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lunes, 29 de julio de 2019

La Iglesia del Hospital de San Lázaro

 

       Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia del Hospital de San Lázaro de Sevilla.  
     Hoy, 29 de julio, Conmemoración de San Lázaro, hermano de Santa Marta, a quien lloró el Señor al saber que había muerto y después resucitó, y de Santa María, su hermana, la cual, mientras Marta se ocupaba inquieta y nerviosa en preparar todo lo necesario, ella, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras (s. I) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la iglesia del Hospital de San Lázaro, de Sevilla.
   La Iglesia del Hospital de San Lázaro se encuentra en la avenida Doctor Fedriani, 56; en el Barrio Los Príncipes-La Fontanilla, del Distrito Macarena.
     El hospital fue fundado por Alfonso X el Sabio en la segunda mitad del siglo XIII, engrandeciéndolo con posterioridad su hijo Alfonso XI. La actual edificación consta de dos núcleos bien diferenciados: la iglesia y el hospital. La iglesia es de planta rectangular, con tres naves, la central más elevada, separadas por arcos apuntados que apean sobre pilares cruciformes y presenta cabecera poligonal. Las naves se cubren por medio de estructuras de madera modernas, en forma de artesa en la nave central y de colgadizo en las laterales. El ábside presenta bóvedas de nervaduras góticas que descansan en ménsulas decoradas con temas vegetales, apareciendo en el frente ventanas bíforas. La portada se sitúa a los pies de la nave central, configurándose por medio de un arco de medio punto enmarcado por un gran alfiz de ladrillo agramilado. Sobre la portada se sitúa un azulejo con la imagen de San Lázaro.
     En el interior de la iglesia, profundamente restaurada en 1883, sólo cabe destacar el retablo mayor. El conjunto consta de banco, dos cuerpos de tres calles y ático, habiéndose ejecutado a finales del siglo XVII. Las pinturas que en él aparecen las ejecutó en 1553 Pedro de Villegas Marmolejo y proceden del primitivo retablo de la iglesia. A ambos lados del banco aparecen pintados los temas de Cristo con el Cirineo y la Coronación de espinas; en las calles laterales del primer cuerpo figuran la Resurrección de Lázaro y la Magdalena penitente, situándose en el segundo cuerpo las escenas del «Noli me Tangere» y el Martirio de San Lázaro. La escultura de San José con el Niño, situada en el templete con columnas salomónicas de la parte superior, de principios del XVIII. En la sacristía se conserva una escultura de San Lázaro, atribuida a Roque Balduque, que debió de ser la titular del retablo mayor de la iglesia.
     La fachada del hospital, construida a mediados del siglo XVI, se sitúa a la izquierda de la iglesia y se compone de dos cuerpos, articulándose a base de tres módulos diferentes que se repiten. Estos tres esquemas, construidos en ladrillo que simu­lan sillares, están inspirados en Serlio, de quien igualmente se tomó el diseño de la portada, que se configura por un vano adintelado flanqueado por columnas fajadas sobre las que se sitúa en entablamento liso que da paso a un frontón curvo y roto en cuyo centro aparece un balcón (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia I. Diputación de Sevilla y Fundación José Manuel Lara, 2004).
   En las cercanías del cementerio de San Fernando, en una de las antiguas vías de acceso a la ciudad, se sitúa una de sus capillas más desconocidas, la del hospital que fundó en la segunda mitad del siglo XIII Alfonso X el Sabio. Ampliado en época de Alfonso XI, la mayor parte de su configuración actual tiene trazas renacentistas del siglo XVI, con el característico elemento serliano de arcos semicirculares y columnas realizadas en ladrillo. Antiguo lazareto de la ciudad, en uno de sus extremos se sitúa la pequeña capilla gótico mudéjar del conjunto, con ábside poligonal en ladrillo y pequeña torre campanario visible desde la rotonda que conduce al puente del Alamillo. Aunque la edificación conserva su primitivo carácter hospitalario, la capilla permanece olvidada como simple almacén. Es una pequeña edificación de tres naves, separadas por pilares cruciformes, con cabecera de bóveda de nervadura y ventanales polilobulados en sus laterales. El acceso al interior se realiza desde uno de los pasillos del hospital.
