Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos (Catedral de la Merced; Universidad - antiguo Convento de la Merced; y Plaza de la Merced) de la localidad de Huelva (III), en la provincia de Huelva.
Iglesia Catedral de La Merced
En la arquitectura onubense de la época barroca, destaca el convento e iglesia de Nuestra Señora de la Merced. Este cenobio de Mercedarios Descalzos fue fundado por Manuel Alonso Pérez de Guzmán, Duque de Medina Sidonia, en 1605, en el antiguo barrio de la Vega Larga. El estado ruinoso que aquejaba al convento en 1714 se agravó con el terremoto de 1755. Por ello comenzaron las obras de restauración a partir de dicha fecha.
Desde 1835, al pasar el inmueble a ser propiedad de la provincia, se ha utilizado con distintos fines, como cuartel, hospital, sede de la Diputación, instituto y hoy tan sólo acoge a algunas facultades de la Universidad onubense. Su iglesia alcanzó el rango catedralicio el año 1953, al crearse la Diócesis de Huelva.
La fábrica, deformada por múltiples adaptaciones, refleja aún la impronta conventual. Las distintas dependencias del sector doméstico se ordenan alrededor de dos claustros gemelos, acostados paralelamente, de tres cuerpos superpuestos y cerradas galerías. Galerías que, en el piso bajo, presentan sus tres tramos centrales cubiertos por bóveda de cañón con lunetos y los angulares por bóvedas de arista. En cambio, las galerías superiores son más bajas y se cubren con bóvedas de arista exclusivamente. Los elementos constructivos denuncian la depuración de las formas barrocas en pro de un clasicismo incipiente. De ahí que este purismo formal produzca unas veces la impresión de que el espacio modela la plástica limitadora de pilares, pilastras y paramentos, y otras, de que las partes verticales crean con su modelado las bóvedas y los interiores.
De todo el conjunto residencial sobresale, por gozar de entidad propia, la escalera principal. La solemne escalera, dispuesta a eje con el vestíbulo, descansa sobre cruzadas bóvedas de arcos rebajados, pareadas columnas marmóreas de orden dórico-toscano semejantes a las que, en grupos de cuatro, delimitan la caja de la misma, coronada por una cúpula oval sobre pechinas. La escalera, con barandas de hierro, arranca desde el bajo en dos ramales hasta el primer rellano, de cuyo centro parte sólo un tramo que enlaza con el piso superior al bifurcarse, nuevamente, en otros dos. Sugestivo es el juego de perspectivas que se produce en el primer rellano a través de los dos balcones que perforan los muros laterales. Estos balcones están flanqueados por pilastras cajeadas con ménsulas a guisa de capitel sobre las que se alzan arcos trilobulares.
La desamortización de Mendizábal motivó que en diciembre de 1835 estuviera ya disuelta la comunidad. Desde el año 1842, el convento sirvió de cuartel. En el año 1863 todo el edificio conventual; incluida la iglesia, fue adquirido por la Diputación, con la idea de albergar en él el Instituto Provincial y la Escuela Normal, quedando el templo como ayuda de parroquia. Sirvió como sede de la Diputación Provincial, Instituto de Segunda Enseñanza y Hospital Provincial. En 1942 se construyó el cuerpo trasero, y en 1957 se levantó la tercera planta del edificio. En 1991 concluyeron las obras de adaptación para la Universidad de Huelva, proyectadas por los arquitectos Miguel González Vílchez y Guillermo Orozco Muñoz.
La iglesia de La Merced, después del seísmo de 1968 fue clausurada al culto. Declarada Monumento Histórico-Artístico, se emprendió la restauración en 1971, bajo la dirección del arquitecto don Rafael Manzano Martos, gracias al esfuerzo conjunto de la Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural y de la Diputación Provincial de Huelva. Las obras finalizaron en 1977.
