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sábado, 5 de octubre de 2024

Los principales monumentos (Iglesia de San Antonio, Real Silo de los antiguos Pósitos - Ingenio, Castillo de Lízar, Ermita del Ecce-Homo o del Santo Cristo, Fábrica de miel de caña Nuestra Señora del Carmen, Fuente Vieja, y Casa del Apero - Museo Arqueológico) de la localidad de Frigiliana, en la provincia de Málaga

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Antonio, Real Silo de los antiguos Pósitos - Ingenio, Castillo de Lízar, Ermita del Ecce-Homo o del Santo Cristo, Fábrica de miel de caña Nuestra Señora del Carmen, Fuente Vieja, y Casa del Apero - Museo Arqueológico) de la localidad de Frigiliana, en la provincia de Málaga.
Datos geográficos
     Comarca de la Axarquía Costa del Sol
     Superficie: 41 km2
     Altitud: 318 m
     Latitud: 36º 47'  -  Longitud: -3º 54'
     Distancia a Málaga capital: 587 km
Datos demográficos
     Población: 3.322
     Gentilicio: Frigilianenses
Ayuntamiento
     c/ Real, 80, 29788
     951707659 - 952533434     www.frigiliana.es
    Frigiliana es un municipio español perteneciente a la comarca de Axarquía situado en el Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, por lo que su entorno es privilegiado para los amantes de la naturaleza y del senderismo.
     Sus casas blancas, su gastronomía tradicional y su pasado morisco de calles estrechas y pasadizos hacen de Frigiliana uno de los enclaves preferidos de los que buscan disfrutar de sus vacaciones con los cinco sentidos. Este municipio posee el conjunto arquitectónico popular de origen árabe más puro de la provincia y recibió el 1º Primer Premio Nacional de Embellecimiento de los Pueblos de España en 1982.
     En Frigiliana no puedes perderte sus monumentos:
     La iglesia de San Antonio es el monumento más destacado de Frigiliana. Se edificó en el siglo XVII y es de estilo renacentista casi en su totalidad. En el templo hay una escultura de San Antón del siglo XVIII en madera policromada. Sobre el pórtico de entrada está el coro, con una cornisa de estilo rococó, y en su fachada principal puede verse un escudo del obispo Fray Alonso de Santo Tomás.
     Otro monumento que merece la pena visitar es la ermita del Santo Cristo de la Caña. El edificio data del siglo XVIII y dispone de una venerada talla de estilo neobarroco "Ecce Homo".
     El Palacio de los Condes de Frigiliana, conocido popularmente como "El Ingenio", es un caserón renacentista del siglo XVI. Actualmente es la fábrica de miel de caña Nuestra Señora del Carmen, la única fábrica tradicional de este producto que funciona en Europa. En su fachada destaca la decoración de pinturas con motivos geométricos. Se construyó en parte con materiales procedentes del castillo árabe, y que se pueden apreciar en los sillares de su fachada.
     Si os acercáis a la Oficina de Turismo de Frigiliana conoceréis la Casa del Apero, que también acoge la biblioteca municipal y el Museo Arqueológico. Se construyó en el siglo XVIII y en sus inicios estaba ligado a "El Ingenio". Dentro del Museo Arqueológico podemos encontrar un cráneo del neolítico, vasijas fenicias o una daga morisca.
     También podemos encontrar en Frigiliana, el Castillo Lízar o los restos del castillo árabe. Se encuentra en la parte alta del pueblo y está fechado en el siglo IX. Es herencia del pasado árabe del municipio, aunque se conserva en muy mal estado (Diputación Provincial de Málaga).
      En la vertiente sur de la sierra de la Almijara, se localiza la villa de Frigiliana, uno de los espacios urbanos y naturales de mayor encanto de la Axarquía malagueña, con su peculiar y característico trazado de herencia morisca de calles empinadas, adoquinadas, y pasajes cubiertos, rodeados de huertas abancaladas. Lugar de paso y encuentro de culturas, en su territorio hay muestras de la presencia del hombre desde la Prehistoria, especialmente tras el descubrimiento, en 1987, de la cueva de los Murciélagos. La necrópolis del Cerrillo de las Sombras, casi en pleno casco urbano, es otra de las huellas imborrables del pueblo fenicio. Son numerosas las denominaciones que se le han dado, y así durante la colonización fenicia fue llamada Sexifirmio, mientras que bajo el dominio romano se la llamó Firmiun-Luliana o Frexinius, y por los árabes Hins al-Rhiana, Fixiniana, Frixiliana, y Fregiliana. Este pueblo construyó la fortaleza, emplazada estratégicamente en una colina. En la actualidad sólo se conservan fragmentos de muro de mampostería, y un aljibe que debió servir para su abastecimiento. En el siglo IX, Miguel Ximénez de Erce, capellán de Alfonso XI, ya menciona este castillo, que está declarado BIC con categoría de Monumento por la Ley del Patrimonio Histórico Español.
     En 1487 se rindió a los Reyes Católicos, siendo su último alcalde nazarí Isaac El Darra, entregando éstos la villa al judío Maimón Leví, por su ayuda prestada durante la campaña de Granada. En 1569 y para evitar que la fortaleza fuese de nuevo refugio de moriscos fue demolida por orden de D. Luis de Requesens, Comendador de Castilla. Durante el levantamiento morisco, los huidos de Vélez se refugiaron en el fuerte de Frigiliana, sometido a un duro cerco, que concluyó con el exterminio de los rebeldes. Jugó un papel destacado en la rebelión de los moriscos de 1568, y el informe de 1571 del Corregidor Arévalo de Zuazo, expone la situación de la villa, con quince o dieciséis vecinos ordinarios, y cuando se criaba la seda había hasta veinticinco; había veinticuatro casas, propiedad de D. Luis Pacheco Manrique, vecino de Málaga, y una torre. Todas las casas estaban quemadas y también la torre y la iglesia. A partir del siglo XVI estas tierras quedaron vinculadas al condado de Frigiliana, del que tomó su nom­bre. Un hito importante en la historia de esta ciudad fue su independencia de Vélez-Málaga en 1640, no sin pocos esfuerzos por parte del Conde, que contó con numerosos apoyos en la Corte.
     En las calles se disponen diferentes azulejos que narran la historia de la villa, obra de la ceramista Pilar García Millán (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006). 
