Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Retablo de la Redención, de Juan Giralte, en la sala II del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
Hoy, domingo 25 de octubre, como todos los domingos, ha de considerarse como el día festivo primordial para la Iglesia. Es el primer día de cada semana, llamado día del Señor o domingo, en el que la Iglesia, según una tradición apostólica que tiene sus orígenes en el mismo día de la Resurrección de Cristo, celebra el Misterio Pascual.
Y qué mejor día que hoy para ExplicArte el Retablo de la Redención, de Juan Giralte, en la sala II, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
En la sala II del Museo de Bellas Artes podemos contemplar el Retablo de la Redención, de Juan Giralte (+ 1574), siendo una serie de relieves de cedro tallado en estilo renacentista, realizado en 1562-63, con unas medidas de 1'10 x 0'58 m. (los tableros mayores) y de 0'58 x 0`48 m. los menores, y procedente del Convento de Santa Catalina de las Carmelitas de Aracena (Huelva), siendo adquirida por el Estado, para el Museo Arqueológico Nacional, que lo tiene depositado en el Museo en 1970 (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
Varios hechos fundamentales conforman el panorama de la escultura hispalense de mediados del siglo XVI, vinculados no sólo a la evolución española, sino también al resto de Andalucía. De inicio, es una etapa de cierta cortedad cronológica, pues tan sólo abarca unos veinte años, pero en ella ocurre la interpretación indígena de los influjos renacientes italianos, apareciendo una producción mucho más autóctona, y la superposición, al final de su tiempo, de ciertos influjos ya manieristas florentinos. Por otro lado, no será Sevilla el foco prioritario del llamado Purismo, sino Granada, donde dos grandes empresas artísticas, la Catedral y el Palacio de Carlos V, atraerán los afanes de los mejores artistas -Silva, Niccolo da Corte, Juan de Orea, etc.-, que no poco tuvieron que ver con la plástica sevillana, que, como lógicamente cabe suponer, no abarca esta provincia tan sólo, sino que se extiende por las limítrofes, integrantes de su Archidiócesis. Por ello, la escultura purista hispalense es en este momento de escasa importancia numérica y aparece de la mano de artistas venidos de más allá de nuestras tierras, algunos de ellos de escasa fama, que trabajaron tanto en la realización de retablos como de imaginería.
Bernales afirma que el clasicismo se manifiesta potente en la Sacristía Mayor de la catedral de Sevilla, a cuyas esculturas no es ajeno Diego de Siloé, y en donde trabajaron los artistas del círculo de Diego de Riaño. Algo parecido debió ocurrir con la primera etapa decorativa de la Capilla Real hispalense, realizada por Pedro de Campos y Lorenzo del Bao, y que luego se concluyera en tiempos de Diego de Pesquera. Al citado círculo de Diego de Riaño, que trabajó en la Sacristía Mayor catedralicia, perteneció Diego Guillén Ferrant, nacido probablemente en Clermont-Ferrant hacia el año 1500, y que es tenido por Palomero como «la figura más importante, después de Roque Balduque, del retablo sevillano de la primera mitad del siglo XVI». Artista poco estudiado, trabajó en Sevilla entre 1533 y 1547, dejándonos, como maestro imaginero la Virgen de la Granada, en la Colegiata de Osuna, muy bella y dotada de gran movimiento.
Pero, como veremos más adelante, dos maestros flamencos, Roque Balduque y Juan Giralte, llenan el panorama escultórico sevillano del comedio de siglo, preparan el ambiente artístico que llenará el último tercio del XVI y el primero establece el tipo iconográfico que definirá las representaciones de la Madre de Dios, como demostró Hernández Díaz.
Entre todo el grupo de colaboradores de Balduque destacó con luz propia este maestro, Juan Giralte, también flamenco, del que apenas si tenemos datos biográficos. Debió venir a Sevilla para trabajar en el taller de Roque Balduque, y allí permanece anónimamente hasta la muerte del maestro en 1561, fecha en la que le sucede para finalizar los encargos pendientes, según consta en el contrato de cesión que le otorga la viuda del maestro de Bois-le-Duc. Sabemos que, para esta fecha, estaba ya casado con una hija del pintor Juan de Zamora; en 1569 tuvo problemas con la justicia por asuntos económicos, y en 1572 figura en la nómina de la Capilla Real hispalense con el oficio de «moldurero». Muere en Sevilla, en 1574.
Estilísticamente, Giralte sigue los cánones de Balduque, pero acentuando las notas flamencas, consiguiendo realizaciones nerviosas y de menor calidad. Como afirma Bernales, sus figuras son «alargadas, algo angulosas y de expresiones dramáticas», demostrando que su estilo «se desarrolla dentro del primitivismo nórdico -escribe Palomero-; y muestra las incorrecciones que suponen la forzada y falsa asimilación de las fórmulas renacentistas». Técnicamente, sus obras acusan una ejecución tendente a un relieve excesivamente plano y de vinculaciones todavía muy medievales. '
Su producción, ahora comenzada a conocer, arrancaría de su trabajo en la parroquia de San Vicente, donde terminó el Crucificado del remate del retablo Mayor, comenzado por Balduque. Como obras personales se consideran el retablo de la Redención, de Aracena, y los de Cazalla de Almanzor y Bollullos de la Mitación; los apóstoles del Tenebrario de la Catedral hispalense, la figura de Jesús atado a la columna de la iglesia de la Trinidad, y la escultura de San Sebastián, en Jimena de la Frontera (Cádiz).
En 1970, como depósito del Museo Arqueológico Nacional, ingresaron en el Museo las diez tablas que componen el total de los relieves de Giralte para el retablo de la Redención, contratado por el escultor, en 1562, con el presbítero Bartolomé Vázquez, con destino a su Capilla funeraria en la iglesia conventual de Santa Catalina del Carmen, en Aracena (Huelva). Según el contrato y la tasación, hecha esta última en 1563 por Andrés Ramírez y Antonio de Arfián, los relieves se hicieron en madera de cedro y la policromía de oro bruñido, ciñéndose a la siguiente iconografía: Las lágrimas de San Pedro (con la figura añadida de San Juan), la Coronación de espinas, la Oración en el huerto, la Anunciación y la Resurrección, en el único cuerpo del retablo; después, y como añadido al mismo, se hicieron por el propio Giralte, para el remate, las pequeñas tablas del Padre Eterno y los Evangelistas.
Arrancado de su lugar de origen, ha desaparecido su arquitectura, de tipo políptico, con «columnas labradas de talla» y «friso con serafines», así como la policromía. Identificado en 1954 por Hernández Díaz, la restauración nos permite admirarlo hoy «en blanco» (Enrique Pareja López, Escultura, en Museo de Bellas Artes de Sevilla, Tomo I. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
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Más sobre la sala II del Museo de Bellas Artes, en ExplicArte Sevilla.
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