Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Gran Teatro; Iglesia de San Pedro; Ermita de la Soledad; Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús; y Barrio Reina Victoria) de la localidad de Huelva (IV), en la provincia de Huelva.
Gran Teatro
El Gran Teatro, en la céntrica calle Vázquez López, fue levantado en 1923. El edificio fue proyectado por Teodoro Anasagasti, Joaquín Otamendi y Antonio Palacios. Se distingue por su eclecticismo y por la impronta neoclásica, así como su decoración «Segundo Imperio». Su fachada responde a los modelos de la arquitectura madrileña de esos momentos (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Sobre un reducido solar entre medianeras de 800 m2 de superficie en planta se levanta el llamado Real Teatro de Huelva en los días de su inauguración, agosto de 1923. Tuvo titularidad privada hasta 1984, año de adquisición del edificio por el Ayuntamiento de Huelva y la Diputación Provincial.
El inmueble tiene tres alturas que dan lugar a los espacios de platea y dos anfiteatros, contando con palcos a nivel de proscenio y del primer anfiteatro, sin embargo lo exiguo del solar ha motivado un teatro donde los vestíbulos y el escenario carecen de dimensiones acordes con los fines a los que sirven.
El teatro responde, tardíamente, a los criterios de clasicismo y monumentalidad de los teatros españoles de la primera mitad del siglo XIX levantado una fachada donde el orden doble de estilo corintio de las ocho columnas, apoyadas en decorados canes, que se adosan a ella las convierte en el referente principal dentro de un abigarrado plano almohadillado donde se adosan listeles, medallones, canecillos y cornisas y se horada mediante huecos de medio punto y óculos (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, está situada en la plaza de su mismo nombre. Es la antigua parroquia matriz o mayor de la ciudad. El hecho de su ubicación junto a la vetusta fortaleza de la villa de Huelva resalta el peso simbólico de los dos importantes baluartes -religioso y militar- como piedras angulares del primitivo núcleo urbano. Con el discurrir del tiempo sucumbió el castillo, víctima del desuso y del abandono, cuyos materiales, al parecer, fueron utilizados para cimentar la torre parroquial, levantada en el siglo XVIII.
El templo, en su planta y alzado, responde al estilo mudéjar hispalense, de los siglos XIV y XV. Tiene tres naves separadas por dos arquerías y ábside facetado. Cada arquería se compone de cinco arcos apuntados que apean sobre pilares con resaltos. Los pilares, de sección rectangular, lucen por sus caras exteriores pilastras achaflanadas, que soportan sobre sus impostas los arcos doblados de las arquerías divisorias de las naves. La nave central, más elevada que las laterales, está cubierta con un alfarje mudéjar, en forma de artesa con tirantes, al tiempo que las naves contiguas tienen techumbre de colgadizo. Toda la construcción es de ladrillos, excepto la bóveda de la capilla mayor y sus soportes.
La nave central enlaza con la capilla mayor a través de un arco triunfal, apuntado, de sección mixtilínea, que por sus extremos descarga sobre dos columnas cilíndricas flanqueadas por baquetones. En la izquierda se puede observar, en relieve, una mitra entre escudos de campo liso y un león. En la otra hay cuatro mitras y un castillo.
La cabecera del templo está compuesta por un tramo rectangular y otro facetado. Los dos se cubren con bóveda sexpartita de nervadura gótica, de piedra. El espinazo a la burgalesa engarza las claves. Los paramentos laterales son de ladrillo revocado y presentan una imposta corrida, que une los capiteles de los distintos elementos de sostén, y una faja pétrea, paralela a la imposta, compartimenta el muro. El alto zócalo de cerámica de aristas ennoblece el presbiterio. Los paños azulejería del lado del evangelio son originales del s. XVI, mientras que los del lado de la epístola se completaron con piezas modernas, al cegarse en 1925 la puerta que comunicaba el presbiterio con la antigua sacristía. La decoración de la cabecera, con cardina gótica, y la disposición de sus capiteles y basas, responde a los últimos decenios del siglo XIV.
Las naves laterales desembocan, por sus cabeceras, en sendas capillas, de principios del siglo XV. En la de la nave del evangelio está la capilla sacramental, que enlaza también con la capilla mayor. La capilla del Santísimo tiene una bóveda ochavada sobre cuatro trompas de aristas. La cabecera de la nave de la epístola la constituye la capilla de la Virgen de la Cinta, comunicada con el presbiterio a través de dos arcos de medio punto peraltado, sobre pilares achaflanados cuyos capiteles labrados en ladrillo evocan la peculiar ornamentación musulmana del mocárabe. La bóveda de dieciséis paños en ladrillo visto, descubierta durante las reformas de 1921, descansa sobre trompas.
A los pies de ambas naves laterales están sendas capillas, construidas en 1927, cuando el coro fue trasladado a su actual emplazamiento desde el centro de la iglesia. La sillería del coro, hoy ampliada y restaurada tras los sucesos de 1936, debió tener su origen en la que se estaba realizando en Sevilla para esta iglesia en 1737, aun que se ignora su autor.
Por otra parte, la sacristía antigua está hoy transformada en antesacristía, y se cubre con bóveda vaída en ladrillo visto. La actual sacristía, de planta rectangular, data de 1632. Durante los siglos XIX y XX se llevaron a cabo una serie de obras en el templo, como las del porche, entre 1876 y 1903; y las ya citadas de entre 1920 y 1931, entre las más destacadas.