     El centro histórico de Frigiliana constituye uno de los enclaves urbanos de tradición morisca mejor preservados de la península y se ha conservado de modo invariable a lo largo de los siglos, puesto que alcanzó pronto la extensión máxima que permitía la topografía. El relieve es un factor clave en la imagen del conjunto, ya que la ubicación de la ciudad en la ladera configuró un trazado viario único, en el que a lo sinuoso de sus recorridos siguiendo las curvas de nivel, se une lo empinado de las calles transversales, la mayoría resueltas mediante escaleras, y que posibilitó en origen la mejor defensa del caserío. 
     La Villa de Frigiliana, en la vertiente meridional de la sierra de Almijara, incluida en la comarca de la Axarquía, se remonta en su fundación a la colonización fenicia, si bien se documenta la presencia humana en este territorio en las postrimerías del Neolítico. Existe constancia de la presencia romana, si bien es la civilización musulmana la que ha dejado una huella más profunda en el paisaje urbano y en el entorno inmediato en el que se asienta. 
     Los árabes introdujeron los cultivos de huerta y la caña de azúcar, por lo que teniendo en cuenta lo accidentado de la ladera cultivable de la alquería, se vieron obligados a aterrazarla, formando bancales que hicieran posible su explotación y que se conservan hasta el presente. El arrinconamiento que el pueblo musulmán fue experimentando hacia el reino nazarí de Granada, proporcional a la conquista cristiana, provocó cierta explosión demográfica en la zona. En esta época el caserío alcanza su máxima dimensión, llegando en la parte baja hasta los cortados que se elevan inmediatamente sobre los bancales. Ello supone el florecimiento agrícola de la alquería, palpable en la roturación de nuevas tierras y el aterrazamiento de las laderas no cultivadas hasta entonces, al tiempo que se prolongaban las redes de acequias ya existentes y que aún continúan desempeñando la misma función, setecientos años después de que fueran construidas. 
     La cristianización impuesta tras la conquista desencadenó la sublevación mudéjar de 1500, que sofocada un año después, supuso una sangría demográfica en la zona. A esto hay que sumar la que supuso el levantamiento morisco de 1568 con la matanza acaecida en el cerro del Fuerte, en las proximidades de Frigiliana y la posterior expulsión de los moriscos en 1570, lo que supuso el total despoblamiento de la alquería de Frigiliana. 
     La repoblación que se inició en los últimos años del siglo XVI y el paso de la propiedad del territorio a los Manrique de Lara, que acometen la construcción de su casa solariega, hoy conocida como el Ingenio, y la Casa del Apero para la explotación de la caña de azúcar, supone un atisbo de recuperación del pueblo, que se ve incrementado en los primeros años del siglo XVII, sobre todo desde 1630, año en el que el territorio se convierte en condado, aplicándose el Conde de Frigiliana en la repoblación intensiva del poblado, construyendo casas a lo largo del camino de Nerja, estableciendo un trapiche para ingenio de azúcar y plantando de nuevo la zona de caña. 
     A esta época se remonta el inicio del Ensanche, en torno a la actual calle San Sebastián, así como el establecimiento de las Maquinillas y el Ingenio que, aprovechando como fuerza motriz los saltos de agua del sistema hidráulico de Lisa, se utilizan para la transformación de la caña. En 1640 Frigiliana alcanza el título de Villa, independizándose de Vélez-Málaga. 
     De este modo, se amojonó el término municipal y se estableció el Ayuntamiento. Unos años después se terminan las obras del templo parroquial. 
     Los siglos XVIII y XIX suponen un progresivo auge de la zona, que va aumentando paulatinamente de población y riqueza, basándose en la explotación de la caña y sobre todo de la vid, alcanzándose un máximo de población de 3.197 habitantes en 1887. Pero la plaga de la filoxera ya había originado unos años antes una auténtica catástrofe agrícola que inició un declive en la zona que alcanza hasta bien entrado el siglo XX. No es hasta después de la Guerra Civil, cuando se inicia una leve recuperación económica y demográfica que ocasiona la expansión de la población en el Ensanche, en las actuales avenidas de Andalucía y Príncipe de Asturias. En la segunda mitad de este siglo y aprovechando el empuje turístico, se produce un aumento significativo de la edificación, que alcanza su máximo auge desde las dos últimas décadas, en las que el incremento masivo de las construcciones ha amenazado la esencia misma del núcleo histórico, conservado invariable a lo largo de los siglos. 
     El núcleo urbano tiene una estructura muy característica, con dos partes diferenciadas a ambos lados del Palacio de Montijano, o «El Ingenio». La situada en el entorno inmediato del cerro del Castillo es la más antigua, tiene una disposición típica en ladera, con las calles más importantes siguiendo las curvas de nivel y conectadas por otras menores de mayor pendiente. Al sur del mencionado Ingenio se extiende la parte moderna del pueblo, en la cresta formada por el barranco del río Higuerón y la carretera MA-105. 
     A pesar de considerar el conjunto histórico como un todo, para comprender su estructura urbana se pueden delimitar varias áreas homogéneas según la topografía del asentamiento, la dimensión de las parcelas, la tipología constructiva o la caracterización demográfica. 
     De este modo se distinguen las siguientes áreas: 
     El «Barribarto». Sería el núcleo original del poblamiento en la Edad Media, dada su cercanía a las murallas del castillo. Se trata de un área de población eminentemente popular, en el que la edificación, asentada en parcelas menores, tiene un carácter muy homogéneo en cuanto a alturas, generalmente dos, y tipología vernácula. 
     El «Barribajo». Dispuesto a lo largo de la calle Real, aquí se trata de población más acomodada, casas más representativas, de mayor presencia y altura, generalmente tres, situadas en parcelas de mayores dimensiones. En esta área se cuidan de manera especial los elementos estéticos. 
