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jueves, 23 de enero de 2020

La Iglesia de San Ildefonso, de José Echamorro

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la iglesia de San Ildefonso, de José Echamorro, de Sevilla
   Hoy, 23 de enero, Memoria en la ciudad de Toledo, en la Hispania Tarraconense, de San Ildefonso, que fue monje y rector de su cenobio, y después elegido obispo. Autor fecundo de libros y de textos litúrgicos, se distinguió por su gran devoción hacia la Santísima Virgen María, Madre de Dios [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
   Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la iglesia de San Ildefonso, de Sevilla.  
   La Iglesia de San Ildefonso [nº 31 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla, y nº 54 en el plano oficial de la Junta de Andalucía] se encuentra en la plaza de San Ildefonso, s/n; en el Barrio de La Alfalfa, del Distrito Casco Antiguo
   Con legendario origen visigodo o mozárabe, según los historiadores más aferrados a la leyenda, la iglesia de San Ildefonso ha sido alguna vez comparada con edificaciones hispanoamericanos, por sus torres y por la bicromía de su fachada. Situada frente a la puerta de acceso al torno del convento de San Leandro, es una edificación que sustituyó al ruinoso templo anterior, iniciándose sus obras en 1794, según un proyecto de Julián Barcenilla que dirigiría José Echamorro. Un proceso de construcción largo que se fue inaugurando por fases: se sabe que en 1816 se usaba como templo la nave izquierda, que acogía a la legendaria pintura mural de la Virgen del Coral, terminando las obras de forma definitiva en 1841. Es uno de los escasos templos puramente neoclásicos de la ciudad, todo un centro devocional por la talla del Cautivo que congrega, especialmente en Cuaresma, a numerosos fieles y devotos. Arquitectónicamente su fachada presenta dos torres iguales con tres cuerpos decrecientes y con depurada decoración alterna de blancas columnas y sencillos óculos sobre los vanos, un esquema derivado del barroco al que se despojó de toda ornamentación añadida. El mismo esquema de balaustradas y jarrones, con columnas blancas que desetacan sobre la bicromía almagra y albero de la fachada, se repite en la portada principal y la lateral. La principal, precedida de un pequeño atrio de acceso, se corona por una imagen en piedra de San Ildefonso, el titular de la iglesia. Encima se sitúa un frontón circular que acoge el emblema del santo. Junto a la portada lateral se sitúa un retablo cerámico de Antonio Kiernam que representa a la imagen de Jesús Cautivo.
     El interior del templo sigue los modelos academicistas, con gran pureza de líneas en su planta de tres naves con crucero y presbiterio. Las cubiertas se sustentan por pilares cuadrangulares con pilastras adosadas sobre las que se sostienen los arcos fajones de la bóveda de cañón, con entablamento y arcos formeros de medio punto. La nave central, los brazos del crucero y del presbiterio se cubren con bóvedas de cañón y lunetos, las naves laterales con bóveda de aristas. Sobre el crucero se sitúa una cúpula con tambor y linterna.
   Siguiendo modelos neoclásicos, no hay retablo en en la zona del presbiterio. Su lugar lo ocupa, al igual que construcciones coetáneas como la parroquia de Santa Cruz, un templete de inspiración clásica realizado por José Barrado en 1841. Está organizado mediante columnas de jaspe que sostienen un elemento cupuliforme sobre el que se sitúa una alegórica de la Fe. En su interior acoge una talla de la Inmaculada del siglo XVIII. Son un recuerdo del desaparecido retablo mayor de la antigua iglesia las esculturas de San Ildefonso, San Pedro y San Pablo, que están colocadas en hornacinas sobre el arco de acceso al presbiterio. Fueron realizadas por Felipe de Ribas en 1637, siendo restaurados por Juan de Astorga ya en el siglo XIX, con lo que se perdió su apariencia barroca original. 