La única capilla funeraria del templo se inserta ortogonalmente en la nave del evangelio. Es un recinto de acusada autonomía espacial, cubierta con bóveda ochavada sobre trompas de aristas. Erigida en honor de la Inmaculada Concepción por Ginés Martín en 1583, aún perdura en el pavimento una lápida de mármol, que hace constar que la capilla y enterramiento la mandó hacer Lázaro Martín en el año 1583.
Al exterior se traduce la distribución interior del conjunto en sencillos y vigorosos volúmenes, que delatan su mudejarismo. La fachada principal, a los pies del templo, ostenta una puerta, abierta de nuevo tras la última restauración. Se conserva el óculo central y dos estrechos vanos laterales enmarcados en alfices. La nave mayor, cubierta a dos aguas con tejas árabes, resalta sobre las naves laterales, cubiertas a una sola vertiente. En el flanco meridional del edificio, delimitado por dos contrafuertes, subsisten restos de arquitectura mudéjar, que al mediar su altura discurre longitudinalmente una simple moldura que queda interrumpida por un tragaluz con sencillo conopio. En el antepecho de la azotea hay una serie de arcos de medio punto que se entrecruzan, decoración típica toledana. La fachada de la capilla de la Virgen de la Cinta, de mayor altura, se asemeja a un torreón cuyo antepecho asoma sobre una cornisa sostenida por ménsulas, perforada por un óculo. Las portadas laterales son de Antonio de Figueroa (1791-1792).
La torre, de planta cuadrada, se compone de un cuerpo inferior con molduras barrocas que enmarcan el circular tragaluz y la lápida fundacional. El cuerpo superior o cuerpo de campanas, tiene una rica y profusa decoración, que arranca de un cornisón volado de ancho friso que aparenta soportar unas mensulillas y del que penden unos elegantes y recortados pinjantes. El campanario muestra por cada flanco un balcón de arco rebajado, con su correspondiente campana, entre pilastras pareadas de orden jónico. Otro cornisón superior subraya un vibrante antepecho decorado con jarrones de cerámica. El chapitel piramidal, sobre un banco octogonal, está alicatado con azulejos en blanco y azul. Fue Pedro de Silva quien dictó las definitivas condiciones de su construcción en 1770. La obra concluyó en 1772, como consta en la lápida conmemorativa ubicada en la caña de la torre especificándose que: «Se Acabó Esta Obra Siendo Sumo Pontífice Clemente XIV. Arzobispo De Sevilla El Eminentísimo Señor Cardenal De Solís Y Rey De Las Españas Carlos III . Año 1772».
En el interior del templo, tras los destrozos llevados a cabo con motivo del saqueo de 1936, todo lo relativo al culto quedó destruido. Comenzando por los pies de la nave del evangelio encontramos a los titulares de la Hermandad de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y María Santísima de los Ángeles. La figura de Cristo sobre la borriquita, es una talla en madera policromada de León Ortega, que la hizo en 1946. La Virgen de los Ángeles es una imagen de vestir, del mismo autor ayamontino, pero del año 1949.
Después se encuentra un retablo cerámico, dedicado a la Virgen del Rocío, en cuya frontalera reza que fue donado por D. Fernando Pérez Sevillano, en el año 1921. También en las alas exteriores del pedestal de este retablo podemos leer: «Sevilla (Triana) Año 1921». Y «Fabrica De M. Rodríguez Pérez Tudela». Lo preside una imagen para vestir de la Blanca Paloma, tallada por Gómez del Castillo y donada por Arturo López Damas tras la Guerra Civil.
El retablo de la Virgen del Carmen, de mediados del siglo XVIII, recompuesto tras los destrozos por José Toscano y dorado por Enrique Gómez en 1940, es una pieza que se compone de un sólo cuerpo de tres calles, delimitado por estípites, y un gran frontón semicircular. De factura reciente son el banco, la mesa de altar y los estípites. Está decorado el retablo con guirnaldas de flores y frutas, con angelitos, querubines, pinjantes y estípites. En la hornacina central preside la imagen de la Virgen del Carmen, tallada en madera de cedro por José Hierro Sousa y policromada por Gómez del Castillo, en 1937, a instancias de don Alejandro Cano y familia. El Niño Jesús es de la antigua imagen del siglo XVIII. En las repisas laterales, rematadas por los emblemas de Castilla y León, aparecen la Virgen del Pilar y Santa Lucía.
En la capilla de Lázaro y Ginés Martín está el Señor de Pasión. Es un Cristo con la cruz a cuestas, imagen de vestir obra de Antonio Infantes Reina, de 1937. Es el titular de la Real e Ilustre Hermandad de Ntro. Padre Jesús de la Pasión y María Santísima del Refugio. La imagen de la Virgen es de candelero para vestir obra del mismo autor, en 1943. Sobre el pavimento se conserva la lápida sepulcral de la familia, fechada en 1583. Una verja renacentista, de hierro forjado, de 1585, clausura el recinto.
Encontramos después un óleo sobre lienzo, que representa a San Félix de Cantalicio, obra anónima del siglo XIX. Tras el cancel, en tres hornacinas se exhiben una talla en madera policromada de Santa Lucía, de impronta renacentista; una escultura policromada neoclásica de San Serapio, del siglo XVIII, en depósito por la Excma. Diputación de Huelva; y una imagen de Ntra. Sra. del Sagrado Corazón, de serie.