     El Ensanche. Situado en el margen oriental del casco antiguo, esta zona tiene un marcado carácter productivo. En ella se encuentra el Ingenio, el Apero y las Maquinillas. Debido a su situación de encrucijada y acceso al pueblo desde la circunvalación, aquí se localizan la mayoría de los comercios. Su población es difícil de adscribir a un único grupo y lo mismo se puede afirmar de las edificaciones. El conjunto histórico se extiende en esta zona hasta el Apero y la calle San Sebastián. 
     Una mención específica merecen los adarves, espacios mixtos entre lo público y lo privado, de los que en el pueblo hay numerosos ejemplos y de tipos variados, con o sin desarrollo viario interior, de entrada abierta o mediante algorfa. La apropiación por parte de los vecinos del espacio semipúblico del fondo de los adarves y callejones ha producido un cegado de los mismos que plantea en la actualidad unos itinerarios interiores más complejos. La propiedad urbana se encuentra muy fragmentada, lo que unido a la topografía del lugar ha dado lugar a un parcelario laberíntico, que ha propiciado el desarrollo de inmuebles maclados horizontal y verticalmente, en una superposición constructiva muy abigarrada que es característica de La Axarquía. 
     De este conjunto uniforme sobresalen los siguientes hitos: La iglesia de San Antonio, representa un cambio de escala con respecto al caserío. 
     El Apero, construido al parecer en torno al siglo XVII, en coincidencia con la explotación del Ingenio, servía para guardar el utillaje de la producción de azúcar y melaza. De planta cuadrangular, se conservan al menos tres de las naves. Está adosado al caserío, que puede haber ocupado la cuarta nave del edificio. En la actualidad, rehabilitado, está destinado a las funciones de Casa de la Cultura. 
     El Ingenio, obra de finales del siglo XVI con pintura incisa al «secco» en sus paramentos. Concebida en origen como casa solariega de los Manrique de Lara, fue posteriormente adaptada para la fabricación de azúcar de caña, de ahí su nombre de «Ingenio». En la actualidad no funciona como tal, sino que mantiene una actividad secundaria como molino de aceite y en la fabricación de miel, pero aún se conserva la maquinaria hidráulica en una impresionante bóveda en la planta baja. 
     Las Maquinillas, tres construcciones menores para la fabricación de azúcar de caña situadas por encima del Ingenio a lo largo del sistema hidráulico de Lisa. Muy modificadas en su función, puesto que la labor productiva se detuvo en 1928, su posición escalonada en el cerro, apoyadas en las conducciones y saltos de agua, confiere al cerro una gran riqueza paisajística. A todos ellos hay que añadir otros inmuebles de especial interés como son el Torreón de la calle Real o el Antiguo Cuartel de la Guardia Civil. 
     Fuera ya de los límites del conjunto histórico, pero dentro de su entorno, se encuentra el Castillo de Lizar, un bien de interés cultural de acuerdo con las previsiones de la disposición adicional tercera de la Ley 14/2007. Destaca por su posición como clave del emplazamiento. Situado en la cima del cerro, de él se conservan solamente dos restos de muralla formados por mampostería seca muy basta. Fue mandado destruir por Luis de Requesens en 1569 tras la rebelión de los moriscos para que no volviera a ser refugio de sublevados. 
     Visto desde el exterior, el aspecto que el centro histórico de la villa ofrece es unitario, con la masa compacta del caserío destacando blanca sobre el fondo natural, salpicada únicamente por los antes citados hitos edificatorios que no hacen sino destacar la homogeneidad del resto. Los bancales en el límite sur del pueblo están formados por una sucesión de terrazas artificiales contenidas con muros de mampostería seca que permiten adaptar terrenos de secano de abruptas pendientes en superficies horizontales susceptibles de ser regadas por anegamiento. Este método de cultivo está ligado siempre a sistemas de regadío formados por acequias de distribución y albercas de almacenaje. El de Frigiliana tiene su origen en los tiempos de la ocupación árabe y se encuentra en la actualidad aún en uso. Su cercanía al caserío, que se implanta directamente sobre él, y su espectacularidad paisajística hacen que sea un todo con el casco histórico, al que ha estado vinculado durante siglos (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía). 
       Frigiliana*,una de las localidades más bellas de la Axarquía y aun de toda la provincia de Málaga. Último reducto de la sublevación morisca, sus estrechas callecitas repletas de flores, de traza impecablemente musulmana, trepan monte arriba formando un laberinto salpicado de talleres de artesanos y de tiendecitas en las que venden el vino, las pasas y la miel de caña propios de la localidad, ofreciendo al mismo tiempo vistas fastuosas que llegan hasta el mar. Frigiliana se encuentra en el borde sur del Parque Natural de las Sierras Tejeda, Almijara y Alhama, fastuoso sistema montañoso que separa las provincias de Málaga y Granada, extendiéndose como una enorme raspa de altas cumbres, empinadas laderas y profundos barrancos a través del nordeste de la Axarquía, desde Alcaucín, en Málaga, hasta Otívar, en la provincia de Granada, y con sólo el Boquete de Zafarraya como paso entre una provincia y otra. Fue declarado Parque Natural en el año 1999. En sus 40.663 ha de parajes asombrosos, se encuentra una variada flora que incluye una pequeña tejeda, reliquia de los tiempos en que el tejo era el árbol dominante. Su fauna es también espectacular. En el aire pueden encontrarse diversos tipos de águilas -real, perdicera, culebrera y calzada-, azores, halcones peregrinos y una gran variedad de pequeñas aves de montañas, como el acentor alpino o las collalbas rubias, negras y grises. En tierra, la especie reina es la cabra montés, endemismo ibérico que en estos montes goza de excelente salud, donde hay hasta unos 1.500 ejemplares (Rafael Arjona. Guía Total, Málaga. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005)
     