   Profundamente restaurada en 1883, de su interior solo destaca su retablo principal, interesante estructura con tablas pictóricas de enorme interés. Es un retablo compuesto por un banco, dos cuerpos de tres calles y ático, apareciendo la columna salomónica como elemento configurador en el templete superior del segundo cuerpo. Las tablas del retablo fueron encargadas al pintor renacentista Pedro Villegas Marmolejo, según se reseña en el contrato que el pintor firmó el 17 de julio de 1553 junto a Juan Chacón. Constaba originalmente de 10 tablas y una ordenación diferente a la actual. Desgraciadamente, han desaparecido las tablas que representaban al Padre Eterno, la de la Anunciación y la tabla central, una representación de San Lázaro que fue enviado a José I, el rey intruso, en el año 1811. También desapareció la pintura central del banco.

   Actualmente el retablo muestra dos escenas pintadas por Juan Chacón en el banco, la Coronación de Espinas y Cristo con la cruz a cuestas, con un colorido más oscuro y una composición más equilibrada que las demás. De Villegas Marmolejo son el resto de las escenas, en el primer cuerpo la Resurrección de Lázaro y la Magdalena Penitente, en el segundo cuerpo el Noli me Tangere y el Martirio de San Lázaro. Ya de principios del siglo XVIII es la talla de San José con el Niño del templete superior, siendo también ajeno al retablo el crucificado que ocupa el ático. En la sacristía se conserva una talla de San Lázaro cercana al estilo del flamenco Roque Balduque (siglo XVI), que pudo ser el antiguo titular de una iglesia olvidada entre tanatorios, cementerios, chabolas y viejas camas de hospital (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
     El Hospital de San Lázaro se encuentra situado extramuros de la ciudad, alejado de la misma, en el camino real que comunicaba la ciudad con Córdoba, en las proximidades del río Guadalquivir, entre el Hospital de las Cinco Llagas situado en las inmediaciones de la Puerta de la Macarena y el Monasterio de San Jerónimo de Buena Vista, en unas huertas denominadas Grande y Chica de San Lázaro, y aledaño al Cementerio de San Fernando que fue construido a mediados del siglo XIX. Su ubicación resultó ser el lugar más idóneo por estar apartado de la ciudad a la vez que bien comunicado.
     El origen del Hospital se remonta al siglo XIII, cuando la ciudad creó un hospital para los enfermos de lepra bajo la advocación de San Lázaro en las inmediaciones de la torre de los Gausines.
     El conjunto edilicio consta de dos núcleos bien diferenciados, por un lado el hospital propiamente dicho, con todas sus dependencias que incluye patios, restos de un claustro Mudéjar y la Torre defensiva llamada de los Gausines y por otro la iglesia con su torre. 
     El hospital se puede inscribir dentro del tipo de hospital palaciano, caracterizado por ser un conjunto cuadrado o rectangular en torno a un patio, al fondo del cual o a un lado se encuentra situada la iglesia. En este tipo de edificios en el que convergen las formas típicas del Gótico y del Renacimiento, se desligan las funciones religiosas de las hospitalarias.
     Debido a contar con tres edificaciones de distinta cronología se aprecia visualmente la superposición de volúmenes, destacando las crujías del hospital renacentista que tienes a la horizontalidad, mientras que en la vertical sobresalen el machón de la torre de los Gausines, enmascarada en la puerta de acceso al recinto, y la iglesia con su torre.
     A las obras emprendidas en el siglo XV, como puede ser el claustro y las crujías principales del edificio, se añadió la construcción de la fachada principal a mediados del siglo XVI. Ésta se encuentra situada a la izquierda, en el lado del Evangelio de la iglesia. 
     La fachada principal posee un marcado carácter manierista, inspirada en los libros de Serlio. Arranca del núcleo de la torre de los Gausines, en cuya base se abrió la portada principal. Se divide en dos cuerpos articulados mediante tres módulos distintos, que se repiten hasta ocho veces. El cuerpo bajo se estructura mediante semi-columnas de orden toscano que alternan con arcos de medio punto, todo ello construido en ladrillo visto que simulan sillares, sobre el que corre a todo lo largo de la fachada un friso que contiene metopas y triglifos. El cuerpo superior, el vano cabalga sobre el macizo inferior, quedando flanqueado por columnas de orden jónico sobre las que reposa un entablamento liso y frontón recto. Para algunos investigadores el lenguaje de la fachada se relaciona directamente con Hernán Ruiz II.
     La portada se configura mediante un vano adintelado flanqueado por columnas fajadas sobre la que se sitúa un entablamento liso que da paso a un frontón curvo y roto, quedando la composición coronada por un balcón, rematado por un azulejo cerámico. El material empleado fue el ladrillo dispuesto de forma que simula sillares.
