Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Salón de los Embajadores, del Real Alcázar, de Sevilla.
El Real Alcázar [nº 2 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 2 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la plaza del Triunfo, 5 (la salida se efectúa por la plaza Patio de Banderas, 10); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
En el Palacio del Rey Don Pedro, a través del Arco de los Pavones llegamos a la pieza principal del Palacio, el Salón de los Embajadores [nº 15 en el plano oficial del Real Alcázar], bellísima en su arquitectura y riqueza ornamental. Este salón cuadrado y cubierto con cúpula, era la vieja "Cubba" perteneciente al palacio de los abbaditas llamado Al-Muwarak. Era precisamente su salón del Trono y recibía el nombre de Al-Turayya (Sala de las Pléyades).
En este período, siglo XI, esta pieza era exenta y se orientaba hacia poniente, en dirección inversa a la actual, e iba precedida de un pórtico posiblemente tripartito y su entrada principal sería el actual Arco de los Pavones. Iba flanqueada por sendas alcobas separadas del espacio central por triples arquerías de herradura sobre columnas de mármol rosa y capiteles califales, que reproducen los conservados en el Salón Rico de Medinat Al -Zahara y cuyos esquemas han permanecido.
Se cubría con una bellísima cúpula leñosa, tachonada de estrellas que simbolizaba el Universo, pero más sencilla que la actual y podemos afirmar que todos los elementos de esta estancia eran una réplica directísima de la "Cubba" del palacio ya nombrado de Medinat Al-Zahara. Todos sus muros estucados y pintados se cubrieron con los versos del siciliano lbn Handis.
En el siglo XIV esta estancia se remodeló, abriéndose una puerta al patio que se acababa de crear llamado Patio de las Doncellas y cambiándosele por tanto su orientación, pero siguió teniendo el mismo uso: Salón del Trono del monarca castellano. Sus paredes se cubren en esta fecha con los magníficos paños de alicatados que dibujan temas de lazo. A pesar de las restauraciones de las que han sido objeto a lo largo de los siglos han llegado en buen estado de conservación hasta nuestros días.
También son de este período las espléndidas puertas, constituidas por dos hojas talladas en madera de pino ataujerada, doradas y policromadas, con sus correspondientes postigos. Obra riquísima de lacería con inscripciones en caracteres árabes de alabanza a Dios y al sultán y otros latinos, tomadas de los libros sagrados. En ellas se conserva la fecha de realización de esta espléndida obra, 1366, y quienes la llevaron a cabo, que fueron los artífices toledanos.
Hemos de destacar asimismo la riquísima ornamentación de yeserías que, a base de temas geométricos, de atauriques, veneras, símbolos heráldicos e inscripciones, revisten los paramentos de esta estancia como si de bellísimos tapices se tratara. Por último hemos de mencionar la cúpula leñosa o Media Naranja que desde antiguo prestó su nombre a esta estancia, conociéndosela en los documentos como la "Cuadra de la Media Naranja". La actual, que sustituyó a la antigua de los abbaditas, fue labrada en tiempos del Rey Don Juan II de Castilla, concretamente en 1427, por el Maestro Mayor de carpintería Don Diego Roiz según reza una inscripción conservada en dicha techumbre.
Esta magnífica cúpula sobrecoge y sorprende al visitante por sus proporciones y sobre todo por la bellísima labor de lazo calada, ricamente dorada y policromada. Parece ser que los espejitos que ostenta fueron colocados por los restauradores del siglo XIX. Es considerada como una auténtica obra maestra en su género de entre las conservadas en España. Se apoya sobre un friso en que alternan castillos y leones sostenido a su vez por una corona de mocárabes dorada que origina una estrella de ocho puntas. El paso del círculo al cuadrado de la planta se realiza a través de las pechinas de riquísimos mocárabes dorados en los ángulos. Por debajo hay una ancha faja de inscripciones cúficas ornamentales, sobre fondo azul, donde destacan espacios que fueron decorados en 1598 por Diego de Esquivel con treinta y dos bustos de damas. Continúa una faja de castillos y leones y un ancho friso, con compartimentos a modo de hornacinas góticas enmarcando los retratos de los reyes españoles desde Recesvinto a Felipe III, que fueron ejecutados entre 1599 y 1600 y que atribuimos al mismo Diego de Esquivel.
La serie de retratos queda interrumpida en cada uno de los frentes por un balcón de cerrajería labrado por el rejero Francisco López entre 1592 y 1597, constituyendo la más importante obra de fragua ejecutada en el Alcázar durante la Edad Moderna. Se conoce este salón como el de Embajadores porque así consta en las inscripciones arábigas que decoran su puerta, causando una gratísima sorpresa en el que lo contempla por primera vez debido a sus equilibradas proporciones y enorme riqueza, constituyendo una de las piezas más valiosas del Real Alcázar y de toda la arquitectura mudejárica.
Las alcobas laterales han sido objeto de restauraciones en diferentes momentos. Así ha quedado en ellas patente la huella de artistas góticos autores de las yeserías que dibujan hojas de vid, roble, higuera y encina, además de siluetas planas de personajes y animales. Las techumbres que ostentan fueron ejecutadas en el reinado de Felipe II, entre 1590 y 1598 y se las atribuimos al Maestro Mayor de carpintería Martín Infante. Una de estas salas abre al Patio de las Muñecas y la opuesta, a una pieza conocida como el Comedor (Ana Marín Fidalgo, El Alcázar de Sevilla. Ed. Guadalquivir, 1992).
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