   Si comenzamos nuestro recorrido por la nave de la Epístola (muro derecho), a sus pies se encuentra la capilla bautismal, con un excelente relieve de las Dos Trinidades, obra de Juan Martínez Montañés (1609). Combina la representación convencional de la Trinidad y de la Sagrada Familia, enmarcándose en un retablo neoclásico sin especial interés. Le sigue el retablo de comienzos del siglo XIX que aloja el grupo escultórico de la Aparición de la Virgen a San Cayetano, una representación del santo de la "divina providencia", realizado por Cristóbal Ramos en el siglo XVIII y que habría que poner en relación con el conjunto similar de la iglesia de Santa Catalina. El retablo de Nuestra Señora de la Soledad, neoclásico, cobija a la notable dolorosa que realizó Juan de Astorga hacia 1844, una obra de gran calidad que presenta la característica mirada ensimismada del maestro romántico. Aunque ha sido pretendida por varias hermandades, es una talla que no procesiona en Semana Santa. Del siglo XIX es también el retablo de San José con tallas de San Joaquín y de Santa Ana. En mármoles rojizos se enmarca la imagen de Santa María Magdalena. Por último, la cabecera del muro está presidida por el retablo dedicado a la Entrega de la casulla a San Ildefonso, con grupo titular del siglo XVIII que llegó a procesionar en el Corpus del año 1866. 
   La cabecera de la nave del Evangelio está presidida por la pintura mural de la Virgen del Coral, interesantísima representación de la Virgen con el Niño de la segunda mitad del siglo XIV que se encuentra enmarcada por un retablo neoclásico de mármol realizado por Bartolomé Piña y Antonio Barrado. La pintura muestra a la Virgen con el Niño, que porta un collar con fragmentos de coral que se interpretan como un símbolo de su sangre redentora. Es pintura que algunos autores quisieron datar "en tiempos de Recaredo" pero se debe situar en la corriente italogótica imperante en la ciudad hacia 1375. Ocupaba ya un lugar de privilegio en los muros de la antigua iglesia y fue conservada al realizarse el nuevo edificio. La pintura fue restaurada en 1980 por Francisco Arquillo, que eliminó repintes y barnices que no eran originales. 
   En el crucero, el retablo del Cautivo es obra del siglo XIX. La imagen del Cautivo es talla anónima realizada en el siglo XVIII, con pelo natural y siguiendo la iconografía que propagaron los frailes trinitarios, dedicados a la redención de cautivos presos en tierras de infieles. A los pies de la nave se sitúa el retablo neoclásico de la Virgen de los Sastres, imagen fernandina del siglo XIII que está flanqueada por las tallas de San Hermenegildo y San Fernando, cercanas al estilo de Pedro Roldán. La Virgen apenas conserva elementos de su origen gótico ya que debió ser remodelada en el siglo XVI. Sus ojos de cristal son ya del periodo barroco, al igual que la talla del Niño. Sigue el modelo de Virgen - trono y es titular de la histórica hermandad gremial de los Sastres o Alfayates, que gozaron del privilegio de custodiar los restos incorruptos del rey San Fernando. Su sede primitiva estuvo en el llamado Hospital de San Mateo, que estaba en la Alfalfa. En 1587 pasó al convento de San Francisco, en la Plaza Nueva, y en 1840 se trasladó a esta parroquia. En los últimos años ha recuperado su procesión anual bajo un palio de tumbilla.
   Ya junto a la puerta de entrada se sitúa una vitrina con un interesante grupo de la Piedad, del siglo XVIII. A la salida, las yemas de San Leandro del convento vecino nos esperan en una característica caja de madera... (Manuel Jesús Roldán,  Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
     Tiene tres naves, capilla mayor semicircular muy profunda, y dos torres flanqueando la portada de los pies. Bóvedas de cañón con lunetos cubren la nave central, los brazos de la cruz y el presbiterio, apareciendo una cúpula con linterna en el crucero. Las naves laterales presentan bóvedas de arista y semiesféricas. La construccion del templo se inició en 1794, siguiendo los planos realizados por el académico Julián Barcenilla y dirigiendo la construcción el arquitecto José Echamorro. En 1816 se utilizaba ya la nave izquierda y en 1841 se concluyeron definitivamente las obras. El estilo neoclásico queda perfectamente claro tanto en los exteriores como en el interior de la iglesia. Las dos torres que enmarcan la portada de los pies presentan un campanario constituido por tres cuerpos decrecientes organizados mediante columnas, adornados con ba­laustrada y jarrones. Estos mis­mos elementos se repiten en la portada del lateral izquierdo y en la de los pies, que presenta una escultura de San Ildefonso en la hornacina del ático.
