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martes, 23 de abril de 2024

El sitio arqueológico del Cortijo de San Jorge de Algarbejo, en Alcalá de Guadaira (Sevilla)

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Sevilla, déjame ExplicArte el sitio arqueológico del Cortijo de San Jorge de Algarbejo, en Alcalá de Guadaira (Sevilla).
     Hoy, 23 de abril, Memoria de San Jorge, mártir, cuyo glorioso combate, que tuvo lugar en Dióspolis o Lidda, en Palestina, actual Israel, celebran desde muy antiguo todas las Iglesias, desde Oriente hasta Occidente (s. IV) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     Y que mejor día que hoy para ExplicArte el sitio arqueológico del Cortijo de San Jorge de Algarbejo, en Alcalá de Guadaira (Sevilla).
     El sitio arqueológico se sitúa sobre un cerrillo situado al Sur del cortijo, y a escasos metros de la línea de ferrocarril Sevilla-Granada. 
     Afloran gran cantidad de restos constructivos romanos (tégulas, ladrillos y "laterculi"), junto con un variado repertorio de fragmentos cerámicos. De época romana se distinguen bordes de TSH, asas de ánfora, bordes de "dolium", cerámica de cocina y varias comunes. 
     Abundan igualmente las producciones de época islámica, tales como asas de cinta y acanaladas, bordes de redoma, y numerosas meladas de varias tonalidades (amarilla, verde y marrón) (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).     
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Jorge, mártir;
LEYENDA
   Santo fabuloso a quien se considera oriundo de Capadocia, a causa de una confusión con otro san Jorge, obispo arriano de Alejandría.
   Su leyenda, que fue rechazada por el concilio del siglo V como apócrifa, según el presbítero Delehaye, es sólo un cuento de Las Mil y una Noches. Oficial de una legión romana, atravesó una ciudad aterrorizada por un dragón que devoraba hombres y animales. Para calmar el hambre del monstruo, los pobladores le entregaban dos ovejas diarias, y luego, cuando todo el ganado ovino fue sacrificado, le entregaban dos jóvenes elegidas por sorteo.
   Un día la suerte recayó en la hija del rey. Cuando la joven estaba a punto de ser devorada, apareció san Jorge, quien espoleó el caballo y cargó sobre el dragón al que a travesó con su lanza.
   Según la Leyenda Dorada, sólo lo habría herido, después de lo cual, habría pedido a la princesa que anudara su cinturón alrededor del cuello del monstruo que la seguía como un perro llevado por la correa. El santo distribuyó entre los pobres el dinero que le diera el rey como recompensa.
   Después de su victoria sobre el dragón, viene su Pasión. Habría sido martirizado en 303. El hagiógrafo enumera con complacencia los espantosos suplicios que debió padecer por haberse negado a ofrecer sacrificios a los ídolos durante la persecución de Diocleciano.
   Para comenzar, fue estirado en un potro de tormento, desgarrado con garfios de hierro, sometido a la tortura de los borceguíes de hierro calentados al rojo y guarnecidos de clavos puntiagudos, suspendido cabeza  abajo encima de un brasero... Resistió  milagrosamente todas estas pruebas.
   Entonces un mago preparó veneno para darle muerte. En principio molió una serpiente venenosa en una copa, pero la dosis demostró ser insuficiente; luego reunió numerosas víboras en un mortero; pero Jorge se tragó la mezcla volviéndola inofensiva con una señal de la cruz, y no experimentó daño alguno.
   Como santa Catalina, fue atado a una rueda erizada de espadas, pero el instrumento de tortura fue partido por los ángeles que descendieron del cielo. Sumergido en un caldero lleno de plomo fundido, bastó que hiciera una señal de la cruz para que experimentara los efectos de un baño refrescante. En un templo pagano al que le condujeran por la fuerza, invocó a Dios y éste derribó a todos los ídolos. Luego fue atado a la grupa de un caballo y arrastrado desnudo sobre las calles empedradas. Cansados de tantos esfuerzos, sus verdugos acabaron decapitándole. Sus miembros, serrados por uno de los sayones, fueron arrojados a un pozo del cual un ángel retiró la cabeza.
   ¿Cuál es el origen de estas fábulas?
   El tema de la lucha contra el dragón y de la liberación de la princesa ya se encontraba en la leyenda griega de Perseo y Andrómeda y el Perseo de los griegos es a su vez una variante del dios egipcio Horus a quien se representa a caballo y atravesando con su lanza a un cocodrilo.
   Por tanto, san Jorge sería la réplica cristiana de Horus, vencedor de Set. Los cristianos de Siria hicieron de su lucha contra el dragón el símbolo de la conversión de Capadocia. Más tarde, la princesa salvada del dragón se interpretó como el símbolo de la Iglesia cristiana entera arrancada a sus perseguidores por el emperador Constantino.
   El dragón parece haber sido en su origen una personificación del mar y del guardián de las fuentes. Es por eso que san Jorge, al igual que Apolo, Hércules y Perseo lo matan a orillas del mar, de un río o de una marisma. Entre los cristianos se convirtió en el símbolo del paganismo.
   Los cristianos de Oriente, en principio aplicaron esta leyenda de origen egipcio y griego a san Teodoro, otro santo militar que fue suplantado por san Jorge a partir del siglo XI.
   Por otra parte, es posible que en el origen del tema haya un error de interpretación de las imágenes del emperador Constantino.
