Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Capilla de la Real Maestranza de Caballería, de Sevilla
Hoy, 7 de octubre, Memoria de la Santísima Virgen María del Rosario. En este día se pide la ayuda de la Santa Madre de Dios por medio del Rosario o corona mariana, meditando los misterios de Cristo bajo la guía de aquella que estuvo especialmente unida a la Encarnación, Pasión y Resurrección del Hijo de Dios [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte la Capilla de la Real Maestranza de Caballería, de Sevilla.
La Capilla de la Real Maestranza de Caballería se encuentra en el Paseo de Cristóbal Colón, 12; en el Barrio del Arenal, del Distrito Casco Antiguo.
No es la Catedral la que más tardó en ser construida. Las obras de la plaza de toros de la Real Maestranza se prolongaron más en el tiempo. Siguiendo los planos del arquitecto Vicente San Martín, sus obras se iniciaron en 1761 y duraron hasta 1880. Todavía conocería una intervención a cargo de Juan Talavera y una remodelación de Aníbal González entre 1912-15. El mismo arquitecto diseñó la capilla de la plaza, que, de nuevo, se prolongó en el tiempo, bajo la dirección de los arquitectos Gómez Millán, Medina y Fernando Barquín, inaugurándose definitivamente en 1956. A pesar de ello, su inspiración historicista y las piezas reutilizadas de iglesia desaparecidas le confieren un notable interés.
Su interior queda dominado por el retablo mayor proveniente de la capilla dedicada a la Virgen del Rosario que la Real Maestranza tenía en el desaparecido convento de Regina Angelorum, en el sector norte de la actual plaza de la Encarnación. Es un retablo de tipo camarín diseñado por Francisco Dionisio de Ribas y con tallas de Pedro Roldán, una obra documentada de 1668. Se articula mediante dos potentes columnas salomónicas decoradas con hojas, rosas y angelitos. Al centro se sitúa el camarín de la Virgen del Rosario, sobre una gran peana circular sostenida por ángeles. En el ático se sitúa una hornacina con una talla del Niño Jesús. En los laterales aparecen cuatro parejas de ángeles niños que sostienen los símbolos de las letanías del Rosario, una alusión al origen de la capilla y a la gran devoción de la orden dominica, titular del desaparecido templo de Regina Angelorum. El retablo fue restaurado para su actual colocación por el escultor Juan Luis Vasallo, que también realizó la decoración de yeserías que se sitúan en las pechinas que sostienen la cúpula. Siguiendo las formas del barroco “roldanesco” Vasallo también realizó los ángeles lampareros que aparecen en los laterales del presbiterio, siendo el sagrario de plata obra del orfebre Manuel Seco y Velasco. Completando la alusión a la simbología del Rosario, el polifacético pintor y diseñador Juan Miguel Sánchez que pintó en los lunetos la escena de la Batalla de Lepanto (victoria de Felipe II sobre los turcos en el día de la Virgen del Rosario) y una interpretación de la desaparecida Puerta de Córdoba.
La capilla de la Real Maestranza, con culto público, suele acoger ceremonias de la antigua institución de los maestrantes pero no funciona como capilla de la plaza, que cuenta con un pequeño oratorio para uso de los toreros (Manuel Jesús Roldán, Iglesias de Sevilla. Almuzara, 2010).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de la Santísima Virgen María del Rosario;
La devoción de la Virgen del Rosario, esencialmente de los dominicos, está muy vinculada con el culto de la Virgen de Misericordia del cual, en ciertos aspectos, no es más que una prolongación.
El rosario (rosarium) etimológicamente designa una corona de rosas: es una variedad de sarta de cuentas, chapel o chapelet en francés arcaico, usual hasta el siglo XVI, con el mismo sentido. Las cuentas estaban representadas como rosas blancas y rojas que luego se reemplazaron por bolas de dos clases, las más grandes para los Pater que comienzan cada decena, y las más pequeñas para los Ave. El gran rosario se compone de ciento cincuenta Ave María que se llamaba Patenostre Damedie (en francés arcaico, Patenôtre es una corrupción de Patrenostre -Pater Noster-), al tiempo que el pequeño rosario, que es un tercio de grande, sólo tiene cincuenta.
En suma, es un instrumento para contar, un ábaco, como aquéllos que empleaban los comerciantes y que usan los musulmanes, aunque en este caso sirvan para contar plegarias y no dinero.
Los dominicos hacían remontar el origen de esta devoción al fundador de la orden, en consecuencia, al siglo XIII. Alrededor de 1210 la Virgen se habría aparecido a Santo Domingo y le habría entregado un rosario que éste llamó corona de rosas de Nuestra Señora, y fue gracias a ese talismán que habría triunfado contra la herejía albigense.
En realidad, como lo demostraron los bolandistas, el rosario no es una intervención de Santo Domingo sino de un santo bretón de su orden, personaje poco edificante, y hasta de una lujuria desvergonzada, que se llamaba Alain de la Roche (Alanus de Rupe) que vivió a finales del siglo XV. Hacia 1470 escribió una obra titulada De Utilitate Psalterii Mariae, que fue traducido a todas las lenguas.
