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miércoles, 29 de diciembre de 2021

La pintura "David con la cabeza de Goliat", atribuido a Francisco Gutiérrez, en la sala XI del Museo de Bellas Artes

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "David con la cabeza de Goliat", atribuido a Francisco Gutiérrez, en la sala XI del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.         
     Hoy, 29 de diciembre, Conmemoración de San David, rey y profeta, hijo de Jesé betlehemita, que encontró gracia ante Dios y fue ungido con el santo óleo por el profeta Samuel para regir el pueblo de Israel. Trasladó a la ciudad de Jerusalén el carca del señor, y Dios le juró que su descendencia permanecería para siempre, porque de él nacería Jesucristo según la carne [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para ExplicArte la pintura de "David con la cabeza de Goliat", atribuido a Francisco Gutiérrez, en la sala XI del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
   El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
   En la sala XI del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "David con la cabeza de Goliat", obra atribuida a Francisco Gutiérrez (1616 - h. 1669-1670), siendo un óleo sobre lienzo en estilo barroco, pintado en 1660, con unas medidas de 1,10 x 1,25 m., y procedente de la desamortización (1840).
     La historia acontece en el tercio inferior de la composición en la que vemos en el centro a David que lleva en su mano izquierda la cabeza de Goliat, el gigante filisteo al que venció y en la derecha la espada con la que le decapitó. A la cabeza del cortejo Saúl, y detrás de David el resto del ejército victorioso llegan a Jerusalén donde un grupo de mujeres salen a recibirles. El resto de la composición la ocupa la representación de la ciudad, casi la verdadera proragonista de la obra cuyos edificios de colosales dimensiones se describen con minuciosidad. 
     Composición muy similar, en cuanto a los edificios representados y el orden de éstos, a la pintura de Francisco Gutiérrez "Recibimiento de José en la ciudad", perteneciente a la serie de de seis pinturas de arquitecturas fantásticas de la Colegiata de San Luís, Villagarcía de Campos, Valladolid
 (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
   Muy poco conocemos en nuestros días sobre la vida de este pintor (Francisco Gutiérrez) salvo que podemos situar su actividad en la Corte madrileña entre 1639 y 1668. Con cierta seguridad puede señalarse que en 1670 ya había muerto, pues ese año la que había sido su esposa se declaró viuda. 
     Escasas referencias bibliográficas se encuentran sobre este artista en el pasado, las cuales además son muy escuetas. La primera de ellas la emitió Lázaro Díaz del Valle, contemporáneo del pintor que al referirse a él señala que "es vecino de esta villa de Madrid donde vive en este presente año de 1657; es admirable pintor de perspectivas". Posteriormente Ceán Bermúdez en 1800 repitió estos mismos datos.
   En el Museo de Bellas Artes de Sevilla se encuentran dos pinturas características de este artista, firmadas ambas al dorso con el monograma que habitualmente utiliza, añadiendo la fecha de 1657 y también la abreviatura de Madrid.
   Los temas de estas pinturas son José recibido en Heliópolis y la Caída de Troya. En ambas obras el pintor muestra su habitual preferencia por narrar episodios multitudinarios, que se ambientan dentro de aparatosas y fantásticas escenografías captadas en perspectiva. En estos escenarios se advierten reflejadas formas arquitectónicas eclécticas, que derivan de estampas y especialmente de imágenes recreadas por el pintor Hans Vredeman de Vries. La descripción de estas escenas muestra la habilidad de Francisco Gutiérrez para recrear imaginarios ambientes arquitectónicos y animarlos con profusión de figuras de pequeño tamaño, que se mueven bulliciosas en los amplios espacios que las albergan.
