Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Evangelista, de Sevilla, dando un paseo por ella.
Hoy, 27 de diciembre, Fiesta de San Juan, apóstol y evangelista, hijo de Zebedeo, que junto con su hermano Santiago y con Pedro fue testigo de la transfiguración y de la pasión del Señor, y al pie de la cruz recibió de Él a María como madre. En su evangelio y en otros escritos se muestra como teólogo, habiendo contemplado la gloria del Verbo encarnado y anunciando lo que vio (s. I) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para Explicarte la calle Evangelista, de Sevilla. dando un paseo por ella.
La calle Evangelista es, en el Callejero de Sevilla, una vía que se encuentra en el Barrio de Triana Este, del Distrito Triana, y va de la calle Pagés del Corro, a la calle López de Gómara.
La calle, desde el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en la población histórica y en los sectores urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las edificaciones colindantes entre si. En cambio, en los sectores de periferia donde predomina la edificación abierta, constituida por bloques exentos, la calle, como ámbito lineal de relación, se pierde, y el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta. También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
La vía, en este caso una calle, está dedicada a San Juan Evangelista.
El primer nombre conocido, San Juan, data de 1691, hasta que en 1859 se rotula con el que conserva actualmente para evitar la duplicidad con otra calle de Sevilla que ostentaba igual denominación. Por error, aparece rotulada como San Miguel en el plano de Lerena (1788). Era uno de los antiguos caminos a San Juan de Aznalfarache, el de los Gordales. Hasta bien entrado el s. XX sólo hubo edificaciones en el primer tramo, con varios tejares y huertas como la de San Joaquín o el Cortijo del Aceitero. Confluían por la izquierda el callejón de San Miguel y Sol, actual calle Febo. La construcción del barrio Voluntad a finales de los años veinte en el margen izquierdo consolida el futuro urbanístico de esta vía como uno de los ejes vertebradores del desarrollo urbano en la Triana moderna. Se tienen noticias de sucesivas pavimentaciones a base de empedrado de su calzada desde el s. XVII; alguna, como la de 1693, provocó una elevación tan acusada del nivel de la calle sobre las casas de los márgenes que éstas se anegaban con gran facilidad con las primeras lluvias; de hecho, las inundaciones de 1856 provocaron que los vecinos hubieran de ser asistidos por lanchas. Algunos tramos se adoquinaron a principios de este siglo a la vez que se efectuó la reconstrucción de aceras. El alumbrado público eléctrico se introdujo en 1948. En parte fue un lugar degradado a pesar de la población residente y empleada que hacía vida en ella; así se denuncia a las autoridades la existencia de un "vaciadero de materias fecales" sito junto a uno de los tejares de los entornos de Evangelista.
Enlaza por los extremos con dos de las principales arterias de Triana a lo largo de un recorrido ligeramente quebrado, algo estrecho y con suave pendiente en descenso. Confluyen en ésta Febo, Esperanza de Triana, única que la cruza, Lealtad, Prosperidad, Voluntad, Constancia, Leiría, Justino Matute, Condes de Bustillo y Asturias. Entre las dos citadas en primer lugar se produce un ensanchamiento que permite la presencia de algún arbolado; tiene piso de asfalto con algunos tramos de hormigón para el estacionamiento de vehículos y aceras de losetas de cemento que a veces llegan a desaparecer en perjuicio del viandante. Completan el mobiliario urbano dos quioscos metálicos de chucherías, contenedores de basuras, papeleras, farolas murales del tipo sevillano, buzones, señales de tráfico, indicadores de la parada del autobús urbano y algunas horquillas para evitar la invasión de la aceras por los automóviles. El caserío original ha desaparecido sustituido por construcciones de mayor altura desde 1937; las más antiguas pertenecen a las edificaciones del barrio Voluntad, donde se mantienen los tipos de autoconstrucción de una y dos plantas, con fachadas