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sábado, 6 de julio de 2019

El Palacio Arzobispal


     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Palacio Arzobispal, de Sevilla. 
     El Palacio Arzobispal [nº 5 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla, y nº 5 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la plaza de la Virgen de los Reyes, 1; en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
     El actual edificio se levantó sobre el solar que ocupaban las casas que en 1251 donó Fernando III al obispo Don Remondo, aunque del primitivo palacio no queda resto alguno, puesto que los más antiguos pertenecen al proceso constructivo que se desarrolló durante el siglo XVI. De la etapa en que fue arzobispo de Sevilla fray Diego de Deza se han localizado en fecha reciente algunos elementos de la que fue su capilla pública, destacando la techumbre de madera, los zócalos de azulejos de arista, un friso con yeserías y una inscripción. Otros fragmentos arquitectónicos, como una galería con columnas de mármol, corresponden a tiempos de don Alonso Manrique, pudiendo datarse hacia 1530.
        No obstante, los principales testimonios de dicho siglo son los debidos al arquitecto Vermondo Resta, quien inició durante los años en que ocupó el arzobispado don Rodrigo de Castro la transformación de las antiguas casas arzobispales en un palacio. Dicho proceso se prolongaría durante el siglo XVII. Fue en esa época cuando se organizaron las diferentes salas y dependencias en torno a sus dos patios principales. En la segunda mitad del siglo XVII, se construyó la monumental escalera, renovándola el arquitecto Fray Manuel Ramos en los años finales del mismo siglo. Entre 1703 y 1705, Lorenzo Fernández de Iglesias labró la portada principal. Sus movidas líneas arquitectónicas ofrecen un bello efecto decorativo, mostrando uno de los más atractivos logros de la Sevilla barroca. La mencionada escalera fue revestida con pinturas entre 1778 y 1781 por Juan de Espinal. En el interior del palacio, es la parte destinada a vivienda de los prelados la mejor conservada arquitectónicamente, ya que el resto del edificio ha sito transformado para albergar dependencias administrativas.   

      Las salas en donde se conservan obras de arte se disponen fundamentalmente en la parte alta del edificio, en torno al segundo patio. A estas dependencias se accede a través de la escalera principal antes citada, que es de un solo tiro y de tres tramos y que se cubre con una cúpula central decorada con pinturas de carácter arquitectónico, que fingen una gran profundidad espacial. En el centro de la cúpula aparece el escudo del arzobispo D. Antonio Paino en cuyo mandato se construyó el hueco de la escalera. La pintura de la cúpula se realizó durante el arzobispado de D. Francisco Javier Delgado y Venegas, por Juan de Espinal, artista que trabajó al servicio de este prelado. Las pinturas que figuran en las pechinas y en los espacios semicirculares son obras del presente siglo, y de secundario interés.   

      En el interior del palacio destaca el salón principal, cuyo techo aparece compartimentado en sesenta recuadros, que contienen episodios del Antiguo Testamento, emblemas y escudos, cuyo contenido simbólico constituye un discurso moralizante, sobre el espíritu y las virtudes que habrían de poseer los prelados sevillanos en el gobierno de su diócesis. Estas pinturas fueron costeadas por el Cardenal Fernando Niño de Guevara en 1604 y, a juzgar por su estilo, puede advertirse que en ellas intervienen dos artistas, por ahora desconocidos.

      En este mismo salón figura también un Apostolado compuesto por doce lienzos, cuyo estilo parece próximo al del pintor Sebastián de Llanos Valdés, siendo fechables hacia 1660. Una serie de dieciséis pinturas de tema bíblico adorna la parte alta de las paredes de este salón, obra del pintor Juan de Zamora en 1647. En la parte baja se dispone una serie de diez pinturas que narran episodio de la Pasión de Cristo, obras atribuibles a Juan de Espinal. Completan la rica decoración pictórica de este salón cuatro pinturas del taller de Zurbarán, que representan a Santo Domingo, San Pedro Mártir, San Francisco y San Bruno, una obra de Murillo fechable hacia 1640, que representa a la Virgen entregando el Rosario a Santo Domingo y un San Juan Bautista degollado, de Matía Preti, pintor italiano del siglo XVII.      

      Otro importante conjunto pictórico puede contemplarse en la llamada Galería del Prelado, en cuyo techo aparecen una serie de pinturas fechables hacia 1660, procedentes de talleres venecianos y copias de Jacopo y Leandro Bassano y Paolo Flamingo. En ellas se representan alegorías de las cuatro elementos, de las estaciones del año y cuatro episodios de la historia de Noé.

