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Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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domingo, 30 de abril de 2023

Los principales monumentos (Gran Teatro; Iglesia de San Pedro; Ermita de la Soledad; Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús; y Barrio Reina Victoria) de la localidad de Huelva (IV), en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Gran Teatro; Iglesia de San Pedro; Ermita de la Soledad; Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús; y Barrio Reina Victoria) de la localidad de Huelva (IV), en la provincia de Huelva.

Gran Teatro
     El Gran Teatro, en la céntrica calle Vázquez López, fue levantado en 1923. El edificio fue proyectado por Teodoro Anasagasti, Joaquín Otamendi y Antonio Palacios. Se distingue por su eclecticismo y por la impronta neoclásica, así como su decoración «Segundo Imperio». Su fachada responde a los modelos de la arquitectura madrileña de esos momentos (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Sobre un reducido solar entre medianeras de 800 m2 de superficie en planta se levanta el llamado Real Teatro de Huelva en los días de su inauguración, agosto de 1923. Tuvo titularidad privada hasta 1984, año de adquisición del edificio por el Ayuntamiento de Huelva y la Diputación Provincial.
     El inmueble tiene tres alturas que dan lugar a los espacios de platea y dos anfiteatros, contando con palcos a nivel de proscenio y del primer anfiteatro, sin embargo lo exiguo del solar ha motivado un teatro donde los vestíbulos y el escenario carecen de dimensiones acordes con los fines a los que sirven.
     El teatro responde, tardíamente, a los criterios de clasicismo y monumentalidad de los teatros españoles de la primera mitad del siglo XIX levantado una fachada donde el orden doble de estilo corintio de las ocho columnas, apoyadas en decorados canes, que se adosan a ella las convierte en el referente principal dentro de un abigarrado plano almohadillado donde se adosan listeles, medallones, canecillos y cornisas y se horada mediante huecos de medio punto y óculos (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Iglesia de San Pedro
     La iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, está situada en la plaza de su mismo nombre. Es la antigua parroquia matriz o mayor de la ciudad. El hecho de su ubicación junto a la vetusta fortaleza de la villa de Huelva resalta el peso simbólico de los dos importantes baluartes -religioso y militar- como piedras angulares del primitivo núcleo urbano. Con el discurrir del tiempo sucumbió el castillo, víctima del desuso y del abandono, cuyos materiales, al parecer, fueron utilizados para cimentar la torre parroquial, levantada en el siglo XVIII.
     El templo, en su planta y alzado, responde al estilo mudéjar hispalense, de los siglos XIV y XV. Tiene tres naves separadas por dos arquerías y ábside facetado. Cada arquería se compone de cinco arcos apuntados que apean sobre pilares con resaltos. Los pilares, de sección rectangular, lucen por sus caras exteriores pilastras achaflanadas, que soportan sobre sus impostas los arcos doblados de las arquerías divisorias de las naves. La nave central, más elevada que las laterales, está cubierta con un alfarje mudéjar, en forma de artesa con tirantes, al tiempo que las naves contiguas tienen techumbre de colgadizo. Toda la construcción es de ladrillos, excepto la bóveda de la capilla mayor y sus soportes.
     La nave central enlaza con la capilla mayor a través de un arco triunfal, apuntado, de sección mixtilínea, que por sus extremos descarga sobre dos columnas cilíndricas flanqueadas por baquetones. En la izquierda se puede observar, en relieve, una mitra entre escudos de campo liso y un león. En la otra hay cuatro mitras y un castillo.
     La cabecera del templo está compuesta  por un tramo rectangular y otro facetado. Los dos se cubren con bóveda sexpartita de nervadura gótica, de piedra. El espinazo a la burgalesa engarza las claves. Los paramentos laterales son de ladrillo revocado y presentan una imposta corrida, que une los capiteles de los distintos ele­mentos de sostén, y una faja pétrea, paralela a la imposta, compartimenta el muro. El alto zócalo de cerámica de aristas ennoblece el presbiterio. Los paños azulejería del lado del evangelio son originales del s. XVI, mientras que los del lado de la epístola se completaron con piezas modernas, al cegarse en 1925 la puerta que comunica­ba el presbiterio con la antigua sacristía. La decoración de la cabecera, con cardina gótica, y la disposición de sus capiteles y basas, responde a los últimos decenios del siglo XIV.
     Las naves laterales desembocan, por sus cabeceras, en sendas capillas, de principios del siglo XV. En la de la nave del evangelio está la capilla sacramental, que enlaza también con la capilla mayor. La capilla del Santísimo tiene una bóveda ochavada so­bre cuatro trompas de aristas. La cabecera de la nave de la epístola la constituye la capilla de la Virgen de la Cinta, comunicada con el presbiterio a través de dos arcos de medio punto peraltado, sobre pilares achaflanados cuyos capiteles labrados en ladrillo evocan la peculiar ornamentación musulmana del mocárabe. La bóveda de dieciséis paños en ladrillo visto, descubierta durante las reformas de 1921, descansa sobre trompas.
     A los pies de ambas naves laterales están sendas capillas, construidas en 1927, cuando el coro fue trasladado a su actual emplazamiento desde el centro de la iglesia. La sillería del coro, hoy ampliada y restaurada tras los sucesos de 1936, debió tener su origen en la que se estaba realizando en Sevilla para esta iglesia en 1737, aun­ que se ignora su autor.
     Por otra parte, la sacristía antigua está hoy transformada en antesacristía, y se cubre con bóveda vaída en ladrillo visto. La actual sacristía, de planta rectangular, data de 1632. Durante los siglos XIX y XX se llevaron a cabo una serie de obras en el templo, como las del porche, en­tre 1876 y 1903; y las ya citadas de entre 1920 y 1931, entre las más destacadas.
     La única capilla funeraria del templo se inserta ortogonalmente en la nave del evangelio. Es un recinto de acusada autonomía espacial, cubierta con bóveda ochavada sobre trompas de aristas. Erigida en honor de la Inmaculada Concepción por Ginés Martín en 1583, aún perdura en el pavimento una lápida de mármol, que hace constar que la capilla y enterramiento la mandó hacer Lázaro Martín en el año 1583.
     Al exterior se traduce la distribución interior del conjunto en sencillos y vigorosos volúmenes, que delatan su mudejarismo. La fachada prin­cipal, a los pies del templo, ostenta una puerta, abierta de nuevo tras la última restauración. Se conserva el óculo central y dos estrechos vanos laterales enmarcados en alfices. La nave mayor, cu­bierta a dos aguas con tejas árabes, resalta sobre las naves laterales, cubiertas a una sola vertiente. En el flanco meridional del edificio, delimitado por dos contrafuertes, subsisten restos de arqui­tectura mudéjar, que al mediar su altura discurre longitudinalmente una simple moldura que queda interrumpida por un tragaluz con sencillo conopio. En el antepecho de la azotea hay una se­rie de arcos de medio punto que se entrecruzan, decoración típica toledana. La fachada de la capilla de la Virgen de la Cinta, de mayor altura, se asemeja a un torreón cuyo antepecho asoma sobre una cornisa sostenida por ménsulas, perforada por un óculo. Las portadas laterales son de Antonio de Figueroa (1791-1792).
     La torre, de planta cuadrada, se compone de un cuerpo inferior con molduras barrocas que enmarcan el circular tragaluz y la lápida fundacional. El cuerpo superior o cuerpo de campanas, tiene una rica y profusa decoración, que arranca de un cornisón volado de ancho friso que aparenta soportar unas mensulillas y del que penden unos elegantes y recortados pinjantes. El campanario muestra por cada flanco un balcón de arco rebajado, con su correspondiente campana, entre pilastras pareadas de orden jónico. Otro cornisón superior subraya un vibrante antepecho decorado con jarrones de cerámica. El chapitel piramidal, sobre un banco octogonal, está alicatado con azulejos en blanco y azul. Fue Pedro de Silva quien dictó las definitivas condiciones de su construcción en 1770. La obra concluyó en 1772, como consta en la lápida conmemorativa ubicada  en la caña de la torre especificándose que: «Se Acabó Esta Obra Siendo Sumo Pontífice Clemente XIV. Arzobispo De Sevilla El Eminentísimo Señor Cardenal De Solís Y Rey De Las Españas Carlos III . Año 1772».
     En el interior del templo, tras los destrozos llevados a cabo con motivo del saqueo de 1936, todo lo relativo al culto quedó destruido. Comenzando por los pies de la nave del evange­lio encontramos a los titulares de la Hermandad de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y María Santísima de los Ángeles. La figura de Cristo sobre la borriquita, es una talla en made­ra policromada de León Ortega, que la hizo en 1946. La Virgen de los Ángeles es una imagen de vestir, del mismo autor ayamontino, pero del año 1949.
