y hasta se hicieron músicas y letras sobre su persona, e incluso Sánchez de Neira, que nunca se ocupaba de los novilleros, publicó en La Lidia un estudio crítico sobre su competencia con Bonarillo. Esos festejos del 26 de julio y del 13 de agosto lanzaron a los dos novilleros: Bonarillo tomó la alternativa el 27 de agosto (de manos de Luis Mazzantini, con toros de Benjumea) y Reverte hizo lo propio el 16 de septiembre, a manos de Rafael Guerra Guerrita, que le cedió el toro Toledano, de Rafael de Rueda y Osborne, marqués del Saltillo. Según Pérez López, a esa corrida llegó mermado de facultades debido a una cogida anterior (señala Cossío que los días 15 de agosto y 3 de septiembre resultó herido en Jerez de la Frontera y Palencia, respectivamente). Regresó a la plaza de Madrid los días 20 y 24 de septiembre, en ambas corridas con Bonarillo y José Rodríguez Pepete, sufriendo en la última una cornada entre el omoplato y la axila derecha.
     En 1892 no toreó en Madrid, aunque sumó cuarenta festejos en otras plazas. Reapareció en la capital el 6 de abril de 1893, alternando con Mazzantini y Guerrita, y sufriendo en el cuello un nuevo percance grave. El toro que le hirió se llamaba Canito y era de la vacada de Benjumea. Añade Cossío: “Curado al cabo de algún tiempo, hizo una intensa campaña en los circos de Madrid [Pérez López confirma que toreó otras diez corridas más] y provincias”. El 16 de octubre alcanzó un gran triunfo en la plaza de la capital con el toro Cerrojo, de Palha [...] “El papel de Reverte —escribe González de Ribera— subió a las nubes, apresurose la empresa a contratarle para la temporada de 1894, [...] y el público madrileño quedó entusiasmado, esperando para ella la lucha del diestro alcalareño con la declinante valentía del Espartero y la maestría inigualable de Guerrita”. En esa época, Reverte comenzaba muchas de sus faenas de muleta con el pase cambiado [un quiebro con la muleta plegada], creado por Antonio Carmona Luque Gordito y que, tras pasar por el Papa Negro [Bienvenida padre] y Rafael El Gallo, en el siglo XX daría gran fama a Antonio Bienvenida. Según Don Ventura, “fueron no pocos los que creyeron ver en él a un rival de dicho Guerrita, pero los aficionados de buen sentido nunca dieron pábulo a tal especie. Cierto es que Reverte se mantuvo siempre en la primera fila; pero su arte careció de dominio y, además, los empresarios siempre estaban en vilo con él, porque los percances eran frecuentes y no había temporada en la que pudiera cumplir todos sus ajustes”. Una de las cornadas más graves, de las muchísimas que sufrió a la largo de su carrera, se la provocó el toro Grillito, de Ibarra, el 3 de septiembre de 1899 en Bayona (Francia). Tras una gran estocada, el diestro sevillano se arrodilló para adornarse, alargando el toro el cuello e infiriéndole una cornada gravísima.
     Una vez curado, siguió toreando Reverte en las diferentes plazas de España y América, aunque cada vez más resentido debido a los percances, en especial el de Bayona que a punto estuvo de costarle la pierna.
     En 1903 fue operado de un tumor en el hígado, enfermedad de la que falleció el día 13 de septiembre de ese mismo año. En Alcalá de Río fue enterrado un torero valiente y muy popular, un diestro que pagó muchas veces con su sangre aquel toreo “ceñidísimo y aplomado”, quizá aún no apto para el toro que entonces se lidiaba, un toreo que el crítico Juan Guillén Sotelo, El Bachiller González de Ribera, ya supo ver en el comienzo una carrera corta, intensa y muy accidentada (José Luis Ramón Carrión, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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Un paseo por la avenida Moliní

     Por Amor al Arte
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     Hoy, 28 de abril, es el aniversario (28 de abril de 1923) del fallecimiento de Luis Moliní Ulibarri, personaje a quien está dedicada esta vía, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la avenida Moliní, de Sevilla, dando un paseo por ella.
     La avenida Moliní es, en el Callejero Sevillano, una vía que se encuentra en el Barrio de El Prado-Parque de María Luisa, del Distrito Sur, y en el Barrio Sector Sur-La Palmera-Reina Mercedes, del Distrito Bellavista-La Palmera; y va de la glorieta de Méjico, a la confluencia de las avenidas de Santiago Montoto, y Guadalhorce.
