Este bello pueblo serrano de aspecto medieval se alza a los pies del castillo que acabó dándole nombre, en el extremo más occidental del valle de los Pedroches.
A la izquierda, sobre el acceso a la sacristía, se ve un relieve con el Padre Eterno, de principios del XVII, que debió pertenecer a una portada. De las imágenes devocionales de las capillas pueden citarse la de Nuestra Señora de Gracia de Alcantarilla, de vestir moderna, que lleva un Niño procedente de otra anterior perdida, la Dolorosa de vestir, atribuida a Martínez Cerrillo, Jesús Nazareno, obra de Castillo Lastrucci de 1940, restaurada en 1996, María Santísima de la Soledad, de 1952, y San Juan, de 1952, y San Juan, de 1948, obras de José Callejón Gutiérrez. El Cristo de la Salvación es anónimo cordobés de 1941, como el Yacente, donado en 1948.
Del ajuar litúrgico cabe destacar una cruz parroquial de mediados del XVII recompuesta, un cáliz dorado con cabujones esmaltados y piedras semipreciosas de 1623, otro liso de plata fechado en 1669 y otro con leve decoración incisa que lleva fecha de 1702 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Iniciado en 1559 y terminado en el siglo XVII, es un templo renacentista de una sola y amplia nave, cuya primitiva grandeza arquitectónica disminuyó la restauración llevada a cabo para reparar los daños de la Guerra Civil, que afectó a la bóveda y exedra semicircular del presbiterio.
Se da como probable la intervención en sus obras de los arquitectos Hernán Ruiz II y Juan de Ochoa (Diputación Provincial de Córdoba).
Iglesia conventual de Santa Clara de la Columna.- Fue fundado en el último cuarto del siglo XV por doña Elvira de Zúñiga. Se restauró en 1995 bajo la dirección del arquitecto Arturo Ramírez Laguna. Al compás abre la fachada de la iglesia, con portada en arco carpanel donde se ven la tallas acéfalas en piedra de Cristo bendiciendo entre María Magdalena y Sana Clara, fechables en los primeros años del XVI.
El interior de la iglesia es de una sola nave con bóvedas de crucería y capilla mayor cuadrada cubierta con bóveda estrellada, decorada con pinturas de motivos vegetales carnosos y medallones con ángeles que llevan símbolos pasionistas, fechables a mediados del siglo XVIII. La imaginería que adorna la iglesia es de carácter devocional (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El Convento de Santa Clara de la Columna está constituido por numerosos patios y dependencias que dan lugar a una compleja organización. Reconocido como uno de los más importantes monasterios de la provincia de Córdoba, ocupa una extensión construida de más de 7.000 metros cuadrados entre salones, corredores, escaleras y patios, todo ello construido en granito de la zona. Uno de los elementos más característicos de este conjunto lo constituyen sus techos de madera y sus artísticos artesonados.
La iglesia, de una sola nave, está cubierta con bóvedas de crucería que arrancan de ménsulas. Tiene coro alto y bajo a los pies, como corresponde a un templo conventual. La sala capitular, conservada aún a los pies del templo, presenta dos bóvedas de crucería estrellada, realizada en la misma época, pero el resto de las dependencias conventuales responde fundamentalmente a los estilo mudéjar y renacentista.
La fachada de la iglesia, de estilo Reyes Católicos, presenta un arco conopial flanqueado por agujas estriadas rematadas con ramilletes. La entrada está formada por un arco carpanel que enmarca otro trilobulado, recorrido en su interior por un cordón franciscano. En el tímpano se sitúan tres esculturas hispano-flamencas de fines del siglo XV o comienzos del XVI, que representa a Cristo en pie, con el torso desnudo, acompañado por la Magdalena y Santa Clara, a los lados, ambas arrodilladas.
El claustro tiene dos pisos de galerías abiertas, el primero con arcos carpaneles y el segundo, adintelados sobre zapatas y con bellos pretiles de primorosas labores góticas. Estas galerías del claustro aún se cubren con artesonados planos, vistosos por sus excelentes lacerías y decoración pintada. El refectorio y la escalera poseen otros interesantes artesonados.
Fue creado en 1476 por doña Elvira de Zúñiga como monasterio de varones perteneciente a la orden de San Francisco, tras su muerte, en 1483, sus hijas Leonor e Isabel lo convirtieron en cenobio femenino, cuando los varones pasaron al convento próximo de los Cinco Mártires de Marruecos.
El antiguo Convento de los franciscanos fue ocupado por las monjas en el año 1.490. Vinieron a este lugar monjas clarisas procedentes del Convento de Nuestra Señora de la Consolación de Calabazanos (Burgos), trayendo un trozo de la Columna en la que ataron a Jesucristo para azotarle. Llegaron el 21 de febrero de 1.494 y desde entonces se llamó Convento de Santa Clara de la Columna (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Fundado por Elvira de Zúñiga, se convirtió en el retiro espiritual del primer Conde de Belalcázar, Gutierrez II, que profesó aquí bajo el nombre de Fray Juan de la Puebla.