El retablo del Sagrario, está en la capilla sacramental, en la cabecera de la nave del evangelio, ornamentada con un zócalo con alegorías eucarísticas de «Fábrica Ramos Rejano. Triana, Sevilla» y en la que una lápida recuerda la fundación, en este lugar, de la Obra de los Sagrarios-Calvarios por el Beato Manuel González García: «Aquí el 4 de marzo de 1910 nació la obra de las Tres Marías, y de los discípulos de San Juan para los Sagrarios-Calvarios hoy extendida por el mundo universo, dedica este recuerdo de gratitud y de amor a su fundador el arcipreste de Huelva después obispo de Málaga y Palencia Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. Manuel González García e implora al corazón eucarístico de Jesús que se digne bendecir a esta ciudad de Huelva y a la pía unión de los Sagrarios-Calvarios».
El retablo, de la primera mitad del siglo XVIII, procedente de la ermita de San Sebastián de Bonares fue mandado colocar aquí por el cardenal Segura. Tienen un único cuerpo de tres calles, rematado por un frontón semicircular, donde aparece un escudo con tres flechas, alusivo a su antiguo titular. Las calles están deslindadas por estípites que se alzan sobre ménsulas adornadas por querubines. La obra está dorada y policromada, enriqueciéndose con decoración a base de guirnaldas, cabezas aladas de ángeles, veneras, etc. En la hornacina central está la imagen del Corazón de Jesús, tallada en madera, estofada y policromada por Joaquín Gómez del Castillo en 1939. En esta capilla hay un comulgatorio semicircular, de madera de nogal tallada, obra de Miguel Hierro Barreda en 1937.
El sagrario de plata fue realizado en el año 1918 por Hijos de C. Ortega, de Sevilla. Adopta la forma de templete cuadrangular. Su frontispicio se ve flanqueado por dos medias columnas corintias, sobre las que descansa un entablamento y se corona con frontón triangular. La puerta es de arco de medio punto.
El retablo mayor barroco es obra de Antonio José de Carvajal, maestro escultor de Sevilla, en 1722. Posteriormente, en 1758, lo restauró y doró en Huelva José Fernández del Hierro.
Últimamente ha sido restaurado en 2004 por Juan Aguilar. El retablo está compuesto de tres cuerpos y tres calles, la central más ancha que las laterales, delimitadas por estípites. El conjunto se alza sobre la predela o banco en cuyo centro luce el sagrario, flanqueado por columnas salomónicas. El retablo está dorado y policromado, ornamentado a base de querubines, guirnaldas de flores y frutos, veneras, rombos y capiteles compuestos.
La gran caja del primer cuerpo cobija la imagen sedente de San Pedro, titular de la iglesia, talla barroca del siglo XVIII, procedente de las Concepcionistas de Villamartín (Cádiz). En las colindantes hallamos, a la derecha, una Inmaculada, escultura en madera policromada del siglo XVI, obra anónima sevillana. A la izquierda, San José, talla también de autoría anónima, de hacia 1800. En el segundo cuerpo, en la hornacina principal, aparece el conjunto escultórico de Santa Ana y la Virgen, obra anónima del siglo XVIII. En las calles laterales aparecen sendos tondos con los relieves de Santa Bárbara y Santa Teresa de Jesús. En el ático hay un relieve del Padre Eterno, en un rompimiento de gloria, entre dos capillitas adyacentes. En la de la derecha está la imagen de San Martín de Porres, de serie. Y en la de la izquierda, San Lucas, escultura decimonónica. Sobre el tabernáculo hay un Crucifijo de altar, del círculo de Juan de Astorga.
En la cabecera de la nave de la epístola está la capilla de Ntra. Sra. de la Cinta, presidida por un retablo neomudéjar en mampostería de ladrillo limpio, yesería y cerámica. El núcleo central lo constituye un azulejo belga con la efigie de la patrona de Huelva. Fue realizado este conjunto retablístico en 1921. En el paramento lateral un óleo de San Felipe Neri, del siglo XIX.
En el muro de la nave de la epístola aparecen sendas hornacinas, en las que se veneran una talla policromada de San Rafael Arcángel, de hacia 1700. Y una escultura de San Sebastián, de la segunda mitad del s. XVI. Bajo la dirección de León Ortega se hizo la hornacina de la Virgen de los Reyes, en madera dorada, tallada y policromada, en 1960. La imagen de la Virgen de los Reyes se formó con los restos de la Virgen de Gracia, destruida en 1936. '
Pasado el cancel hallamos un retablo, realizado en 1960, que consta de mesa de altar, banco y un sólo cuerpo, de tres calles y frontón superior. El retablo, jaspeado en color rojo y dorado, está presidido por el Señor Cautivo, imagen tallada por Antonio Bidón en 1946. A su derecha, un San Antonio de Padua, escultura en madera policromada del siglo XVIII.
En depósito de la Diputación Provincial hay una copia del Nazareno de Tiziano, óleo sobre lienzo, obra de Francisco Rodríguez Jiménez, de fines del siglo XIX. Posteriormente, en una hornacina, está la imagen de candelero para vestir de María Santísima de la Resignación en sus Dolores, cotitular de la Cofradía del Descendimiento, gubiada por León Ortega entre 1951 y 1952. En la antigua capilla bautismal, desde la última restauración, está el Descendimiento, grupo escultórico, realizado por Antonio León Ortega en varias etapas. El Cristo y los Santos Varones, José de Arimatea y Nicodemo, entre 1951 y 1952, y la Virgen, San Juan y la Magdalena en 1953.