Iglesia de San Antonio
     Fue instituida en 1505 con Nerja como anexo, y confirmada por bula de Julio II en 1510. Se levantó sobre la antigua ermita, siendo obra del maestro mayor de las obras del Obispado en 1696, Bernardo de Godoi, según la inscripción de la fachada. La planta, rectangular, presenta naves separadas por arcos de medio punto, doblados sobre pilares de sección rectangular, y se cubre con armadura con tirantes y lazo en el centro. El crucero, de brazos cortos, se cierra con bóveda de medio cañón, y  en el centro bóveda semiesférica sobre pechinas y cupulín. A los pies, se dispone el coro, de perfil mixtilíneo, cuya factura y decoración es rococó, pudiéndose fechar como obra tardía, como demuestra la inscripción del cancel de madera: « Lo hizo Bartolomé de la Cruz. Año 1859.»
     Sobre el arco del tramo primero de la nave de la Epístola han aparecido restos de decoración mu­ral, de la primera mitad del siglo XVIII. Se trata de dos jarrones con hojas y plantas carnosas muy coloristas, que se unen en el centro en torno a una corona con el anagrama de la Virgen María.
     La fachada de la iglesia, abierta a un espacioso atrio, presenta arco de medio punto entre dos pilastras de ladrillo, sosteniendo entablamento que interrum­pe el escudo del Obispo Fray Alonso de Santo Tomás, y re­mata por una ventana con balconcillo de forja. La torre, sobre el último tramo de la nave de la Epístola, presenta dos cuerpos con airosos arcos entre pilastras, interceptado el frente por una pieza cuadrangular que alberga el reloj, intervención desafortu­nada que rompe su fisonomía.
     En la capilla mayor, se encuentra el retablo barroco del Sagrado Corazón, en el que se pueden apreciar tres lienzos, pertenecientes a la escuela sevillana del siglo XVII: San Francisco de Paula, el Buen Pastor y un Apóstol. De singular valor devocional es la escultura policromada de San Antón, obra del siglo XVIII, en una hornacina del lado derecho de la nave. En el lado del Evangelio es interesante el lienzo de la Dolorosa, del siglo XVIII, con la cruz al fondo. En la sacristía se conserva un cáliz rococó, excelente pieza de plata, de me­diados del siglo XVIII (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
         La Iglesia de San Antonio, de estilo barroco, muy sencilla e integrada en el entorno, fue finalizada en el último tercio del siglo XVII bajo la dirección de Bernardo de Godoy, maestro mayor de obras del obispado.
     La fachada principal de la iglesia de San Antonio se organiza a partir de un cuerpo rectangular monumental resuelto con una cubierta a dos aguas, al que se adosa un cuerpo de campanario. La escala monumental de la fachada la remarcan algunos elementos arquitectónicos clave: las pilastras de estilo dórico sobre las que se dispone un entablamento con arquitrabe, que enmarca el escudo del Obispo de Málaga Fray Alonso de Santo Tomás, como si de un alfiz hispano-musulmán se tratara. Sobre el entablamento se abre una ventana de forma abocetada de medianas dimensiones. El acceso al templo se realiza a través de un arco peraltado, cuya sobre elevación contribuye a marcar aún más la escala monumental, la imposición de esta dimensión grandiosa sobre el conjunto del caserío en el que el hombre es la medida, el canon de proporción de las casas que dan forma, por ejemplo, a la plaza que se abre delante de la iglesia.
     La fachada se completa con una torre campanario de dos cuerpos rematada por una espadaña transformada en marco para el reloj del templo. La torre campanario, su elevación, la configuración de la misma, y la tradición de los arquitectos cristianos del siglo XVI de adecuar los alminares a torres campanario, nos lleva a explicar este elemento como un posible testimonio del alminar de la mezquita hispano-musulmana. 
     Sin duda, la fachada, con el orden de pilastras que encaja la portada, es un elemento arquitectónico claramente occidental, aunque el espacio intermedio entre arco y entablamento es un rasgo que recuerda al alfiz que enmarca los arcos musulmanes. Esta forma de relacionar un elemento vertical sustentante, como es el arco, con un elemento horizontal sostenido, como es el entablamento sobre el que se dispone el escudo, está más cercano a la fórmula con la que se resuelve la Puerta de San Esteban de la Mezquita de Córdoba, que a lo propio de los arcos de triunfo de la Roma antigua. Por tanto, cabe plantear que aunque el maestro de obras de esta fachada, Bernardo de Godoy en 1676, como podemos leer en la misma, quisiera disponer una estructura a modo de arco de renacentista, que le permitiera simbolizar el poder Real cristiano entre una población necesariamente convertida al cristianismo, su forma de hacer, su arquitectura está demasiado instruida en las formas hispano-musulmanas. 
     El interior de la iglesia de San Antonio presenta una planta de cruz latina con un coro en alto a los pies. La cubierta de la nave central, al interior, está resuelta a la usanza de la arquitectura mudéjar, con un tipo de estructura denominada armadura de par y nudillo con decoraciones geométricas de líneas que forman los paños de lacería. En la armadura de la Iglesia de San Antonio de Frigiliana se puede apreciar cómo las dos vertientes de la techumbre son producto del diseño de una serie de rectángulos armónicamente distribuidos, que ponen de manifiesto el principio de proporción y simetría, propio de la arquitectura musulmana. La armadura es un testimonio que nos remite a su construcción en los siglos XVI-XVII. La iglesia de San Antonio de Frigiliana es una iglesia de tres naves separadas por arcos de medio punto elevados sobre pilastras, siendo la central la única en la que se evidencia la armadura de madera, mientras que las laterales se cubren con colgadizos.
     La cabecera del templo, el lugar desde el que el sacerdote oficia la misa, está cubierta con un interesante sistema de bóvedas de aire barroco que descansan sobre muros abiertos con ventanales. Este sistema da paso a una cúpula de media esfera sobre pechinas del crucero, que permite el paso de luz natural a través de la linterna que se abre en su centro, fomentando el concepto de espacio y tiempo barroco. Una solución común también a las iglesias del XVI-XVII.
     Entre los datos que se manejan en torno a la historia de la construcción de este templo, se sabe que se autorizó por bula del siglo XVI, como se explica en la Guía de Frigiliana. Para algunos historiadores del arte, este templo se eleva sobre el solar de una antigua ermita, de manera que está en discusión que sea de nueva construcción, como se desprende del texto de la placa cerámica que hay en la fachada:
 Bernardo de godoi,
 maestro maior,
 Mefezid desde cimientos.
 Año, de, 1676
     Otros historiadores explican, como hemos visto, la construcción de esta iglesia a partir de una adecuación o reestructuración de la mezquita hispano-musulmana con la que contaba la alquería. De ahí que piensen en la torre campanario como una operación bastante parecida a la que tuvo lugar en Sevilla con la Giralda. Sea como fuere, una y otra hipótesis exigen la contrastación a partir de unas excavaciones arqueológicas y un estudio documental desde la historia del arte, así como un estudio de materiales de los muros emergentes (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     La Iglesia de San Antonio de Padua se levantó en 1676 sobre una antigua ermita. Fue construida por los Manrique de Lara, a la sazón dueños de la villa desde mayo de 1640. En su interior distinguimos tres naves separadas por arcos de medio punto. La portada es de ladrillo y en ella se aprecia un escudo del obispo fray Alonso de Santo Tomás.
     La villa de Frigiliana ha tenido tres ermitas: la del Santo Cristo; la de Nuestra Señora de la Escalera y la de San Sebastián, las tres de modesta fábrica y que gozaron con el fervor popular. Estas ermitas perecieron pasto de las llamas en la Guerra Civil de 1936 (Diputación Provincial de Málaga).