En 1490 este convento pasó a ser ocupado por monjas, tomando a partir de ese momento el nombre de Santa Clara de la Columna, y agregándose a la provincia de Los Ángeles.
Catalogado como uno de los más importantes monasterios de la provincia de Córdoba, ocupa una extensión construida de más de 7.000 metros cuadrados entre salones, corredores, escaleras y patios, todo ello construido en granito de la zona.
Uno de los elementos más característicos de este conjunto lo constituyen sus techos de madera y sus artísticos artesonados.
La portada de la capilla está construida bajo los parámetros del último gótico flamígero, con un arco trilobulado que cobija en su interior una serie de esculturas góticas de la segunda mitad del siglo XV que representan a Jesús de pie, a Santa Clara y a la Magdalena arrodillada. Entre la serie de molduras de este arco cabalga un cordón franciscano, que refuerza la pertenencia del templo a la orden, y los escudos de los Sotomayor y Zúñiga (Diputación Provincial de Córdoba).
Castillo de los Sotomayor.- El monumento civil más emblemático es el antiguo castillo de los Sotomayor, construido a partir de una fortaleza islámica por el primer conde de Belalcázar, Alfonso de Sotomayor, hacia 1460. Entre 1531 y 1544 Francisco de Zúñiga, conde de Belalcázar y duque de Béjar, le añadió un palacio renacentista, obra probable de Hernán Ruiz el Viejo, hoy una venerable ruina (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya.
Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El Castillo de Gahete se encuentra enclavado sobre un cerro de gran altura, al norte de Belalcázar, controlando por completo desde su emplazamiento la localidad y su entorno. La delimitación del Bien incluye el castillo propiamente dicho, el recinto amurallado de éste y la superficie comprendida entre ambas construcciones, ya que dicho espacio intramuros debió acoger a una primitiva alcazaba, siendo el lugar donde se encuentra el foso que rodeaba el castillo restos de una primitiva ermita, así como parte del camino empedrado que formaba parte del antiguo camino de Almadén.
La planta de la fortaleza es de forma trapezoidal, adaptándose a la meseta donde se sitúa. Su perímetro, que encierra intramuros un patio central donde se establecen las estancias residenciales y se localiza el aljibe, está flanqueado por ocho torres. De éstas, las cuatro macizas se sitúan en las esquinas y las otras cuatro, huecas, en los centros de los lienzos murarios, destacando en el lado de levante la Torre del Homenaje, que se encuentra orientada hacia la población.
Las primeras referencias históricas sobre el recinto amurallado de Belalcázar se refieren a época romana, aunque será durante el s. IX cuando se constaten los primeros documentos históricos sobre la existencia de una fortaleza y, posteriormente durante el siglo XV, cuando se conforme la edificación del actual castillo. Su imagen definitiva se logrará a partir de la construcción en el s. XVI de una edificación de carácter residencial adosada al costado oriental del perímetro primigenio, lo que le dará un aire más palaciego.
El palacio se conformó mediante una doble crujía que se adosó al lienzo originario de la fortaleza, compactando el espacio que quedaba entre el saliente de la torre centrada en el lado sur y la esquina sureste de la Torre del Homenaje, dejando embutida la torre esquinera sureste. Este edificio consta de tres plantas superpuestas, de anchura creciente en inversa proporción al grosor de sus muros; igualmente existe una progresión creciente de la altura de las salas, manteniéndose la jerarquización de espacios que se refleja en la decoración arquitectónica. La iluminación se realizaba mediante pequeñas ventanas rectangulares adinteladas, de las que se conservan cegadas las tres del frente sur y sólo dos del costado oriental, decoradas con una serie de motivos de rosetas, bajos relieves y animales mitológicos, destacando en el tercer piso del ala oriental un hueco enmarcado por el arco de medio punto donde se localizan los escudos de los Zúñiga y de los Sotomayor, y en el ala a levante un hueco que en su parte superior se ha rematado con el busto de una mujer que se trata al parecer de doña Teresa de Zúñiga y Guzmán, esposa del duque don Francisco de Sotomayor, cuarto Conde de Belalcázar y tercer Duque de Béjar. Todo el piso del ala oriental se debió de rematar con una cornisa moldurada con listel y nacela.
La Torre del Homenaje se sitúa en el centro del lienzo oriental, con una altura de 47 metros, siendo la más alta de España, constituyendo un gran hito en el paisaje. Esta construcción responde a dos momentos constructivos sucesivos, con una distancia en el tiempo mínima, realizados sin solución de continuidad, pero con diseños, planteamientos técnicos, funcionales y estilísticos muy diferentes. Al primer momento constructivo que se corresponde con la construcción del resto del castillo, se le asignan los tres pisos inferiores y el aljibe, mientras que a la segunda fase de la torre hay que asignarle el cuerpo de remate superior en el que se desarrollan dos plantas más. Los dos tercios inferiores están constituidos por un prisma cuadrangular, y el tercio superior, por un cuerpo de sección casi circular cuyos ejes son iguales a los del otro cuerpo inferior.