   De la primera obra mencionada, José recibido en Heliópolis se conocen otras dos versiones; una prácticamente exacta a ésta que pasó por el comercio de arte de Nueva York, y otra de composición diferente que se conserva en la Colegiata de Villagarcía de Campos. El tema de esta pintura se inspira en el pasaje del Génesis 4I, 37-46, en el que José es recibido triunfalmente en la ciudad de Heliópolis después de haber sido nombrado gobernador por el faraón, al haber interpretado correctamente sus sueños. Sobre los distintos edificios aparecen rótulos que identifican a los protagonistas de la escena como "Joseph", "Heliópolis", "Asenec", y "Putifar". Asenec es la mujer que fue dada a José como esposa por el faraón y Putifar es su padre, sacerdote de Heliópolis; a ambos se les ve esperando a la puerta del palacio situado a la derecha mientras llega la comitiva de José (Enrique Valdivieso González, Pintura, en El Museo de Bellas Artes de Sevilla. Tomo II. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San David, rey y profeta
   Sus atributos son la honda que usó para dejar sin sentido a Goliat, la espada que empleó para decapitarlo y el arpa que tañía para calmar los ataques de nervios de Saúl. Es patrón de los músicos.
   La iconografía de David, segundo rey de Israel, es excepcionalmente rica y resulta fácil comprender por qué.
   Hemos visto que todo en la Biblia está «referido» a Cristo. En la medida  en que los personajes del Antiguo Testamento anuncian al Mesías, interesan a los teólogos y en consecuencia a los artistas cristianos.
   Ahora bien, David, desde este punto de vista, es un privilegiado. No es sólo una de las prefiguraciones del Salvador, como Sansón, sino también su antepasado directo.
   De acuerdo con la genealogía consignada al principio del Evangelio de Mateo, es, en efecto, hijo de Jesé (lsaí), raíz viva del árbol genealógico cuya rama más alta lleva como florón a la Virgen y a Cristo.
Numerosos episodios de su historia se han puesto en paralelo con la vida de Jesús. Sus victorias contra el león y contra Goliat anuncian la victoria de Cristo contra Satán.
      «Así como David ha sido sacado de su condición de pastor para recibir el reino -escribe Hugo de San Víctor-, Cristo ha salido de su hogar judío para reinar sobre las naciones. Como David ha matado al filisteo Goliat, Cristo ha vencido a Satán.» Su regreso triunfal presagia la Entrada en Jerusalén; su lapidación por Simei, el Escarnio. Los tres guerreros que le llevan agua de la cisterna de Belén prefigurarán la Adoración de los Magos.
   Agreguemos que David, el rey arpista, es el presunto autor del Libro de los Salmos (Tehillim). Se le ha atribuido esta colección de cánticos de la Sinagoga porque tenía reputación de poeta músico. A ese título, su lugar está subrayado en las ilustraciones de todos los Salterios. Patrón de los músicos y de los cantores, se lo representa de buena gana sobre los postigos y paneles de órgano.
   Su vida, llena de incidentes novelescos que no siempre resultan edificantes, interesa tanto al arte narrativo como al figurativo, y por ello ha seguido inspirando al arte cristiano después de la Edad Media, cuando el punto de vista pictórico y hu­mano reemplazó al didáctico y apologético.
   Los artistas de la Edad Media y del Renacimiento concibieron a David con dos ca­racterísticas muy diferentes. 
     El primer tipo es el juvenil e imberbe: el joven pastor vencedor de Goliat. El segundo tipo es el del rey salmista, provecto y barbudo, que toca el arpa o la cítara. Además, David aparece también como profeta y como valeroso (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de Francisco Gutiérrez, autor de la obra reseñada;
     Francisco Gutiérrez Cabello (Valle de Bárcena, Cantabria, 1616 – ¿Madrid?, c. 1669-1670). Pintor.
