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sábado, 14 de diciembre de 2024

Los principales monumentos de la localidad de Marbella (I), en la provincia de Málaga

     Por Amor al Arte
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Datos geográficos
     Comarca de la Costa del Sol Occidental
     Superficie: 116 km2
     Altitud: 25 m
     Latitud: 36º 30'  -  Longitud: -4º 53'
     Distancia a Málaga capital: 60'7 km
Datos demográficos
     Población: 156.295
     Gentilicio: Marbellíes
Ayuntamiento
     plaza de los Naranjos, 1, 29600
     952761100     www.marbella.es
     Marbella es cultura, ocio y glamour, es una de las ciudades más exclusivas del Mediterráneo y el orgullo de la Costa del Sol. Veinticinco kilómetros de costa, cuatro puertos deportivos, dieciséis campos de golf y un clima privilegiado, la convierten en un destino incomparable.
     Visitar Marbella es vivir una experiencia única. Desde comprar en sus lujosas boutiques hasta cenar en sus distinguidos restaurantes o divertirse en sus clubes de playa, las posibilidades son infinitas. Aunque si lo que prima es relajarse, la ciudad cuenta con una veintena de centros de talasoterapia y spas, junto a una oferta hotelera de primer nivel en sus tres principales núcleos: Marbella, San Pedro de Alcántara y Nueva Andalucía-Puerto Banús.
     En Marbella no puedes perderte sus monumentos:
     A la plaza de los Naranjos, diseñada tras la conquista cristiana de Marbella, se asoman la ermita de Santiago, el Ayuntamiento y la Casa del Corregidor, construidos entre los siglos XV y XVI. Se hallan en pleno centro histórico de la villa, con sus casas blancas y balcones cuajados de flores.
     Cerca de la plaza se encuentran la capilla de San Juan de Dios y la ermita del Santo Cristo de la Vera Cruz, del siglo XVI, así como la iglesia de la Encarnación, del XVII. Esta última consta de tres naves y su puerta principal, tallada en piedra ocre al estilo Rococó, es una auténtica maravilla.
     El centro histórico conserva restos de la muralla que rodeaba la ciudad en la época musulmana y del castillo árabe. En una torre se pueden ver capiteles romanos empotrados, lo que revela que se usaron materiales de construcciones aún más antiguas para erigir el recinto defensivo.
     El Hospital Bazán, situado en las proximidades, alberga la sede el Museo del Grabado Español Contemporáneo, con obras de Picasso, Miró, Tapies o Chillida. Mientras que el Museo del Bonsái, a escasa distancia, exhibe una de las colecciones más completas de Europa en su género.
     Parada ineludible en la ruta cultural por Marbella es el centro cultural Cortijo Miraflores. Este caserón de 1704 fue trapiche de azúcar de caña y almazara. Hoy acoge el Museo del Aceite, salas para exposiciones temporales, una biblioteca y una pinacoteca municipal. Detrás del edificio, aparecieron restos de hornos y una ermita rupestre de entre los siglos VIII y X.
     Merecen también una visita la Colección Municipal Arqueológica y el Museo Ralli, dedicado a la difusión del arte contemporáneo latinoamericano y europeo. Además, en la avenida del Mar se puede admirar una colección de esculturas en bronce de Salvador Dalí. Esta arteria conecta el paseo marítimo de Marbella con el paseo de La Alameda, diseñado en el siglo XIX.
     Marbella posee interesantes yacimientos arqueológicos, como el de la Basílica Paleocristiana de Vega del Mar, en San Pedro de Alcántara. Los restos de la villa romana de Río Verde o los de unas termas cerca de Guadalmina tienen también cierto interés histórico (Diputación Provincial de Málaga).
