Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Fuente de las Ranas, de Forestier, en el Parque de María Luisa, de Sevilla.
Hoy, 22 de mayo, es el Día Internacional de la Diversidad Biológica, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la Fuente de las Ranas, de Forestier, en el Parque de María Luisa, en Sevilla.
La Fuente de las Ranas [nº 34 en el plano oficial del Parque de María Luisa] se encuentra en el Parque de María Luisa [nº 64 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla], en el Barrio de El Prado - Parque de María Luisa del Distrito Sur; y se sitúa entre la Isleta de los Patos, y la Glorieta de los Leones.
Hoy, 22 de mayo, es el Día Internacional de la Diversidad Biológica, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la Fuente de las Ranas, de Forestier, en el Parque de María Luisa, en Sevilla.
La Fuente de las Ranas [nº 34 en el plano oficial del Parque de María Luisa] se encuentra en el Parque de María Luisa [nº 64 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla], en el Barrio de El Prado - Parque de María Luisa del Distrito Sur; y se sitúa entre la Isleta de los Patos, y la Glorieta de los Leones.
Dentro de los planos de Forestier (hechos entre 1910, en que el Comité de la E.H.A. le encarga la reforma de los Jardines de San Telmo para convertirlos en el Parque de María Luisa, y 1914, año en que se inaugura) se encuentra esta fuente, cuyo modelo original tradujo en azulejos polícromos el pintor, ceramista y fabricante sevillano Manuel García Montalván. Ha sido tantas veces reconstruida en sus elementos (1970, 1992, etc.), que algunos de ellos son de "Mensaque, Rodríguez y Cía." (los azulejos); "Cerámica Santa Ana" (las ranas); o de Emilio García Ortiz (el pato y la tortuga).
Se trata de una fuente-estanque de planta circular, cuyo perímetro se encuentra recorrido por ocho ranas surtidores de barro cocido, vidriado y policromado, rodeando un mar de azulejos polícromos en cuyo centro se alza un pato sobre una tortuga, que actúa también de surtidor. Las tendencias de la jardinería clásica francesa, la modernista, la hispano-musulmana y la costumbrista, se conjugan en ella, delimitando uno de los ambientes más típicos de esta gran enclave vegetal y monumental. A partir de 1992, se rodea por una verga de hierro, construida en la fundición Maceda [Teresa Laffita, Sevilla Turística y Cultural: fuentes y monumentos públicos. ABC de Sevilla, 1998].
Conozcamos mejor la Biografía de Jean Claude Nicolás Forestier, diseñador de la obra reseñada;
Jean Claude Nicolás Forestier (Aix-les-Bains, Francia, 1861 – París, Francia, 1930). Jardinero y urbanista.
De origen aristócrata y formación polifacética, estudió en la prestigiosa Escuela de Ingenieros de Aguas y Montes de Nancy. Tras varios destinos llegó en 1887 a París, donde permaneció cuarenta y cuatro años en el departamento de Promenades et Plantations dirigido por Alphand. Finalizó su carrera como inspecteur général de l’art des jardins (1925) con ocasión de la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas en París. Será también miembro fundador (1908) de la sección de Higiene Urbana y Rural del Musée Social, creada en 1894 por jóvenes arquitectos cuyo proyecto de reforma social se expresaba a través de la noción del embellecimiento de la ciudad.
Participó en la fundación de la Socièté Française des Architectes Urbanistes (1911), de l’Ecole d’Art Public (1916) y de l’Ecole d’Hautes Études Urbaines (1919), y llegó a ser presidente de la Ligue Urbaine (1928). Expuso su teoría urbanista en Grandes Villes et systèmes de parcs (1906) y trabajó como urbanista en Marruecos (1913), La Habana (1918) y Buenos Aires (1923). Fue nombrado en 1897 officier du Mérite Agricole, en 1904 officier d’académie, officier de la Legion d’Honneur en 1926, y comandante de la Orden del Mérito Civil española, con numerosas condecoraciones extranjeras. En España se consagró como una figura de la historia de los jardines españoles y en América Latina como paisajista y urbanista.
Llegó a Sevilla en 1911 invitado por el Comité Ejecutivo de la Exposición Iberoamericana para realizar el proyecto del parque de María Luisa y más tarde (1915) viajó a Barcelona, a petición de Francesc Cambó, donde conoció a Nicolás María Rubió i Tudurí, quien se convertiría en su discípulo, ayudante y amigo. Sus teorías encajan perfectamente con el Noucentisme imperante por aquel entonces en Cataluña. Trabajó en Montjuic para la Exposición Internacional de 1929, realizando el parque Laribal (1916), la Rosaleda (1918), Miramar (1923), los jardines de Amargós, los jardines del Teatro Griego, la plaza del museo del parque de la Ciudadela y los famosos “Espárragos” (1918), originales columnas luminosas que decoraban la avenida central de la Exposición.
En España realizó también numerosos jardines particulares para la aristocracia, siendo los más conocidos la finca Moratalla (Córdoba), la Casa del Rey Moro en Ronda, el parterre del palacio de Liria en Madrid o el jardín para la terraza de las Caballerizas del palacio de la Magdalena en Santander para la Casa Real.
Fue un hombre de gran visión y espíritu abierto, que admiraba profundamente los jardines hispanomusulmanes del Alcázar de Sevilla, la Alhambra y el Generalife de Granada, y definió una particular visión que calificó acertadamente como “el jardín del clima del naranjo”, hecho de luz, color, sonido y perfume que identifican el jardín mediterráneo. Con él renació una nueva forma de interpretar el jardín, apoyada en sólidos pilares botánicos e históricos, adaptados al clima y a las características españolas, y en la que mezcla, la geometría francesa con elementos del mundo clásico latino e islámico, como la cerámica.
