Villa situada en Sierra Morena, junto al valle del Guadiato y a pocos kilómetros de la N-432.
El origen de la población esta vinculado al culto de la Virgen de Villaviciosa, imagen procedente de la villa homónima portuguesa que trajo a estas tierras un pastor lusitano de nombre Hernando hacia finales del siglo XV. La devoción mariana dio lugar a la erección de una ermita, que aglutinó en su entorno, a lo largo de la Edad Moderna, a los habitantes de cortijos circundantes y poblaciones vecinas. A raíz del privilegio de villazgo concedido por Carlos III a la nueva población, esta dejo de ser aldea de Espiel para convertirse en villa autónoma.
Su fundación se remonta a fines del siglo XV, en torno a la primitiva ermita de la Virgen de Villaviciosa, que se supone construida alrededor de 1490, manteniéndose bajo jurisdicción de Espiel. En 1775 el monarca Carlos III le concedió el estatuto de villa, quedando un año después legalmente segregada de Espiel (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Iglesia de San José.- La bella fábrica de la parroquial se concluyó en 1824, bajo la dirección de Sebastián de Torres. Luce fachada en hastial con pilastras a los lados y frontón; la torre se sitúa en la cabecera. La portada es de pilastras toscanas y frontón partido. La puerta y el cancel interior, de madera labrada, son de 1992. La iglesia de una nave con testero plano. Éste, privado de retablo, se adorna con pinturas realizadas entre 1988 y 2005 por Fidel Nevado, M. García Reyes, Francisco Giménez y Juan Manuel Ayala. Preside el Crucificado del Amor que fue titular de su cofradía hasta 1995. Los ángeles lampareros, obra de Enrique Ruiz Flores de 2001, han sustituido la lámpara por filacterias con mensaje religioso.
A la izquierda de la cabecera se ha acondicionado la capilla del Sagrario, que tiene una Inmaculada valenciana de primer tercio del siglo XX. En los altares de ese lado de la nave son reseñables el Corazón de Jesús, talla granadina realizada por Eduardo Espinosa en 1954, y la de Nuestra Señora de los Dolores, de hacia 1950, que se ha atribuido a Juan Martínez Cerrillo. El Cristo del Amor se compró en 1995 al taller Belloso de Zaragoza. A los pies está la capilla del Nazareno, labrada en 1998 aprovechando el sitio de la antigua subida al coro. La imagen de Jesús es sevillana de hacia 1953, con cuerpo nuevo, realizado por Miguel Arjona en 1987. Las pinturas sobre tabla con símbolos de la Pasión son de Fidel Nevado.
A la derecha de la cabecera hay una vitrina en la que se expone la interesante colección de ajuar litúrgico. Destacan, entre otras piezas, la cruz parroquial de plata, obra de la segunda mitad del XVIII, con punzones de Sánchez Taramas, y Damián de Castro, la custodia de nudo del XVIII, firmada por Castro y Aranda, seis candelabros de rocalla, punzonados por Sánchez y Martínez en l780 y una cruz de altar de los mismos autores; igualmente, el portapaz de San Jerónimo, de hacia 181l.
En el mismo lado de la nave, a los pies, está la antigua capilla bautismal, hoy de la Virgen de Belén, con la titular, tallada por Martínez Cerrillo hacia 1950. Las pinturas sobre tabla con la Vida de la Virgen, que repiten obras conocidas, son de José Jurado.
En la sacristía se guarda una talla policromada de mediano tamaño venerada como San Judas Tadeo, obra granadina de hacia 1600, con pintura del XVIII, restaurada en 2005 por Enrique Ruiz Flores y Ángel María Varo (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya.
Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La Iglesia parroquial de San José se encuentra situada en pleno centro del casco histórico de Villaviciosa de Córdoba, en uno de los laterales de la Plaza de España, rodeada de las calles más importantes y aledaña al Ayuntamiento de la localidad.
