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viernes, 20 de marzo de 2020

La pintura "Beato Ambrosio Sansedoni", de Lucas Valdés, en la Iglesia de la Magdalena


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Beato Ambrosio Sansedoni", de Lucas Valdés, en la Iglesia de la Magdalena, de Sevilla.
   Hoy, 20 de marzo, Memoria en Siena, ciudad de Toscana, en Italia, Beato Ambrosio Sansedoni, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue discípulo de San Alberto Magno, y aunque eximio en doctrina y predicación, se mostró al mismo tiempo sencillo para con todos (1287) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
   Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la pintura "Beato Ambrosio Sansedoni", de Lucas Valdés, en la Iglesia de la Magdalena, de Sevilla.
   La Real Parroquia de Santa María Magdalena [nº 16 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 60 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle Cristo del Calvario, 2 (aunque la entrada habitual se efectúa por la calle San Pablo, 12); en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
    La Real Parroquia de Santa María Magdalena, ocupa desde 1810 la iglesia del antiguo convento de San Pablo, que había sido una de las instituciones religiosas más antiguas de la ciudad, ya que los dominicos se instalaron en Sevilla a raíz de la conquista de Sevilla por Fernando III. Una vez conseguido el permiso real, construyeron una iglesia de la que ningún testimonio queda y que debía de presentar un carácter arquitectónico de estilo gótico. Esta iglesia se conservó hasta su hundimiento en 1691, planteándose de inmediato su reconstrucción, que corrió a cargo del arquitecto Leonardo de Figueroa; las obras concluyeron en 1709. Desde esta fecha hasta 1715 se realizó una amplísima labor de ornamentación pictórica en sus muros, labor que, mayoritariamente, realizó Lucas Valdés, siguiendo un amplio y prolijo programa iconográfico que venía a exaltar  la grandeza y milagros de la Orden dominica.
Presbiterio
   El punto de partida de toda la labor ornamental se inicia en el presbiterio del templo al que, inicialmente, se le dio un significado eucarístico, al estar presidido en sus muros laterales por dos enormes lienzos que realizó Lucas Valdés, entre 1710 y 1715, con temas alusivos a ceremonias y sacrificios en el templo de Jerusalén. Los temas de estas pinturas son David llevando el Arca de la Alianza al Templo y La inauguración del Templo de Jerusalén después de su reconstrucción. Esta última pintura lleva una inscripción que, traducida, señala que la gloria de este templo reconstruido sería más grande que la que tuvo el primero, en una clara alusión a que la nueva iglesia barroca de los dominicos de San Pablo superaría la magnificencia de la antigua iglesia gótica arruinada.
   Los elementos decorativos en las paredes de este presbiterio, realizados en mármoles de abultado relieve, complementan su simbología al mostrar representaciones del sol, la luna y las estrellas, que aluden a la Virgen María. De esta manera, con un sentido eucarístico y mariano, quedaba subrayada la solemnidad de este espacio.
   La primera intervención de pintura mural del presbiterio aparece en el arco toral que se abre sobre el altar mayor, donde, en los laterales, se representan en pequeños medallones La imposición de los estigmas a Santa Catalina de Siena y La comunión de Santa Inés de Montepulciano. Ambas son santas dominicas y al pie de las cuales figuran dos inscripciones. Bajo Santa Catalina puede leerse: EGO ENIM ESTIGMATA DOM/NI IESU IN CORPORE MEO PORTO (Yo tengo impresas en mi cuerpo las señales del Señor Jesús); procede esta frase de la Epístola de San Pablo a los Gálatas, 6, 17. Santa Inés de Montepulciano lleva la siguiente inscripción: ECCE AN- GELI ACESSERUNT ET MINISTRABANT EI (y he aquí que se acercaron los ángeles y le servían) tomada de Mateo 4, 11. En el centro de este arco toral figuran las representaciones de las Santas Justa y Rufina que llevan las siguientes inscripciones: HAEC EST VERO FRATERNITAS QUAE NON QUAM POTUIT VIOLARI CERTAMINI (Verdaderamente ésta es la fraternidad que nunca pudo violarse en una disputa), texto que procede del Breviario romano en las fiestas de los mártires Juan y Pablo y que se encuentra bajo Santa Justa. Santa Rufina lleva una inscripción, que continúa el texto anterior, que señala: QUAE EFFUSO SANGUINE SECUTAE SUNT DOMINUM (Éstas, derramada su sangre siguieron al señor), alusiva esta frase al martirio ambas santas. 