En 1475, Sprenger, el prior de los dominicos de Colonia, especie de Torquemada alemán, autor del famoso Malleus Maleficarum (Martillo de las brujas), instituyó en esta ciudad la primera cofradía del Rosario, que fue aprobada por una bula pontificia. La Virgen del Rosario no apareció sobre ningún documento figurativo anterior al último cuarto del siglo XV (no obstante, en algunos pequeños bajorrelieves ingleses de alabastro, que normalmente datan del siglo XIV, se ve aparecer, junto al arcángel San Miguel que pesa las almas en la balanza, a la Virgen que intenta engañar, como Satán, pero en sentido opuesto, esforzándose en inclinar la balanza en favor de un alma en peligro, colocando un rosario sobre el extremo del astil). Se trata entonces de una devoción tardía, más o menos contemporánea del culto de la Virgen de los Siete Dolores o de las Siete Espadas, y muy posterior a las Vírgenes de la Piedad y de Misericordia.
Gracias a la propaganda de los dominicos que patrocinaron cofradías del Rosario en todas partes, esta nueva devoción se difundió con asombrosa rapidez. El papa le atribuyó en 1571 el mérito de la victoria de Lepanto sobre la flota turca.
Iconografía
Para representar a la Virgen del Rosario, los dominicos tomaron en principio el tipo de la Virgen de Misericordia. En un tríptico de la iglesia de San Andrés de Colonia, fechado en 1474, que es la primera representación conocida del tema, la Virgen sólo se distingue de la Schutzmantelmadonna porque su manto está estirado como una cortina por dos santos dominicos, Santo Domingo y San Pedro Mártir, y porque dos ángeles sostienen una triple corona de rosas sobre su cabeza.
Una segunda fórmula, que no tardó en sustituir a esta imitación, no fue mucho más original: esta vez los dominicos tomaron el modelo de la Virgen de los Siete Gozos o de los Siete Dolores, rodeada por una aureola de tondos. La Virgen del Rosario se inscribe en una sarta en forma de mandorla, compuesta por grandes rosas historiadas que se intercalan entre cada decena. La Salutación Angélica de Veit Stoss, suspendida de la cúpula de la iglesia de San Lorenzo de Nuremberg, es uno de los ejemplos más conocidos de este tipo: el grupo mariano se inscribe en un rosario de cincuenta pequeñas rosas separadas por tondos.
Por último, se vio aparecer un tercer tipo iconográfico que excluye definitivamente estas contaminaciones. La Virgen se representó sentada, con el Niño Jesús sobre las rodillas, y es ella o el Niño quienes presentan el rosario a Santo Domingo.
A la Virgen dominica del Rosario, los carmelitas opusieron la Virgen del Escapulario. Nuestra Señora del Carmelo se habría aparecido al general de la orden San Simón Stock, y le habría entregado un escapulario, prometiéndole que quienquiera lo llevase estaría al abrigo de las penas del Infierno e incluso de las del Purgatorio (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Esta fiesta, ligada al ejercicio piadoso del rezo del salterio mariano, tiene su origen en las Cofradías del Rosario, que florecieron en la segunda mitad del siglo XV, las cuales acostumbraban a solemnizar el primer domingo de octubre con la misa de la Virgen Salve radix sancta del Rito Dominicano. El diecisiete de marzo de 1572 inscribió San Pío V Ghislieri en el Martirologio Romano en el día siete de octubre el título de Santa María de la Victoria para conmemorar la victoria de Lepanto, que había acaecido el domingo siete de octubre del año anterior, 1571. Dos años más tarde, Gregorio XIII Boncompagni, por la Bula Monet Apostolus de uno de abril de 1573, permitió que se celebrase una fiesta en honor del Santísimo Rosario el primer domingo de octubre en las iglesias o capillas que venerasen tal advocación mariana en memoria de la intercesión mariana en la victoria naval. Fue extendida a toda la Iglesia Latina el tres de octubre de 1716 por Clemente XI Albani tras la victoria sobre los turcos en Peterwardein. Benedicto XIII Orsini, dominico, le introdujo lecciones propias. León XIII Pecci, gran devoto y propagador del rosario le concedió Oficio propio en 1888. Fue fijada en la fecha actual el año 1913 en la reforma del calendario de San Pío X Sarto y en el 1969 figura como memoria obligatoria (Ramón de la Campa Carmona, Las Fiestas de la Virgen en el año litúrgico católico, Regina Mater Misericordiae. Estudios Históricos, Artísticos y Antropológicos de Advocaciones Marianas. Córdoba, 2016).
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Horario de misas de la Capilla de la Real Maestranza de Caballería:
Domingos: 10:30
Página web oficial de la Capilla de la Real Maestranza de Caballería: www.realmaestranza.com/corporacion/capilla-y-sede
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