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jueves, 20 de abril de 2023

La Casa del Rey Moro (actual sede de la Fundación Blas Infante)

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Casa del Rey Moro (actual sede de la Fundación Blas Infante), de Sevilla.  
     La Casa del Rey Moro, se encuentra en la calle Sol, 103; en el Barrio de San Julián, del Distrito Casco Antiguo.
     Si se exceptúan las construcciones domésticas de los Reales Alcázares y las residencias de la nobleza, no hay duda de que la llamada «Casa del Rey Moro» es la más antigua de Sevilla.
     Sus características formales nos garantizan que estamos ante una residencia fechable en las dos últimas décadas del siglo XV, aunque no faltan elementos del siglo XVI. Su extensión indica que debió estar habitada por algún miembro de la burguesía de época de los Reyes Católicos para convertirse más tarde -ya en  el siglo XIX- en casa de vecinos.
     Su núcleo central es un patio cuadrado, situado en tercera crujía, al que rodean, de manera irregular, varias danzas de arcos de ladrillo rebajados inscritos en alfices, que apoyan en pilares de variado y  complejo diseño.
     Las dependencias de la casa se organizan en una crujía en torno al patio central. La escalera se sitúa en el ángulo inferior derecho en una posición que permite articular patio y zaguán de entrada, situado éste lateralmente junto a la medianera de la casa colindante.
     El salón principal de la casa, en planta alta, ocupa la crujía de fachada y está cubierto con un artesonado con tirantas, de estilo mudéjar. Tras la casa, y sólo accesible por un estrecho adarve, existe hoy un enorme espacio abierto que fue huerto de la casa. Conserva una noria de tipo hispanomusulmán.
     La casa ocupa en planta baja una superficie de 305 m2 , estimándose una superficie total construida aproximada de 550 m2 (Guillermo Vázquez Consuegra, Cien edificios de Sevilla: susceptibles de reutilización para usos institucionales. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Sevilla, 1988).
     La finca se encuentra en una importante vía de la red urbana medieval, la calle Sol, que comunicaba las collaciones de San Román y Santa Lucía, lindando con el huerto con fincas sitas en la calle Enladrillada y Marteles. La casa se inserta en una parcela rectangular de grandes proporciones que formó parte de otra mayor de la que aún restan jardines. Debió constituir una de las primeras implantaciones al borde del antiguo camino a la puerta del Sol, por lo que su planta presenta un perímetro muy regular que difiere del resto de las de su entorno.
     La casa cuenta actualmente con dos fachadas: la principal que da a la calle Sol y otra, en su lateral izquierdo, que permitía el acceso, en época histórica, a la huerta de la vivienda y que actualmente es una pequeña calle sin salida.
     Posee planta rectangular y una distribución espacial en torno a un patio central porticado en tres de sus lados. Las zonas anterior y posterior del inmueble están constituidas por dos crujías, mientras las laterales presentan sólo una y de menor anchura.
     La fachada, de ladrillo visto encalado y sin decoración, tiene dos puertas: una moderna que da acceso a un ala dedicada a sala de exposiciones y la original del edificio. En la planta primera destacan un balcón, un pequeño vano y una cornisa de escaso vuelo que se desarrolla por toda la fachada y sostiene las tejas de las cubiertas hasta llegar al mirador, de factura reciente.
     Las distintas remodelaciones que ha sufrido la casa hacen que sea el patio, que ha permanecido sin reformas, el espacio de mayor interés. Presenta arcadas completas en la planta baja y alta en los flancos norte y sur, y sólo la alta en su lado este. Donde éstas faltan existe un muro en el que se abren vanos comunes. Las arcadas se sostienen por pilares de ladrillo de color rojizo de diferentes secciones, siendo en la planta baja octogonales y con basas simples. Los arcos peraltados enmarcados en alfices apoyan en capiteles con forma e paralelepípedo recortados en la parte inferior de los ángulos. En las galerías altas existe una gran tipología de soportes, los arcos son rebajados e igualmente enmarcados en alfices. El resto de los componentes del patio pertenecen a la última restauración. En las demás estancias la adaptación a nuevos usos ha homogeneizado su aspecto. Elemento a destacar en el inmueble es la techumbre del salón principal, un artesonado de tirantes, de estilo mudéjar, bastante restaurado, de traza sencilla, en el que únicamente aparece decoración de lacería en los tres tirantes.