Real Silo de los antiguos Pósitos. El Ingenio

     Situado a la entrada de esta localidad, fue construido en 1767, integrando el palacio de los Condes de Frigiliana, obra del siglo XVI. Este conjunto se convirtió posteriormente en Ingenio para la fabricación de azúcar de caña. Conserva su maquinaria y funcionamiento. Un aspecto interesante es la decoración mural de su fachada, en parte perdida, pero de la que todavía se pueden observar sus trazas, como los cajones de mampostería entre verdugadas de ladrillo, y las columnas que enmarcan las hornacinas (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
      Antiguo silo construido en 1767 donde se almacenaba el excedente de grano en los años de buena cosecha para repartirlos en los malos tiempos. Aunque la institución del pósito se menciona a partir de 1749, es muy probable que se instituyera en 1640, año en el que Frigiliana se constituyó en villa independiente.
     Actualmente es un espacio privado ocupado por viviendas, conservándose de su antigua estructura tan sólo las arcadas de ladrillo de su alzado principal y sus sótanos.
    Palacio renacentista del siglo dieciséis, que pertenecía a los condes de Frigiliana, cuya cabeza era Don Manrique de Lara. Este palacio fue construido con sillares de la antigua fortaleza. Es conocido como El Ingenio ya que en la actualidad alberga la única fábrica de miel de caña que existe en Europa (Diputación Provincial de Málaga).

Castillo de Lízar
          Presenta una superficie de 0,5 hectáreas. Conserva algunos metros de muralla realizada en mampostería de piedras medianas y argamasa, además de la rampa de acceso.
     En la actualidad sólo permanece un muro de mampostería de una torre, mientras que ha desaparecido el resto de la estructura que conformaba el recinto fortificado.
     Por otra parte, se ha efectuado una reforestación con pinos en el área que ocupan los restos del castillo. El crecimiento de esta masa arbórea y sobre todo de las raíces, constituye un grave riesgo para la conservación del yacimiento (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     No se sabe con certeza cuando se construyó, seguramente entre los siglos noveno y undécimo. Ocupó una superficie de unos 4000 metros cuadrados. Disponía de agua procedente de la acequia, que le llegaba a través de un pequeño acueducto. Esta importante defensa fue destruida por los ejércitos cristianos en 1569, según las crónicas, por orden de Don Luis de Requesens, Comendador Mayor de Castilla, con el beneplácito de Felipe Segundo, que deseaba acabar con todo lo que le recordara la rebelión de los moriscos. Ubicado en lo alto del pueblo, únicamente quedan de él restos de su cimentación y parte de la rampa de acceso (Diputación Provincial de Málaga).

Ermita del Ecce-Homo, o del Santo Cristo

     Conocida como la ermita del Santo Cristo de la Caña. Es un edificio del siglo dieciocho de reducidas dimensiones que se levanta sobre una sola nave. Se abre al exterior con un atrio sobre arco de medio punto al frente, mientras que el lado de la epístola queda adosado al monte (Diputación Provincial de Málaga).