La fábrica parroquial se concluyó en 1824 bajo la dirección de Sebastián de Torres. Exteriormente sobresalen sus volúmenes del resto del caserío, un gran prisma cubierto a dos aguas con la torre adosada a la cabecera plana y dos portadas de ingreso, una en el lateral derecho y la otra a los pies.
La iglesia es de una sola nave de planta rectangular, dividida en cinco tramos, los dos extremos para presbiterio y coro -sobre arco rebajado-, donde se produce una reducción de anchura para alojar a modo de tres naves un espacio central abovedado y dos capillas anexas, separadas por arcos. Los paramentos de la nave están rodeados por nichos en arco de medio punto, inscritos entre pilastras y coronados por un entablamento desnudo con una cornisa que corre por toda la superficie interior del edificio y que sirve de base para los arcos que, a modo de costillas, definen las bóvedas del templo.
La nave se cubre con bóveda de cañón escarzado con lunetos, reforzados por arcos fajones en el espacio central y bóvedas de menos amplitud en los frentes.
Al presbiterio se adosa la capilla sacramental, finalizada en 1992. Su orientación es contraria al resto de la iglesia. Consta de un sencillo oratorio de planta rectangular con techo plano. A los pies se encuentra la vieja capilla bautismal, hoy llamada de Nuestra Señora de Belén.
El templo cuenta con dos puertas, una principal, a los pies de la iglesia a través de la cual se accede al coro bajo. Es muy sobria, parte de un vano central rectangular, alzado sobre unas escaleras de varios peldaños, flanqueado por pilastras toscanas en las que apoya un entablamento moldurado carente de decoración sobre el que reposa un frontón triangular partido con remates laterales piramidales coronados por bolas. Sobre el tímpano se abre un vano rectangular. El conjunto de la fachada queda rematado por un frontón triangular. La segunda puerta se encuentra situada en el lateral derecho, en el centro de la fachada a la plaza, enmarcada por pilastras rematadas por frontón curvo.
Tras el presbiterio se encuentra la sacristía de planta rectangular con dos plantas y la torre, de gran simplicidad, de planta rectangular dividida en altura en tres cuerpos y escalera central de cuatro idas. Los dos primeros pisos, que se corresponden con el fuste, son lisos separados por fajas de imposta. El más elevado es el cuerpo de campanas, a modo de cuadrifonte, presenta en cada frente un vano de medio punto inscrito rectángulos rehundidos. Se corona la torre con un techo moldurado en pirámide escalonada chata con remate central. Los paramentos exteriores están enfoscados y pintados.
Hay que mencionar que el conjunto de volúmenes queda realzado con la bicromía entre el blanco de la cal para los paramentos lisis y el gris oscuro para las molduras y elementos decorativos.
La fundación de la iglesia parroquial de San José se remonta a finales del siglo XV, en torno a la primitiva ermita de la Virgen de Villaviciosa, que se supone fue construida alrededor de 1490, manteniéndose bajo la jurisdicción de Espiel. En 1775 el monarca Carlos III le concedió el estatuto de Villa, quedando legalmente un año después segregada de Espiel.
La fábrica actual fue construida en el mismo lugar en el que se encontraba el antiguo templo a principios del siglo XIX (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La plaza de España de Villaviciosa de Córdoba, el Paseo, está dominada por la parroquia de San José, templo neoclásico terminado en 1824.
Constituye el principal monumento de la villa, de especial grandeza y monumentalidad, presentando una gran nave central con nichales en los muros laterales.
La cabeza y el tramo de los pies son más estrechos que la nave, dando lugar a una interesante composición simétrica.
Ermita de Nuestra Señora de Villaviciosa.- La ermita actual se construyó en 1776 para dar culto a la réplica de la imagen medieval de la Virgen de Villaviciosa, que en 1698 había sido trasladada a la Catedral.
