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viernes, 3 de enero de 2025

Los principales monumentos (Iglesia de Nuestra Señora de la Oliva, Convento de la Ascensión, CEULAJ, Mausoleo de la Capuchina, Museo Internacional de Arte Belenista, y restos del Castillo de Santillán) de la localidad de Mollina, en la provincia de Málaga

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Nuestra Señora de la Oliva, Convento de la Ascensión, CEULAJ, Mausoleo de la Capuchina, Museo Internacional de Arte Belenista, y restos del Castillo de Santillán) de la localidad de Mollina, en la provincia de Málaga.
Datos geográficos
     Comarca de Antequera
     Superficie: 75 km2
     Altitud: 477 m
     Latitud: 37º 07'  -  Longitud: -4º 39'
     Distancia a Málaga capital: 64'9 km
Datos demográficos
     Población: 5.449
     Gentilicio: Mollinatos
Ayuntamiento
     calle de la Alameda, 1, 29532
     952740044 - 952740338     www.mollina.es
     Mollina es un pueblo de la Málaga interior unido a la cultura del vino. Así lo atestiguan sus famosos caldos con denominación de origen, su paisaje agrícola salpicado de viñas y su animada Feria de la Vendimia.
     Situado en la comarca de Antequera, este municipio posee además un hermoso entorno natural e interesantes yacimientos arqueológicos. Los amantes de la enología podrán combinar en este pueblo su pasión por el vino con visitas culturales y actividades en plena naturaleza.
     En Mollina no puedes perderte sus monumentos: 
     En Mollina existen importantes vestigios de la era romana, como el Castellum de Santillán. Este enclave arqueológico está ubicado a cuatro kilómetros del casco urbano. En sus 1.400 metros cuadrados de extensión se distinguen construcciones de los siglos I al III. Corresponden a la vivienda de una familia de la clase dominante de la época y a un recinto amurallado.
     Otro punto de interés histórico es el Mausoleo de la Capuchina, un monumento funerario que incluye una cripta y un piso superior para rendir culto a los difuntos. El yacimiento se localiza a siete kilómetros del pueblo, en la falda de la sierra de la Camorra.
     De vuelta al núcleo urbano nos aguarda la iglesia de Nuestra Señora de la Oliva. Fundada en el siglo XVII, tiene planta basilical y consta de tres naves separadas por arcos de medio punto. El templo fue saqueado en 1936 y llegó a ser utilizado como almacén de víveres.
     Cerca de esta iglesia se emplaza el convento de la Ascensión, también conocido como el Cortijo de la Villa. De este edificio del siglo XVIII destaca su puerta de estilo barroco, su patio con una capilla terminada en espadaña y un peculiar reloj de sol (Diputación Provincial de Málaga).
      Al norte de la comarca de Antequera, la Sierra de la Camorra es el único accidente orográfico de un municipio caracterizado por una rica llanura olivarera, cerealística y, en especial, vitivinícola, con una importante producción de vinos que han obtenido la denominación de origen. Su nombre procede del latín «mollis», suave, parece que en referencia a la llovizna. El primitivo emplazamiento, en tiem­pos romanos, se situaba a 4 km. del actual, al pie de la Camorra. De él quedan restos del Castellum de Santillán, un amplio yacimiento con edificaciones de dos fases distintas: una villa de los siglos I y II d.C., con estancias en torno a dos habitaciones rectangulares; sobre ella, en el s. III se construyó un recinto amurallado de planta cuadrada, con torres cúbicas en las esquinas y otra a la entrada. Igualmente en la falda de la sierra, ahora a 7 km. de Mollina, se hallan los restos del mausoleo romano de la Capuchina (s. II), con una base rectangular fabricada con cantos y argamasa rojiza. Otros restos romanos son los del fortín del Capiruzón y el molino de aceite de Berdún. De época árabe hay restos de un castillo en las afueras del núcleo. Mollina recibió en 1679 la distinción de Cabeza de Condado. La estructura urbana responde al típico modelo de la llanura, con largas calles rectilíneas (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     
Iglesia de Nuestra Señora de la Oliva
     Edificada en 1678 y reformada en 1720, en 1897 fue muy remodelada por el arquitecto dio­cesano de Málaga, Manuel Rivera Vera, quien añadió la nave de la Epístola. De tres naves separadas por pilares octogonales que sostienen arcos de medio punto, la del centro posee armadura de madera con tirantes y las laterales bóvedas de arista. El estrecho presbiterio es rectangular, con bóveda de arista, al igual que las dos capillas que lo flanquean; los tres incluyen camarines. En la nave del Evangelio, hacia los pies, se abren dos capillas interconectadas, originariamente dedicadas a la Virgen Dolorosa y el Dulce Nombre, cubiertas con bóvedas de media naranja con yeserías, de tipo antequerano, fruto de la intervención de principios del XVIII. A los pies se eleva el coro. La fachada principal fue excesivamente alterada a mediados de los años 70 del siglo XX. Muy simple, encalada, con molduras y decoración en color crema, cuenta con un dintel flanqueado por pilastras que sostienen un frontón partido por una hornacina con figura del Sagrado Corazón, todo ello rematado por una espadaña.
     En su interior, en el camarín abierto al retablo neobarroco del altar mayor, se venera la imagen de la Virgen de la Oliva, copia de 1937 de la que fue regalada en 1687 a la iglesia por Fray Alonso de Santo Tomás, obispo de Málaga; se encuentra sobre una media luna cordobesa de plata, de fi­nales del XVIII. El retablo se corona por un Crucificado, que podría ser sevillano del XVII. En la nave de la Epístola hay una Inmaculada en madera dorada y policromada que imita el modelo canesco de mediados del siglo XX y una Dolo­rosa de vestir granadina muy repintada. En la capilla bautismal se halla una pila gallonada de piedra roja del Torcal, del Setecientos, y en una de las capillas de los pies de la nave del Evangelio una buena talla moderna de San Francisco de Asís. 
     En los paramentos superiores de la nave central se encuentra un interesante Apostolado, óleos sobre lienzo del XVII, originarios de la capilla de la Vía Sacra de la iglesia antequerana de los Remedios (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     Anterior a esta parroquia existió otra datada en 1580 y que se profesaba culto a San Cayetano. La actual Iglesia de Ntra. Señora de la Oliva fue fundada en 1687.
     Según el Diccionario de Madoz, se hace referencia en los siguientes términos: "Existe también una capilla, bajo la advocación de Santa Bárbara, sita en el Barrio Alto".
     De su origen se conserva la puerta, entre pilastras coronadas de pináculos piramidales, de una esbeltez poco frecuente. En los luctuosos sucesos de 1936, ambas iglesias fueron saqueadas, dándoseles el uso de almacén de víveres (Diputación Provincial de Málaga).

Convento de la Ascensión

     Situado frente a la parroquia, fue construido en el siglo XVIII. Originariamente se trataba de un cortijo, llamado de Villa Ascensión. Fue con­vento y colegio desde los años 1920 hasta fina­les del siglo pasado, permaneciendo cerrado en la actualidad. La fachada de la plaza, con tres plantas, denota su origen doméstico; el resto del edificio sólo cuenta con dos plantas. Su interior, pese a conservar dependencias originarias, fue muy reformado en el siglo XX. Junto al edificio, un portón bajo arco de medio punto con remate mixtilíneo da acceso al patio, en el que se conserva un reloj de sol de 1811 y un pozo (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     Este convento data del siglo dieciocho, tiene una entrada de estilo barroco y un patio interior con capilla terminada en espadaña. En su interior podemos ver un curioso reloj de sol. Se dice que alrededor de este convento nació la actual urbe (Diputación Provincial de Málaga).

CEULAJ
     En las afueras de Mollina, el Centro Eurolati­noamericano de la Juventud es, desde su inauguración en 1992, un importante centro de actividades juveniles, tanto seminarios de formación como encuentros de organizaciones y grupos, nacionales e internacionales. Sobresalen las organi­zadas por el INJUVE, (Instituto de la Juventud del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales), del que depende, como de la OIJ, (Organización Iberoamericana de Juventud). Estructurado por medio de pabellones, su arquitectura concilia modernidad con elementos de la tradición, con un resultado interesante aunque un tanto híbrido. Incluye recepción, dependencias administrativas, aulas, alojamientos, comedores, salas de conferencias, salón de actos, piscina, polidepor­tivo cubierto y pistas deportivas (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  

Mausoleo de la Capuchina

     El llamado "Mausoleo de la Capuchina" se encuentra a 7 kilómetros de la localidad. Se trata de un monumento funerario datado hacia la mitad del s. II d.C. que dispondría de una cripta para enterramientos y un piso superior dedicado al culto a los difuntos, formando el conjunto una edificación con forma de casa, con techumbre de tejas a dos aguas, para cuya construcción se utilizaron cantos de la zona con argamasa de color rojizo. En diferentes catas que se han realizado en la zona se han encontrado restos de cerámica que en su día fueron ollas, orzas, jarras y platos.
     Según la reconstrucción realizada por Don Rafael Puertas, la "Capuchina" sería una edificación en forma de casa, mientras que el escalonamiento en la base de los muros es un típico elemento ornamental característico del podio de los templos romanos. Y es que los mausoleos de dicha época pertenecen a varias tipologías: en forma de torre, de templo o de casa (Diputación Provincial de Málaga).