Destaca el gran despliegue decorativo y alegórico de la Torre del Homenaje, en ventanas, escaraguaitas, matacán,... Las ocho escaraguaitas, también denominadas garitas o garitones, se sitúan a la cota del adarve, situándose cuatro escaraguaitas sobre las esquinas y otras cuatro en el centro de sus lados, ocupando las centrales toda la altura de los dos pisos superiores, mientras que las de las esquinas se desarrollan desde la parte superior hasta media altura de dicho cuerpo; el centro de su decoración está compuesto por los escudos de los Sotomayor.
Es importante en la cuarta planta el gran ventanal que se abre al patio, que se adscribe al estilo gótico flamígero, compuesto por un arco bilobulado, con la clave invertida enmarcado por columnillas góticas, rematadas por pequeños capiteles. Este arco se encuentra a su vez enmarcado por sendos arcos conopiales, decorados en sus extremos con motivos de cardinas góticas.
El recinto amurallado que circunda la actual edificación del castillo, a una cota bastante inferior al mismo, se adapta a las condiciones topográficas del lugar, presentando una disposición irregular con un total de 21 torres, en diferentes estados de conservación, las cuales quedan entrelazadas por muros en los que se puede observar la evolución histórica del recinto. Entre los elementos principales, destacan la torre coracha y la torre albarrana.
La torre coracha, conocida como Torre de los Vargas, se encuentra en el centro del sector oriental de la muralla, asentada al pie del arroyo Caganchas. Presenta unas dimensiones mayores que las de las restantes torres, su planta es aproximadamente rectangular aunque a mitad de su lado norte realiza un quiebro para enlazar con la muralla. Se trata de una torre maciza en sus dos tercios inferiores, hasta el nivel de suelo intramuros, a partir de este punto presenta una amplia estancia interior. Por el tipo de sillares y por la marca de los canteros se corresponde cronológicamente con el período de construcción del Castillo de los Sotomayor, de mediados del siglo XV.
La Torre Albarrana se localiza en el centro del sector norte, el único que no queda rodeado por el arroyo Caganchas. Su identificación como albarrana es evidente por la separación de la muralla y su unión al recinto por un gran arco escarzado con la rosca de ladrillo; su única habitación interior está colmatada por derrumbes, espacio que según Ramírez de Arellano estaría reservado para una noria que extraería agua de un pozo interior.
La disposición del puente y de la torre no es perpendicular a la muralla, sino que está oblicua Sureste-Noroeste, lo que hace que su planta sea irregular. Se edifica sobre un pequeño plinto alamborado, siendo su cuerpo inferior macizo hasta unos 10 metros de altura, a partir del cual hay una estancia cuadrada iluminada por una estrecha ventana en el norte.
La torre se distancia del recinto, por un puente de una anchura algo estrecha para paso de tropa constituido por un primer cuerpo macizo de sillares de 3,30 metros de longitud y un gran arco escarzado. La torre pertenece al mismo momento en el que se realiza el Castillo de los Sotomayor, a mediados del siglo XV, siendo por tanto obra cristiana, tal y como queda constatada por las marcas de canteros que están labradas en sus sillares de granito de dimensiones aproximadamente cuadradas.
En el conjunto de dicho recinto destaca el empleo de un amplio abanico de materiales constructivos y la combinación de distintas técnicas edilicias, fruto de las distintas fases constructivas que corresponden a los distintos momentos históricos, provocando continuas reformas y ampliaciones, ya que se tienen documentadas actuaciones desde el siglo IX hasta el XVI.
En la actualidad, existen restos del propio castillo en la localidad de Belalcázar: ocho escudos labrados en piedra y los alfarjes de madera, en la fachada de la casa sita en la calle Blas Infante, núm. 15, del municipio de Belalcázar, antigua casa del administrador del señorío. Con la misma procedencia, en la casa del actual propietario del castillo, se conserva una balaustrada de piedra, donde se puede observar la labor de cantería, presentando una decoración calada con motivos ojivales.
Desde el punto de vista de la protección, también se ha considerado que forman parte del castillo los restos de una primitiva ermita consistentes en un muro de obra de mampostería de pizarra, adosados a una edificación relativamente reciente de carácter accesoria, en las inmediaciones del extremo sureste del castillo y entre el foso y el recinto amurallado. Esta ermita se denominaba de Villacerrada o de la Virgen del Castillo en clara referencia a la primitiva fortaleza allí existente.
Asimismo, hay que contemplar también la existencia del camino empedrado por el que se accede hoy en día al propio castillo, que va recorriendo de sur a norte la totalidad de la superficie comprendida dentro de los límites del recinto amurallado. Dicho camino formaba parte al parecer de la antigua ruta a Almadén, ya que Belalcázar era un lugar estratégico dentro de la ruta que unía los Montes de Toledo con Córdoba por el valle de la Alcudia. Dicho camino, en el tramo que se corresponde con el recinto amurallado, aparece delimitado en sus laterales por muretes de obra de mampostería irregular de aproximadamente un metro de altura.