     Del amplio huerto arbolado de que disponía, actualmente todavía se conserva una noria y parte de lo que fue el huerto, que ha sufrido un proceso de segregaciones, pero que en parte se mantiene.
     Carecemos de noticias históricas acerca del origen de esta casa e incluso desconocemos la explicación de su nombre popular: "Casa del Rey Moro". En este sentido, en 1839, se expresaba así González de León: "Con efecto es una casa grande muy antigua enriquecida por toda ella con hermosas labores arabescas ya muy estropeadas, y algunas puertas también tienen arcos árabes, pero de estas casas hay muchas en Sevilla sin llamarse del rey moro que no se que origen tenga".
     Tradicionalmente se venía conociendo con este nombre, así como el huerto posterior a la casa, actualmente un solar: "Huerto del Rey Moro". Celestino López Martínez indagó acerca del origen de esta denominación y afirmó que consultando los Padrones de la Parroquia de Santa Lucía de los siglos XVII y XVIII aparece ya la denominación de "Casa del Rey Moro", con referencias idénticas al huerto. A partir de aquí este autor emprende un repaso exhaustivo de todos los reyes "moros" que habitaron en Sevilla en los siglos XII y XIII, y llega a la conclusión de que el verdadero habitante de esta casa y a quien se debe el nombre es el Rey de Niebla y del Algarve D. Abenmafor, a mediados del siglo XIII.
     Hoy en día, por los restos arquitectónicos conservados, nos consta que la llamada "Casa del Rey Moro" no es sino una construcción mudéjar, por sus rasgos estilísticos y tipología de fines del siglo XV. Probablemente esta denominación se la dio el vulgo, ya que desde muy antiguo, por su aspecto morisco y sus curiosos y orientalizantes arcos y pilares del patio. Son por tanto aspectos estilísticos los que dan pie a fechar el inmueble a fines del siglo XV y comienzos del XVI. El arquitecto Alfonso Jiménez, director de las obras de restauración y rehabilitación del edificio recién terminadas, concreta las fechas entre 1490 y 1505, tomando como puntos de referencia las fábricas de ladrillo en limpio bicolores y la desaparecida reja plateresca.
     Desde muy pronto la casa debió pasar de ser propiedad familiar a casa de vecindad. Con certeza sabemos que en el siglo pasado era casa de vecinos. González de León hacia 1840 afirmó que "al presente es tienda", lo cual hay que entender en el sentido de que las crujías de fachada era la ubicación de algún tipo de comercio y la parte más profunda de la casa, lugar de habitación de diferentes inquilinos. Joaquín Guichot realizó un bonito y evocador dibujo en 1876 de esta casa y advierte en el título que en aquellos momentos estaba convertida en casa de vecinos. Lógicamente esta conversión originó una serie de cambios en la tabiquería interior, así como en la remodelación del espacio de las galerías del patio, como ocurre en todo proceso similar de transformación de inmuebles históricos en casas de vecinos.
     Celestino López, posteriormente, en los años treinta del siglo XX, señala que por entonces la cal cubría los muros antiguos ocultando "las preciadas labores arabescas" y afirma que la casa poseía muchas tradiciones y evocaba curiosas páginas de la historia hispalense, aunque no desarrollaba ninguna de ellas en su escrito.
     Por fin a comienzos de los años setenta la Dirección General de Bellas Artes del entonces Ministerio de Educación Nacional expropió el edificio. En 1972 se inician las obras de consolidación y restauración a cargo del arquitecto Rafael Manzano, que quedan interrumpidas. En 1980 se encarga la continuación de las obras al arquitecto Alfonso Jiménez, que a partir de 1982 inicia las mismas. Con diversas fases de inactividad las labores de restauración y rehabilitación se concluyen a fines del año 1990.
     El edificio es actualmente la sede de la Fundación Blas Infante (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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