Museo Internacional de Arte Belenista
     El Museo Internacional de Arte Belenista, ubicado en la localidad de Mollina, reúne algunos de los belenes más extraordinarios del mundo. Se trata de un refugio para el arte y la tradición del belén con más de 5.000 metros cuadrados donde se distribuyen un centenar de belenes y más de 2.000 piezas exclusivas que se pueden ver durante todo el año. 
     La exposición permanente albera belenes en lugares diversos, fuera del contexto tradicional, como una casa victoriana, un pueblo italiano, un templo en ruinas o en una calle destruida por la guerra. Y obras con estampas que representan y recrean monumentos y lugares populares como la Alcazaba de Almería, la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios de Antequera, la Puerta de Jaén y Arco de Villalar de Baeza, el Albaicín y la Alhambra de Granada o el Circo Romano de Tarraco.
     Pensado para el disfrute de todos los públicos y todas las edades, el Museo Internacional de Arte Belenista cuenta con 7 salas expositivas en las que se dispone el centenar de belenes. Se clasifican en dioramas (pequeñas escenas vistas a través de una ventana); cúpulas (diseñadas en exclusiva para este centro cultural) y belenes de grandes dimensiones que ocupan salas al completo como el del belenista de Arcos de la Frontera Antonio Bernal, el del madrileño José Luis Mayo o un belén popular de 25 metros de largo que representa las ocho provincias andaluzas, de Vicente Rodríguez, del Puerto de Santa María.
     En el distribuidor central destacan el Belén Siciliano de la maestra belenista Angela Tripi, con varias escenas de la cultura popular italiana, y el Belén Napolitano del acreditado belenista Claudio Mattei y la Escuela de Monte San Pietro, con una espectacular Cabalgata de Reyes.
     Además, la Fundación Díaz Caballero ha querido rendir culto a las tradiciones andaluzas y el patio exterior complementa la visita con una exposición de artes y costumbres con aperos del campo, dos almazaras y la representación de una casa popular andaluza de principios del s. XX (Diputación Provincial de Málaga).

Restos del Castillo de Santillán
     Los restos romanos corresponden a un fortín están situados a 4 kilómetros del pueblo, junto al parque público de Santillán.
     El Castellum de Santillán o Castillo de Santillán cuenta con una extensión de 1400 metros cuadrados en dos fases constructivas diferentes.
     La primera fase de esta construcción corresponde a los siglos primero y segundo de nuestra era y la forman una serie de estancias articuladas en torno a dos grandes habitaciones rectangulares. La villa constituía la vivienda de una familia de clase dominante. El segundo nivel data del siglo tercero. Éste se levantó después de haber arrasado el antiguo, ya que las necesidades defensivas aconsejaban el amurallado del entorno. Se levantó sobre un plano cuadrado de 24,5 metros cuadrados rematado en sus esquinas con torres cuadradas (Diputación Provincial de Málaga).

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La imagen "Niño Jesús vestido", de Francisco Dionisio de Ribas, en la sala IV del Museo de Bellas Artes