El Castillo de Gahete constituye un referente obligado de la arquitectura defensiva del siglo XV en la Península Ibérica, respondiendo a la tipología clásica de estas edificaciones de la Baja Edad Media castellana, de planta generalmente regular, y donde se destaca una gran torre. Dicho conjunto aumenta sus valores cuando, ya en el siglo XVI, se construye en el interior del recinto el señorial palacio de los Zúñiga-Sotomayor.
La denominación de Bel Alcázar, asignada a la singular y relevante Torre del Homenaje de la fortaleza de Belalcázar desde su construcción, propició el nombre definitivo de la villa donde se asienta, que había sido conocida hasta entonces, al igual que el castillo, como Gaete o Gahete (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Levantado sobre los restos de una antigua fortaleza árabe, el magnífico castillo palacio de los Sotomayor aparece resguardado por una antigua muralla que rodea al arroyo Caganchas, sobre el que se sitúan torres albarranas, una de ellas dedicada a la extracción de agua.
Su Construcción se inició en torno a 1.450 utilizando granito de la zona.
Ocupa una superficie de más de 3.500 metros cuadrados, contando con ocho torres de 22 metros de altura que se elevan sobre los lienzos de su muralla.
El emblema de este castillo se lo proporciona su majestuosa torre del homenaje que alcanza una altura de 45 metros y está coronada por unas garitas en las que aparece esculpido el escudo de los Sotomayor.
La impronta de este edificio hizo que Gahete cambiase su nombre por el de Belalcázar, debido al carácter palaciego de este conjunto que se vería acrecentado en el siglo XVI, cuando el duque Don Francisco de Zúñiga y Guzmán de Sotomayor mandó construir un palacio de estilo plateresco sobre una de las alas del castillo.
Hace unos años fue adquirido por la Junta de Andalucía la cual procedió a su restauración y a día de hoy es un castillo visitable.
Para más información: +34 957 146 004 (Diputación Provincial de Córdoba).
Convento de los Santos Mártires de Marruecos.- Del convento franciscano de los Santos Mártires de Marruecos, fundado en 1486, no queda más que la iglesia desacralizada, de una nave, en deplorable estado. La capilla funeraria de los Vargas es obra de Hernán Ruiz el Joven, de hacia el año 1555 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya.
Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
El Antiguo Convento de San Francisco de los Santos Mártires de Marruecos, se encuentra ubicado en la zona este de la localidad de Belalcázar, en el límite de la calle de San Francisco y el barrio del Marrubial. Su estado es totalmente ruinoso.
Del complejo conventual prácticamente sólo subsisten restos de su iglesia, de una sola nave de una altura considerable, con cuatro arcos apuntados. Dichos arcos arrancan del propio suelo y están construidos con piedra de granito. Su bóveda es de medio cañón y la pequeña cabecera es rectangular.
En la fachada, en la parte central que bordea la portada, se emplearon grandes sillares de granito, piedra abundante en la zona, mientras que en el segundo cuerpo, de remate en piñón, la piedra adopta la forma de sillarejo o simple mampostería irregular. La portada es de ladrillo que debió estar enlucido y pintado originalmente. Ésta se compone de dos cuerpos: El inferior con el vano de ingreso en arco de medio punto rebajado enmarcado por pares de semicolumnas sobre pedestal, y el superior formado por un amplio friso que contiene una hornacina central y tres pilastras a cada lado.
Sobre él, en un frontón trebolado, campea un escudo de piedra granítica que ostenta las armas de don Gutierre III de Sotomayor y doña Teresa Enríquez, condes de Belalcázar y bajo cuyo patronato se fundó el Convento.
Junto a la portada, en el lado superior izquierdo, hay una pequeña espadaña de un solo vano y, adosada al lado derecho o de la Epístola, otra espadaña, en este caso de importante altura y notoria presencia en la imagen del templo. La forman tres cuerpos. El inferior con dos vanos en arco de medio punto superpuestos; el central con dos huecos separados por pilastras en el mismo nivel; y el de remate, de menor anchura, con un sólo hueco.
Actualmente el exterior del lado de la Epístola no es visible por las construcciones adosadas a él. El exterior del lado del Evangelio ofrece a la vista una masa pétrea reforzada con contrafuertes. En la cabecera se aprecian los restos de un ábside semicircular que se interpretan como una obra de ampliación no concluida.
Accediendo al interior a través de la portada de los pies antes descrita, se accede a un espacio rectangular tripartito, a modo de atrio, cubierto por bóvedas de arista que descansan en ménsulas voladas con decoración de estrías. Tras él y traspasado el coro bajo, abre la única nave de la iglesia cubierta por bóveda de cañón con fajones levemente apuntados realizados en piedra granítica. Los empujes de los fajones se trasmiten a unos pilares adosados a los muros. La cabecera, ubicada en una cota considerablemente superior, es plana. El ingreso en ella se hace a través de un gran arco apuntado.
