Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Sala VII-A (antigua Sacristía secundaria) del Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses, de Sevilla.
El Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses [nº 40 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 78 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle San Luis, 37; en el Barrio de la Feria, del Distrito Casco Antiguo.
La sanidad y la asistencia social en la Sevilla del Antiguo Régimen eran radicalmente diferentes a las actuales. Estaban a cargo de asociaciones y fundaciones religiosas particulares: gremios, parroquias, hermandades o patronatos, primando sus objetivos religiosos y caritativos. Del importante número de los llamados hospitales que existieron en Sevilla la mayoría actuaban como asilos de necesitados o como refugios para los dolientes. Contaban con pocas camas y bajo presupuesto debido a sus escasas rentas devaluadas por la mala administración y los vaivenes de la economía.
Su objetivo era acoger más que curar y solo algunos se especializaron en determinadas dolencias o disponían de algún personal facultativo, en realidad, solo uno, el de San Hermenegildo, que curaba fracturas y heridas. Otra característica era su especialización, para hombres o mujeres, para incurables, leprosos, sifilíticos, convalecientes etc. Además, la mentalidad barroca, como la medieval, entendía la salud y la miseria ligadas a la enfermedad del alma y al pecado, por lo cual la cura de almas resultaba igualmente imprescindible y el culto divino era esencial en todos los hospitales, de ahí la importancia del arte religioso en el legado que exponemos ahora por primera vez.
La Diputación, heredera del sistema sanitario antiguo, pone a la disposición de toda la sociedad, el notable Patrimonio Histórico de estas instituciones asistenciales que pasaron a depender de la Beneficencia Provincial en el siglo XIX. Así se hace visible la cara menos amable del Barroco, con obras que nos hablan de enfermedad, abandono, miseria y muerte que, con su exposición ordenada por instituciones, procura recuperar el sentido original que le dieron los artistas y promotores. Se ha intentado hacer una selección representativa de las diferentes instituciones, teniendo en cuenta tanto su valor artístico como el documental.
Esperamos que con el tiempo se pueda ir ampliando la colección expuesta con nuevas obras restauradas o con diferentes perspectivas.
No se muestran solo obras maestras de primer nivel, que también existen, sino que se ha procurado hablar de otra realidad, las obras ligadas al culto interno de los hospitales que hablan de devoción, dolor y beneficencia caritativa. Esto no merma el interés histórico o artístico de la muestra, sino que completa la visión espléndida, positiva y optimista del Barroco jesuítico de San Luis. Podremos observar a los titulares de los antiguos hospitales, parte de las series pictóricas que los preservaban y las imágenes de sacrificio, martirio y dolor que los consolaban e incluso los legados o retratos de alguno de los fundadores y benefactores.
Por otra parte, y al tiempo, comprobaremos la pervivencia de los modelos de los grandes maestros sevillanos en sus discípulos y seguidores. Abundan las obras de discípulos y seguidores y miembros de la Academia de Murillo que permiten contextualizar y entender las magníficas pinturas de las dos capillas de San Luis. Igualmente, podremos observar la dependencia continuada de la pintura sevillana del siglo de oro de las estampas, copias y versiones de la gran pintura europea, especialmente flamenca e italiana.
Aunque parcial e incompleta, puede constituir una colección esclarecedora de un período de crisis, constituyendo la otra cara complementaria del Barroco triunfal y festivo que nos proporciona el conjunto de San Luis. También podremos recordar el momento de transición que supuso el siglo XIX, donde confluyeron la caída del Antiguo Régimen con su herencia recibida, la incipiente Diputación, los inicios del Estado liberal que deseaba ocupar el protagonismo de la Iglesia en la beneficencia pública.
La última sala es la Sacristía de la iglesia. Está separada en dos ámbitos distintos, uno dedicado a restituir obra original de San Luis y otro a contar la llegada de las Hermanas de la Caridad en el siglo XIX y cómo se encargaban del cuidado de la infancia en este antiguo noviciado, pasando a ser hospicio provincial. Destaca un gran retrato pictórico realizado por Valeriano Domínguez Bécquer, de Josefa Ana Fraile, benefactora de esta institución. Asimismo, hay pinturas de Domingo Martínez, la escultura de un San Juanito del círculo de Francisco Antonio Ruiz Gijón y dos lienzos de José María Romero muy inspirados en Murillo con iconografías dedicadas a San Vicente de Paúl y 'Aparición de la Virgen a Catalina Labouré'.
El Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses [nº 40 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 78 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle San Luis, 37; en el Barrio de la Feria, del Distrito Casco Antiguo.
