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jueves, 26 de diciembre de 2024

Los principales monumentos (Iglesia de Santa María la Mayor, Iglesia conventual de Madre de Dios, Iglesia del colegio del Espíritu Santo, Iglesia de San Bartolomé, Iglesia conventual de San Francisco, e Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe) de la localidad de Baena (I), en la provincia de Córdoba

     Por Amor al Arte
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     Llegando desde Córdoba ofrece Baena la imagen típica de un pueblo campiñés; los montes olivareros se van descorriendo como un telón paisajístico hasta dejar a la vista el caserío blanco, escalonado al pie de la colina. Su parroquia mayor de Santa María, cristianiza, allá arriba, la antigua almedina árabe, y su barroco campanario es como el faro espiritual de esta ciudad, de ibéricas raíces, que vibra por Semana Santa con sus dos mil tambores.
     Ciudad situada al sureste de Córdoba.
     Junto a la carretera C-432.
     Distancia a Córdoba: 62 Km.
     Altitud: 407 m.
     Extensión: 363,3 Km2
     Habitantes: 20.507.
     Gentilicio: Baenenses.
     Mancomunidad: Guadajoz – Campiña Este.
     Aunque su término municipal estuvo poblado desde la prehistoria, la actual Baena nació alrededor de un castillo fundado por los musulmanes en el siglo VIII y que poco a poco fue creciendo hasta alcanzar la categoría de ciudad durante el califato, llegando a ser alcazaba de la Cora de Cabra, es decir, capital de la provincia.
     Hoy, Baena, pone en valor su rico patrimonio y ofrece al visitante lo mejor de si misma. El restaurado Castillo, los templos, el barrio de la Almedina o la magnífica colección arqueológica de su renovado Museo Histórico y Arqueológico son muestras de ello.
     Oficina de Turismo de Baena
     +34 957 671 757
     Vídeo Promocional de Baena: https://www.youtube.com/watch?v=Fm75P_7W-EU (Diputación Provincial de Córdoba).
     A pocos kilómetros de la romana Iponuba, que ha dado ricos materiales arqueológicos, nació Bayyana, citada por primera vez en 886, con motivo de la revuelta de Umar ben Hafsún. Fue capital de la cora de Cabra y en 1241 se entregó mediante pacto al rey Fernando III. Pero el señorío no se consolidó hasta 1394, con el mariscal de Castilla Diego Fernández de Córdoba. En 1520, por matrimonio de Luis Fernández de Córdoba con Elvira Fernández de Córdoba, hija del Gran Capitán y duquesa de Sessa, este título quedará unido a los señores de Baena. En 1565 Felipe II nombró duque de Baena al hijo de ambos, Gonzalo Fernández de Córdoba, III duque de Sessa (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     La A 333, conocida en Priego de Córdoba como la carretera de Baena, lleva hasta la N 432, por la que se llega a Baena, población de larga historia, una de las más notables de la zona, que aparece a lo lejos encaramada e una cumbre de caliza. Baena es famosa por sus aceites de oliva, pero es también una población entrañable, que tiene en la plaza del Coso su lugar más característico. En su zigzagueante caserío sobresalen los restos del castillo y la parroquia de Santa María la Mayor, anterior a 1280 y levantada sobre una antigua mezquita. Su Semana Santa* es espectacular (Rafael Arjona. Guía Total, Córdoba. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2009).
     Esta hermosa agrociudad se derrama, blanca de cal y sol, desde la cúspide de una elevada colina, sobre un paisaje de viñas, de olivares y de huertas que riegan los riachuelos Marbella y Bailón.
Historia
     Aunque existen indicios que revelan una mayor antigüedad, los restos arquitectóni­cos y escultóricos encontrados dan cuenta de una floreciente población en época iberoromana. Así, por ejemplo, la leona ibérica del cerro del Minguillar que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional. Noticias procedentes de cronistas romanos relatan su participación en la guerra entre Viriato y Máximo Serviliano hacia 141-140 a.C. Tras las guerras lusitanas, la población se romaniza rápidamente, procediendo su nombre actual del topónimo latino Baiana, derivado del nombre Baius o Baienus, un hispanorromano propietario del latifundio.
     Durante la Edad Media, Baena es poco más que un gran castillo que los bereberes saquean brutalmente a la caída del califato cordobés. En 1241, la ciudad fue entregada a Fernando III por sus propios habitantes musulmanes, iniciando un dilatado florecimiento que la lleva a ser hacia 1394, ya bajo el señorío del conde de Cabra, la villa mejor poblada del reino de Córdoba. Con una fuerte presencia de judíos conversos, uno de sus hijos fue Juan Alfonso de Baena, autor del famoso Cancionero medieval. En la actualidad, Baena goza de una sólida posición como ciudad agrícola y de servicios, con una dedicación especial a la producción y comercio del aceite de oliva, cuya denominación de origen goza de sobresaliente prestigio.
Gastronomía
     Son célebres las cachirolás de jamón con tomate; el carnerete, patatas fritas con una salsa de ajo, pan, tomate y azafrán; los ratones, pinchos de riñones y lomo de cerdo que se fríen emborrizados en harina y se guisan después, y los panetillos de cortijo, a base de harina y almendras. También destacan el salmorejo, el revoltillo y las migas.