En el muro de la Epístola se conserva la portada de una capilla, datable en el siglo XVI, formada por arco de medio punto con despiece de dovelas y el intradós decorado con motivos vegetales. Las enjutas y el friso muestran una abigarrada decoración a base de motivos vegetales, roleos y pequeñas cabezas, decoración que se repite en el frontón de remate, centrado por una hornacina avenerada. En el lado del Evangelio y situada a nivel inferior al resto de la Iglesia, hay otra capilla, también del siglo XVI, relativa-mente bien conservada, a la que se accede por un arco de medio punto de piedra, cuya clave ostenta un escudo. Conforma un espacio cuadrangular cubierto por cúpula muy plana decorada en círculos, emparentada con obras cordobesas del siglo XVI y atribuida a Hernán Ruiz I. El testero de la capilla conserva un retablo de columnas acanaladas y capitel toscano sobre las que descansa un friso con triglifos y metopas rematado por frontón triangular.
Se trata de un interesante ejemplo de arquitectura religiosa de los siglos XV y XVI. Del antiguo convento, actualmente abandonado y muy deteriorado persiste solo la Iglesia y parte de la cerca de piedra. Ya a finales del siglo XIX se encontraba abandonado y la Iglesia durante la Guerra Civil fue duramente expoliada y quemada, desapareciendo todos los bienes muebles que aún se conservaban.
El nombre se debe a la fecha de inicio de su construcción, el 16 de enero de 1488, día de los "Cinco Mártires de Marruecos". Sirvió de enterramiento a figuras ilustres, como la esposa de don Fernando de Sotomayor, los Céspedes, los Vargas, fray Juan de Robles o fray Andrés Camacho. En 1533, el cardenal Fray Francisco de los Ángeles Quiñónez, lograría indulgencias por conservarse en él algunas importantes reliquias, en especial dos cabezas de las "Once Mil Vírgenes", Santa Eunodia o Santa Manila, y en su interior se veneraba "El Cristo de los Alivios" de gran devoción (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
El Convento de San Francisco o de los Cinco Mártires de Marruecos, fue fundado en 1.486 por bula del papa Inocencio VIII para que en él habitaran los frailes desplazados de Santa Clara.
De él sólo subsiste la iglesia, hoy abandonada, de nave única y grandiosa, pero austera, y fachada de piedra en cuyo eje se instala una portada con el primer cuerpo formado por parejas de columnas y otro menor articulado por varias pilastrillas.
Es del s. XV y constituye un testimonio claro de las obras que, con posterioridad a la fundación se practicaron en el templo, aunque todavía pueden verse rasgos góticos que avalan la antigüedad del edificio (Diputación Provincial de Córdoba).
Hospital de San Antonio.-
El antiguo hospital de San Antonio, situado en la plaza y muy reformado, se construyó en la primera mitad del siglo XV (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
Ermita de Nuestra Señora de Gracia de Alcantarillas.- El edificio se encuentra ubicado en un cerro junto al río Zújar, en la carretera CO-450 de Belalcázar a Monterrubio de la Serena, a 20 km de Belalcázar.
Se trata de un templo con orientación Este, de planta rectangular dividida en tres naves con cinco tramos y capilla mayor de planta cuadrada. Las naves están separadas por arcos de medio punto sobre columnas. Los arcos son de granito, de perfil rectangular achaflanado, y apoyan en gruesos fustes cilíndricos, en varios de los cuales se han inserto, como capiteles o basas, elementos reutilizados. La capilla mayor se cubre con bóveda de crucería simple con perfilería gótica de doble escocia sobre arranques en esquina y clave central, mientras las naves lo hacen con techumbres de madera: armadura de par e hilera con tirantes en la nave central y de vigas a la molinera en las laterales.
Tiene dos puertas con vanos de medio punto. La que se abre en el lado Sur presenta la rosca del arco realizada en granito con arista achaflanada hacia el exterior; la del Norte tiene un chaflán en escocia con baquetón central corrido por jambas y arco. La iluminación interior se realiza a través de una ventana en el testero de los pies, rectangular, con capialzado de granito.
En el presbiterio de encuentra un retablo moderno, de madera, con banco, un solo cuerpo y tres calles separadas por finas columnillas salomónicas. En la nave de la epístola hay un púlpito de granito y una pila de agua bendita adosada a la columna más cercana a la entrada Norte. En una esquina se incorporó una lápida funeraria romana con la inscripción VIBI*VASCO/RVS*PARR/IF C.
Los muros son de mampostería con zonas de tapial. Por tres de sus lados, la ermita se rodea de un pórtico que se apoya en pilares de sección octogonal rematados por capiteles troncopiramidales. Los pilares se unen por un peto de fábrica rematado en alféizar. Un banco corrido pegado al muro de la ermita se cobija bajo el pórtico. Alrededor de la cabecera se disponen una serie de dependencias con un patio cercado que completan la planta rectangular del conjunto.