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la imagen "Niño Jesús vestido", de Francisco Dionisio de Ribas, en la sala IV del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
     Hoy, 3 de enero, El Santísimo Nombre de Jesús, a cuyo solo nombre toda rodilla se dobla, en el cielo, en la tierra y en el abismo, para gloria de la Divina Majestad [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
      Y que mejor día que hoy para ExplicArte la imagen "Niño Jesús vestido", de Francisco Dionisio de Ribas, en la sala IV del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
   El Museo de Bellas Artes, antiguo Convento de la Merced Calzada [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
    En la sala IV del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la imagen "Niño Jesús vestido", de Francisco Dionisio de Ribas (1616-1679), siendo una talla en estilo barroco de escuela sevillana, realizado hacia 1650, con unas medidas de 62 x 35 cm., ingresando en el Museo tras la donación de Rafael González Abréu, en 1928.
    Sobre un pedestal de nubes con cinco cabezas de querubines alados en todo su entorno, se alza la figura de Cristo Niño. Es una escultura de gran barroquismo y extraordinario movimiento patentizado en el tratamiento de la túnica, decorada con ricos y delicados elementos vegetales aplicados mediante la técnica del estofado, que bajo el impulso del aire se entreabre dejando asomar la pierna derecha. También el cabello tallado con mechones gruesos se despega de la cabeza como si estuviera asimismo movido por el viento. El rostro expresivo de la figura con labios carnosos y pequeños, mejillas abombadas y mirada llena de tristeza, así como el desequilibrio de su postura, y el movimiento de los brazos dan a la figura un cierto aire de elegancia. El modelo empleado supone un avance frente a las obras del escultor Juan Martínez Montañés, referente para esta iconografía en la escuela sevillana, que aunque naturalistas resultan más estáticas. Dionisio de Ribas pertenece a un momento del Barroco algo más avanzado lo que se traduce en obras que como esta presentan un mayor dinamismo (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
     El tema iconográfico del Niño Jesús exento, aislado de las "historias» en que aparece con sus Padres, es de origen antiquísimo, pudiendo hallársele ya en el arte paleocristiano y, posteriormente, en el gótico. El culto franciscano al Dulce Nombre de Jesús reavivó la devoción al Divino Infante durante el bajo renacimiento, siendo imagen frecuente en el manierismo y el protobarroco, popularizándose, definitivamente, durante el siglo XVII. A ello contribuyeron las magníficas versiones originales de Jerónimo Hernández, Diego de Velasco, Juan de Oviedo y, sobre todo, la que tallará Martínez Montañés, en 1607, para la Sacramental del Sagrario de la Catedral hispalense, imagen, desnuda en su talla, para vestir, que causó gran admiración en su tiempo y aun hoy día es tenida como la más feliz interpretación del tema. La figura montañesina consiguió general aceptación, propiciando la aparición de innumerables versiones, para satisfacer la demanda popular, salidas en profusión del propio taller del maestro alcalaíno destacando las de su directo discípulo Juan de Mesa y aquéllas, en barro o en vaciado de plomo, luego policromadas, que, por su menor costo, estuvieron al alcance de conventos de clausura y de particulares.
     El Museo atesora una larga serie de versiones del Niño Jesús, unas desnudo, talladas en madera y policromadas, que siguen el modelo de Montañés, variando levemente la postura de piernas y manos, haciendo un cuerpecito algo menos estilizado; otros, son vaciados en plomo, quizás de ellas que hacía Diego de Oliver, que, como «maestro­ vaciador de niños de plomo», está documentado en 1629. Finalmente, hagamos mención de la interesante obra del Niño Jesús vestido, de la Donación González Abreu, en el que hemos podido comprobar que se trata de una talla completa, desnuda, montañesina, a la que, en la época de Felipe V, se le añadió, con telas encoladas policromadas, el traje, con capa, que llevaban los ni­ños del Colegio de los jesuitas de Sevilla.
     De entre los numerosos escultores que completan el panorama de la escultura barroca sevillana quiero ahora destacar algunos de ellos cuya producción está reflejada también en la colección del Museo.
     A lo largo del siglo XVII, ya lo hemos visto, fue frecuente la existencia de talleres familiares. Uno de ellos, y bastante importante por cierto, fue el de los Ribas, integrado por Felipe, Francisco Dionisio y Gaspar. El primero, que fue discípulo y colaborador de Alonso Cano, alcanzó gran fama por sus magnífico retablos y por sus imágenes devocionales que reflejan, como la Inmaculada del Museo, las enseñanzas de los maestros con los que colaboró además de con Cano, es decir, con Montañés y Juan de Mesa, produciendo obras de gran perfección y altísima calidad.
     Francisco Dionisio de Ribas ha pasado a la historia del arte como autor de monumentales retablos barrocos salomónicos, y, frente a ellos, como ideal tallista de un tipo de imagen infantil, llena de movimiento, expresividad y ricamente vestida. Es célebre su Niño Jesús de la Amargura, de 1644, del que es fiel reflejo el custodiado en el Museo, con la bellísima cabellera, tallada a grandes golpes de gubia, flotando al viento, lo mismo que los faldones de su túnica, abierta para poder lucir una delicada piernecita infantil (Enrique Parejo López, Escultura, en Museo de Bellas Artes de Sevilla, Tomo I. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía del Niño Jesús;
   No insistiremos con las representaciones del Niño Jesús, sentado de frente sobre las rodillas de la Virgen en Majestad o acurrucado en los brazos de la Virgen de ternura, que más bien, realzan la iconografía de Nuestra Señora.
   Entre los treinta y cinco tipos iconográficos enumerados por Dorothy C. Shorr, debe recordarse sobre todo al Niño bendecidor, que acaricia la mejilla o el mentón de su madre, mamando o chupándose los dedos.
   El Niño del pájaro es muy frecuente en la escultura de la Edad Media. El pájaro le sirve de juguete vivo que a veces se venga picándole el brazo o el pulgar.
   Si el pájaro perdió pronto todo significado simbólico, no ocurrió lo mismo con el racimo de uvas, otro atributo habitual del Niño Jesús que no es específico de los países vitícolas. Siempre se ha asociado la idea del sacrificio con las uvas, que aplastadas en el lagar, dejan escapar un mosto rojo como la sangre.
   El tipo del Niño Jesús llevando el globo se popularizó en el siglo XVII. Fue en esta época cuando una joven carmelita de Beaune, la hermana Margarita del Santo Sacramento, creó la Asociación del Niño Jesús. Con frecuencia, el Niño Dios aplasta la serpiente con los pies. Ese tipo iconográfico ha sido popularizado en Italia por Guido Reni, en España por Murillo y en Flandes por Van Dyck.
   El arte cristiano se delectó proyectando sobre la infancia inocente de Jesús la sombra de la cruz. El contraste entre la feliz despreocupación de un niño y el horror del sacrificio al cual estaba predestinado, fue concebido para conmover los corazones. Esta idea ya era familiar a los teólogos de la Edad Media. Pero los artistas de entonces la expresaban discretamente, ya mediante la expresión preocupada de la Virgen, ya mediante un racimo de uvas que el Niño estruja en las manos y que es el símbolo de su sacrificio en la cruz.
          Ut torcular uvam.
          Sic natum, o Virgo, crux onerosa premet.
   Es sobre todo en el arte de la Contrarreforma donde ese presentimiento fúnebre de la Pasión se expresa por medio de alusiones transparentes. Zurbarán muestra al Niño Jesús que se pincha el dedo trenzando una corona de espinas, Murillo al pequeño San Juan Bautista que le muestra su cruz de cañas. Finalmente, esta idea encuentra su expresión más conmovedora en el tema del Niño Jesús dormido sobre una cruz y soñando su Pasión.
   El Niño no está siempre asociado con su madre, los santos lo disputan con la Virgen. A finales de la Edad Media se lo representa de buena gana de pie sobre el hombro del gigante San Cristóbal que le hace pasar el vado. San Antonio de Padua consigue el favor de tenerlo en brazos, como el anciano Sirneón. Y él entrega el anillo de bodas a su esposa mística, Santa Catalina (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la Festividad del Dulce Nombre de Jesús
   El nombre de Jesús -dice Baur- es un nombre inventado en el Cielo y traído de allí por el Ángel Gabriel, para comunicárselo a la Virgen en el instante de la Anunciación: Darás a luz un Hijo y le pondrás por nombre Jesús. Ahora bien, los nombres impuestos por el Cielo siempre significan un don gratuito otorgado por Dios. Siendo en Cristo este don de la gracia. La salvación de los hombres, con toda propiedad se le impuso el nombre de Jesús, que quiere decir Salvador." (Santo Tomás de Aquino).
   Y, ciertamente, "ningún otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo por el cual podamos salvarnos" (Epist.). La devoción al nombre de Jesús es una preciosa herencia que recibimos de Nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán. El Beato Jordán de Sajonia, el Beato Enrique Susón, Santa Catalina de Siena y el Beato Juan de Vicenza, fueron apasionados devotos de este Santo Nombre.
   La Iglesia, pero especialmente algunos de los primeros Padres que crearon su doctrina, insistió en la veneración al "dulcísimo" o "sacrosanto" nombre de Jesús. De hecho, aunque el día 1 de enero se celebraba ya esa fiesta, La Iglesia ha dispuesto se celebre esta fiesta al día siguiente de la octava de la Epifanía, a fin de honrar por modo especial el nombre de Jesús, que es:
   Nombre verdaderamente divino, que sólo Dios pudo imponer al Salvador del mundo. Nombre venerable, que hace doblar la rodilla a todas las grandezas de la tierra. Nombre sacrosanto, que pone en fuga a los espíritus diabólicos. Nombre omnipotente, en cuya virtud se han obrado los mayores milagros. Nombre salutífero, de quien reciben en cierto modo toda su eficacia los Sacramentos de la Nueva Ley. Nombre propicio, pues todo lo puede con Dios, y por respeto al nombre Jesús oye benigno nuestras oraciones. Nombre glorioso, extendido por el celo de los apóstoles a todos los gentiles y a todos !os reyes de la tierra. Nombre augusto, por cuya confesión los santos mártires se gloriaron en sufrir cruelísimos tormentos. Nombre, en fin, incomparable, pues no hay otro debajo, del Cielo en cuya virtud podamos ser salvos. Alabémosle, pues, y bendigámosle en todo tiempo.
   San Bernardo, San Juan Crisóstomo, San Gregorio Niceno, Orígenes o San Agustín son algunos de los escritores sagrados que insisten en la importancia del nombre: "Quid est Jesus, nisi Salvator?", dice San Agustín, y San Bernardo lo llama "óleo saludable" que sana cuando la devoción lo aplica, denominándolo también alimento, fuente, medicina y luz, según recuerda Santiago de Vorágine en su Leyenda Dorada.
   Gregorio X, en 1274, confió a la Orden de Predicadores, en la persona del Maestro General, Beato Juan de Vercelli, "la predicación de la devoción que derrama dulzura sobre los corazones." Se erigieron Cofradías en las iglesias de la Orden, y tan florecientes, que alguna de las actuales, como en los EE. UU. pasa de tres millones y medio el numero de hombres asociados. El fin de la Cofradía es propagar la devoción y culto del Nombre de Jesús contra la blasfemia y profanación de los días festivos (Tomado del Misal de la Orden de Predicadores, editado en Valencia en 1958).
BREVE CRONOLOGÍA DE LA HISTORIA DE LA DEVOCIÓN AL DULCE NOMBRE DE JESÚS
     Durante el Concilio de Lyon, año 1274, el Papa Gregorio X dictó una Bula encaminada a desagraviar los insultos que se manifestaban contra el Nombre de Jesús. Las órdenes de los Dominicos y los Franciscanos fueron las encargadas de custodiar y extender dicha devoción por toda Europa. Así, Gregorio X escribió una carta a Juan de Vercelli, el entonces Superior General de los Dominicos, donde declaraba, "Nos, hemos prescrito a los fieles… reverenciar de una manera particular ese Nombre que está por encima de todos los nombres…".
     Este acto resultó en la fundación de la Sociedad del Santo Nombre. Se decía que el Nombre de Jesús estaba en la boca de San Francisco "como la miel en el panal" y San Francisco mismo escribió, "ningún hombre es digno de decir Tu Nombre". Luego, San Bernardo escribió sermones enteros sobre el Nombre de Jesús y dijo: "Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, un canto de delicia en el corazón". San Buenaventura exclama, "Oh, alma, si escribes, lees, enseñas, o haces cualquier otra cosa, que nada tenga sabor alguno para ti, que nada te agrade excepto el Nombre de Jesús".
     Con el nombre “Sociedad del Santo Nombre de Dios” es fundada en 1430, por Fray Diego de Vitoria en el Convento de San Pablo de la ciudad de Burgos la primera Cofradía del Dulce Nombre de Jesús de España mediante la Bula "Salvatoris et Nómini Nostri Iesu Christi".
INDULGENCIA PLENARIA AL PRONUNCIAR EL DULCE NOMBRE DE JESÚS
     Es Tradición Católica que en la hora de la muerte, pronunciar con los labios o el corazón el Dulcísimo Nombre de Nuestro Salvador, nos puede alcanzar la muy necesaria Indulgencia Plenaria; para ello, debemos cumplir las siguientes disposiciones:
   - Primero, las mismas condiciones requeridas para ganar cualquier indulgencia: es decir, la persona debe estar en estado de gracia cuando se gane la indulgencia y debe tener la intención de ganar la indulgencia.
   - Segundo, debe resignarse completamente a la voluntad de Dios al estar muriendo.
   - Tercero, debe pronunciar el Santo Nombre de Jesús con sus labios, si es posible, y si no fuere capaz de hablar, al menos debe invocar el Santo Nombre de Jesús en su corazón.
   Subráyese especialmente esta última condición de pronunciar el Santísimo Nombre de Jesús. La Congregación de Indulgencias la pidió el 22 de septiembre de 1892 para ganar la indulgencia plenaria in articulo mortis. Es algo que fácilmente se pasa por alto, y por ello, le damos especial atención (www.catholic.net).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la imagen "Niño Jesús vestido", de Francisco Dionisio de Ribas, en la sala IV del Museo de Bellas Artes, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Más sobre la sala IV del Museo de Bellas Artes, en ExplicArte Sevilla.

jueves, 2 de enero de 2025

Los principales monumentos (Iglesia de Santiago el Mayor, Convento de Santa Clara de la Columna, Castillo de los Sotomayor, Convento de los Santos Mártires de Marruecos, Hospital de San Antonio, Ermita de Nuestra Señora de Gracia de Alcantarillas, Ermita de Nuestra Señora de Consolación, Ermita de San Sebastián, Ermita de San Antón, Puente de San Pedro, Fuente del Pilar, y Pósito) de la localidad de Belalcázar, en la provincia de Córdoba