      Situada en el centro de una gran ensenada, que ocupa la mayor parte de la costa meridional malagueña, y protegida del interior por los altos de Sierra Blanca, estuvo habitada desde el neolítico. Los primeros pueblos colonizadores mediterráneos, fenicios y cartagineses, también dejaron su huella, pero fueron los romanos los primeros en dejar grandes monumentos en estas tierras, como atestiguan las ruinas de una villa a orillas de río Verde, del siglo I d.C., quizás perteneciente a la antigua ciudad de Salduba -etimológicamente, «lugar de la sal»-. Ocupa parte del que fuera primer asentamiento fenicio de la localidad, del siglo VIII a.C. y su mayor interés son los mosaicos, de gran belleza y muy bien conservados, que reproducen figuras mitológicas, como una cabeza de Medusa, elementos geométricos o los ingredientes y utensilios para una gran cocina. Está incoada como Zona Arqueológica desde 1987. También las termas conocidas como «Las Bóvedas», y una de las más originales muestras de arquitectura paleocristiana, en la llamada basílica de Vega del Mar, en la costa de San Pedro de Alcántara.
     El caserío de Marbella en época califal, parece que se origina sobre las ruinas de un anterior asentamiento romano, tal vez la famosa Barbesula o la menos conocida Cilniana, como lo demuestran los restos de columnas y capiteles jónicos en su castillo. Durante los más de siete siglos de dominación musulmana, jugó importante papel como plaza fuerte, sobre todo en época califal y bajo el reino nazarí de Granada. Los vestigios medievales, que hoy identificamos con el castillo, están compuestos por lo que queda de la muralla musulmana, además de los añadidos militares cristianos y la primitiva alcazaba medieval. Su cronología abarca desde el siglo IX, durante el Califato, hasta los siglos XV, para la fábrica musulmana, y XVI, para los añadidos cristianos. En la parte baja, cerca de la actual plaza de la Iglesia, son visibles sillares y capiteles jónicos de una edificación romana anterior, aunque también puede tratarse de material reutilizado y traído aquí desde el yacimiento de Río Verde. Las zonas mejor conservadas son las que corresponden a las fachadas de la antigua barbacana y los lados norte y sur. Conquistada Marbella por los Reyes Católicos en 1485, se convirtió en uno de los enclaves más importantes, con rango de ciudad en un extenso territorio y conserva un importante conjunto de torres vigías, que refuerzan y complementan el sistema de defensa ideado por los musulmanes; Torre Ladrones, levantada en las postrimerías de la dominación musulmana, tiene forma de prisma cuadrado, con 4 metros por lado y más de 15 de altura; Torre del Lance de las Cañas, en la zona de Las Chapas y muy cerca de los restos del castillo de los Alicates, fue erigida en el siglo XVI al completar y reforzar el sistema defensivo de la costa, ideado durante la dominación musulmana; de grandes dimensiones y planta de pezuña, aún se mantiene en pie la azotea, en la que se ubicaba la artillería; Torre Real, junto a la desembocadura del río Real, data del siglo XVI y tiene forma troncocónica, alcanzando 11 metros de altura y 7 de diámetro; Torre del Ancón, también de las primeras décadas del siglo XVI, troncocónica, su denominación hace referencia a la pequeña ensenada que abre junto al actual complejo de Puente Romano; Torre del Duque, cuadrada, en la entrada principal de Puerto Banús, data del período nazarí, aunque su denominación es cristiana, debe su nombre al duque de Cádiz y Arcos, don Rodrigo Ponce de León, consejero de los Reyes Católicos durante la conquista del reino de Granada.
     En los siglos de la Edad Moderna, con los Austrias y los Borbones, su caserío, de sabor andaluz, con estrechas callejuelas y casas enjalbegadas, algunas con portadas señoriales labradas en piedra o con grandes y volados guardapolvos sobre los balcones, vio multiplicarse conventos, ermitas y pequeños palacios. Durante el siglo XIX se incrementa su crecimiento económico y demográfico, relacionado con el auge de la minería de la Sierra Blanca y la instalación de los Altos Hornos del Ángel y de la Concepción. La decadencia de las fundiciones llevó a Marbella a un estancamiento en la primera mitad del siglo XX, pero a partir de los años sesenta se convirtió en lugar de recreo y ocio de los grandes magnates de la política, el deporte, las finanzas y el espectáculo. A partir de esta década no ha dejado de crecer, decantándose por un turismo de calidad, como lo demuestran sus tres puertos deportivos y sus más de quince campos de golf, alguno de ellos considerados entre los mejores del mundo. Hasta hace pocos años ha sabido conservar su patrimonio histórico y arquitectónico, concentrado en el casco antiguo medieval y moderno, que tiene como corazón la hermosísima plaza de los Naranjos, en perfectas condiciones.