      En otras dependencias y estancias privadas del palacio, se encuentra una serie de doce pinturas de Juan de Espinal, que antiguamente decoraban la escalera del palacio, y una larga colección pictórica que agrupa obras de pintores sevillanos, como la Inmaculada con monjas franciscanas, obra temprana de Francisco Herrera el Viejo, la Visitación, la Presentación del Niño y la Presentación de la Virgen, obras de Matías de Arteaga, el retrato del arzobispo D. Luis de Salcedo y Azcona, obra de Domingo Martínez, la excepcional Inmaculada con Fray Juan de Quirós de Murillo, una Inmaculada de Cristóbal Gómez, y otra de Pacheco, Santa Teresa de Jesús y Job en el Muladar, obras de Matía Preti. Citaremos asimismo, una serie de la vida de David, cuya autoría se reparte entre los pintores holandeses Abraham Willaert y Carel Van Savoy. De gran interés iconográfico es la serie de retratos de arzobispos sevillanos, que recoge la efigie de los prelados que gobernaron la diócesis hispalense a lo largo de la historia. 

       La capilla del Palacio Arzobispal tiene un retablo mayor y cuatro colaterales realizados en 1781 por Francisco de Acosta. Son titulares de estos retablos las imágenes de San Pedro, San Pablo, San Juan Evangelista y San Juan Bautista; destaca en el retablo mayor la hermosa escultura de la Inmaculada, obra de Cayetano de Acosta en 1776. Otro ámbito de gran interés artístico es el Oratorio, construido en tiempos de Don Antonio Paino y que debió de proyectar el arquitecto Pedro Sánchez Falconete, Destacan en este espacio las yeserías de su bóveda, cuya ejecución se ha atribuido a Pedro de Borja.

