Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero

Intervención en el programa de radio "Más de uno Sevilla", de Onda Cero, para conmemorar los 800 años de la Torre del Oro

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viernes, 15 de agosto de 2025

La Iglesia Prioral de Santa María de la Asunción, en Carmona (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte la Iglesia Prioral de Santa María de la Asunción, en Carmona (Sevilla).
     Hoy, 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, consumado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos. Esta verdad de fe, recibida de la tradición de la Iglesia, fue definida solemnemente por el papa Pío XII (1950) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para ExplicArte la Iglesia Prioral de Santa María de la Asunción, en Carmona (Sevilla).
     La Iglesia Prioral de Santa María de la Asunción, se encuentra en la plaza Marqués de las Torres, s/n; en Carmona (Sevilla).
     El sector más antiguo del templo está constituido por el Patio de los Naranjos, que se encuentra adosado a su muro izquierdo. Al parecer formó parte del patio de las abluciones de la antigua mezquita almohade derri­bada en 1424 para construir el templo cristiano. Presenta una galería porticada en dos de sus frentes, soportada por columnas de mármol o granito rematadas por cimacios, una de las cuales tiene una inscripción de época visigoda. En el lado norte del patio aparecen siete arcos, el central más amplio y peraltado y los laterales con forma de herradura apuntada. También son peraltados los arcos del flanco este que van encuadrados por un alfiz. La tipología de estos últimos y el despiece de los anteriores señalan que si pertenecieron a la obra islámica, fueron retocados en el siglo XV. A esta misma época corresponde la Capilla de los Apóstoles, situada en el lado norte, que se cubre con una bóveda de ocho paños sobre trompas angulares. Aunque tipológica­mente parece más antigua hay que fechar en el mismo siglo la portada del muro del este, que exteriormente presenta una sencilla arquivolta apuntada, encuadrada por alfiz y rematada por un alero de modillones. En el muro contrario se eleva la torre, constituida por cuatro cuerpos decrecientes y rematada por un chapitel piramidal. Fue construida entre el siglo XVI y el XIX, conociéndose la intervención del maestro cantero Francisco Gómez en 1702.
     El enorme templo gótico presenta planta de salón constituida por tres naves, con capillas entre los contrafuertes. Los soportes son pilares de sección poligonal o casi circular, según estén situados en las proxi­midades de los pies o de la cabecera del templo. Estos últimos presentan multitud de baquetones, que arrancan a distintas alturas, mientras los primeros ofrecen un esquema más simple. Esta misma diferencia muestran las bóvedas de nervaduras de las tres naves, que son sex­partitas en la zona de los pies y estrelladas en el sector de la cabecera. Especialmente complejo es el diseño de las nervaduras del cimborrio, levantado en el cuarto tramo de la nave central, que presenta en las claves y en los muros que lo soportan medallones de ángeles, santos y personajes legendarios. También aparecen bóvedas de nervaduras con forma estrellada en algunas capillas laterales, mientras en otras el abovedamiento es casetonado. Este mismo sistema se emplea en la sacristía. La capilla colateral izquierda, que presenta planta ochavada, se cubre con una cúpula rematada en linterna.
     La iglesia presenta tres portadas. La situada en el muro de los pies es neogótica; la del lateral izquierdo, abierta al Patio de los Naranjos, no está terminada; y la del muro derecho fue construida en 1775, y conjuntamente con el pórtico que la precede, denominado Lonja del Sol, por Antonio Chamorro con trazas de Antonio Matías de Figueroa o José Álvarez.
     La construcción del templo se inició en 1424, concluyéndose la primera fase en 1518. Durante estos años intervinieron en la obra Rodrigo Gibaja, el maestro mayor de la catedral de Sevilla, Alonso Rodríguez y Antón Gallego. Posteriormente trabajó en la iglesia el maestro Juan de Matienzo y en 1525 se inició la segunda etapa. En ella ocupó un papel destacado el arquitecto Diego de Riaño, a quien debe corresponder el abovedamiento del cimborrio. En 1542 figura al frente de las obras el maestro Juan de Escalona, quien diseñó la capilla de la Virgen de Gracia. Por una serie de problemas, al parecer de tipo laboral, se solicitó la presencia del maestro mayor de la catedral sevillana Hernán Ruiz para que tasase lo construido. Esta visita, fechada en 1566, dio nuevo impulso a la obra, que fue finalizada en 1578 por el arquitecto Pedro Díaz de Palacios. Por estos mismos años debió de edificarse el coro, situado exento en el tercer tramo de la nave central, que presenta elementos de estilo manierista. Diversas obras de reformas se ejecutaron en los siglos XVII y XVIII. Las últimas obras dignas de mención corresponden al siglo XIX, en el que se ejecutaron la portada de los pies, las dos de la capilla mayor y sus ventanales.
     El retablo mayor consta de banco, cuatro cuerpos de cinco calles y ático. Iniciado en el segundo cuarto del siglo XVI, su ejecución corrió a cargo sucesivamente de Nufro de Ortega y de Juan Bautista Vázquez. Finalizado en 1564, la policromía se realizó entre esa fecha y 1670. En los laterales del banco figuran relieves con los Padres de la Iglesia; en los cuerpos superiores se representan diversas escenas de la vida de Jesucristo y en el ático se sitúan la Coronación de la Virgen y el Calvario. El altar presenta un frontal de azulejos de superficie lisa y de cuenca fechable en el último tercio del siglo XVI. Dos leones lampareros de madera policromada de la misma fecha que el retablo se sitúan a ambos lados del presbiterio, donde asimismo figuran dos grandes lámparas de plata de principios del siglo XIX que presentan los punzones de los plateros sevillanos Palomino y Sánchez. El cancel de hierro que cierra el presbiterio y el púlpito del mismo material que allí aparece son obras de Pedro Fernández, quien los ejecutó en 1664.