CULTO
   Nacido en Oriente, el culto de san Jorge permaneció localizado durante mucho tiempo en Palestina, en Lidia y entre los coptos de Egipto, cuya ciudad de Gergeh está consagrada a él. Desde allí pasó a Constantinopla que en la Punta del Serrallo puso bajo la advocación de San Jorge de Manganes un gran monasterio.
   Pero es falso que se haya introducido en Occidente en la época de las cruzadas. Dicho aserto está desmentido por el estudio de los patronazgos datados. Numerosas iglesias estaban puestas bajo su advocación con anterioridad al siglo XII, por ejemplo, la de Lirnburgo an der Lahn, en Praga. Lo cierto es que fue adoptado por los cruzados en Tierra  Santa, tal como sucedió con el Apóstol Santiago de Compostela en la Cruzada de España. Corrían las mismas leyendas acerca de uno y otro santo. Después de la toma de Antioquía, san Jorge, montado sobre un caballo blanco, habría acudido en socorro de los cruzados junto a los santos militares Demetrio y Mercurio, y habrían con­seguido poner a los sarracenos en fuga. Desde entonces, se lo considera el tipo ideal del paladín, el parangón y el modelo de todas las virtudes caballerescas. 
    De ahí su popularidad en las novelas de caballería. San Jorge y la princesa liberada reaparecen en el Orlando furioso de Ariosto, con los nombres de Rogelio y Angélica, y a pesar de la deformación caricaturesca de la novela satírica de Cervantes, aún se lo reconoce en la pareja de Don Quijote y Dulcinea. En Italia fue elegido patrón por las Repúblicas de Génova y de Venecia que no le dedicaron menos de tres iglesias: San Giorgio Maggiore, S. Giorgio Dei Greci y San Giorgio degli Schiavoni. En Cataluña lo adoptó Barcelona, de manera que tres de los mayores puertos del Mediterráneo acordaban en rendirle homenaje. Además, tiene otras iglesias puestas bajo su advocación en Verona y en Roma (San Giorgio in Velabro).
     En Alemania,  su culto fue patrocinado a principios del siglo XI por el emperador san Enrique II que le dedicó una iglesia en Bamberg. Más tarde se convirtió en patrón de los caballeros de la orden Teutónica y se incluyó en el grupo de los Catorce Intercesores. En el siglo XV, el teatro de los Misterios puso en escena el auto de fe Ludus draconi o Juego del dragón, que en alemán se llamó Drachenstich, y en el cual un ángel entregaba su escudo a san Jorge. El emperador Maximiliano profesaba una devoción particular por el santo caballero a quien está dedicada la iglesia benedictina de Weltenburg, a orillas del Danubio.
     Pero sólo en Inglaterra  llegó a convertirse en un santo nacional a partir de 1222, año del sínodo de Oxford. Se contaba que había desembarcado en Gran Bretaña, como el apóstol Santiago en Galicia, y que llegó por el estrecho del mar de Irlanda, que lleva su nombre. Su popularidad data del reinado de Ricardo I quien, durante la cruzada, se puso con su ejército bajo la protección particular de san Jorge. Además, el santo fue elegido patrón de la orden de la Jarretera, instituida en 1349 por Eduardo III. En Inglaterra hay más de ciento sesenta iglesias puestas bajo su advocación. Sustituyó a san Eduardo el Confesor, quien era venerado desde el siglo IX como patrón de Gran Bretaña. Santo esencialmente militar a causa de su heroico combate contra el dragón, es el patrón de los caballeros y de los jinetes (patronus equitum, christianorum militum propugnator); de los arqueros y de los ballesteros, así como de las dos corporaciones de artesanos que proveen suministros a los combatientes: los armeros y los plumajeros o fabricantes de los grandes penachos de plumas para los morriones o cascos de guerra o de torneo, como el que lleva san Jorge en su cimera y de los guarnicioneros, puesto que el santo se mantenía bien en la silla.
     En griego, su nombre, que significa trabajador de la tierra, le ha valido el patronazgo de los labriegos.
     Se recurría a su protección para los caballos, porque es un santo jinete, y también se lo invocaba contra las serpientes venenosas porque mató un dragón. Además, se recurría a su protección contra la lepra, la peste y la sífilis.
     A partir del siglo XVI el culto de san Jorge, quien personificaba el ideal caballeresco de la Edad Media, perdió su razón de ser cuando la artillería reemplazó los combates singulares con lanza y espada. Y la Reforma le asestó el tiro de gracia.
ICONOGRAFÍA
     Está representado joven e imberbe, en armadura de caballero, ya a pie, ya en caballo. Su pelo rizado desciende muy abajo de la frente, a diferencia de san Demetrio que lleva el cabello corto.
     Además del dragón bramando a sus pies, tiene como atributos una lanza partida (lo que lo diferencia de san Longinos en la Madonna  della Vittoria de Mantegna), una espada desenvainada, un escudo con una cruz estampada y una bandera blanca con una cruz roja (en términos de heráldica: una cruz de gules sobre campo de plata)  que le había sido entregada por un ángel.
   La bandera de san Jorge se convirtió en la enseña nacional de Inglaterra. Cuando está representado como patrón de la orden de la Jarretera (como en el cuadrito de Rafael), tiene una jarretera anudada alrededor de la rodilla, sobre la cual se lee la divisa: Honni soit qui mal y pense.
   El caballo blanco que monta es quizá un recuerdo de muy antiguas tradiciones, puesto que entre los mazdeístas el blanco era el color de los caballos sagrados (Herodoto, VII, 40) y Capadocia estaba impregnada de influencias persas (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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