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Córdoba, déjame ExplicArte los principales monumentos (Iglesia de Santiago el Mayor, Convento de Santa Clara de la Columna, Castillo de los Sotomayor, Convento de los Santos Mártires de Marruecos, Hospital de San Antonio, Ermita de Nuestra Señora de Gracia de Alcantarillas, Ermita de Nuestra Señora de Consolación, Ermita de San Sebastián, Ermita de San Antón, Puente de San Pedro, Fuente del Pilar, y Pósito) de la localidad de Belalcázar, en la provincia de Córdoba.
     Destaca su castillo gótico de los Sotomayor, un pétreo centinela que guarda la puerta noroeste de la provincia. El soberbio castillo de los Sotomayor es como un pétreo centinela que guarda la puerta noroeste de la provincia de Córdoba, donde termina Andalucía y empieza, enseguida, Extremadura. Sus berroqueños sillares, proclamando el poderío ya marchito del viejo condado, escriben en el paisaje una página de historia medieval, mientras la parroquia de Santiago el Mayor, en el corazón ajardinado de la villa, emula en volumen y granito a la fortaleza.
     Villa situada al oeste de Los Pedroches, junto a la carretera C-420.
     Distancia a Córdoba: 100 Km.
     Altitud: 488 m.
     Extensión: 355 Km2
     Habitantes: 3.567.
     Gentilicio: Belalcazareños.
     Mancomunidad: Los Pedroches
     La actual población fue fundada por los árabes hacia el siglo VIII con el nombre de Gafiq que cambió por Gahet o Gahete tras la conquista cristiana. La etapa más importante de su historia se inicia en 1444, cuando Juan II la dona, con la vecina Hinojosa, al maestre de Alcántara Gutierre de Sotomayor, por los servicios prestados en sus luchas contra el infante Don Enrique. Elvira de Zúñiga logró en 1466 para su hijo Gutierre II el título de conde y terminó la construcción del castillo de la familia, que la llevó a cambiar el nombre del pueblo por el de Belalcázar o bello alcázar. Fue Belalcázar desde entonces la capital del condado de su nombre que comprendía además Hinojosa, Villanueva del Duque y Fuente la Lancha, cuya titularidad ostentó desde 1518 el duque de Béjar. Durante la invasión napoleónica el castillo cobijó a una guarnición francesa, que se vio hostigada por una partida guerrillera comandada por el cura Clemente Arribas. Entre los hijos ilustres que ha dado la villa destacan el oftalmólogo árabe Al-Gafequi y el conquistador Sebastián de Belalcázar.
     Oficina de Turismo de Belálcazar
     +34957146321
     https://www.belalcazar.es/ (Diputación Provincial de Córdoba).
     Fue conocida en tiempos islámicos como Gafiq, castellanizado luego en Gahete. Su reconquista debió tener lugar entre 1236 y 1241, pasando en 1243 a depender de Córdoba. En 1444 la villa fue donada por Juan II a Gutierre de Sotomayor, maestre de la orden de Alcántara, con oposición de Córdoba. En 1466 Alfonso I de Sotomayor recibió el título de conde y la villa pasa a llamarse Belalcázar, en atención al hermoso castillo que había construido en el lugar. En 1518 Francisco I casó con Teresa de Zúñiga, heredera de las casas de Ayamonte y Béjar. El último señor fue el duque de Osuna, titular del ducado de Béjar (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     Belalcázar, famoso por sus hijos, Sebastián de Belalcázar, conquistador americano, y Corpus Barga, escritor, tanto como por su castillo, cuya estampa renacentista se yergue en un montículo al norte de la población, y su convento de Santa Clara, uno de los principales conjuntos conventuales de la provincia, que ha mantenido a lo largo del tiempo y prácticamente incólume la impronta gótica de su fundación en 1476 (Rafael Arjona. Guía Total, Córdoba. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2009).
     Este bello pueblo serrano de aspecto medieval se alza a los pies del castillo que acabó dándole nombre, en el extremo más occidental del valle de los Pedroches.
Historia
     La ciudad adquirió el nombre actual a par­tir de 1466 con la terminación del castillo de los Sotomayor, al que el vulgo llamó "bello alcázar". Durante la primera época de la dominación árabe se llamó Gafik y entre los siglos XII y XV, Gahet o Gahete, siendo por entonces una de las ciudades más importantes de Al-Ándalus y cuna, entre otros muchos personajes importantes, del farmacólogo Yafa al-Gafiqi y del oftalmólogo Astan al-Gafiq que ejerció la medicina en Córdoba y que, ya en el siglo XII, operaba con éxito de cataratas.
     Don Gutierre de Sotomayor, maestre de la Orden de Calatrava, fundó el señorío a partir de 1444, gracias a la donación de Juan II de Castilla.
     Los señores de Sotomayor embellecieron la ciudad fundando la mayoría de los monumentos que actualmente conserva. Sebastián Moyano, natural del pueblo y de familia humilde, que luego se hizo llamar Sebastián de Belalcázar, fue el conquistador de Nicaragua y el fundador de Quito.
Fiestas
     El día de San Antón, último domingo de enero, los vecinos acuden en procesión con sus animales a la ermita del santo, a cuyo alrededor dan tres vueltas para que los proteja de los dolores de barriga. El último fin de semana de abril tiene lugar la romería de Nuestra Señora de Gracia de Alcantarilla.
VISITA
     Las casas de la ciudad muestran en los dinteles de sus puertas y ventanas la abundancia de granito con que cuenta la zona. Muchos de ellos forman arcos de diversos tipos, principalmente escarzanos, como el de la puerta del antiguo pósito, situado en la calle del Padre Torrero. La plaza de la Constitución alberga la parroquia de Santiago, inmenso navío de piedra granítica jalonado en sus muros laterales por poderosos contrafuertes que le dan el aspecto de iglesia gótica catalana.
ALREDEDORES
     El castillo*, que no es posible visitar, se encuentra en un altozano, extramuros de la ciudad. Es más un palacio que una fortaleza guerrera y, aunque algo dañado en el exterior y completamente saqueado por dentro, sobre­coge su grandiosidad y su belleza.
     Fuera también del casco urbano, a unos 2 km en dirección a Hinojosa del Duque, se levanta el convento de Santa Clara*, habitado por monjas clarisas, joya del gótico isabelino y uno de los más interesantes de toda la provincia. Destaca la portada de la iglesia, con un precioso arco trilobulado, y el claus­tro con dos pisos de galerías abiertas (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).

Iglesia de Santiago el Mayor.-
     El edificio, que se comenzó a construir a mediados del siglo XVI, se ha relacionado con la producción de Hernán Ruiz II y Juan de Ochoa; a lo largo del siglo XVII se le añadieron capillas, conservando casi todas escudos nobiliarios; a raíz del hundimiento de las cubiertas, en 1967 el templo fue sometido a una profunda reforma, que afectó sobre todo a éstas, al presbiterio y a las capillas del lado izquierdo.
     A la izquierda, sobre el acceso a la sacristía, se ve un relieve con el Padre Eterno, de principios del XVII, que debió pertenecer a una portada. De las imágenes devocionales de las capillas pueden citarse la de Nuestra Señora de Gracia de Alcantarilla, de vestir moderna, que lleva un Niño procedente de otra anterior perdida, la Dolorosa de vestir, atribuida a Martínez Cerrillo, Jesús Nazareno, obra de Castillo Lastrucci de 1940, restaurada en 1996, María Santísima de la Soledad, de 1952, y San Juan, de 1952, y San Juan, de 1948, obras de José Callejón Gutiérrez. El Cristo de la Salvación es anónimo cordobés de 1941, como el Yacente, donado en 1948.
     Del ajuar litúrgico cabe destacar una cruz parroquial de mediados del XVII recompuesta, un cáliz dorado con cabujones esmaltados y piedras semipreciosas de 1623, otro liso de plata fechado en 1669 y otro con leve decoración incisa que lleva fecha de 1702 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     Iniciado en 1559 y terminado en el siglo XVII, es un templo renacentista de una sola y amplia nave, cuya primitiva grandeza arquitectónica disminuyó la restauración llevada a cabo para reparar los daños de la Guerra Civil, que afectó a la bóveda y exedra semicircular del presbiterio.
     Se da como probable la intervención en sus obras de los arquitectos Hernán Ruiz II y Juan de Ochoa (Diputación Provincial de Córdoba).