La hornacina central del coro acoge a la Virgen Madre, escultura en madera estofada y policromada, procedente de Fuentes de León (Badajoz), de mediados del siglo XVI. El pequeño Jesús es obra de Enrique Gómez del Castillo, del año 1942.
Repartidas por diversos lugares del templo, así como en la sacristía, se hallan algunas imágenes dignas de destacarse. En una hornacina del segundo pilar de la nave central, al lado de la epístola, hay un Niño Jesús, vaciado en plomo del siglo XVII, popularmente conocido como «El Porterito». En el primer pilar de la nave central, en el lado del evangelio está la talla policromada de Santa Margarita María de Alacoque, obra de principios del siglo XX. En la sacristía se encuentra el Cristo del Perdón, un Crucificado de talla en madera policromada sobre cruz arbórea, de hacia 1500, donado por las Religiosas del Hospital de Arcos de la Frontera (Cádiz). La imagencita de San Pedro, del antiguo facistol del coro, de la segunda mitad del Quinientos, se conserva en el despacho parroquial. No puede dejar de incluirse entre las obras de arte de este templo el magnífico confesionario, tallado en madera, del último cuarto del siglo XVIII, en estilo rococó y ornamentado con las rocallas y motivos propios del mismo.
La orfebrería de esta iglesia tiene algunas piezas notables de la platería del Seiscientos, como un copón, o una insignia de la antigua Hermandad de la Virgen de los Reyes, en forma circular y abombada. Del siglo XVIII es el sagrario para la reserva del Jueves Santo, de plata dorada y blanca, labrado en Puebla de los Ángeles, Méjico. Tiene forma cúbica, rematada por cúpula gallonada, en franjas alternas, unas lisas y otras decoradas con hojas de acanto. Se corona con la figura de la fe. En las cuatro esquinas aparecen cuatro angelitos turiferarios. Cada lado del prisma inscribe en su interior un arco de medio punto. La puerta ostenta el Cordero Místico. En el lado izquierdo está San Antonio de Padua, que hace referencia al nombre de uno de los donantes de la pieza. La parte posterior la ocupa Santa Rosalía de Palermo. Por último, el lado contiguo lo centra San José. La ornamentación del conjunto se resuelve a base de una profusa decoración vegetal partiendo de racimos de uvas y flores.
De la primera mitad del Setecientos es también el ostensorio de plata dorada, con sol de rayos flamígeros y lisos alternantes, y decoración de ovas, cabezas de ángeles alados, espigas, hojas de acanto y cordón, flores de seis pétalos, conchas y motivos vegetales de acusado relieve. Y del XVIII es también la diadema de plata repujada, en forma de media luna, de San Sebastián, que luce en la imagen de San José.
Más abundante es la orfebrería decimonónica: Un cáliz, con decoración de hilera de perlas, tanto en el pie como en el astil y subcopa. Se pueden observar las marcas de N08DO, Flores y González. Un cáliz de plata con partes doradas, decorado con contarios de bolas, guirnaldas de lienzos y flores, así como con haces de líneas cruzadas por cintas en aspas. Otro cáliz argénteo, decorado con hojas de acanto, y con cintas en aspas con flores cuadrifolias en sus rombos. Un cáliz, recompuesto después de 1936, está formado por piezas del siglo XIX y otras de ejecución posterior. Fue donado por D. Antonio Calderón a San Pedro, en Huelva en 1936. Un copón de plata dorada, restaurado tras los sucesos de 1936, con angelitos, hojas de acanto, rocallas y contarios de bolas.
De gran similitud estilística es una naveta de plata, con punzón de Garzón, con los símbolos de la tiara y las llaves de San Pedro. También con marca de Garzón hay un ostensorio de plata, de 1874, con el símbolo parlante del titular del templo, y con una inscripción: «Es de la parroquia del Señor San Pedro de Huelba. Año de 1874». De principios del siglo XIX es un incensario de plata y metal plateado, con base octogonal, decorado con rocallas y ces, motivos vegetales, etc.
Hay unas crismeras de plata, de forma clásica del neobarroco sevillano, con una leyenda que dice: «Parroquia Mayor de San Pedro Apóstol. Huelva 1949». Y un incensario de metal plateado, al gusto neobarroco de los orfebres hispalenses, perteneciente a la Hermandad Sacramental. Del Novecientos también es un copón de plata, con las formas clásicas del neobarroco. Tiene un punzón ilegible en un caso y en otro puede ser Fernández. Una naveta, de metal plateado, siguiendo las formas tradicionales, es de la Hermandad Sacramental y realizada en la década de los setenta (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
La Iglesia Parroquial de San Pedro de Huelva se encuentra exenta, emplazada sobre una plataforma elevada que contribuye a destacar su situación.
Responde a la tipología característica del templo mudéjar sevillano. Construido en ladrillo, consta de tres naves, la central de mayor altura y anchura que las laterales, que se separan por arcos apuntados doblados que apoyan en pilares de planta rectangular con pilastras adosadas. La nave central remata en ábside poligonal siendo plana la cabecera de las laterales.
