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lunes, 17 de abril de 2023

Los principales monumentos de la localidad de Huelva (I), en la provincia de Huelva

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Huelva, déjame ExplicArte los principales monumentos de la localidad de Huelva (I), en la provincia de Huelva.
Ubicación
     Se encuentra localizada en la denominada "Tierra Llana", en la confluencia de los ríos Tinto y Odiel.
Reseña histórica
     Huelva es la capital de la provincia. Una ciudad situada entre la desembocadura de dos ríos: el Río Tinto y el Río Odiel, y tanto los tartessos como los fenicios la conocieron como Onuba; de ahí el término onubense, con el que se conoce a sus vecinos. Hoy en día, Huelva es una ciudad flanqueada por parajes naturales; una ciudad de contrastes de unos 150.000 habitantes.
Patrimonio cultural y artístico
     Entre sus monumentos más destacados figura la Catedral, ubicada en lo que un día fue el Convento de la Merced; las iglesias de San Pedro y de la Concepción; el Santuario de Nuestra Señora de la Cinta, Patrona de Huelva, el Muelle de Levante, y el Barrio Obrero Reina Victoria, un barrio de construcción típica británica. También son edificios emblemáticos la Casa Colón, el Gran Teatro y el propio Ayuntamiento de la ciudad.
Fiestas y tradiciones
     La ciudad de Huelva, rica en festejos populares, abre su calendario festivo en el mes de enero con las fiestas patronales de San Sebastián. Desde la Iglesia de su mismo nombre, recorre en procesión las calles que llegan hasta la Parroquia Mayor de San Pedro. Seguidamente se celebra el Carnaval, donde goza de gran éxito el concurso de comparsas y chirigotas, así como el entierro del Choco.
     La Semana Santa de Huelva, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, es una fiesta de arraigo, fe y devoción profunda, digna de ser conocida. Durante el mes de mayo tienen lugar las Cruces de Mayo, intensamente vividas por los barrios de la capital.
     Otra fiesta de gran importancia es El Rocío. Emigrantes y Huelva son las dos hermandades filiales de la capital que llegan hasta La Marismas de Doñana por la Fiesta de Pentecostés.
     Las Colombinas van íntimamente ligadas a la Gesta del Descubrimiento de América y con la fecha de partida de las Carabelas hacia el Nuevo Mundo. El tres de agosto es el momento de celebrar a lo grande la Feria de Huelva, a la que asisten cada año unas 500.000 personas.
    En septiembre, la ciudad rinde honor y pleitesía a su Patrona: Ntra. Sra. de la Cinta. Cada 8 de Septiembre se celebra la festividad de la "Virgen Chiquita" en los aledaños del Santuario, arriba, en el Conquero, con la Marisma de fondo.
     En otoño destacamos la cita anual con uno de los festivales cinematográficos más importantes de Latinoamérica: el Festival de Cine Iberoamericano.
Recursos económicos y sociales
     Las principales actividades económicas de la ciudad están relacionadas con la Industria Química y la Pesca. Cuenta Huelva con un importante puerto pesquero, una amplia flota y secular tradición marinera. Envía pescado a todos los mercados españoles y sus mariscos gozan de una especial predilección. El puerto de Huelva ocupa un lugar muy destacado en la llamada "ruta del marisco".
Gastronomía
     Pescado y marisco son destacados protagonistas de la cocina onubense. La gamba blanca, los langostinos o el ‘pescaíto’ frito son productos obligados en toda buena mesa. A ellos se añade el jamón ibérico y la fresa. Además, uno de los platos típicos son las habas con choco, a degustar en muchas de las fiestas que se organizan en la capital (Diputación Provincial de Huelva).
      Huelva, capital de la provincia de su nombre, se halla enclavada en el estuario de los ríos Tinto y Odiel. Está situada en el extremo sur-occidental de España. Ocupa una superficie de 148 Km.2, con una población de 145.150 habitantes. Su actividad económica está basada en la industria química, en la pesca y en los servicios. El puerto de Huelva es uno de los de mayor actividad de España, siendo líder en movimiento de graneles sólidos y líquidos. Desde 1953, Huelva es sede episcopal de la Diócesis onubense. Y desde finales de la década de los 90 del siglo XX tiene su Universidad propia.
     Su núcleo poblacional se remonta a época prehistórica. Por aquí pasaron los fenicios, los griegos, los tartesios y los turdetanos. Se dice que del santuario levantado por los fenicios a su dios Onus Baal podría provenir el nombre antiguo de Onuba. Expandido el Imperio romano en la península, Huelva se llamó Onuba Aestuaria, ciudad que llegó a acuñar moneda propia.
     En época musulmana fue denominada Welva, a raíz de la conquista de la ciudad por Abd al Aziz. En 1012 fue reino de taifa. En 1091 estaba bajo dominio almorávide, y al mediar el siglo XII bajo dominación almohade.
     A partir de 1262, cuando el reino taifa de Niebla es ocupado por Alfonso X, Huelva recibe el fuero real en 1263. En 1283, la infanta Beatriz recibía en donación vitalicia Niebla y su antiguo reino, entre cuyas villas se contaba la de Huelva. De 1293 a 1299 fue señorío del almirante Juan Mathe de Luna. El señorío pasó a Diego López de Haro, señor también de Vizcaya, hasta su muerte en 1309, en que la villa fue vendida a la princesa griega Lascaris Vátatzés, o doña Vataza. Es recuperada por la corona entre 1313 y 1317. Durante décadas va pasando de mano en mano y de pleito en pleito. Definitivamente, en 1468 pasó a pertenecer al señorío de los Guzmán, duques de Medina Sidonia. Especialmente, a lo largo del siglo XVII, los Guzmanes prestaron especial atención a Huelva. El conde Manuel Alonso restauró el castillo y fundó el convento de la Merced en 1605. En el castillo nació Luisa Francisca Pérez de Guzmán, en 1613, que llegó a ser reina de Portugal en 1640. Su hermano, Gaspar Alonso levantó su palacio, en la calle Palacio, en 1657, y quiso ser Rey de Andalucía. Le sucedió en 1667 Juan Claros Alonso Pérez de Guzmán, el último conde que mantuvo con cierta regularidad la vida cortesana en Huelva.
     En el siglo XVIII conoció un crecimiento con respecto a las villas colindantes, basado en la actividad agrícola y pesquera, que en 1833 le valió el nombramiento de capital de la recién creada provincia de Huelva. Los finales del siglo XIX serán los años en que conoce un desarrollo inusitado, gracias a las exportaciones del mineral de las minas de la provincia a través de su puerto y de la red de ferrocarriles que la tienen como centro. Por último, en los 60 del siglo XX, Huelva va a ser declarada Polo de Promoción industrial, dotándose de un complejo industrial que influirá en muchos aspectos de su configuración actual (Manuel Jesús Carrasco Terriza, Juan Miguel González Gómez, Alberto Oliver Carlos, Alfonso Pleguezuelo Hernández, y José María Sánchez Sánchez. Guía artística de Huelva y su provincia. Diputación Provincial y Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Historia y Geografía
     La Onuba romana surge entre las dunas y arenales cuando los ríos Tinto y Odiel van a morir en el Atlántico, en el extremo suroccidental de España. Los romanos buscaban en estas tierras los metales que necesitaban para guerrear y así la Huelva actual conoció épocas en las que su historia estuvo unida a los metales y, más tarde, a la mar cuando desde la cercana Palos salieron las tres carabelas de Colón para descubrir el Nuevo Mundo.
     Ya en la Edad de Bronce eran muy codiciados sus ricos yacimientos mineros, siendo los fenicios los que se asientan en una tierra situada entre los "ríos que nacen de la montaña de la plata". Los restos hallados en Los Cabezos, pequeñas colinas que la recorren de norte a sur dándole una peculiar fisonomía, nos muestran huellas de su pasado. Romanos, visigodos y árabes se sumarían al legado histórico que habían dejado los tartesos y fenicios, conociendo el máximo esplendor con los romanos que le dieron moneda propia y, poco más tarde, con los visigodos consigue ser sede episcopal.