     Asimismo supo desligarse del turismo de masas de las décadas de los setenta y ochenta, que tanto y tan negativamente afectó a sus vecinos Torremolinos, Benalmádena y Fuengirola, decantándose por una arquitectura más cuidada, que se correspondía con un turismo elitista y de calidad, integrada en urbanizaciones como Elviria, Los Monteros, Marbella Club y otras. Entre las obras de arquitectura más interesantes podemos señalar la iglesia de la Ciudad Sindical de Vacaciones, hoy Residencia del Tiempo Libre, de 1958, de Manuel Aymerich y Juan Cadarso, la moderna mezquita de la Milla de Oro, de Juan Mora, de 1981, o la del rey Fadh, de Francisco Rambla Bardier de 1985; el conjunto Pinomar, de 1965, realizado por Guillermo García Pascual; Puente Romano, diseñado por Vargas Izquierdo en 1973, el Pueblo Andaluz, de 1975 y del arquitecto Luis Valcárcel, o los atrevidos diseños más recientes de Ángel Taborda. Además de su importancia monumental y turística, Marbella cuenta también con un entorno paisajístico significativo, fundamentado en la Sierra Blanca y sus cumbres, Juanar y la Concha, que además de sus bellas estampas montaraces y sus bosquecillos escondidos entre tajos casi verticales, propician su conocido microclima, una temperatura media anual de 18° C (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).  
     La ciudad de Marbella está situada a orillas del Mediterráneo, entre Málaga y el estrecho de Gibraltar, y en la falda de la Sierra Blanca. Su término municipal ocupa una superficie de 117 km², atravesados por la autovía y la autopista de peaje llamadas del Mediterráneo, principales accesos al municipio.
     Marbella limita al norte con los municipios de Istán y Ojén, al noroeste con Benahavís, al oeste con Estepona y al este con Mijas. El término municipal marbellí ocupa una franja que se extiende a lo largo de 27 kilómetros de costa, refugiada por las laderas del Cordón Montañoso Litoral penibético que forman las sierras Bermeja, Palmitera, Real, Blanca y Alpujata. 
     Debido a la proximidad de la sierra con la costa, la ciudad presenta un gran desnivel entre las partes norte y sur, propiciando así vistas del mar y la montaña desde casi todos los puntos de la ciudad. El litoral está densamente urbanizado. La mayor parte del suelo no edificado corresponde a campos de golf o a pequeñas zonas residuales.
     La topografía de Marbella se caracteriza por la presencia de extensas llanuras litorales formadas a partir de materiales erosionados. Tras las llanuras se extiende una zona de altitudes entre los 100 y 400 metros ocupada por cerros y lomas, detrás de la que se alzan el piedemonte y el abrupto relieve de la sierra.
     La costa es en general baja y arenosa, con playas que van siendo cada vez más extensas cuanto más al este nos encontremos, entre el puerto pesquero y el de Cabopino. A pesar de la intensa urbanización del litoral, aún se conserva una zona de dunas en el extremo oriental del municipio, las Dunas de Arto.
     El casco antiguo de Marbella tiene una estructura irregular configurándose por tres áreas morfológicas diferentes que se corresponden con tres etapas también diferentes. Abarca el antiguo recinto amurallado y los dos arrabales históricos de la ciudad: el Barrio Alto, que se extiende hacia el norte, y el Barrio Nuevo, situado al este. 
     El antiguo recinto amurallado, de época altomedieval, viene dada por la cerca árabe. El perímetro amurallado tenía tres puertas de entrada y constaba de dieciséis torres de defensa y vigía. Marbella era por tanto un dédalo de calles transversales o radiales de trazado sinuoso que enlazaban las puertas más concurridas del recinto murado. La Marbella musulmana perdió parte de su fisonomía tras la conquista de los Reyes Católicos. Se construyen entonces casas señoriales, iglesias, conventos y capillas, además de abrirse nuevos espacios en la traza urbana.