     La avenida no posee siempre una adscripción precisa. En términos generales corresponde a un gran eje urbano, bien caracterizado desde el punto de vista genético, porque estructura el crecimiento de la ciudad; morfológico, ya que es ancha; y funcional, sobre todo por canalizar el tráfico rodado. Sin embargo, de acuerdo con esta definición, no hay razones, más que las convencionales, para considerar a unas vías como avenida y su prolongación, como calle. En otros casos, las avenidas constituyen el eje principal de un sector determinado o de una barriada, y si bien poseen las características de vía principal en relación a ese sector, no alcanzan dicho valor en el conjunto de la ciudad. La avenida posee sobre todo un valor simbólico, y prueba de ello es que en Sevilla la avenida por excelencia es la hoy denominada de la Constitución, centro neurálgico de la ciudad, tanto de sus fiestas religiosas como de la actividad bancaria, y así es es reconocida sólo como la avenida.  
     También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.  
     La vía, en este caso una avenida, está dedicada a la ciudad eterna, Roma.
     Rotulada en 1924 a propuesta de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación en recuerdo del ingeniero Luis Moliní Ulibarri, que desempeñó durante muchos años la dirección facultativa de las Obras del Puerto de Sevilla y realizó grandes mejoras para asegurar las condiciones navegables del río, en razón precisamente de la proximidad de esta vía a las instalaciones portuarias. Trazada al construirse las nuevas zonas del puerto -canal de Alfonso XIII o corta de Tablada, con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929- sobre el antiguo arrecife que iba desde la glorieta de Bellaflor a la dehesa de Tablada, en cuyas cercanías se encontraba el cauce primitivo del Tamarguillo, sobre el que se hizo una alcantarilla en 1859 para prolongar las Delicias hacia Tablada.
     Es de configuración recta, y enlaza la avenida de la Palmera con el puente levadizo de Alfonso XIII. En su lado de los pares termina la avenida de Santiago Montoto, y en el de los impares nacen la calle Salmedina y las avenidas de la Raza y de Guadalhorce, ésta última integrada en el recinto portuario, al que se accede a través de una cancela de cerramiento. Asfaltada  y con acerado de cemento en el que se disponen las farolas de báculo del alumbrado público y un arbolado de buen porte, su calzada está dividida por una mediana central en dos carriles de circulación. 
     Está flanqueada por bellos pabellones construidos con motivo de la Exposición Iberoamericana: en la acera de los pares se sitúan la parte lateral del de Colombia, de estilo colonial, donde tiene su sede el consulado de dicho país; el que fue pabellón de Marruecos, de estilo árabe, encalado, ocupado hoy por servicios municipales y actualmente en proceso de restauración; y el de la Junta de Obras del Puerto, de estilo regionalista y blanca fachada. La acera de los impares está formada, en su tramo inicial por un restaurante, una estación de servicio, heredera del surtidor de gasolina instalado en este punto en 1925, ante la que se sitúa un puesto metálico de prensa, y la fachada lateral del edificio Elcano, construido en los años cincuenta, con fachada en ladrillo rojo y huecos de ventanas, cuyos bajos están ocupados por un comercio de papelería, una agencia consignataria de buques y una sucursal bancaria. Su último tramo, a partir de la avenida de la Raza, lo ocupa el edificio regionalista en ladrillo y piedra de la Comandancia Militar de Mari­na, con su torre del reloj y motivos navales de adorno en su portada, construido por Vicente Traver para Pabellón de la Armada Española en la Exposición de 1929, ante el que se extiende un pequeño ajardinamiento. Esta vía soporta un intenso tráfico pesado al conectar el puerto con el centro y otras arterias de la ciudad [Miguel Cruz Giráldez, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor la Biografía de Luis Moliní Ulibarri, a quien está dedicada la avenida;
      Luis Moliní Ulibarri (1848- 28 de abril de 1923), ingeniero director de la Junta de Obras de la Ría del Guadalquivir y Puerto de Sevilla durante veinte años.
     Nacido en 1848 en Requena (Valencia), con anterioridad trabajó en las Jefaturas de Obras Publicas de Málaga y Sevilla, y en algunas empresas particulares, además de en el puerto de Huelva y Almería, en los cuales llegó a ser ingeniero director.
     Desembarcó en 1895 en el de Sevilla, del cual se hizo cargo hasta 1915. Suyo es el proyecto de ampliación del Puerto con la excavación y construcción de la corta y muelle de Tablada, así como puente de Alfonso XIII.
     Su principal obra fue el Canal de la Corta de Tablada en el río Guadalquivir. Anteriormente en el año 1909 realizó y ejecutó el proyecto de apertura de la Bocana de Mar Chica, en Nador, durante nuestra guerra con los árabes en Melilla.
     Fue nombrado Gentilhombre por SM el Rey Don Alfonso XIII, concediéndosele la Gran Cruz de Isabel la Católica y dos cruces al Mérito Naval.
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La avenida Moliní, al detalle:
Monumento al Puerto de Sevilla
Edificio de la Junta de Obras del Puerto
Edificio Elcano