     Después se encuentra un retablo cerámico, dedicado a la Virgen del Rocío, en cuya frontalera reza que fue donado por D. Fernando Pérez Sevillano, en el año 1921. También en las alas exteriores del pedestal de este retablo podemos leer: «Sevilla (Triana) Año 1921». Y «Fabrica De M. Rodríguez Pérez Tudela». Lo preside una imagen para vestir de la Blanca Paloma, tallada por Gómez del Castillo y donada por Arturo López Damas tras la Guerra Civil.
     El retablo de la Virgen del Carmen, de mediados del siglo XVIII, recompuesto tras los destrozos por José Toscano y dorado por Enrique Gómez en 1940, es una pieza que se compone de un sólo cuerpo de tres calles, delimitado por estípites, y un gran frontón semicircular. De factura reciente son el banco, la mesa de altar y los estípites. Está decorado el retablo con guirnaldas de flores y frutas, con angelitos, querubines, pinjantes y estípites. En la hornacina central preside la imagen de la Virgen del Carmen, tallada en madera de cedro por José Hierro Sousa y policromada por Gómez del Castillo, en 1937, a instancias de don Alejandro Cano y familia. El Niño Jesús es de la antigua imagen del siglo XVIII. En las repisas laterales, rematadas por los emblemas de Castilla y León, aparecen la Virgen del Pilar y Santa Lucía.
     En la capilla de Lázaro y Ginés Martín está el Señor de Pasión. Es un Cristo con la cruz a cuestas, imagen de vestir obra de Antonio Infantes Reina, de 1937. Es el titular de la Real e Ilustre Hermandad de Ntro. Padre Jesús de la Pasión y María Santísima del Refugio. La imagen de la Virgen es de candelero para vestir obra del mis­mo autor, en 1943. Sobre el pavimento se conserva la lápida sepulcral de la familia, fechada en 1583. Una verja renacentista, de hierro forjado, de 1585, clausura el recinto.
     Encontramos después un óleo sobre lienzo, que representa a San Félix de Cantalicio, obra anónima del siglo XIX. Tras el cancel, en tres hornacinas se exhiben una talla en madera policromada de Santa Lucía, de impronta renacentista; una escultura policromada neoclásica de San Serapio, del siglo XVIII, en depósito por la Excma. Diputación de Huelva; y una imagen de Ntra. Sra. del Sagrado Corazón, de serie.
     El retablo del Sagrario, está en la capilla sacramental, en la cabecera de la nave del evangelio, ornamentada con un zócalo con alegorías eucarísticas de «Fábrica Ramos Rejano. Triana, Sevilla» y en la que una lápida recuerda la fundación, en este lugar, de la Obra de los Sagrarios-Calvarios por el Beato Manuel González García: «Aquí el 4 de marzo de 1910 nació la obra de las Tres Marías, y de los discípulos de San Juan para los Sagrarios-Calvarios  hoy extendida por el mundo universo, dedica este recuerdo de gratitud y de amor a su fundador el arcipreste de Huelva después obispo de Málaga y Palencia Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. Manuel González García e implora al corazón eucarístico de Jesús que se digne bendecir a esta ciudad de Huelva y a la pía unión de los Sagrarios-Calvarios».
     El retablo, de la primera mitad del siglo XVIII, procedente de la ermita de San Sebastián de Bonares fue mandado colocar aquí por el cardenal Segura. Tienen un único cuerpo de tres calles, rematado  por  un frontón semicircular, donde aparece un escudo con tres flechas, alusivo a su antiguo titular. Las calles están deslindadas por estípites que se alzan sobre ménsulas adornadas por querubines. La obra está dorada y policromada, enriqueciéndose con decoración a base de guirnaldas, cabezas aladas de ángeles, veneras, etc. En la hornacina central está la imagen del Corazón de Jesús, tallada en madera, estofada y policromada por Joaquín Gómez del Castillo en 1939. En esta capilla hay un comulgatorio se­micircular, de madera de nogal tallada, obra de Miguel Hierro Barreda en 1937.
     El sagrario de plata fue realizado en el año 1918 por Hijos de C. Ortega, de Sevilla. Adopta la forma de templete cuadrangular. Su frontispicio se ve flanqueado por dos medias columnas corintias, sobre las que descansa un entablamento y se corona con frontón triangular. La puerta es de arco de medio punto.
     El retablo mayor barroco es obra de Antonio José de Carvajal, maestro escultor de Sevilla, en 1722. Posteriormente, en 1758, lo restauró y doró en Huelva José Fernández del Hierro. 
     Últimamente ha sido restaurado en 2004 por Juan Aguilar. El retablo está compuesto de tres cuerpos y tres calles, la central más ancha que las laterales, delimitadas por estípites. El conjunto se alza sobre la predela o banco en cuyo centro luce el sagrario, flanqueado por columnas salomónicas. El retablo está dorado y policromado, ornamentado a base de querubines, guirnaldas de flores y frutos, veneras, rombos y capiteles compuestos.
     La gran caja del primer cuerpo cobija la imagen sedente de San Pedro, titular de la iglesia, talla barroca del siglo XVIII, procedente de las Concepcionistas de Villamartín (Cádiz). En las colindantes hallamos, a la derecha, una Inmaculada, escultura en madera policromada del siglo XVI, obra anónima sevillana. A la izquierda, San José, talla también de autoría anónima, de hacia 1800. En el segundo cuerpo, en la hornacina principal, aparece el conjunto escultórico de Santa Ana y la Virgen, obra anónima del siglo XVIII. En las calles laterales aparecen sendos tondos con los relieves de Santa Bárbara y Santa Teresa de Jesús. En el ático hay un re­lieve del Padre Eterno, en un rompimiento de gloria, entre dos capillitas adyacentes. En la de la derecha está la imagen de San Martín de Po­rres, de serie. Y en la de la izquierda, San Lucas, escultura decimonónica. Sobre el tabernáculo hay un Crucifijo de altar, del círculo de Juan de Astorga.
     En la cabecera de la nave de la epístola está la capilla de Ntra. Sra. de la Cinta, presidida por un retablo neomudéjar en mampostería de ladrillo limpio, yesería y cerámica. El núcleo central lo constituye un azulejo belga con la efigie de la patrona de Huelva. Fue realizado este conjunto retablístico en 1921. En el paramento lateral un óleo de San Felipe Neri, del siglo XIX.
     En el muro de la nave de la epístola aparecen sendas hornacinas, en las que se veneran una ta­lla policromada de San Rafael Arcángel, de hacia 1700. Y una escultura de San Sebastián, de la segunda mitad del s. XVI. Bajo la dirección de León Ortega se hizo la hornacina de la Virgen de los Reyes, en madera dorada, tallada y policromada, en 1960. La imagen de la Virgen de los Reyes se formó con los restos de la Virgen de Gracia, destruida en 1936.   '
     Pasado el cancel hallamos un retablo, realizado en 1960, que consta de mesa de altar, banco y un sólo cuerpo, de tres calles y frontón superior. El retablo, jaspeado en color rojo y dorado, está presidido por el Señor Cautivo, imagen tallada por Antonio Bidón en 1946. A su derecha, un San Antonio de Padua, escultura en madera po­licromada del siglo XVIII.
     En depósito de la Diputación Provincial hay una copia del Nazareno de Tiziano, óleo sobre lienzo, obra de Francisco Rodríguez Jiménez, de fines del siglo XIX. Posteriormente, en una hornacina, está la imagen de candelero para vestir de María Santísima de la Resignación en sus Do­lores, cotitular de la Cofradía del Descendimiento, gubiada por León Ortega entre 1951 y 1952. En la antigua capilla bautismal, desde la última restauración, está el Descendimiento, grupo escultórico, realizado por Antonio León Ortega en varias etapas. El Cristo y los Santos Varones, José de Arimatea y Nicodemo, entre 1951 y 1952, y la Virgen, San Juan y la Magdalena en 1953.
     La hornacina central del coro acoge a la Virgen Madre, escultura en madera estofada y policromada, procedente de Fuentes de León (Badajoz), de mediados del siglo XVI. El pequeño Jesús es obra de Enrique Gómez del Castillo, del año 1942.