El templo, ubicado a la izquierda del convento, presenta una planta y un alzado muy academicista. La ordenación interior del recinto comprende ámbitos espaciales de cinco tramos, crucero, cabecera con capillas acabadas en testero plano. La nave central, más ancha que las contiguas, está cubierta por bóveda de cañón con lunetos. Los arcos fajones descargan en el entablamento y éste sobre pilastras de capiteles corintios adosadas a los machones que reciben a los arcos formeros de medio punto, divisorios de naves. Sobre ellos montan los balconcillos de las tribunas colindantes. A los pies de la nave, por encima de la puerta principal de acceso, se extiende la tribuna del coro alto, cuyas alas laterales avanzan apoyándose falsamente sobre capiteles corintios.
El crucero exhibe en su centro una elegante cúpula sobre pechinas con decoración pictórica de los santos de la Orden, San Pedro Nolasco, Santa María de Cervellón, San Ramón Nonato y Beata Mariana de Jesús. La gran cúpula que inunda esta zona del interior de una suave atmósfera de luz, se compone de elevado tambor, elemento cupuliforme y airosa linterna. El altar exento, bajo la cúpula del crucero, goza de perfecta visibilidad. El amplísimo y ondulado presbiterio de mármol rojo y gris, como toda la solería y zócalo del templo, es capaz para las solemnes concelebraciones de las fiestas litúrgicas.
Al exterior presenta un armonioso juego de expresiones volumétricas de extremada delicadeza en su conjunto. El edificio, por su avanzada cronología, acentúa la planitud de las superficies y reduce casi todo el ornato externo a la portada principal. Portada que, a modo de tapiz, queda enmarcada entre dos espadañas de traza barroca, levantadas en la última restauración. La portada está organizada en tres cuerpos. El inferior, delimitado por una rotunda cornisa a lo largo de toda la fachada, se concibe a modo de gran zócalo. Entre los elementos decorativos, muy propios de los Figueroa, destacan las pilastras que, dispuestas en un doble orden, encuadran vanos y hornacinas, soportando curvados entablamentos que se adaptan morosamente al trasdós curvo de los huecos. El conjunto finaliza en elegante balaustrada y buhardillón que configuran, por la parte superior la silueta externa de la iglesia. Las hornacinas fueron enriquecidas con las esculturas, en barro cocido, de la Virgen de la Merced, San Leandro, San Walabonso, Santa María y el Beato Vicente de San José, obras de Antonio León Ortega.
Se ha considerado como probable arquitecto proyectista del templo mercedario de Huelva a Ambrosio de Figueroa. No obstante, el maestro alarife que dirigió técnicamente la construcción de esta iglesia conventual fue Francisco Díaz Pinto, natural de La Palma del Condado.
En 1936, la mayor parte de su patrimonio artístico se salvó, en parte por su condición de capilla del hospital y por su pertenencia a la Diputación, y en parte porque oportunamente se escondieron los bienes muebles en las dependencias hospitalarias. De ahí la notable riqueza del templo en obras artísticas.
En el fondo de la nave del evangelio, hay un retablo de madera, dorada y policromada, de estilo neoclásico. El cuerpo central, sobre la predella, se divide en tres calles mediante cuatro columnas. La central está provista de hornacina, en la que se venera una talla policromada de San Antonio Abad, del siglo XVIII. La ornamentación de apliques dorados sobresale del fondo policromado, que semeja, al igual que en todos los demás, mármoles jaspeados. Su formato responde al finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX. Sobre la mesa de altar, se halla una imagen de candelero para vestir de San Pedro Nolasco, ajena a los cánones sevillanos, cuya devoción es datada en el convento hacia 1615. En la hornacina superior una talla en madera policromada de San Cayetano, del siglo XIX.
Pasada la puerta, le sigue el antiguo retablo de la Virgen de la Cinta ejecutado en madera dorada y policromada. Lo constituye una simple hornacina con arco de medio punto amparado por un dosel. El repertorio ornamental abarca las pinturas de los símbolos marianos y las tallas de angelitos, flores y frutas, propios del siglo XVIII. Hoy está presidido por la imagen de candelero para vestir de Ntra. Sra. de la Merced, titular del templo catedralicio, obra anónima de hacia 1618.
Tras este retablo, otro de similares proporciones y estilo, pero con estípites y un arco trilobulado bajo doselete y remate semicircular, con hornacina central, ornamentado con angelitos, flores y frutos, de la primera mitad del siglo XVIII. Está dedicado al Santísimo Cristo de Jerusalén y Buen Viaje, talla policromada de escuela gaditano-genovesa. Recibía culto ya en 1647.