El retablo, neobarroco, fue realizado en Pozoblanco en 1950. En el camarín se halla Nuestra Señora de Villaviciosa, obra de 1763, donada por el canónigo Pedro Antonio de León y Savariego, según consta en la inscripción. La media luna de plata sobredorada, está marcada por Sánchez y Martínez en 1797 y la ráfaga es de Díaz Roncero, de 1988. La lámpara votiva, punzonada por Sánchez, fue dedicada por Pedro Antonio de León en 1779 y ampliada hacia 1990 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
La ermita de Nuestra Señora de Villaviciosa se encuentra situada en el frente principal de la Plaza de Andalucía, en la que confluye una de las calles más importantes de la localidad como es la calle Córdoba, que conduce directamente al centro urbano. Se trata de un edificio exento de medianas proporciones.
La ermita actual es fruto de los oficios del canónigo racionero don Pedro Antonio de León y Savariego, encargado por el Cabildo de contentar al pueblo de Villaviciosa al ver que pasaban los años y la Virgen continuaba en la ciudad de Córdoba. El edificio fue construido en 1776 para dar culto a la réplica donada al pueblo por el propio racionero en 1763.
Es un edificio exento de planta rectangular con fachada en hastial rematada por una espadaña. Interiormente cuenta con una sola nave cubierta por bóveda de cañón separada en dos tramos por arcos fajones que descansan sobre pilastras.
En el testero de la nave se sitúa el camarín de planta circular cubierto por bóveda semiesférica, de gran sobriedad decorativa. Cuenta con un pequeño coro a los pies.
La fachada principal cuenta con una portada barroca elevada sobre una serie de escalones. Consta de un vano de medio punto enmarcado por alfiz que sobresale del muro coronado por un entablamento en el que apoya un frontón triangular partido en cuyo centro se ubica una hornacina de medio punto, que alberga un azulejo cerámico de la Virgen de Villaviciosa, flanqueada por pilastras y coronada por frontón curvo. La portada a su vez queda enmarcada por dos esbeltas pilastras que sustentan un frontón triangular en cuyo centro se dispone un óculo. El imafronte queda rematado por una espadaña de dos cuerpos y tres vanos de líneas sencillas, con molduras que imitan un frontón partido entre el primer y segundo cuerpo y uno curvo coronando el conjunto, sobre el que emerge una cruz y veleta de forja.
Es muy característica la bicromía del edificio que ofrece juegos entre los paramentos lisos de color blanco y las molduras y elementos decorativos de amarillo albero, a ello hay que añadir los remates vidriados que escalonan los distintos cuerpos del conjunto.
El poblamiento de Villaviciosa de Córdoba fue tomando cuerpo en torno al Santuario de Nuestra Señora de Villaviciosa.
La imagen de la Virgen de Villaviciosa era una talla medieval que fue trasladada desde la localidad portuguesa del mismo nombre, según es tradición, por un pastor llamado Hernando, que sufrió persecución por ello.
En el siglo XVI ya gozaba de sólida devoción, promovida por el Cabildo Catedral de Córdoba, que no dudaba en traer a la imagen a la ciudad de Córdoba en épocas de calamidades como sequías y epidemias.
En el siglo XVII la devoción de la Virgen de Villaviciosa estaba consolidada de ahí que el Cabildo de la catedral de Córdoba, decidiese en 1698 instalar definitivamente la imagen en la vieja capilla mayor de la catedral cordobesa, construida a finales del siglo XV por Íñigo Manrique.
La construcción de la actual ermita data de 1776. Ésta fue realizada para dar culto a una réplica donada por el canónigo racionero don Pedro Antonio de León y Savariego, encargado por el Cabildo de la catedral de contentar al pueblo de Villaviciosa a cambio de mantener la Virgen en el templo catedral (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Bajando la calle Córdoba, que conduce al centro urbano, surge en primer lugar la ermita de la patrona, la Virgen de Villaviciosa, que luce una portadita barroca rematada por espadaña.