de ladrillo barnizadas o encaladas y cubiertas a dos aguas de tejas o uralita en las destinadas a talleres y almacenes. El resto se completa fundamentalmente desde finales de la década de 1960. El destino básico de las mismas es residencial, con bloques que varían entre las tres y doce plantas, de ladrillo visto y terrazas individuales exteriores. Por lo general son promociones pequeñas en cuanto al número de viviendas y de resultado estético muy desigual; en varios casos dan lugar a patios interiores abiertos a la propia calle, como el conjunto residencial Evangelista o el de San José, más conocido por los Verdes. El proceso de sustitución de edificaciones con fines industriales o de ocio, como el cine de verano Evangelista, no ha alcanzado aún al gran solar que ocupa el campo de fútbol del colegio San Pedro de los Salesianos, cuya tapia encalada abarca un amplio sector de Evangelista. Por su significación es relevante la capilla y casa de hermandad del Rocío de Triana, de construcción reciente. La salida y entrada del Simpecado con motivo de la romería rociera constituye un acontecimiento con enorme capacidad de convocatoria. Hasta no hace muchos años, en este sector vivían familias gitanas. Soporta un tráfico rodado intenso incentivado por la presencia de numerosos establecimientos comerciales de base diaria y eventual, pequeñas fábricas de muebles, almacenes y talleres de diverso tipo asentados en los bajos de los edificios [José María Luján Murillo, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Juan Evangelista;
Apóstol y evangelista al mismo tiempo, en la Iglesia griega lo denominan Theologos porque ha probado la divinidad de Jesucristo mejor que nadie. Esta expresión en inglés fue traducida Divine y en ruso Bogoslov, palabras que se asociaron a su nombre.
LEYENDA
Era hijo del pescador Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor.
Después de haber seguido la predicación de san Juan Bautista, fue llamado por Cristo al mismo tiempo que su hermano Santiago. Aquél lo eligió como uno de los Doce apóstoles y se convirtió en el discípulo preferido.
Asistió a las Bodas de Caná, y la leyenda incluso pretende que haya sido el novio. Es uno de los tres apóstoles que acompañaron a Cristo en el monte Tabor, durante su Transfiguración, y en el de Los Olivos, durante su agonía. Durante la Santa Cena, apoyó la cabeza sobre el pecho de su maestro, quien luego, desde lo alto de la cruz, le confiaría la misión de cuidar de su madre. Un grupo de heréticos del siglo XVI que interpretaron de manera literal las últimas recomendaciones de Jesús a su madre «Mujer, he aquí a tu hijo», pretendieron que san Juan era un hijo de la Virgen.
Cuando supo que el cuerpo de Cristo ya no estaba en la tumba, corrió al Santo Sepulcro con san Pedro.
Cuando murió la Virgen, a quien llevara consigo a Éfeso, a su casa, el santo fue el encargado de llevar ante su féretro la palma que un ángel trajera desde el Paraíso.
Predicó el Evangelio en Judea y Asia Menor. En Roma, donde residía durante la persecución de Diocleciano, fue sumergido en un caldero de aceite hirviente que le hizo el mismo efecto que un baño refrescante. «El aceite hirviente -escribió Ribadeneira- se convirtió en rocío del cielo y Juan salió de la cuba más sano de lo que entrara, como el oro que se retira del horno.»
Acusado de magia, se exilió en la isla de Patmos, una de las Espórades, donde habría escrito el Apocalipsis.
Después de la muerte del emperador Domiciano, fue autorizado a regresar a Éfeso. El sumo sacerdote del templo de Diana le hizo beber una copa de veneno que había fulminado a dos malhechores poco antes; pero él hizo la señal de la cruz y absorbió el contenido sin experimentar daño alguno. Fue en Éfeso donde, a la edad de noventa años, habría escrito el cuarto Evangelio.
La historia de su muerte y su ascensión presenta semejanzas con la leyenda de la Virgen que no son fortuitas, ciertamente. Ambos son advertidos por un ángel de su próxima muerte. Los discípulos no encuentran su cuerpo en la tumba que había cavado él mismo, y desde la cual había emprendido el vuelo hacia el Paraíso.