     El retablo mayor, realizado en 1841 por José Barrado, es un templete de estilo neoclásico, construido con jaspes y rematado con una figura alegó­rica de la Fe. Cobija una escultura de la Inmaculada, fechable en el siglo XVIII. Las escul­turas de San Ildefonso, San Pedro y San Pablo que figuran en unas hornacinas sobre el arco triunfal que da acceso a la capilla, proceden del retablo mayor del antiguo templo parroquial. Fueron realizadas por Felipe de Ribas entre 1636 y 1637, si bien Juan de Astorga las retocó entrado ya el siglo XIX.
     El retablo colateral izquierdo, también de mármoles, consta de  banco, un cuerpo y ático; es igualmente de estilo neoclásico, y fue construido por los artistas Bartolomé de Pina y Antonio Barrado. El cuerpo central está ocupado por una pintura mural de la Virgen del Coral, imagen mariana con recuerdos de la escuela internacional, fechable en el siglo XIV. El testero de la nave dere­cha lo ocupa un retablo del segundo cuarto del siglo XVIII que está presidido por el grupo escultórico de la Imposición de la Casulla a San Ildefonso, de la misma fecha.
     En la nave izquierda se sitúa el retablo de Jesús Cautivo, compuesto por banco, un cuerpo de tres calles y un ático. Data del siglo XIX, pero contiene elementos posteriores. La escultura titular es obra del siglo XVIII, al igual que las situadas en el banco, calles laterales y ático, a excepción de la Dolorosa, que pertenece al siglo XIX. El retablo de la Hermandad de los Sastres, situado en la misma nave, es obra neoclásica con aditamentos contemporáneos. Lo preside la escultura de la Virgen de los Reyes, obra de la primera mitad del siglo XVI, situándose en los laterales las esculturas de San Fernando y San Hermenegildo, realizadas por Pedro Roldán en 1674. El banco y el ático lo ocupan esculturas de San Marcos y San Mateo, respectivamente. El último retablo de la nave izquierda está dedicado a San Antonio de Padua, cuya imagen es de principios del siglo XIX. A los pies se sitúa una vitrina con un grupo escul­tórico de la Piedad, de finales del XVIII, y un lienzo de la Inmaculada, de principios de la misma centuria, obra de un seguidor de Murillo.
     El retablo colocado en el brazo derecho del crucero es de madera imitando mármoles y per­tenece al segundo cuarto del siglo XIX. Su hornacina central la ocupa una escultura de la Trinidad y las calles laterales, imágenes de santos trinitarios. En el ático, delante de una escultura de San Diego de Alcalá, se sitúa un grupo de marfil de la Sagrada Familia, obra de un taller hispano-filipino del siglo XVIII.
     Los retablos situados en la nave derecha están realizados en mármoles y se fechan en el segundo cuarto del siglo XIX. Dos de ellos corresponden a San Cayetano y San José, apareciendo en este último las imágenes de San Joaquín y Santa Ana. En la capilla bautismal, ubicada a los pies del templo, se encuentra el relieve que representa las dos Trinidades, realizado 'por Martínez Montañés en 1609, y enmarcado por un retablo neoclásico.
     En la sacristía, de planta rectangular con tres tramos cubiertos con bóvedas semiesféricas, existe una pintura sobre tabla representando el Calvario, del último tercio del siglo XVI, y un retrato de don Matías Espinosa, párroco de la iglesia, firmado por Antonio Cabral Bejarano, en Sevilla, en 1839. La cajonería y muebles del recinto corresponden a mediados del siglo XIX.
     Las piezas de orfebrería más destacadas que conserva la parroquia son un cáliz barroco y una cruz manierista. El primero es de plata dorada, liso, realizado probablemente en Madrid y donado por el cardenal Delgado y Venegas. Está fechado en 1780. La cruz procesional, fechable a fines del XVI o principios del XVII, lleva decoración de óvalos, puntas de diamante y rectángulos (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo I. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
     Esta iglesia de estilo neoclásico, se compone de tres naves, presentando una capilla mayor semicircular muy profunda.
     La portada se encuentra a los pies, flanqueándose por dos torres. la nave se cubre con bóveda de cañón con lunetos, en la nave central, y de aristas y semicirculares en los laterales. El crucero se resuelve con cúpula con linterna. En el interior destacan los retablos y esculturas de los siglos XVI, XVII XVIII y XIX, como el retablo Mayor, realizado en 1841 por José Barrado, y los laterales, también de la misma época.