Iglesia conventual de Santa Clara de la Columna.-

     Fue fundado en el último cuarto del siglo XV por doña Elvira de Zúñiga. Se restauró en 1995 bajo la dirección del arquitecto Arturo Ramírez Laguna. Al compás abre la fachada de la iglesia, con portada en arco carpanel donde se ven la tallas acéfalas en piedra de Cristo bendiciendo entre María Magdalena y Sana Clara, fechables en los primeros años del XVI.
     El interior de la iglesia es de una sola nave con bóvedas de crucería y capilla mayor cuadrada cubierta con bóveda estrellada, decorada con pinturas de motivos vegetales carnosos y medallones con ángeles que llevan símbolos pasionistas, fechables a mediados del siglo XVIII. La imaginería que adorna la iglesia es de carácter devocional (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     El Convento de Santa Clara de la Columna está constituido por numerosos patios y dependencias que dan lugar a una compleja organización. Reconocido como uno de los más importantes monasterios de la provincia de Córdoba, ocupa una extensión construida de más de 7.000 metros cuadrados entre salones, corredores, escaleras y patios, todo ello construido en granito de la zona. Uno de los elementos más característicos de este conjunto lo constituyen sus techos de madera y sus artísticos artesonados. 
     La iglesia, de una sola nave, está cubierta con bóvedas de crucería que arrancan de ménsulas. Tiene coro alto y bajo a los pies, como corresponde a un templo conventual. La sala capitular, conservada aún a los pies del templo, presenta dos bóvedas de crucería estrellada, realizada en la misma época, pero el resto de las dependencias conventuales responde fundamentalmente a los estilo mudéjar y renacentista.
     La fachada de la iglesia, de estilo Reyes Católicos, presenta un arco conopial flanqueado por agujas estriadas rematadas con ramilletes. La entrada está formada por un arco carpanel que enmarca otro trilobulado, recorrido en su interior por un cordón franciscano. En el tímpano se sitúan tres esculturas hispano-flamencas de fines del siglo XV o comienzos del XVI, que representa a Cristo en pie, con el torso desnudo, acompañado por la Magdalena y Santa Clara, a los lados, ambas arrodilladas.
     El claustro tiene dos pisos de galerías abiertas, el primero con arcos carpaneles y el segundo, adintelados sobre zapatas y con bellos pretiles de primorosas labores góticas. Estas galerías del claustro aún se cubren con artesonados planos, vistosos por sus excelentes lacerías y decoración pintada. El refectorio y la escalera poseen otros interesantes artesonados.
     Fue creado en 1476 por doña Elvira de Zúñiga como monasterio de varones perteneciente a la orden de San Francisco, tras su muerte, en 1483, sus hijas Leonor e Isabel lo convirtieron en cenobio femenino, cuando los varones pasaron al convento próximo de los Cinco Mártires de Marruecos. 
     El antiguo Convento de los franciscanos fue ocupado por las monjas en el año 1.490. Vinieron a este lugar monjas clarisas procedentes del Convento de Nuestra Señora de la Consolación de Calabazanos (Burgos), trayendo un trozo de la Columna en la que ataron a Jesucristo para azotarle. Llegaron el 21 de febrero de 1.494 y desde entonces se llamó Convento de Santa Clara de la Columna (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Fundado por Elvira de Zúñiga, se convirtió en el retiro espiritual del primer Conde de Belalcázar, Gutierrez II, que profesó aquí bajo el nombre de Fray Juan de la Puebla.
     En 1490 este convento pasó a ser ocupado por monjas, tomando a partir de ese momento el nombre de Santa Clara de la Columna, y agregándose a la provincia de Los Ángeles.
     Catalogado como uno de los más importantes monasterios de la provincia de Córdoba, ocupa una extensión construida de más de 7.000 metros cuadrados entre salones, corredores, escaleras y patios, todo ello construido en granito de la zona.
     Uno de los elementos más característicos de este conjunto lo constituyen sus techos de madera y sus artísticos artesonados.
     La portada de la capilla está construida bajo los parámetros del último gótico flamígero, con un arco trilobulado que cobija en su interior una serie de esculturas góticas de la segunda mitad del siglo XV que representan a Jesús de pie, a Santa Clara y a la Magdalena arrodillada. Entre la serie de molduras de este arco cabalga un cordón franciscano, que refuerza la pertenencia del templo a la orden, y los escudos de los Sotomayor y Zúñiga (Diputación Provincial de Córdoba).

Castillo de los Sotomayor.-

     El monumento civil más emblemático es el antiguo castillo de los Sotomayor, construido a partir de una fortaleza islámica por el primer conde de Belalcázar, Alfonso de Sotomayor, hacia 1460. Entre 1531 y 1544 Francisco de Zúñiga, conde de Belalcázar y duque de Béjar, le añadió un palacio renacentista, obra probable de Hernán Ruiz el Viejo, hoy una venerable ruina (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     El Castillo de Gahete se encuentra enclavado sobre un cerro de gran altura, al norte de Belalcázar, controlando por completo desde su emplazamiento la localidad y su entorno. La delimitación del Bien incluye el castillo propiamente dicho, el recinto amurallado de éste y la superficie comprendida entre ambas construcciones, ya que dicho espacio intramuros debió acoger a una primitiva alcazaba, siendo el lugar donde se encuentra el foso que rodeaba el castillo restos de una primitiva ermita, así como parte del camino empedrado que formaba parte del antiguo camino de Almadén. 
     La planta de la fortaleza es de forma trapezoidal, adaptándose a la meseta donde se sitúa. Su perímetro, que encierra intramuros un patio central donde se establecen las estancias residenciales y se localiza el aljibe, está flanqueado por ocho torres. De éstas, las cuatro macizas se sitúan en las esquinas y las otras cuatro, huecas, en los centros de los lienzos murarios, destacando en el lado de levante la Torre del Homenaje, que se encuentra orientada hacia la población. 
     Las primeras referencias históricas sobre el recinto amurallado de Belalcázar se refieren a época romana, aunque será durante el s. IX cuando se constaten los primeros documentos históricos sobre la existencia de una fortaleza y, posteriormente durante el siglo XV, cuando se conforme la edificación del actual castillo. Su imagen definitiva se logrará a partir de la construcción en el s. XVI de una edificación de carácter residencial adosada al costado oriental del perímetro primigenio, lo que le dará un aire más palaciego. 
     El palacio se conformó mediante una doble crujía que se adosó al lienzo originario de la fortaleza, compactando el espacio que quedaba entre el saliente de la torre centrada en el lado sur y la esquina sureste de la Torre del Homenaje, dejando embutida la torre esquinera sureste. Este edificio consta de tres plantas superpuestas, de anchura creciente en inversa proporción al grosor de sus muros; igualmente existe una progresión creciente de la altura de las salas, manteniéndose la jerarquización de espacios que se refleja en la decoración arquitectónica. La iluminación se realizaba mediante pequeñas ventanas rectangulares adinteladas, de las que se conservan cegadas las tres del frente sur y sólo dos del costado oriental, decoradas con una serie de motivos de rosetas, bajos relieves y animales mitológicos, destacando en el tercer piso del ala oriental un hueco enmarcado por el arco de medio punto donde se localizan los escudos de los Zúñiga y de los Sotomayor, y en el ala a levante un hueco que en su parte superior se ha rematado con el busto de una mujer que se trata al parecer de doña Teresa de Zúñiga y Guzmán, esposa del duque don Francisco de Sotomayor, cuarto Conde de Belalcázar y tercer Duque de Béjar. Todo el piso del ala oriental se debió de rematar con una cornisa moldurada con listel y nacela. 
     La Torre del Homenaje se sitúa en el centro del lienzo oriental, con una altura de 47 metros, siendo la más alta de España, constituyendo un gran hito en el paisaje. Esta construcción responde a dos momentos constructivos sucesivos, con una distancia en el tiempo mínima, realizados sin solución de continuidad, pero con diseños, planteamientos técnicos, funcionales y estilísticos muy diferentes. Al primer momento constructivo que se corresponde con la construcción del resto del castillo, se le asignan los tres pisos inferiores y el aljibe, mientras que a la segunda fase de la torre hay que asignarle el cuerpo de remate superior en el que se desarrollan dos plantas más. Los dos tercios inferiores están constituidos por un prisma cuadrangular, y el tercio superior, por un cuerpo de sección casi circular cuyos ejes son iguales a los del otro cuerpo inferior. 
     Destaca el gran despliegue decorativo y alegórico de la Torre del Homenaje, en ventanas, escaraguaitas, matacán,... Las ocho escaraguaitas, también denominadas garitas o garitones, se sitúan a la cota del adarve, situándose cuatro escaraguaitas sobre las esquinas y otras cuatro en el centro de sus lados, ocupando las centrales toda la altura de los dos pisos superiores, mientras que las de las esquinas se desarrollan desde la parte superior hasta media altura de dicho cuerpo; el centro de su decoración está compuesto por los escudos de los Sotomayor. 
     Es importante en la cuarta planta el gran ventanal que se abre al patio, que se adscribe al estilo gótico flamígero, compuesto por un arco bilobulado, con la clave invertida enmarcado por columnillas góticas, rematadas por pequeños capiteles. Este arco se encuentra a su vez enmarcado por sendos arcos conopiales, decorados en sus extremos con motivos de cardinas góticas. 
     El recinto amurallado que circunda la actual edificación del castillo, a una cota bastante inferior al mismo, se adapta a las condiciones topográficas del lugar, presentando una disposición irregular con un total de 21 torres, en diferentes estados de conservación, las cuales quedan entrelazadas por muros en los que se puede observar la evolución histórica del recinto. Entre los elementos principales, destacan la torre coracha y la torre albarrana. 
     La torre coracha, conocida como Torre de los Vargas, se encuentra en el centro del sector oriental de la muralla, asentada al pie del arroyo Caganchas. Presenta unas dimensiones mayores que las de las restantes torres, su planta es aproximadamente rectangular aunque a mitad de su lado norte realiza un quiebro para enlazar con la muralla. Se trata de una torre maciza en sus dos tercios inferiores, hasta el nivel de suelo intramuros, a partir de este punto presenta una amplia estancia interior. Por el tipo de sillares y por la marca de los canteros se corresponde cronológicamente con el período de construcción del Castillo de los Sotomayor, de mediados del siglo XV. 
     La Torre Albarrana se localiza en el centro del sector norte, el único que no queda rodeado por el arroyo Caganchas. Su identificación como albarrana es evidente por la separación de la muralla y su unión al recinto por un gran arco escarzado con la rosca de ladrillo; su única habitación interior está colmatada por derrumbes, espacio que según Ramírez de Arellano estaría reservado para una noria que extraería agua de un pozo interior. 
     La disposición del puente y de la torre no es perpendicular a la muralla, sino que está oblicua Sureste-Noroeste, lo que hace que su planta sea irregular. Se edifica sobre un pequeño plinto alamborado, siendo su cuerpo inferior macizo hasta unos 10 metros de altura, a partir del cual hay una estancia cuadrada iluminada por una estrecha ventana en el norte. 
     La torre se distancia del recinto, por un puente de una anchura algo estrecha para paso de tropa constituido por un primer cuerpo macizo de sillares de 3,30 metros de longitud y un gran arco escarzado. La torre pertenece al mismo momento en el que se realiza el Castillo de los Sotomayor, a mediados del siglo XV, siendo por tanto obra cristiana, tal y como queda constatada por las marcas de canteros que están labradas en sus sillares de granito de dimensiones aproximadamente cuadradas. 
     En el conjunto de dicho recinto destaca el empleo de un amplio abanico de materiales constructivos y la combinación de distintas técnicas edilicias, fruto de las distintas fases constructivas que corresponden a los distintos momentos históricos, provocando continuas reformas y ampliaciones, ya que se tienen documentadas actuaciones desde el siglo IX hasta el XVI. 
     En la actualidad, existen restos del propio castillo en la localidad de Belalcázar: ocho escudos labrados en piedra y los alfarjes de madera, en la fachada de la casa sita en la calle Blas Infante, núm. 15, del municipio de Belalcázar, antigua casa del administrador del señorío. Con la misma procedencia, en la casa del actual propietario del castillo, se conserva una balaustrada de piedra, donde se puede observar la labor de cantería, presentando una decoración calada con motivos ojivales. 
     Desde el punto de vista de la protección, también se ha considerado que forman parte del castillo los restos de una primitiva ermita consistentes en un muro de obra de mampostería de pizarra, adosados a una edificación relativamente reciente de carácter accesoria, en las inmediaciones del extremo sureste del castillo y entre el foso y el recinto amurallado. Esta ermita se denominaba de Villacerrada o de la Virgen del Castillo en clara referencia a la primitiva fortaleza allí existente. 
     Asimismo, hay que contemplar también la existencia del camino empedrado por el que se accede hoy en día al propio castillo, que va recorriendo de sur a norte la totalidad de la superficie comprendida dentro de los límites del recinto amurallado. Dicho camino formaba parte al parecer de la antigua ruta a Almadén, ya que Belalcázar era un lugar estratégico dentro de la ruta que unía los Montes de Toledo con Córdoba por el valle de la Alcudia. Dicho camino, en el tramo que se corresponde con el recinto amurallado, aparece delimitado en sus laterales por muretes de obra de mampostería irregular de aproximadamente un metro de altura.
     El Castillo de Gahete constituye un referente obligado de la arquitectura defensiva del siglo XV en la Península Ibérica, respondiendo a la tipología clásica de estas edificaciones de la Baja Edad Media castellana, de planta generalmente regular, y donde se destaca una gran torre. Dicho conjunto aumenta sus valores cuando, ya en el siglo XVI, se construye en el interior del recinto el señorial palacio de los Zúñiga-Sotomayor.
     La denominación de Bel Alcázar, asignada a la singular y relevante Torre del Homenaje de la fortaleza de Belalcázar desde su construcción, propició el nombre definitivo de la villa donde se asienta, que había sido conocida hasta entonces, al igual que el castillo, como Gaete o Gahete (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Levantado sobre los restos de una antigua fortaleza árabe, el magnífico castillo palacio de los Sotomayor aparece resguardado por una antigua muralla que rodea al arroyo Caganchas, sobre el que se sitúan torres albarranas, una de ellas dedicada a la extracción de agua.
     Su Construcción se inició en torno a 1.450 utilizando granito de la zona.
     Ocupa una superficie de más de 3.500 metros cuadrados, contando con ocho torres de 22 metros de altura que se elevan sobre los lienzos de su muralla.
     El emblema de este castillo se lo proporciona su majestuosa torre del homenaje que alcanza una altura de 45 metros y está coronada por unas garitas en las que aparece esculpido el escudo de los Sotomayor.
     La impronta de este edificio hizo que Gahete cambiase su nombre por el de Belalcázar, debido al carácter palaciego de este conjunto que se vería acrecentado en el siglo XVI, cuando el duque Don Francisco de Zúñiga y Guzmán de Sotomayor mandó construir un palacio de estilo plateresco sobre una de las alas del castillo.
     Hace unos años fue adquirido por la Junta de Andalucía la cual procedió a su restauración y a día de hoy es un castillo visitable.
     Para más información: +34 957 146 004 (Diputación Provincial de Córdoba).