Fábrica de miel de caña Nuestra Señora del Carmen
          El Palacio de los Condes de Frigiliana, llamado popularmente El Ingenio, es hoy la sede de la Fábrica de Miel de Caña Nuestra Señora del Carmen, antes San Raimundo. Este es uno de los lugares de mayor valor histórico y artístico de Frigiliana. Es una obra de finales del siglo XVI con pintura incisa al «secco» en sus paramentos. Concebida en origen como casa solariega de los Manrique de Lara, fue posteriormente adaptada para la fabricación de azúcar de caña, de ahí su nombre de «Ingenio». En la actualidad no funciona como tal, sino que mantiene una actividad secundaria como molino de aceite y en la fabricación de miel, pero aún se conserva la maquinaria hidráulica en una impresionante bóveda en la planta baja.
     La distribución interior del Ingenio tiene varios ámbitos. Actualmente, en la planta baja se aprovechan los espacios interiores para distribuir las necesidades de la producción de la fábrica de miel de caña. De esta forma, fueron necesarias obras de acondicionamiento en esta planta baja para poder disponer en su interior la zona de procesado de la melaza, los tanques de decantación, la zona de etiquetado y envasado, etc. Así pues, en otros tiempos sus usos fueron distintos. Por ejemplo, la sala a la derecha de la entrada principal que hoy es almacén fue antes capilla, en la que se dio misa desde 1662 por autorización del Papa Clemente X a los condes. 
     Conforme nos adentramos en el Ingenio accedemos a una gran nave central donde hoy se desarrolla las funciones propias de un muelle de carga y descarga. De esta primera nave salen los cargamentos de miel caña para su comercialización. A su izquierda se abre una pequeña sala donde se lleva a cabo el envasado de la miel, y que es también fruto de modificaciones de la estructura original. A continuación tenemos la ¿cocina¿, donde se fabrica la miel de caña. 
     Esta nave, diáfana de grandes dimensiones, tiene un interesante sistema de cubrición que nos recuerda al que contemplamos en el crucero de la iglesia de San Antonio. No es de extrañar esta relación, ya que como veíamos en el capítulo dedicado a la Historia los de Lara promovieron y llevaron a cabo al mismo tiempo la iglesia de San Antonio y su casa. Dado que en el lugar de la casa los condes también construyeron el Ingenio, la semejanza entre ambos sistemas de cubrición llama la atención sobre el valor histórico-artístico de uno y otro edificio.
     Además del sistema de cubrición de la cocina, resulta muy interesante el patrimonio industrial que aquí se atesora. Nos referimos a la maquinaria del siglo XIX (desde 1909) para la fabricación de la miel de caña. Esta maquinaria en algunos casos está todavía en funcionamiento y es adecuada a sistemas de producción artesanales, sin que ello limite sus beneficios de acuerdo con los avances del siglo XXI. En este sentido, es de destacar el juego de calderas de las que todavía se conserva una de las alimentadas con madera, traída de un barco en 1959, mientras que la otra se cambió recientemente por una moderna alimentada por gasoil.
     Sobre esta nave de grandes dimensiones, que al interior ocupa dos plantas de las que se reflejan en fachada, el edificio cuenta con otro nivel, una segunda planta que al exterior corresponde con la línea de balcones. En este segundo piso, al que se accede por una amplia escalera, se encuentran varios grandes salones, destinados en principio a las áreas privadas de los condes. Al fondo, tras estas salas, se localiza una antigua almazara que permanece completa en el interior del Ingenio, con su maquinaria, prensa, piletas, canalizaciones, etc., aunque no está en uso. Sobresalen en el perfil del edificio las dos chimeneas que corresponden con estos espacios fabriles.
     El exterior del Ingenio pone de manifiesto la escala relativamente monumental que describíamos desde el interior de sus naves. La fachada se organiza en tres cuerpos en altura en los que se distribuyen tres franjas de ventanales de líneas muy alterados en sus formas sobre los originales. Sobre el más alto de estos tres cuerpos de ventanas se abre un tondo y sobre este la techumbre a dos aguas para el cuerpo principal de la fachada, que se prolonga en la vertiente derecha para cubrir la prolongación de la misma. 
    La fachada es desproporcionada, se proyecta sobre el ala derecha, de manera que cabe suponer que este desequilibrio sea consecuencia o de un modo manierista de entender la arquitectura, de las sucesivas reformas que ha recibido el edifico, o de ambas cosas a la vez. De esta forma, esta desproporción nos lleva a pensar que en un principio el Ingenio tenía una parte principal y una zona de almacén o servicios que correspondería con esta prolongación del sector derecho de la fachada. Más tarde a esta fachada principal se habría adosado por la izquierda otro cuerpo rectangular. Este segundo cuerpo obedece muy posiblemente a una ampliación de las instalaciones con anterioridad al siglo XIX, momento de esplendor de la producción de la miel de caña, ya que en la documentación administrativa de los condes hay indicios de que se produjo una ampliación en el siglo XVIII. 