Fiestas
     La fiesta por excelencia de la ciudad es la Semana Santa, una de las más originales e interesantes de Andalucía. Turbas de judíos, los "coliblancos" y los "colinegros'', toca­dos con cascos rematados en penachos de cerdas de caballo blancas o negras, reco­rren las empinadas calles tocando sin cesar sus tambores. A partir del Miércoles Santo comienzan además los desfiles procesionales, que se complementan con representaciones de escenas de la Pasión. 
     Otras fiestas son el Carnaval, la Fiesta del Aceite (15 de mayo), la Feria Real (octubre), el Jubileo (agosto), etc.
VISITA
     La carretera Badajoz-Granada divide la ciu­dad en dos partes: El Llano, moderno, cosmo­polita, industrioso, y la Medina, abigarrada y densa. En El Llano se sitúa el parque Ramón Santaella y la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, que perteneció a un antiguo convento de dominicos y cuenta con un magnífico arteso­nado. La plaza del Coso, hoy de la Constitución, situada en la Medina, es el lugar más característico de la ciudad. En ella se levanta la Casa del Monte, con su planta baja porticada y dos cuerpos de balcones.
     Ascendiendo hasta la parte más alta por el dédalo de callejuelas propio del urbanismo de origen árabe, se encuentra la parroquia de Santa María la Mayor, levantada sobre una anti­gua mezquita. Es anterior a 1280 y de estilo gótico con tres naves sin crucero, aunque ha sufrido sucesivas reformas que le han hecho perder en parte su carácter original. En la plaza de Palacio aparecen los restos del formidable castillo con el que contaba la ciudad, des­tacando por su conservación en el perímetro de la antigua muralla el Arco Oscuro y el de Santa Bárbara, dos de sus puertas.
     Bajando hacia El Llano, en la calle de su nombre, se levanta la parroquia de San Bartolomé, de estilo gótico también e igual­mente muy reformada.
     Algo más abajo aparece la iglesia de San Francisco, de carácter barroco, que alberga un extraordinario retablo del mismo estilo en el altar mayor y pinturas al fresco en sus muros. Guarda la imagen más venerada de Baena, la de Jesús Nazareno (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).

Iglesia de Santa María la Mayor.-
     El primitivo edificio parroquial debió asentarse hacia 1280 sobre restos de una mezquita. El actual se construye hacia 1525 por Hernán Ruiz el Viejo, aprovechando que el tercer conde de Cabra había dotado para enterramiento la capilla mayor. Sufrió reformas en el XVII y XVIII, y destrucción en 1936. En la década de 1980 restauró esta iglesia José Antonio Gómez Luengo, y en 2003 dirigió la última reforma Jerónimo Sanz Cabrera. Es un templo de tres naves con cabecera plana tripartita y sin crucero; las naves van separadas por arcos apuntados sobre pilares fasciculados. La cubierta es ahora una noble armadura de madera que simula bóvedas de crucería.
     La capilla mayor, cubierta con bóveda de estrella, se cerraba con una bella reja que integraba los púlpitos, obra del Maestro Bartolomé de 1526, trasladada incomprensiblemente a los pies de la nave. Preside el presbiterio la escultura pétrea de la Virgen de la Antigua, fechable en la segunda mitad del siglo XIV y relacionada con modelos italianizantes, pero muy restaurada en 1968 por José Rivera. En la pared izquierda hay un cuadro de la Asunción, de la primera mitad del siglo XVIII, y en la derecha, otro con el Buen Pastor, firmado por Juan Leandro de la Fuente en 1640.
     La cabecera de la nave izquierda es la capilla de la Concepción, patronazgo de don Antón de Valenzuela, fundada en 1518. Tiene un retablo de yeserías, de autor anónimo de la primera mitad del siglo XVI y lleva relieves con la Epifanía, San Miguel, San Juan Bautista, la Asunción, el Calvario, la Misa de San Gregorio, San Jerónimo y San Antón. En el muro de la izquierda hay un lienzo de la Inmaculada, del siglo XVII y estética zurbaranesca. En el muro derecho hay un cuadro con el Llanto sobre Cristo Muerto, de hacia 1650. En la nave se ven un lienzo recortado con el Padre Eterno, de hacia 1700, el altar de la Virgen de la Cabeza y, a los pies, un lienzo con la Adoración de los Pastores, del XVII, en mal estado.
     La cabecera de la derecha es la capilla de San José, con retablo de hacia 1770. La capilla de Santa Ana, de bella portada plateresca con el escudo de los Fernández de Córdoba, perteneció al primer abad de Rute, muerto en 1555, y tiene una imagen de la Virgen con el Niño, muy retocada, que recuerda el tipo de Alonso de Mena de hacia 1640. La capilla bautismal está presidida por el Cristo del Perdón, obra de la primera mitad del siglo XVI; a la derecha se ve el relieve muy deteriorado del Abrazo en la Puerta Dorada, también del XVI; en la antecapilla hay un interesante lienzo de hacia 1700 con el Encuentro de Cristo y su Madre en la Calle de la Amargura. En el último tramo de la nave se ven otros dos lienzos con Jesús Nazareno, de buena calidad, y San Francisco de Paula, ambos de hacia 1650.
     De su rico ajuar litúrgico, parcialmente conservado, sobresalen un cáliz gótico adornado con temas pasionistas, la cruz procesional, fechada en 1557, una jarra de mediados del XVII, con punzón ADE y escudo de los duques de Sessa, y una custodia procesional, realizada en 1737, con los punzones de Antonio de Santacruz y Martínez (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     La Iglesia de Santa María la Mayor se sitúa en la zona Centro-Sur del núcleo urbano de Baena. Su ubicación en la zona más alta de la ciudad, coincide con el barrio llamado de la Almedina. 