     Francisco Gutiérrez Cabello es sin duda uno de nuestros pintores barrocos más importantes en el género de las perspectivas arquitectónicas. No se conocen excesivos datos sobre su vida, aunque se sabe que nació en el valle de Bárcena (Cantabria) y que su sangre era hidalga, pues en ocasiones hace constar el “don” ennoblecedor junto a su nombre y los solares cántabros de su apellido. Se ignora cuándo y en qué circunstancias pasó a Madrid, pero su traslado debió de ser muy pronto, pues en 1630, cuando tenía catorce años, conoció a Velázquez en la Corte. Hecho que acaso pueda determinar su aprendizaje en la pintura con algún famoso maestro ligado a palacio.
     Como pintor aparece muy joven, en 1639, comprando diversos objetos en la almoneda de Vicente Carducho, entre ellos, dos figurillas de pasta, una Fortuna y un Mercurio en 12 reales. Parece lógico que una vez asentado como pintor en Madrid formalizase su matrimonio con Clara de Tobar, que con el tiempo habría de sobrevivirle.
     Su habilidad en el género de las perspectivas debió de darle muy pronto prestigio y enfocar un tanto su carrera profesional. Así, en 1649 ejecutó varios proyectos para las decoraciones callejeras que se hicieron a la entrada en Madrid de la reina Mariana de Austria, realizando junto a Juan Fernández de Gandía y Juan Lucio diversas demostraciones de la puerta de Alcalá y arcos triunfales que habrían de jalonar la comitiva real. Su éxito como pintor en Madrid debió de ser grande. Díaz del Valle, cronista de Felipe IV y cantor de la real capilla, consignó su prestigio en el Origen ilustración del nobilísimo y real arte de la pintura de 1657 considerando al artista como un “admirable pintor de perspectivas”. Un prestigio ratificado un año más tarde, en 1658, cuando se convocó al pintor para testificar a favor de la concesión del hábito de Santiago a Velázquez.
     Como tantos otros pintores de la época, Francisco Gutiérrez complementó su actividad pictórica con la de tasador de pinturas.
     Su obra es hoy relativamente abundante. Sus perspectivas con frecuencia se agrupan en series de varios lienzos desarrollando asuntos religiosos o mitológicos.
     En ellos el pintor representa a numerosos personajes de pequeño tamaño insertos en originales y fantásticas arquitecturas de gran efecto decorativo.
     Por regla general su fuente de inspiración se basa en estampas flamencas manieristas, especialmente en las de Vredeman de Vries. Destacan por su gran calidad artística los lienzos del Museo de Bellas Artes de Sevilla (1657): La caída de Troya y José recibido en Heliópolis; la serie conservada en la colegiata vallisoletana de Villagarcía de Campos (1662) con episodios bíblicos y evangélicos: José recibido en Heliópolis, El traslado del Arca de la Alianza, El juicio de Salomón, La visita de la reina de Saba a Salomón, Los desposorios de la Virgen con San José y La cena en casa del Fariseo; y los cuadros del convento cacereño del Cristo de la Victoria, en Serradilla (1667-1668) con El castigo de Heliodoro, La expulsión de los mercaderes, Los desposorios de la Virgen y La cena en casa del fariseo.
     Otras obras también características de su producción son: el Moisés salvado de las aguas del Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Juicio de Salomón del Museo del Prado, junto a su variante de la colección del Banco Hispanoamericano, y otras muchas obras en colecciones particulares (Triunfo de José, Destrucción de Jerusalén, Las bodas de Caná, Banquete de Esther y Asuero, etc.), donde muestra siempre su destreza técnica y decorativismo al estilo de Juan de la Corte.
     Como pintor religioso en el tradicional “cuadro de historia”, Gutiérrez está muy por debajo de su maestría anterior. Se conserva una modesta Inmaculada Concepción (1654, colección particular, La Rioja) que ratifica una vez más su enfoque hacia las perspectivas arquitectónicas.
     Francisco Gutiérrez debió de fallecer entre 1668, año en que fechó la serie del convento de Serradilla, y mayo de 1670, cuando su mujer se declaró ya viuda al gestionar unos asuntos dinerarios (Álvaro Piedra Adarves, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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