     Repartidas por diversos lugares del templo, así como en la sacristía, se hallan algunas imágenes dignas de destacarse. En una hornacina del segundo pilar de la nave central, al lado de la epístola, hay un Niño Jesús, vaciado en plomo del siglo XVII, popularmente conocido como «El Porterito». En el primer pilar de la nave central, en el lado del evangelio está la talla policromada de Santa Margarita María de Alacoque, obra de principios del siglo XX. En la sacristía se encuen­tra el Cristo del Perdón, un Crucificado de talla en madera policromada sobre cruz arbórea, de hacia 1500, donado por las Religiosas del Hos­pital de Arcos de la Frontera (Cádiz). La imagen­cita de San Pedro, del antiguo facistol del coro, de la segunda mitad del Quinientos, se conserva en el despacho parroquial. No puede dejar de incluirse entre las obras de arte de este templo el magnífico confesionario, tallado en madera, del último cuarto del siglo XVIII, en estilo rococó y ornamentado con las rocallas y motivos propios del mismo.
     La orfebrería de esta iglesia tiene algunas piezas notables de la platería del Seiscientos, como un copón, o una insignia de la antigua Hermandad de la Virgen de los Reyes, en forma circular y abombada. Del siglo XVIII es el sagrario para la reserva del Jueves Santo, de plata dorada y blanca, labrado en Puebla de los Ángeles, Mé­jico. Tiene forma cúbica, rematada por cúpula gallonada, en franjas alternas, unas lisas y otras decoradas con hojas de acanto. Se corona con la figura de la fe. En las cuatro esquinas aparecen cuatro angelitos turiferarios. Cada lado del prisma inscribe en su interior un arco de medio punto. La puerta ostenta el Cordero Místico. En el lado izquierdo está San Antonio de Padua, que hace referencia al nombre de uno de los donantes de la pieza. La parte posterior la ocupa Santa Rosalía de Palermo. Por último, el lado contiguo lo centra San José. La ornamentación del conjunto se resuelve a base de una profusa decoración vegetal partiendo de racimos de uvas y flores.
     De la primera mitad del Setecientos es también el ostensorio de plata dorada, con sol de rayos flamígeros y lisos alternantes, y decoración de ovas, cabezas de ángeles alados, espigas, hojas de acanto y cordón, flores de seis pétalos, conchas y motivos vegetales de acusado relieve. Y del XVIII es también la diadema de plata repujada, en forma de media luna, de San Sebastián, que luce en la imagen de San José.
      Más abundante es la orfebrería decimonónica: Un cáliz, con decoración de hilera de perlas, tanto en el pie como en el astil y subcopa. Se pueden observar las marcas de N08DO, Flores y González. Un cáliz de plata con partes doradas, decora­do con contarios de bolas, guirnaldas de lienzos y flores, así como con haces de líneas cruzadas por cintas en aspas. Otro cáliz argénteo, decorado con hojas de acanto, y con cintas en aspas con flores cuadrifolias en sus rombos. Un cáliz, recompuesto después de 1936, está formado por piezas del siglo XIX y otras de ejecución poste­rior. Fue donado por D. Antonio Calderón a San Pedro, en Huelva en 1936. Un copón de plata dorada, restaurado tras los sucesos de 1936, con angelitos, hojas de acanto, rocallas y contarios de bolas.
     De gran similitud estilística es una naveta de plata, con punzón de Garzón,  con los símbolos de la tiara y las llaves de San Pedro. Tam­bién con marca de Garzón hay un ostensorio de plata, de 1874, con el símbolo parlante del titular del templo, y con una inscripción: «Es de la parroquia del Señor San Pedro de Huelba. Año de 1874». De principios del siglo XIX es un incensario de plata y metal plateado, con base octogonal, decorado con rocallas y ces, motivos vegetales, etc.
     Hay unas crismeras de plata, de forma clásica del neobarroco sevillano, con una leyenda que dice: «Parroquia Mayor de San Pedro Apóstol. Huelva 1949». Y un incensario de metal plateado, al gusto neobarroco de los orfebres hispalenses, perteneciente a la Hermandad Sacramental. Del Novecientos también es un copón de plata, con las formas clásicas del neobarroco. Tiene un punzón ilegible en un caso y en otro puede ser Fernández. Una naveta, de metal plateado, siguiendo las formas tradicionales, es de la Hermandad Sacramental y realizada en la década de los setenta (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     La Iglesia Parroquial de San Pedro de Huelva se encuentra exenta, emplazada sobre una plataforma elevada que contribuye a destacar su situación.
     Responde a la tipología característica del templo mudéjar sevillano. Construido en ladrillo, consta de tres naves, la central de mayor altura y anchura que las laterales, que se separan por arcos apuntados doblados que apoyan en pilares de planta rectangular con pilastras adosadas. La nave central remata en ábside poligonal siendo plana la cabecera de las laterales.
     La nave central presenta techumbre de madera en forma de artesa con tirantes, de tipo mudéjar pero datada en el siglo XVII; en las naves laterales las cubiertas son colgadizo y están realizadas modernamente tras el terremoto de 1968 con vigas de hormigón armado siguiendo el aspecto de las anteriores de madera.
     La capilla mayor, abierta a la nave central mediante arco apuntado, se cubre con bóveda sexpartita de nervadura gótica realizada en piedra. En la cabecera de las naves laterales se forman sendas capillas de planta cuadrada. La de la Epístola (capilla de la Virgen de la Cinta), ofrece bóveda de diez y seis paños, mientras que en la cabecera de la nave del Evangelio, la capilla Sacramental se cubre con bóveda ochavada sobre trompas.
     En la nave del Evangelio se abre la capilla de la Inmaculada Concepción, datada por la fecha que aparece en su reja en 1535, cubierta por bóveda ochavada sobre trompas.
     En la fachada Sur es de destacar el paño de fábrica mudéjar que presenta una serie de arcos de medio punto entrelazados.
     Dos portadas, situadas en las fachadas Norte y Sur, son actualmente los ingresos al templo. Ambas se construyeron según diseño de Antonio de Figueroa entre 1771-72 y siguen similares esquemas compositivos: Vanos con arcos de medio punto flanqueados por pilastras que se alzan sobre pedestales, coronados por frontones -partido, en el caso de la portada meridional- rematados por tres medios jarrones.
     Sobre el volumen general de la Iglesia se eleva la torre, de dos cuerpos y chapitel piramidal con decoración de azulejos blancos y azules, construida según trazas de Pedro de Silva entre 1770 y 1772.
     El templo en su planta y alzado, responde al estilo mudéjar hispalense, de los siglos XIV y XV. La Parroquia de San Pedro ha sido durante mucho tiempo, la única de la ciudad. De ella se han ido desgajando las demás. Los primeros documentos conservados, que datan de 1540, son partidas de bautismo. Si hacemos caso a Al-Himyari, quien ya en el siglo XIV hace referencia a una iglesia situada al este de la ciudad, podemos adelantar hasta esas fechas los orígenes de este edificio.
     La antigüedad de este edificio se comprueba por la constitución de él junto a la fortaleza de la ciudad. Para muchos la unión de los recintos religiosos y militar corresponden a tradiciones medievales. Más tarde cuando se construye la nueva torre de la iglesia las piedras de los torreones del castillo cercano son utilizadas como cimientos. La cabecera de la iglesia está fechada, según Angulo Iñiguez, en torno a 1500. Asimismo, podemos datar de esta época aproximadamente el arco conopial de la fachada meridional y la serie de arcos de medio punto que se entrecruzan en la misma.
     En 1583 se construye la capilla funeraria del templo en honor a la Inmaculada Concepción por Ginés Martínez.
     En el siglo XVII, el edificio comenzó sus obras de remodelación. Así en 1632 se construía la sacristía y otras dependencias parroquiales. Pero cuando las obras se hacen más profundas es en el siglo XVIII con motivo de varios desastres naturales. En 1722 un huracán derribó el campanario de San Pedro y una de las campanas cayó sobre la bóveda de la capilla mayor, siendo restaurado un año después. Más no había de durar mucho pues en 1755 caía de nuevo, siendo reparado al año siguiente. En 1758 otro huracán volvió a derribar la torre y parte de la cabecera del templo.
     En esta ocasión se pedía al Cabildo Catedral Hispalense el aprecio y remedio de los daños. En 1763, tras un terremoto, el arquitecto de la diócesis, Pedro de Silva, reconocía la iglesia. Este informaba de la necesidad de derribar el campanario existente sobre la cabecera del templo. Su solución consistía en levantar un nuevo campanario.
     Más tarde, Ambrosio de Figueroa examinaba de nuevo la iglesia, la ruina sobrevenía por carecerse de cimientos en el testero de la capilla mayor. Este propugnaba hacer un campanario con tres vanos y remate de azulejos azules. Poco después, en 1764, el campanario se mandaba ejecutar según lo expuesto por Ambrosio de Figueroa. Sin embargo, esto no acabó aquí, pues en 1770 Pedro de Silva era el que daba las condiciones definitivas para la construcción de la actual torre, que se construyó en un periodo de dos años. Las obras terminaron en 1772.