El aspecto exterior de la ermita es elemental y rústico, destacando la horizontalidad subrayada por el pórtico; de él emerge el hastial de fachada que se corona por una espadaña con arco para campana y remate en frontón. El edificio está blanqueado, salvo los elementos de granito. La techumbre, que sigue los faldones de la cubierta de la nave, es de tejas curvas, propias del lugar.
La Ermita actual data de finales del siglo XV y está construida con restos de edificaciones romano-visigóticas y árabes, que posiblemente existieran en el mismo lugar. Está rodeada por pórticos abiertos en su parte posterior y laterales, como continuación de estos pórticos y rodeando el espacio central de la ermita existen unas estancias para descanso de los cofrades.
El estado de conservación de la misma es muy bueno (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Debe su nombre a la proximidad de un puente sobre el río Zújar cercano a su emplazamiento, y por su traza recuerda a otras construcciones de este tipo de Castilla y Extremadura.
Su interior cuenta con tres naves separadas por cinco arcos formeros. Los capiteles son de procedencia romana y pertenecieron a construcciones cercanas de antiguos poblados y villas.
Es una de las ermitas más características y antiguas de la zona, estando datada su construcción a finales del siglo XIII y principios del XIV (Diputación Provincial de Córdoba).
Ermita de Nuestra Señora de Consolación.-
Templo de gran antigüedad aunque bastante reformado. De su primitiva construcción conserva grandes pilares monolíticos con toscos cimacios. Presenta tres naves separadas por arcos rebajados y ábside con cubierta de crucería simple, probablemente debido a una reforma de finales del XV o principios del XVI. El exterior, muy rústico, presenta un pórtico a los pies formado por pilares de piedra sin labrar que descansan en zapatas de madera. Los tejados son de gran amplitud y le dan un aspecto achatado al conjunto (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
La Ermita de Consolación, que fue parroquia de la antigua aldea de Coslada, data del s. XV y se compone de tres naves con arcos rebajados.
Dista de la villa algo más de 4 Kilómetros en dirección a Valsequillo (Diputación Provincial de Córdoba).
Ermita de San Sebastián.-
El edificio, de gran antigüedad, data de los ss. XIII o XIV , aunque en la actualidad se encuentra muy reformado. Presenta una sola nave con crucero y cubierta de madera a dos aguas. Los arcos de medio punto, ligeramente apuntados, descansan sobre pilares que descargan a su vez en contrafuertes exteriores. El presbiterio se cubre con bóveda de crucería simple, de la primera mitad del siglo XVI.
En 1980 fue restaurada de nuevo por la comunidad franciscana y por subscripción popular, de la que queda constancia en una lápida en el muro de la epístola del crucero. Aunque estuvo haciendo las veces de parroquia durante varios años bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, en la actualidad no tiene culto. Se celebran en su interior los concursos de villancicos de la comarca (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Ermita de San Antón.-
Aunque de construcción antigua, muy probablemente, las continuas reformas han ocultado cualquier rasgo alusivo a su antigüedad. Repite el tipo de ermita de la zona, con arcos transversales que descansan en contrafuertes exteriores.
También al exterior presenta un pórtico y la parte más antigua, el ábside, de estilo gótico y decorado con pinturas murales.
La devoción a San Antón, muy grande en la población, viene dada por la antigua vinculación de la misma a la ganadería, en la actualidad completamente olvidada, y se demuestra por la gran cantidad de exvotos de cera que posee la ermita, aunque sin romería (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Puente de San Pedro.-
El Puente Romano de San Pedro, en el camino de la Mesta, parece, por su aspecto actual que fue obra del Renacimiento.
Sobre él pasaba una calzada romana de carácter secundario que enlazaba el balneario romano con Santa María de la Selva (Diputación Provincial de Córdoba).
El conjunto hidráulico de la Fuente del Pilar se encuentra situado en la zona norte de la villa, donde parte el antiguo camino o vía a Almadén, y por la que se accede al castillo desde la población. Entre sus diversos elementos destacan un pilar octogonal, el abrevadero de 40 metros de longitud, así como el lavadero, alberca de riego de las huertas adyacentes y el espacio público que los rodea. La construcción se remonta a 1570, habiendo sido sufragada la obra tanto por los Duques de Béjar como por los vecinos de la villa.
El pilar octogonal, al que se accede por medio de unos escalones de granito, consta de un machón central integrado por seis piezas diferentes, la primera (más baja en contacto con el fondo del pilar) tiene sección circular, las siguientes son cuadrangulares de diferentes dimensiones y la última es un monolito vertical. En el machón central se sitúan cuatro caños de bronce, uno de sección hexagonal que vierte el agua directamente al pilar para el abrevadero, y los otros tres circulares que vierten sus aguas a través de un orificio circular practicado en tres grandes losas, diseñadas para recoger en cántaros y vasijas el agua. El agua sobrante del pilar-abrevadero, y la que sale de una pequeña fuente anexa, piloncillo de 1,30 metros de longitud por 85 centímetros de anchura, se emplea para surtir el lavadero.