La sanidad y la asistencia social en la Sevilla del Antiguo Régimen eran radicalmente diferentes a las actuales. Estaban a cargo de asociaciones y fundaciones religiosas particulares: gremios, parroquias, hermandades o patronatos, primando sus objetivos religiosos y caritativos. Del importante número de los llamados hospitales que existieron en Sevilla la mayoría actuaban como asilos de necesitados o como refugios para los dolientes. Contaban con pocas camas y bajo presupuesto debido a sus escasas rentas devaluadas por la mala administración y los vaivenes de la economía.
Su objetivo era acoger más que curar y solo algunos se especializaron en determinadas dolencias o disponían de algún personal facultativo, en realidad, solo uno, el de San Hermenegildo, que curaba fracturas y heridas. Otra característica era su especialización, para hombres o mujeres, para incurables, leprosos, sifilíticos, convalecientes etc. Además, la mentalidad barroca, como la medieval, entendía la salud y la miseria ligadas a la enfermedad del alma y al pecado, por lo cual la cura de almas resultaba igualmente imprescindible y el culto divino era esencial en todos los hospitales, de ahí la importancia del arte religioso en el legado que exponemos ahora por primera vez.
La Diputación, heredera del sistema sanitario antiguo, pone a la disposición de toda la sociedad, el notable Patrimonio Histórico de estas instituciones asistenciales que pasaron a depender de la Beneficencia Provincial en el siglo XIX. Así se hace visible la cara menos amable del Barroco, con obras que nos hablan de enfermedad, abandono, miseria y muerte que, con su exposición ordenada por instituciones, procura recuperar el sentido original que le dieron los artistas y promotores. Se ha intentado hacer una selección representativa de las diferentes instituciones, teniendo en cuenta tanto su valor artístico como el documental.
Esperamos que con el tiempo se pueda ir ampliando la colección expuesta con nuevas obras restauradas o con diferentes perspectivas.
No se muestran solo obras maestras de primer nivel, que también existen, sino que se ha procurado hablar de otra realidad, las obras ligadas al culto interno de los hospitales que hablan de devoción, dolor y beneficencia caritativa. Esto no merma el interés histórico o artístico de la muestra, sino que completa la visión espléndida, positiva y optimista del Barroco jesuítico de San Luis. Podremos observar a los titulares de los antiguos hospitales, parte de las series pictóricas que los preservaban y las imágenes de sacrificio, martirio y dolor que los consolaban e incluso los legados o retratos de alguno de los fundadores y benefactores.
Por otra parte, y al tiempo, comprobaremos la pervivencia de los modelos de los grandes maestros sevillanos en sus discípulos y seguidores. Abundan las obras de discípulos y seguidores y miembros de la Academia de Murillo que permiten contextualizar y entender las magníficas pinturas de las dos capillas de San Luis. Igualmente, podremos observar la dependencia continuada de la pintura sevillana del siglo de oro de las estampas, copias y versiones de la gran pintura europea, especialmente flamenca e italiana.
Aunque parcial e incompleta, puede constituir una colección esclarecedora de un período de crisis, constituyendo la otra cara complementaria del Barroco triunfal y festivo que nos proporciona el conjunto de San Luis. También podremos recordar el momento de transición que supuso el siglo XIX, donde confluyeron la caída del Antiguo Régimen con su herencia recibida, la incipiente Diputación, los inicios del Estado liberal que deseaba ocupar el protagonismo de la Iglesia en la beneficencia pública.
La última sala es la Sacristía de la iglesia. Está separada en dos ámbitos distintos, uno dedicado a restituir obra original de San Luis y otro a contar la llegada de las Hermanas de la Caridad en el siglo XIX y cómo se encargaban del cuidado de la infancia en este antiguo noviciado, pasando a ser hospicio provincial. Destaca un gran retrato pictórico realizado por Valeriano Domínguez Bécquer, de Josefa Ana Fraile, benefactora de esta institución. Asimismo, hay pinturas de Domingo Martínez, la escultura de un San Juanito del círculo de Francisco Antonio Ruiz Gijón y dos lienzos de José María Romero muy inspirados en Murillo con iconografías dedicadas a San Vicente de Paúl y 'Aparición de la Virgen a Catalina Labouré'.
El Hospicio de San Luis tiene sus orígenes en varias instituciones dedicadas a la reeducación de niños y niñas vulnerables. Entre ellas están los Niños de la Doctrina (1450) y los Niños Toribios (siglo XVIII), así corno los beaterios de San Antonio (siglo XVII) y la Trinidad (siglo XVIII).
Con la llegada de la Ilustración, Pablo de Olavide y Francisco de Paula de Arjona, impulsaron la reunificación de estas instituciones. En 1812, Juan Eloy Soret donó sus bienes para la creación de un hospicio, y unos años más tarde, todas las entidades fueron fusionadas en el Hospicio, bajo el control de la Junta de Beneficencia. Los niños fueron trasladados a San Luis y las niñas a Santa Isabel, hasta reunirse finalmente todos en San Luis. El Hospicio acogía a niños en extrema pobreza y discapacitados, ofreciéndoles formación en oficios artesanales.