     La iglesia tiene planta basilical de tres naves sin crucero, orientadas de Este a Oeste, siendo la central de mayor anchura y altura que las laterales. Cada nave consta de cuatro tramos definidos por pilares góticos. En la cabecera se encuentran tres capillas absidiales de planta cuadrada. El cuerpo principal de la iglesia comienza a construirse a mediados del siglo XV hasta las primeras décadas del XVI. 
     Las tres naves del templo están separadas por arcos ojivales moldurados sostenidos por típicos pilares góticos. Tras el terremoto de 1681, al rehacerse las bóvedas, los pilares de las naves laterales quedaron cortados a la altura de los arranques de las bóvedas; sobre ellos se colocaron en el siglo XVIII unas grandes macollas.
     A los muros antiguos, realizados con fábricas de sillares, de mampostería o de ladrillos macizos, hay que añadir los cerramientos de los huecos dejados por el coro y las capillas desaparecidas tras su demolición, en los que se han empleado, además, ladrillos huecos y bloques de hormigón.
     Las naves se cubren con bovedillas de ladrillo hueco sobre una estructura metálica de cerchas y correas que queda a la vista. La nave central se cubre a dos aguas y en las laterales a una.
     Existen dos puertas principales de acceso a la iglesia: la Puerta del Ángel, que se abre al cuarto tramo de la nave del Evangelio, y la Puerta del Perdón, que comunica con el tercer tramo de la nave de la Epístola a través de un amplio atrio. 
     Adosada a la nave del Evangelio, a la altura del tercer tramo, se encuentra la torre, cuyo primer cuerpo se sospecha sea el alminar de la anterior mezquita. Su planta es casi cuadrada, así como la caja de la escalera.
     En este inmueble se encuentran las imágenes de la Cofradía de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, que procesionan acompañados por una turba de judíos infantiles de la cola blanca y la cola negra. Es en esta hermandad donde los niños y las niñas se inician en el toque cofrade de tambor del judío.
     En la ciudad de Baena existía una mezquita aljama fundada por Abderramán II. Al ser reconquistada la ciudad en 1240, debió consagrarse esta mezquita mayor como iglesia. La primera noticia sobre esta iglesia data de 1280.
     A finales del siglo XV, el tercer Conde de Cabra, construyó la Capilla Mayor y reconstruyó en 1525 las bóvedas de las capillas que dan a la nave de la Epístola. Es durante la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI cuando se construye el cuerpo principal de la iglesia.
     Tras un terremoto en 1681, se demolieron las bóvedas principales de la iglesia y se rehicieron sin su carácter ojival. De 1770 a 1771 tienen lugar las reformas a las que hace referencia la inscripción de la Puerta del Ángel, una restauración que realizó el maestro de obras Pedro Ramos. 
     En 1936 el edificio sufrió una gran incendio que lo destruyó completamente. Desde entonces, hasta la primeras restauraciones en los años 70, la iglesia permaneció en estado ruinoso (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Edificio declarado Monumento Nacional de Interés Histórico Artístico.
     Las primeras noticias de este templo, ubicado en la parte más alta de la ciudad, se remontan al S. XIII. Por su ubicación, por su importancia en la villa y por su mención en documentos de la época, se cree que pudo ocupar el emplazamiento de alguna mezquita; de hecho, la torre que aún subsiste parece un minarete musulmán fechable en el siglo IX, aunque con el transcurso del tiempo ha sufrido las lógicas transformaciones, entre las cuales hay que mencionar el propio campanario, que es una obra barroca.
     Una de las obras de arte más preciadas y aún conservadas de la iglesia es la gran reja plateresca que, antes de la restauración llevada a cabo en el año 2003, cerraba la Capilla Mayor. Es sin duda una de las rejas más importantes de la provincia de Córdoba y está a la altura de las existentes en los templos catedralicios más renombrados.
     Horario de Invierno (1 Octubre-14 Junio):
     Viernes, sábados y vísperas de de festivo: 12:00- 14:00 h. y 17:00 – 19:00 h.
     Domingos y festivos: 12:00-14:00 h. 
     Horario de Verano (15 Junio-30 septiembre):
     Viernes, sábados y vísperas de de festivo: 12:00- 14:00 h. y 18:00 – 20:00 h.
     Domingos y festivos: 12:00-14:00 h (Diputación Provincial de Córdoba).

Iglesia conventual de Madre de Dios.-
     Es uno de los más tempranos ejemplos de arquitectura renacentista en la provincia; pertenece a la orden dominica y fue fundado por don Diego Fernández de Córdoba, tercer conde de Cabra y quinto señor de Baena en 1510. La construcción se inició en 1525, dirigida por Hernán Ruiz I, que la pasó a su hijo Hernán Ruiz el Joven. Fue destruido en la Guerra Civil de 1936, con excepción de la iglesia. Ésta tiene crucero levemente esbozado y nave única con dos capillas adosadas; se cubre con cúpula en el crucero y cañón con lunetos en la nave. Lo más notable es sin duda la capilla mayor, obra de Hernán Ruiz el Joven, de 1539, siguiendo diseños de Diego de Siloé.