     En la capilla de cabecera de la nave izquierda figura un templete neoclásico en el que recibe culto la Virgen de Gracia, escultura fechable a principios del siglo XIV, que lleva en sus manos un Niño Jesús del XV. Delante de este altar cuelgan cuatro lámparas de plata: una está fechada en 1698; dos son de principios del siglo XIX y presentan los punzones de Sevilla y del platero Palomino y la última es del siglo XVIII. Una vez en el muro de la nave, en primer lugar se halla un retablo del último cuarto del siglo XVIIII en el que figuran esculturas de santos de esa misma fecha y un Niño Jesús del XIX. Colgado en el muro se halla un lienzo de la Asunción de la Virgen firmado y fechado al dorso en 1665 por el pintor granadino Pedro Atanasio Bocanegra. A continuación se encuentra la capilla del Cristo de los Martirios, cerrada por medio de una reja fechada en 1537 y en cuyo interior aparece un retablo que se ha datado hacia 1550 y se atribuye a Roque Balduque. En el banco figuran relieves de santos y escenas de la Pasión; en el cuerpo central aparecen las imágenes del Calvario y los relieves del Descendimiento y la Calle de la Amargura; en el intradós se hallan relieves con temas de la Pasión y en el ático se encuentra la imagen de Dios Padre. En uno de los muros de esta capilla se halla un lienzo de la Huida a Egipto de finales del siglo XVII firmado por el pintor José García, y colocada delante del altar se sitúa una lámpara de plata fechada en 1797 que presenta el punzón del platero Guzmán. Una vez pasada la puerta de ingreso al templo se encuentra la capilla de la Virgen de Belén, cerrada por medio de una reja de finales del siglo XVI. En ella se sitúa un retablo de hacia 1770 que se ha atribuido a Miguel de Gálvez, en el que figuran una imagen de candelero de la Virgen con el Niño y esculturas de santas y santos de esa misma época. Completa el conjunto una serie de pequeñas pinturas. La capilla contigua es la sacramental, figurando en ella un retablo realizado en 1724 por Tomás Guisado. En la horna­cina central se encuentra una escultura de la Inmaculada ejecutada en 1719 por Pedro Duque Cornejo y en la superior figura una escultura de Santa Bárbara de la misma fecha que el retablo. En esta capilla se hallan cuatro lámparas de plata: una de ellas es de principios del siglo XVII; otra está fechada en 1800 y presenta los punzones de Sevilla y de los plateros Gargallo y García y las dos restantes son del XIX. La capilla siguiente tiene una reja fechada en 1841. Al fondo se encuentra un tríptico pintado hacia 1510 en el que figuran Santa Marina, San Andrés y San Bartolomé y en uno de los muros se sitúa una escultura de la Virgen con el Niño de mediados del XVII. A los pies de la nave se halla una gran pintura mural de San Cristóbal fechable a mediados del siglo XVIII, cronología que asimismo hay que fijar para el retablo que la enmarca. Sobre el banco se sitúa una escultura de San Antonio Abad del último tercio del siglo XVI.
     En la cabecera de la nave derecha se sitúa un retablo de dos cuerpos y ático, fechado en 1711 y obra de Juan de Gatica. En el centro figura una pintura sobre tabla de la Virgen de la Antigua de finales del siglo XV y en los laterales y en el segundo cuerpo aparecen esculturas de santos del momento del retablo. El frontal del altar es de azulejos de cuenca de finales del siglo XVI. En la capilla que sirve de tránsito a la sacristía se encuentra un grupo escultórico del Calvario fechable hacia 1500; un lienzo del Crucificado de finales del XVII de escuela granadina y una lám­para de plata fechada en 1724. A continuación se halla la capilla de San José, cuya reja realizó en 1540, y siguiendo un diseño de Martín de Gaínza, el rejero Pedro Ramírez. A Martín de Gaínza hay que vincular asimismo las trazas del retablo, cuyas pinturas sobre tabla ejecutó hacia 1540 Pedro de Campaña. En el banco aparecen representados San Jerónimo y San Atanasio, La Piedad y Santa Catalina y Santa Marta; en el primer cuer­po figuran San Bartolomé y el Martirio de este Santo; en el segundo cuerpo se hallan San Andrés, la Asunción de la Virgen y San Juan Bautista y en el ático se sitúa la Trinidad. En la hornacina central se halla una escultura de San José con el Niño del siglo XVIII. En esta misma capilla se encuentran un políptico pintado hacia 1500 en el que figuran siete pinturas sobre tabla con escenas de la Vida de Santo Tomás y cuatro lámparas de plata. Una de ellas está fechada en 1800 y presenta el punzón del platero sevillano Palomino y las otras tres son de finales del siglo XVIII. A continuación se encuentra la capilla del Sagrado Corazón, en la que figuran tres retablos. Dos son neoclásicos, apareciendo en ellos las imágenes de la Virgen del Carmen, imagen de candelero de mediados del siglo XVIII y de la Dolorosa, moderna. También es moderna la del Sagrado Corazón, que preside un retablo de hacia 1740 que se ha relacionado con José Maestre y Tomás Guisado. La capilla contigua presenta un retablo de finales del siglo XVIII en el que se sitúan las esculturas de esa misma época de la Virgen con el Niño, San Juan Bautista y San Buenaventura. En uno de los muros de esta capilla se encuentra una pintura del Cristo del Cachorro firmada en 1942 por Arpa y en el suelo aparece una lápida sepulcral de 1517. Una reja del último tercio del siglo XVI cierra la capilla contigua. En el testero se encuentra un retablo cuya arquitectura contrató Gaspar del Águila en 1580. Transformado y ampliado en el primer tercio del siglo XVII, las pinturas sobre tabla que lo integran corresponden a esa segunda etapa, pudiéndose vincular estilísticamente a Juan del Castillo. En esta misma capilla figuran dos reta­blos neoclásicos. En uno aparece un grupo escultórico de finales del XVIII que representa a Santa Lutgarda abrazando a Cristo y en otro se sitúa una escultura del beato Juan Grande de mediados del mismo siglo. En el muro de los pies de la nave se halla un retablo, obra que realizó Juan de Gatica entre 1710 y 1713, en el que figuran escul­turas de esa misma época de santos jesuitas y de San Sebastián y San Lorenzo.