     Los árabes tuvieron escasa presencia y es con los cristianos cuando Huelva se convierte en santo y seña de uno de los mayores descubrimientos de la Humanidad, el Descubrimiento de América. En el cercano Monasterio de La Rábida se fraguó la gesta colombina, de Palos zarparon las carabelas capitaneadas por onubenses y durante muchos años el Puerto de Huelva acaparó parte del importante comercio de las Indias.
     La pujanza minera vuelve en el siglo XIX gracias a los ingleses que explotan las minas de Riotinto, comenzando su transformación en uno de los centros industriales más importantes del sur de España, como lo demuestran restos de aquellos edificios y sobre todo el cargadero de minerales de Río Tinto.
     Zona de especial interés natural por los importantes parajes que la circundan, se ha abierto al turismo gracias a sus excelentes playas y clima y está conociendo una profunda transformación en el mundo agrario gracias a los cultivos de la fresa y los cítricos.
     Huelva se beneficia de los vientos atlánticos, con una temperatura media de 18º C; en verano suele haber algunos días muy calurosos.
Monumentos y Museos
     Huelva ciudad fue casi totalmente destruida por el terremoto que asoló a Lisboa en el año 1755,desapareciendo gran parte de su patrimonio histórico, que hubo de ser restaurado en el tiempo. La catedral de Huelva, Nuestra Señora de la Merced, data de 1783 y fue proyectada por Pedro de Silva. Declarada Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional, este templo tiene una impresionante fachada en la que sobresalen las dos espadañas que rematan las dos torres inconclusas. Merece la pena recorrer su interior donde destacan el retablo de la Virgen de los Dolores y cuadros de Herrera el Viejo y, sobre todo, la Virgen de la Cinta de Martínez Montañés.
     Con la presencia de los ingleses se introduce la arquitectura colonial inglesa en los pueblos de La Mina y en el llamado Barrio Obrero de Huelva, y se levanta el Embarcadero de Mineral de Río Tinto, una de las estructuras metálicas más importantes de Andalucía. Siendo Huelva la ciudad andaluza de mayor vocación hispanoamericana, se pueden admirar en su casco histórico edificios que recuerdan estos lazos y en la Punta del Sebo se encuentra el Monumento a la Fe Descubridora, conocido popularmente como Monumento a Colón, obra de la escultora Gertrude Vanderbilt Whitney.
     El Museo de Huelva, declarado Bien de Interés Cultural, tiene unos valiosos fondos, sobre todo en la sección de Arqueología, con las colecciones de "La Zarzita" y "El Pozuelo", los materiales de la necrópolis "La Joya", piezas de la cultura tartésica, y la colección de materiales mineros de la época romana.
     Otro punto que suscita interés es el Centro de Recepción y Documentación del Puerto de Huelva, que combina la tradición y la historia portuaria con las nuevas tecnologías.
Fiestas y Tradiciones
     Con la celebración de San Sebastián el 20 de enero, en la que se come el tradicional palmito, se inaugura el calendario festivo de la ciudad, que sigue en febrero con los Carnavales con el popular entierro del "Choco" que congrega a numerosas "viudas". En Semana Santa merece la pena conocer el barroquismo de los pasos con motivos de la Pasión de Cristo. Mayo se viste de color con las Cruces de Mayo, cuando ya se preparan las Hermandades del Rocío para iniciar el "camino" hasta la aldea de Almonte para rendir amor y cariño a la Virgen del Rocío, la Blanca Paloma.
     Las Fiestas Colombinas, en la primera semana de agosto, que conmemoran la salida de las carabelas hacia el Nuevo Mundo son el inicio de la temporada taurina y la celebración del Trofeo Colombino de Fútbol. En septiembre tiene lugar la Festividad de Nuestra Señora de la Cinta, imagen que es trasladada desde su Santuario a la Catedral, donde permanece durante un tiempo no superior a un mes antes de salir en procesión y ser llevada de nuevo a su Santuario.
     Esta devoción, muy extendida entre los hombres de la mar, se remonta a cuando el propio Colón, al encontrarse en una situación apurada en su viaje de vuelta, hizo promesa de peregrinar a este santuario y así lo hizo.
     El Festival Iberoamericano de Cine, a mediados de noviembre, es uno de los eventos culturales más importantes de la ciudad de Huelva.
Gastronomía y Artesanía
     La cocina de la Huelva marinera tiene su punto fuerte en los pescados y los mariscos frescos que cada día llegan a las lonjas y al popular Mercado del Carmen. Es un espectáculo para la vista ver el choco, la gamba blanca, la coquina, el langostino tigre o la chirla en los puestos de pescado y, que junto a los lenguados, son la base de la cocina marinera de Huelva.
     Sabrosas calderetas de pescado de roca, rape al vino blanco de la comarca del Condado, el cazón a la marinera o la raya al pimentón; los chocos con habas, el pargo encebollado o el atún mechado al horno son otros platos que dan justa fama a la cocina onubense, y a los que se une el jamón ibérico, con DO Jamón de Huelva, las ricas chacinas. las fresas de Huelva, las carnes frescas del Andévalo y la Sierra de Aracena y los vinos, con denominación de origen Condado de Huelva.
     La artesanía onubense se centra fundamentalmente en la guarnicionería, con botos de excelente calidad y demandados internacionalmente. La alfarería y la elaboración de cencerros es también importante, así como la creciente industria de la tonelería.
     El oficio de guarnicionero está muy presente en los municipios cercanos a El Rocío. Sillas de montar, cabezales, alforjas y otros artículos para el caballo se elaboran en talleres artesanos de Almonte, La Palma del Condado, a Puebla de Guzmán y Zalamea la Real. Y en la localidad de Cortegana existen talleres de fabricación artesanal de bocados, frenos y espuelas para los caballos.
     La condición vinatera de la comarca de El Condado ha derivado en la presencia de talleres de tonelería como los que encontramos en Bollullos del Condado. Escocia e Irlanda compran aquí sus toneles para la elaboración del whisky.
Rutas por Huelva
     La luz de Huelva inspiró a Juan Ramón Jiménez, el poeta por excelencia de esta tierra, como antes había inspirado a Sorolla a la hora de plasmar la pesca de los atunes en Ayamonte. Es Huelva una provincia jalonada de atalayas desde las que admirar una luz que ofrece infinidad de gamas según se contemple sobre el río Guadiana, sobre las marismas, sobre el mar o la sierra.
El primer viaje a las Indias
     Visitar las tierras de Huelva permite hacer una auténtica reconstrucción de los preparativos. Partida y regreso del viaje descubridor. El estuario de los ríos Tinto y Odiel era un amplio puerto natural de gran actividad náutica. Palos de la Frontera, Moguer y Huelva concentraban una población volcada al mar que emprendería arriesgados viajes de exploración y colonización. Nobles, mercaderes, religiosos, marinos y soldados participaban en estas aventuras. Hoy, sus castillos. conventos y casas se hacen eco de este brillante pasado.
     En el término de Palos de la Frontero, el Monasterio de lo Rábida (siglos XV-XVIII) es el emblema por excelencia de los edificios andaluces relacionados con América, pues aquí se gestó el Descubrimiento. Antiguo ribat (fortaleza defensiva) musulmán, se convirtió en convento de franciscanos y activo centro científico, cosmográfico y marino, brindando su hospitalidad a los peregrinos que, como Cristóbal Colón, llamaban a sus puertas. Es aquí donde encontró sus primeros valedores en España, tras fracasar en la corte Portuguesa. En la ciudad de Palos se puede reconstruir el escenario de la expedición colombina. En la Iglesia de San Jorge (siglo XV), edificada por los señores de la villa en estilos gótico y mudéjar, fueron convocadas las tripulaciones de las naves. En el caserío urbano se distingue la Casa de los Pinzón, legendario solar de los expertos marinos que secundaron a Colón en su primera singladura.