     El Barrio de San Francisco o Barrio Alto también tiene sus orígenes en la época musulmana, pero como un arrabal de la ciudad principal. Hasta bien pasado el siglo XVII este barrio no comenzó a colmatarse, pues hasta entonces estaba conformado por la Ermita del Cristo, el Convento de San Francisco, casas solariegas de ricos hacendados y huertas.
     El Barrio Nuevo nace junto al Arroyo de la Represa y junto a la Puerta de Málaga. El núcleo de viviendas empieza a desarrollarse cuando el poder corsario decae y se cuentan con mejores defensas costeras. E barrio se distribuía en torno a cinco calles principales, trazadas cartesianamente.
     En la actualidad la imagen urbana del Centro Histórico y Ensanche Tradicional de Marbella es en general buena, ya que la mayor parte de esta área ha sido objeto de acondicionamiento y mejora. No ocurre lo mismo en el Barrio de San Francisco, donde la sustitución inmobiliaria, tanto en tipología como en volumen y la presión circulatoria lo han alterado notablemente.
     Un análisis morfológico de los distintos crecimientos urbanos, de la trama viaria y de la estructura parcelaria, pone de manifiesto que cada periodo histórico se ha caracterizado por mantener una relación de antropización del suelo que responde a cuestiones económicas, políticas y sociales diferenciadas.
     Las características morfológicas del parcelario son consecuencia directa de las demandas existentes en el momento de la ocupación, en íntima relación con los factores económicos presentes en dicha época.
     El trazado de la ciudad histórica obedece a tres etapas diferentes, cada una de ellas manifestada en cada uno de los barrios que conforman el centro histórico y ensanche tradicional de Marbella. Así el barrio viejo responde la etapa medieval-renacentista, que aunque son dos conceptos diferentes de implantación parcelaria se entremezclan en esta zona de la ciudad. A las calles estrechas y sinuosas se le implanta a finales del siglo XV y principios del XVI un trazado ortogonal propio de la época, donde el principal elemento es la Plaza de los Naranjos, así como la intención de racionalización de la trama.
     En el barrio viejo, las parcelas predominantes son pequeñas e irregulares. La intención de regularizar el trazado medieval se manifiesta en la Plaza de los Naranjos con parcelas de mayor tamaño y prácticamente rectangulares. 
     El barrio de San Francisco crece en torno a dos viarios principales, la calle Ancha y San Francisco. En esta zona el trazado se intenta ortogonalizar respondiendo a los criterios ilustrados del momento de afianzamiento del barrio.
     En el barrio nuevo se nota mejor el viejo trazado de este adarve construido al amparo del Arroyo de la Represa y el Puente de Málaga. De planta triangular, sus calles son sensiblemente paralelas y rectangulares a la Avda. Severo Ochoa y la Travesía de la Huerta de los Cristales.
     La arquitectura del núcleo histórico de Marbella no se caracteriza por un estilo único, existiendo influencia de varias etapas constructivas. Los edificios más antiguos responden a época renacentista. La vivienda barroca también tiene notables ejemplos en Marbella; son casas patio que se organizan en una o dos alturas, poseen planta rectangular con el patio como elemento vertebrador de la vivienda, abriéndose a las dependencias de la misma. En el patio se localiza el pozo y en muchas ocasiones se organiza configurando una galería perimetral con arcos, pilastras y forjados con viguería de madera, vigas, alfajías y ladrillos por tabla. La vivienda neoclásica también predominante en la zona de las calles Ancha y San Francisco. En estas casas la planta se hace más funcional, incorpora más patios a los que se abren distintos recintos, las galerías dejan de recorrer todo el perímetro del patio. La tipología transformada, permite obtener plantas con posibilidad de organizarse generando varias viviendas en el mismo nivel o una por planta e incluso en los casos más complejos, fincas con varias plantas y varias viviendas en cada nivel.