     El retablo mayor, realizado en mármol, es anónimo, fechable hacia 1650. El espacio central lo ocupa una pintura alegórica de temática dominica, de igual fecha. Delante se halla un bello templete, de metal dorado y mármoles polícromos, adornado con esculturas de los Evangelistas y de los apóstoles Pedro, Andrés, Santiago y Pablo. En el interior del templete hay una pequeña imagen del Crucificado.
     Flanqueando el cuerpo del retablo se dispone una serie de sesenta y cuatro cuadros de procedencia, material y estilo muy diversos, sin programa iconográfico prefijado, que representan temas de la vida de Cristo y de varios santos, de autoría anónima y de calidad notable. En la zona baja, a los lados, hay dos lienzos, atribuibles al taller de los Bassano, con la Epifanía y la Adoración de los Pastores.
     En los muros laterales del crucero están, a la izquierda, un lienzo de la Virgen con el Niño, del XVII, y a la derecha, un magnífico San Jerónimo penitente, próximo a las formas de José de Ribera. El crucero se separa del cuerpo de la nave por una reja del siglo XVI, relacionado con el taller del Maestro Bartolomé. La capilla de la izquierda tiene bóveda de terceletes y un retablo de hacia 1600. Sigue en la nave un retablo de arcosolio, que tiene una imagen de vestir de la Virgen con el Niño. Por encima se ven tres hornacinas en las que aparecen santos dominicos y, sobre éstos, una tribuna de madera. Hay luego otro retablo de parecidas características, con una imagen de Santo Domingo, del XVII, muy retocada.
     En la capilla de la derecha hay una talla del Crucificado, del XVI. Junto al coro luce un hermoso retablo de piedra policromada, con un relieve de la Anunciación, del siglo XVI; en su hornacina alberga un retablo relicario cuyas puertas tienen pintados a San Vicente Ferrer y San Enrique Susón en el anverso, y San Pedro Mártir y San Diego Vinciano en el reverso; en el segundo cuerpo hay tres pequeñas tallas de San Francisco de Asís, San Jacinto y Santo Domingo de Guzmán. En el testero de la nave cuelga un Crucificado de talla sobre un lienzo en que están representados San Juan y la Virgen formando un Calvario, de la segunda mitad del XVII. Dentro del coro se conserva una sillería del siglo XVI. En los paramentos de la iglesia y en el suelo quedan interesantes restos de azulejos de cuenca, del XVI (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     La Iglesia del Convento de Madre de Dios es uno de los más tempranos ejemplos de la arquitectura renacentista en la provincia de Córdoba. Las obras debieron iniciarse en hacia 1525 por Hernán Ruiz I pasando posteriormente el control de las mismas a su hijo Hernán Ruiz el Joven. Esta primera iglesia está muy en mascarada por reformas posteriores, tanto interior como exteriormente. A las partes más antiguas pertenecen el ábside poligonal, que al exterior luce grandes contrafuertes, y los muros laterales.
     Al exterior el conjunto presenta unos volúmenes bien definidos, destacando la espadaña de ladrillo, formada por dos cuerpos. El acceso al templo se hacía a través de un pórtico con techumbre de alfarje, donde se encuentra la portada. Es adintelada y está decorada con motivos ajedrezados. Se encuentra enmarcada por un arco trilobulado y alfiz, en cuyo interior se representa la Anunciación en relieve, acompañada por escudos de los fundadores de la orden.
     La iglesia tiene una sola nave y dos coros en el interior, a los pies de la iglesia. El coro bajo tiene artesonado de casetones del siglo XVI. Crucero con cúpula. La nave se cubre con bóveda de cañón con lunetos. El ábside está cubierto con bóveda de medio cañón. La puerta principal, plateresca en atrio, y se abre bajo un cuerpo cuyo techo presenta un artesonado de bella tracería. Posee una verja plateresca del siglo XVII que separa el cuerpo del resto de la nave. Sobre los muros laterales del crucero existe un alto zócalo de azulejos de Cuenca. Al presbiterio se accede mediante dos gradas situadas en los laterales y dejando en medio tres lápidas. El retablo del Altar Mayor es de época posterior, de alabastro de frontón curvo flanqueado de columnas con basas y capiteles. El templete es de líneas clásicas y frontón triangular adornado con figurillas de bronce y columnas de alabastro. Posee el retablo numerosos óleos de gran valor. 
     Junto al presbiterio y comunicando con el resto del convento se encuentra la Sacristía (que también tiene puerta al exterior) formando un cuerpo de 9 x 4,20 metros. sin contar la dimensión de los muros. Bajo la Sacristía existe un sótano cuyo techo es de bóveda, y el suelo terrizo, al que se accede por una trampilla que hay en uno de los patios del convento. 
     El Claustro separa dos de los patios existentes en el convento y forma un cuerpo de 20 x 4.10 m. 
     La cubierta de la Iglesia, como la del resto del convento es de teja árabe y sus armaduras son de madera salvo algún cuerpo, que fue hace tiempo reconstruido. Como los cuerpos de edificación a épocas distintas, hay una gran diversidad no solo de materiales sino también de sistemas constructivos, por lo que también el estado de conservación de ellos es muy variado.
     El convento de dominicas de Madre de Dios se alza en el centro de la Almedina, entre el castillo y la parroquia de Santa María la Mayor. Fue fundado en 1510 y la obra debió durar todo el siglo XVI.