     El Monasterio de Santa Clara (siglos XIV-XVI) de Moguer, fue objeto de una devoción especial por parte de Colón. Su estilo y proporciones encarnan un modelo que se verá repetido en la arquitectura colonial americana. Destacan sus claustros, sepulcros de alabastro de la iglesia, azulejos y pinturas murales y Museo de Arte Sacro. El Convento de San Francisco (siglos XIV-XVIII), los restos del castillo y las casas del casco histórico de Moguer, como la mansión de los almirantes Yáñez Pinzón (siglo XVIII), completan la visión de esta ciudad íntimamente ligada a los primeros viajes europeos a América. En Huelva capital, el Santuario de la Cinta (siglo XV), rememora los momentos más difíciles de la travesía de Colón, que se encomendaría en su zozobra a la virgen de esta ermita.
Las culturas metalúrgicas
    Hacia el 800 a.C. da comienzo en Andalucía Occidental una cultura con gran personalidad. Relacionado comercialmente con el mundo fenicio se desarrolla Tartessos. reino que cuenta con la figura del mítico rey Argantonio, el rey de la plata. Muchos son los poblados dedicados a la metalurgia, el comercio y las actividades agropecuarias que se encuentran en Andalucía. Huelva, sin embargo, destaca por la calidad de sus filones metalíferos. La industria metalúrgica, de plata y cobre, dejará una profunda huella de transformación social, económica y paisajística ya desde la Edad del Cobre, en Tartessos, Roma  Imperial, el medievo musulmán y la colonización inglesa del s. XIX.
     Riotinto es el foco donde se han sucedido las explotaciones mineras desde la prehistoria a nuestros días. La arquitectura victoriana y las gigantescas minas a cielo abierto conviven con los antiguos pozos y escoriales mineros tartésicos y romanos. Su Museo Minero expone con acertado criterio este singular destino. Más adelante, pasada Zalamea la Real los dólmenes de El Pozuelo corresponden ala abundante serie de sepulcros colectivos de los primeros metalúrgicos de la Edad del Cobre (s. IV-III a.C.). destacando el espectacular dolmen de Soto. en Trigueros.
      El museo de Huelva guarda espléndidas piezas de los reyezuelos tartésicos. Bronces de inspiración oriental y piezas fenicias y griegas, que contrastan con el descargadero de mineral inglés del puerto. En la isla de Saltés se excava  una ciudad musulmana (siglos X-XII) dedicada a la transformación del material y su embarque.
Ruta por la Ciudad Portuaria
     El Centro de Recepción y Documentación del Puerto de Huelva, en las antiguas cocheras de locomotoras. Es el punto de partida para realizar un recorrido junto a las orillas del Odiel. En los Jardines del Muelle se halla el Monumento a Alonso Sánchez, considerado el predescubridor del Nuevo Mundo, ya que dio a conocer a Colón la existencia de la ruta que éste siguió en su primer viaje indiano.
     Junto a la antigua estación de Zafra, se sitúan la Raza Doce de Octubre proyectada con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929, de cuya época conserva un conjunto de farolas y obeliscos, y el Muelle de las canoas, desde el que parten las embarcaciones que conducen hasta Punta Umbría, por el Paraje Natural Marismas del Odiel.
     Tras desviarnos un poco de nuestro recorrido para admirar el hermoso edificio neomudéjar de la Estación de Sevilla, retornamos a la zona portuaria para así poder contemplar el Muelle de Riotinto de 1165 metros de longitud, con su cargadero de Mineral, punto final del trazado del ferrocarril que desde las minas transportaba el cobre hasta la ciudad. Y de allí pasamos al pétreo Monumento a la Fe Descubridora, popularmente Monumento a Colón, en la Punta del Sebo, con una colosal estatua de 20 metros erigida en 1929.
Paseo por El Conquero
     El Conquero es una de las zonas más emblemáticas de Huelva, tanto por la presencia en ella de numerosos cabezos que configuran su peculiar fisonomía y forman parte del pulmón verde dela ciudad, como por las hermosas vistas que se pueden contemplar desde los miradores ubicados sobre sus laderas. Bajo los Cabezos se hallan los restos de un acueducto romano subterráneo del siglo I d.C. Cerca, en el Parque Moret, se conservan cuatro túmulos tartésicos. Corona uno de los promontorios el Santuario de Nuestra Señora de la Cinta, del siglo XIV. Bien de Interés Cultural, y que es un centro de devoción popular, con su notable claustro de entrada con galerías porticadas y los azulejos de los testeros, que rememoran la visita de Cristóbal Colón a su vuelta de las Indias (www.andalucia.org).
     Se sugiere adentrarse en la ciudad de Huelva partien­do del punto más elevado de la misma (el Conquero), referencia geográfica, observatorio ciudadano y centro de la religiosidad popular, para luego ir recorriendo las calles del núcleo histórico y centrarse en los monumentos religiosos, los edificios singulares y los centros museísticos. Termina la exploración con una ruta que muestra los lugares relacionados con la presencia inglesa y un itinerario que invita a conocer las zonas de interés próximas a la capital.
     Dada la extensión de la ciudad, se pueden efectuar los recorridos recomendados en dos días como máximo. Se aconseja pasear por las calles peatonalizadas del centro histórico, para así captar mejor el ambiente ciudadano y tomar el pulso de la urbe.
     Ocupando un terreno de cabezos y marismas, la ciudad de Huelva se extiende en la confluencia de los ríos Tinto y Odiel. De su más remoto pa­sado destacan los tiempos en que brilló como centro de cultura tartésica (hacia los siglos VII y V a.C.). Fue ocupada por fenicios y cartagi­neses, que llegaron atraídos por la riqueza minera. También se asentaron los romanos, que le pusieron el nombre de Onuba. Durante la dominación islámica se conoció con el nombre de Welba y llegó a ser reino de taifa.
     Hasta la Reconquista, perteneció a la cora musul­mana de Niebla. Fue en 1262 cuando Alfonso X conquistó Niebla, concediéndole a Huelva fueros y privilegios como enclave integrado en su alfoz. En el siglo XV pasó a formar parte del señorío de Medina-Sidonia, donde permaneció hasta mediados del XIX. Convertida en capital de provincia tras la reordenación administrativa de 1833, la presencia inglesa generó una fase de intenso de­sarrollo económico a partir de 1874. Entre 1874 y 1900 la ciudad multiplicó por tres su población. Ya en el siglo XX, la instalación en 1964 del Polo de Desarrollo supuso la conversión del enclave en un dinámico centro industrial. De los 25.000 habitantes que tenía en 1960 se ha pasado a los cerca de 150.000 de la actualidad.
     Huelva sufrió de forma dramática las conse­cuencias del terremoto de Lisboa. Casi la totalidad de sus edificios monumentales fue re­construida. Posee un casco histórico con casas de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX que están siendo recuperadas mediante pro­yectos de restauración. Es una ciudad moderna, abierta y animada, amiga de mostrar en la calle su optimismo y de abrir al visitante un corazón repleto de hospitalidad.
Huelva esencial
El Conquero
     Se inicia la ruta en el Conquero, espacio arbolado y también parcialmente construido que se eleva unos metros sobre la planitud de las marismas y sirve de referencia geográfica, observatorio ciudadano y centro de identidad cultural. En este montículo terroso, que en tiempos pretéritos estuvo habitado por tartesos y romanos, y sembrado de viñas, hoy se reúnen el parque Moret, la Ciudad Deportiva, varios centros educativos, un mirador y, sobre todo, el santuario de la Cinta. Bajo la tierra y cerca del parque Moret se encuentran los restos de un acueducto romano construido en el siglo I d.C. A los pies del conjunto de cabezos se extienden barrios marineros que dibujan tejados y fachadas blancas. Y desde cualquiera de sus bordes se asiste al diario espectáculo de la puesta de sol sobre las aguas del Odiel. 