Esta tradición, popularizada por la Leyenda Dorada, procede de la interpretación errónea de un pasaje de su Evangelio (21: 22) 1. En el canto XXV del Paraíso, Dante pone en boca del apóstol un desmentido a esta leyenda, san Juan declara formalmente que la Ascensión corporal ha sido reservada a Cristo y a la Virgen.
Según la crítica moderna, el Apocalipsis no pudo ser del mismo autor que el cuarto Evangelio, y ni uno ni otro serían obra del apóstol san Juan. El Apocalipsis fue atribuido a su homónimo, el presbítero Juan, que lo habría redactado entre los años 90 y 125.
CULTO
Está considerado como un mártir, aunque haya sobrevivido al baño de aceite hirviente, y la ausencia de su osamenta no lo ha perjudicado más que a la Virgen María. Por un infrecuente privilegio, la Iglesia le ha consagrado dos fiestas, una de las cuales corresponde al suplicio de la Puerta Latina y la otra a su natalicio, es decir, a su muerte.
En el Mediterráneo oriental, el culto de san Juan tenía como centro principal la ciudad de Éfeso donde murió, y la isla de Patmos en el Dodecaneso, donde estuvo desterrado.
En Patmos, donde san Cristódulo fundó en el siglo XI un monasterio puesto bajo la advocación de San Juan, se muestra la gruta donde tuvo sus visiones y donde habría escrito el Apocalipsis; y la piedra hueca engastada en un nimbo de plata, que le sirviera de almohada, y el peñasco desde el cual habría arrojado al mar al falso sacerdote Kynops.
En Occidente, su culto se desarrolló naturalmente en Roma, en cuya Puerta Latina habría padecido el suplicio del baño de aceite hirviente. En ese lugar se edificó un oratorio que se puso bajo la advocación de S. Giovanni in Oleo. Pero la principal iglesia edificada en su honor es la basílica de San Juan de Letrán (San Giovanni in Laterano), que entre otras reliquias pretendía poseer «la taza donde estaba el veneno que le hicieron beber».
Entre las otras iglesias que se le dedicaron en Italia, citemos las de Bolonia (S. Giovanni in Monte), Pistoia (S. Giovanni Evangelista), Forcivita (Fuor civitas) -llamada así porque estaba situada extramuros de la ciudad-, Parma y Rávena.
En Francia, se puso bajo su advocación la catedral de Besançon; en España, la iglesia de San Juan de los Reyes, en Toledo, fue decorada en su honor con gigantescas águilas heráldicas; en Alemania, se le consagró la catedral de Magdeburgo y en Holanda la de Bois le Duc.
San Eduardo el Confesor, que le profesaba una particular devoción, difundió su culto en Inglaterra.
Patronazgos
Presunto autor de uno de los cuatro Evangelios y del Apocalipsis, san Juan era el patrón de los teólogos, y en general, de los escritores. Sus numerosos patronazgos de corporaciones se explican casi todos por el suplicio en la Puerta Latina. La cuba de aceite hirviente donde fue sumergido, le valió el voto de los bataneros, tintoreros y armeros, particularmente expuestos a las quemaduras, los candeleros o fabricantes de cirios que hacían hervir el sebo y vendían aceite de quemar, los aceiteros o propietarios de molinos y lagares de aceite (Ólmüller).
Con el nombre de san Juan Puerta Latina, también es patrón de los impresores, libreros, encuadernadores, papeleros, copistas de manuscritos, grabadores al buril o talla dulce, porque casi todos los libros de la Edad Media estaban escritos en latín, o quizá porque san Juan aparece representado con frecuencia escribiendo el Apocalipsis junto a su águila, de cuyo cuello pende un tintero. Pero estos patronazgos pueden explicarse, más simplemente, como los anteriores, por la cuba de aceite donde fue inmerso. Los impresores empicaban una tinta oleosa que han comparado con el aceite. Otro tanto ocurre con los grabadores. La tela que emplean los fabricantes de papel se macera en cubas y los encuadernadores también emplean pieles curtidas en cubas de madera.