Convento de los Santos Mártires de Marruecos.-

     Del convento franciscano de los Santos Mártires de Marruecos, fundado en 1486, no queda más que la iglesia desacralizada, de una nave, en deplorable estado. La capilla funeraria de los Vargas es obra de Hernán Ruiz el Joven, de hacia el año 1555 (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     El Antiguo Convento de San Francisco de los Santos Mártires de Marruecos, se encuentra ubicado en la zona este de la localidad de Belalcázar, en el límite de la calle de San Francisco y el barrio del Marrubial. Su estado es totalmente ruinoso. 
     Del complejo conventual prácticamente sólo subsisten restos de su iglesia, de una sola nave de una altura considerable, con cuatro arcos apuntados. Dichos arcos arrancan del propio suelo y están construidos con piedra de granito. Su bóveda es de medio cañón y la pequeña cabecera es rectangular. 
     En la fachada, en la parte central que bordea la portada, se emplearon grandes sillares de granito, piedra abundante en la zona, mientras que en el segundo cuerpo, de remate en piñón, la piedra adopta la forma de sillarejo o simple mampostería irregular. La portada es de ladrillo que debió estar enlucido y pintado originalmente. Ésta se compone de dos cuerpos: El inferior con el vano de ingreso en arco de medio punto rebajado enmarcado por pares de semicolumnas sobre pedestal, y el superior formado por un amplio friso que contiene una hornacina central y tres pilastras a cada lado. 
     Sobre él, en un frontón trebolado, campea un escudo de piedra granítica que ostenta las armas de don Gutierre III de Sotomayor y doña Teresa Enríquez, condes de Belalcázar y bajo cuyo patronato se fundó el Convento. 
     Junto a la portada, en el lado superior izquierdo, hay una pequeña espadaña de un solo vano y, adosada al lado derecho o de la Epístola, otra espadaña, en este caso de importante altura y notoria presencia en la imagen del templo. La forman tres cuerpos. El inferior con dos vanos en arco de medio punto superpuestos; el central con dos huecos separados por pilastras en el mismo nivel; y el de remate, de menor anchura, con un sólo hueco. 
     Actualmente el exterior del lado de la Epístola no es visible por las construcciones adosadas a él. El exterior del lado del Evangelio ofrece a la vista una masa pétrea reforzada con contrafuertes. En la cabecera se aprecian los restos de un ábside semicircular que se interpretan como una obra de ampliación no concluida. 
     Accediendo al interior a través de la portada de los pies antes descrita, se accede a un espacio rectangular tripartito, a modo de atrio, cubierto por bóvedas de arista que descansan en ménsulas voladas con decoración de estrías. Tras él y traspasado el coro bajo, abre la única nave de la iglesia cubierta por bóveda de cañón con fajones levemente apuntados realizados en piedra granítica. Los empujes de los fajones se trasmiten a unos pilares adosados a los muros. La cabecera, ubicada en una cota considerablemente superior, es plana. El ingreso en ella se hace a través de un gran arco apuntado. 
     En el muro de la Epístola se conserva la portada de una capilla, datable en el siglo XVI, formada por arco de medio punto con despiece de dovelas y el intradós decorado con motivos vegetales. Las enjutas y el friso muestran una abigarrada decoración a base de motivos vegetales, roleos y pequeñas cabezas, decoración que se repite en el frontón de remate, centrado por una hornacina avenerada. En el lado del Evangelio y situada a nivel inferior al resto de la Iglesia, hay otra capilla, también del siglo XVI, relativa-mente bien conservada, a la que se accede por un arco de medio punto de piedra, cuya clave ostenta un escudo. Conforma un espacio cuadrangular cubierto por cúpula muy plana decorada en círculos, emparentada con obras cordobesas del siglo XVI y atribuida a Hernán Ruiz I. El testero de la capilla conserva un retablo de columnas acanaladas y capitel toscano sobre las que descansa un friso con triglifos y metopas rematado por frontón triangular.
     Se trata de un interesante ejemplo de arquitectura religiosa de los siglos XV y XVI. Del antiguo convento, actualmente abandonado y muy deteriorado persiste solo la Iglesia y parte de la cerca de piedra. Ya a finales del siglo XIX se encontraba abandonado y la Iglesia durante la Guerra Civil fue duramente expoliada y quemada, desapareciendo todos los bienes muebles que aún se conservaban. 
     El nombre se debe a la fecha de inicio de su construcción, el 16 de enero de 1488, día de los "Cinco Mártires de Marruecos". Sirvió de enterramiento a figuras ilustres, como la esposa de don Fernando de Sotomayor, los Céspedes, los Vargas, fray Juan de Robles o fray Andrés Camacho. En 1533, el cardenal Fray Francisco de los Ángeles Quiñónez, lograría indulgencias por conservarse en él algunas importantes reliquias, en especial dos cabezas de las "Once Mil Vírgenes", Santa Eunodia o Santa Manila, y en su interior se veneraba "El Cristo de los Alivios" de gran devoción (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     El Convento de San Francisco o de los Cinco Mártires de Marruecos, fue fundado en 1.486 por bula del papa Inocencio VIII para que en él habitaran los frailes desplazados de Santa Clara.
     De él sólo subsiste la iglesia, hoy abandonada, de nave única y grandiosa, pero austera, y fachada de piedra en cuyo eje se instala una portada con el primer cuerpo formado por parejas de columnas y otro menor articulado por varias pilastrillas.
     Es del s. XV y constituye un testimonio claro de las obras que, con posterioridad a la fundación se practicaron en el templo, aunque todavía pueden verse rasgos góticos que avalan la antigüedad del edificio (Diputación Provincial de Córdoba).