     El hospital cuenta con restos de un patio de tradición mudéjar realizado en ladrillo, situado entre la portada principal y el muro del Evangelio de la iglesia. Se conservan una serie de arcos que conforman dos crujías del referido patio o claustro. 
     Se compone de un basamento corrido sobre el que se sitúan pilares ochavados en los que descansan arcos de medio punto enmarcados por alfiz.
     Debido a las sucesivas transformaciones, demoliciones y ampliaciones internas a las que ha estado sometido el edificio a lo largo de los años, es muy difícil ubicar las distintas dependencias del hospital renacentista.
     La iglesia se encuentra situada en posición oblicua respecto a la línea horizontal de la fachada principal del edificio, con orientación Este-Oeste. El templo es de planta rectangular de 24 por 16 metros, con distribución basilical de tres naves, siendo la central más ancha, de 5,50 metros, que las laterales. Las naves se encuentran separadas por arcos apuntados que campean sobre pilares cruciformes, destacando la cabecera poligonal sostenida exteriormente por cuatro robustos contrafuertes, presentando en su frente ventanas bíforas de huecos alancetados. 
     El alzado responde a las características propias de las iglesias gótico- mudéjares sevillanas, con una techumbre de madera moderna que sustituyó a otra más antigua, en forma de artesa en la mayor y de colgadizo en las laterales. El ábside se cubre con bóveda gótica de terceletes cuyas nervaduras descansan sobre ménsulas decoradas con temas fitomorfos. El retablo mayor contiene pinturas de Villegas y Marmolejo.
     Sobre el cuerpo de la iglesia se alza el tejado a dos aguas, quedando entre éste y la portada una crujía de fachada correspondiente a una ampliación realizada en la segunda mitad del siglo XVIII. Debido a esta ampliación la portada fue trasladada a su nuevo emplazamiento aunque continúa a los pies de la nave central. La portada principal, realizada en ladrillo agramilado, consiste en un arco de medio punto enmarcado por un alfiz, cuya disposición y molduras coinciden con otras realizadas bajo el reinado de los Reyes Católicos. Sobre la portada se encuentra un azulejo cerámico de San Lázaro. Ésta debido a sucesivas reformas y elevaciones del terreno, tal vez huyendo de las inundaciones del río Guadalquivir, se encuentra rehundida en su tercio inferior y cegada, por lo que a la iglesia se accede desde el interior del propio hospital.
     Al exterior destaca el desarrollo macrocefálico del ábside coronado por almenas escalonadas, sobre cuyo lado de la Epístola se eleva el campanario octogonal. La construcción de la torre es contemporánea a la de la fachada principal del hospital. Consta de una caña o fuste liso de cantería, con planta octogonal y medianas proporciones, en cuyos frentes se abran algunas torneras. De los ocho lados que tiene la torre, el cuerpo de campanas alterna cuatro vanos abiertos con cuatro paramentos. El esquema compositivo es similar para ambos. Un arco de medio punto flanqueado por pilastras para el caso de los vanos de campanas y para los paramentos un arco de medio punto flanqueado por pilastras con una cornisa que une sus impostas. Continúa con un entablamento con decoración de metopas y triglifos en el friso, coronándose la cornisa con alternancia de frontones triangulares y curvos, correspondiéndose los primeros con los vanos destinados a alojar una campana. El conjunto se remata por un cupulín sobre el que se asienta una cruz de forja. El remate de la torre recuerda a una corona real.
     El Hospital fue fundado por Alfonso X el Sabio en la segunda mitad del siglo XIII, engrandeciéndolo con posterioridad su hijo Alfonso XI. El hospital fue concebido para albergar a enfermos de lepra, de ahí la advocación de San Lázaro.
     Siguiendo las formas arquitectónicas del edificio se puede concluir que en su construcción existieron dos fases: una primera, de fines del siglo XV a comienzos del XVI, iglesia, crujías, patio, etc.; otra segunda, llevada a cabo en la segunda mitad del siglo XVI, en cuanto a la fachada principal, torre de la iglesia, otras dependencias, etc., posiblemente hacia 1564, obras que se relacionan directamente con Hernán Ruiz II.