     El coro se sitúa a los pies de la nave central. En su interior se localiza una sillería fechada en 1706 y que aparece decorada con relieves de santos y santas. En el lado exterior derecho aparece una pequeña capilla cerrada por  medio de una reja de finales del XVI en cuyo interior figura un lienzo de la Virgen con el Niño del último cuarto del XVII. El frontal del altar es de azulejos y está fechado en 1598, apareciendo en él la imagen de San Bartolomé. La capilla del lado opuesto está cerrada por medio de una reja fechada en 1601. En el interior aparece un retablo, de­dicado a la Inmaculada e integrado por pinturas sobre tablas, firmado y fechado en 1601 por Juan Bautista de Amiens. El frontal del altar es de azulejos de la misma fecha que el retablo, figurando en el centro un medallón con la Inmaculada. En el trascoro se sitúa un políptico pintado sobre tabla en el que se representan diversas escenas de la vida de San Pedro. Fechado en 1598, su ejecución se vincula a Juan Bautista de Amiens.
     En la sacristía son de destacar un aguamanil de mármol de finales del siglo XVI que está enmarcado por un panel de azulejos de cuenca de esa misma época; una cajonera de la primera mitad del siglo XVII; dos espejos con marcos de madera negra de esa misma fecha; una sacra fechada en 1755 y dos Crucificados, uno de finales del siglo XVI y otro del primer cuarto del XVIII. Entre las pinturas que allí se conservan sobresalen una Última Cena pintada sobre tabla del primer tercio del XVI y dos lienzos de mediados del XVII que representan a San Francisco de Asís y a San Juan Bautista. En una de las dependencias ane­jas a la sacristía se hallan tres Crucificados de marfil del XVII; otros tres de igual material del siglo XVIII de origen hispano-filipino y las imágenes en barro policromado de la Virgen y San José firmadas y fechadas en 1795 por Bonilla, que formaron parte de un Nacimiento.
     La parroquia de Santa María conserva uno de los tesoros de orfebrería más ricos de toda la provincia. Sobresalen unas cubiertas de plata dorada de un Evangelio de finales del siglo XIV que presentan medallones de esmaltes con el Calvario y los símbolos de los Evangelistas en uno de los lados y en el otro con el Pantocrátor, la Virgen, San Juan y ángeles; un portapaz de plata sobredorada de tracería gótica con incrustaciones de esmaltes de principios del XVI en cuyo centro figura Cristo atado a la columna y San Sebastián; un relicario de plata dorada de estilo gótico de igual cronología; una cruz parroquial de plata sobredorada con la manzana de traza gótica del primer tercio del siglo XVI y la cruz de principios del XVII; la gran custodia en forma de templete ejecutada entre 1579 y 1584 por Francisco Alfaro; un ostensorio del mismo maestro ejecutado en 1580 cuya manzana y resplandores son del primer cuarto del XVII; cuatro candelabros del mismo platero realizados en 1584; una naveta del último cuarto del XVI que presenta asimismo el punzón de Alfaro; dos ciriales de la misma época atribuibles a este mismo orfebre; unas crismeras del tercer cuarto del siglo XVI y un portapaz de plata sobredorada con el relieve de la Asunción en el centro de la misma fecha. Entre las piezas del siglo XVII destacan un cáliz de plata dorada con incrustaciones de esmaltes fechado en 1623; una cruz parroquial de metal dorado de la primera mitad del XVII que presenta, en el centro, medallones de la Virgen con el Niño y, en los extremos, relieves de santos; dos portapaces de finales de esta centuria con las imágenes de la Inmaculada y santos entre columnas salomónicas; un relicario de Santa Teresa fechado en 1687 y una bandeja petitoria de plata fechada en 1691. Entre las piezas del siglo XVIII hay que destacar, entre otras muchas, dos atriles de plata fechados en 1730, obras del platero de Carmona Antonio de Luna; un portaviático fechado en 1756; una cruz parroquial de plata dorada ejecutada en 1772 que pre­senta los punzones de Sevilla y de los plateros Cárdenas y Alexandre; un copón fechado en 1781; un relicario del Lignum Crucis fechado en 1788, que presenta el punzón del platero Camacho;  una palmatoria fechada en 1798 punzonada por el platero Juan Ruiz; dos portapaces decorados con rocallas que presentan los punzo­nes de Sevilla y de los orfebres Juan Ruiz y García; un guión de plata con los medallones de la Asunción y el Cordero místico del tercer cuarto del XVIII que presenta el punzón del maestro platero Cárdenas; un portaviático y un portapaz de finales del XVIII que presentan los punzones del platero Camacho; un relicario de San Juan Nepomuceno del tercer tercio del XVIII que presentan los punzones de Córdoba y del platero Aranda; unas sacras de igual fecha obra del platero José Alexandre; un portaviático de finales de esa centuria que ostenta el punzón del platero Gámiz y una bandeja de plata de finales del XVIII que presenta los punzones de los orfebres Cárdenas y Azada (Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia. Tomo II. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004).
     Se encuentra situada en el centro del casco histórico de la ciudad de Carmona, formando un conjunto urbanístico muy destacado por su cercanía con la plaza mayor y proximidad al Convento de Agustinas Descalzas, a la antigua iglesia de San Teodomiro hoy del Salvador, a la Casa de los Aguilar y a los palacios de los Rueda y del Marqués de las Torres. 
     Desde el punto de vista arquitectónico nos encontramos ante el inmueble religioso más grande de la población, que ocupa la totalidad de una de las manzanas más céntricas e importantes del entramado urbano. En altura destaca la superposición de volúmenes de la construcción gótica del conjunto en la que destacan el cimborrio cubierto por un tejado a cuatro aguas, los contrafuertes externos, arbotantes, pináculos y terrazas planas de las bóvedas, así como la torre rematada por un chapitel piramidal. Los materiales utilizados en su construcción son fundamentalmente la piedra para construcción gótica-renacentista, alternada con el ladrillo y el tapial en los elementos mudéjares y barrocos.
     El sector más antiguo del templo está formado por el Patio de los Naranjos, que se encuentra adosado a su muro izquierdo. Al parecer formó parte del patio de las abluciones de la antigua mezquita almohade derribada en 1424 para construir la iglesia cristiana. El patio presenta una galería porticada en dos des sus frentes soportada por columnas de mármol o granito rematadas por cimacios, una de las cuales porta una inscripción de época visigoda, considerada como elemento reutilizada por la construcción árabe. El lado norte del patio consta de siete arcos, siendo el central el más amplio y peraltado y los laterales con forma de herradura apuntada. También son peraltados los arcos del lado Este, todos ellos enmarcados por su correspondiente alfiz. La tipología de estos últimos y el despiece de los anteriores señalan que aunque su pertenencia se adscribe a la construcción islámica sufrieron remodelaciones durante las obras llevadas a cabo en el siglo XV.