La nave central presenta techumbre de madera en forma de artesa con tirantes, de tipo mudéjar pero datada en el siglo XVII; en las naves laterales las cubiertas son colgadizo y están realizadas modernamente tras el terremoto de 1968 con vigas de hormigón armado siguiendo el aspecto de las anteriores de madera.
La capilla mayor, abierta a la nave central mediante arco apuntado, se cubre con bóveda sexpartita de nervadura gótica realizada en piedra. En la cabecera de las naves laterales se forman sendas capillas de planta cuadrada. La de la Epístola (capilla de la Virgen de la Cinta), ofrece bóveda de diez y seis paños, mientras que en la cabecera de la nave del Evangelio, la capilla Sacramental se cubre con bóveda ochavada sobre trompas.
En la nave del Evangelio se abre la capilla de la Inmaculada Concepción, datada por la fecha que aparece en su reja en 1535, cubierta por bóveda ochavada sobre trompas.
En la fachada Sur es de destacar el paño de fábrica mudéjar que presenta una serie de arcos de medio punto entrelazados.
Dos portadas, situadas en las fachadas Norte y Sur, son actualmente los ingresos al templo. Ambas se construyeron según diseño de Antonio de Figueroa entre 1771-72 y siguen similares esquemas compositivos: Vanos con arcos de medio punto flanqueados por pilastras que se alzan sobre pedestales, coronados por frontones -partido, en el caso de la portada meridional- rematados por tres medios jarrones.
Sobre el volumen general de la Iglesia se eleva la torre, de dos cuerpos y chapitel piramidal con decoración de azulejos blancos y azules, construida según trazas de Pedro de Silva entre 1770 y 1772.
El templo en su planta y alzado, responde al estilo mudéjar hispalense, de los siglos XIV y XV. La Parroquia de San Pedro ha sido durante mucho tiempo, la única de la ciudad. De ella se han ido desgajando las demás. Los primeros documentos conservados, que datan de 1540, son partidas de bautismo. Si hacemos caso a Al-Himyari, quien ya en el siglo XIV hace referencia a una iglesia situada al este de la ciudad, podemos adelantar hasta esas fechas los orígenes de este edificio.
La antigüedad de este edificio se comprueba por la constitución de él junto a la fortaleza de la ciudad. Para muchos la unión de los recintos religiosos y militar corresponden a tradiciones medievales. Más tarde cuando se construye la nueva torre de la iglesia las piedras de los torreones del castillo cercano son utilizadas como cimientos. La cabecera de la iglesia está fechada, según Angulo Iñiguez, en torno a 1500. Asimismo, podemos datar de esta época aproximadamente el arco conopial de la fachada meridional y la serie de arcos de medio punto que se entrecruzan en la misma.
En 1583 se construye la capilla funeraria del templo en honor a la Inmaculada Concepción por Ginés Martínez.
En el siglo XVII, el edificio comenzó sus obras de remodelación. Así en 1632 se construía la sacristía y otras dependencias parroquiales. Pero cuando las obras se hacen más profundas es en el siglo XVIII con motivo de varios desastres naturales. En 1722 un huracán derribó el campanario de San Pedro y una de las campanas cayó sobre la bóveda de la capilla mayor, siendo restaurado un año después. Más no había de durar mucho pues en 1755 caía de nuevo, siendo reparado al año siguiente. En 1758 otro huracán volvió a derribar la torre y parte de la cabecera del templo.
En esta ocasión se pedía al Cabildo Catedral Hispalense el aprecio y remedio de los daños. En 1763, tras un terremoto, el arquitecto de la diócesis, Pedro de Silva, reconocía la iglesia. Este informaba de la necesidad de derribar el campanario existente sobre la cabecera del templo. Su solución consistía en levantar un nuevo campanario.
Más tarde, Ambrosio de Figueroa examinaba de nuevo la iglesia, la ruina sobrevenía por carecerse de cimientos en el testero de la capilla mayor. Este propugnaba hacer un campanario con tres vanos y remate de azulejos azules. Poco después, en 1764, el campanario se mandaba ejecutar según lo expuesto por Ambrosio de Figueroa. Sin embargo, esto no acabó aquí, pues en 1770 Pedro de Silva era el que daba las condiciones definitivas para la construcción de la actual torre, que se construyó en un periodo de dos años. Las obras terminaron en 1772.
En 1787 los maestros mayores de albañilería y carpintería, Antonio de Figueroa y Agustín Trujillo confirmaban el mal estado en que se encontraban las cubiertas pese a ser nuevas. Cuatro años después, Figueroa proyectaba rehacer la armadura, añadiendo además pilares en las naves laterales.
En 1876 e comenzó la edificación del muro del lado sur y los porches, la obra duró con intermitencias hasta los primeros años del siglo XX. Otras reformas se llevaron a cabo en el presbiterio. Posteriormente, en el siglo XX se realizaron importantes reformas: traslado del coro, construcción de la capilla bautismal y la del Santo Entierro, así como la tribuna alta del coro.
Después del desplome de parte de la techumbre 1903 de la Iglesia de San Francisco, sede canónica de la Hermandad del Rocío de Huelva hasta esa fecha, se ver obligada a un nuevo cambio y se traslada a la Parroquia Mayor de San Pedro. Ya en 1908, el 6 de Junio, el diario la Provincia escribe: "La vistosa y típica Hermandad del Rocío, salió antes de anoche en la forma tradicional desde la parroquia de San Pedro para hacer la visita al Santuario".
