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domingo, 30 de abril de 2023

La Puerta del Sagrario con el tema del Buen Pastor, de Manuel Domínguez, en el Retablo de la Virgen del Buen Aire, de la Capilla del Palacio de San Telmo

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Puerta del Sagrario con el tema del Buen Pastor, de Manuel Domínguez, en el Retablo de la Virgen del Buen Aire, de la Capilla del Palacio de San Telmo, de Sevilla.  
   Hoy, domingo 30 de abril (IV Domingo de Pascua), es el domingo del Buen Pastor, Cristo, que ha dado la vida por sus ovejas, que somos nosotros, para salvarnos del pecado y de la muerte. Y no solo ha muerto y resucitado por nosotros sino por todo el mundo: «Tengo, además, otras ovejas que no son de 
este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor» (Ev.). La Iglesia, con sus diversos carismas y vocaciones —de manera especial por medio del orden sacerdotal— hace presente en el mundo a Cristo, el Buen Pastor. Hoy es un día especial para pedir al Señor que nos dé las vocaciones sacerdotales y consagradas que la Iglesia necesita para seguir evangelizando y creciendo en la unidad [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II]..
   Y qué mejor día que hoy para ExplicArte la Puerta del Sagrario con el tema del Buen Pastor, de Manuel Domínguez, en el Retablo de la Virgen del Buen Aire, de la Capilla del Palacio de San Telmo, de Sevilla.
     El Palacio de San Telmo - Presidencia de la Junta de Andalucía [nº 60 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 42 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la avenida de Roma, 2; en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
     La puerta del Sagrario es un regalo que hicieron los padres de los alumnos del Seminario a dicha institución en 1955. Por las investigaciones realizadas hemos podido encontrar a el autor de la misma e incluso verificar con él personalmente los datos aquí consignados. El encargo se le hace a Manuel Domínguez Rodríguez (Zalamea la Real, 1924) orfebre y escultor. El diseño de la figura del Buen Pastor no es suyo, lo realizó siguiendo el dibujo de un sacerdote del seminario Amador Menudo. Los trabajos en marfil son obra del mismo autor.
     En el anverso se representa al Buen Pastor con los tetramorfos águila, toro, ángel, león. Los otros elementos decorativos que conforman la puerta son el triagrama de Cristo (JHS), la vid y el trigo. Vid: árbol sagrado. Desde el punto de vista morfológico la puerta presenta un tratamiento diferente en cada una de sus caras. En el anverso la figura del Buen Pastor domina la composición enmarcada en un óvalo a modo de arco de medio punto, ricamente decorado con rosas, capullos y cartelas que encierran el anagrama de Cristo en la parte central superior y en la inferior el motivo escogido es racimo de vid y espigas de trigo. Toda la composición es muy ordenada y simétrica.
     La figura del Buen Pastor está de frente con el rostro de perfil, las partes de la cara están talladas en marfil mientras que el nimbo es de plata. Los pormenores de la vestimenta son bastantes realistas y el trabajo minucioso es apreciable en cada uno de los detalles. El fondo de la figura representa un paisaje en su parte inferior de delicado relieve. Utiliza bien el autor los distintos niveles de espesor para dar mayor sensación de profundidad. A modo de peana sobresale la cartela con la inscripción en latín, buscando de nuevo la contraposición entre el efecto de volumen y el plano. A pesar de la variedad de repertorios decorativos no resulta pesada y en su conjunto es un bello ejemplo de oficio artesanal. Destacar los trabajos en marfil cuidadosamente ejecutados, lástima la pérdida de su mano derecha que descompensa la figura.
     En el reverso una pintura sobre tabla de San Juanito y el niño Jesús bajo Dios Padre y el Espíritu Santo. En la imagen aparece el Padre Eterno a modo de escorzo con la bola del mundo, el Espíritu Santo en forma de paloma y debajo el niño Jesús y San Juan Bautista con sus atributos el cordero y la filacteria con la leyenda "Ecce Agnus Dei" que en la pintura se observa parcialmente. Puede considerarse como atributo su indumentaria de piel de carnero y un manto rojo en recuerdo de su martirio.