 A esta misma época corresponde la capilla de los Apóstoles, situada en el lado Norte, cubierta por bóveda octogonal sobre trompas angulares. Aunque tipológicamente más antigua hay que fechar en el mismo siglo la portada del muro Este, que exteriormente presenta una sencilla arquivolta apuntada, encuadrada por alfiz y rematada por un alero de modillones de rollo, situándose en el muro contrario la torre.
     El templo gótico, de grandes dimensiones, presenta planta de salón, en la que se inscribe el crucero, constituida por tres naves, divididas en cinco tramos, cabecera plana con dos tramos y capillas adosadas en las naves laterales situadas entre los contrafuertes. Las naves se separan por arcos apuntados que apoyan en pilares de sección poligonal o casi circular, según estén situados en las proximidades de los pies o de la cabecera del templo. Estos últimos presentan multitud de baquetones de distinta altura y grosor, a diferencia de los primeros que presentan una estructura más simple. 
     El segundo cuerpo de la nave central presenta ventanales apuntados góticos con vidrieras que aportan iluminación al interior del edificio.
     Igualmente encontramos gran diferencia decorativa entre las bóvedas de nervaduras de las tres naves, que son sexpartitas en la zona de los pies y estrelladas en el sector de la cabecera. En el centro del crucero se sitúa el cimborrio, más alto que el conjunto de los tramos de las bóvedas de la nave central, cuyo diseño de nervaduras es especialmente complejo, con pequeños vanos apuntados en sus laterales cerrados por vidrieras aumentando la sensación de claroscuro en el entramado de nervios que decoran el conjunto. Se encuentra ubicado en el cuarto tramo de la nave central, y presenta en las claves y en los muros que lo soportan medallones de ángeles, santos y personajes relacionados con la mitología.
     También aparecen bóvedas de nervadura gótica con forma estrellada en algunas de las capillas laterales, mientras que en otras la bóveda presenta baquetones entrecruzados que forman casetones, típico de la época de transición al Renacimiento, sistema que se repite también en las bóvedas de la sacristía.
     La iglesia cuenta con una serie de capillas adosadas a las naves laterales. Comenzando por los pies de la nave del Evangelio y en sentido de las agujas del reloj encontramos: capilla Bautismal, Capilla del Sagrario, puerta de acceso desde el Patio de los Naranjos, capilla del Cristo de los Milagros y capilla de la Virgen de Gracia de planta ochavada con cúpula rematada en linterna. En la cabecera de la nave central se sitúa la capilla mayor, seguida en la nave de la Epístola por la sacristía mayor de planta rectangular y cubierta por bóveda de casetones. A continuación encontramos la capilla de la Virgen de la Antigua unida a la del Calvario, le sigue la de San José, puerta de ingreso de la nave de la Epístola, capilla de la Virgen del Rosario, Capilla de la Virgen de la Paz y Capilla de los Barreda o de la Encarnación.
     El coro se encuentra ubicado en el penúltimo tramo de la nace central, cerrado en tres de sus frentes por muros perimetrales con elementos renacentistas y manieristas y reja al frente. Éste se une mediante la crujía o vía sacra con el presbiterio de la iglesia.
     El conjunto edilicio cuenta con tres puertas de ingreso distribuidas una en el cuarto tramo de la nave del Evangelio, otra a los pies de la nave central y la tercera en el cuarto tramo de la nave de la Epístola. Desde la calle se accede al Patio de los Naranjos mediante una portada que conjuga elementos renacentistas y barrocos. Parte de de un gran vano adintelado enmarcado por una moldura ancha con pequeñas orejeras en sus ángulos superiores. En la parte superior dos pilares rematados con copetes piramidales flanquean una hornacina de medio punto sobre la cual campea un frontón triangular apoyado en mensuras. Existe una portada que comunica este patio con la iglesia pero no está terminada, presentándose en ladrillo enmarca un vano adintelado coronado por un arco escarzado. La de los pies de la iglesia es neogótica, parte de un vano central adintelado rematado en arco conopial flanqueado por pináculos con cardinas. La de acceso a la nave de la Epístola fue construida en 1775 con el pórtico que la precede, denominado Lonja del Sol. Consta de dos cuerpos, el inferior es un paramento carente de decoración con de tres vanos rectangulares, el central de ingreso y los laterales ventanas, sobre el central un óculo circundado por una moldura ondulante. En el segundo cuerpo se centra toda la decoración del conjunto, sobre la cornisa del arquitrabe se dispone una hornacina de medio punto flanqueada por medias columnas sobre las que apoya un entablamento rematado por un frontón curvo coronado por copetes. Este cuerpo se presenta enmarcado por pares de grandes ménsulas sobre las que apoyan copetes.
     La torre, se encuentra situada a los pies de la iglesia, ocupando un espacio entre el Patio de los Naranjos y la capilla bautismal situada en el lado del Evangelio, por lo que se presenta integrada en el conjunto de la fachada principal. Consta de cuatro cuerpos, los tres primeros de planta rectangular y el restante cuadrado. El primer cuerpo o fuste presenta un aspecto macizo, careciendo de vanos de iluminación al interior, éste se presenta rematado por un entablamento sobre el que se asienta un antepecho con pilares en los ángulos sobre los que se asientan remates piramidales. Del centro emerge el segundo cuerpo, de menores dimensiones que el primero. Consta de cinco vanos de medio punto, enmarcados por alfiz y decoración de azulejos en las enjutas, distribuidos tres hacia el lado del Patio de los naranjos, dos hacia el lado opuesto y uno en el lado que da a la iglesia. El tercer cuerpo se encuentra rodeado de un antepecho calado en forma romboidal repitiendo el esquema decorativo del existente en el cuerpo inferior. Del centro emerge una estructura rectangular que presenta un vano adintelado con una esfera del reloj flanqueado por pares de pilastras en su lado mayor y pilastras simples en el lado menor, sobre las que se asienta el entablamento que sirve de soporte al cuerpo superior. La última planta es cuadrada a modo de arco cuadrifonte con un arco de medio punto peraltado en cada uno de sus frentes flanqueado por pilastras condecoración de azulejos. Este cuerpo se remata por un chapitel piramidal, recubierto por azulejos de color banzo y azul, coronando el conjunto una veleta con cruz de forja.