     En 1787 los maestros mayores de albañilería y carpintería, Antonio de Figueroa y Agustín Trujillo confirmaban el mal estado en que se encontraban las cubiertas pese a ser nuevas. Cuatro años después, Figueroa proyectaba rehacer la armadura, añadiendo además pilares en las naves laterales.
     En 1876 e comenzó la edificación del muro del lado sur y los porches, la obra duró con intermitencias hasta los primeros años del siglo XX. Otras reformas se llevaron a cabo en el presbiterio. Posteriormente, en el siglo XX se realizaron importantes reformas: traslado del coro, construcción de la capilla bautismal y la del Santo Entierro, así como la tribuna alta del coro.
     Después del desplome de parte de la techumbre 1903 de la Iglesia de San Francisco, sede canónica de la Hermandad del Rocío de Huelva hasta esa fecha, se ver obligada a un nuevo cambio y se traslada a la Parroquia Mayor de San Pedro. Ya en 1908, el 6 de Junio, el diario la Provincia escribe: "La vistosa y típica Hermandad del Rocío, salió antes de anoche en la forma tradicional desde la parroquia de San Pedro para hacer la visita al Santuario".
     En 1921 D. Fernando Pérez Sevillano costea el altar donde se venerará el Simpecado de la Hermandad. En inventario de 10 de octubre de 1921 se describe así: "Es de Cerámica, construido este mismo año por el Sr. D. Manuel Pérez de Tudela, de Sevilla. (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Ermita de la Soledad
     Se conserva en la antigua calle de la Misericordia, hoy de Jesús de la Pasión. En origen se titulaba de Santiago. Estuvo bajo el patronazgo de la ilustre familia Guzmán y Quesada, caballero de la Orden de Santiago. Fue panteón de los caba­lleros santiaguistas. Contó con cátedra de Filosofía y Gramática. Y, desde 1884, funcionó como asilo. Todo ello justifica las múltiples transformaciones del edificio.
     Gracias al testamento de Diego de Guzmán y Quesada, otorgado en 1691, se sabe que el inmueble fue reedificado en 1631, permaneciendo en buen estado de conservación hasta bien entrado el siglo XVIII. Entre 1730 y 1740 se acometieron ciertas mejoras, ya que a partir de esa fecha continúa abierta al culto decentemente. Su fábrica, durante el terremoto de 1755, no sufrió ningún deterioro. Sin embargo, entre 1787 y 1794, se reconstruyó de nuevo. En esta ocasión, tal vez interviniera el arquitecto diocesano Antonio de Figueroa o José Álvarez, a juzgar por la impronta formal de la portada. Posteriormente, por exigencias del culto, en 1843 se instaló el órgano. Unos años después, durante la epidemia de cólera de 1854, la ermita se transformó en Hospital provisional. Con tal motivo, altares, imágenes y ornamentos pasaron a la parroquial de San Pedro. Luego, en 1883, se utilizó como colegio. Y al año siguiente, con objeto de am­pliar las aulas, el recinto se dividió en dos pisos. Por último, tras múltiples funciones, pasó a ser un asilo nocturno. Afortunadamente, a finales del siglo XX se restauró esta antigua ermita de Huelva, bajo la dirección técnica del arquitecto Alfonso Martínez Chacón. Por ello, la Hermandad de Ntra. Sra. de las Angustias, Santo Entierro de Cristo y Soledad de María se trasladó a su primitiva sede el 31 de enero de 1995.
     La ermita se compone de una sola nave con capilla mayor, acabada en testero plano, y sacristía. Bajo el presbiterio se conservan restos de la antigua cripta del siglo XVII.
     La fachada principal corresponde al flanco de la epístola. Su portada está coronada por la espadaña. La puerta queda adintelada por dos pilastras que soportan un escueto entablamento y un frontón triangular partido. La espadaña tiene un solo cuerpo, formado por un arco de medio punto entre pilastras, que sujetan el consabido entablamento. Este ejemplar, propio de las postrimerías del siglo XVIII, está flanqueado por cartones laterales y coronado por frontón triangular partido, en cuyo centro se alza sobre un pilarcillo una cruz de cerrajería con veleta.
     En su interior, a la izquierda de la puerta de acceso, se expone el gran Crucificado que presidía la iglesia parroquial de la Concepción de esta ciudad. Es una escultura en madera policromada, obra gubiada por Antonio León Ortega en 1968. En el flanco opuesto se cuelga el cuadro de Ánimas del Purgatorio de la citada parroquial. Se trata de un óleo sobre lienzo, firmado por Juan Padilla en 1938. A continuación está la urna con el Cristo yacente, cuya escultura conserva la cabeza de la primitiva efigie, mientras que el cuerpo lo ejecutó también León Ortega en 1943.
     En la capilla mayor preside, como antaño, la Virgen de la Soledad, imagen de candelero para vestir, obra asimismo del citado escultor ayamontino en 1944. Esta Dolorosa recibe culto en un retablo de escayola moderno, en cuya hornacina superior hay una escultura ecuestre de Santiago, modelada por David Valenciano en 1997. Y, por último, de nuevo en el costado de la epístola, se sitúa Ntra. Sra. de las Angustias con el Cristo muerto sobre su regazo. Este grupo de la Piedad, trabajado en madera, estofada y policromada, es obra de Antonio León Ortega en 1944 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Se trata de una pequeña iglesia barroca con planta rectangular de una sola nave y tres capillas laterales. Su construcción se llevó a cabo el siglo XV bajo la advocación del apóstol Santiago. Su exterior es austero por su reciente reconstrucción y por sus diversas funciones a lo largo de su historia.
     El actual edificio está conformado por una nave rectangular cuyo acceso se hace a través de unas escalinatas que da paso a la puerta de entrada formulada bajo un rebajadísimo arco delimitado por dos pilastras laterales y un frontón partido en cuyo centro se inserta una espadaña con ménsulas laterales y rematada por un frontón sin cerrar. En cuanto a la nave, se cierra en cabecera plana teniendo en su zona de presbiterio una cripta de planta cuadrada con acceso en rampa, utilizada como última morada de don Pedro de Guzmán y Quesada y familia.
     En la capilla mayor tuvo que estar revestida con un retablo donde aparecerían supuestamente las imágenes de Santiago y Nuestra Señora de la Soledad. El edificio se completa con tres capillas laterales ubicadas en el muro izquierdo de la iglesia. El sistema de iluminación de esta iglesia provenía por óculos ubicados en la zona de entrada y la propia puerta del edificio.
     La ermita de la Soledad, se encuentra en una de las zonas más históricas de Huelva, en el barrio de San Sebastián, muy cerca de la Iglesia parroquial de San Pedro. En sus inicios, la ermita debió estar dedicada al apóstol Santiago después de la conquista de los cristianos de la ciudad. Es lógico que así fuera ya que durante de la conquista (siglo XIII) de Alfonso X el Sabio, la orden de Santiago tuvo un papel protagonista.
     Difícil también es de precisar su fundación y todo alrededor de ella son conjeturas. Realmente la ermita que hoy está abierta al culto y acoge a la hermandad del Santo Entierro data del siglo XVIII ya que en las crónicas de la ciudad de Huelva después del terremoto de Lisboa de 1755 se hablaba de las escasas alteraciones sufridas en la ermita. Podemos hablar entonces de la existencia de dos posibles edificios diferentes en tiempo y en estilos.
     A lo largo de los siglos, la ermita de la soledad tuvo distintos usos. Desde el siglo XVII fue sede de la Cátedra de Latinidad y Gramática, creada por don Diego de Guzmán y Quesada. En 1854, el edificio pasó a ser hospital. Más tarde, hacia 1869, el edificio pasó a ser propiedad del ayuntamiento, a partir de lo cual, sufrió un abandono hasta que en 1880 se crearon unas escuelas cristianas, cuyas obras abarcaron desde ese mismo año hasta 1885. Años más tarde el uso de la ermita pasaría de ser academia y lugar de ensayo de la banda municipal a albergue de transeúntes, hasta los comienzos de la década de los 80, que recuperado por el obispado de Huelva se llegó a la conclusión de demolerlo en su totalidad por el estado de abandono en que se encontraba, propuesta que fue criticada por el pueblo, gracias a lo cual se conservó lo que sin lugar a duda es ser uno de los templos más antiguos de la ciudad.