En el crucero está el retablo de la Virgen de los Dolores. Es de madera tallada, dorada y policromada. Está compuesto de dos cuerpos, dividido en tres calles, con camarín central y repisas contiguas, sobre elevado banco con puertas laterales de acceso al camarín y sagrario en el centro; en el superior o ático, preside el Crucificado. En la decoración destaca, como remate del camarín de la Virgen, un medallón con el relieve de San Felipe Benicio; dos angelotes sentados en los vértices inferiores del fragmentado frontón, portando símbolos pasionarios; y rocallas, que enmarcan en su interior unas escenas pictóricas de la vida de Cristo. Fue construido antes de 1772. Lo preside la imagen de candelero para vestir de la Virgen de los Dolores, obra anónima sevillana de la segunda mitad del siglo XVIII. En las repisas laterales se hallan las esculturas de los mártires San Lorenzo y Santa Catalina.
Situada en la cabecera de la nave está la capilla del Santísimo. En ella hay un altar con frontal de plata y escudo del obispo Noguer Carmona, una predella y el sagrario, que junto con la custodia procesional forman el altar de la misma. Las obras de orfebrería son obra de Fernando Marmolejo Camargo. El frontal, la predella y el sagrario de 1997, la custodia, de la que más adelante se trata, es de 1952. El lugar del ostensorio está ocupado por un Niño Jesús, de escuela montañesina.
La capilla mayor transformada en la última restauración, adapta en el antiguo presbiterio el coro de canónigos presidido por la sede episcopal. Tras el coro se dispone una tribuna alta, con el nuevo camarín de la imagen titular, que hoy ocupa la magnífica escultura en madera policromada de la Virgen de la Cinta, atribuida a Juan Martínez Montañés, de hacia 1606-1609. Sobre la puerta de la sacristía se halla un cuadro de San Lorenzo pintado sobre lienzo, obra de Herrera el Viejo, de 1617.
En el crucero, en el lado de la epístola, encontramos un retablo de madera dorada y policromada, parejo con el de la Virgen de los Dolores, que consta de dos cuerpos; el inferior de tres calles separadas por pilastras y columnas, con hornacina central de arco trilobulado. En ella se venera el Cristo de las Cadenas, escultura procesional de madera policromada, de escuela gaditano-genovesa. Existe la advocación desde 1657. En las repisas adyacentes están expuestas las tallas policromadas de San Nicolás y San Blas, de la época del retablo. En el ático, en otra hornacina, hay un San José, sobre ménsula dorada con el escudo mercedario. Se decora con angelotes y rocallas. El retablo estaba en construcción en 1767.
En la nave de la epístola, al principio, encontramos un retablo de madera tallada, dorada y policromada, dedicado a San José, que lo preside. El grupo escultórico de San José con el Niño itinerantes, está realizado en madera estofada y policromada, es obra anónima de finales del siglo XVIII. El retablo presenta un cuerpo central con una hornacina entre dos repisas. El ático, a modo de frontón curvo, se interrumpe en el centro por un abultado moldurón animado con un lienzo del arcángel Rafael. La ornamentación de rocallas data esta obra en el siglo XVIII. Sigue un retablo labrado en madera dorada y policromada, consagrado al Corazón de Jesús, imagen de principios del siglo XX. Sobre la predella del retablo se alza el cuerpo principal con tres calles delimitadas por estípites. En la calle central se abre una hornacina y en las laterales una repisa para cada una. El cuerpo superior, semicircular, ostenta un relieve con San Ramón Nonato, que porta en sus manos una custodia ostensorio y una palma. Este ejemplar se enriquece mediante guirnaldas de flores, frutas y cabezas de querubines, según las directrices del siglo XVIII.