     La antigua mezquita almohade fue derribada en 1424 para edificar el templo cristiano, cuya primera fase fue finalizada en 1518. Durante este periodo intervinieron en la obra maestros de la talla de Rodrigo Gibaja, y los maestros mayores de la Catedral de Sevilla, Alonso Rodríguez y Antón Gallego. Posteriormente trabajó en la iglesia el maestro Juan de Matienzo, iniciándose a partir de 1525, la segunda etapa constructiva. En ella ocupó un papel destacado  el arquitecto Diego de Riaño, a quien debe corresponder el abovedamiento del cimborrio. En 1542 figura al frente de las obras el maestro Juan de Escalona, quien diseñó la capilla de la Virgen de Gracia. Por una serie de problemas relacionados con aspectos económicos y laborales, se solicitó en 1566 la presencia de Hernán Ruiz para que efectuase la tasación de lo que se había construido hasta el momento en estafase. Esta visita dio nuevo impulso a la obra, que fue finalizada en 1578 por el arquitecto Pedro Díaz de Palacios. Por estas fechas se debió de llevar a cabo el asentamiento del coro actual, en el penúltimo tramo de la nave central, ya que en sus elementos constructivos presenta aires manieristas. 
     A lo largo de los siglos XVII y XVIII se realizaron una serie de reformas, encuadrándose las últimas  en el siglo XIX, en el que se ejecutaron la portada de los pies, las dos de la capilla mayor y sus ventanales (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
      Máximo exponente de la arquitectura religiosa carmonense, se levantó sobre el solar de la antigua mezquita mayor, de la que se conserva todavía el patio de las abluciones.
     La verdadera importancia de este conjunto arquitectónico radica en el templo cristiano, concebido según los patrones formales y constructivos del gótico catedralicio sevillano.
     El templo presenta planta de salón, con tres naves y capillas situadas entre los contrafuertes laterales. La construcción se realizó en dos fases durante los siglos XV y XVI. En la primera se levantaron los tramos que van de los pies hasta el coro, usando un lenguaje y estéticas góticos; en la segunda fase desempeñó un papel importante Diego de Riaño, imprimiendo ya una estética claramente renacentista a los tramos que llegan hasta la cabecera.
     Del periodo barroco se conservan la Puerta del Sol y la capilla Sacramental. A fines del siglo XIX se llevan a cabo una serie de reformas que le dan la imagen actual a la iglesia.
     Las obras de la torre se iniciaron en el S. XVI y concluyeron en el S. XIX. El capitel y el reloj se deben a una donación de Carlota Quintanilla.
Interés
     El calendario litúrgico visigótico grabado en uno de los fustes de las columnas del patio.
     El retablo mayor, realizado en 1563 por Juan Bautista Vázquez, presenta relieves alusivos a la vida de Jesús, intercalados con escenas marianas.
     La sacristía mayor no sólo es interesante por su arquitectura sino también por el tesoro artístico que encierra.
     Entre las piezas de orfebrería, destaca la custodia procesional, realizada por Francisco Alfaro entre 1579 y 1584.
     La talla gótica de la Virgen de Gracia, patrona de la ciudad.
     En la antesacristía hay una Inmaculada tallada por Pedro Duque Cornejo en 1724.
     La bóveda estrellada del cimborrio, situado en el cuarto tramo de la nave central y además la Capilla del Cristo de Los Martirios de estilo flamenco.
     Desde 1997 la Prioral cuenta con una sala de exposición permanente con las piezas de orfebrería, ornamentos y pinturas de Zurbarán y Bocanegra.
     La comunidad de Santa María, el Divino Salvador y Santiago le da la bienvenida al templo prioral de Carmona. Un espacio de Fe declarado Bien de Interés Cultural que alberga entre sus paredes uno de los más importantes y antiguos conjuntos religiosos de Andalucía, fruto de la devoción local.
1. Origen
     Desde el exterior no se intuye la carga de historia que sostienen los muros de esta iglesia. Solo al acceder al Patio de los Naran­jos podemos hacernos a la idea del ingente legado cultural que vamos a contemplar.
     Este jardín recoge 2.000 años de cultura religiosa de un vistazo. Las arcadas que hoy son recepción del templo se levantaron afines del siglo XII para el patio de abluciones de la mezquita alhama con piezas reaprovechadas de construcciones templarias anteriores. La imponente obra almohade combina arcadas de herradura sobre pilares de ladrillo con columnas y capiteles romanos, uno de los cuales es utilizado en la etapa visigoda para grabar un calendario litúrgico, constituyendo el documento más antiguo de la cristiandad en la Diócesis de Sevilla.
2. Construcción
          En 1424 se inicia la construcción del edificio actual por la ruina que presentaba la mezquita. Su elevación comienza por los pies y en ella participan maestros canteros relacionados con la obra de la Catedral de Sevilla.
     El templo, de estilo gótico tardío, es de planta basilical con tres naves y crucero, totalmente realizado en piedra, menos en las capillas adosadas con posterioridad. Tiene dos etapas constructivas. La primera, de líneas básicas y puras, termina en 1518 y llega hasta la reja del coro, estando marcada por una pequeña lápida en el suelo que dispone el nombre del maestro cantero Antón Gallego. Nombre que se repite en la cercana Cueva de la Batida de donde se toma la piedra del edificio.
     El resto del inmueble es constructiva y decorativamente más complejo. Sus trazas corresponden a los maestros Diego de Riaño, Juan de Escalona y Hernán Ruiz II -diseñador del remate de la Giralda-, que son los causantes de que el crucero se eleve sin miedo, los pilares se hagan poligonales, las bóvedas se llenen de nervaduras, los ventanales se abran con mayor luz.
3. Bóveda celeste.
     Las bóvedas de Santa María simbolizan el cielo eterno. En ellas se muestran los ejemplos más propicios para que los fieles carmonenses del siglo XVI lleguen a la santidad.