     Debido a que el hospital ha estado en funcionamiento desde su fundación hasta la actualidad, el edificio ha estado sometido a sucesivas reformas, hundimientos y transformaciones, algunas de ellas realizadas en la segunda mitad del siglo XVIII, otras a lo largo del siglo XIX llegando a estar en ruina en 1854, restaurado en 1864, cuando fue entregado a las Hermanas de la caridad, quienes continúan al frente del mismo hoy día. La iglesia fue profundamente restaurada en 1833 (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Lázaro;
LEYENDA
   Debe distinguirse entre dos Lázaro, el de la parábola evangélica a quien el rico Epulón deja morir de hambre a la puerta de su casa, y el hermano de Marta y Magdalena, a quien resucitó Cristo ¿o esos dos homónimos son el mismo personaje?
   La identidad de ambos Lázaro, cuyo nombre en el Antiguo Testamento también se transcribe Eleázaro, Eleazar y Eliezer, no ofrece dudas. En la parábola evangélica, el rico que muere de sed entre las llamas del Infierno, y que ve en Lázaro en el Paraíso, en el seno de Abraham, pide a Dios que lo envíe a la tierra para convertir a los judíos, y Dios responde: "Tienen a Moisés y a los profetas. Si no los oyen a ellos, tampoco los persuadirá un muerto que resucite".
   La resurrección de Lázaro que se relata en el cuarto Evangelio es sólo la puesta en escena de esta parábola. Lázaro resucita efectivamente, y no obstante los judíos se niegan a creer en el Mesías.
   Como la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón y la Resurrección de Lázaro, han sido estudiadas en la iconografía del Nuevo Testamento, nos limitaremos a hablar aquí de la leyenda provenzal y borgoñona del leproso santificado.
   Se imaginó que después de la Crucifixión de Cristo, Lázaro desembarcó en Provenza con sus dos hermanas, y que se convirtió en obispo de Marsella. En el siglo XII la Borgoña cluniacense se apoderó del falso obispo marsellés cuyas reliquias habrían sido transportadas a Autum para ponerlas al abrigo de los piratas sarracenos. La catedral de Autum, hasta entonces dedicada a San Nazario, fue puesta bajo la advocación de san Lázaro, a quien se erigió una tumba formidable. Los borgoñones llegaron incluso a pretender que san Lázaro había sido obispo de Autum.
   En realidad, él nunca estuvo en Las Galias, y no fue obispo de Autum ni de Marsella.
   La tumba de un obispo homónimo dio nacimiento a la leyenda provenzal de San Lázaro.
CULTO
   Los principales centros del culto de san Lázaro están en Marsella, Provenza y Borgoña, donde, en Autum y Avallan, las iglesias están puestas bajo la advocación de Saint Lazare. La primera de estas localidades pretende poseer el cuerpo del santo, y Avallan su cabeza. Otras reliquias no menos sospechosas, se veneraban en Andlau, Alsacia.
   Tanto en Marsella como en Autum el culto obedece a una confusión: la tumba que se veneraba en la iglesia de Saint Victor, en Marsella, era la de un obispo de Aix llamado Lazare, que vivió en el siglo V. En Autum, el nombre de San Lázaro sustituyó al de san Nazario, es decir, se transformó Nazaius en Lázarus. La misma confusión se produjo en la localidad italiana de Urbino.
   En Autum, todavía en el siglo XVIII se celebraban los juegos del Santo Leproso que consistían en una cabalgata y desfile militar en los Campos de Marte.
   Los orientales pretenden que Lázaro murió en Chipre, y que sus reliquias fueron trasladadas a Constantinopla desde allí.
   La popularidad de san Lázaro está probada por sus muchos patronazgos. Es el patrón de los leprosos y de los leprosarios donde se los atendía, también a ese título era invocado por los panaderos que, por superstición, se creían especialmente expuestos a la lepra a causa de su oficio.
   Como los leprosos pedían limosna, se convirtió en el patrón de los mendigos, quienes en Italia se llamaban lazzaroni. Por esa razón, en la Edad Media se ha representado con  frecuencia la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón en los atrios de las iglesias, el sitio en que se instalaban los mendigos para pedir la caridad.
   Por último, con el viejo Tobías (Tobit) y con José de Arimatea compartía el patronazgo de los sepultureros o enterradores.
ICONOGRAFÍA
   Los diferentes rasgos de su leyenda y culto se reflejan en su iconografía.
   Está representado como obispo con mitra y báculo, sobre todo en Marsella (Altar de la Major), pero más aún como leproso, con unas tarreñas (en cas­tellano también llamadas tablillas de san Lázaro) en la mano, para advertir a los transeúntes.
   En su calidad de patrón de los enterradores, a veces lleva un féretro.
   Por el hecho de personificar la pobreza, en las iglesias su imagen suele emplearse como soporte de los cepillos destinados a recaudar las limosnas (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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