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viernes, 6 de marzo de 2020

La imagen del Señor Cautivo, en la Iglesia de San Ildefonso


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la imagen del Señor Cautivo, en la Iglesia de San Ildefonso, de Sevilla.
   Hoy, 6 de marzo, primer viernes de Cuaresma, se celebra el multitudinario besamanos al Señor Cautivo de la Iglesia de San Ildefonso. 
   Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la imagen del Señor Cautivo, en la Iglesia de San Ildefonso, de Sevilla.
   La Iglesia de San Ildefonso [nº 31 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 54 en el plano oficial de la Junta de Andalucía] se encuentra en la plaza de San Ildefonso, s/n; en el Barrio de La Alfalfa, del Distrito Casco Antiguo.
   El Señor Cautivo, preside su retablo en la nave del Evangelio de la Iglesia de San Ildefonso.
 Origen de la devoción
   En 1614, España llevó a cabo la conquista de la fortaleza norteafricana de La Mámora (actual Mehdía), perteneciente al reino de Fez, que desde el siglo XVI se había convertido en un nido de piratas berberiscos y a la que se rebautizó como San Miguel de Ultramar.
   Para defender la plaza se construyó un recinto fortificado diseñado por Cristóbal de Rojas, al que se dio el nombre de San Felipe y que conllevó el desarrollo de una población con viviendas y servicios.
   Para cuidar de la atención espiritual de los soldados españoles se reconvirtió en iglesia cristiana a una mezquita de la citada plaza fuerte, cuya atención fue encomendada a los Franciscanos, quienes en 1645 fueron reemplazados por frailes capuchinos. Poco tiempo después el templo resultó destruido por una explosión en uno de los numerosos ataques perpetrados por los musulmanes, lo que obligó a su reconstrucción. Para reponer cuanto era necesario, se enviaron desde la Península distintos enseres, entre ellos una imagen de Jesús Nazareno que, en principio, estaba destinada al convento sevillano de los capuchinos y llegó a La Mámora entre 1665 y 1688.

   Finalmente el 30 de abril de 1681, La Mámora se rindió al rey de Fez, Mulay Ismaíl, cuyas tropas se cobraron un gran botín en personas y enseres sagrados, que fueron trasladados a Mequinez, residencia del monarca musulmán, quien ordenó que la imagen de Jesús Nazareno fuera arrastrada por las calles de la ciudad y después arrojada a un muladar, momento que recoge el conocido cuadro de Valdés Leal. En tales circunstancias, un cautivo que se encontraba presente dijo al rey: “Señor, esas alhajas, si la reserváis, os darán los Padres de la Redención, por ellas, algunos moros cautivos de los que se hallan en poder de los cristianos”.
   La profanación de la efigie de Jesús Nazareno fue contemplada por fray Pedro de los Ángeles, religioso trinitario, que se encontraba en Mequinez negociando la redención de cautivos cristianos. Aún a riego de su vida, fray Pedro de los Ángeles se presentó ante Mulay Ismaíl y le solicitó el rescate de dicha imagen.
   Una leyenda afirma que el rey musulmán solicitó que se pagara como rescate por la imagen el peso de la misma en oro. Puesta en una balanza, fue tasada en treinta monedas, la misma cantidad de la traición de Judas.
   La imagen rescatada de Jesús Nazareno fue trasladada desde Mequinez a Tetuán y de allí a Ceuta, donde llegó el 28 de enero de 1682, para pasar después a nuestra Península: Gibraltar, Sevilla y, finalmente, Madrid, llegando al Convento de los Trinitarios Descalzos el 21 de agosto del citado año, donde quedó emplazada.
   Como muy pronto creciera la devoción hacia la imagen del Nazareno, los Duques de Medinaceli donaron un terreno para que se le labrara una capilla en octubre de 1686. A partir de ese momento la imagen empezaría a ser conocida como Jesús de Medinaceli, gozando desde entonces de singular veneración por parte del pueblo de Madrid.
La devoción llega a Sevilla

   En los siglos XVI y XVII eran muchos los cristianos capturados por los sarracenos que quedaron reducidos a la esclavitud. Los más afortunados -recuérdese el caso de Miguel de Cervantes- fueron rescatados gracias a la humanitaria labor de las Órdenes de la Santísima Trinidad y de la Merced, dedicadas a la redención de cautivos.
   Este asunto despertaba una especial sensibilidad entre los españoles, para quienes la azarosa peripecia experimentada por la imagen de Jesús Nazareno propició la rápida propagación de su culto y devoción.
   En Sevilla los trinitarios descalzos tenían su convento en una manzana comprendida entre la calle Descalzos, actual Plaza del Cristo de Burgos y calle Dormitorio. Juan Sierra levanta en 1625 la iglesia, que estaba dedicada a Ntra. Sra. de Gracia. En dicho templo se emplazó una imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado, trasunto del madrileño Cristo de Medinaceli, obra anónima del siglo XVII, que pronto gozó de singular devoción.