     La rehabilitación se inició en 1992 hoy es sede de la Hermandad del Santo Entierro, quien en este edificio aloja sus tallas procesionales entre las que destacan el Cristo Yacente, cuya cabeza es anterior a 1936, la Virgen de las Angustias (1958) y la Virgen de la Soledad (1944), tallas del escultor León Ortega (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús
     El 30 de junio de 1923, el cardenal arzobispo de Sevilla, Eustaquio Ilundain y Esteban, creaba una nueva parroquia en la ciudad de Huelva, por la lejanía del barrio del Polvorín respecto de las dos parroquias existentes hasta entonces en la capital onubense. Al erigir la nueva feligresía ordena que los cultos se tengan en la capilla de las Teresianas. El 6 de julio de 1928, dicho prelado bendijo la primera piedra del nuevo tem­plo parroquial, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. La nueva iglesia se construyó en terrenos cedidos por Enrique Díaz y su esposa, Concep­ción Rodríguez Garzón. Para su construcción la archidiócesis hispalense contó con el legado del Sr. Recur. Los planos de la misma fueron encargados al arquitecto Vicente Traver. La ejecución de la obra fue por parte de la Sociedad Anónima de Construcciones de Sevilla. La bendición solemne de la nueva parroquia la hizo el cardenal Ilundain el 22 de diciembre de 1929.
     La fachada, trabajada en ladrillo limpio, pre­senta un desarrollo marcadamente vertical. La puerta, adintelada, exhibe en el tímpano de me­dio punto una cerámica polícroma, con el tema de la Epifanía. Dicha puerta queda enmarcada por pilastras dóricas toscanas y traspilastras, que reciben un escueto entablamento y se corona con un frontón curvo, en cuyo interior campea el es­cudo del cardenal fundador, Eustaquio Ilundain y Esteban. Más arriba se abre un óculo con vidriera policromada, en cuyo centro aparece el Divino Corazón. En los laterales se disponen sendas cartelas con los emblemas de JHS y de María. Este imafronte se remata con un peque­ño ático, provisto de frontón triangular con tres pináculos y recortados cartones laterales. En su interior hay una hornacina que exhibe una cerámica con el Sagrado Corazón. En la fachada hay dos retablos cerámicos de Mensaque Rodríguez, de la Virgen de la Victoria y el Cristo de la Humildad.
     A la izquierda se alza la torre parroquial, com­puesta por una sencilla caña de sección cuadrangular sobre la que se dispone el campanario, integrado por tres cuerpos superpuestos y decrecientes. El conjunto se remata con cuatro bolas de cerámica polícroma y una cruz de cerrajería. En el lateral opuesto se ubica la capilla bautismal, cubierta con teja y redoblón, cuya bóveda semiesférica está recubierta de azulejería  azul y en su centro hay una cruz de cerrajería.
     La iglesia, de una sola nave abovedada, presenta siete arcos fajones que apean sobre pilastras. Sobre la única puerta de acceso al templo se halla el coro alto. En el flanco del evangelio se sitúa la capilla sacramental, de planta cuadrada y bóveda de arista. Está presidida por un retablo dedicado al titular del templo, procedente de una iglesia de Osuna, de la primera mitad del siglo XVIII, compuesto de mesa de altar, banco, un sólo cuerpo con tres calles separadas por estípites y un ático semicircular. En él reciben culto dos imágenes de vestir: Santo Domingo de Guz­mán, de principios del siglo XX, y la Virgen del Rosario, del siglo XVIII. En los paramentos laterales de la capilla hay dos hornacinas, en las que se veneran los titulares de la Hermandad Sacramental de la Santa Cena. La Virgen del Rosario, dolorosa de candelero para vestir, obra de Antonio León Ortega en 1955. Y el Cristo del Amor, realizado por el mismo escultor en 1949. La bóveda de la capilla está ornamentada con pinturas murales, de Francisco Llonis Santiago en 1998.
     La capilla mayor está presidida por un Crucificado, talla en madera mayor que el natural de José Lemus García, de 1967. En el medio pun­to de su arco queda inscrita una representación del Corazón de Jesús adorado por ángeles, obra también del mismo escultor, decorada en 1998 por Francisco Llonis.
     Ya en el lado de la epístola nos encontramos con la capilla de la Hermandad de la Victoria, de idéntica morfología y dimensiones que la sa­cramental, frontera a ésta. La preside un retablo compuesto de mesa de altar de mármol, sobre la que se levanta un retablo-hornacina, flanqueado por dos columnas corintias con el tercio in­ferior tallado y el resto del fuste acanalado, que soportan un frontispicio, sobre el que campea un triángulo resplandeciente, alusivo a la Trinidad, y con el Espíritu Santo en forma de paloma. Este retablo fue tallado por Miguel Hierro hacia 1957. En su centro se venera la imagen de candelero para vestir de la Virgen de la Victoria, obra de Luis Álvarez Duarte en 1968. En la hornacina del paramento lateral derecho está el Cristo de la Humildad, gubiado por Antonio León Ortega en 1943. En la hornacina frontera se sitúa San Juan Evangelista, imagen de vestir de Álvarez Duarte en 1968.
     A los pies del templo, siguiendo el lado de la epístola, está el baptisterio, convertido hoy en capilla de la Hermandad de las Tres Caídas. Queda presidida por el Cristo del Perdón, crucificado tallado en madera policromada por León Ortega en el año 1948. A su derecha está el Cristo de las Tres Caídas, imagen de vestir del mismo escultor. Y, a la izquierda, la imagen de candelero para vestir de la Virgen del Amor, también del susodicho autor realizada en 1949. Del citado escultor ayamontino es igualmente una reproducción de la Virgen de Montemayor Patrona de Moguer, imangecita de candelero para vestir de 1956 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).

Barrio Reina Victoria
     El barrio Reina Victoria, llamado popularmen­te Barrio Obrero es una construcción de 1916, ideada para vivienda de los obreros de la Com­pañía minera de Riotinto, cuyo proyecto se debe a los arquitectos Pérez Carasa y Aguado. Es una barriada tipo ciudad-jardín con un paseo de circunvalación. Tiene nueve calles paralelas y dos ortogonales. Aunque se pretendió levantar una barriada al estilo inglés, no se consiguió esto más que en los exteriores. El arquitecto R. H. Morgan, que hizo la portada principal, proyectó en­tre 1918 y 1920, otro grupo de viviendas, que le dan la configuración actual, con las intervenciones de los arquitectos citados entre 1923 y 1929 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
     Actualmente, el Barrio Obrero Reina Victoria de Huelva ocupa una superficie aproximada de 8,25 hectáreas y cuenta con 274 viviendas distribuidas en 88 edificios, en las que reside una población que no sobrepasa el millar de personas.
     Rodeado por la ciudad y delimitado por un murete que recorre su perímetro, el conjunto se alza sobre una plataforma de hasta diez metros por encima de las calles que lo rodean. El trazado general responde al de una ciudad-jardín, con un paseo de circunvalación, nueve calles paralelas con las que se cruzan otras dos y diversas plazoletas elípticas y ajardinadas en las intersecciones.
     El trazado general responde al de una ciudad-jardín, con un paseo de circunvalación, nueve calles paralelas con las que se cruzan otras dos y diversas plazoletas elípticas y ajardinadas en las intersecciones.
     Esta singular zona residencial, que hoy constituye una de las principales referencias históricas de la ciudad, comenzó a construirse en el Cerro de San Cristóbal en 1916 con el objetivo de facilitar viviendas a los trabajadores de la Riotinto Company Limited, sociedad británica que explotaba las minas de Riotinto desde 1873.
     La empresa encargó a los arquitectos municipales José María Pérez Carasa y Gonzalo Aguado una primera fase de 71 edificios iguales e independientes con planta en forma de T, de una sola altura y formado por tres viviendas cada uno. Las casas, que recogen algunos de los rasgos característicos de la arquitectura inglesa, presentan cubiertas a dos aguas con teja plana y chimenea y fachadas enfoscadas, encaladas y con detalles decorativos de ladrillo visto. Esta primera fase concluyó en 1919, con algunas modificaciones del arquitecto británico R. H. Morgan respecto al proyecto inicial.
     Entre 1923 y 1929 se construyen otros 16 bloques, proyectados tanto por Aguado y Pérez Carasa como por Morgan. Este último imprime su sello personal al introducir, entre otros elementos, la doble altura, las buhardillas y las marquesinas con cubiertas de madera.
      Esta singular zona residencial, que hoy constituye una de las principales referencias históricas de la ciudad, comenzó a construirse en el Cerro de San Cristóbal en 1916 con el objetivo de facilitar viviendas a los trabajadores de la Riotinto Company Limited, sociedad británica que explotaba las minas de Riotinto desde 1873 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Gran Teatro; Iglesia de San Pedro; Ermita de la Soledad; Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús; y Barrio Reina Victoria) de la localidad de Huelva (IV), en la provincia de Huelva. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia onubense.