  La principal preocupación de la Orden dominica fue la predicación de la fe cristiana para difundirla por todo el orbe. Por ello, no ha de sorprender que la decoración de la bóveda que cubre el presbiterio sea una representación del Triunfo de la Fe, cuya extensión universal se proyecta sobre las cuatro partes del mundo que figuran en las pechinas, sobre las que descansa dicha bóveda. Son representaciones de Europa acompañada de un caballo blanco, Asia con un pebetero y un dromedario, América armada con arco y flechas y acompañada de un cocodrilo y África que aparece con un león.
   En el casquete de la bóveda, y en su centro, bajo un baldaquino, aparece de pie La Fe flanqueada por los arcángeles San Miguel y San Rafael. La Fe sostiene la cruz y levanta hacia lo alto un cáliz con la Sagrada Forma. En los laterales se disponen dos balconadas con ángeles trompeteros que resaltan su triunfal aparición. Sobre la balaustrada dos ángeles muestran pal­mas y ramas de olivo, mientras que otro, en la parte superior, sostiene una antorcha encendida que alude a la luz que proporciona la Fe.
   Flanqueando este fingido espacio arquitectónico se encuentran los dos principales santos dominicos, que son Santo Domingo y Santo Tomás de Aquino. El primero, Santo Domingo, muestra un pliego escrito en el cual aparece la siguiente frase: PESTEM FUGAT HAERETICAM NOVUM PRODUCENS ORDINEM (Pone en fuga a la peste herética creando un nuevo orden); este texto procede de un himno a Santo Domingo. Santo Tomás enseña un libro abierto en cuyas páginas señala este texto: ERRORUM PULSO NUVI SOLIS RADIUM (Rechazada la oscuridad de los errores por el rayo del nuevo sol); este segundo texto está extraído de un himno a Santo Tomás. También es de advertir que a los pies de ambos santos aparecen, en posiciones convulsas y agitadas, figuras alegóricas de las herejías vencidas.
   En las paredes de este presbiterio figuran también, representados de cuerpo entero, algunos de los principales santos de la Orden dominica, formando una serie que se complementará después con los que aparecen en los pilares del crucero. Los que figuran aquí son: San Pedro, mártir de Verana, San Juan, mártir de Colonia, San Gonzalo de Amarante y San Antonino. En los frentes de los soportes que dan al crucero aparecen otros religiosos como San Pío V, San Alberto Magno, San Benedicto XI y San Agustín Gazoto. Luego, en los pilares de la nave, se encuentran otros ocho santos dominicos identificados por sus rótulos como San Jacinto, San Jacobo de Merania, San Vicente Ferrer, San Ambrosio Sacedonio, San Raimundo de Peñafort, San Pedro González Telmo, San Luis Beltrán y San Enrique Susón.
   Pues bien, los pilares del crucero se encuentran decorados con las imágenes de los más importantes santos que ha dado la orden dominica, entre ellos Beato Ambrosio Sansedoni, que lo encontramos en el pilar de la izquierda (muro del Evangelio) más cercano a la nave de la Iglesia, mirando hacia la nave de la Epístola, en la parte inferior, revestido con el hábito de la orden, llevando una maqueta de la ciudad de Siena en su mano izquierda (Enrique Valdivieso, Pintura mural del Siglo XVIII en Sevilla, en Pintura Mural Sevillana del Siglo XVIII, Fundación Sevillana Endesa, 2016).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía del Beato Ambrosio Sansedoni, presbítero;
   Predicador dominico nacido en Siena en 1220, condiscípulo de santo Tomás de Aquino, junto a quien siguió en París y en Colonia las lecciones de Alberto Magno.

   
   La leyenda pretende que sus prédicas fueron inspiradas por una paloma que le decía al oído lo que debía decir.
   Murió en 1286 en el ejercicio de sus funciones: se le habría roto una vena mientras predicaba con demasiado ardor contra los usureros.
   Beatificado en 1443, sus atributos son la paloma inspiradora y la maqueta de la ciudad de Siena que tiene en las manos (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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Más sobre la Iglesia de la Magdalena, en ExplicArte Sevilla.

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