A los pies de la nave, simétrica a la capilla de la nave del evangelio existe otra capilla, con retablo trabajado en madera dorada y policromada sobre el banco se eleva el primer cuerpo de tres calles; con hornacina en la central y repisas en las laterales. El ático, así como todo el conjunto, imita placas marmóreas de tonos rosas, verdes y grises. Es obra de hacia 1800. Lo preside un San Roque, talla en madera estofada y policromada, manierista, de hacia 1582. En la peana encontramos esta inscripción: «Renobóse el año de 1722 a despensa del Cabildo». A los lados, un San Juan Nepomuceno, talla policromada, con aditamentos de telas encoladas, de finales del siglo XVIII, y la talla de San Juan de Dios, obra de Antonio León Ortega, 1959.
En la nave central, adosado al segundo pilar de la arquería izquierda de separación de naves está el púlpito, trabajado en madera. El pie es cuadrangular, y mientras que en su tramo inferior los óvalos de sus caras se enriquecen con rosas, en el superior lucen el emblema de JHS, el escudo de la Merced y el monograma de María. La plataforma facetada presenta en las tres caras exentas, de las cinco que integran el antepecho de la misma, sendas pinturas en que se representan al Beato Jacobus de Soto, mártir; al Beato Sancius de Aragón, arzobispo de Toledo y mártir; y al Beato Juanes de Santa María, mártir, respectivamente. La escalerilla se articula en dos tramos junto al pilar, y su baranda está decorada con flores, lazos y filetes dorados. En la ornamentación de esta pieza del barroco purista resaltan los óvalos, cartelas aveneradas, costillas y laureles por influjo de la orfebrería manierista. Por todo ello, catalogamos esta obra de carpintería hacia 1625, con decoración pictórica de hacia 1800.
En el coro alto, con balaustrada de estípites, se encuentra un templete de madera dorada, de movidas formas, obra de fines del siglo XVIII, que se ha adaptado para contener los tubos del órgano.
La sala capitular se sitúa en la tribuna superior del lado del evangelio. En ella se encuentra el Cristo de marfil, denominado Cristo del Cabildo, obra anónima hispano-filipina, de la segunda mitad del siglo XVII, ante la que oró Juan Pablo II en su visita a Huelva, el 14 de junio de 1993.
La orfebrería de este templo catedralicio cuenta con ejemplares de diversas épocas: Del último cuarto del siglo XVI es un cáliz de plata, de estilo bajo renacimiento, con copa posterior, del siglo XVII. Y también de finales del Quinientos es un portapaz de bronce dorado, con el tema de la Piedad. Del Seiscientos es otro cáliz de plata, fechado en 1610. Del siglo XVIII hay dos cálices barrocos argénteos, uno donado por Doña Nicolasa de la Cerda y Aragón Condesa de Oñate y Campo Real. Y otro, realizado en 1727. Conserva dos punzones. En uno se dice: «1727 Muñoz», y en otro aparece la marca de los orfebres lisboetas. De fines del siglo XVIII es una bandeja de plata, de estilo rococó, a la que se le grabó en su centro el escudo del obispo Cantero Cuadrado.
Del siglo XIX procede un cáliz de plata, datado en 1859, donación de la reina Isabel II. Tiene tres punzones, el de la ciudad de Madrid, la marca de la Real Fábrica de Platería de Martínez, con la Z y la M superpuestas y un emblema de un castillo almenado.
Del siglo XX son cuatro cálices de plata. Uno de estilo neobarroco, con la marca «A». Uno de estilo neogótico, con punzón de Garin. Otro en estilo neobarroco, y el último, con medallones trilobulados. De los comienzos del Novecientos es el báculo con decoración modernista y la simbología de la Iglesia, que perteneció al arzobispo de Santiago D. Tomás Muniz. Lleva adosado el escudo episcopal de D. Pedro Cantero, que lo donó a la catedral onubense. Las crismeras, tres ánforas, y la balsamera a juego con aquellas, ejecutadas en plata, son obra de J. Puigdollers y O. Vinadez, Madrid 1955. Del mismo siglo son la jarra y la palangana en plata, un incensario de plata y una bandeja de metal plateado realizados en Lucena (Córdoba). Pieza muy destacada de la orfebrería es la custodia procesional de plata, realizada por Fernando Marmolejo Camargo, enriquecida con motivos heráldicos, ángeles, evangelistas y escenas históricas onubenses. El ostensorio está realizado al gusto de finales del siglo XVII y en el basamento del templete de la custodia hay una leyenda que recoge antífonas eucarísticas.