En su obra escrita, especialmente en Jardins, carnets de plan et de dessins (1920), fundamental en la jardinería mediterránea, expone su concepto del jardín como “obra de arte”, en oposición a la naturaleza libre.
En sus trazados era característica la presencia del agua y los elementos como pérgolas y emparrados, terrazas y escaleras para dar movimiento al terreno.
En cuanto a las especies vegetales que utilizó, destacan los árboles, los frutales, los setos de mirto, boj o ciprés, y flores como las rosas para ofrecer contrastes de colorido. Fue el responsable de un resurgir del jardín español creando el estilo neosevillano que marcó la pauta en multitud de parques públicos y privados de la primera mitad del siglo XX (Mónica Luengo Añón, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
Conozcamos mejor el Día Internacional de Diversidad Biológica;
Se entiende por biodiversidad la amplia variedad de plantas, animales y microorganismos existentes, pero también incluye las diferencias genéticas dentro de cada especie -por ejemplo, entre las variedades de cultivos y las razas de ganado-, así como la variedad de ecosistemas (lagos, bosques, desiertos, campos agrarios,...) que albergan múltiples interacciones entre sus miembros (humanos, plantas, animales) y su entorno (agua, aire, suelo...)
Los recursos biológicos son los pilares que sustentan las civilizaciones. Los peces proporcionan el 20% de las proteínas animales a unos 3 000 millones de personas. Más del 80% de la dieta humana está basada en plantas y, aproximadamente, el 80% de las personas que viven en las zonas rurales de países en desarrollo dependen de medicamentos tradicionales obtenidos de la vegetación de su entorno.
Los bosques, amenazados por la deforestación, así como otros ecosistemas, son de vital importancia para sustentar la vida en la Tierra y juegan un papel importante en la lucha contra el cambio climático.
La salud de nuestro planeta también juega un papel importante en la aparición de enfermedades transmisibles entre animales y humanos. A medida que continuamos invadiendo ecosistemas frágiles, nos ponemos en contacto cada vez mayor con la fauna silvestre, lo que permite que los patógenos de la vida silvestre se extiendan al ganado y a los humanos.
Si bien cada vez somos más conscientes de que la diversidad biológica es un bien mundial de gran valor para las generaciones presentes y futuras, el número de especies y ecosistemas disminuyen a un ritmo acelerado debido a la actividad humana. Dada la importancia de la educación y la conciencia públicas sobre esta amenaza, las Naciones Unidas decidieron proclamar la celebración del Día Internacional de la Diversidad Biológica cada año.
A medida que nuestra comunidad global debe reexaminar nuestra relación con el mundo natural, una cosa es cierta: a pesar de todos nuestros avances tecnológicos, dependemos por completo de ecosistemas saludables y vibrantes si queremos disponer de agua, alimentos, medicamentos, ropa, combustible, refugio y energía, solo por nombrar algunos ejemplos.
En este 2022, el tema del Día Internacional de la Diversidad Biológica es “Construir un futuro compartido para toda la vida en la Tierra”. El eslogan promueve la idea de que la biodiversidad - en donde los ecosistemas y la naturaleza aportan soluciones al clima, los problemas de salud o la seguridad alimentaria e hídrica- es la base sobre la cual podemos reconstruir mejor. Ese es el mensaje que el Convenio sobre la Diversidad (CDB), responsable de la celebración e instrumento internacional en defensa de la biodiversidad, pretende inculcar (Naciones Unidas).
Los recursos biológicos son los pilares que sustentan las civilizaciones. Los peces proporcionan el 20% de las proteínas animales a unos 3 000 millones de personas. Más del 80% de la dieta humana está basada en plantas y, aproximadamente, el 80% de las personas que viven en las zonas rurales de países en desarrollo dependen de medicamentos tradicionales obtenidos de la vegetación de su entorno.
Los bosques, amenazados por la deforestación, así como otros ecosistemas, son de vital importancia para sustentar la vida en la Tierra y juegan un papel importante en la lucha contra el cambio climático.
La salud de nuestro planeta también juega un papel importante en la aparición de enfermedades transmisibles entre animales y humanos. A medida que continuamos invadiendo ecosistemas frágiles, nos ponemos en contacto cada vez mayor con la fauna silvestre, lo que permite que los patógenos de la vida silvestre se extiendan al ganado y a los humanos.
Si bien cada vez somos más conscientes de que la diversidad biológica es un bien mundial de gran valor para las generaciones presentes y futuras, el número de especies y ecosistemas disminuyen a un ritmo acelerado debido a la actividad humana. Dada la importancia de la educación y la conciencia públicas sobre esta amenaza, las Naciones Unidas decidieron proclamar la celebración del Día Internacional de la Diversidad Biológica cada año.
A medida que nuestra comunidad global debe reexaminar nuestra relación con el mundo natural, una cosa es cierta: a pesar de todos nuestros avances tecnológicos, dependemos por completo de ecosistemas saludables y vibrantes si queremos disponer de agua, alimentos, medicamentos, ropa, combustible, refugio y energía, solo por nombrar algunos ejemplos.
En este 2022, el tema del Día Internacional de la Diversidad Biológica es “Construir un futuro compartido para toda la vida en la Tierra”. El eslogan promueve la idea de que la biodiversidad - en donde los ecosistemas y la naturaleza aportan soluciones al clima, los problemas de salud o la seguridad alimentaria e hídrica- es la base sobre la cual podemos reconstruir mejor. Ese es el mensaje que el Convenio sobre la Diversidad (CDB), responsable de la celebración e instrumento internacional en defensa de la biodiversidad, pretende inculcar (Naciones Unidas).
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Más sobre el Parque de María Luisa, en ExplicArte Sevilla.
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