Hospital de San Antonio.-
     El antiguo hospital de San Antonio, situado en la plaza y muy reformado, se construyó en la primera mitad del siglo XV (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).

Ermita de Nuestra Señora de Gracia de Alcantarillas.-

     El edificio se encuentra ubicado en un cerro junto al río Zújar, en la carretera CO-450 de Belalcázar a Monterrubio de la Serena, a 20 km de Belalcázar.
     Se trata de un templo con orientación Este, de planta rectangular dividida en tres naves con cinco tramos y capilla mayor de planta cuadrada. Las naves están separadas por arcos de medio punto sobre columnas. Los arcos son de granito, de perfil rectangular achaflanado, y apoyan en gruesos fustes cilíndricos, en varios de los cuales se han inserto, como capiteles o basas, elementos reutilizados. La capilla mayor se cubre con bóveda de crucería simple con perfilería gótica de doble escocia sobre arranques en esquina y clave central, mientras las naves lo hacen con techumbres de madera: armadura de par e hilera con tirantes en la nave central y de vigas a la molinera en las laterales.
     Tiene dos puertas con vanos de medio punto. La que se abre en el lado Sur presenta la rosca del arco realizada en granito con arista achaflanada hacia el exterior; la del Norte tiene un chaflán en escocia con baquetón central corrido por jambas y arco. La iluminación interior se realiza a través de una ventana en el testero de los pies, rectangular, con capialzado de granito.
     En el presbiterio de encuentra un retablo moderno, de madera, con banco, un solo cuerpo y tres calles separadas por finas columnillas salomónicas. En la nave de la epístola hay un púlpito de granito y una pila de agua bendita adosada a la columna más cercana a la entrada Norte. En una esquina se incorporó una lápida funeraria romana con la inscripción VIBI*VASCO/RVS*PARR/IF C.
     Los muros son de mampostería con zonas de tapial. Por tres de sus lados, la ermita se rodea de un pórtico que se apoya en pilares de sección octogonal rematados por capiteles troncopiramidales. Los pilares se unen por un peto de fábrica rematado en alféizar. Un banco corrido pegado al muro de la ermita se cobija bajo el pórtico. Alrededor de la cabecera se disponen una serie de dependencias con un patio cercado que completan la planta rectangular del conjunto.
     El aspecto exterior de la ermita es elemental y rústico, destacando la horizontalidad subrayada por el pórtico; de él emerge el hastial de fachada que se corona por una espadaña con arco para campana y remate en frontón. El edificio está blanqueado, salvo los elementos de granito. La techumbre, que sigue los faldones de la cubierta de la nave, es de tejas curvas, propias del lugar. 
     La Ermita actual data de finales del siglo XV y está construida con restos de edificaciones romano-visigóticas y árabes, que posiblemente existieran en el mismo lugar. Está rodeada por pórticos abiertos en su parte posterior y laterales, como continuación de estos pórticos y rodeando el espacio central de la ermita existen unas estancias para descanso de los cofrades.
     El estado de conservación de la misma es muy bueno (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Debe su nombre a la proximidad de un puente sobre el río Zújar cercano a su emplazamiento, y por su traza recuerda a otras construcciones de este tipo de Castilla y Extremadura.
     Su interior cuenta con tres naves separadas por cinco arcos formeros. Los capiteles son de procedencia romana y pertenecieron a construcciones cercanas de antiguos poblados y villas.
     Es una de las ermitas más características y antiguas de la zona, estando datada su construcción a finales del siglo XIII y principios del XIV (Diputación Provincial de Córdoba).

Ermita de Nuestra Señora de Consolación.-
     Templo de gran antigüedad aunque bastante reformado. De su primitiva construcción conserva grandes pilares monolíticos con toscos cimacios. Presenta tres naves separadas por arcos rebajados y ábside con cubierta de crucería simple, probablemente debido a una reforma de finales del XV o principios del XVI. El exterior, muy rústico, presenta un pórtico a los pies formado por pilares de piedra sin labrar que descansan en zapatas de madera. Los tejados son de gran amplitud y le dan un aspecto achatado al conjunto (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     La Ermita de Consolación, que fue parroquia de la antigua aldea de Coslada, data del s. XV y se compone de tres naves con arcos rebajados.
     Dista de la villa algo más de 4 Kilómetros en dirección a Valsequillo (Diputación Provincial de Córdoba).

Ermita de San Sebastián.-
     El edificio, de gran antigüedad, data de los ss. XIII o XIV , aunque en la actualidad se encuentra muy reformado. Presenta una sola nave con crucero y cubierta de madera a dos aguas. Los arcos de medio punto, ligeramente apuntados, descansan sobre pilares que descargan a su vez en contrafuertes exteriores. El presbiterio se cubre con bóveda de crucería simple, de la primera mitad del siglo XVI.
     En 1980 fue restaurada de nuevo por la comunidad franciscana y por subscripción popular, de la que queda constancia en una lápida en el muro de la epístola del crucero. Aunque estuvo haciendo las veces de parroquia durante varios años bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, en la actualidad no tiene culto. Se celebran en su interior los concursos de villancicos de la comarca (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Ermita de San Antón.-
     Aunque de construcción antigua, muy probablemente, las continuas reformas han ocultado cualquier rasgo alusivo a su antigüedad. Repite el tipo de ermita de la zona, con arcos transversales que descansan en contrafuertes exteriores. 
     También al exterior presenta un pórtico y la parte más antigua, el ábside, de estilo gótico y decorado con pinturas murales.
     La devoción a San Antón, muy grande en la población, viene dada por la antigua vinculación de la misma a la ganadería, en la actualidad completamente olvidada, y se demuestra por la gran cantidad de exvotos de cera que posee la ermita, aunque sin romería (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Puente de San Pedro.-
     El Puente Romano de San Pedro, en el camino de la Mesta, parece, por su aspecto actual que fue obra del Renacimiento.
     Sobre él pasaba una calzada romana de carácter secundario que enlazaba el balneario romano con Santa María de la Selva (Diputación Provincial de Córdoba).