En su interior recibe culto una copia de la Virgen primitiva, costeada por los canónigos en el siglo XVIII para reemplazar a la auténtica, que se halla en la Catedral de Córdoba (Diputación Provincial de Córdoba).
La Casa de la Tercia se encuentra situada en la periferia del casco urbano, cerca de una de las salidas de la población, en una zona donde abundaban las bodegas, hecho motivado por la existencia de numerosos viñedos en el entorno, además del cultivo de cereales. La calle conserva la antigua denominación de La Erilla, porque cerca se encontraba la era donde se aventaba el grano y se desarrollaban otras actividades propias antes de su almacenamiento.
El modelo que se siguió para la construcción de la tercia se basa en un edificio de planta en retícula al que se le anexiona un gran patio de labor en el costado contrario al de fachada. En el presente caso, se constata que el gran patio, de unos 800 metros cuadrados, se encuentra entre el edificio de la tercia y la escribana, que se ha identificado con el pósito y el lugar donde el escribano llevaba la anotación diaria del movimiento de estos almacenes. No sería extraño, por tanto, que ambos compartieran este espacio libre, tan necesario para manejo de las cabalgaduras que trasladaban los portes y para preparación de la mercancía.
La tercia consta de dos plantas, aunque no se acusan en fachada. Ésta, orientada al Noroeste, es de gran longitud y muy sencilla. Cuenta con una puerta adintelada, situada justo en el extremo derecho, con jambas y dintel resaltados. Esta puerta está alineada con la que da al patio en el muro opuesto. En época contemporánea se abrió una puerta más pequeña a la izquierda, para dar entrada a la zona de bodega al independizar ésta del resto mediante un tabique, y otra puerta a la derecha para cochera. Las ventanas, abiertas en los dos muros laterales de la tercia "siete a cada lado-, son pequeñas y cuadradas, con recercado sobresaliente, y aparecen equidistantes entre sí y prácticamente por debajo de la cornisa del tejado. Dicha cornisa está moldurada y por encima de ella sobresale la cubierta de teja árabe, cuya cumbrera corre paralela a la fachada. La gran longitud y anchura del tejado acusa el desarrollo interno del edificio, estructurado en tres naves, separadas entre sí por arcos de medio punto apeados sobre recios pilares de sección cuadrangular, originando un total de ocho crujías. En tanto que la nave central es corrida de testero a testero de la tercia y se cubre con una sucesión de bóvedas de arista, las dos laterales se hallan compartimentadas por arcos fajones que están cumpliendo la función de crear la estructura de retícula, característica del tipo de tercia al que obedece la de Villaviciosa, sirviendo al mismo tiempo de arcos de entibo, que quedan cortados en altura, sin llegar a la cubierta de esta planta baja.
Las naves laterales se cubren con semi-bóvedas de arista rampantes.
Nada más entrar por la puerta original se halla una primera crujía, con una habitación inmediata a la puerta que pudiera haber servido para la administración de la tercia. A la derecha, adosada al muro testero y a la altura de la nave central, se encuentra el arranque de la escalera que sube a la segunda planta. Es la original. En la última nave, más próxima al patio, a la derecha está el hogar o gran chimenea, en estado original y muy propia de la sierra cordobesa; es decir, con planta rectangular y tiro que va estrechando progresivamente en altura y da al exterior una imagen muy característica en forma de tronco de pirámide, de base rectangular.
La escalera dibuja un recodo y enlaza con la segunda planta, también estructurada en tres naves, sólo que las dos laterales son impracticables, por su escasa altura, al servir únicamente para sostener el tejado. Efectivamente, sólo la nave central servía como almacén. Es impresionante su vista, ya que no hay elemento constructivo alguno que rompa la continuidad de su visión hasta el testero del fondo, único lugar donde se abre una ventana, además de la correspondiente al muro de la escalera. Toda la nave se cubre con una bóveda de cañón corrida y descarga con continuidad sobre los muros, donde oportunamente se dispusieron unos arquillos ciegos de medio punto, de rosca resaltada y escasa flecha, que sirven para aliviar la carga recayente a los pilares y arcos formeros de la planta baja. Estructura, por tanto, original y sencilla a un tiempo que revela el encargo del proyecto a un cualificado maestro. El conjunto resulta así de proporciones realmente armoniosas, causando asombro que tras una fachada tan simple se esconda una solución arquitectónica de tan magníficas hechuras.