En 1921 D. Fernando Pérez Sevillano costea el altar donde se venerará el Simpecado de la Hermandad. En inventario de 10 de octubre de 1921 se describe así: "Es de Cerámica, construido este mismo año por el Sr. D. Manuel Pérez de Tudela, de Sevilla. (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Se conserva en la antigua calle de la Misericordia, hoy de Jesús de la Pasión. En origen se titulaba de Santiago. Estuvo bajo el patronazgo de la ilustre familia Guzmán y Quesada, caballero de la Orden de Santiago. Fue panteón de los caballeros santiaguistas. Contó con cátedra de Filosofía y Gramática. Y, desde 1884, funcionó como asilo. Todo ello justifica las múltiples transformaciones del edificio.
Gracias al testamento de Diego de Guzmán y Quesada, otorgado en 1691, se sabe que el inmueble fue reedificado en 1631, permaneciendo en buen estado de conservación hasta bien entrado el siglo XVIII. Entre 1730 y 1740 se acometieron ciertas mejoras, ya que a partir de esa fecha continúa abierta al culto decentemente. Su fábrica, durante el terremoto de 1755, no sufrió ningún deterioro. Sin embargo, entre 1787 y 1794, se reconstruyó de nuevo. En esta ocasión, tal vez interviniera el arquitecto diocesano Antonio de Figueroa o José Álvarez, a juzgar por la impronta formal de la portada. Posteriormente, por exigencias del culto, en 1843 se instaló el órgano. Unos años después, durante la epidemia de cólera de 1854, la ermita se transformó en Hospital provisional. Con tal motivo, altares, imágenes y ornamentos pasaron a la parroquial de San Pedro. Luego, en 1883, se utilizó como colegio. Y al año siguiente, con objeto de ampliar las aulas, el recinto se dividió en dos pisos. Por último, tras múltiples funciones, pasó a ser un asilo nocturno. Afortunadamente, a finales del siglo XX se restauró esta antigua ermita de Huelva, bajo la dirección técnica del arquitecto Alfonso Martínez Chacón. Por ello, la Hermandad de Ntra. Sra. de las Angustias, Santo Entierro de Cristo y Soledad de María se trasladó a su primitiva sede el 31 de enero de 1995.
La ermita se compone de una sola nave con capilla mayor, acabada en testero plano, y sacristía. Bajo el presbiterio se conservan restos de la antigua cripta del siglo XVII.
La fachada principal corresponde al flanco de la epístola. Su portada está coronada por la espadaña. La puerta queda adintelada por dos pilastras que soportan un escueto entablamento y un frontón triangular partido. La espadaña tiene un solo cuerpo, formado por un arco de medio punto entre pilastras, que sujetan el consabido entablamento. Este ejemplar, propio de las postrimerías del siglo XVIII, está flanqueado por cartones laterales y coronado por frontón triangular partido, en cuyo centro se alza sobre un pilarcillo una cruz de cerrajería con veleta.
En su interior, a la izquierda de la puerta de acceso, se expone el gran Crucificado que presidía la iglesia parroquial de la Concepción de esta ciudad. Es una escultura en madera policromada, obra gubiada por Antonio León Ortega en 1968. En el flanco opuesto se cuelga el cuadro de Ánimas del Purgatorio de la citada parroquial. Se trata de un óleo sobre lienzo, firmado por Juan Padilla en 1938. A continuación está la urna con el Cristo yacente, cuya escultura conserva la cabeza de la primitiva efigie, mientras que el cuerpo lo ejecutó también León Ortega en 1943.
En la capilla mayor preside, como antaño, la Virgen de la Soledad, imagen de candelero para vestir, obra asimismo del citado escultor ayamontino en 1944. Esta Dolorosa recibe culto en un retablo de escayola moderno, en cuya hornacina superior hay una escultura ecuestre de Santiago, modelada por David Valenciano en 1997. Y, por último, de nuevo en el costado de la epístola, se sitúa Ntra. Sra. de las Angustias con el Cristo muerto sobre su regazo. Este grupo de la Piedad, trabajado en madera, estofada y policromada, es obra de Antonio León Ortega en 1944 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Se trata de una pequeña iglesia barroca con planta rectangular de una sola nave y tres capillas laterales. Su construcción se llevó a cabo el siglo XV bajo la advocación del apóstol Santiago. Su exterior es austero por su reciente reconstrucción y por sus diversas funciones a lo largo de su historia.
El actual edificio está conformado por una nave rectangular cuyo acceso se hace a través de unas escalinatas que da paso a la puerta de entrada formulada bajo un rebajadísimo arco delimitado por dos pilastras laterales y un frontón partido en cuyo centro se inserta una espadaña con ménsulas laterales y rematada por un frontón sin cerrar. En cuanto a la nave, se cierra en cabecera plana teniendo en su zona de presbiterio una cripta de planta cuadrada con acceso en rampa, utilizada como última morada de don Pedro de Guzmán y Quesada y familia.
En la capilla mayor tuvo que estar revestida con un retablo donde aparecerían supuestamente las imágenes de Santiago y Nuestra Señora de la Soledad. El edificio se completa con tres capillas laterales ubicadas en el muro izquierdo de la iglesia. El sistema de iluminación de esta iglesia provenía por óculos ubicados en la zona de entrada y la propia puerta del edificio.