     En cuanto a la arquitectura doméstica, esta es sencilla y funcional, generalmente de una sola planta, con soberao para almacenamiento del grano. En estas viviendas predomina el macizo sobre el hueco en fachada y generalmente presentan cubiertas a dos guas con teja curva. Muchas de estas viviendas han sustituido el soberao por una nueva planta, alterando tanto la tipología como su fachada y por tanto, la imagen urbana (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     El gran foco del turismo internacional que llega a la Costa del Sol se extiende por una apenas insinuada elevación a orillas del Mediterráneo, al amparo de las altas cumbres de la Sierra Blanca, situación que permite la existencia de un pri­vilegiado microclima en el que el verano suave o la cálida primavera se prolongan durante la mayor parte del año.
Historia
     Recientes descubrimientos remontan el poblamiento del término al Neolítico, aunque con anterioridad, hordas de cazadores errantes ya solían detenerse en sus contornos. Plinio y Pomponio Mela citan a Salduba, que significa ciudad de la sal, como una ciudad fundada por los tirios en 1600 a.C., antecedente de la ciudad actual. Ahora bien, el nombre de Marbella parece que deriva del de Maharbal, importante general cartaginés que participó en la segunda guerra púnica bajo el mando de Aníbal. Todo ello apunta a la antigüedad de la población, de la que se sabe que, cuando llegaron los romanos, era ya una ciudad consolidada, convirtiéndose poco después en lugar de descanso de bastantes patricios romanos afincados en Hispania. Fue plaza fuerte y puerto importante durante la dominación islámica, y su castillo fue residencia tem­poral del monarca nazarí Alhamar II. Mohamed Abuneza, su gobernador, entregó sus llaves a Fernando el Católico en 1485, bajo la promesa de que serían respetadas vidas y haciendas, compromiso que, como se sabe, los cristianos no cumplieron. Durante los siglos XVIII y XIX disfrutó de un importante desarrollo económico gracias al auge de la siderurgia y llegó incluso a contar con altos hornos. El emporio se hundió a principios del siglo XX y la ciudad vio limitadas sus actividades a la pesca y a la agricultura, circunstancia que provocó un grave deterioro de su economía, del que no empezó a recuperarse hasta los años cincuenta de dicho siglo, en que es descubierta por el turismo.
Gastronomía
     La cocina tradicional, la creativa y la de autor, la nacional y la internacional, todas tienen cabida en alguno de los innumerables restaurantes con los que Marbella cuenta, la mayoría no tanto de lujo como de prestigio. En muchos de ellos, sin embargo, encontrará el visitante el ajo blanco y el pescaíto frito, que constituyen dos platos esenciales de la cocina malagueña y que también forman parte de la mesa marbellí, del mismo modo que el espeto de sardinas no falta en los chiringuitos de la playa.
Fiestas
     El Carnaval ha cobrado gran auge en los últimos años. En Semana Santa son mani­fiestos los contrastes entre las procesiones que todos los días desfilan por el casco histórico y la realidad de una población dedicada a la diversión y al recreo.
     La Feria de San Bernabé, entre el 7 y el 14 de junio, goza de gran seguimiento entre autóctonos y visitantes. Lo mismo que la procesión marinera que tiene lugar el 16 de julio, día de la Virgen del Carmen.
VISITA
     Marbella es una ciudad importante. Y esplendorosa. El término municipal cuenta nada menos que con veinticinco playas y hasta la última de ellas puede decirse que llega la población a través de espléndidas urbanizaciones que se suceden prácticamente sin solución de continuidad. Cuenta asimismo con veintiún campos de golf alrededor de los cuales se alzan igualmente las urbanizaciones. Dispone de cinco puertos, uno de ellos pesquero y los otros deportivos. Alrededor de uno de ellos, el de Puerto Banús, que es el de mayor nivel, ha surgido una ciudad completa y no precisamente pequeña. Y qué decir de San Pedro de Alcántara, una antigua pedanía en el extremo occidental del término que es hoy por sí misma una urbe de dimensiones más que regulares. En la mayor parte de las urbanizaciones han ido apareciendo grandes mansiones y palacios, muchos de ellos residencias de magnates árabes. Además de los templos cristianos, existen dos mezquitas islámicas, una sinagoga y varias capillas protestantes. Dignas de mención son las clínicas de reposo y chequeo, que cuentan con las más modernas instalaciones para el tratamiento de la obesidad y el estrés, lo mismo que el Palacio de Ferias y Congresos, la Ciudad Deportiva Municipal, el gran auditorio del parque de la Constitución y la plaza de toros.