En cuanto a los materiales de construcción, se empleó el ladrillo plano y alineado para la solería, ladrillo de canto para pilares y, supuestamente, también para las bóvedas, ya que aparecen encaladas; y para los muros se utilizó un aparejo de mampostería con verdugadas de ladrillo. Los mampuestos están ligados entre sí con mortero que viene a igualar las uniones, probablemente porque estaba pensado este aparejo para ir encalado, tal y como hoy se ve.
Una de las ventajas del edificio es que su uso hasta época contemporánea como almacén de productos agrícolas lo ha beneficiado, en el sentido de que su estructura primigenia no se ha visto alterada de forma irreversible.
La propiedad ha venido manteniendo la tercia en uso y para ello ha invertido en obras de mantenimiento, especialmente en reparación de cubiertas, goteras, limpieza, encalado, desbrozado del patio y otros menesteres. Sin embargo, el progresivo desuso como almacén agrícola y su falta de rentabilidad ha ido mermando el interés por su conservación, por lo que se ha ido abandonando y hoy presenta alguna gotera en la bóveda de la nave central del piso superior, aparición de grietas, desprendimiento del enlucido en algunas zonas y de tejas en la cubierta.
Aunque el autor es desconocido podría datarse en la segunda mitad del siglo XVIII, al carecer de fuentes documentales que ayuden a concretar la fecha de construcción. Tampoco hay elementos decorativos que contribuyan a ello y en cuanto a las soluciones constructivas, éstas se adoptaron de forma generalizada en numerosas tercias y pósitos, aunque, ciertamente, es apreciable la consolidación de un sistema de retícula, que aparece aquí muy perfeccionado. Si se buscan paralelismos, la tercia de Montoro, concluida en 1785, tiene una estructura bastante similar en planta alta y baja. También podría haber parecido con la tercia de Cañete de las Torres, aunque la imposibilidad de entrar en ella no permite por el momento llevar más allá esta afirmación. Otro paralelismo se da en el alhorí de Montilla, especialmente en la disposición de los arcos para constituir la retícula.
Se ha estimado la posibilidad de que el vecino edificio conocido desde tiempo inmemorial como la Escribana, donde hoy está el Instituto de Secundaria, tuviera relación con la tercia, lo cual, como ya se apuntó, no sería extraño, pudiendo incluso compartir el patio, pues se comunicaban a través de él. Es posible, también, que la Escribana fuera el edificio de carácter administrativo, como parece evidenciar su nombre, lo cual tampoco sería improbable, ya que llama la atención que la tercia sólo tuviera una habitación, no muy grande, o incluso toda la primera crujía para tal menester, en relación con el tamaño que tenía la propia tercia (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Puente sobre el río Guadanuño.- El Puente sobre el río Guadanuño es de época musulmana y por sus características se puede encuadrar como perteneciente al califato omeya de córdoba concretamente a Abd al-Rahman III.
Está formado por cuatro ojos de sillería, los dos centrales de medio punto y apuntados los dos laterales, apoyados en pilas con tajamares triangulares aguas arriba. El perfil de la rasante es de lomo de asno. La longitud total del puente es de 45 metros, siendo la altura máxima del rasante de 7,50 metros y el espesor de las pilas 3,50 metros. La luz libre 2 por 7 metros, 2 por 3.5 metros, con una anchura de tablero de 3,70 metros.
El puente está realizado en sillería con aparejo en la que alterna, en las pilas y en las enjutas de los arcos, una pieza dispuesta a soga con un par de sillares que atizonan.