Depositados en el Obispado, se encuentran dos lienzos de Juan de Roelas, que representan la Presentación de la Virgen en el Templo y la Anunciación. Decoraban los pilares del crucero (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
La iglesia de Nuestra Señora de la Merced fue levantada en 1606 formando parte del antiguo convento de la Merced fundado en 1605 por don Alonso Pérez de Guzmán, señor de la villa por estos años. El terremoto de 1755 hizo que gran parte de las dependencias se destruyeran, iniciándose posteriormente las obras aprovechándose los muros de la fábrica primitiva. La iglesia fue elegida sede del cabildo diocesano y catedral, cuando fue creada esta diócesis en 1953. El templo se encuentra ubicado en la zona occidental del convento, tiene planta basilical de tres naves de cinco tramos y crucero. La nave central, más ancha y alta que las laterales, está cubierta con bóveda de cañón y lunetos reforzada con arcos fajones con intradós cajeado.
Las tres naves se encuentran separadas mediante arcos formeros de medio punto, con intradós cajeado, que apoyan sobre pilares cruciformes de vértices redondeados. Sobre los arcos se sitúan balcones, a modo de tribunas, cuyos frentes se encuentran decorados con motivos mixtilíneos. Entre los arcos formeros y adosadas al muro se levantan pilastras cajeadas de capiteles corintios. En la zona superior una cornisa volada, apoyada sobre una línea de ménsulas, recibe el empuje de la bóveda. La zona superior del primer tramo de la nave central se encuentra ocupada por el coro, cuyas tribunas laterales avanzan hacia la nave apoyándose falsamente sobre capiteles corintios. Adosado al segundo pilar izquierdo, en la nave central, se ubica el púlpito. Está realizado en madera y compuesto de tornavoz lobulado y antepecho de paneles rectangulares, de los cuales, tres muestran decoración pictórica representando a los mártires beatos Jacobus de Soto, Sancius de Aragón y Juanes de Santa María. El conjunto se encuentra decorado con óvalos, cartelas aveneradas y elementos vegetales. Las naves laterales se cubren con bóvedas de arista y en sus muros perimetrales se ubican retablos. En el primer tramo de la nave del Evangelio se encuentra el retablo de San Antonio Abad, realizado en madera, tallada, dorada y policromada. La calle del cuerpo central del retablo, presenta en el interior de la hornacina la imagen de San Antonio Abad, escultura realizada en madera tallada, dorada y policromada.. La repisa de la calle derecha la ocupa la imagen de la Virgen del Carmen. En el tercer tramo de la misma nave se encuentra el retablo de Nuestra Señora de la Merced, obra del siglo XVIII realizada en madera, tallada, dorada y policromada. Mide 4,10 m de alto por 2,45 m de ancho.
También en el cuarto tramo de la nave del Evangelio se ubica el retablo del Santísimo Cristo de Jerusalén y Buen Viaje.
Fue realizado en la primera mitad del siglo XVIII en madera tallada, dorada y policromada. Mide 4,70 m de alto por 2,35 m de ancho.
En el muro perimetral de la nave de la Epístola se ubican tres retablos; en el primer tramo se encuentra el Retablo de San Roque. En el tercer tramo de la misma nave se encuentra el retablo del Sagrado Corazón de Jesús. El retablo de San José, es el tercer retablo, situado en la misma nave.
El crucero presenta elegante cúpula semiesférica sobre tambor y linterna superior, que descansa en pechinas, las cuales muestran decoración pictórica compuesta de medallones en cuyo interior se representan a Santa Catalina, San Lorenzo y dos santos mercedarios. El tambor se compone de ventanas rectangulares decoradas con perfiles mixtilíneos, entre dobles pilastras de capiteles compuestos. El presbiterio tiene planta rectangular. El testero plano del mismo se encuentra cubierto, en su zona inferior, con la sillería del coro de los canónigos. En la parte superior, entre columnas de fuste estriado y capitel compuesto, se abre el camarín que alberga la imagen de Nuestra Señora de la Cinta. En el muro frontal del brazo izquierdo del crucero, se ubica el retablo de Nuestra Señora de los Dolores. Las dos calles laterales presentan pequeñas hornacinas que cobijan las imágenes de Santa Catalina y San Lorenzo. Las tres calles terminan con entablamento superior movido que da paso al ático. Este presenta en su interior un crucificado flanqueado de amplias molduras sinuosas y entablamento superior coronado con penacho. El conjunto se decora con ángeles que portan símbolos de la pasión y rocallas que enmarcan escenas pictóricas sobre la vida de Jesús. En el muro frontal del brazo derecho del crucero se encuentra el retablo de Nuestro Padre Jesús de las Cadenas.