     Esta narración tiene su punto álgido en el el crucero. En sus tramos laterales se disponen los signos de María y en el más cercano al presbiterio los instrumentos de la Pasión de Cristo. Pero es en el cimborrio -el centro del templo, el lugar más elevado e iluminado- donde la carga simbólica es mayor. Jalonando los ventanales se disponen los profetas mayores, como pilares de la Iglesia. Ya en la bóveda se suceden los escudos de Carlos V, el Concejo de Carmona, el papa y el arzobispo gobernante. Y en el círculo central, los Apóstoles y la Asunción de María.
4. Biblia de los pobres.
     El coro exento y los retablos son espacios exclusivos del arte hispánico. El primero es un espacio de oración y representación para la jerarquía eclesiástica. Y el segundo un instrumento didáctico y simbólico que intenta suplir el analfabetismo de la comunidad.
     El retablo mayor se eleva sobre el Altar, lugar donde se lleva a cabo la Eucaristía. Es una obra capital del estilo plateresco realizada en madera tallada, dorada y policromada, bajo las trazas de Nufro Ortega (1559) y la escultura de Juan Bautista Vázquez el Viejo y su obrador (finalizado en 1565). Este aparato es una ventana a la Gloria y en él se recogen escenas de la vida de Cristo. Estando el tramo central dedicado a la titular de la iglesia. Su lectura se hace de la siguiente manera:
     1 San Jerónimo / 2 San Agustín / 3 San Pedro / 4 San Pablo / 5 San Gregorio / 6 San Ambrosio / 7 Anunciación / 8 Visitación / 9 Nacimiento / 10 Epifanía / 11 Circuncisión / 12 Huida a Egipto / 13 Jesús entre los doctores / 14 Sagrada Cena / 15 Oración en el huerto / 16 Prendimiento / 17 Flagelación / 18 Calle de la amargura / 19 Piedad / 20 Santo entierro / 21 Resurrección / 22 Ascensión / 23 Pentecostés / 24 Buen Pastor / 25 Virgen de la Sede / 26 Asunción / 27 Coronación de la Virgen / 28 Crucifixión.
5. Devoción.
     La Virgen de Gracia es la patrona de Carmona. Según la leyenda fue hallada en 1290 por un pastor dentro de una gruta. Al conocerse la noticia los carmonenses la trasladaron a la ciudad pero a la mañana siguiente volvió a aparecer en la misma cueva, hecho que se inter­pretó como milagro edificándose una ermita en el lugar, a fin de darle cobijo, rendirle culto y mantener a cubierto la cueva y su agua curativa.
     En su configuración original esta imagen es una talla románica sedente del siglo XIII, pero fue adaptada en el Renacimiento para poderse vestir al modo en que lo hacían las reinas contemporáneas. Mantiene uno de los mayores ajuares marianos que existen en la Península Durante todo el año los vecinos se acercan con flores y velas a pedir su intercesión, pero es durante la Novena, a comienzos del mes de septiembre, cuando la ciudad se vuelca con romerías, oraciones, misas en su honor.
6 y 7. Tesoro.
     La visita a Santa María de la Asunción no estaría completa sin visitar el museo que custodia el tesoro de la parroquia.
     La planta baja, ubicada en la capilla de los Apóstoles, está dedicada al culto del santísimo Sacramento, destacando la custodia de plata de Francisco de Alfaro, obra renacentista que procesiona en el Corpus Christi, así como la estrella y la corona barrocas del retablo efímero de la misma festividad.
     Mientras en los cuartos superiores, antiguas dependencias de la Universidad de Beneficiados, se conservan los objetos destinados al culto divino. Cruces, cálices, copones, vieras, crismeras, portapaces, relica­rios... góticos, renacentistas, barrocos... junto a obras de arte maestras como el Cristo tardogótico de la Clemencia, el ajuar de la virgen de los Reyes o el conjunto de óleos de la escuela de Francisco de Zurbarán (Ayuntamiento de Carmona).
     Máximo exponente de la arquitectura religiosa carmonense y su inmueble más grande.
     La antigua mezquita almohade fue derribada en 1424 para edificar el templo cristiano, cuya primera fase fue finalizada en 1518. De ella se conserva el patio de las abluciones.
     El sector más antiguo del templo está formado por el Patio de los Naranjos, que se encuentra adosado a su muro izquierdo. El patio presenta una galería porticada en dos de sus frentes. 
     La verdadera importancia de este conjunto arquitectónico radica en el templo cristiano, concebido según la estética tardogótica andaluza. El templo, de grandes dimensiones, presenta planta de salón, con tres naves y capillas situadas entre los contrafuertes laterales. La construcción se realizó en dos fases durante los siglos XV y XVI. En la primera se realizó hasta el coro y, en la segunda, desempeñó un papel importante Diego de Riaño. Del periodo barroco se conservan la Puerta del Sol y la capilla Sacramental. Las obras de la torre se iniciaron en el siglo XVI y concluyeron en el XIX. El segundo cuerpo de la nave central presenta ventanales apuntados góticos con vidrieras que aportan iluminación al interior del edificio. El capitel y el reloj se deben a una donación de Carlota Quintana.
     La torre se encuentra situada a los pies de la iglesia, ocupando un espacio entre el Patio de los Naranjos y la capilla bautismal situada en el lado del Evangelio.
     La visita a la colección permanente se realiza conjuntamente con la visita a la iglesia prioral de Santa María. Esta exposición recoge más de 150 piezas de orfebrería, bordado, literatura, pintura y escultura de diferentes épocas y estilos que fueron dejando su huella en la parroquia de Santa María a lo largo de ocho siglos.
     Declarado Bien de Interés Cultural desde 1931.
Horario
     Mañanas: de martes a sábado de 9:30 a 14:00.
     Tardes: martes y miércoles de 17:00 a 19:00 y jueves y viernes de 17:00 a 18:30.
     Lunes, cerrado todo el día (Turismo de la Provincia de Sevilla).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María;
La creencia y el dogma
   Hacia finales del siglo XIII desapareció el tema de la Resurrección de la Virgen, que fue reemplazado por la Asunción.
   En el Evangelio no se habla de la Asunción de la Virgen. Se trata de una leyenda tardía, copiada en el siglo VI del Arrebatamiento del profeta Elías y de la Ascensión de Cristo. En el siglo VIII, la Iglesia de Roma todavía consideraba la Asunción cor­poral de la Virgen una opinión piadosa y no un dogma. Los bizantinos se niegan a admitirlo y prefieren  atenerse a la Dormición (Koimesis).