   La Desamortización eclesiástica del siglo XIX acarreó la desaparición del convento de los trinitarios descalzos. Sus dependencias fueron reconvertidas en vivienda y la iglesia quedó desacralizada dándole distintos usos.. Afortunadamente la Cofradía del Stmo. Cristo de Burgos adquirió este recinto en 1979, instalando en él su Casa de Hermandad. Se conserva su inconfundible torre, asomada a la calle Descalzos, con su característico chapitel bulboso. La pérdida de este convento hizo que sus enseres fueran repartidos entre distintos templos de la Archidiócesis y otros lugares. La imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado fue depositada en la iglesia de San Hermenegildo, situada en la Ronda de Capuchinos.
Jesús Cautivo en San Ildefonso
   Para conocer cómo se produjo la llegada de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado a la Parroquia de San Ildefonso, recurrimos al libro de su Quinario publicado en 2001, donde en las páginas 16 y 17 se expone que: “En sesión celebrada el día 7 de febrero de 1909 por la Junta de Gobierno de la Confraternidad del Sagrado Escapulario de la Santísima Trinidad, establecida en la Parroquia de San Ildefonso, se acordó, a propuesta del Sr. Cura párroco y Director Espiritual de la susodicha Asociación, traer al seno de esta devotísima Imagen del Divino Redentor Cautivo y Rescatado, que, como queda dicho, se veneraba en la iglesia de San Hermenegildo, sita extramuros de esta Ciudad, donde se encontraba en calidad de sagrado depósito y a la cual Imagen tenía la Asociación del Sagrado Escapulario, ya mencionada, cierto derecho por su origen trinitario.

   Con las licencias debidas para hacer su traslado y con la aprobación y beneplácito de la Hermandad de Caballeros de San Hermenegildo, establecida en la iglesia de su nombre, se organizó una solemne procesión en esta Iglesia, a las cuatro de la tarde del día 26 de marzo siguiente, a la que asistieron gran número de cofrades con velas encendidas, nutridas comisiones de las Hermandades del Santo Crucifijo, de San Agustín, y de Caballeros de San Hermenegildo y numerosos devotos del Señor, presididos por el Párroco de San Ildefonso […] Con este precioso rescate se completa esta Confraternidad de la Santísima Trinidad, pues en todas las iglesias de España que se da culto a esta Imagen lo recibe de la Orden Trinitaria o de sus Confraternidades”.
   Desde entonces, la venerada imagen de Jesús Cautivo ocupa el retablo en que estuvo el Santísimo Cristo del Calvario hasta 1908, fecha en la que su Hermandad se trasladó a la capilla de San Gregorio.
   El origen de la devoción a Jesús Nazareno Cautivo y Rescatado dio lugar al nacimiento de un nuevo modelo iconográfico. El momento de la Pasión representado hay que localizarlo en la Torre Antonia, después de que Jesús fuera presentado al pueblo por Pilato y antes de que iniciara el camino hacia el Calvario cargando con la cruz.
   La imagen del Redentor se muestra un tanto frontal, con la cabeza levemente girada e inclinada hacia su derecha. Aparece con expresión serena, humilde, intimista y bondadosa; tez morena, cabellera natural, coronado de espinas, con potencias, maniatado y con los pies descalzos. Por lo general viste túnica morada, cordón de oro que cuelga desde el cuello, ciñe la cintura, ata las manos y cae hasta los pies. Luce en pecho y espalda un escapulario blanco con la cruz patada de la Orden de la Trinidad. Fue restaurado por José María Gamero Viñau en 1998.
   Con su llegada a San Ildefonso, creció rápidamente la devoción a Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado, hasta el punto de ser una de las más señeras no solo de la ciudad, sino también de la Archidiócesis. Cada viernes son innumerables los fieles que acuden a visitarlo, siendo incontables los que lo hacen durante los viernes de marzo, mes en el que se le tributan solemnes cultos.
Salidas extraordinarias
   La sagrada imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado ha procesionado en algunas ocasiones de forma extraordinaria y siempre en andas. En ese sentido merece recordarse el Vía Crucis de la Pía Unión al templete de la Cruz del Campo que presidió el 13 de febrero de 1959 y del que se conserva una curiosa instantánea de la Primera estación a las puertas de la Casa de Pilatos.
   En algunos medios se ha venido afirmando erróneamente que la imagen del Señor Cautivo presidió el Vía Crucis de la Pía Unión de 1964, cuando en realidad ese año dicho acto se celebró en la Plaza de Pilatos y por vez primera con el “Lignum Crucis” que se custodia en la Casa Ducal de Medinaceli de nuestra ciudad.