Las pilas tienen en su base unos salientes, acabados en pico, a manera de contrafuertes, para romper la corriente de agua del río.
Tiene pretil en sus dos lados, faltándole en ambos su coronación o remate. La calzada es una pista de tierra, conservando en un extremo un empedrado irregular. Son interesantes las dos curvas que tiene en su conexión con el camino, dotándolo de un curioso y bello aspecto.
Fue utilizado hasta finales del siglo XIX como infraestructura del camino usual que unía Córdoba a Villaviciosa.
El Puente sobre el río Guadanuño es de época musulmana y por sus características se puede encuadrar como perteneciente al califato omeya de córdoba concretamente a Abd al-Rahman III.
Este puente ha sido objeto de varias restauraciones a lo largo del tiempo.
Fue utilizado hasta finales del siglo XIX como infraestructura del camino usual que unía Córdoba a Villaviciosa. En la actualidad se encuentra fuera de uso, siendo su estado de conservación ruinoso, presentando los tajamares rotos, pretil perdido en alguna de sus partes, vegetación en el lecho. Por último solo se conserva en un extremo parte de la calzada (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Puente sobre el río Guadiato.- Es de época musulmana y el segundo en longitud de la provincia de Córdoba. Estuvo formado por 9 ojos ultra semicirculares, con despiezo convergente, en cada caso, a un punto situado por debajo del respectivo centro de aquellos, sobre los que corría un tablero horizontal. Es obra de sillería con aparejo en el que alterna, en las pilas como en las enjutas de los arcos, una pieza dispuesta a soga con un par de sillares que atizonan. Por la longitud de las dovelas de los arcos, crecientes desde la zona de arranque a la clave, es estimable esta obra como no anterior a Abd al Rahman III.
Los arcos del puente eran el central escarzano, dos de medio punto y de herradura los tres de cada extremo.
Su estado actual es muy grave y corre el peligro de derrumbamiento total, teniendo una pila volcada, con dos arcos perdidos. Ha comenzado su ruina por el extremo norte y existen pilas con cavernas en su base.
Fue utilizado hasta finales del siglo XIX como infraestructura del camino usual entre Córdoba y Villaviciosa. Al retirarlo del servicio ha ido progresivamente deteriorándose y junto con él sus accesos, siendo los existentes un camino vecinal y una vereda, lo cual ha contribuido a su deterioro por el olvido de que ha sido objeto (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Este puente construido en el siglo IX ,formaba parte del camino que unía Córdoba con Extremadura.
Está declarado como Monumento Nacional, Bien de Interés Cultural (BIC) en el año 1931 y también está inscrito en el Registro General de Bienes de Interés Cultural del Patrimonio Histórico Español.
Estuvo formado por 9 ojos ultra semicirculares y es el segundo en longitud de la provincia de Córdoba.
Esta construcción es conocida popularmente como puente de la Tejera o puente Roto.
El 11 de marzo de 1916 y a causa de un temporal, se derrumba una parte del puente que lo hace intransitable. Posteriormente se vino abajo otro de los ojos llegando así hasta nuestros días y que el Guadiato sigue devorando poco a poco (Diputación Provincial de Córdoba).
La casa de Costumbres de Villaviciosa se encuentra alojada en una antigua bodega vitivinícola típica de la zona, situada frente al mercado de abastos de la localidad.
En la actualidad se utiliza para diversas actividades entre las que se pueden destacar la ceremonia de bodas civiles, la realización del pregón de feria y fiestas, y exposiciones fotográficas o reuniones de vecinos. Todas estas actividades son posibles gracias a la disposición abierta del edificio en su interior.
Como tipología constructiva, la bodega cuenta con dos estancias diferenciadas por un arco rebajado en ladrillo, ambas con pavimento empedrado. Característica del edificio es la poca iluminación de este, históricamente necesaria para conservar mejor la calidad de los vinos que se albergaban en su interior. Tras esto se abre un patio decorado con naranjos y flores, con un pozo central.