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La Puerta del Sagrario con el tema del Buen Pastor, de Manuel Domínguez, en el Retablo de la Virgen del Buen Aire, de la Capilla del Palacio de San Telmo

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Puerta del Sagrario con el tema del Buen Pastor, de Manuel Domínguez, en el Retablo de la Virgen del Buen Aire, de la Capilla del Palacio de San Telmo, de Sevilla.  
   Hoy, domingo 30 de abril (IV Domingo de Pascua), es el domingo del Buen Pastor, Cristo, que ha dado la vida por sus ovejas, que somos nosotros, para salvarnos del pecado y de la muerte. Y no solo ha muerto y resucitado por nosotros sino por todo el mundo: «Tengo, además, otras ovejas que no son de 
este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor» (Ev.). La Iglesia, con sus diversos carismas y vocaciones —de manera especial por medio del orden sacerdotal— hace presente en el mundo a Cristo, el Buen Pastor. Hoy es un día especial para pedir al Señor que nos dé las vocaciones sacerdotales y consagradas que la Iglesia necesita para seguir evangelizando y creciendo en la unidad [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II]..
   Y qué mejor día que hoy para ExplicArte la Puerta del Sagrario con el tema del Buen Pastor, de Manuel Domínguez, en el Retablo de la Virgen del Buen Aire, de la Capilla del Palacio de San Telmo, de Sevilla.
     El Palacio de San Telmo - Presidencia de la Junta de Andalucía [nº 60 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 42 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de Roma, 2; en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
     La puerta del Sagrario es un regalo que hicieron los padres de los alumnos del Seminario a dicha institución en 1955. Por las investigaciones realizadas hemos podido encontrar a el autor de la misma e incluso verificar con él personalmente los datos aquí consignados. El encargo se le hace a Manuel Domínguez Rodríguez (Zalamea la Real, 1924) orfebre y escultor. El diseño de la figura del Buen Pastor no es suyo, lo realizó siguiendo el dibujo de un sacerdote del seminario Amador Menudo. Los trabajos en marfil son obra del mismo autor.
     En el anverso se representa al Buen Pastor con los tetramorfos águila, toro, ángel, león. Los otros elementos decorativos que conforman la puerta son el triagrama de Cristo (JHS), la vid y el trigo. Vid: árbol sagrado. Desde el punto de vista morfológico la puerta presenta un tratamiento diferente en cada una de sus caras. En el anverso la figura del Buen Pastor domina la composición enmarcada en un óvalo a modo de arco de medio punto, ricamente decorado con rosas, capullos y cartelas que encierran el anagrama de Cristo en la parte central superior y en la inferior el motivo escogido es racimo de vid y espigas de trigo. Toda la composición es muy ordenada y simétrica.
     La figura del Buen Pastor está de frente con el rostro de perfil, las partes de la cara están talladas en marfil mientras que el nimbo es de plata. Los pormenores de la vestimenta son bastantes realistas y el trabajo minucioso es apreciable en cada uno de los detalles. El fondo de la figura representa un paisaje en su parte inferior de delicado relieve. Utiliza bien el autor los distintos niveles de espesor para dar mayor sensación de profundidad. A modo de peana sobresale la cartela con la inscripción en latín, buscando de nuevo la contraposición entre el efecto de volumen y el plano. A pesar de la variedad de repertorios decorativos no resulta pesada y en su conjunto es un bello ejemplo de oficio artesanal. Destacar los trabajos en marfil cuidadosamente ejecutados, lástima la pérdida de su mano derecha que descompensa la figura.
     En el reverso una pintura sobre tabla de San Juanito y el niño Jesús bajo Dios Padre y el Espíritu Santo. En la imagen aparece el Padre Eterno a modo de escorzo con la bola del mundo, el Espíritu Santo en forma de paloma y debajo el niño Jesús y San Juan Bautista con sus atributos el cordero y la filacteria con la leyenda "Ecce Agnus Dei" que en la pintura se observa parcialmente. Puede considerarse como atributo su indumentaria de piel de carnero y un manto rojo en recuerdo de su martirio.
     Desde el punto de vista morfológico la composición se divide en dos planos: en la parte inferior los niños se funden en un amable abrazo sobre un fondo naturalista desarrollado con mayor detalle en la vegetación del primer término, predominando los tonos tierra. En la parte superior la figura de Dios Padre emerge en un discreto escorzo, rodeado de querubines. Para este plano la gama de colores son los
amarillos, dorados y sienas. En toda la composición domina una atmósfera vaporosa y naturalista, integrándose los dos planos a la perfección. La actitud amable de los niños invita a la devoción, el tema de la infancia es acorde con la institución.
     La decoración se completa con el marco de plata: los elementos decorativos que conforman la puerta son el tríagrama de Cristo, (JHS) la vid y el trigo. Vid: árbol sagrado. Cristo resulta comparable a una vid, mientras que su sangre el vino es la nueva alianza. Los textos evangélicos presentan la vid como símbolo de los reinos de los cielos cuyo fruto es la eucaristía. Trigo: es el alimento por excelencia, símbolo de resurrección. JHS: esta abreviatura ha sido interpretada de muchas maneras aunque se trata en realidad de una abreviatura de Jesús.
     La parte de plata del reverso de la puerta está entendida como el marco de la pintura, por ello la decoración es mucho más plana, la envuelve una finísima red romboidal o de perlas en la que se superponen dos racimos de vid en el punto medio de la puerta a derecha e izquierda mientras que en el frente superior es una flor y en el inferior un racimo de espigas de trigo. A pesar de la simplicidad, la armonía predomina en todo el conjunto y no desmerece a la pintura sobre tabla (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía del Buen Pastor
   Así como Cristo es pez y pescador al mismo tiempo, es también cordero y pastor a la vez: pastor et agnus.
   El arte de las catacumbas ha tomado la idea de ese simbolismo pastoral del Antiguo y del Nuevo Testamento, en los libros de los profetas y en los Evangelios. Para realizarla de una manera plástica se ha inspirado en las figuras crióforas de la escultura griega.
Fuentes de las escrituras
   La parábola del Buen Pastor está prefigurada tres veces en el Antiguo Testamento: en los Salmos y en las profecías de Ezequiel e Isaías.
   Salmo 23: «El Señor es mi pastor; nada me falta. / En verdes prados me hace yacer, / me lleva a frescas aguas. Recrea mi alma, / me guía por las rectas sendas / por amor de su nombre. (...) no temo mal alguno, / porque tú estás conmigo. / Tu clava y tu cayado son mis consuelos.»
   Ezequiel, 34:12. «Como recuenta el pastor a sus ovejas el día en que la tormenta las dispersa, así recontaré yo mis ovejas y las pondré a salvo en todos los lugares en que fueron dispersadas (...) Buscaré la oveja perdida, traeré la extraviada, vendaré la perniquebrada y curaré la enferma...»
   Isaías, 40: 11. «El apacentará su rebaño como pastor, / Él le reunirá con su brazo, / El llevará en su seno a los corderos/ y cuidará a las paridas.»
   Son estas bucólicas comparaciones de la Biblia las que desarrollaron los evangelistas en la parábola de La oveja perdida. El texto que citamos se ha tomado del Evangelio de Lucas, 15: 3-7: «¿Quién habrá entre vosotros que, teniendo cien ovejas y habiendo perdido una de ellas, no deje las noventa y nueve en el desierto, y vaya en busca de la perdida hasta que la halle? Y una vez hallada. la pone alegre sobre sus hombros, y vuelto a casa convoca a los amigos y vecinos, diciéndoles: Alegraos conmigo, porque he hallado mi oveja perdida .»
   El mismo relato vuelve a encontrarse en el Evangelio de Juan, 10: 1-16.
   En el simbolismo cristiano, el Buen Pastor es la imagen de Cristo que reencuentra al pecador penitente y lo devuelve al redil.
Iconografía
Arte paleocristiano
   Este tema idílico es uno de los predilectos del arte cristiano primitivo. Aparece a partir del siglo II en los frescos de las catacumbas. 
   La parábola evangélica se asemeja al mito pagano de Orfeo encantando a los animales con la lira. Tocado con un gorro frigio, como Mithra y los Reyes Magos, Orfeo está sentado sobre una peña y tañe la cítara en medio de los animales cautivados por su música. Las bestias feroces o venenosas, leones y serpientes domes­ticados forman buenas parejas con los corderos y las palomas.
   Así, Orfeo prefigura a Cristo que enternece las almas más endurecidas.
   El Buen Pastor generalmente está representado con los rasgos de un joven pastor adolescente. Sin embargo, sobre ciertos sarcófagos lleva una barba corta.