     Desde el punto de vista morfológico la composición se divide en dos planos: en la parte inferior los niños se funden en un amable abrazo sobre un fondo naturalista desarrollado con mayor detalle en la vegetación del primer término, predominando los tonos tierra. En la parte superior la figura de Dios Padre emerge en un discreto escorzo, rodeado de querubines. Para este plano la gama de colores son los
amarillos, dorados y sienas. En toda la composición domina una atmósfera vaporosa y naturalista, integrándose los dos planos a la perfección. La actitud amable de los niños invita a la devoción, el tema de la infancia es acorde con la institución.
     La decoración se completa con el marco de plata: los elementos decorativos que conforman la puerta son el tríagrama de Cristo, (JHS) la vid y el trigo. Vid: árbol sagrado. Cristo resulta comparable a una vid, mientras que su sangre el vino es la nueva alianza. Los textos evangélicos presentan la vid como símbolo de los reinos de los cielos cuyo fruto es la eucaristía. Trigo: es el alimento por excelencia, símbolo de resurrección. JHS: esta abreviatura ha sido interpretada de muchas maneras aunque se trata en realidad de una abreviatura de Jesús.
     La parte de plata del reverso de la puerta está entendida como el marco de la pintura, por ello la decoración es mucho más plana, la envuelve una finísima red romboidal o de perlas en la que se superponen dos racimos de vid en el punto medio de la puerta a derecha e izquierda mientras que en el frente superior es una flor y en el inferior un racimo de espigas de trigo. A pesar de la simplicidad, la armonía predomina en todo el conjunto y no desmerece a la pintura sobre tabla (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía del Buen Pastor
   Así como Cristo es pez y pescador al mismo tiempo, es también cordero y pastor a la vez: pastor et agnus.
   El arte de las catacumbas ha tomado la idea de ese simbolismo pastoral del Antiguo y del Nuevo Testamento, en los libros de los profetas y en los Evangelios. Para realizarla de una manera plástica se ha inspirado en las figuras crióforas de la escultura griega.
Fuentes de las escrituras
   La parábola del Buen Pastor está prefigurada tres veces en el Antiguo Testamento: en los Salmos y en las profecías de Ezequiel e Isaías.
   Salmo 23: «El Señor es mi pastor; nada me falta. / En verdes prados me hace yacer, / me lleva a frescas aguas. Recrea mi alma, / me guía por las rectas sendas / por amor de su nombre. (...) no temo mal alguno, / porque tú estás conmigo. / Tu clava y tu cayado son mis consuelos.»
   Ezequiel, 34:12. «Como recuenta el pastor a sus ovejas el día en que la tormenta las dispersa, así recontaré yo mis ovejas y las pondré a salvo en todos los lugares en que fueron dispersadas (...) Buscaré la oveja perdida, traeré la extraviada, vendaré la perniquebrada y curaré la enferma...»
   Isaías, 40: 11. «El apacentará su rebaño como pastor, / Él le reunirá con su brazo, / El llevará en su seno a los corderos/ y cuidará a las paridas.»
   Son estas bucólicas comparaciones de la Biblia las que desarrollaron los evangelistas en la parábola de La oveja perdida. El texto que citamos se ha tomado del Evangelio de Lucas, 15: 3-7: «¿Quién habrá entre vosotros que, teniendo cien ovejas y habiendo perdido una de ellas, no deje las noventa y nueve en el desierto, y vaya en busca de la perdida hasta que la halle? Y una vez hallada. la pone alegre sobre sus hombros, y vuelto a casa convoca a los amigos y vecinos, diciéndoles: Alegraos conmigo, porque he hallado mi oveja perdida .»
   El mismo relato vuelve a encontrarse en el Evangelio de Juan, 10: 1-16.
   En el simbolismo cristiano, el Buen Pastor es la imagen de Cristo que reencuentra al pecador penitente y lo devuelve al redil.
Iconografía
Arte paleocristiano
   Este tema idílico es uno de los predilectos del arte cristiano primitivo. Aparece a partir del siglo II en los frescos de las catacumbas. 