     Durante la guerra civil, la iglesia no sufrió grandes deterioros mientras que el convento fue desvalijado y en la actualidad no queda nada digno de mención excepto el coro de las monjas (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     El convento de dominicas de Madre de Dios se alza en el centro de la Almedina, entre los restos del castillo y la iglesia de Santa María la Mayor.
     Fue fundado en el año 1510 por el tercer conde de Cabra, siendo su priora Doña Juana Fernández de Córdoba, hija del fundador.
     Su planta es de nave única y crucero con capillas adosadas que se cubre con bóveda de cañón con lunetos. Cabe destacar la bóveda de la capilla mayor atribuida a Ruíz El Joven, según diseño que dio Diego de Siloé.
     Además del cuadro que preside el altar mayor, en el retablo existen sesenta y cuatro cuadros de los que destacan los dos lienzos de la zona baja que se atribuyen al taller de los Bassanos y cuya temática es la Epifanía y la Adoración de los Apóstoles. El coro, de decoración plateresca, está situado a los pies, cuya sillería de madera tallada del S. XVI está separada por columnillas abalaustradas y capiteles jónicos, coronada de crestería con busto de los apóstoles, santos y padres de la iglesia.
     En los paramentos de la iglesia y en el suelo se conservan interesantes restos de azulejos de Cuenca del S. XVI.
     Horario de Invierno (1 Octubre-14 Junio):
     Viernes, sábados y vísperas de de festivo: 12:00- 14:00 h. y 17:00 – 19:00 h.
     Domingos y festivos: 12:00-14:00 h.
     Horario de Verano (15 Junio-30 septiembre):
     Viernes, sábados y vísperas de de festivo: 12:00- 14:00 h. y 18:00 – 20:00 h.
     Domingos y festivos: 12:00-14:00 h (Diputación Provincial de Córdoba).

Iglesia del colegio del Espíritu Santo.-

     Fue fundado en 1770 con el legado de Antonio Nicolás Tejero para que lo atendieran religiosas Hijas del Patrocinio de María. La iglesia se terminó en 1774 y se reformó en el siglo XX. Es de nave única cubierta por bóveda de cañón con arcos fajones; el crucero se cubre con cúpula apoyada en pechinas y la capilla mayor con cuarto de esfera. El coro está ubicado a los pies, en alto.
     En el interior cabe destacar el retablo mayor, de primera mitad del XVII, que sustituyó al original perdido. Tiene registros para pinturas, realizadas en lienzo sobre tabla y relacionadas con el taller de Antonio del Castillo. Son Santa Bárbara y Santa Lucía en el cuerpo inferior y San Juan Bautista y San Francisco de Asís en el superior. En la nave puede verse una Inmaculada de talla, fechable en la segunda mitad del XVIII, muy repintada, y dos lienzos, uno del Bautista y otro de la Virgen de Guadalupe, de igual fecha (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     Edificada a finales del siglo XVIII, forma su fachada un vistoso conjunto con portada de piedra y espadaña.
     Tiene una sola nave, cubierta con bóveda de cañón con arcos fajones. Debe destacarse el Retablo Mayor que data de la primera mitad del siglo XVIII, compuesto de dos cuerpos y tres calles separadas por columnas de fuste estriado (Diputación Provincial de Córdoba).

Iglesia de San Bartolomé Apóstol.-
     A pesar de que la tradición admite la existencia de un edificio anterior, las partes más antiguas de esta fábrica corresponden al final del periodo gótico. A fines del XVIII la reformó Francisco Aguilar del Río y se arregló otra vez en el XIX. Tiene tres naves sin crucero, triple cabecera plana con bóvedas de tercelete, alterada con respecto a su estructura primitiva. En la actualidad se encuentra cerrada, a la espera de una necesaria restauración.
     El retablo mayor, en forma de templete, es del 1832. La capilla de la cabecera izquierda aloja un retablo recompuesto, con la imagen de la Inmaculada, de taller local del XVIII. Sigue el lienzo del Martirio de San Bartolomé, también del siglo XVIII, copia del original de Ribera, y el retablo de San José, de hacia 1750, con dos pequeños relieves de San Joaquín y Santa Ana; el titular es de la segunda mitad del XVII.
     La capilla del Sagrario, o de la Asunción, tiene una reja de la primera mitad del XVI, atribuida a un seguidor del maestro Bartolomé, con remate fechado en 1578. Fue reformada a fines del XIX, añadiéndose luego el retablo neobarroco con tablas de mediados del XVII, que representan a San José con el Niño, la Visitación y Santa Ana con la Virgen. Lo más interesante de la capilla son las tres tablas de hacia 1500 con temas de la Asunción, la Coronación de la Virgen y el Calvario, procedentes de un antiguo retablo y recientemente restauradas.
     De nuevo en la nave, pueden mencionarse los lienzos de la Epifanía, que sigue un grabado de Durero, y las Lágrimas de San Pedro, ambos del XVII. Cierra la nave la capilla del Bautismo, con reja de la primera mitad del XVI, atribuida al Maestro Bartolomé, que procede de la parroquia de Santa María. Guarda un retablo adornado con pinturas sobre tabla, de hacia 1560, con el Bautismo de Cristo, flanqueado por los Evangelistas. La cabecera de la derecha tiene dos retablos reaprovechados. En la pared cuelgan lienzos de Cristo en Getsemaní y la Flagelación, de fines del XVII. A los pies de la nave está la capilla de Santa Ana, con un retablo fechado en 1578, retocado en 1784 y con imagen de 1956. En el coro está el órgano barroco muy deteriorado y dos lienzos con los Desposorios de Santa Catalina, copia de un original italiano, y la Virgen con San Felipe Neri, ambos del XVIII.