     Ahora bien, Marbella cuenta además con un casco histórico de gran belleza -la Marbella de siempre- rodeado por una ciudad moderna con amplias avenidas, plazas, jardines y hermosos paseos, una ciudad en la que el mármol y las piedras nobles muestran por doquier el lujo en su sentido más lato. El casco histórico es de una belleza exquisita. Consiste en esencia en la vieja ciudad árabe. Sus calles son estrechas e irregulares, laberínticas. Sus casas, de dos plantas como máximo, tienen los muros blancos de cal y las ventanas y balcones cuajados de macetas floridas la mayor parte del año. La plaza de los Naranjos es la referencia primera de esta zona. El tono renacentista no se lo da sólo la fuente que en ella murmura, sino el tipo y la disposición de sus edificios. El jardín, con los naranjos que le dan nombre, y las terrazas de los bares acentúan el aire nostálgico y entrañable del lugar, especialmente de noche, cuando las terrazas se llenan de un público cosmopolita y distinguido dispuesto a disfrutar de su cena. En esta plaza están, como edificios más relevantes, el Ayuntamiento, de 1572, con su noble fachada de una asimetría muy acertada y la sala capitular mudéjar; la ermita de Santiago, primera iglesia cristiana con que contó la ciudad, obra de finales del siglo XV, y la casa del Corregidor, del siglo XVIII, que muestra una notable fachada gótico-mudéjar y balconada con alfiz.
     El casco histórico marbellí está repleto de tiendas y comercios de todos los productos y todos los estilos, de bares y de restaurantes, que lo convierten en una especie de gran zoco, a un tiempo abigarrado, solemne y fervoroso. En la plaza de la Iglesia, a la que se puede llegar por Nueva y Álamos, se encuentra la iglesia de Santa María de la Encarnación, gran templo barroco del siglo XVII con una hermosa portada, en la que llama la atención el arco angrelado de la entrada y la torre de tres cuerpos. Esta iglesia guarda el órgano del Sol Mayor y la talla de San Bernabé, patrón de la ciudad. A esta misma plaza asoma una de las torres del castillo musulmán, cuya muralla discurre por las calles Trinidad, Salinas y Portada. Debajo de la iglesia, en la calle San Juan de Dios, se encuentran el Hospital Real de la Misericordia, un gran edificio del siglo XVI, construido para atender a los forasteros necesitados, y la iglesia de San Juan de Dios, también del siglo XVI. La plazuela Altamirano está al final de la calle Misericordia. En ella se levanta la casa de los Cano Saldaña, un gran edificio privado de 1519, reconvertido en Delegación de Cultura. Si desde aquí se sube por Mendoza, se desemboca en Hospital Bazán, en la que, en el bello edificio hospitalario del siglo XVI, de estilo mudéjar, se ha instalado el Museo del Grabado Español Contemporáneo*, en cuyas salas se guardan importantes piezas de artistas españoles del siglo XX, entre ellos Picasso, Dalí, Miró, Tapies, Eduardo Naranjo, Canogar y Genovés. En el parque de la Represa se sitúa el Museo del Bonsái, que guarda una de las mejores colecciones del mundo de este tipo de árboles enanos. Al oeste del Parque, caminando, por ejemplo, por Atarazanas y luego por Lobatas, se llega a la iglesia del Santo Cristo, un buen templo del siglo XVI. Desde aquí, lo mejor es bajar hacia el mar, paseando por lugares como la calle Ancha, la calle Peral, con sus numerosos bares de tapitas y también nocturnos, la plaza de la Victoria y la calle San Lázaro, desde donde se alcanza el frondoso jardín del paseo de la Alameda, perpendicu­lar a la avenida del Mar, en realidad un paseo peatonal, con fuentes y monumentos, que desemboca en el paseo marítimo.