   Está vestido con exomis, túnica sin mangas que descubre el hombro derecho y acaba encima de las rodillas. Lleva las piernas vendadas (fascia crurales). En las manos tiene un cayado (pedum), un recipiente para ordeñar (mulctra) o una flauta de Pan (syrinx).
   El tema comporta dos versiones diferentes, sugeridas una y otra por los profetas y los evangelistas, según que el pastor vigile su rebaño o conduzca una oveja perdida sobre los hombros.
El Buen Pastor cuida su rebaño
   Está de pie o sentado en medio de sus ovejas, imagen de los fieles que defenderá del lobo rapaz si es necesario, y por los cuales está dispuesto a dar su vida.
   Los frescos de las catacumbas y los bajorrelieves de los sarcófagos han ilustrado muchas veces esta alegoría cuya más perfecta expresión es un mosaico del siglo V que decora el Mausoleo de Gala Placidia, en Ravena.
   Al Buen Pastor que defiende su rebaño se opone el Mercenario que huye frente al lobo (Puertas de madera de la iglesia S. Maclou de Ruán, atribuidas a Jean Goujon).
          El Buen Pastor trae sobre los hombros la oveja perdida
   Para crear este tipo, el arte cristiano sólo debió adaptar a su uso modelos griegos tales como el Hermes crióforo (portador de carnero).
   El tema ofrece dos variantes: casi siempre, el Buen Pastor que lleva el cordero sobre los hombros coge las patas traseras con una mano y las delanteras con la otra, pero a veces sujeta sólo con la diestra las cuatro patas del cordero cruzadas sobre su pecho.
   En la escultura paleocristiana, la primera versión está representada por la célebre estatuilla de mármol del Museo de Letrán (siglo III), cuyas piernas han sido reconstruidas (hay una réplica en la Casa de Pilatos, de Sevilla. Además, pueden citarse los sarcófagos de mármol de Tipasa, en Argelia, y de Ajaccio, en Córcega (siglo III). El segundo tipo está ilustrado por la estatua del Museo Santa Irene de Estambul.
   Sobre un sarcófago de Letrán Cristo está representado como Pastor de los Pastores entre los apóstoles, a su vez convertidos en pastores.
   Este tema resulta igualmente frecuente en la pintura, como lo prueban numerosas obras murales de los siglos III y IV, en la capilla cristiana de Doura Europos, en Siria y en las catacumbas romanas de Priscila, de Domitila y de Calixto, cuya cripta ha sido bautizada por ello cripta delle Pecorelle (oveja).
   El Buen Pastor está a veces duplicado, por razones de simetría, sobre la superficie de un mismo sarcófago: es el triunfo de la forma sobre el símbolo; pero también un verdadero despropósito iconográfico.
   El Buen Pastor, tan popular en el arte bucólico de las catacumbas, se eclipsó durante toda la Edad Media. El arte medieval románico o gótico prefirió glorificar a Cristo predicando, sufriendo o triunfando.
   Sin embargo, por un fenómeno de resurgencia, el motivo reapareció en Francia y Portugal en el siglo XVI.
Variantes en el arte español de la Contrarreforma
El Niño Jesús como Buen Pastor
   En la pintura española de la Contrarreforma, pero bajo diferentes formas, el Buen Pastor cambia de edad y de sexo, reaparece con los rasgos del Niño Jesús o de la Virgen pastora (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
   Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Puerta del Sagrario con el tema del Buen Pastor, de Manuel Domínguez, en el Retablo de la Virgen del Buen Aire, de la Capilla del Palacio de San Telmo, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

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sábado, 29 de abril de 2023

La Ermita de la Divina Pastora, de Aurelio Gómez Millán, en Cantillana (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Ermita de la Divina Pastora, de Aurelio Gómez Millán, en Cantillana (Sevilla).
   Hoy, 29 de abril (sábado anterior al IV Domingo de Pascua), es la Solemnidad Litúrgica de la Madre del Buen Pastor, fiesta instituida por S. S. Pio VI en 1795 gracias al empeño de los padres capuchinos, especialmente el Beato Diego José de Cádiz, que se celebra anualmente el sábado anterior a la dominica del Buen Pastor.
     Y qué mejor día que hoy para ExplicArte la Ermita de de la Divina Pastora, en Cantillana (Sevilla).
     Situada en el lugar llamado Los Pajares, es obra moderna del arquitecto sevillano Aurelio Gómez Millán (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
     La Ermita o Santuario de la Divina Pastora es obra del arquitecto sevillano Aurelio Gómez Millán (1898-1991), autor de importantes proyectos como el Monumento del Sagrado Corazón de San Juan de Aznalfarache, las Basílicas de la Macarena y del Cachorro o la recuperación de la Capilla de los Marineros, por citar aquí solamente algunos edificios emblemáticos de arquitectura religiosa en nuestra ciudad, destacando en su producción civil otras obras como el Sanatorio de San Juan de Dios, el Mercado de la Puerta de la Carne, junto a Gabriel Lupiáñez Gely o el antiguo Teatro Coliseo España junto con su hermano José. Su obra ha sido ampliamente estudiada por la catedrática María del Valle Gómez de Terreros Guardiola, a quien agradecemos la información facilitada para la redacción de este artículo.
     En 1956 se procede a la colocación de la primera piedra de la Ermita de la Divina Pastora a cargo de d. José Sebastián y Bandarán, comenzándose en febrero del siguiente año las obras, costeadas con los donativos de los devotos, que se prolongarían hasta 1960, año en que fue bendecida el 30 de septiembre por el entonces Obispo Auxiliar de Sevilla don José María Cirarda Lachiondo.
     La pequeña Ermita (sólo tiene 160 m2) presenta fachada convexa con tres grandes aperturas de 2,40 m de anchura que permiten que las celebraciones litúrgicas puedan ser seguidas desde la explanada que se desarrolla ante el Santuario. Sobre las puertas, dos óculos lobulados flanquean un azulejo de la Divina Pastora, obra del ceramista Alfonso Chaves Tejada que preside dicha fachada, la cual se remata por una sencilla cornisa sobre la cual se desarrolla la espadaña de tres vanos decorada por jarras de azucenas, símbolo de la pureza de María, y rematada por una cruz de forja. Su interior aparece presidido por un retablo barroco que contiene una pintura de la Divina Pastora, obra del pintor sevillano Juan Antonio Rodríguez Hernández del año 1959.
     En planta, el Santuario presenta un cuerpo central cubierto con bóvedas con lunetos, del cual sobresalen otros tres cuerpos: el que forma el presbiterio, abovedado y con ventanas laterales, y los dos laterales entre los contrafuertes de los arcos.
     A pesar de utilizar un lenguaje vernáculo en algunos elementos como la espadaña, el desarrollo de la planta con la curvatura de la línea de la fachada así como la pureza de las formas, confieren un aire contemporáneo a la edificación que le da gran interés, aunando tradición y modernidad en este pequeño pero magnífico ejercicio de composición arquitectónica (Antonio Rodríguez Babío, Delegado diocesano de Patrimonio Cultural, en Archisevilla)
     Situada en las afueras de Cantillana, a poco más de 2 km dirección Villaverde del Río, en la Aldea de la Divina Pastora (comúnmente llamada Los Pajares), se encuentra la ermita de la Divina Pastora.
     Es una construcción contemporánea de estilo andaluz, rematada por un artístico campanario. Se comenzó a edificar en 1956 según planos del arquitecto sevillano Aurelio Gómez Millán. Destacan las populares Fiestas del ladrillo y de la teja, en la que los devotos colaboraban aportando estos materiales para su construcción.
     Las obras concluyeron el 30 de septiembre del 1960. En su interior contiene un retablo con una pintura de la Divina Pastora obra del pintor sevillano Juan Antonio Rodríguez. En la fachada principal existe un retablo cerámico de 1.20 x 2 m, obra de mediados del siglo XX de Alfonso Chaves Tejada, fabricado por Ramos Rejano en Sevilla. 
Horario
     Horario de misas: todo el año.
     Festivos 13:00. (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Conozcamos mejor la Solemnidad Litúrgica de la Madre del Buen Pastor
   El ocho de septiembre de 1703, en la Alameda de Hércules hispalense, el Venerable Padre Fray Isidoro de Sevilla, capuchino, presentó al pueblo sevillano una novedosa y consoladora advocación mariana que, desde la Ciudad del Betis, como el más precioso tesoro que esta ciudad ha hecho a la Iglesia, había de arraigar en todo el orbe católico: la Divina Pastora. Indisolublemente unido al origen de este venerado título mariano está el de su Primitiva y Real Hermandad, que habría de ser el cauce escogido por el capuchino fundador para consolidarlo y difundirlo: arzobispos, reyes, nobles, junto al pueblo de Sevilla, la honrarían y se honrarían desde entonces al inscribirse en sus filas. En un principio, el Padre Isidoro escogió la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María como la memoria litúrgica más apropiada para conmemorar a la Divina Pastora: María, plenamente glorificada y coronada, ejerce su pastorado sobre el cuerpo místico de su Hijo.  