     Fue construida sobre una antigua iglesia del siglo XIV de la que se conserva una pintura mural de la Virgen del Coral. La construcción se inició en 1794 según planos de Julián de Barcenilla y el arquitecto José Echamorro, concluyéndose en 1841 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Pasado el convento, la primera bocacalle a la izquierda lleva a esta quieta plaza con forma de trapecio, lugar apacible y sereno, cualida­des que le dan las casas que en ella se alzan, pero, más aún, la iglesia de San Ildefonso y, sobre todo, el inmaculado muro del convento de San Leandro, cuya entrada se encuentra frente a la iglesia. Arquitectónicamente, la iglesia es uno de los mejores templos de Sevilla. La pareja de torres simétricas que enmarcan la fachada no tiene parangón. Muestran un alto cuerpo que lleva hasta la cumbre de la portada, y luego otros tres de estirpe serliana, el primero de base cuadrada, el segundo ochavado y el último circular, con finas columnas de mármol enmarcando los vanos y balaustradas perimetrales entre cuerpo y cuerpo. El templo es de construcción relativamente reciente, pues sus obras se iniciaron en 1794 y concluyeron en 1841. En la actualidad, recién restaurado, presenta un aspecto reluciente. Tiene tres naves y crucero, separadas por arcos de medio punto sobre pilares muy gruesos. El crucero se cubre con una gran cúpula semiesférica sobre tambor con linterna. Una gran cornisa perimetral recorre la nave principal, el crucero y el presbiterio. La capilla mayor es semicircular. En ella sobresale el retablo, realizado por José Barrado en 1841. Las imágenes de San Ildefonso, San Pedro y San Pablo, situadas sobre el arco triunfal, son obra de Felipe Ribas, quien las realizó entre 1636 y 1637. En la cabecera de la nave del evangelio figura un retablo de mármoles en el que se ve una pintura mural que data del siglo XIV. Es la Virgen del Coral. En la misma nave está el retablo de Jesús Cautivo, cuya imagen, anónima, data del siglo XVIII. La imagen de la Dolorosa es del siglo XIX. El Cristo, conocido como de Medinaceli despierta una gran devoción entre los sevillanos, siendo costumbre de larga tradición acudir a rezarle el primer viernes de Cuaresma, aunque nada tiene que ver con la Semana Santa y sus pro­cesiones. A continuación se encuentra el retablo llamado de la Hermandad de los Sastres en el que, además de la Virgen de los Reyes, anónima del siglo XVI, figuran San Hermene­gildo y San Fernando, tallados por Pedro Roldán en 1674. Otra obra de gran importancia se encuentra en la capilla bautismal, situada a los pies. Se trata del relieve denominado de las Dos Trinidades, preciosa talla de Martínez Montañés, fechada en 1609 (Rafael Arjona, Lola Walls. Guía Total, Sevilla. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2006).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Ildefonso, obispo;
HISTORIA Y LEYENDA
   Nació en 606 y en 657 fue designado titular de la sede episcopal de Toledo por el rey godo Recesvinto, en reemplazo de su tío san Eugenio. Murió diez años después, en 667.
   Al igual que san Bernardo en Francia, se distinguió por el ardor de su devoción a la Virgen. En su tratado, titulado De illibata Virginitate Sanctae Mariae, se convirtió en el campeón de la Santísima Virgen contra los heréticos y los judíos, sosteniendo que María había concebido y parido sin perder la virgi­nidad.
   Su devoción fue recompensada. Según la leyenda, san Ildefonso, que se había preparado con tres días de ayuno para celebrar la fiesta de la Asunción, vio a la Virgen rodeada por un enjambre de vírgenes, descender en su ca­tedral y sentarse en su trono episcopal. Se acercó a ella recitando la Salutación angélica, y María, para agradecerle su devoción, le entregó una magnífica casulla bordada, diciéndole: «Tú eres mj capellán.»
   Según otra versión, la Virgen le habría dicho: «Acércate y acepta de mi mano este presente que he cogido del tesoro de mi Hijo.»
   Este prodigio fue dado a conocer por el sucesor de san Ildefonso en la sede episcopal de Toledo.
   San lldefonso también habría visto aparecerse en la catedral de Toledo a santa Leocadia, quien le permitió cortar un trozo de su velo.