ALREDEDORES
     Dentro del término municipal, a unos 9 km del casco urbano en dirección a poniente, pueden visitarse los restos de la villa romana de Río Verde, que data de los siglos I y II d.C., y conserva varios mosaicos de gran belleza; Las Bóvedas, termas romanas del siglo II, en la urbanización Guadalmina Baja de San Pedro de Alcántara, y restos de la basílica paleocristiana de Vega del Mar, del siglo IV (Rafael Arjona. Guía Total, Málaga. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005)
     Esta ciudad, gran centro del turismo internacional de la Costa del Sol, despliega el magnífico conjunto formado por el antiguo casco histórico y las urbanizaciones de nuevo cuño a orillas del Mediterráneo y al abrigo de la Sierra Blanca, situación que da lugar a su privilegiado microclima.
Historia
     Plinio y Pomponio Mela citan a Salduba o "ciudad de la sal", antecedente de la actual Marbella, como una ciudad fundada por los tirios en 1600 a.C. Debió ser en un tiempo zona de descanso de un buen número de patricios romanos afincados en Hispania. Durante la dominación árabe fue plaza fuerte y puerto de relativa importancia. En su castillo residió durante algún tiempo el rey granadino Alhamar II. En 1485 Mohamed Abuneza, su gobernador, entregó la ciudad a Fernando el Católico con la promesa de que serían respetadas la vida y la hacienda de sus habitantes.
     En el siglo XVIII conoció un importante desarrollo económico que propició el nacimiento del barrio de San Francisco y que, gracias al auge de la minería del hierro, se prolongó durante el siglo XIX, llegando a contar la ciudad incluso con los altos hornos del Ángel y de la Concepción. A principios del siglo XX desaparecen las fundiciones de hierro y la ciudad limita su actividad a la pesca y a la agricultura, lo que provoca un fuerte deterioro de su economía, situación que cambia radicalmente a finales de los años cincuenta con la aparición del turismo.
Gastronomía
     El pescaíto frito y el ajo blanco con uvas, patrimonio fundamental de la cocina mala­gueña, constituyen igualmente el aliciente tradicional de la mesa marbellí, así como el espeto de sardinas, sardinas asadas al calor de las llamas, es el manjar de la playa. Pero en Marbella se da cita un elevado número de restaurantes, muchos de ellos de la máxima categoría, donde es posible degustar toda la amplia variedad de la cocina regional, nacional e internacional.
Fiestas
     En Semana Santa, una semana de fuertes contrastes, salen procesiones todos los días. Del 7 al 14 de junio tienen lugar los festejos en honor de San Bernabé. El 16 de julio es la festividad de la Virgen del Car­men, que se celebra con una colorida pro­cesión marinera.
Vida urbana
     Adoptada por la jet-society de España y del mundo como centro de vacaciones, Mar­bella es ante todo una ciudad cosmopolita y babélica. Famosas y famosos, asiduos protagonistas de las revistas del corazón, atracan sus yates en Puerto Banús, recorren sus calles u organizan sus fiestas en restaurantes y discotecas.
     A lo largo del paseo marítimo y en la zona del del casco antiguo se concentra el grueso del comercio, con tiendas y pequeños zocos que venden toda clase de objetos. Aquí se encuentran también algunos de los más concurridos lugares de diversión, como puede ser por ejemplo el Puente de Ronda y sus alrededores, donde abundan las tiendas y los pequeños bares y tascas que gozan de una clientela principalmente juvenil. Los puntos de encuentro nocturno se sitúan en el puerto deportivo de Marbella, el casco antiguo, la calle Camilo José Cela y Puerto Banús.
VISITA
     A pesar del rápido crecimiento de la población y de los indudables destrozos producidos por la piqueta, Marbella cuenta con un casco histórico de notable interés, constituido por la antigua ciudad árabe, fortificada, de calles estrechas, irregulares, blancas y cuajadas de flores y los barrios que, extramuros, surgieron después de la conquista cristiana.
     La plaza de los Naranjos, con su fuente renacentista (1604) sus parterres floridos y el bosquecillo de árboles que le dan nombre, es el corazón de esta primitiva ciudad aún no desaparecida. En esta plaza se encuentran la ermita de Nuestro Señor Santiago, primera iglesia cristiana con que contó la ciudad, obra de finales del siglo XV; la Casa del Corregidor, del siglo XVII, con buena fachada de piedra gótico-mudéjar y una hermosa balconada con alfiz, y el Ayuntamiento, noble edificio cuya construcción data de 1572 y en el que sobresalen los balcones de hierro forjado y la portada mudéjar.