     En uno de los extremos del Conquero, al final de la avenida de Manuel Siurot, se levanta el santuario de Nuestra Señora de la Cinta. Fue construido en el siglo XV de acuerdo con los esquemas del estilo mudéjar, pero, tras las profundas remodelaciones sufridas en el siglo XVIII y en el XX, apenas guarda memoria de su origen. Tres naves con arcos apuntados, techumbre de madera y coro en alto. En el centro de un retablo de madera dorada y policromada (siglo XVIII) refulge una pintura mural del siglo XV que representa a la Virgen con el Niño. Éste, sonriente y desnudo, sostiene una cinta. Los muros del testero exhiben dos grandes azulejos, de acertada ejecución y bello colorido, que contienen alusiones a la historia del templo y a la promesa de visitar el lugar hecha por Cristóbal Colón cuando vivía momentos difíciles en la travesía. Son obra de Daniel de Zuloaga y fueron terminados en 1920. Con el fin de decorar la parte inferior de los muros, un zócalo de azulejos en azul, de escuela valenciana, fue añadido en la reforma efectuada en 1966. En uno de los ábsides se esconde una escultura muy venerada en la ciudad. Conocida como la "Virgen chiquita", fue realizada en el siglo XVIII por el círculo de Benito Hita del Castillo inspirándose en la pintura mural. Es una imagen procesional de reducidas dimensiones que se utiliza en las festividades patronales. La devoción a la Virgen de la Cinta, que se remonta al final del medievo, está muy arraigada entre los onubenses.
     Un patio claustral, amplio y luminoso, procurador de sombra en el verano, rodea la entrada de un edificio que se adorna con espadaña barroca de tres cuerpos. A sus pies se abre un generoso espacio que se conoce con el nombre de plaza de los Capellanes. Desde allí se ven los bloques de ladrillo, las aguas quietas del Odiel y unos crepúsculos donde la luz agoniza envuelta en sutilezas y deslumbres.
     Desde la plaza también se puede ver el humilladero situado a los pies del cabezo. Sus orígenes se remontan a la época musulmana, pero lo que ahora puede examinarse pertenece a la restauración hecha en 1921. Blanco de cal, adornado con motivos de inspiración morisca, el humilladero brinda un instante de reflexión en el diario vértigo del tráfico. Bajo la cúpula, en un azulejo interior, se representa la imagen de la Virgen de la Cinta.
     En compañía de árboles, edificios y senderos se puede recorrer la avenida de Manuel Siurot hasta llegar al mirador del Conquero. A pesar de la degradación que sufre, este lugar aporta renovadas perspectivas de observación, pues permite contemplar un nuevo perfil de la ciudad y atisbar sus alrededores. A sus pies se entienden dos barriadas marineras, la del Carmen y la de las Colonias, y una extensa geometría de blancos, rosas y ocres. Y más allá, las lenguas de agua que forman la ría del Odiel y las masas de vegetación que integran la marisma. Destaca, en ese lejano mundo vegetal, la llamada espartina densiforme, planta que resulta fundamental en el sistema de drenaje. Con su paleta cromática, el mar de espartina se convierte en otoño en un bellísimo paisaje.
     En la ladera del Conquero, al comienzo de la avenida de Manuel Siurot, el Instituto La Rábida impone sus rotundos volúmenes eclécticos. Edificio diseñado en 1926 por el arquitecto José María Pérez Carasa para poner fin al errabundo peregrinaje que, hasta entonces y desde 1856, había llevado el Instituto de Enseñanza Secundaria. Se trata de una construcción grandiosa y solemne, que combina elementos diversos en su lenguaje arquitectónico y decorativo. Dos torres coronadas con cúpulas revestidas de tejas vidriadas y fachada principal con columnas de mármol. Luminoso patio interior. Frente al instituto se esboza un parque con bancos y estatuas, dedicado a don Diego Díaz Herrero, cronista de la ciudad. Las piezas forman parte del Museo de Escultura al Aire Libre, que ha sembrado de arte algunos otros escenarios urbanos como el centro histórico y los jardines de la Casa Colón.
El Coso y Catedral de la Merced
     El Coso de la Merced se levanta a los pies del Conquero. Esta histórica plaza de toros, testigo de glorias taurinas y tardes triunfales, se inauguró la tarde del 5 de septiembre de 1902 con un festejo en el que participaban las cuadrillas de Machaquito y oficiaba de matador El Litri I, afamado diestro onubense. Había influido en su diseño la plaza de toros de Madrid. En 1984 se llevó a cabo una profunda remodelación que respetó la puerta principal y algunas bóvedas, e introdujo una novedosa decoración en color burdeos conseguida con el barro extraído del Odiel. Así se visten de sangre las paredes y se rememora el heroísmo de las dinastías toreras vinculadas a Huelva durante más de un siglo, como la saga de los Litri.
     Un poco más abajo se encuentra la plaza de la Merced, amplio espacio urbano donde crecen palmeras y dormitan edificios anodinos. Uno de los lados está ocupado por el complejo monástico que, a partir de 1605, se llamó convento de la Merced. El recinto monacal de mercedarios fue fundado por conde de Niebla (que añadía a este título el de Duque de Medina Sidonia y señor de Huelva). Pero tras el terremoto de 1755, sufrió una profunda remodelación en clave barroca que borró sus antiguas señales de identidad. Tras haber sido cuartel, instituto de enseñanza, sede de la Diputación y Hospital Provincial después de la desamortización, actualmente alberga la Facultad de Ciencias Empresariales. 
     Es la iglesia del antiguo convento de mercedarios la que ostenta el título de catedral de Nuestra Señora de la Merced, una vez que, a partir de 1954, fuera creada la diócesis de Huelva. En la fachada barroca de tres calles, dos de ellas están rematadas por breves espadañas, que fueron añadidas en 1915 y se levantan a manera de torres para dar esbeltez al conjunto. La calle central se ordena en tres cuerpos y concentra el repertorio decorativo en los dos últimos, que aparecen poblados de molduras, hornacinas e imágenes. Toda la fachada está envuelta en un color rojizo.
     Interior de grandilocuencias expresivas, formuladas por una arquitectura que dispone grandes espacios y se reviste de solemnidad. Tres naves luminosas, con altares barrocos que resplandecen en lo blanco. Estucos rematando los pilares. Al fondo de la capilla mayor, en una especie de camarín, sobresale una talla de la Virgen de la Cinta atribuida a Martínez Montañés. Guarda la catedral el Cristo de Jerusalén, imagen policromada de la escuela gaditana­ genovesa, y un óleo de San Lorenzo, de Herrera el Viejo, pintado en 1617 y situado sobre la puerta de la sacristía. En el crucero (lado del evangelio) se muestra el retablo de la Virgen de los Dolores, ejecutado a finales del siglo XVIII.
Plaza de San Pedro
     Siguiendo la calle Ramón Menéndez Pidal pronto se llega a la plaza de San Pedro. Es éste un recinto urbano de apariencia moderna, con palmeras frondosas y fachadas que alojan detalles eclécticos. En uno de los lados, dominando las tejas, alza sus muros el edificio religioso más antiguo de la urbe: el templo de San Pedro. Fue construido en los siglos XV y XVI sobre los restos de una mezquita y conserva de sus tiempos primitivos las tres naves separadas por arcos apuntados y un artesonado de tradición mudéjar que forma la techumbre central. Pero, al igual que le sucedió a tantos inmuebles en Huelva, el terremoto de Lisboa obligó a reformular su antigua fachada de acuerdo con los cánones barrocos que hoy se pueden apreciar. Portadas laterales labradas por Antonio de Figueroa en el siglo XVIII. Torre de dos cuerpos, que se rematan con chapitel alicatado de azulejos. Molduras, jarrones de cerámica, yesos y ladrillos conforman los detalles decorativos presentes en la torre y en la fachada. También destacan los elementos mudéjares (ventanas, arquerías ciegas) que, procedentes de la antigua fábrica, resaltan tras la última restauración. Guarda en su interior una sillería de coro tallada en el siglo XVIII.
     Ya que estamos aquí, conviene subrayar la riqueza arqueológica que alberga el cabezo de San Pedro. De­clarado Bien de Interés Cultural, contiene hallazgos que van desde el Bronce Final hasta el medievo. Incluso los restos del castillo medieval junto al que se alzó la iglesia. Debe también señalarse que en el cercano yacimiento del cabezo de la Joya se descubrió una necrópolis tartésica provista de piezas con valor artístico que se exponen en el Museo de Huelva. Por ser propiedad privada, el área arqueológica no se puede visitar .