CULTO
   En los tiempos de la invasión de los moros y la guerra de Reconquista, que en España tuvieron los mismos efectos que las incursiones de los piratas normandos en Francia, las reliquias de san Ildefonso fueron transportadas a Zamora, donde operaban milagros.
   El cardenal Ximénez de Cisneros puso bajo su advocación un colegio en Alcalá de Henares que se convertiría en la principal universidad de Castilla, después de Salamanca.
   El culto de san Ildefonso se difundió en el siglo XVII en los Países Bajos es­pañoles. El archiduque Alberto, que antes de ser nombrado gobernador de los Países Bajos había sido arzobispo de Toledo, encargó a Rubens el magnífico tríptico para la cofradía de san Ildefonso, establecida en la iglesia de St. Jacques de Coudenberg, en Bruselas.
ICONOGRAFÍA
   El atributo habitual de san Ildefonso es la casulla que le entrega la Virgen (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Biografía de San Ildefonso, obispo;
     San Ildefonso de Toledo, (Toledo, c. 607 – 23 de enero de 667=. Abad, arzobispo, conciliarista y escritor.
     De la importancia de esta gran figura de la cultura hispanovisigoda da cuenta el hecho de que, a su muerte, mereció una sucinta biografía elaborada por uno de sus sucesores en la cátedra episcopal de Toledo, Julián (680-690). De este opúsculo, conocido como Elogium beati Ildefonsi, procede la mayor parte de los datos que se conocen acerca de su vida.
     Aunque Julián no alude a los orígenes familiares de Ildefonso, de la etimología germánica del nombre de este último se deduce que su familia era de etnia goda, y no hispanorromana. De su vida anterior a su episcopado, Julián dice que Ildefonso, sintiéndose desde niño atraído por la vida monástica, ingresó tempranamente en el monasterio de Agali (Toledo). A continuación, en una fecha indeterminada, pero antes de ser nombrado diácono en su comunidad (c. 632- 633), Ildefonso hizo construir un cenobio de vírgenes consagradas en un paraje denominado Deíbia, de difícil localización; si bien, es probable que se hallase en los alrededores de Toledo. Ildefonso asumió, además, a sus expensas, el mantenimiento de este cenobio, por lo que se conjetura que esto sólo pudo ser posible una vez que hubo entrado en posesión de la herencia paterna.
     De ahí que se suponga que su familia pertenecía a la alta nobleza visigótica. Asimismo, se cree que la finca de Deíbia sobre la que Ildefonso levantó el supradicho monasterio debía formar parte de los terrenos heredados de sus progenitores.
     Julián escribe que, con posterioridad a la fundación del monasterio de Deíbia, Ildefonso alcanzó el grado de diácono en Agali. Dado que el propio Ildefonso señala en su De uiris illustribus (cap. 6) que fue consagrado diácono por Heladio de Toledo hacia el final de la vida de éste, muerto hacia 633, esto permite saber que por esas fechas Ildefonso tenía veinticinco años cumplidos, edad mínima obligatoria para acceder al diaconato. Así, su nacimiento se sitúa hacia 607.
     Algunos años después fue elevado al abadiato de Agali.
     Este nombramiento hubo de producirse entre 633 y 653, en que Ildefonso suscribió en calidad de abad las actas del Concilio VIII de Toledo (16 de diciembre de 653). También como abad suscribió el Concilio IX de Toledo (2 de noviembre de 655). Se cree asimismo que hubo de asistir al año siguiente al Concilio X de Toledo (1 de diciembre de 656), pese a que en la suscripción de las actas de este sínodo no aparezca su nombre. Ello se explica por el hecho de que en el citado Concilio únicamente firmaron los obispos y sus representantes.
     En diciembre de 657, en el noveno año de Recesvinto, precisa Julián de Toledo, Ildefonso fue elevado a la cátedra episcopal de Toledo, sucediendo en dicha dignidad a otro gran autor visigodo, el poeta Eugenio II de Toledo. Ildefonso desempeñó este cargo hasta su muerte, durante nueve años y dos meses, dice Julián, quien incluso precisa el día exacto del deceso de Ildefonso: el noveno día antes de las calendas de febrero del decimoctavo año de Recesvinto, esto es, el 23 de enero de 667. Durante su episcopado, su firma no vuelve a aparecer en ningún concilio, por no haberse celebrado durante ese período sínodo alguno en Toledo.