   En las Misiones Generales de 1965, Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado salió a las cinco y media de la tarde del jueves 28 de enero hacia el Centro de Misión nº 3, zona 10, del barrio del Porvenir instalado en el refugio Luca de Tena. Las andas fueron llevadas por los “carretilleros de la caridad” de San Juan de Dios, siguiéndose el siguiente itinerario: Plaza de San Ildefonso, Boteros, Cabeza del Rey Don Pedro, Muñoz y Pabón, Federico Rubio, Fabiola, Puerta de la Carne, Jardines de Murillo, Av. Carlos V y calle ABC a donde llegó sobre las siete de dicha tarde. De este traslado se conserva la imagen inédita del paso de la sagrada imagen por los Jardines de Murillo. Allí presidió un Triduo preparatorio de las Misiones los días 28, 29 y 30 de enero.
   A las diez de la mañana del domingo 31 de enero, la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado fue llevada desde el centro misional hasta la Santa Iglesia Catedral. Para esta ocasión las andas fueron exornadas por D. Emilio Vara con flores enviadas por los Hermanos de San Juan de Dios. A las cuatro y media de la tarde salió de nuestro primer templo por la actual Avenida de la Constitución para dirigirse al altar instalado ante la fachada del edificio de Correos, donde junto a la Patrona de Sevilla, la Santísima Virgen de los Reyes, presidió el acto de apertura oficial de las Misiones Generales. Concluida esta ceremonia, volvió a la Santa Iglesia Catedral y desde allí fue nuevamente trasladado por el barrio de Santa Cruz al centro misional del refugio Luca de Tena. El retorno a San Ildefonso se llevó a cabo a las siete y media de la tarde del domingo 14 de febrero.
Andas procesionales
   Para presidir el Vía Crucis del último viernes de marzo, la imagen de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado es emplazada en sus andas procesionales, cuyo estreno tuvo lugar el 27 de marzo de 1998. Presenta una canastilla de caoba en su color y estilo Renacimiento con cuatro capillas, distribuidas en el frente, trasera y laterales, flanqueadas por columnas que cobijan las imágenes de San Ildefonso, el Apóstol Santiago, la Inmaculada Concepción y Nuestra Señora de los Reyes. En las esquinas se sitúan cuatro faroles de madera con columnas iguales a las de la canastilla y coronas. La labor de talla y madera se debe al taller de los Hermanos Caballero, en tanto que la orfebrería es de Manuel de los Ríos. El llamador es obra de Fernando Marmolejo (www.parroquiasanildefonso.wordpress.com).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía del Prendimiento de Jesús;
    Mateo, 26: 47-66; Marcos, 14: 43-52; Lucas, 22: 47-53; Juan, 18: 1-12.
   En los relatos de los Evangelios se pueden encontrar numerosas escenas que los artistas de la Edad Media con frecuencia han yuxtapuesto o fundido mal o bien, en una composición de conjunto, y que se suceden en este orden:
   1. Traición de Judas; 2. El Beso de Judas; 3. El Prendimiento de Jesús con el Desorejamiento de Malco y la Huida de los discípulos; 4. La Negación y el Arrepentimiento de San Pedro; 5. Los Remordimientos y el Ahorcamiento de Judas.
3. El Prendimiento de Jesús
   Guiados por Judas, los soldados irrumpen por la puerta o trepan la empalizada del Huerto de los Olivos.
   Según el Evangelio de Juan, después que Jesús dijera a los soldados que llegaban para prenderlo: «Yo soy (a quien buscáis)», «retrocedieron y cayeron en tierra». Luego se dejó atar las manos sin oponer la menor resistencia.
   Las prefiguraciones bíblicas son la Captura de Sansón y el Robo del Arca de la Alianza, por los filisteos.
   En las ilustraciones de los Salterios, los esbirros que arrestaron a Cristo tienen cabezas de perro, en alusión al Salmo 22, 17: «Me rodean como perros, me cerca una turba de malvados...».
   En el arte bizantino, especialmente en las pinturas murales del Protaton de Vatopedi, en el monte Athos, Jesús aparece enmarcado por dos soldados que lo amenazan, uno con una porra, el otro con una espada.
   La soldadesca que invade el huerto, a veces lleva estandartes con el emblema del escorpión, símbolo del pueblo judío.
   La escena ocurre durante la noche, a la luz de antorchas humeantes y de dos linternas que llevan en la mano o en el extremo de una pértiga, una Malco, al servicio del sumo sacerdote, la otra la «herrera» Hedroit, que forjaría los clavos de la Crucifixión. Esta puesta en escena pictórica se tomó de los Misterios de la Pasión, cuya escenografía comportaba «linternas de mano encendidas».