   Fue en ocasión del Año santo de 1950, cuando el papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción.
La evolución del tema
   La expresión Asunción es significativa: se opone a la Ascensión, como lo pasivo a lo activo. Es decir, la Virgen no asciende al cielo por sus propios medios, como Cristo, sino que es elevada al Paraíso sobre las alas de los ángeles.
1. Desde la Asunción del alma a la del cuerpo
   El arte bizantino representa la Asunción del alma de la Virgen, recogida por Cristo en su lecho de muerte; y el arte de Occidente, su Asunción corporal fuera de la tumba donde los apóstoles la habían sepultado.
   Por lo tanto debe distinguirse en iconografía la Asunción del alma de la Virgen en forma de niña y la Asunción de su cuerpo glorioso. Es lo que se denomina Assumptio animae (Seelenaufnahme) y Assumptio corporis (Himmelfahrt des wiederbeseelten Leibes).
   Cristo regresó trayendo su alma que se unió nuevamente con su cuerpo. La Virgen, en actitud de orante, eleva las manos unidas, en una mandorla llevada por ángeles, encima de la tumba abierta alrededor de la cual están reunidos los apóstoles. La tumba está, ya vacía, ya llena, como un macetero fúnebre, de lirios y rosas blancas que, según San Juan Damasceno, exhalaban un delicioso perfume.
   Ciertas fórmulas usuales en el siglo XII son particularmente originales. En una miniatura de un manuscrito de Glasgow, se ve a la Virgen subir al cielo en forma de momia envuelta en fajas, como un vapor blanco asciende por una chimenea cuyas paredes fuesen ángeles.
   Un bajorrelieve de Autun representa a la Virgen agujereando la bóveda del arca fúnebre igual que Cristo atraviesa la puerta del sepulcro sellado sin romper los sellos.
   Para estar protegida de eventuales ataques de demonios durante el trayecto, a veces la Virgen resucitada está escoltada por los arcángeles Miguel y Gabriel, que la protegen contra los poderes del Infierno.
   De manera excepcional, María está sentada en un bajorrelieve esculpido por Donatello para la tumba del cardenal Brancacci, en Nápoles.
   Aunque la Asunción representa la Subida de la Virgen al cielo y la Inmaculada Concepción su Descenso hacia la tierra, era inevitable que se produjese una contaminación entre ambos temas. Por la influencia de las Letanías de Loreto, la Virgen de la Asunción generalmente está representada de pie, sobre un creciente de la luna, con la frente ceñida por doce estrellas, como la mujer del Apocalipsis. De esa manera la Assunta tiende a confundirse con la Immaculata.
   El Speculum Humanae Salvationis explica detalladamente esta representación de la Virgen copiada de la mujer del Apocalipsis, con los pies sobre un creciente de la luna y la cabeza coronada de estrellas.
   La Mujer apocalíptica que escapa al dragón es la imagen de la Virgen elevada al cielo. La luna que ella pisa es el símbolo de las cosas cambiantes del bajo mundo terrenal. Las doce estrellas que iluminan su cabeza recuerdan a los doce apóstoles reunidos en torno a su lecho, en el momento de su muerte.
2. Transformación de la Asunción en Ascensión
   A causa de otra confusión iconográfica, la Asunción pierde su carácter original para convertirse en Ascensión. En vez de ser elevada al cielo por ángeles, la Virgen vuela sola, con los brazos extendidos, ante el asombro de los apóstoles; los ángeles que la rodean se limitan a formarle cortejo.
   A veces hasta aparece provista de grandes alas de águila, como las que el Apocalipsis atribuye a la mujer perseguida por el dragón. 
   Esta transformación se consumó en el arte italiano del siglo XVI. El ejemplo más célebre de esta Ascensión de la Virgen, que ya no justifica el nombre de Asunción, es el gran cuadro de altar pintado por Tiziano en 1518 para la iglesia de los Frari de Venecia.
   Sin embargo, esta nueva fórmula no eliminó completamente a la antigua. En el siglo XVII, Guido Reni y Poussin hacen elevar a la Virgen mediante grandes ángeles.
Temas anexos
El milagro de las flores en la tumba vacía

   Los apóstoles comprueban que el sarcófago que usaron para sepultar a la Virgen está vacío y lleno de flores. 
 Este episodio se inventó para formar pareja con la visita de las Santas Mujeres al Sepulcro, que encuentran vacía la tumba de Cristo, y sobre la tapa volcada del sarcófago, un ángel que les anuncia que Cristo ha resucitado.
El sacro cinturón
   Otra innovación del arte italiano es la añadidura al tema de la Asunción de la leyenda que cuenta que Tomás, el apóstol incrédulo, habría recibido el cinturón de la Virgen, que ésta dejó caer para convencerle de la realización del milagro. Pero al tiempo que la transformación de la Asunción en Ascensión se difundió en todo el arte cristiano, la iconografía de El Sacro Cinturón de la Virgen se mantuvo casi exclusivamente toscana.
   Esta devoción estaba localizada en Prato, cerca de Florencia, donde se venera­ba la Sacra Cintola desde el siglo XII. Eso explica que se trate de un motivo tan frecuente en la escuela florentina: es por ese signo que se reconocen las Asunciones toscanas.
   La fuente de esta leyenda, inventada para formar pareja con la Aparición de Cristo resucitado al apóstol Tomás, es el Arrebatamiento del profeta Elías, quien, desde lo alto de su carro de fuego, lanza su manto mágico a su discípulo Eliseo. Se ha supuesto, ingeniosamente, que el estrecho cinturón con forma de cordón cogido por Tomás, materializado por la imaginación popular, era el vínculo místico que unía a la Virgen con los apóstoles; pero el origen bíblico es más verosímil que un despropósito iconográfico.
   Según la versión más difundida, el apóstol Tomás, que se encontraba solo en el monte de los Olivos, vio ángeles que elevaban al cielo el cuerpo de la Virgen. Suplicó a ésta que le dejase una señal, y la Virgen dejó caer su cinturón. Después, se reunió con los apóstoles y les aseguró que el cadáver de la Virgen ya no estaba en su tumba. La abrieron, y así era: estaba vacía. Tomás contó entonces que vio a la Virgen elevarse al cielo, y mostró como prueba el cinturón que tenía en las manos.