     De la fachada principal llama la atención la decoración de la misma a través de pinturas y esgrafiados con motivos geométricos que recorren la fachada. Esta decoración mural se organiza en bandas, en ellas se diferencian rombos, rectángulos en tonos tierras y azules. La decoración de la fachada del Ingenio es uno de los rasgos más significativo de este lugar que es símbolo de la Villa de Frigiliana, y está en relación con otros elementos como las dos hornacinas en la que se podían ver esculturas de la Virgen del Carmen y San Raimundo, y al menos dos relojes solares con claridad.
     Las instalaciones del Ingenio se completan con naves traseras, en las que localizamos en su interior la almazara mencionada, y las dos chimeneas en ladrillo. Siglos atrás el ingenio funcionó con la fuerza que aportaba el salto de agua que podemos aún identificar en las canalizaciones a su derecha, que cae desde el cerro de Lizar a través de acequias, pasando antes por los tres molinos, las llamadas maquinillas, la De Arriba, la De Enmedio y la De Abajo, que se encuentran sobre el Ingenio en la ladera del cerro, y que se dedicaban a la molienda de caña (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Ingenio preindustrial construido en un edificio palaciego que evolucionó a funcionamiento industrial con el paso del tiempo.
     Desde su construcción en el siglo XVIII, con antecedentes en el XVII, sigue funcionando en la actualidad como fábrica de miel de caña.
     El primer trapiche lo fundó don Íñigo Manrique de Lara, primer conde de Frigiliana, aunque no se conoce su situación exacta. En 1725 se fundó el ingenio hidráulico, actual fábrica, que sigue funcionando, por el señor de los Cameros y conde de Aguilar y Frigiliana con su bello edificio. Desde entonces la propiedad estuvo vinculada a los condes de Frigiliana hasta 1929 en que fue adquirida por la sociedad de la Torre que la sigue poseyendo en la actualidad.
     El director de la obra del ingenio de Frigiliana fue Pedro de Maldonado, beneficiado de Torrox y administrador del conde de Aguilar y Frigiliana.
     La única fábrica productora de miel de caña en la Europa continental se encuentra en el centro de la población de Frigiliana a la entrada del típico barrio Barribarto, ocupando el pie de la montaña que constituye el atractivo Parque Natural. El paisaje que constituye la fábrica al pie de los restos del castillo medieval, es bellísimo. Por la ladera cuelga el canal de Lízar, que movía la rueda “volaera” del ingenio despeñándose por su original salto de arcos apuntados de ladrillo.
     Sigue funcionando como fábrica de miel de caña aportando el gran valor a la comarca de la fabricación de uno de sus productos más tradicionales. Se mantiene aún el tren de molinos, hoy movido con electricidad que todavía muele la caña de azúcar algunos días al año. Este tren de molinos fue fabricado y colocado por los talleres Díaz de Vélez-Málaga en la década de los 50. Conserva también otros elementos tecnológicos tradicionales como los filtros o las pailas. Destacan también de esta época sus dos chimeneas hexagonales. Actualmente la mayor parte del jugo necesario para fabricar la miel de caña se importa de otros países productores que traen la melaza en barcos.
      La fábrica de miel de caña Nuestra Señora del Carmen es una factoría de estilo barroco, en forma de un edificio palaciego cuya fachada está decorada con esgrafiados que reproducen motivos geométricos e imitación de ladrillos. Fue siempre un edificio industrial y hay dudas sobre si se usó también como residencia palaciega. Su estado de conservación es bueno y se dividió en dos espacios. Uno de ellos de uso fabril con galería de acceso, dos cuartos de molienda, dos cocinas, dos bancos de cuajado y cuarto de blanqueo. A la derecha estaba el otro espacio con los almacenes y pilleras y con acceso independiente. En la planta de encima había viviendas para empleados y oficinas. La fábrica no tiene protección expresa a pesar de su antigüedad.
     En 1508 la reina doña Juana había concedido las tierras de Frigiliana, abandonadas por los moriscos el año anterior, a don Íñigo Manrique de Lara, perteneciente a la nueva oligarquía castellana de Málaga. El primer trapiche azucarero de la localidad lo fundó en 1630 otro don Íñigo Manrique de Lara, I conde de Frigiliana, sin que se conozca hasta ahora su situación exacta. La fábrica de miel de caña actual fue fundada en 1725 por el conde de Aguilar y Frigiliana como ingenio preindustrial. La instalación siempre estuvo en manos de los condes de Frigiliana y se modernizó por estos en los siglos XIX y XX, con la introducción de una máquina de vapor en 1858 y maquinaria industrial. Desde 1929 la fábrica fue adquirida por la Sociedad de la Torre, compuesta por una familia de la burguesía local que la dedicó a la producción de miel de caña y la conservan en funcionamiento hasta hoy. Su última remodelación se realizó en la década de 1950 y de ella destacan sus dos chimeneas hexagonales. (Diputación Provincial de Málaga).