     En la sacristía se ve un lienzo  del XVII con la Inmaculada, muy estropeado, y otro con el Nazareno, del XVIII. Entre las piezas de platería, destacan un acetre con hisopo del XVII sin punzones, una cruz parroquial con el punzón BZA de la primera mitad del XVII y un portaviático de 1770 con punzón de Gálvez (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
 
Iglesia conventual de San Francisco.-

     La fundación conventual se hizo a mediados del siglo XVI, bajo el patronazgo de doña María de Mendoza, mujer del primer duque de Baena. Sin embargo, la fábrica actual procede de una reforma de 1694. En el siglo XX se convirtió el convento de asilo de ancianos. La portada principal se fecha en 1773 y la secundaria es de fines del XVII. La iglesia es de planta en cruz, con cúpula elíptica en el crucero. En el muro izquierdo hay capillas y en el derecho hornacinas. Todo el interior se halla cubierto de ornamentación pintada hasta la línea de imposta, realizada en dos fases: la primera, a comienzos del XVIII, afectó a los brazos del crucero, y la segunda, al resto de la iglesia, y es plenamente rococó, mostrando motivos vegetales, niños y rocalla.
     El retablo mayor es obra de Jerónimo Sánchez de Rueda, entre 1730 y 1735; se adorna con imágenes de Santo Domingo y San Francisco abajo, y de la Inmaculada entre San Bernardino de Siena y San Juan de Capistrano arriba. De los muros del presbiterio cuelgan dos lienzos que representan al Salvador y a María, que hacen serie con el Apostolado de la nave. Los frentes de los brazos del crucero tienen dos pequeñas capillas; la de la izquierda guarda un retablo barroco de comienzos del siglo XVIII con imagen de vestir de San Antonio. La de la derecha es una tribuna acristalada en la que se guardan imágenes procesionales. Destacan entre ellas Jesús de los Azotes, probablemente del taller de José Risueño, de hacia 1700, y un Ecce Homo, llamado Cristo de la Ventana, que deriva de modelos de José de Mora.
     Los brazos del crucero están recubiertos de decoración mural; en el lado izquierdo las pilastras del arco de ingreso se decoran con figuras de los santos reyes Fernando de Castilla y Luis de Francia, San Conrado, Santa Delfina, San Elseario y Santa Brígida; en el muro frontero destaca un retablo barroco del círculo de Sánchez de Rueda, fechable hacia 1730, con imágenes de vestir de San Francisco, San Pedro de Alcántara y Santa Clara; tiene en el ático un curioso lienzo con el tema alegórico del Alma cristiana.
     El brazo derecho del crucero conserva las pinturas en mejor estado; en el arco de ingreso se representa el Apostolado y en la bóveda, la Trinidad. En lunetos y paredes se muestran los Padres de la Iglesia, la Epifanía y el Niño Dios adorado por ángeles; debajo de éste cuelga un lienzo con Cristo caído camino del Calvario, de finales del XVIII. En el testero se encuentra un retablo del Setecientos, con una talla granadina de la Inmaculada, de principios del siglo XVIII. Las pinturas murales de los lados componen la Visión apocalíptica, con San Juan Evangelista y la Inmaculada. Por encima del retablo están las Tres Virtudes Teologales.
     En el lado izquierdo de la nave, en el muro, se ve un interesante retablito-marco con la Virgen de Belén, del siglo XVIII. Le sigue la capilla llamada de las Victorias o de San Diego, decorada con yeserías rococó. En el muro izquierdo de halla el sepulcro del obispo Manuel María Trujillo y Jurado, obra anónima de comienzos del siglo XIX; enfrente cuelga un gran lienzo de San Diego de Alcalá.
     La siguiente capilla se cierra con reja de 1879; se decora con pinturas murales y tiene un retablo sin imágenes, de comienzos del siglo XVIII. Finalmente hay una tribuna acristalada con imágenes pasionistas, entre las que destaca Jesús Nazareno, obra del sevillano Miguel Perea de hacia 1720. Cierra la nave un amplio sotocoro, separado de ésta por varios peldaños; se adorna con dos pequeños retablos del sigo XVIII, el de la izquierda, recompuesto, con imágenes de San Antonio y San Judas y el de la derecha con imagen vestida del Niño Jesús, de la misma época.
     En el muro de la derecha hay en primer término un retablo imitando mármol con la imagen San José, obra del escultor local José de los Ríos, de hacia 1830. Le sigue otro del siglo XVIII, en cuyos laterales lucen pequeños fanales con los bustos del Ecce Homo y la Dolorosa, de igual fecha y de modelo granadino. El último retablo es también del XVIII y tiene en el ático un pequeño San Miguel (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     La iglesia responde a un período constructivo ya avanzado el siglo XVII. Las dimensiones del templo son las siguientes: largo total, 41,5 m., ancho de la nave central 8.95 m., longitud del crucero 17,50 m. Tiene planta de cruz alargada, con cúpula elíptica en el crucero y bóvedas de cañón con lunetos en la nave, brazos de la cruz y cabecera.
     Los muros de la nave se articulan con pilastras en las que descansan los fajones y en el lado derecho están perforados por capillas y en el izquierdo con hornacinas. Todo el interior se halla cubierto d ornamentación mural que sube hasta la línea de imposta, permaneciendo en blanco las cubiertas.