   De acuerdo con otra tradición, Santo Tomás llegó retrasado una vez más, aunque regresaba de La India, lo cual constituye una circunstancia atenuante. Para contemplar de nuevo el rostro de la Madre del Redentor, hizo abrir la tumba. El cuerpo había desaparecido, y en el sarcófago sólo quedaba la mortaja que exhalaba un perfume celestial. Los apóstoles concluyeron que la Virgen había resucitado; pero Tomás permanecía escéptico. Fue entonces cuando la Virgen, para convencerlo, dejó caer su cinturón desde lo alto del cielo.
   De manera que en el primer caso, Tomás recibe el cinturón sin testigos, y en el segundo, en presencia de los apóstoles.
   La Madonna della Cintola se diferencia de la Assunta porque la primera mira hacia abajo donde se encuentra Santo Tomás, en vez de dirigir la mirada al cielo (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Nuestro Dios y Señor Jesucristo;
   En Oriente, donde surge, se la denomina Dormición o Tránsito de María. Se la cree fiesta de origen jerosolimitano, surgida como memoria de la dedicación de la iglesia que hizo construir la Emperatriz Eudoxia (+404) en el lugar de la Tumba de la Virgen en Getsemaní3, que se debió extender progresivamente, dedicada, con el apoyo de los apócrifos asuncionistas, a la glorificación de María.  No olvidemos que esta fiesta corresponde al dies natalis de otro santo pero con una completa glorificación por la radicalidad de su redención, pues es inmaculada, y su íntima unión a su Hijo en la Obra de la Redención, por su maternidad divina y su corredención. Se celebraba ya en el siglo V en Palestina, en Siria y en sus áreas de influencia. Hacia la mitad del siglo VI estaba difundida con la dedicación a este misterio de la Asunción por todo Oriente, al asumir tal carácter la fiesta mariana del siglo IV, hasta convertirse en una fiesta muy popular y de precepto.  El Emperador Mauricio (+602) la extendió a todo el Imperio Bizantino en la fecha del quince de agosto. Juan de Tesalónica, a principios del siglo VII, en su sermón sobre la dormición de la Virgen, afirma que se celebraba en casi todas las Iglesias orientales.  Fue introducida en Occidente en el siglo VII, seguramente por la influencia de los monjes orientales, pero en enero. El día uno en Roma y el dieciocho en otras partes, como consta en el Martirologio Jeronimiano, en el Calendario de Luca, en el de Corbia y en otros. De la Galia conservamos la más antigua mención a esta fecha, quizá importada de Antioquía, donde se celebraba la Memoria de la Santa Madre de Dios, por obra de Casiano y los monjes lirinenses, como lo atestigua ya San Gregorio de Tours (+594). Fue ratificada por el Papa Sergio I (687-701), de origen sirio, que, como ya hemos comentado, prescribió en esta fiesta una procesión como en las de la Anunciación, la Purificación y la Natividad de la Virgen, que se estuvo celebrando hasta 1566, y fue quien la dotó seguro de solemne vigilia con ayuno.  Inglaterra la adoptó de manera oficial en el Concilio de Cloverhoe del 747, presidido por Cutberto, Arzobispo de Canterbury, y en Francia, en el Concilio de Maguncia del 813, en su canon 36, la declara de precepto. Hacia fines del siglo VIII se cambió en Occidente el título de Dormición por el de Asunción, como consta en el sacramentario que el Papa Adriano I (+795) envió a Carlomagno. León IV en el 847 revigorizó su solemne vigilia y le añadió octava. En Francia, aunque se adoptó la fiesta, hubo cierta oposición a la entonces creencia de la asunción corporal de María, que no fue suficientemente fuerte para rechazar el término Asunción.  De su introducción en la Península Ibérica no hay nada seguro antes del siglo VII, en que dan testimonio de ella San Isidoro de Sevilla y, más claramente, San Ildefonso de Toledo. Durante el periodo carolingio la fiesta sufre un cierto eclipse en Occidente por la difusión de un tratado en contra de la creencia asuncionista escrito por Pascasio Radberto bajo el pseudónimo de San Jerónimo. Un segundo tratado anónimo de finales del siglo IX, atribuido a San Agustín, que aceptaba las críticas de los apócrifos y se basaba en bases teológicas sólidas, relanza de nuevo el tema. Consumada la separación de las Iglesias orientales, la fiesta siguió tomando auge en ellas. El Emperador Manuel Commeno prescribió para ella el descanso festivo en 1166. Más tarde, en el siglo XIV, el Emperador Andrónico II emitió un decreto por el que consagraba a la Asunción el mes de agosto. En la Baja Edad Media se fue perfilando con precisión el contenido de fe de la fiesta y se fue popularizando. En el Breviario de San Pío V Ghislieri se suprimieron las dudas o imprecisiones de los textos de la fiesta.  
   Finalmente, en 1950, con motivo de la proclamación dogmática de este misterio, se redactaron unos nuevos formularios en que se exponía más claramente la verdad dogmática, recogidos en la Misa Signum magnum publicada al año siguiente. En el Misal actual del uso ordinario se han enriquecido de nuevo los textos y se le añadido una misa de vigilia. En el área alemana se practica en esta fiesta la bendición de hierbas, que no está originariamente vinculada a ella. Se remonta a orígenes paganos, y se ubica en esta fecha por ser verano avanzado, en que aquéllas esparcen su más fuerte aroma. Las hierbas que se bendicen varían según las comarcas, para la que encontramos un Ordo en el siglo X. Se guardan estas plantas como protección contra el fuego y contra el rayo. Posteriormente estas plantas se vinculan simbólicamente a María, flor de las flores. 
   En la Iglesia Bizantina es la fiesta mariana por excelencia y se prolonga por todo el mes de agosto, que es en Oriente, por eso, el mes de María: catorce días de preparación (cuaresma de la Virgen) y octava. Así el año litúrgico oriental adquiere un marcado carácter mariano, pues desarrollándose entre el uno de septiembre y el treinta y uno de agosto, comienza con la fiesta de la Natividad de María y termina con la de su Asunción (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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