   Consciente de la ventaja de tener una fiesta propia, en 1781 el Beato Diego José de Cádiz terminó un Oficio entero de la Divina Pastora, que envió al Ministro Provincial, José Félix de Sevilla, para que lo presentara en el Capítulo General de 1782 y se acordase pedir su aprobación y uso a la Sagrada Congregación de Ritos. Pero la gestión quedó infructuosa. Seis años después, en 1788, habiendo repasado sus textos eucológicos, que componen un segundo Oficio, decidió presentarlos a la Sagrada Congregación de Ritos para su aprobación, acompañados de un documento postulatorio razonando la oportunidad de la nueva fiesta, para lo que buscó el apoyo regio, pero la muerte primero del Confesor del Rey y a continuación la de este mismo frustró sus proyectos. Habiendo de celebrarse en Roma Capítulo General de la Orden Capuchino en mayo de 1789, por lo que les hace llegar a los vocales de su Provincia de Andalucía el expediente completo. El Padre Definidor de Lengua Española, Nicolás de Bustillo, se encargó de gestionarlo ante la Santa Sede, pero el asunto se quedó estancado. Intentó de nuevo el Beato Diego conseguir el apoyo regio, que se presentaba casi indispensable, presentando un memorial a la Reina María Luisa, fechado en Ronda, el siete de junio de 1793, en el que amplió su petición: no sólo a los capuchinos, sino a todo el clero secular y regular de España. La Reina debió consultar con el Rey Carlos IV, su marido, y remitieron el expediente a su primer ministro Manuel Godoy, que lo pasó al Inquisidor General, Manuel Abad y Lasierra, para que diera su parecer, que aconsejó desestimar la petición.
   La actitud regia debió cambiar a raíz de su Memorial a Carlos IV de 1794, sobre los medios espirituales necesarios en la guerra entablada contra la Francia revolucionaria en 1793, que resultó favorable a España. Fue finalmente Pío VI Braschi el que por el rescripto del uno de agosto de 1795, gracias al impulso del Beato Fray Diego José de Cádiz como vemos, el segundo gran apóstol de la Pastora, concedió a los capuchinos de España una fiesta con Oficio y Misa propios como Patrona de sus misiones para la Segunda Dominica de Pascua titulada Bienaventurada Virgen María, Madre del Buen Pastor Jesucristo con rito doble mayor, a los que se les dio rápidamente el regium exequátur. Este Oficio fue ampliado, a instancias del P. Nicolás de Bustillo, entonces General de la Orden, por rescripto de Pío VII Chiaramonti de once de enero de 1806 con las lecciones del primero y tercer nocturno de maitines como también la misa, si no obra del Beato Diego sí dependiente de su doctrina, todo revisado por el Prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos y por el Promotor de la Fe.  De los textos, sabemos que la oración colecta fue compuesta por el citado capuchino Nicolás de Bustillo, y las lecciones son de San Bernardo, y no de San Ildefonso o de San Antonino como en los textos del Beato Diego, y en 1817 se nos transmite una noticia de que los Oficios del Beato Diego están pendientes de aprobación en Roma desde 1796; quedan por lo tanto en el anonimato.
   Por decreto de diez de enero de 1801 el mismo Pío VII citado concedió al episcopado del Gran Ducado de Toscana para el primer domingo de mayo con el rito de doble mayor que se pudiera rezar de la Bienaventurada Virgen María con el título de Madre del Pastor Divino. Esta devoción había arraigado la devoción gracias a uno de los oradores capuchinos italianos más importantes de su época, el P. Claudio de la Pieve, que la había adquirido en un viaje suyo a España.  La súplica al Papa había sido dirigida el uno de diciembre de 1800 por el Obispo de Colle di Val di Elsa, provincia de Siena y diócesis sufragánea de Florencia, en representación de los obispos del Estado de Toscana, en acción de gracias por haberse librado del traumático azote napoleónico. El Oficio y misa propios presentados por el episcopado toscano fueron revisados también por el Prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos y por el Promotor de la Fe, y se extendieron a casi todos los sitios que celebraban la fiesta, incluidos los capuchinos, que abandonaron los suyos. El Beato Pío IX Mastai Ferretti concedió la fiesta a muchas diócesis y congregaciones: a los alcantarinos de Nápoles por el Breve Omnibus de doce de junio de 1849, que fue extendida a petición de Fernando II Rey de las Dos Sicilias a todo su reino, fijándola en veintiuno de mayo; a las religiosas del Buen Pastor y a las benedictinas de Campo Marzio, en Roma, en 1859; al Obispado de Bagnoreggio, Italia, en 1860; a los de Linares y Guadalajara, Méjico, en 1861. 
   Por decreto de ocho de enero de 1863 de la Sagrada Congregación de Ritos, con la anuencia del citado Beato Pío IX, tras petición firmada por diez cardenales, seis patriarcas, treinta arzobispos, noventa y cinco obispos, dieciocho generales de órdenes y congregaciones religiosas, nueve procuradores y tres comisarios apostólicos de otras tantas, fue establecido que se concediera esta fiesta con rito de doble mayor a todas las diócesis y familias religiosas que lo solicitaran, con los textos eucológicos toscanos. Entre las concesiones a partir de entonces podemos citar las siguientes: a los monasterios cistercienses de Francia en 1863; a la Diócesis de Alatri, Italia, en 1866; a los Misioneros de la Preciosísima Sangre para el primer viernes de junio; a los Mínimos para el primer domingo de octubre; a los Redentoristas y a las Religiosas del Buen Pastor para el tres de septiembre, pero con el Oficio de los capuchinos españoles; a los Euditas, que lo habían pedido en 1874, en 1895. No habiéndose instaurado la fiesta todavía en Sevilla, la cuna de la devoción, el presbítero José de la Fuente y Zabalegui, comisionado por el cabildo de oficiales del veintidós de mayo de 1875 de la Primitiva Hermandad de la Divina Pastora, dirigió una petición al Cabildo Catedral el dos de febrero de 1876 para que instara al Arzobispo lo solicitara de Roma.  
   Tras haber sido examinada la petición por la Diputación de Ceremonias, acordó el Cabildo elevarla al Cardenal Arzobispo de la Lastra y Cuesta para el domingo segundo después de Pascua con rito de doble de segunda clase. El prelado expidió sus letras para ello al Papa el ocho de abril de 1876. Pero menos de un mes después, el cinco de mayo, murió dicho cardenal, por lo que hubo de esperarse al plácet de su sucesor.  Habiendo tomado posesión su sucesor, Joaquín Lluch y Garriga, y obtenido de él el plácet, en este caso se extravió en Roma la petición citada, y fue preciso enviar un certificado de ella. El decreto fue expedido por fin el uno de febrero de 1878. Aunque se pidieron y fueron concedidos el Oficio y la misa de los capuchinos españoles aprobados en 1806, los textos que finalmente se instauraron fueron los toscanos. Por fin en 1882, se celebró el veintitrés de abril en Sevilla la Fiesta de la Madre del Divino Pastor, señalada en el II Domingo después de Pascua, con rito de segunda clase.  
   El veintinueve de octubre de 1885 el Procurador General de los Menores Capuchinos, Bruno de Vinay, a instancias del que hasta entonces había sido Comisario Apostólico de España, en nombre de sus súbditos, pidió al Papa la concesión a toda su Orden de la fiesta de la Madre del Pastor Divino para el segundo domingo después de Pascua con el rito mayor de segunda clase, con la misa y Oficio aprobados para los capuchinos españoles y de otras provincias. Fue aprobada la petición por rescripto de León XIII Pecci de diecinueve de noviembre de dicho año 1885, que el cuatro de diciembre de 1894 concedió a la Orden Capuchina, pero con el Oficio y misa de Toscana. En el actual Propio de la Diócesis de Sevilla, aprobado el diecisiete de junio de 1977 por la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, está inserta como memoria libre para el sábado anterior al Domingo IV de Pascua, del Buen Pastor, La Bienaventurada Virgen María, Madre del Buen Pastor. Los textos eucológicos actuales se encuentran en el Misal Franciscano en español, aprobado por Decreto de la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino el 17 de junio de 1980 para uso de las familias franciscanas hispanas (Prot. N. CD 892/79). 
    Éste señala para el sábado anterior al Domingo IV de Pascua para la Orden Capuchina la Fiesta de la Divina Pastora, Madre del Buen Pastor (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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