En 1836, las Hijas de la Caridad llegaron a Sevilla, haciéndose cargo de la Casa Cuna. En 1847, asumieron la gestión del Hospicio de San Luis, tras encargarse del Hospital de las Cinco Llagas y del Hospital de la Caridad.
Esta zona de la sacristía alberga una colección del siglo XIX, que incluye retratos de benefactores como Josefa Fraile, el arzobispo Judas Romo y pinturas dedicadas a los fundadores de las Hijas de la Caridad.
El Hospicio Provincial de Sevilla tuvo un precedente en los Niños de la Doctrina, fundado en 1450 y destinado al acogimiento y educación de niños. En 1619, la Madre Luisa de San Antonio fundaría un Beaterio, donde se atendía y educaba a las niñas pobres y a las jóvenes de más de 12 años. Por otro lado, entre 1725 y 1730, Toribio de Velasco acogió a chicos de la calle en su propio domicilio, trasladándose después a otras localizaciones. Por su respuesta a este problema y su intento de reeducación, a los Niños Toribios se les considera precedente de la formación profesional y de los correccionales modernos. A finales del siglo XVIII el Beaterio de la Trinidad también reforzaría la educación femenina.
Pablo de Olavide y Francisco de Paula de Arjona, impulsaron la reunificación de estas instituciones y en 1812, Juan Eloy Soret donó sus bienes para la creación de un hospicio general y entre 1831 y 1840 todas estas entidades fueron fusionadas en el mismo Hospicio, controlado por la Junta de Beneficencia. Poco después, los niños fueron trasladados a San Luis y las niñas a Santa Isabel, siendo reunidos definitivamente en San Luis en 1864. Finalmente, en 1868 el Hospicio pasó a depender de La Diputación provincial con el resto de las instituciones asistenciales.
En San Luis se acogía a los expósitos mayores de seis años y a todos los demás chicos de ambos sexos pobres y vulnerables y los discapacitados, que podían servir para los oficios mecánicos del establecimiento, siempre oficios útiles y enseñanzas artesanas. Con la instrucción de los jóvenes se pretendía formar ciudadanos integrados y capacitados para su inserción en el mundo laboral. En 1873, la Diputación Provincial creó en San Luis un colegio anexo para sordomudos.
Los varones permanecían en el establecimiento hasta que iban al servicio militar. Las chicas cuando encontraban colocación adecuada o las reclamaban sus familias. Al igual que en otros establecimientos benéficos, la gestión quedó en manos de la secretaría de la Diputación Provincial desde el año 1886.
Durante la segunda República el hospicio se llamó Residencia-Escuelas de San Luis, incluyendo entre sus servicios, a medio camino entre la educación y la beneficencia, dos grupos escolares de Enseñanza primaria, un colegio mixto de sordomudos, la escuela provincial de artes gráficas y la escuela Nuestra Señora de los Reyes dedicada a la formación profesional, además de una residencia de ancianos.
Llegaron a Sevilla en 1836, haciéndose cargo de la casa Cuna. En 1840 entraron al servicio del hospital de las Cinco Llagas. En 1842 se ocuparon del Hospital de la Caridad y en 1847, en tiempos del arzobispo y cardenal Romo se establecieron en el Hospicio de San Luis, estos centros fueron los primeros de la orden de San Vicente de Paul en Sevilla. Luego en 1898, abrieron el Comedor benéfico de la plaza del Pumarejo, y en 1904 el de la calle Pagés del Corro, servicios que todavía siguen prestando.
La segunda sacristía de San Luis acoge ahora una selección del patrimonio del siglo XIX para recordar los orígenes del Hospicio y la labor de las hijas de la caridad en este centro. Se muestran: los retratos de Toribio de Velasco y la Inmaculada con Donante del siglo XVII donada en el siglo XIX al Hospicio. Además, se muestran los retratos de benefactores como Josefa Fraile o el arzobispo D. Judas Romo y los cuadros dedicados a los fundadores de las Hijas de la Caridad realizados por el pintor romántico José María Romero: San Vicente de Paul y los galeotes y la Aparición de la Virgen María a Catalina Labouré (Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Sala VII-A (antigua Sacristía secundaria) del Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.
Más sobre el Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses, en ExplicArte Sevilla.
La Sala VII-A (antigua Sacristía secundaria) del Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses, al detalle:
- Aparición de la Virgen a Catalina de Labouré, de José María Romero López
- Inmaculada con donante
- Retrato del Hermano Toribio, difunto
- Retrato de Josefa Ana Fraile, de Valeriano Domínguez Bécquer
- Retrato de Dº Judas José Romo Gamboa, de José María Romero
.jpg)
.jpg)
.jpg)

No hay comentarios:
Publicar un comentario