     Saliendo de la plaza por la populosa Calle Nueva y doblando por la del Álamo, se alcanza la plaza de la Iglesia, donde se encuentra la iglesia de Santa María de la Encarnación, gran templo barroco del siglo XVII, con una bella torre de tres cuerpos, los dos últimos cobijo de campanas bajo arcos de medio punto, y hermosa portada de piedra. En esta iglesia se guarda el órgano del Sol Mayor y la talla de San Bernabé, patrón de la ciudad. En esta misma plaza, entre las calles Carmen y Trinidad, se conserva una de las torres del antiguo castillo árabe, lienzos de cuya muralla aparecen también en las calles Trinidad, Salinas y Portada.
     A través de las estrechas callecitas Carmen y Ortiz de Molinillo se llega al puente de Ronda, antiguo acceso a la ciudad amurallada, de una de cuyas esquinas arranca la Calle Ancha, al fondo de la cual, en la plazoleta de su nombre se levanta la ermita del Santo Cristo, sencilla iglesia del siglo XVI, y las casas del hacen­dado Enrique Grivegnée y de Fernando Lesseps, el ingeniero que construyó el Canal de Suez. Abandonando la plaza de la Iglesia por la calle Trinidad, se localiza el puente de Málaga. Desde aquí parte la calle Mendoza que desemboca en la plazuela de Altamirano, uno de los muchos y bellos rincones con que cuenta la ciudad. Aquí se encuentra la Casa de los Cano Saldaña, de 1519. En la calle Misericordia se levanta el hospital de San Juan de Dios, fundado por los Reyes Católicos, del que destaca un precioso claustro y el artesonado mudéjar de la capilla.
     En el centro de la ciudad, entre el parque de la Alameda y el paseo Marítimo, encontramos la avenida del Mar, una zona de paseo y descanso en el que se puede admirar una de las más completas obras escultóricas de Salvador Dalí.
     En el parque Arroyo de la Represa, a la misma entrada de la ciudad, se puede visitar un original Museo del Bonsai, con una de las mejores colecciones del mundo. También veremos en el parque lagos artificiales, pistas polideportivas y parques infantiles.
     En términos modernos cuenta la ciudad con un número incalculable de urbanizaciones que se extienden a lo largo de la costa y del interior. El turismo ha dado lugar a la aparición de grandes mansiones y palacios, muchos de ellos residencia de magnates árabes que signan el paisaje con su típica arquitectura. Además de los templos cristianos, existen dos mezquitas árabes, una sinagoga y varias capillas protestantes. Dignas de mención son las clínicas de reposo y chequeo que cuentan con las más modernas instalaciones para el tratamiento de la obesidad y el estrés. Numerosos campos de golf y otras instalaciones de­portivas se extienden por el término municipal satisfaciendo las mayores exigencias.
     Pero también subsisten en el municipio vestigios de su pasado como los restos de la villa romana de Río Verde, a la que se llega saliendo del casco antiguo en dirección a Puerto Banús. Data de los siglos I-II d.C. y conserva un bello pavimento de mosaicos. Las termas romanas de Las Bóvedas (siglo III) en la urbanización Guadalmina Baja, y los restos de la basílica paleocristiana de Vega del Mar (siglo IV).
     Además del puerto pesquero y del deportivo que se abre junto al casco histórico, a 5 km de éste, en dirección a Estepona, se encuen­tra Puerto Banús. Decenas de lujosas tien­das, carísimos restaurantes y discotecas de lo más "in" dan ambiente a uno de los enclaves más exquisitos de Andalucía. Es refugio de los barcos más lujosos del mundo y una de las urbanizaciones más características de Mar­bella que cuenta, igualmente, de cara al mar, con 26 km de serenas playas, entre las que cabe mencionar la de las Chapas, Los Monteros, Venus, una de las más concurridas del litoral malagueño, Casablanca y Nueva Andalucía, esta última junto a Puerto Banús (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).

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