En la actualidad se puede visitar en su interior una pequeña exposición permanente de aperos y enseres de labranza típicos de la localidad, donados casi en su totalidad por vecinos de Villaviciosa de Córdoba (Diputación Provincial de Córdoba).
El castillo de Névalo se alza en una espectacular cumbre aislada- de 811 metros de altitud - de la Sierra de Casas Rubias, dentro de la cordillera que se extiende desde Villaviciosa de Córdoba y Villanueva del Rey hasta Posadas, entre los ríos Guadiato y Névalo. Desde él, como bien indicaba Casas - Deza, se divisan los castillos de El Vacar (Espiel), Belmez y Almodóvar del Río. Asimismo, desde su dominadora altura se contemplan las tierras de provincias como Badajoz, Sevilla, Granada, Ciudad Real y la propia Córdoba.
El Castillo de Névalo no es un castillo de grandes dimensiones. Su planta, aunque no es totalmente geométrica, tiene más de ello que de adaptada al terreno en que se emplaza, aunque sí se aprovecha en parte esta disposición, e incluso se realizan barbacanas probablemente de época más anterior. El zócalo inferior de los lienzos es de mampostería, de algo más de 1 metro de altura, sobre el que asienta el tapial de las cortinas y de las torres, de carácter islámico. Destacan hoy dos torres: una más elevada, aislada del muro, y otra, como de 1 metro de altura, ocupando el centro del patio de armas y, sobre ella, se ha construido un observatorio para vigilar posibles incendios dada la gran visibilidad que se tiene desde el lugar. Hay un aljibe en el patio de armas al que se puede acceder, pero el abandono del lugar no permite desplazarse fácilmente, dada la vegetación que espontáneamente crece con vigor.
Probablemente existiría caserío y minas nacidos al amparo de este castillo, como lo testifican los vestigios y escorias de mineral, justificando así la información o rápida visita que al-Idrisi tuvo de este castillo y del carácter minero de la zona.
Según M. Valverde Candil y F. Toledo Ortiz, existieron otros castillos o torres, ya desaparecidos o muy arruinados, con los que el Castillo de Névalo tuvo que estar en conexión, como el de Cabeza de Vaca, el castillejo de los Robles o de la Montesina, el de Posada Nueva, el de la Peña, el de Jesús en La Tejera, el de la Torre al sur de la casa de Fuente Vieja, el del Pino y el castillo de Valdefuentes, cerca del itinerario de las Palomas o Alcornocosas, a los que habría que sumar otro castillejo al este del puerto de los Morenos y al sur del camino de Alcornocosas, además del de la Calera.
La toponimia de este castillo, su origen, su historia y su significado son hoy oscuros, dadas las escasas referencias que de él poseemos. Aunque bastantes de ellas han llevado a diferentes interpretaciones, fundamentalmente por los eruditos del siglo XIX o por las interpretaciones geográfico-históricas de D. Félix Hernández. Quienes lo han visitado han cantado con nostalgia y admiración su emplazamiento. Es más conocido por cazadores, por ser su acceso relativamente difícil, aunque el carril que conduce a su entrada natural permite el paso a vehículos. Próximos a él están la casa y cerro de Don Rodrigo, posiblemente en relación con algún hecho histórico que desconocemos. Otro cerro al frente, con elevada plataforma, recibe el nombre de "Plaza de Armas", lo que puede interpretarse como una analogía o como restos de otro castillo.