La fuente próxima a esta gran obra del Pilar se halla junto al ángulo noreste del abrevadero, adosada a una pared por cuyo interior discurre la canalización que le surte de agua. El lavadero está formado por una habitación rectangular, en cuyos laterales se adosan las pilas unas junto a otras (en número de cuarenta) y por cuya parte central discurre un estanque amplio de agua surtida por la fuente para el lavado. El agua sobrante se almacenaba en la alberca cercana que servía para regar las huertas próximas.
El espacio público que rodea a la Fuente del Pilar y forma parte del conjunto hidráulico, parte de la calle Cuesta del Pilar, desde lo más alto de la villa, bajando y rodeando a la fuente. Consta de una tosca balaustrada de granito, que se eleva sobre la fuente, rodeándolo, como un balcón para contemplarlo. Dicho espacio público está pavimentado con un empedrado antiguo que sigue las pautas de las calzadas del siglo XVI.
Dicho conjunto ha tenido desde su fundación un uso múltiple, el primero el de abastecer a la población a través del pilar octogonal y de los caños, el segundo proveer el consumo animal a través del pilar-abrevadero, el tercero atender a las necesidades del lavado de ropa de los vecinos de la villa a través del lavadero, y por último el agua sobrante se almacenaba en albercas para regar la huertas colindantes (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Edificio de planta rectangular, con un apéndice en la parte trasera correspondiente a una crujía. El núcleo principal, con fachada corrida hacia la calle, se articula en dos cuerpos contiguos que tienen estructuras diferentes. Al primero se accede desde la portada principal y a través de un zaguán cubierto con bóveda de cañón con lunetos, encalada, al igual que los paramentos, y se compone de tres naves paralelas a la calle, separadas entre sí mediante dos arcos de medio punto a cada lado, con escasa fecha, de ladrillo, con rosca lisa y apeados sobre pilares de sección cuadrangular y carentes de capiteles o molduras, renunciándose así a cualquier tipo de ornato. Resultan robustos, tanto por su ancha rosca e intradós, como por la escasa fecha, estructura idónea para el fin al que sirve: la de crear una composición de gran fortaleza para contener las fuertes tensiones. Esta finalidad se acentúa con la disposición de unos arcos similares a los anteriores, pero muy rebajados y sobre pilares mucho más bajos en los muros laterales (noreste y suroeste); es decir, el de fachada y el opuesto. Son arcos ciegos, de descarga - los próximos a fachada de medio punto y los opuestos, carpaneles-, cuya finalidad es aligerar el empuje de los gruesos muros. La cubrición de la nave paralela a fachada se realiza mediante bóveda de cañón con lunetos, la central con cañón, y con cañón rampante la nave del fondo, en la cual se abrieron unas lucernas rectangulares para entrada de luz.
Bajo este primer cuerpo y en dirección perpendicular a la línea de fachada, existe un semisótano en forma de galerías paralelas de más de 2 metros de anchura cada una, en perfecto estado, de las cuales una al menos es practicable hoy día. Ésta se halla cubierta con bóveda de cañón y servía como cámara de aislamiento del grano respecto a la humedad del suelo. Este semisótano se ilumina mediante pequeños ventanucos que se abren en la fachada a ras de calle y perfectamente apreciables desde el exterior.
El segundo cuerpo, anexo al anterior y comunicado con él por un arco, es un espacio amplio y diáfano, de lograda concepción estética, que cuenta con sólo cuatro soportes: rudas columnas labradas en granito, material característico del entorno, y compuestas únicamente de fuste liso y capitel. Dos de estos capiteles son troncopiramidales, sin ornato, con las caras lisas; otros dos son derivaciones del dórico, pues constan de equino, pero tienen un ábaco prismático de gran desarrollo. Uno de los soportes presenta la particularidad de que, por motivo desconocido -premura, impericia...-, figura toscamente labrado en una parte como si se tratara de un pilar con dos fustes adosados. Sobre estos soportes arrancan nueve bóvedas de arista rebajadas y fabricadas en ladrillo puesto de canto, que proporcionan una visión unificada del espacio, aumentada por la continuidad de las bóvedas. Dicho espacio se comunica mediante dos arcos de medio punto con una crujía trasera compuesta de tres tramos con bóvedas, en las que en fecha imprecisa se abrieron grandes lucernas para entrada de luz.