     Ildefonso es uno de los autores más destacados de la Hispania visigótica. Se han conservado de él estos escritos: De uirginitate perpetua sanctae Mariae contra tres infideles, elaborado con anterioridad a su obispado, e incluso, quizás, a su abadiato, un tratado de carácter teológico y apologético en defensa de la virginidad de María, su obra más famosa; dos Epistulae dirigidas al obispo Quírico de Barcelona (c. 653-654 – c. 666), de hacia 656-657, en la primera, Ildefonso agradece a Quírico los elogios que este último dedica a su tratado De uirginitate perpetua, del que Ildefonso le había regalado un códice (con ocasión quizás de su encuentro en el Concilio X de Toledo), y en la segunda se disculpa ante Quírico por no sentirse con fuerzas suficientes para emprender la redacción de un tratado de exégesis de los pasajes bíblicos más oscuros, tal y como le propone el de Barcelona; el Liber de uiris illustribus, escrito durante su episcopado, destinado a completar la serie de los catálogos de los principales escritores cristianos iniciada por Jerónimo Estridonense, y continuada por Genadio de Marsella e Isidoro de Sevilla, si bien, Ildefonso, a diferencia de sus antecesores, dedica exclusivamente su obra a aquellas grandes figuras de la Iglesia hispana, y, en especial, de la toledana, que, a su juicio, han sido unos modelos de santidad y de buen gobierno eclesiástico, con independencia de que hayan dejado o no una producción escrita; el Liber de cognitione baptismi, redactado durante su episcopado, es un tratado doctrinal sobre el bautismo de claro tono antijudío, y, en fin, el Liber de itinere deserti, elaborado como complemento de la obra precedente, a modo de segunda parte de ésta, y destinado a instruir a los recién bautizados sobre el modo más adecuado en que deben comportarse en su nueva condición, si desean alcanzar la vida eterna, obra quizás inconclusa, pues contiene importantes lagunas en los capítulos 62 a 64.
     Gracias al Elogium beati Ildefonsi se tiene un inventario completo de la producción literaria de Ildefonso, lo que permite conocer el gran número de obras perdidas de este autor. Según Julián, el propio Ildefonso distribuyó sus obras, en razón de sus contenidos, en cuatro grandes secciones, cada una de las cuales ocuparía, quizás, un códice: composiciones teológicas y litúrgicas (una), epístolas (dos), escritos litúrgicos de ocasión resultado de su actividad pastoral (misas, himnos y sermones) (tres), y epigramas y epitafios (cuatro). De todas ellas, Julián cita expresamente los títulos siguientes: Liber prosopopeiae imbecillitatis propriae, suerte de autobiografía moral de carácter edificante; Opusculum de proprietate personarum Patris et Filii et Spiritus Sancti, tratado teológico sobre la Santísima Trinidad, y tres opúsculos sobre los oficios eclesiásticos y la liturgia, elaborados durante su etapa de monje en Agali: Adnotationes actionis diurnae, Adnotationes in sacris y Adnotationes in sacramentis.
     Como consecuencia de la información suministrada por Julián, algunos estudiosos atribuyen a Ildefonso otras composiciones, tales como misas, sermones, himnos, plegarias y poemas de dudosa autoría (José Carlos Martín Iglesias, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
      Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la iglesia de San Ildefonso, de José Echamorro, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Horario de apertura de la Iglesia de San Ildefonso:
      Invierno (de Octubre a Junio):
                     Lunes, Miércoles, Jueves y Sábados: de 18:00 a 20:00.
                     Martes: de 10:30 a 12:00.
                     Viernes: de 10:00 a 13:00, y de 18:00 a 20:00
                     Domingos: de 10:30 a 12:00

Horario de misas de la Iglesia de San Ildefonso:
       Invierno (de Octubre a Junio):
                      Lunes, Miércoles, Jueves y Sábados: 19:00
                      Martes: 11:30
                      Viernes: 11:30 y 19:00
                      Domingos y Festivos: 11:00
 
Enlace a la web oficial de la Parroquia de San Ildefonso:  www.parroquiasanildefonso.wordpress.com

La Iglesia de San Ildefonso, al detalle:

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