   La parábola evangélica se asemeja al mito pagano de Orfeo encantando a los animales con la lira. Tocado con un gorro frigio, como Mithra y los Reyes Magos, Orfeo está sentado sobre una peña y tañe la cítara en medio de los animales cautivados por su música. Las bestias feroces o venenosas, leones y serpientes domes­ticados forman buenas parejas con los corderos y las palomas.
   Así, Orfeo prefigura a Cristo que enternece las almas más endurecidas.
   El Buen Pastor generalmente está representado con los rasgos de un joven pastor adolescente. Sin embargo, sobre ciertos sarcófagos lleva una barba corta.
   Está vestido con exomis, túnica sin mangas que descubre el hombro derecho y acaba encima de las rodillas. Lleva las piernas vendadas (fascia crurales). En las manos tiene un cayado (pedum), un recipiente para ordeñar (mulctra) o una flauta de Pan (syrinx).
   El tema comporta dos versiones diferentes, sugeridas una y otra por los profetas y los evangelistas, según que el pastor vigile su rebaño o conduzca una oveja perdida sobre los hombros.
El Buen Pastor cuida su rebaño
   Está de pie o sentado en medio de sus ovejas, imagen de los fieles que defenderá del lobo rapaz si es necesario, y por los cuales está dispuesto a dar su vida.
   Los frescos de las catacumbas y los bajorrelieves de los sarcófagos han ilustrado muchas veces esta alegoría cuya más perfecta expresión es un mosaico del siglo V que decora el Mausoleo de Gala Placidia, en Ravena.
   Al Buen Pastor que defiende su rebaño se opone el Mercenario que huye frente al lobo (Puertas de madera de la iglesia S. Maclou de Ruán, atribuidas a Jean Goujon).
          El Buen Pastor trae sobre los hombros la oveja perdida
   Para crear este tipo, el arte cristiano sólo debió adaptar a su uso modelos griegos tales como el Hermes crióforo (portador de carnero).
   El tema ofrece dos variantes: casi siempre, el Buen Pastor que lleva el cordero sobre los hombros coge las patas traseras con una mano y las delanteras con la otra, pero a veces sujeta sólo con la diestra las cuatro patas del cordero cruzadas sobre su pecho.
   En la escultura paleocristiana, la primera versión está representada por la célebre estatuilla de mármol del Museo de Letrán (siglo III), cuyas piernas han sido reconstruidas (hay una réplica en la Casa de Pilatos, de Sevilla. Además, pueden citarse los sarcófagos de mármol de Tipasa, en Argelia, y de Ajaccio, en Córcega (siglo III). El segundo tipo está ilustrado por la estatua del Museo Santa Irene de Estambul.
   Sobre un sarcófago de Letrán Cristo está representado como Pastor de los Pastores entre los apóstoles, a su vez convertidos en pastores.
   Este tema resulta igualmente frecuente en la pintura, como lo prueban numerosas obras murales de los siglos III y IV, en la capilla cristiana de Doura Europos, en Siria y en las catacumbas romanas de Priscila, de Domitila y de Calixto, cuya cripta ha sido bautizada por ello cripta delle Pecorelle (oveja).
   El Buen Pastor está a veces duplicado, por razones de simetría, sobre la superficie de un mismo sarcófago: es el triunfo de la forma sobre el símbolo; pero también un verdadero despropósito iconográfico.
   El Buen Pastor, tan popular en el arte bucólico de las catacumbas, se eclipsó durante toda la Edad Media. El arte medieval románico o gótico prefirió glorificar a Cristo predicando, sufriendo o triunfando.
   Sin embargo, por un fenómeno de resurgencia, el motivo reapareció en Francia y Portugal en el siglo XVI.
Variantes en el arte español de la Contrarreforma
El Niño Jesús como Buen Pastor
   En la pintura española de la Contrarreforma, pero bajo diferentes formas, el Buen Pastor cambia de edad y de sexo, reaparece con los rasgos del Niño Jesús o de la Virgen pastora (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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