La fachada es muy sencilla y arranca de un zócalo moderno de cemento que pretende imitar piedra granítica. Algunos vanos de iluminación se reparten irregularmente. Caben dudas acerca de cuándo se abrieron todos ellos, pues es posible que no todos estuvieran originalmente. Del único que no hay incertidumbre acerca de su origen primitivo es del ubicado a la derecha de la portada, con reja de hierro forjado dibujando retícula y ancho recercado de granito, como es típico en la zona, de la cual es también característica la portada, que traza un arco de medio punto rebajado, con ligero baquetoncillo que moldura la parte interna de la rosca, en tanto que delgados fletes recorren el extradós. Dos mensulillas con fuerte impronta del gótico tardío soportan la moldura. El arco, dispuesto sobre dos anchos plintos lisos, se caracteriza esencialmente por los grandes sillares graníticos que modelan tanto jambas como las dovelas colocadas radialmente.
Salvo el zócalo, la portada y el recercado de algún vano, el resto del paramento está encalado, ofreciendo ese contraste tan singular en este área geográfica.
El conjunto se cubre con tejado, cuya hilera discurre paralela a la fachada. Es visible la reforma a la que se sometió la cubierta del segundo cuerpo -el cubierto con nueve bóvedas de ladrillo-, pues su alero es ostensiblemente moderno; sin embargo, el del primer cuerpo, aunque restaurado, mantiene el ladrillo en esquinilla.
A falta de un estudio previo del edificio que recabe la posible información acerca de este pósito, únicamente se pueden recoger los testimonios que han pasado de generación en generación. En el Catálogo Artístico y Monumental de la Provincia de Córdoba (t. 1, p. 232) se fecha en el siglo XVI, datación que corroboran los autores del libro "Pósitos, Cillas y Tercias de Andalucía" (p. 207) que concretan más: en el reinado de Felipe II (1556-1598). En efecto, la portada, aunque de fuertes resabios goticistas, es muy típica en el norte de la provincia en fechas tan avanzadas como la dicha, por el retraso con el que llegó a la zona el Renacimiento y la pervivencia del gótico, de fuerte arraigo. Bien es verdad que en el primer cuerpo descrito, justamente el que encontramos nada más franquear la portada, tiene ya bóvedas de cañón y de arista, más en consonancia con fechas más tardías, ya a partir del XVII, pero cabe la posibilidad de que obedecieran a una reforma. Sin embargo, los soportes y bóvedas del segundo cuerpo sí que parecen responder a la época primigenia del edificio. Sobre todo, el tipo de columnas y capiteles los encontramos en otros edificios históricos de Belalcázar, como el convento de Santa Clara de la Columna, fundado en 1483, pero edificado en esencia a lo largo del XVI.
Estilísticamente, la composición de la portada se podría emparentar con modelos toledanos, lo cual no deja de tener cierta lógica, teniendo en cuenta las relaciones de esta zona norteña de la provincia con el sur de la cercana Extremadura, especialmente a partir de la Baja Edad Media, a través de los caminos de trashumancia que interconectaban una amplísima zona. No hay que olvidar la relación de la familia condal ¿condes de Belalcázar y posteriormente, en el XVI, duques de Béjar- con el valle de la Serena (al este de la provincia de Badajoz), hasta donde se extendían sus dominios.
Influencias toledanas también son perceptibles en el magnífico convento de Santa Clara de la Columna, en la propia Belalcázar, fundación de los condes.
En cuanto a la evidente diferenciación entre los dos núcleos principales que conforman el conjunto del pósito, hoy día, careciendo de datos históricos que lo atestigüen, nos atrevemos a apuntar que pudo deberse a una separación de los productos que se almacenaban en cada uno de los dos y, posiblemente, incluso a una reforma. Mientras que parece más lógico que el primero, contiguo a la portada y con unas cámaras abovedadas debajo, sirviera para almacén de grano, por la cuestión del aislamiento de la humedad, la otra parte pudo haber sido utilizada para vino o aceite. Habrá que esperar los resultados de futuras investigaciones que lleven a aclarar de forma más segura el porqué de la diferencia entre ambos espacios.
Se aprecian dos momentos importantes en la historia del pósito de Belalcázar: el de fundación en el siglo XVI y una ampliación en la siguiente centuria. Después, pocas reformas parece haber sufrido y si las hubo, no han desvirtuado el carácter primigenio de su estructura, por lo que se manifiesta hoy como uno de los ejemplares mejor conservados en la provincia.
Entre los usos que ha tenido, aparte de pósito, se sabe que en el siglo XIX, durante una época, albergó al Ayuntamiento; también ha servido de escuela, plaza de abastos, hogar juvenil, museo, casa de la juventud y, ahora, casa de cultura (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Si quieres,
por Amor al Arte, déjame
ExplicArte la provincia de Córdoba, déjame
ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Santiago el Mayor, Convento de Santa Clara de la Columna, Castillo de los Sotomayor, Convento de los Santos Mártires de Marruecos, Hospital de San Antonio, Ermita de Nuestra Señora de Gracia de Alcantarillas, Ermita de Nuestra Señora de Consolación, Ermita de San Sebastián, Ermita de San Antón, Puente de San Pedro, Fuente del Pilar, y Pósito) de la localidad de Belalcázar, en la provincia de Córdoba. Sólo tienes que contactar con nosotros en
Contacto, y a disfrutar de la provincia cordobesa.