     En la calle Jesús de la Pasión, cerca de la plaza de San Pedro, muestra sus paredes blanquísimas la ermita de la Soledad. Es un edificio con más valor sentimental que artístico y se halla muy ligado a la historia de Huelva. Según la tradición, fue la primera parroquia onubense. A finales del siglo XVII se instalaron en ella las cátedras de Latinidad y Gramática, lo que la convirtió en el primer centro de enseñanza de la ciudad. En la ermita se refugió y fue detenido el poeta Miguel Hernández cuando trataba de huir a Portugal. Su interior, que esconde una cripta del siglo XVII, alberga las imágenes que la Hermandad de la Soledad saca en las procesiones de Semana Santa. Resalta la mínima portada barroca en la desnuda horizontalidad de la fachada.
     El paseo de Santa Fe es un espacio urbano donde abundan palmeras y terrazas. Al final del mismo, lindando con los terraplenes del cabezo de san Pedro, se levantan los muros de ladrillo del antiguo mercado. Edificio simple, sin grandes alardes arquitectónicos, que rasga los muros con grandes ventanales abiertos a la luz. Fue construido a comienzos del siglo XX siguiendo los planos trazados por el arquitecto municipal Manuel Pérez González, que introdujo nuevos materiales de construcción para su tiempo: hormigón en los cimientos y hierro en la estructura. Tiene interés su techo acristalado. Ha sido utilizado como escuela de artes y oficios, biblioteca popular, museo de pintura y comisaría de policía.
Casas singulares e Iglesia de la Concepción
     Desde el paseo de Santa Fe se toma la calle del Puerto hasta llegar a la placilla presidida por la imagen de Antonio de Mora Claros, alcalde eximio y modelo de ciudadano. Aquí se levantan tres casas singulares: la de UGT, la del Millón y el palacio de Mora Claros.
     La Casa de UGT es un claro ejemplo de arquitectura ecléctica. Mientras combina elementos decorativos andaluces con balaustradas neogóticas, los huecos superiores de la parte central de la fachada se hallan cubiertos por balconadas con columnas neorrenacentistas y frontones de inspiración neoclásica.
     La Casa del Millón (Colegio de Arquitectos) recibe este nombre por el millón de pesetas que, en su tiempo, costó. Fue diseñada en 1916 por los arquitectos Gonzalo Aguado y José María Pérez Carasa. En la armonización de estilos, puesta de manifiesto en la fachada principal, se adivina el espíritu ecléctico que inspiró su diseño y animó su construcción. Complace examinar las cuidadas simetrías, las balconadas semicirculares de hierro y los chapiteles laterales levantados a modo de torre.
     Al inicio de la calle Alcalde Mora Claros, el pala­cio de Mora Claros acoge a todo aquel que entre y, sobre todo, a los ancianos a quienes presta sus servicios como centro de día. Se trata de un edificio señorial diseñado por el arquitecto Moisés Serrano y Mora en 1912 y reformado por Pérez Carasa en 1919. Presenta atractivas formas exteriores, pero es en su escalera principal, en la decoración modernista que se extiende por puertas, cristales y vidrieras, en las balaustradas con labores de forja, en la ornamentación que engalana los zócalos de azulejos, donde alcanza los más refinados primores. Algunas de las vidrieras evocan el pasado descubridor y colombino de Huelva. Dicen los libros que en sus lujosas estancias se libraron apasionados debates en los años 20 del pasado siglo, cuando el dueño del inmueble, Antonio Mora Claros, era alcalde de la ciudad.
     La iglesia de la Concepción da nombre a la calle que a continuación se abre y es una de las más transitadas de la urbe. Escaparates y fachadas. Tiendas donde se asoma la modernidad en sus múltiples lenguajes. Casas que surgieron al amparo de la prosperidad desatada por la explotación de las minas de Riotinto. La iglesia de la Concepción se levantó en el siglo XVI y se reedificó tras el terremoto de 1755. Es la segunda parroquia erigida en la ciudad. Presenta una fachada que combina el fulgor de la cal con el color del ladrillo expresado en la portada dieciochesca y en la torre. Ésta surge como una fantasía con campanas al lado de una logia de tres arcos trilobulados que forman mirador. Del templo que se comenzó a construir en 1515 sólo queda la bóveda de la capilla mayor. Destacan en la portada las líneas envolventes que encierran las hornacinas laterales con las figuras de San Pedro y San Pablo y, en la parte superior, la imagen de la Inmaculada Concepción. Y en la torre, la decoración barroca que exhibe el cuerpo de campanas. En el lateral derecho se halla otra portada enmarcada por sendos pares de pilastras. Guarda en su interior diversas obras de arte.
     La calle que venimos siguiendo forma una encru­cijada próxima a la plaza de las Monjas y luego prosigue su andadura hasta la del Punto, cambiando de nombre cada nuevo tramo. En la confluencia de Pérez Carasa y Vázquez López surge el edificio Crisluis, que ha logrado recuperar sus fachadas primitivas. Tras la reconstrucción, exhibe algunos de sus elementos iden­tificadores: adornos en arcos y dinteles, la singular esquina curva y azulejos de cerámica vitrificada. Y restos de una casa romana de época imperial visibles a través de los cristales.
Plaza de las Monjas
     La plaza de las Monjas, que se proclama centro de la vida ciudadana, sufrió en 1907 una profunda reforma -a cargo del arquitecto Francisco Monís y Morales- que incluyó la ampliación del espacio entonces disponible a costa de los jardines y caballerizas pertenecientes al palacio de los condes de Niebla, que había sido erigido en los años 1656-57. El mencionado arquitecto diseñó, también en el mismo año, el llamado Hotel París, inmueble modernista que, tras sucumbir en el año 2002 al poder de la piqueta, vio reconstruida su fachada en 2008. En el centro de la plaza se levanta una fuente rumorosa y un templete donde actúa la Banda Municipal. Y en uno de sus extremos, una estatua dedicada a Colón que fue in­ augurada en 2011. Fachadas y balcones completan la belleza del recinto.
     En uno de los rincones de la plaza y dando nombre a este espacio urbano, casi se esconde la actual portada del convento de Santa María de Gracia habitado por monjas agustinas. El conjunto monacal, que formó parte de los cuatro cenobios que en el siglo XVI impulsaron el desarrollo de Huelva como ciudad, ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de su historia, visibles en los restos exteriores que se ofrecen a la contemplación. Quedan del tiempo en el que fue fundado (año 1515) dos claustros mudéjares muy reformados y, de la segunda mitad del siglo XVIII, un tercer claustro también alterado en su configuración original. Lo que ahora se ve es obra de las remodelaciones efectuadas en 1944 por José María Pérez Carasa (fachada) y en 1953 por Luis Saavedra (techumbre, presbiterio, cornisas y muros).
     El edificio del Ayuntamiento se asienta en el número 1 de la plaza de la Constitución. Se trata de un inmueble de trazas neoherrerianas y aires palaciegos que llena la planta superior de huecos geométricos y adorna las esquinas con dos torres. Se erigió en 1949 siguiendo el diseño de Francisco Sedano y Mateo Gaya. Esconde en su interior un patio de aire andaluz repleto de color. Las calles Rábida, Rico y Vázquez López permiten recorrer una parte del casco histórico sembrada de casas surgidas al amparo del esplendor económico que se desató a finales del siglo XIX y a comienzos del XX. Fachadas con aires modernistas o estilo ecléctico conviven con otras de vulgaridad rampante. El Gran Teatro forma parte de los signos de identidad de la zona. Es un gran edificio que se inauguró en 1923 como centro teatral y responde a los esquemas eclécticos de su tiempo, aunque predomina el acento neoclásico, visible sobre todo en la espectacular fachada diseñada por Otamendi. Una sucesión de columnas que se apoyan en ménsulas decoradas con máscaras y se rematan con capiteles corintios sustenta un friso ornamental de jarrones, guirnaldas y óculos. Corona el conjunto un frontón curvo, que exhibe la fecha de construcción. Hace pocos años fue adquirido por el Ayuntamiento que, con las últimas reformas, acentuó su antigua vocación de centro cultural y símbolo académico de la ciudad.