     El presbiterio acoge un bello retablo mayor realizado por Jerónimo Sánchez de Rueda entre 1730-1735. Lo más impresionante del conjunto y lo que diferencia a esta iglesia de las restantes de la localidad, son las pinturas al fresco que adornan sus muros.
     En la segunda mitad del siglo XVIII se construyó la portada principal, bajo el coro, que lleva en un óvalo la fecha de 1773. 
     Dos pilastras toscanas flanquean la puerta adintelada, con entablamento clásico y un frontón partido todo bien ordenado. 
     Más simple aún es otra portada que da a una calle lateral con frontón completo y pináculos piramidales. Sin duda a este momento se deba la decoración pintada en sus muros constituida por rocalla. Sobre unos ventanales rodeados de molduras barrocas, que dan a la calle, hay unas celosías de yeso. 
     Del antiguo convento se conserva aún el patio del claustro, de arcos de medio punto sobre columnas toscanas en planta baja y ventanales cuadrados en la alta, usado como asilo de ancianos.
     En pos de la puerta lateral de entrada aparece una capilla con un amplio camarín donde se instalan las imágenes de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno que, junto a los colinegros, procesionan el Viernes Santo por la mañana. Las tallas son: Jesús Nazareno, patrón de la localidad, la Virgen de los Dolores, La Magdalena, San Juan y la Verónica. En la capilla colateral al Altar Mayor, se encuentran las imágenes pertenecientes a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Huerto y San Diego que salen en procesión el Miércoles Santo por la tarde acompañadas de la turba de judíos coliblancos. 
     Por los años 1550 llegaron a Baena los primeros religiosos Observantes de la orden de San Francisco, y se instalaron en unas casas contiguas a una pequeña iglesia, dependiente de la parroquia de San Pedro, lugar donde más tarde se levantaría el convento. Pronto fue su protectora doña María de Mendoza y Sarmiento, en 1556, facilitando dinero en abundancia. 
     Se construyó la iglesia, así como el claustro y el convento. Sin embargo, la fábrica que ha llegado a nuestros días pertenece al periodo barroco, ya que a partir de 1694 este recinto sufrió una profunda remodelación. En 1835 la comunidad franciscana tuvo que abandonar el convento, que se convirtió en casa de vecinos y más tarde en asilo de ancianos, habiendo llegado así hasta nuestros días (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     Esta iglesia, junto con el claustro y el convento fueron construidos hacia el año 1550 a la llegada de los primeros religiosos de la Orden de los Franciscanos, siendo su protectora Doña María de Mendoza y Sarmiento, esposa del primer Duque de Baena, aunque la obra que ha llegado a la actualidad es del S. XVII.
     La iglesia es de una sola nave, con crucero, cubierto con bóveda de medio cañón, con fajones y lunetos. Lo más impresionante del conjunto y lo que diferencia a esta iglesia de las restantes de la localidad, son las pinturas al fresco que adornan sus muros.
     Digno de mención es también el Gran Retablo Mayor de madera tallada y policromada que data de 1740.
     En esta iglesia se encuentra la venerable imagen del patrón de la ciudad, Nuestro Padre Jesús Nazareno, una magnífica talla barroca andaluza del S. XVIII.
     Abierta en horario de culto (Diputación Provincial de Córdoba).

Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.-
     El origen de esta iglesia está en la fundación en 1527 de un convento de dominicos patrocinado por Pedro Fernández de Córdoba. Estaba anejo a la pequeña ermita dedicada a la Virgen de Guadalupe, que fue luego incorporada al templo conventual. Tras la exclaustración de 1835, sólo quedó en pie la iglesia, aunque muy reformada.
     Es de planta rectangular de nave única muy amplia, cabecera planta triple y capillas abiertas a la nave; en las del lado derecho se ha eliminado la separación para simular una nave, pero se han mantenido las cubiertas individuales. El presbiterio, de planta cuadrada, se cubre por un hermoso alfarje ochavado de lacería mudéjar, fechable en el siglo XVI y restaurado en Sevilla en 2003. Las cabeceras laterales tienen cubierta plana y la nave central, bóveda de cañón con lunetos.
     La capilla mayor muestra un interesante retablo barroco, cercano a Hurtado Izquierdo, realizado entre los años 1695 y 1700. El sagrario está diseñado como templete de columnas helicoidales y en la caja central preside la imagen de la Virgen con el Niño, interesante talla de fines del siglo XVII. A los lados se hallan San Francisco y Santo Domingo y en el ático hay un lienzo con la Aparición de Cristo a San Francisco y Santo Domingo. De las paredes del presbiterio cuelgan cuadros de pequeño tamaño con parte de un Apostolado.
     El testero lateral izquierdo lo ocupa un retablo, obra de Francisco Asensio en 1703, con pinturas que representan a San Pedro de Verona y a Santo Tomás de Aquino, situándose en el ático un Calvario. En él se halla la imagen de vestir de la Virgen del Rosario, original de fines del XVII, restaurada. A la izquierda está el retablo del Cristo de la Sangre, o de la Expiración, talla muy interesante del primer cuarto del siglo XVII, que se ha relacionado con el taller de Pablo de Rojas. Fue restaurado en 1986 por Salvador Guzmán.