Fuente Vieja

     Data del siglo diecisiete. Fue construida por Don Íñigo Manrique de Lara, quinto Señor de Frigiliana y primer Conde de la Villa por el año 1640, colocando en la misma su escudo de armas. Esta adosada al alzado posterior de una vivienda y se concibió para abastecimiento de la población y abrevadero de animales (Diputación Provincial de Málaga).

Casa del Apero (Museo Arqueológico)
     El casco urbano de Frigiliana, de claro trazado andalusí, ilustra la historia de una alquería que vivió su máximo desarrollo demográfico y agrícola en época nazarí, y que fue una etapa clave en la huida de los moriscos de todo el reino de Granada hacia el norte de África.
     Alberga materiales de yacimientos como Poyos del Molinillo y Cerrillo de las Sombras. El primero es un modelo de poblamiento de cabañas dispuestas en la ladera de un cerro, que es habitual a partir de la Edad del Bronce y cuyas poblaciones indígenas son las que establecen contacto entre los ss. VII y VI a. C., con las colonias fenicias del litoral. En el Cerrillo de las Sombras se han localizado tumbas de incineración en contenedores de inspiración fenicia.
     El museo arqueológico de Frigliana tiene como objetivo  fundamental la difusión del patrimonio cultural e histórico de este municipio, promover su conocimiento, protección y conservación. En este sentido las colecciones expuestas en las instalaciones permiten un recorrido por la historia de Frigiliana expresada a través de los principales yacimientos del municipio.
     Para el emplazamiento del museo se ha elegido un edificio emblemático, El Apero, construcción del siglo diecisiete cuya función de atender y recibir actividades arrieras vinculadas a otro monumento fundamental en la historia de Frigiliana, el Ingenio.
     El Apero ha sido restaurado recientemente y habilitado como edificio de usos múltiples, incluyendo el museo que comentamos, así como la biblioteca municipal, una sala de exposiciones y la oficina de turismo.
     Por su parte, el Fondo Financiero del Estado para la Modernización de las Infraestructuras Turísticas (FOMIT), dependiente del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, concedió a este Ayuntamiento financiación para el desarrollo del proyecto museístico en la convocatoria de 2008 (Diputación Provincial de Málaga).

     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de San Antonio, Real Silo de los antiguos Pósitos - Ingenio, Castillo de Lízar, Ermita del Ecce-Homo o del Santo Cristo, Fábrica de miel de caña Nuestra Señora del Carmen, Fuente Vieja, y Casa del Apero - Museo Arqueológico) de la localidad de Frigiliana, en la provincia de Málaga. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la provincia malagueña.

Más sobre la provincia de Málaga, en ExplicArte Sevilla.

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