     Junto al teatro, en el número 19 de la calle Vázquez López, se levanta un palacete de principios del siglo XX, conocido en el pasado como Clínica Zarza, que ha sido recuperado mediante un ambicioso plan de rehabilitación. Diseñado en 1902 por Francisco Monís, el edificio se presenta como emblema de la construcción residencial de la época que conjuga la estética modernista con la neorrenacentista y la neogótica. Destaca su interesante portada y sus elementos de decoración interior y mobiliario (la baranda de la escalera, obra del inglés Thomas Morrison). Es la sede del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Huelva.
     En el número 26 de la calle Rico despliega su fa­chada el antiguo conservatorio de música y actual Instituto Andaluz de la Juventud. Es tenido como el mejor exponente de la arquitectura modernista existente en la ciudad. Hierro y piedra forman parte del lenguaje decorativo presente en el balcón central y en los huecos que guardan simetría. Al final de la calle Rábida surge, aprisionada entre fachadas, la fábrica neogótica de la iglesia de la Milagrosa. Levantada en 1923 de acuerdo con el proyecto formulado por José María Pérez Carasa, muestra los habituales elementos del arte gótico medieval recreados cuatro siglos más tarde: arcos flamígeros y bóvedas de crucería, arbotantes y vidrieras, capiteles y pináculos. Todo bien conjuntado y armónico, evocando con rigor las bellezas del pasado. Algo más arriba, en la misma vía urbana, el antiguo cine Rábida, joya de la arquitectura racionalista diseñado en 1931 por Luis Gutiérrez de Soto, esconde tras la fachada mutilada un complejo de oficinas y viviendas.
     Quedan por consignar, entre los edificios representativos del casco histórico, la antigua clínica Vázquez Limón, alzada a comienzos del siglo XX en estilo modernista; el antiguo Comercial, obra de Pérez Carasa que exhibe sus arcos neomudéjares en la calle Marina; y la Casa de las Conchas, inmueble neorrenacentista de comienzos del siglo XX ubicado en la calle Vázquez López y utilizado anteriormente como clínica.
Museo Provincial de Huelva
     La avenida de Italia permite acercarse al siguiente punto de nuestro recorrido, que no es otro sino el Museo de Huelva. Tiene dos secciones: Arqueología y Bellas Artes.
     La sección de Arqueología reúne valiosos restos del pasado onubense que van del Paleolítico al siglo XV. Destaca sobremanera, por su antigüedad y rareza, una colección de armas encontradas en la ría de Huelva y fabricadas antes de la llegada de los fenicios a la Península (siglos X-XI a.C.). También es relevante la serie de piezas obtenidas en los conjuntos dolménicos, tales como vasos, cuencos, trozos de cuchillo o cuentas de collar. O los objetos de época romana extraídos de las minas de Riotinto: vajillas de mesa, vasos, recipientes y lucernas. O, ya en la época árabe, un capitel de mármol y una campana mozárabe de bronce.
     La sección de Bellas Artes reúne una represen­tación de pintores onubenses, entre los que destacan Daniel Vázquez Díaz, José María Labrador y Sebastián García Vázquez.
     La pieza más espectacular se encuentra a la entrada del museo y es la rueda hidráulica romana que fue hallada en 1928 en las minas de Riotinto. Pertenece a los siglos I-II d.C., pesa un total de 148,5 kg y mide 4,30 m de diámetro. Noria o rueda de cangilones, que se utilizaba para extraer el agua de las galerías.
Ruta de la presencia inglesa
     En la casa de Colón comienza este itinerario que invita a recorrer los lugares relacionados con la presencia inglesa en la ciudad de Huelva. Como es sabi­do, la llegada de británicos a la provincia se explica por el permiso que en 1873 concedió el Gobierno de España para explotar las minas de Riotinto. La Riotinto Company Limited no sólo explotó las minas milenarias, sino que contribuyó a la transformación de la ciudad. Se construyó un ferrocarril que transportaba directamente el material hasta el puerto de Huelva, se preparó un muelle específico para cargar el producto en los barcos y se edificó un barrio para dar alojamiento a empleados de la empresa.
     Pero la influencia inglesa no sólo se plasmó en un puñado de proyectos industriales o residenciales, sino que, durante varias décadas, impregnó la vida y el ambiente. El auge económico derivado de la explotación minera sembró de nuevos edificios la urbe. Y hasta numerosas familias inglesas se trasladaron a Huelva para abrir tiendas, emprender negocios y vivir en la ciudad.
     Entre las obras arquitectónicas que mejor reflejan las huellas de la presencia británica en Huelva se encuentran la casa Colón, el barrio Reina Victoria, la estación de Renfe, el muelle de Riotinto y las cocheras del puerto.
Casa Colón
     La Casa Colón, levantada en el número 1 de la plaza del Punto, surgió cuando un consorcio de empresarios extranjeros se animó a construir un hotel de lujo que pudiera acoger a las autoridades y a los invitados a los actos conmemorativos del IV Centenario del Descubrimiento de América. Con el nombre de Gran Hotel Colón fue inaugurado en 1883 un conjunto de cuatro edificios que había sido proyectado por José Pérez Santamaría y se había comenzado a construir en 1881. Y, efectivamente, albergó ministros y representantes de naciones iberoamericanas. Tras los festejos, la propiedad pasó a la Riotinto Company Limited, que convirtió el hotel en oficinas y residencia de directivos. Un patio central ajardinado, que se adorna con palmeras, estatuas y fuente, articula las fachadas de los tres edificios que todavía quedan. Junto al ocre de los muros se conjuga el color verde de las contraventanas y el blanco que subraya la presencia de cornisas y cercos. Convertido en sede del Festival de Cine Iberoamericano, alberga el Palacio de Congresos, además de salas de exposiciones y dependencias municipales.
Barrio de Reina Victoria
     El Barrio Obrero, o barrio de Reina Victoria, fue creado por la Riotinto Company Limited entre 1916 y 1929 para proporcionar alojamiento a trabajadores españoles. Tres fases se pueden advertir en el proceso constructivo. En la primera, se edificaron 71 viviendas que habían sido di­señadas por los arquitectos municipales Pérez Carasa y Aguado. En la segunda, intervino el inglés R. H. Margan aportando su sello personal a los diseños y configurando una arquitectura más próxima a modelos alemanes o austríacos que a modelos ingleses. En la tercera fase fue Margan quien proyectó y construyó directamente, sin la intervención de los técnicos municipales, los bloques de viviendas que ocupan la parte frontal de la plaza. Todas las edificaciones forman una ciudad jardín que cuenta con nueve calles paralelas y dos perpendiculares, y en total integran un conjunto de 210 viviendas. Las sucesivas modificaciones introducidas por los propietarios han acentuado los elementos andaluces en la ornamentación y la arquitectura en detrimento de la presunta originalidad británica.
Estación de Renfe
     La estación de Renfe se levanta en la avenida de Italia. Fue fruto, en su tiempo, de la pujanza económica e industrial que envolvió una ciudad que precisaba mejorar el transporte de mercancías y viajeros. Su promotor fue el empre­sario alemán Guillermo Sundheim, uno de los principales animadores de la actividad económica y cultural, que eligió un edificio de estilo neomudéjar proyectado por Jaime Font y Pedro Soto. Fue terminado en 1880. Se compone de dos torreones laterales que sobresalen en volumen y altura respecto a un cuerpo central que actúa como eje de simetría y presenta un arco polilobulado y unas arquerías que imitan las filigranas mudéjares. Con su profusión de almenas, arcos de herradura y rombos en la puerta central, responde a los esquemas historicistas -que aquí mezclan elementos románticos y moriscos- muy generalizados en la época y trata de reproducir el arte que los alarifes islámicos plasmaron en otros lugares de la geografía .