Fuente del Pilar.- 
     El conjunto hidráulico de la Fuente del Pilar se encuentra situado en la zona norte de la villa, donde parte el antiguo camino o vía a Almadén, y por la que se accede al castillo desde la población. Entre sus diversos elementos destacan un pilar octogonal, el abrevadero de 40 metros de longitud, así como el lavadero, alberca de riego de las huertas adyacentes y el espacio público que los rodea. La construcción se remonta a 1570, habiendo sido sufragada la obra tanto por los Duques de Béjar como por los vecinos de la villa. 
     El pilar octogonal, al que se accede por medio de unos escalones de granito, consta de un machón central integrado por seis piezas diferentes, la primera (más baja en contacto con el fondo del pilar) tiene sección circular, las siguientes son cuadrangulares de diferentes dimensiones y la última es un monolito vertical. En el machón central se sitúan cuatro caños de bronce, uno de sección hexagonal que vierte el agua directamente al pilar para el abrevadero, y los otros tres circulares que vierten sus aguas a través de un orificio circular practicado en tres grandes losas, diseñadas para recoger en cántaros y vasijas el agua. El agua sobrante del pilar-abrevadero, y la que sale de una pequeña fuente anexa, piloncillo de 1,30 metros de longitud por 85 centímetros de anchura, se emplea para surtir el lavadero. 
     La fuente próxima a esta gran obra del Pilar se halla junto al ángulo noreste del abrevadero, adosada a una pared por cuyo interior discurre la canalización que le surte de agua. El lavadero está formado por una habitación rectangular, en cuyos laterales se adosan las pilas unas junto a otras (en número de cuarenta) y por cuya parte central discurre un estanque amplio de agua surtida por la fuente para el lavado. El agua sobrante se almacenaba en la alberca cercana que servía para regar las huertas próximas. 
     El espacio público que rodea a la Fuente del Pilar y forma parte del conjunto hidráulico, parte de la calle Cuesta del Pilar, desde lo más alto de la villa, bajando y rodeando a la fuente. Consta de una tosca balaustrada de granito, que se eleva sobre la fuente, rodeándolo, como un balcón para contemplarlo. Dicho espacio público está pavimentado con un empedrado antiguo que sigue las pautas de las calzadas del siglo XVI. 
     Dicho conjunto ha tenido desde su fundación un uso múltiple, el primero el de abastecer a la población a través del pilar octogonal y de los caños, el segundo proveer el consumo animal a través del pilar-abrevadero, el tercero atender a las necesidades del lavado de ropa de los vecinos de la villa a través del lavadero, y por último el agua sobrante se almacenaba en albercas para regar la huertas colindantes (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

Pósito.-
     Edificio de planta rectangular, con un apéndice en la parte trasera correspondiente a una crujía. El núcleo principal, con fachada corrida hacia la calle, se articula en dos cuerpos contiguos que tienen estructuras diferentes. Al primero se accede desde la portada principal y a través de un zaguán cubierto con bóveda de cañón con lunetos, encalada, al igual que los paramentos, y se compone de tres naves paralelas a la calle, separadas entre sí mediante dos arcos de medio punto a cada lado, con escasa fecha, de ladrillo, con rosca lisa y apeados sobre pilares de sección cuadrangular y carentes de capiteles o molduras, renunciándose así a cualquier tipo de ornato. Resultan robustos, tanto por su ancha rosca e intradós, como por la escasa fecha, estructura idónea para el fin al que sirve: la de crear una composición de gran fortaleza para contener las fuertes tensiones. Esta finalidad se acentúa con la disposición de unos arcos similares a los anteriores, pero muy rebajados y sobre pilares mucho más bajos en los muros laterales (noreste y suroeste); es decir, el de fachada y el opuesto. Son arcos ciegos, de descarga - los próximos a fachada de medio punto y los opuestos, carpaneles-, cuya finalidad es aligerar el empuje de los gruesos muros. La cubrición de la nave paralela a fachada se realiza mediante bóveda de cañón con lunetos, la central con cañón, y con cañón rampante la nave del fondo, en la cual se abrieron unas lucernas rectangulares para entrada de luz. 
     Bajo este primer cuerpo y en dirección perpendicular a la línea de fachada, existe un semisótano en forma de galerías paralelas de más de 2 metros de anchura cada una, en perfecto estado, de las cuales una al menos es practicable hoy día. Ésta se halla cubierta con bóveda de cañón y servía como cámara de aislamiento del grano respecto a la humedad del suelo. Este semisótano se ilumina mediante pequeños ventanucos que se abren en la fachada a ras de calle y perfectamente apreciables desde el exterior.
     El segundo cuerpo, anexo al anterior y comunicado con él por un arco, es un espacio amplio y diáfano, de lograda concepción estética, que cuenta con sólo cuatro soportes: rudas columnas labradas en granito, material característico del entorno, y compuestas únicamente de fuste liso y capitel. Dos de estos capiteles son troncopiramidales, sin ornato, con las caras lisas; otros dos son derivaciones del dórico, pues constan de equino, pero tienen un ábaco prismático de gran desarrollo. Uno de los soportes presenta la particularidad de que, por motivo desconocido -premura, impericia...-, figura toscamente labrado en una parte como si se tratara de un pilar con dos fustes adosados. Sobre estos soportes arrancan nueve bóvedas de arista rebajadas y fabricadas en ladrillo puesto de canto, que proporcionan una visión unificada del espacio, aumentada por la continuidad de las bóvedas. Dicho espacio se comunica mediante dos arcos de medio punto con una crujía trasera compuesta de tres tramos con bóvedas, en las que en fecha imprecisa se abrieron grandes lucernas para entrada de luz.
     La fachada es muy sencilla y arranca de un zócalo moderno de cemento que pretende imitar piedra granítica. Algunos vanos de iluminación se reparten irregularmente. Caben dudas acerca de cuándo se abrieron todos ellos, pues es posible que no todos estuvieran originalmente. Del único que no hay incertidumbre acerca de su origen primitivo es del ubicado a la derecha de la portada, con reja de hierro forjado dibujando retícula y ancho recercado de granito, como es típico en la zona, de la cual es también característica la portada, que traza un arco de medio punto rebajado, con ligero baquetoncillo que moldura la parte interna de la rosca, en tanto que delgados fletes recorren el extradós. Dos mensulillas con fuerte impronta del gótico tardío soportan la moldura. El arco, dispuesto sobre dos anchos plintos lisos, se caracteriza esencialmente por los grandes sillares graníticos que modelan tanto jambas como las dovelas colocadas radialmente. 
     Salvo el zócalo, la portada y el recercado de algún vano, el resto del paramento está encalado, ofreciendo ese contraste tan singular en este área geográfica. 
     El conjunto se cubre con tejado, cuya hilera discurre paralela a la fachada. Es visible la reforma a la que se sometió la cubierta del segundo cuerpo -el cubierto con nueve bóvedas de ladrillo-, pues su alero es ostensiblemente moderno; sin embargo, el del primer cuerpo, aunque restaurado, mantiene el ladrillo en esquinilla.
     A falta de un estudio previo del edificio que recabe la posible información acerca de este pósito, únicamente se pueden recoger los testimonios que han pasado de generación en generación. En el Catálogo Artístico y Monumental de la Provincia de Córdoba (t. 1, p. 232) se fecha en el siglo XVI, datación que corroboran los autores del libro "Pósitos, Cillas y Tercias de Andalucía" (p. 207) que concretan más: en el reinado de Felipe II (1556-1598). En efecto, la portada, aunque de fuertes resabios goticistas, es muy típica en el norte de la provincia en fechas tan avanzadas como la dicha, por el retraso con el que llegó a la zona el Renacimiento y la pervivencia del gótico, de fuerte arraigo. Bien es verdad que en el primer cuerpo descrito, justamente el que encontramos nada más franquear la portada, tiene ya bóvedas de cañón y de arista, más en consonancia con fechas más tardías, ya a partir del XVII, pero cabe la posibilidad de que obedecieran a una reforma. Sin embargo, los soportes y bóvedas del segundo cuerpo sí que parecen responder a la época primigenia del edificio. Sobre todo, el tipo de columnas y capiteles los encontramos en otros edificios históricos de Belalcázar, como el convento de Santa Clara de la Columna, fundado en 1483, pero edificado en esencia a lo largo del XVI.
     Estilísticamente, la composición de la portada se podría emparentar con modelos toledanos, lo cual no deja de tener cierta lógica, teniendo en cuenta las relaciones de esta zona norteña de la provincia con el sur de la cercana Extremadura, especialmente a partir de la Baja Edad Media, a través de los caminos de trashumancia que interconectaban una amplísima zona. No hay que olvidar la relación de la familia condal ¿condes de Belalcázar y posteriormente, en el XVI, duques de Béjar- con el valle de la Serena (al este de la provincia de Badajoz), hasta donde se extendían sus dominios. 
     Influencias toledanas también son perceptibles en el magnífico convento de Santa Clara de la Columna, en la propia Belalcázar, fundación de los condes.
     En cuanto a la evidente diferenciación entre los dos núcleos principales que conforman el conjunto del pósito, hoy día, careciendo de datos históricos que lo atestigüen, nos atrevemos a apuntar que pudo deberse a una separación de los productos que se almacenaban en cada uno de los dos y, posiblemente, incluso a una reforma. Mientras que parece más lógico que el primero, contiguo a la portada y con unas cámaras abovedadas debajo, sirviera para almacén de grano, por la cuestión del aislamiento de la humedad, la otra parte pudo haber sido utilizada para vino o aceite. Habrá que esperar los resultados de futuras investigaciones que lleven a aclarar de forma más segura el porqué de la diferencia entre ambos espacios.
     Se aprecian dos momentos importantes en la historia del pósito de Belalcázar: el de fundación en el siglo XVI y una ampliación en la siguiente centuria. Después, pocas reformas parece haber sufrido y si las hubo, no han desvirtuado el carácter primigenio de su estructura, por lo que se manifiesta hoy como uno de los ejemplares mejor conservados en la provincia.
     Entre los usos que ha tenido, aparte de pósito, se sabe que en el siglo XIX, durante una época, albergó al Ayuntamiento; también ha servido de escuela, plaza de abastos, hogar juvenil, museo, casa de la juventud y, ahora, casa de cultura (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).

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