     La primera capilla por este lado es la de Santo Domingo de Guzmán, obra del siglo XVII; el retablo de mármol es del siglo XVIII y tiene una imagen del titular de vestir y otra de Santo Tomás de Aquino con iguales características. Aquí está el paso de las Angustias, talla de Navas Parejo de 1940. Sigue a ésta otra capilla con cúpula octogonal apoyando sobre pechinas decoradas con medallones de Santo Domingo de Guzmán, Santo Tomás, La Virgen y el Arcángel Gabriel. En ella se halla depositado el paso procesional del Cristo Yacente, antiguo Cristo del Calvario, imagen de escuela granadina del siglo XVII, anterior a 1684, con los brazos nuevos.
     La última capilla es la de la Virgen de Guadalupe. Conserva un bello alfarje de paños cuadrados y triangulares, profusamente decorados con motivos de lacería mudéjar, que según consta en una inscripción, fue dorado a mediados del siglo XVIII. La capilla está separada de la nave por tres rejas, dos de las cuales fueron realizadas por el Maestro Bartolomé en la primera mitad del XVI, aunque una presenta  un copete añadido a principios del XVII y proceden de Santa María; la tercera es del siglo XVII.
     En su interior destaca el retablo, obra anónima de hacia el año 1740, cercano al estilo de Francisco José Guerrero, que ha sido restaurado en Sevilla por el taller Sturmio. La caja central alberga la Virgen con el Niño titular, interesante pintura mural del siglo XVI, y a los lados hay lienzos con Santo Domingo y San Francisco de Paula. El segundo cuerpo luce un pequeño lienzo de la Coronación de María, y a los lados los Desposorios y la Anunciación.
     En uno de los camarines del lado izquierdo está el grupo de la Virgen de la Soledad, San Juan y la Magdalena, bellas imágenes adquiridas en Granada en 1706. La Vera Cruz es del siglo XVII, lo mismo que la pequeña talla de San Sebastián. En los muros hay cuadros de la Adoración de los Pastores y la Epifanía, del XVII.
     La cabecera de la nave derecha del templo se adorna con dos retablos del tercio final del siglo XVIII, uno dedicado a San José y el otro a San Juan Nepomuceno. Ya en la nave, se encuentra el retablo del Corazón de Jesús, obra de hacia 1710, que ha sido dorada en 1943 y 1947, colocándose entonces la imagen que lo preside. Los demás retablos que adornan la nave don obras realizadas en la década de los sesenta por el tallista Antonio Martín Martínez. El gran relieve del Bautismo que cierra la nave es del taller Granda, de 1960.
     La sacristía, cubierta por artesonado plano fechable en el siglo XVIII, guarda varios lienzos del mismo siglo, destacando los que representan a Santa Catalina y a Santa Bárbara. Parte de la orfebrería de este templo procede de la iglesia de Santa María. Entre las piezas que atesora destacan dos cálices del siglo XVI, un portapaz anónimo de finales del mismo siglo, un acetre de mediados del XVII y una bandeja con punzón de Azcona (Alberto Villar Movellán, María Teresa Dabrio González, y María Ángeles Raya Raya. Guía artística de Córdoba y su provincia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2005).
     Es una construcción realizada en ladrillo y mampuesto, con portada a los pies de estructura adintelada y factura moderna.
     El templo es de planta rectangular de una sola nave a la que se abren capillas y cabecera plana triple. El presbiterio es de forma cuadrangular y está separado de la nave por un arco apuntado: Se cubre con un artesonado de lacería dividido en ocho paños. Los espacios laterales tienen cubierta plana. La nave central se cubre con bóveda de cañón con fajones y lunetos.
     Tras el presbiterio está la sacristía de planta rectangular y cubierta con artesonado plano perteneciente al siglo XVIII. El coro, situado a los pies, es obra contemporánea y su estructura no responde a los esquemas habituales en este tipo de construcción conventual.
     Esta iglesia tiene elementos góticos (bóvedas de crucería, Cardinas) mudéjares (artesonado de lacería) renacentistas (pilares y arcos), barrocos (yesería, retablos..) La capilla mayor contiene un interesante retablo barroco realizado entre 1695-1670.
     La fachada es moderna de principios del siglo XX, lo mismo que la espadaña lateral.
     En dicho templo están las tallas de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, Santo Cristo del Calvario y Soledad de María Santísima que procesionan el Viernes Santo por la noche, acompañada de una turba de judíos coliblancos. Igualmente, se encuentran las imágenes de la Real Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario y Santo Cristo Resucitado que, la mañana del Domingo de Resurrección, desfilan por las calles de Baena en las que participan los colinegros.
     La fábrica de esta iglesia ha pasado por diversas fases, siendo la más temprana a comienzos del siglo XVI. En 1527 se funda un convento de predicadores bajo la advocación de Santo Domingo, junto a una pequeña ermita en la que se veneraba a la Virgen de Guadalupe, construcción que posteriormente quedaría englobada en la nueva iglesia conventual. 
     El convento fue exclaustrado en 1835, siendo derribado veinte años después, quedando solo en pie la iglesia, aunque muy reformada (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
     La Iglesia consta de una gran nave central sin crucero y dos naves laterales, separadas por arcos de medio punto.
     Destaca el artesonado mudéjar del s. XVI que cubre la Capilla Mayor, único en su género en toda la provincia, así como un retablo de madera tallada y policromada del segundo tercio del s. XVIII. En la Capilla de la Virgen de Guadalupe es de relevante importancia su artesonado de forma octogonal.
     Abierta en horario de culto (Diputación Provincial de Córdoba).

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