El antiguo convento es un edificio de planta rectangular organizado en torno a dos patios gemelos, de sección cuadrada, porticados, en cuyos frentes presentan tres arcos rebajados que descansan sobre pilares cruciformes de orden dórico.
Entre los patios se encuentra la monumental escalera de traza imperial; parte de dos puntos diferentes para unirse en el segundo tramo y separarse nuevamente en el último. Su primer tramo arranca desde la galería que une a los dos claustros, su acceso presenta tres arcos de medio punto apoyados en cuatro pares de columnas toscanas. El segundo y tercer tramo de la escalera están cubiertos de una gran bóveda elíptica que apoya por medio de pechinas en cuatro grandes arcos de medio punto. El edificio fue planteado en origen con dos plantas, pero la expropiación de 1835 y su posterior uso como hospital necesitado de más espacio, culminó con la construcción en 1952 del tercer piso.
Actualmente, la fachada principal consta de un alzado de tres plantas compuestas cada una de 12 vanos, dispuestos en eje. El acceso a su interior se encuentra descentrado de la fachada hacia su costado izquierdo. El conjunto arquitectónico se encuentra exento y sobre una plataforma que salva el desnivel del terreno. La fachada principal de la iglesia presenta el paramento avitolado, está concebida a modo de retablo, con tres cuerpos y tres calles. El primer cuerpo de la calle central presenta un vano de medio punto flanqueado con dobles pilastras dóricas, en ambos lados se ubican arcos ciegos en cuyo interior se abren óculos lobulados. En los cuerpos superiores se desarrolla la misma composición de tres hornacinas que acogen diferentes imágenes decoradas con perfiles mixtilíneos. Las dos calles laterales constituyen la base de las dos torres que no llegaron a concluirse y que fueron rematadas en el siglo XX con amplia balaustrada que corona la fachada y sendas espadañas de dos cuerpos.
En esta Catedral se celebran los actos litúrgicos en torno e la Virgen de la Cinta durante su estancia, con motivo de las fiestas patronales el 8 de septiembre.
En la arquitectura onubense de la época barroca, destaca el Convento e Iglesia de Nuestra Señora de la Merced. Este cenobio de Mercedarios Descalzos fue fundado por Alonso Pérez de Guzmán, Duque de Medina Sidonia, en 1605. El actual edificio del siglo XVIII, situado en la plaza de este nombre del antiguo barrio de la Vega Larga sustituyó al primitivo erigido en la centuria anterior. El estado ruinoso que aquejaba al convento en 1714 se agravó con el terremoto de 1755.
Por ello comenzaron las obras de restauración a partir de dicha fecha.
La desamortización de Mendizábal motivó que en diciembre de 1835 estuviera ya disuelta la comunidad. Desde el año 1842, el convento sirvió de cuartel. En el año 1863 todo el edificio conventual, incluida la iglesia, fue adquirido por la Diputación, con la idea de albergar en él del Instituto Provincial y la Escuela Normal, quedando el templo como ayuda de parroquia. Sirvió como sede de la Diputación Provincial, Instituto de Segunda Enseñanza y Hospital Provincial. En 1942 se construyó el cuerpo trasero, y en 1957 se levantó la tercera planta del edificio. En 1991 concluyeron las obras de adaptación para la Universidad de Huelva, proyectadas por los arquitectos Miguel González Vilches y Guillermo Orozco Muñoz.