La ermita de la Soledad, se encuentra en una de las zonas más históricas de Huelva, en el barrio de San Sebastián, muy cerca de la Iglesia parroquial de San Pedro. En sus inicios, la ermita debió estar dedicada al apóstol Santiago después de la conquista de los cristianos de la ciudad. Es lógico que así fuera ya que durante de la conquista (siglo XIII) de Alfonso X el Sabio, la orden de Santiago tuvo un papel protagonista.
Difícil también es de precisar su fundación y todo alrededor de ella son conjeturas. Realmente la ermita que hoy está abierta al culto y acoge a la hermandad del Santo Entierro data del siglo XVIII ya que en las crónicas de la ciudad de Huelva después del terremoto de Lisboa de 1755 se hablaba de las escasas alteraciones sufridas en la ermita. Podemos hablar entonces de la existencia de dos posibles edificios diferentes en tiempo y en estilos.
A lo largo de los siglos, la ermita de la soledad tuvo distintos usos. Desde el siglo XVII fue sede de la Cátedra de Latinidad y Gramática, creada por don Diego de Guzmán y Quesada. En 1854, el edificio pasó a ser hospital. Más tarde, hacia 1869, el edificio pasó a ser propiedad del ayuntamiento, a partir de lo cual, sufrió un abandono hasta que en 1880 se crearon unas escuelas cristianas, cuyas obras abarcaron desde ese mismo año hasta 1885. Años más tarde el uso de la ermita pasaría de ser academia y lugar de ensayo de la banda municipal a albergue de transeúntes, hasta los comienzos de la década de los 80, que recuperado por el obispado de Huelva se llegó a la conclusión de demolerlo en su totalidad por el estado de abandono en que se encontraba, propuesta que fue criticada por el pueblo, gracias a lo cual se conservó lo que sin lugar a duda es ser uno de los templos más antiguos de la ciudad.
La rehabilitación se inició en 1992 hoy es sede de la Hermandad del Santo Entierro, quien en este edificio aloja sus tallas procesionales entre las que destacan el Cristo Yacente, cuya cabeza es anterior a 1936, la Virgen de las Angustias (1958) y la Virgen de la Soledad (1944), tallas del escultor León Ortega (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El 30 de junio de 1923, el cardenal arzobispo de Sevilla, Eustaquio Ilundain y Esteban, creaba una nueva parroquia en la ciudad de Huelva, por la lejanía del barrio del Polvorín respecto de las dos parroquias existentes hasta entonces en la capital onubense. Al erigir la nueva feligresía ordena que los cultos se tengan en la capilla de las Teresianas. El 6 de julio de 1928, dicho prelado bendijo la primera piedra del nuevo templo parroquial, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. La nueva iglesia se construyó en terrenos cedidos por Enrique Díaz y su esposa, Concepción Rodríguez Garzón. Para su construcción la archidiócesis hispalense contó con el legado del Sr. Recur. Los planos de la misma fueron encargados al arquitecto Vicente Traver. La ejecución de la obra fue por parte de la Sociedad Anónima de Construcciones de Sevilla. La bendición solemne de la nueva parroquia la hizo el cardenal Ilundain el 22 de diciembre de 1929.
La fachada, trabajada en ladrillo limpio, presenta un desarrollo marcadamente vertical. La puerta, adintelada, exhibe en el tímpano de medio punto una cerámica polícroma, con el tema de la Epifanía. Dicha puerta queda enmarcada por pilastras dóricas toscanas y traspilastras, que reciben un escueto entablamento y se corona con un frontón curvo, en cuyo interior campea el escudo del cardenal fundador, Eustaquio Ilundain y Esteban. Más arriba se abre un óculo con vidriera policromada, en cuyo centro aparece el Divino Corazón. En los laterales se disponen sendas cartelas con los emblemas de JHS y de María. Este imafronte se remata con un pequeño ático, provisto de frontón triangular con tres pináculos y recortados cartones laterales. En su interior hay una hornacina que exhibe una cerámica con el Sagrado Corazón. En la fachada hay dos retablos cerámicos de Mensaque Rodríguez, de la Virgen de la Victoria y el Cristo de la Humildad.
A la izquierda se alza la torre parroquial, compuesta por una sencilla caña de sección cuadrangular sobre la que se dispone el campanario, integrado por tres cuerpos superpuestos y decrecientes. El conjunto se remata con cuatro bolas de cerámica polícroma y una cruz de cerrajería. En el lateral opuesto se ubica la capilla bautismal, cubierta con teja y redoblón, cuya bóveda semiesférica está recubierta de azulejería azul y en su centro hay una cruz de cerrajería.
La iglesia, de una sola nave abovedada, presenta siete arcos fajones que apean sobre pilastras. Sobre la única puerta de acceso al templo se halla el coro alto. En el flanco del evangelio se sitúa la capilla sacramental, de planta cuadrada y bóveda de arista. Está presidida por un retablo dedicado al titular del templo, procedente de una iglesia de Osuna, de la primera mitad del siglo XVIII, compuesto de mesa de altar, banco, un sólo cuerpo con tres calles separadas por estípites y un ático semicircular. En él reciben culto dos imágenes de vestir: Santo Domingo de Guzmán, de principios del siglo XX, y la Virgen del Rosario, del siglo XVIII. En los paramentos laterales de la capilla hay dos hornacinas, en las que se veneran los titulares de la Hermandad Sacramental de la Santa Cena. La Virgen del Rosario, dolorosa de candelero para vestir, obra de Antonio León Ortega en 1955. Y el Cristo del Amor, realizado por el mismo escultor en 1949. La bóveda de la capilla está ornamentada con pinturas murales, de Francisco Llonis Santiago en 1998.