Sería fácil su toponimia si Névalo tuviera un origen castellano con significado de niebla o nieve, e incluso daría lugar a un apellido que se repite en la población, Nevado, de donde éste derivaría. Las raíces del topónimo Névalo hay que buscarlas en el vocablo árabes H"is"n Abal, que al-Idrisi refería estar a una jornada de Córdoba, pero que confundió con Almadén, distante tres o cuatro jornadas, ya que situó en él las minas del mercurio que se exportaba a todo el mundo; castillo que para dicho lugar corresponde a Chillón (el Shillum de la época musulmana). Otros autores transcriben Abal por Obel (Saavedra), y así lo identifican con Obejo, a siete leguas de Córdoba. Pero en el Libro de las Tablas de la Catedral de Córdoba aparece, en los límites de la iglesia de Espiel, en su linde meridional, un castillo de Evallo, lo que puede demostrar un tránsito hacia la actual forma de Névalo, por sinalefa entre la n final de la voz precedente (hisn: castillo) y la e siguiente. Otra acepción para dicho vocablo parte del topónimo Melbal, descrito por al-Idrisi en el camino de Córdoba a Sevilla por la margen derecha del Guadalquivir, nombre que define por igual al fuerte y al río, probablemente identificando al Névalo con el Bembézar, por entender que el río principal era el que venía del norte (Saavedra). La tercera acepción procede de Andévalo (mencionado por Pascual Madoz, p. 32), que daría por contracción Névalo. Destacando así el nombre de un cerro que se repite en la sierra de Huelva y que fonéticamente se relaciona con el dios de origen céltico Endovelico, que ha dejado huellas de adeptos (en inscripciones romanas) en la orilla portuguesa de Talena, a unos 10 km al sur de Alendroal y otro tanto al oeste del Guadiana, culto que debió de existir igualmente en la sierra de Huelva, en Paymogo, y difundido hasta Sierra Morena en Córdoba. M. Valverde y F. Toledo se pregunta si será esta relación con Portugal la misma que va a dar nombre y significado a Nuestra Señora de Villaviciosa, ermita origen del pueblo cordobés que sigue la devoción originaria de la Villa-Viçosa portuguesa. En cualquier caso, según Antonio Arjona, sea cual sea el nombre original del Castillo de Névalo, en él se aprecia una terminación en valón que significa muralla o barrera, de carácter céltico. Y, según Arjona, no debemos olvidar que el citado castillo está en la zona límite de las tribus célticas con los túrdulos del sur, según indicaba Plinio (N. H., III, 13). En opinión de Arjona, el nombre de Evallo puede provenir de los vocablos Wayu o Wabuh, nombre de dos iqlims o distritos de la Cora de Córdoba.
El Castillo de Névalo está a una jornada larga de Córdoba, al que se llega por caminos y veredas, hoy una zona repoblada de pinos y bastante aislada de población. Tuvo su época de esplendor cuando era fácilmente franqueable uno de los caminos de Córdoba a Badajoz, aquél que desde Fuente Obejuna por El Hoyo de Viandar sigue a Doña Rama y El Entredicho y, por el sur, de Sierra Boyera a Villanueva del Rey, a Villaviciosa, hacia el puente de La Tejera (de edificación romana y árabe) hasta su hundimiento en el Guadiato (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El Castillo del Névalo se yergue sobre una espectacular cumbre aislada en la Sierra de las Casas, de 811 metros de altitud y es uno de los mejores miradores existentes en la provincia de Córdoba.
Este Castillo, del que hoy sólo se conservan sus ruinas, es de época califal y está declarado Bien de Interés Cultural. En sus inicios no llegó a tener grandes dimensiones, llegando hasta nuestros días dos de sus torres, una más elevada, aislada del muro, y otra, como de 1 metro de altura, ocupando el centro del patio de armas, sobre la que se ha construido un observatorio para vigilar posibles incendios dada la gran visibilidad que se tiene desde el lugar.
Desde esta atalaya, como bien indicaba el historiador Casas-Deza, se pueden contemplar los castillos de El Vacar en Espiel, el castillo de Belmez y el de Almodóvar del Río, además de tierras de las provincias de Badajoz, Ciudad Real, Granada o Sevilla (Diputación Provincial de Córdoba).
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