Muelle de Ríotinto
     Construido por el ingeniero George B. Bruce como prolonga­ción del ferrocarril que traía el material de las explotaciones mineras, el muelle de Riotinto fue inaugurado en 1876 con la misión de llevar el mineral directamente a las bodegas de los barcos. La obra, que llegó a tener una longitud de 1.165 m, es una estructura de hierro y madera inspirada en los muelles ingleses de la época. Se pensó en desmontarlo tras la marcha de los británicos y la pérdida de su función original, pero afortunadamente se integró en las instalaciones del puerto. Hoy se puede pasear por la parte del muelle que se conserva y contemplar la mansedumbre de la ría.
Cocheras del Puerto
     Las cocheras del puerto de Huelva se inscriben dentro de la pujanza industrial y económica que galvanizó la ciudad en el último tercio del siglo XIX y los primeros años del XX, pujanza que significó la introducción del ferrocarril y el impulso del puerto. Las cocheras para la reparación de máquinas y locomotoras fueron construidas entre 1909 y 1912 con criterios funcionalistas por el arquitecto Francisco Montenegro Calle. Tanto en el dibujo exterior como en la fachada se aprecian influencias modernistas. Han sido rehabilitadas para acoger el Centro de Interpretación Cocheras del Puerto.
Otros lugares de interés
     La exploración de la ciudad y su entorno inmediato se completa con la visita al Paraje Natural de las Marismas del Odiel, al muelle de Tharsis y al monumento a la Fe Descubridora (Cristóbal Colón).
Marismas del Odiel
     Las marismas del Odie! se sitúan al oeste de Huelva, frente a la ciudad, y se extienden desde la desembocadura del río hasta la localidad de Punta Umbría. Ocupan un espacio protegido de unas 8.000 ha. dentro de los términos municipales de Huelva, Aljaraque, Gibraleón y Punta Umbría. Dunas, bosques y salinas conviven con islotes, canales y aguazales formando un ecosistema de suelo arenoso de gran valor ecológico, faunístico y marisquero. Declaradas paraje natural, estas marismas son, después de Doñana, el humedal costero más importante de Andalucía. Refugio preferido por muchas aves migratorias y también hábitat permanente de flamencos, espátulas o garzas, son más de 300 las especies que frecuentan las marismas. En ellas se llevan a cabo actividades compatibles con su conservación, que tienen en cuenta su riqueza piscícola. Y así, se explotan las salinas y se realizan labores agrícolas, ganaderas, de pesca y marisqueo.
     Forma parte del paraje la isla de Saltés, que guarda una notable riqueza arqueológica. Además de unas piletas de salazones de época romana, se han descubierto los restos de la ciudad hispanomusulmana de Saltés (siglos X y XI), que, desde 1012 hasta 1051, fue sede del reino taifa de los Baikries.
     En la isla de Bacuta abre sus puertas el Centro de Recepción de la Calatilla, desde el que se puede realizar una serie de rutas que ayudan a conocer los secretos del enclave.
     Situado en el espacio comprendido por el Paraje Na­tural Marismas del Odiel, en el límite de los territorios municipales de Huelva y Aljaraque, el muelle de Tharsis se inauguró en 1871. Construido por la entidad The Thar­sis Copper Company Limited, que explotaba las minas de Tharsis y la zarza (Calañas), fue proyectado por William Moore reproduciendo la estructura de los embarcaderos ingleses. Tenía como función conducir el mineral a los barcos. A pesar de que el desmantelamiento del muelle le ha privado de algunas edificaciones y elementos me­cánicos, conserva todavía su condición de símbolo de la actividad industrial y del progreso técnico que invadió Huelva en la segunda mitad del pasado siglo XIX.
Monumento a Cristóbal Colón
     En la confluencia de los ríos Tinto y Odiel, en el paraje conocido como Punta del Sebo, se alza, a 2 km de Huelva, el grandioso monumento dedicado a Cristóbal Colón y a la fe descubridora que impulsó sus viajes. Este homenaje al Descubrimiento de América fue promovido por la fundación norteamericana Columbus Memorial Fundation Inc., y sufragado con el dinero de sus asociados. Fue realizado en 1929 por la escultora norteamericana Gertrudis v. Withney, quien, utilizando las piedras obtenidas en las canteras de Niebla, levantó esta gran figura que se apoya en un pedestal y alcanza 37 metros de altura. En la parte superior del pedestal y adornando las esquinas se sitúan unos relieves que representan algunas de las grandes civilizaciones que florecieron antes del descubrimiento: egipcia, inca, maya y cristiana. La figura, de inspiración cubista, se abraza a una cruz y da la espalda a la realidad industrial que invade la confluencia de los ríos. Rodeada de tráfico, mira a un punto indeterminado del océano, más allá de la historia y el tiempo (Pascual Izquierdo, Un corto viaje a Huelva. Guíarama compact. Anaya Touring. Madrid, 2012). 
     Ciudad marítima e industrial, gran Polo de Desarrollo andaluz, se extiende por un terreno de cabezos y de marismas en la amplia "V" que forman la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel. Alegre y dicharachera, de gente vivaz y abierta, destaca sobre el resto de las ciudades andaluzas por su enorme vocación iberoamericana, que ha sabido mantener incólume desde la época del Descubrimiento.
Historia
     Poblada desde muy antiguo, recientes estudios arqueológicos parecen confirmar los alrededores de la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel como el centro de la civilización tartessa, hacia los siglos VII y V a.C. Fenicios y cartagineses ocuparon la ciudad, al tiempo que explotaban las minas de plata del norte. Los romanos la llamaron Onuba, estableciéndose en ella a partir del año 194 a.C. Las crónicas de la época sitúan en la zona el territorio de Beturia, habitado por los "celtici", cuya ciudad más importante era Ilipla, la actual Niebla. El dominio musul­mán centró su poderío, precisamente, en Niebla, a cuya cora primero y, tras la caída del califato cordobés, a su taifa perteneció la ciudad.
     La conquista de Niebla por Alfonso X en 1262 puso fin a la etapa musulmana en prác­ticamente toda la provincia, alcanzando Huelva a renglón seguido cierta preponderancia al concederle Alfonso X, en 1264, fueros y privilegios, aunque continuó dependiendo de Niebla, ahora bajo el señorío de los Pérez de Guzmán que la habían convertido en cabeza de su condado.
     El descubrimiento de América, en cuyas cercanías se había gestado y al que había entregado un buen número de valientes marinos, pareció abrir un futuro de progreso, frustrado tan pronto como el rico comercio indiano se centralizaba, a través del Guadalquivir, en Sevilla. La ciudad vivió entonces un dilatado periodo de atonía del que no comenzó a recuperarse hasta el siglo XIX. En 1833, la nueva distribución política del territorio la convierte en capital de su provincia y en 1874 se produce la llegada de los ingleses para hacerse cargo de la explotación de las minas. Ambos acon­tecimientos, pero sobre todo el segundo, hacen crecer vertiginosamente la ciudad, que ve como su población se triplica entre los años 1874 y 1900, eso sí, en perjuicio de las zonas costeras y, especialmente, de las agrícolas y ganaderas del Andévalo. Desde 1964, con la declaración del Polo de Desa­rrollo, la ciudad se ha convertido en una potencia industrial, principalmente de básicas y químicas.
Gastronomía
     El tapeo en la barra del bar constituye uno de los pilares de la gastronomía onubense y, sin duda alguna, el más exquisito. Acom­pañados de una copa de los buenos vinos del condado se toma la gamba blanca de la costa, un delicioso bocado; las cañaíllas, especie de caracoles marinos; los hostiones, parecidos a las ostras; las habas enzapatás, secas, cocidas con sal; los langostinos, etc. Una cocina más seria, que no más jugosa, combina los elementos de la mar con los del campo. Platos muy característicos son la raya en pimentón, la mielga con tomate, las habas con chocos y un buenísimo pescado azul: la caballa a la brasa.