   A partir del siglo XVI los detalles pictóricos se multiplicaron.
   La escena del Prendimiento casi siempre está acompañada de tres episodios accidentados: los soldados encargados de capturar a  Cristo cayendo en tierra; San Pedro cortando la oreja de Malco; y los discípulos emprendiendo la fuga.
a) Los soldados cayendo en tierra
   Juan, 18: 4-6. «(Jesús...) salió y les dijo: ¿A quién buscáis? Respondiéronle: A Jesús Nazareno. Él les dijo: Yo soy. (...) Así que les dijo: Yo soy, retrocedieron y cayeron en tierra,"
   Como lo escribiera el P. Lagrange, sería pueril imaginar que toda la tropa fue derribada ante la vista de Jesús, como una fila de soldaditos de plomo. Debe entenderse que aquellos que iban en cabeza, intimidados por la majestad de Jesús, retrocedieron un momento.
   En la literatura prefigurativa, la caída de los soldados se compara con la de los Ángeles Rebeldes, con la muerte de seiscientos enemigos que Sangar mata con una aguijada, con la hecatombe de los filisteos que Sansón aniquila con una quijada de asno, con la matanza de ochocientos enemigos por David.
   A finales de la Edad Media, y especialmente en las ilustraciones prefigurativas del Speculum Humanae Salvationis, el arte cristiano reproduce la puesta en escena de los autos sacramentales de la Pasión. Cristo permanece impasible frente a los soldados que se derrumban a sus pies. Dos de ellos llevan filacterias en las que puede leerse: Quem quaerilis? Jesum Nazarenum. En la escena se los veía caer de espaldas dos veces. Es fácil imaginar el cómico efecto que producía al público esta doble caída.
b) Pedro cortando la oreja a Malco
   Lucas, 22: 51.
   Es uno de los episodios más populares del Prendimiento, imaginado para destacar la divina mansedumbre de Cristo mediante la oposición de éste a la reacción instintiva de uno de sus discípulos.
   Para defender a su maestro, Pedro, presa de la cólera, se precipita sobre Malco, criado del sumo sacerdote que llevaba una linterna en la mano para alumbrar el camino a los soldados. El apóstol lo derriba y le corta una oreja con una enorme espada o sable corvo con forma de cimitarra, cuyas dimensiones parecen excesivas para una ablación de ese género.
   Jesús le ordenó con calma que envainara  la espada (Mitte gladium tuum in vaginam) y volvió a pegar la oreja de la victima.
   La historicidad de este episodio es tanto más sospechosa por cuanto Lucas es el único evangelista que lo menciona. Si los otros tres lo hubiesen conocido no habrían tenido razón alguna para excluirlo de sus relatos.
   Con frecuencia Malco es representado con la estatura de un niño. Casi siempre está derribado, pero a veces se lo ve de pie, y Pedro le corta la oreja en el mismo momento en que pone la mano sobre Cristo (Crucifijo de San Gimignano, vidriera de Chartres). Su linterna cae a tierra.
   En el arte alemán del siglo XV, que se inclina hacia un realismo caricaturesco se ve a Pedro y a Malco rodando por el suelo y riñiendo como dos camorristas: con frecuencia Pedro está a horcajadas de su adversario.
   Jesús tiene la oreja cortada de Malco en la mano, que se dispone a pegar. A veces la oreja no está separada, sino sólo, pendiente.
c) La huida de los discípulos
   Marcos, 14: 51.
   Los otros discípulos, menos belicosos que Pedro, emprendieron la fuga, como un rebaño en estampida, sin intentar siquiera defender a su maestro.
   Uno de ellos escapó completamente desnudo, abandonando en manos de los soldados el manto que lo cubría.

   Según San Ambrosio y San Gregorio, el joven del manto (adolescens cum sindone) sería Juan; para los Misterios, se trataría de Santiago el Menor, hijo de Alfeo, primo de Jesús, a quien se parecía. A causa de esta semejanza física habría sido per­seguido por un soldado que no prestara atención al beso de Judas. Prefirió dejar su vestidura que ser apresado y «dejando la sábana, huyó desnudo.»
   La fuente de este episodio poco glorioso es una profecía del Antiguo Testamento (Amós, 2: 16): "(...) y el de más esforzado corazón entre los valientes / huirá desnudo aquel día (...)».
   Este tema, bastante infrecuente, no aparece por primera vez en la obra de Jean Fouquet, que lo habría tomado de los Misterios de la Pasión, como lo creyera E. Mâle; en verdad, se lo encuentra cuatro siglos antes en el Evangeliario de Enrique III iluminado en Echternach en 1045, y luego en la Maestà de Duccio, terminada en 1311: Fouquet lo tomó de los artistas de Siena del Trecento (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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