      En el segundo patio se conserva una fuente rematada por la figura de Hércules y el león de Nemea, que fue realizada en 1647 conforme a las condiciones del maestro mayor Diego Gómez. Desde este lugar se accede al archivo arzobispal que conserva fondos valiosísimos para el conocimiento de la historia de la ciudad y de su archidiócesis. La puerta de acceso, bellamente tallada en temas barrocos, va fechada en 1666 (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia I. Diputación de Sevilla y Fundación José Manuel Lara, 2004).
     El Palacio Arzobispal ocupa la mayor parte de la manzana delimitada por la plaza Virgen de los Reyes al sur, la calle Don Remondo al este, Segovias al norte y Placentines y Alemanes al oeste. Es uno de los grandes desconocidos a pesar de su enclave en el casco antiguo de Sevilla, junto a la catedral, la giralda y los reales alcázares, este edificio es para la mayoría un exterior fantástico barroco que raras veces se visita y solo parcialmente. Es un edificio que debe ser valorada desde tres puntos de vista, inmueble, el patrimonio artístico que contiene y le legado cultural puesto que aloja uno de los mejores archivos eclesiásticos.
     El edificio se distribuye en torno a dos patios principales y otros menores ajardinados en la parte posterior, tiene como elementos barrocos de primer orden la escalera monumental, las fachadas y las dos portadas; la principal de ellas verdaderamente majestuosa.
     Los dos patios principales marcan un eje Norte-Sur desde la fachada principal y se encuentran separados por una galería central al final de la que se sitúa la escalera principal. Ambos patios muestran en sus paramentos un enlucido bícromo que va a ser característico del barroco sevillano, a base de ocre y almagra. En el ángulo Suroeste, al lado del primer patio que encontramos al acceder al edificio, se abre otro pequeño patio que servía de apeadero. Los tres son de la época en la que Vermondo Resta, arquitecto que dirigió las obras del palacio. 
     El primer patio se sitúa al Sur, presentando una planta casi cuadrada con tres cuerpos en altura, que en principio eran dos. 
     Sus alzados son iguales dos a dos. Las fachadas Norte y Sur se organizan a base de una superposición de pilastras toscanas y arcos de medio punto en la planta baja, mientras que en los frentes Este y Oeste se eliminan las pilastras presentando ventanas en planta baja y balcones en la alta.
     En un vértice del lado derecho de este patio hay una escalera que da acceso actualmente a varias oficinas diocesanas. 
     Ésta debió realizarse bajo la dirección de Pedro Sánchez Falconete y presenta distintos niveles que apean sobre delgadas columnas genovesas y cubrición mediante bóveda decorada con yeserías.
     El segundo patio, al Norte, es de mayores dimensiones, proporción sesquilátera y dos plantas. En su centro se levanta una fuente octogonal de 1647 y ejecutada en mármol blanco que se remata con un grupo escultórico de Hércules y el león. Presenta ventanas en la planta baja, balcones en la alta y portadas manieristas en los frentes Este y Oeste decoradas con ménsulas, orejetas y tarjetón.
     La galería central que separa los dos patios presenta columnas pareadas de orden toscano y pilares, cubriéndose con bovedillas y vigas de madera. La escalera principal se sitúa aquí, es de un tiro, tres tramos y caja rectangular, ejecutada en mármoles polícromos entre los que destaca rojo. El arranque lo realiza sobre dos niveles de columnas cubriéndose con bóveda elíptica sobre pechinas. Ceuta con balaustres de jaspes reforzados por pequeños pilares rematados en esferas. 
     Parece ser que fue proyectada por Pedro Sánchez Falconete y renovada a fines del XVII por Fray Manuel Ramos, siendo un testimonio capital de su época. La escalera se encuentra cubierta por cúpula de medio punto sobe pechinas, revestida por pinturas murales atribuidas a Juan Espinal.
     En el interior del Palacio la parte mejor conservada es la destinada a viviendas de los prelados, ya que el resto del edificio ha sido transformado para albergar dependencias administrativas.
     De todas las dependencias del Palacio Arzobispal destacan, en el patio del apeadero, la Capilla y en el segundo patio, situado al norte, el Salón de Santo Tomás, el Salón Principal, el Salón del Trono, la galería del Prelado, la sala que antecede al oratorio y el Oratorio.
     La Capilla se construyó a mediados del XVII y fue renovada entre 1779 y 1780 bajo la dirección de Antonio Figueroa. Se sitúa en la planta alta, en el frente Norte del patio del apeadero. Es de planta rectangular de una sola nave, con cinco tramos, ábside semicircular orientado a poniente y se cubre con bóveda de cañón con lunetos. En cuanto a la decoración, encontramos un friso neoclásico, cinco retablos y el escudo del obispo Spínola sobre la bóveda.
     En la crujía Este del segundo patio se hallan superpuestos el Salón de Santo Tomás, en planta baja, y el Salón Principal en la segunda planta, construidos ambos en torno a 1604. Son dos largos salones de planta rectangular, que miden 32 por 6,30 metros. El primero presenta vigas de madera y ha experimentado diversas reformas, empleándose actualmente como sala para exposiciones temporales. Mucho más importante es el Salón Principal. Tiene el techo más ricamente pintado de todos los palacios sevillanos, constituyéndose en uno de los conjuntos pictóricos más importantes del siglo XVIII. Se trata de una colección de 60 pinturas al óleo sobre lienzo de autores tales como Bartolomé Esteban Murillo, Juan de Zamora y Juan de Espinal.
     El Salón del Trono se sitúa en la crujía de fachada de la calle Don Remondo y se accede por el Salón Principal. Se construyó en el tercer cuarto del siglo XVIII, interviniendo José Álvarez, Antonio Figueroa y Francisco del Valle, éste último se encargó de la carpintería de su cubierta y la decoración.
     La galería del Prelado se halla situada en el ala Norte del segundo patio, haciendo ángulo recto con el Salón Principal. 
     Tiene el techo decorado con pinturas de hacia 1604.
     El anteoratorio y el Oratorio son dos piezas contiguas situadas a eje con la galería del Prelado. Tienen orientación Este-Oeste y se accede a ellas por el Salón del Trono. El Anteoratorio es de planta rectangular, mide 9 por 6,30 metros y su techo está decorado con pinturas al óleo sobre lienzo. El Oratorio está orientado preceptivamente hacia el Este. Es una pequeña cámara de planta casi cuadrada, con esviaje en el testero de la fachada. Mide aproximadamente cuatro metros de lado y se cubre mediante cúpula esférica sobre pechinas profusamente decorada con yeserías barrocas. Ambas piezas debieron ser proyectadas por Pedro Sánchez Falconete.