La iglesia de la Merced, alcanzó el rango catedralicio en el año 1953, al crearse la Diócesis de Huelva. Después del seísmo de 1968 fue clausurada al culto. Posteriormente, en 1971 se emprendió la restauración, bajo la dirección del arquitecto don Rafael Manzano Martos. Las obras finalizaron en 1977 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La reforma de la Plaza de la Merced está más cerca que nunca. El cierre al tráfico de tres de los laterales y la recuperación del nivel del viario, sin elevación artificial, favorecerá su apertura al barrio, a los vecinos, y al conjunto monumental de la catedral y antiguo convento mercedario, que recuperará su protagonismo con una plaza que volverá a mirarlo.
El estudio ACTA (Arquitectura, Ciudad y Territorio Andaluz), con el arquitecto onubense Javier López Rivera, se ha encargado de redactar un proyecto en el que se han incorporado algunas modificaciones en los últimos meses. Tiene el visto bueno de la Delegación Territorial de Cultura y Patrimonio y también tiene el beneplácito vecinal, después de que haya sido presentado ante vecinos y comerciantes, que han aplaudido de forma mayoritaria la nueva configuración del espacio, según han confirmado fuentes municipales.
La barriada llevaba años reclamando una apertura de la plaza, que desde su última gran reforma, en 1975, a cargo del arquitecto Alfonso Jiménez Martínez, quedó aislada por barreras y una elevación artificial a diferentes niveles que acentuaba el aislamiento ante los vecinos, dando la espalda también a la catedral.
Ahora, el proyecto ganador de la licitación de octubre de 2020 viene a plantear lo contrario: la plaza quedará abierta completamente al barrio, de cara al conjunto declarado Bien de Interés Cultural (BIC), por cuyo frontal no circularán ya vehículos, como tampoco por los laterales de Paseo de la Independencia y Vázquez Limón, dejando sólo como arteria principal en la conexión oeste-este de la ciudad, el lateral de Ruiz de Alda, con una arboleda como pantalla de protección del tráfico rodado.
Recreación de la vida en la nueva plaza desde su extremo sureste, en la esquina de Vázquez Limón, con el frente despejado hacia los monumentos BIC. Recreación de la vida en la nueva plaza desde su extremo sureste, en la esquina de Vázquez Limón, con el frente despejado hacia los monumentos BIC.
La estética de la nueva plaza destacará por las formas curvas, con pavimentos de colores, zonas ajardinadas con césped y una profusa arboleda de distintas especies y tonos, sin perder las palmeras existentes en la actualidad y durante años, al igual que varios de los árboles de gran porte que se mantienen.
Un gran círculo central se abrirá hacia el conjunto monumental y estará preparado para un uso multifuncional, incluido el tradicional de las fiestas de la Cinta en septiembre, pero también actividades de diversa índole que potenciarán su vocación al servicio del barrio y de la ciudad onubense, como cine de verano, mercadillos comerciales o gastronómicos, conciertos de música, exposiciones culturales en pabellones temporales o práctica deportiva con nuevo equipamiento.
El estudio ACTA lo explica en su proyecto, al asegurar que su propuesta “trata de conformar y enlazar física y visualmente distintos espacios acotados (estancias), reconocibles espacialmente como interiores –pero sin valla–, de diversa escala, grandes y pequeños, de distintos materiales y colores, con un gran espacio central hacia el que confluyan todas ellas, que tenga como telón de fondo el BIC Catedral-Universidad, y que posibilite usos con una numerosa presencia de público”.
El proyecto de reforma a ejecutar en la Plaza de la Merced parte de su situación estratégica como “verdadero pulmón, no sólo de la zona norte del casco histórico, sino del ensanche del Molino de la Vega y de la Vega Larga”. Está planteado para recuperar este punto para la vida del barrio y de toda la ciudad devolviendo el protagonismo al conjunto monumental declarado BIC de la catedral y el antiguo convento, ahora Facultad de Empresariales de la Universidad de Huelva. El espacio será dominado por una gran arboleda, fruto también del trasplante de parte de los ejemplares existentes en la plaza actual, y distintas zonas y ambientes para potenciar su versatilidad para múltiples usos. El único lateral abierto al tráfico, fundamental en la entrada a la ciudad desde las playas, contará con un espacio reservado para la vía ciclista proyectada en la trama urbana de la capital (Huelva Información).
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