Artesanía
     Como en otros muchos lugares de Andalucía, los oficios de naturaleza artesana viven desde hace años un claro retroceso. No obstante, aún se realizan de modo artesanal trabajos en piel, en hierro forjado y en cerámica y se fabrican artículos de fibra, sombreros y abanicos.
Fiestas
     El Carnaval, en febrero, tiene un gran colorido. El Miércoles de Ceniza se lleva a cabo el entierro del choco, en el que participan numerosas "viudas". Es vistosa la Semana Santa, con desfiles procesionales desde el Domingo de Ramos al Viernes Santo. Alrededor del 3 de agosto se celebran las Fiestas Colombinas, feria grande de la ciudad que cada año se dedica a un país iberoamericano, acerca del cual se realiza una exposición. Esta feria, de carácter semejante a las del resto de Andalucía, cuenta como particularidad con festivales iberoamericanos de música y danza.
Vida urbana
     Huelva es ciudad de carácter alegre, chispeante. El Festival de Cine Iberoamericano, la Cabalgata Colombina, las Fiestas Colom­binas o la Muestra Iberoamericana de Danza, actividades culturales que se celebran todos los años, muestran su clara vocación hispanoamericana, sin duda la de mayor intensidad de Andalucía. El gran triángulo que tiene por vértices las plazas de la Merced, Doce de Octubre y del Punto acoge a la mayor parte del comercio, con hermosas calles peatonales y buenas tiendas, así como un gran número de bares de tapeo.
     En este triángulo, al que habría que añadir los alrededores del campo de fútbol, avenidas de Muñoz de Vargas, Federico Molina y su prolongación, la de las Fuer­zas Armadas, se localizan los principales locales de diversión, con zonas como la Piterilla, con ambiente hasta las doce de la noche, en los alrededores de la calle Ginés Martín o Pablo Rada, en los alrededores de la plaza de Quintero Báez, donde el ambiente se prolonga durante toda la noche.
Visita
     El extraordinario desarrollo de la población a lo largo del presente siglo -en 1900 el número de habitantes era sólo de 21.000- ha traído como consecuencia para la ciudad -hasta entonces un enclave pesquero de sólo relativa importancia- un crecimiento en buena parte desordenado y nada cuidadoso con las más elementales normas urbanísticas. Esto ha dado lugar a la aparición de núcleos dispersos, con grandes huecos entre ellos, que sólo en los últimos años se han comenzado a ocupar con un sentido global.
La ciudad histórica
     La iglesia de San Pedro, en la plaza de igual nombre, ocupa el lugar más antiguo de la ciudad, el punto alrededor del cual, hacia el mar o la tierra, según las épocas, ha ido extendiéndose aquélla. La iglesia se levanta sobre una antigua mezquita mudéjar. Fue construida entre los siglos XV y XVI, aunque, como buena parte de la Huelva vieja, sufrió los efectos del terremoto de Lisboa de 1755 y fue res­taurada en estilo barroco. Desde esta plaza hacia el mar se extiende la ciudad que fue surgiendo en el periodo comprendido entre el descubrimiento de América y la llegada de los ingleses para explotar las minas de Riotinto. En este camino, hacia el oeste, a través de la calle Doctor Plácido Bañuelos y el paseo de Buenos Aires, se alcanza la plaza de la Merced, donde se encuentra la catedral. Este templo formaba parte del convento de mercedarios fundado en 1605 y en él se encuentra el panteón familiar de los condes de Niebla. Entre 1776 y 1796 sufrió una importante restauración. Durante el siglo XIX, tras la desamortización, el convento se utilizó para diversos usos, estando ocupado actualmente por instituciones universitarias. En la iglesia destaca su fachada, con tres calles, dos de ellas rematadas en garbosas espadañas. Guarda una hermosa imagen anónima del Cristo de Jerusalén y otra de la Virgen de la Cinta atribuida a Montañés.
     Al este de la plaza de San Pedro, por el paseo de Santa Fe, al que se conoce como paseo del Chocolate, se abre la hermosa plaza de las Monjas, que ocupa los que fueron en su día los jardines y las caballerizas del pala­cio de los condes de Niebla. La plaza, ajardinada, con una hermosa fuente y un templete para música donde actúa la Banda Municipal, cuenta con el convento de las Madres Agustinas, en el que sobresale su precioso claustro. Los edificios modernistas de las calles Palacios y Concepción conducen a la iglesia de la Concepción, obra del siglo XVI y reedificada después de 1755. Conserva en su interior algunas pinturas de Zurbarán y, en el coro, una buena sillería.
     Encima de la plaza de San Pedro, en la calle Jesús de la Pasión se alza la ermita de la Soledad, sencillo edificio muy ligado a la historia de Huelva por los múltiples usos a los que se ha destinado, singularizándose en los últimos tiempos por haber sido refugio y lugar de detención del poeta Miguel Hernández en su huida hacia Portugal recién terminada la guerra civil de 1936-1939. Otra ermita, ésta de mayor importancia, el santuario de Nuestra Señora de la Cinta, patrona de la ciudad, se encuentra en el antiguo Cabezo del Conquero, al final de la avenida de Manuel Siurot. Obra del siglo XV en estilo gótico, ha sufrido dos importantes restauraciones, una en el siglo XVIII y otra en el actual. Es un edificio blanco, con un hermoso claustro y bellas rejerías, que guarda una pintura mural del siglo XV con la imagen de la Virgen y otra, sobre azulejos, de Zuloaga, con escenas de la vida de Cristo. Desde el mirador del Conquero, bajando desde la ermita, se contemplan unas preciosas vistas de la ciudad y de la ría que cambian de aspecto según la hora y la luz.
El estilo inglés
     Un conjunto de gran interés lo consti­tuye el denominado Barrio Obrero, también llamado Reina Victoria y conocido popularmente como "las casas de los ingleses", situado entre la avenida de Guatemala y la de Federico Molina. Se trata de un conjunto de 210 viviendas unifamiliares construidas en 1919 para los trabajadores espa­ñoles con cargos de importancia en la compañía minera Riotinto Company Limited. Sin embargo, contra lo que comúnmente se ha pensado, estas viviendas no responden al estilo inglés de época victoriana, sino que forman más bien un conglomerado en el que pue­den apreciarse distintos aspectos de la arquitectura austriaca, oriental y hasta árabe. Entre los proyectos que llevaron a cabo los ingleses hay que incluir el muelle de mineral, construido sobre la ría del Odiel, obra del ingeniero Georges Bruce y modelo de funcionalidad que sigue las pautas de la torre Eif­fel. Este muelle, con su fuerte personalidad, integrado hasta hace poco en el conjunto del puerto, se ha transformado en un agradable paseo que penetra en la ría.
     Otro elemento que vino a caracterizar la fisonomía de la ría es el monumento a Colón, erigido en la punta del Sebo, en la con­ fluencia de los ríos Tinto y Odiel, por la escultora norteamericana Withney, quien llenó de fuerza la monumental figura siguiendo la estética cubista. Precisamente, frente a la avenida que la ciudad dedicó a esta escultora, en la alameda Sundheim, abre sus puertas el Museo Provincial, que cuenta con secciones de arqueología y de bellas artes y en el que pueden contemplarse desde valiosos objetos de la cultura tartessa hasta las no menos valiosas pinturas del pintor onubense nacido en Nerva, Vázquez Díaz.
     Siguiendo la trama de las calles del centro se ha instalado el Museo Contemporáneo al Aire Libre, en el que se suceden 63 obras de importantes escultores como Pepe Noja, actual director, Pablo Serrano, Alberdi, Berrocal o Venancio Blanco (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).

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2 comentarios:

  1. Hola.
    Si de verdad deseáis conocer bien los monumentos de Sevilla, contactad con Joaquín, es un guía extraordinario.
    Procura llevar un calzado cómodo porque cuando comienza a explicar no hay quien lo pare. Hasta lo más mínimo le puedes preguntar porque le gusta y disfruta viendo el interés que la gente comparte con él por el arte.
    No lo dudeis, es un buen guía.

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