La capilla mayor está presidida por un Crucificado, talla en madera mayor que el natural de José Lemus García, de 1967. En el medio punto de su arco queda inscrita una representación del Corazón de Jesús adorado por ángeles, obra también del mismo escultor, decorada en 1998 por Francisco Llonis.
Ya en el lado de la epístola nos encontramos con la capilla de la Hermandad de la Victoria, de idéntica morfología y dimensiones que la sacramental, frontera a ésta. La preside un retablo compuesto de mesa de altar de mármol, sobre la que se levanta un retablo-hornacina, flanqueado por dos columnas corintias con el tercio inferior tallado y el resto del fuste acanalado, que soportan un frontispicio, sobre el que campea un triángulo resplandeciente, alusivo a la Trinidad, y con el Espíritu Santo en forma de paloma. Este retablo fue tallado por Miguel Hierro hacia 1957. En su centro se venera la imagen de candelero para vestir de la Virgen de la Victoria, obra de Luis Álvarez Duarte en 1968. En la hornacina del paramento lateral derecho está el Cristo de la Humildad, gubiado por Antonio León Ortega en 1943. En la hornacina frontera se sitúa San Juan Evangelista, imagen de vestir de Álvarez Duarte en 1968.
A los pies del templo, siguiendo el lado de la epístola, está el baptisterio, convertido hoy en capilla de la Hermandad de las Tres Caídas. Queda presidida por el Cristo del Perdón, crucificado tallado en madera policromada por León Ortega en el año 1948. A su derecha está el Cristo de las Tres Caídas, imagen de vestir del mismo escultor. Y, a la izquierda, la imagen de candelero para vestir de la Virgen del Amor, también del susodicho autor realizada en 1949. Del citado escultor ayamontino es igualmente una reproducción de la Virgen de Montemayor Patrona de Moguer, imangecita de candelero para vestir de 1956 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
El barrio Reina Victoria, llamado popularmente Barrio Obrero es una construcción de 1916, ideada para vivienda de los obreros de la Compañía minera de Riotinto, cuyo proyecto se debe a los arquitectos Pérez Carasa y Aguado. Es una barriada tipo ciudad-jardín con un paseo de circunvalación. Tiene nueve calles paralelas y dos ortogonales. Aunque se pretendió levantar una barriada al estilo inglés, no se consiguió esto más que en los exteriores. El arquitecto R. H. Morgan, que hizo la portada principal, proyectó entre 1918 y 1920, otro grupo de viviendas, que le dan la configuración actual, con las intervenciones de los arquitectos citados entre 1923 y 1929 (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Actualmente, el Barrio Obrero Reina Victoria de Huelva ocupa una superficie aproximada de 8,25 hectáreas y cuenta con 274 viviendas distribuidas en 88 edificios, en las que reside una población que no sobrepasa el millar de personas.
Rodeado por la ciudad y delimitado por un murete que recorre su perímetro, el conjunto se alza sobre una plataforma de hasta diez metros por encima de las calles que lo rodean. El trazado general responde al de una ciudad-jardín, con un paseo de circunvalación, nueve calles paralelas con las que se cruzan otras dos y diversas plazoletas elípticas y ajardinadas en las intersecciones.
El trazado general responde al de una ciudad-jardín, con un paseo de circunvalación, nueve calles paralelas con las que se cruzan otras dos y diversas plazoletas elípticas y ajardinadas en las intersecciones.
Esta singular zona residencial, que hoy constituye una de las principales referencias históricas de la ciudad, comenzó a construirse en el Cerro de San Cristóbal en 1916 con el objetivo de facilitar viviendas a los trabajadores de la Riotinto Company Limited, sociedad británica que explotaba las minas de Riotinto desde 1873.
La empresa encargó a los arquitectos municipales José María Pérez Carasa y Gonzalo Aguado una primera fase de 71 edificios iguales e independientes con planta en forma de T, de una sola altura y formado por tres viviendas cada uno. Las casas, que recogen algunos de los rasgos característicos de la arquitectura inglesa, presentan cubiertas a dos aguas con teja plana y chimenea y fachadas enfoscadas, encaladas y con detalles decorativos de ladrillo visto. Esta primera fase concluyó en 1919, con algunas modificaciones del arquitecto británico R. H. Morgan respecto al proyecto inicial.
Entre 1923 y 1929 se construyen otros 16 bloques, proyectados tanto por Aguado y Pérez Carasa como por Morgan. Este último imprime su sello personal al introducir, entre otros elementos, la doble altura, las buhardillas y las marquesinas con cubiertas de madera.
Esta singular zona residencial, que hoy constituye una de las principales referencias históricas de la ciudad, comenzó a construirse en el Cerro de San Cristóbal en 1916 con el objetivo de facilitar viviendas a los trabajadores de la Riotinto Company Limited, sociedad británica que explotaba las minas de Riotinto desde 1873 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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