Además, el nombre Puerta Latina le habría valido, a causa de un horrible juego de palabras, el culto de los viticultores de Borgoña, quienes portent la tine (llevan la tina), es decir, un cuévano de racimos. Al menos es la explicación corriente de ese patronazgo, y el abuso con los juegos de palabras en iconografía da a esta hipótesis apariencia de verosimilitud. No obstante, una inicial historiada del Misal dominico de la Biblioteca de Clermond (siglo XIII), donde el caldero de aceite tiene la forma de un tonel (dolium), sugiere otra posibilidad: quizá lo que haya dado nacimiento a este patronazgo, al igual que al de los toneleros, sea el hecho de que el caldero tiene forma de barrica, y que en su interior san Juan, con el torso desnudo, se asemeja a un vinicultor pisando uva.
En suma, es la cuba de aceite hirviente la que originó casi todos los patronazgos de tan diversos oficios. Y también por esta razón san Juan era invocado contra las quemaduras.
Sin embargo, algunos de estos padrinazgos tiene otro origen. Puesto que Cristo le había confiado a su madre, la Santísima Virgen, desde lo alto de la cruz, se convirtió en Virginis custos y por extensión en Virginum custos, es decir, protector de las vírgenes y de las viudas.
A causa de la leyenda de la copa de veneno, san Juan también protegía contra los venenos. Se llamaba vino de san Juan (Johannesminne) a un sacramental que protegía contra el veneno, y en general, contra las intoxicaciones alimentarias. Es a este título que a veces san Juan aparece representado en las fachadas de las farmacias (por ejemplo en Romans, en el Delfinado), formando pareja con Esculapio, el dios médico, quien también tiene como atributo una serpiente.
Otro de sus milagros, la transmutación de las cañas en oro y de los pedruzcos en piedras preciosas le ha valido el patronazgo de los alquimistas en busca de la piedra filosofal.
ICONOGRAFÍA
La iconografía de san Juan ofrece dos tipos muy diferentes. En Occidente, por lo general se lo representa joven e imberbe: es el más joven de los doce apóstoles, el virginal (parthenios), mientras que en el arte bizantino aparece con los rasgos de un anciano de barba blanca (presbytes). Esta segunda representación se basa en el versículo de Juan, 21: 22: donde Jesús dice: «... Si yo quisiera que éste permaneciese hasta que yo venga...», del cual procede la creencia en la longevidad de Juan, e incluso la de que escaparía a la muerte.
Sus atributos más constantes y característicos son el águila, la copa de veneno, el caldero de aceite hirviente y la palma del Paraíso.
1. A título de autor de un Evangelio y del Apocalipsis, tiene como atributo un águila que le sirve de pupitre o le presenta un tintero en el pico. En las miniaturas carolingias, a veces él mismo está representado con cabeza de águila (aétocéphale).
2. En los ciclos de los apóstoles tiene como emblema una copa envenenada de la que escapa el veneno exorcizado por una señal de la cruz, en forma de dragoncillo de una o varias cabezas.
El atributo de la copa envenenada, que apareció tardíamente, en el siglo XIII, es muy infrecuente en la pintura italiana, que lo ha reemplazado con un libro.
En el siglo XVII ya no se comprendía el significado del dragoncillo alado, símbolo del poder del veneno, alzándose de la copa, y desapareció en las obras de Lanfranc, Zurbarán y Rubens.
Puesto que de acuerdo con la tradición recogida por el Seudo Isidoro de Sevilla, se había intentado envenenar a san Juan empleando un cáliz eucarístico, la copa envenenada con frecuencia tiene la forma de un cáliz donde, en lugar del dragón, encima del recipiente se representa una hostia. Esta variante se explica por un despropósito iconográfico y una contaminación con los atributos habituales de santa Bárbara.
3. El caldero de aceite hirviente recuerda el suplicio de la Puerta Latina.
4. La palma que sostiene san Juan no es en absoluto la del martirio, sino la que un ángel había llevado a la Virgen, y que ésta, en su lecho de agonía, le confió para que la llevase ante su féretro en el funeral, con el objeto de espantar a los demonios. No es un atributo constante, como la copa, sino ocasional, reservado a tres temas bien determinados: el Tránsito, el Enterramiento y la Asunción de la Virgen (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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