     El alzado de las fachadas es apaisado, un edificio que tiende a la horizontalidad, y de dos plantas de altura con paramento avitolado, se eleva sobre un zócalo, y se modula mediante pilastras entre las que se abren los vanos, presentando en la planta baja son ventanas y en planta alta balcones. Ambas plantas se separan por un entablamento corrido, sobre la cornisa se abren los balcones de la planta superior en línea con las ventanas inferiores. La cornisa se decora con dentellones y en la cubierta de tejas aparecen buhardillas. Las ventanas se decoran con molduras con orejetas y tarjetones, que se sitúan sobre ellas, y los balcones se protegen con guardapolvos.
     En la fachada principal hay once vanos en cada planta quedando la portada y el balcón principal desplazados hacia la derecha, ya que el edificio experimentó una ampliación hacia el Suroeste. La fachada de poniente es más armónica y simétrica con seis vanos en cada planta, además de los que sirven de portada y balcón principal.
     El zócalo es de piedra blanca, los muros son de ladrillo, los recercados de puertas y ventanas, las pilastras y los frisos de cantería y los guardapolvos de pizarra.
     Este edificio es el primero del barroco sevillano que usa esta técnica mixta de piedra y ladrillos, que da a la fachada una tonalidad bicolor al enlucirse los ladrillos en color almagra y combinarlos con la piedra martelilla de color amarillento.
     La portada principal, situada en la cara Sur, fue ejecutada entre 1703 y 1705 por el maestro cantero Lorenzo Fernández Iglesias. Es una de las más monumentales del barroco sevillano y sirvió de referencia al Palacio de San Telmo. Se organiza en dos cuerpos, siendo el inferior de columnas corintias pareadas situadas en otro plano distinto al de fachada. 
     Éstas se elevan sobre un plinto y se rematan en un bloque de entablamento. Sus fustes tienen el tercio inferior ricamente tallado, decorándose la parte superior con guirnaldas con frutos. El vano de la puerta es de medio punto y está decorado con una gruesa moldura, casi cilíndrica, con orejetas. En su clave hay un relieve con una carátula y sobre ella está labrado el escudo del Arzobispo Arias. Separa los dos cuerpos de la portada un frontón curvo y roto. En los extremos, a la altura del balcón hay dos estatuas de ángeles tenantes que portan sendos blasones. El segundo cuerpo se estructura a partir de un vano arquitrabado moldurado con orejetas, flanqueado por pilastras y paramentos profusamente decorados con elementos vegetales, frutales y geométricos, rematadas en ménsulas sobre las que corre un entablamento cuya cornisa se curve en el centro para alojar el vano del balcón. Por último el conjunto se encuentra rematado por una peana con la cruz entre dos jarras con azucenas, flanqueados a su vez por sendos flameros. La portada fue terminada en 1705 por el maestro cantero sevillano Juan Antonio Blanco, sobre dibujos de Diego Antonio Díaz.
     La portada lateral del palacio, también de dos cuerpos, repite en planta alta el mismo esquema que la anterior, con frontón mixtilíneo sobre pilastras, en la que las ménsulas hacen la función de capitel. Sólo varía la decoración que es aquí muy sencilla. Ésta se concluyó después que la principal y debió ser proyectada por Pedro Romero.
     El edificio se enclava en el borde meridional de la antigua acrópolis, en el solar que ocupa hubo un conjunto termal de época romana y unas casas almohades.
     El Palacio Arzobispal de Sevilla es un monumento de primer orden, que está ligado como pocos a la historia de la ciudad desde los mismos días de la Reconquista cristiana. El año 1251, Fernando III el Santo donó al Obispo Don Remondo, entonces titular de Segovia y poco después de la sede hispalense, unas casas en la plazuela de Santa María.
     Del primitivo palacio no queda resto alguno, puesto que los más antiguos pertenecen al proceso constructivo que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XVI, en tiempos del Arzobispo Don Rodrigo de Castro, quien inició la transformación de las antiguas casas arzobispales en un solo conjunto unitario, proceso que prosiguió a comienzos del siglo XVII, dirigiendo las obras el milanés Vermondo Resta, arquitecto diocesano. En esta época se configuró la actual fisonomía del Palacio en torno a sus dos patios principales.
     El cuidado y sensibilidad que han mostrado siempre queda patente en las constantes obras de conservación y embellecimiento que los distintos obispos han realizado allí. En las piedras, techumbre y salones del edificio actual quedan testimonios arqueológicos de las llevadas a cabo por el Arzobispo don Gonzalo de Mena (1395-1400), y sucesivamente de las hechas a fines del siglo XV, y de las del Arzobispo don Diego de Deza (1505-1523), y luego el Cardenal Muñoz de Guevara.
     En la segunda mitad del siglo XVII, el Arzobispo Patiño inicia el definitivo engrandecimiento del Palacio Arzobispal de Sevilla y ordena construir la magnífica escalera barroca, ejecutada por Fray Manuel Ramos.
     Las fachadas datan ya de principios del siglo XVIII, y se enriquecen con las dos grandes portadas, obra todo ello del arquitecto Lorenzo Fernández de Iglesias, su única obra importante documentada, hecha por encargo del arzobispo Arias, cuyo escudo campea bajo el balcón central.
     Hace pocos años el cardenal don Pedro Segura y Sáez ordenó y financió en el palacio importantes trabajos de consolidación y restauración.
     Excepcionalmente en el siglo XIX el palacio fue Comandancia General durante la ocupación francesa y vivienda ocasional de los Duques de Montpensier a su llegada a la ciudad. En 1810 sirvió de alojamiento al mariscal Soult y sus oficiales, recuperando el palacio el nuevo arzobispo Mon y Velarde en noviembre de 1816. Respecto a Antonio de Orleáns y María Luisa Fernanda de Borbón, duques de Montpensier, se alojaron en este edificio en 1848, mientras se habilitaba el palacio bajo de los Reales Alcázares (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
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Horarios de apertura del Palacio Arzobispal:
        Dos sábados al mes, por las mañanas 

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