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viernes, 2 de diciembre de 2022

Un paseo por la calle Arjona

     Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Arjona, de Sevilla, dando un paseo por ella.
     Hoy, 2 de diciembre, es el aniversario del nacimiento (2 de diciembre de 1781), de quien fuera asistente de la ciudad de Sevilla, de Dº José Manuel de Arjona y Cubas, a quien está dedicada esta vía, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la calle Arjona, de Sevilla, dando un paseo por ella.
     La calle Arjona, en el Callejero Sevillano, es una vía que se encuentra en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo, y va de la confluencia de la avenida Cristo de la Expiración, avenida Torneo, y la plaza La Legión, a la confluencia del Puente de Triana, paseo Cristóbal Colón, y calle Reyes Católicos.
     La calle, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta,  constituida  por  bloques  exentos,  la  calle,  como  ámbito  lineal de relación, se pierde, y  el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. En las calles el sistema es numerar con los pares una acera y con los impares la opuesta.
     También hay una reglamentación establecida para el origen de esta numeración en cada vía, y es que se comienza a partir del extremo más próximo a la calle José Gestoso, que se consideraba, incorrectamente el centro geográfico de Sevilla, cuando este sistema se impuso. En la periferia unas veces se olvida esta norma y otras es difícil de establecer.
     La calle se configuró en la década de 1860 en una amplia zona extramuros llamada desde la Edad Media Ribera y situada entre las puertas de Triana y Real. A lo largo del s. XIX ese lugar era conocido con diferentes nombres. En la citada década todo este sector contiguo a la recién creada estación del ferrocarril pasó a designarse como plaza del Asistente Arjona, en homenaje a José Manuel de Arjona (1781-1850), responsable de la política sevillana en la primera mitad del XIX e impulsor de importantes reformas y mejoras urbanísticas de la ciudad. En 1868, tras la revolución liberal, se rotuló toda esta zona como plaza de los Mártires de la Libertad, "en memoria de los héroes inmolados en este sitio por su amor a la patria" (Secc. 10, Cabildo 2-X- 1868), pues allí tenían lugar las ejecuciones de los reos condenados a muerte. Finalmente, en 1880, una vez trazada la nueva calle, se le asignó en exclusiva el primitivo nombre de Arjona.
     La formación de este espacio está en relación con el desarrollo urbanístico de todo este terreno extramuros, que adquiere especial valor a raiz de la llegada del ferrocarril y que propicia una política de ensanches y edificaciones recogida en el proyecto del arquitecto Balbino Marrón de 1859. En ese contexto, la actual Arjona se plantea en 1862 como un "cómodo arrecife que alinease la plaza de Arjona (actual plaza de la Legión), continúe por delante de la fábrica de los señores Portilla y empalme con la entrada de los Reyes Cató1icos" (Sec. 10, 14-IX-1862). La obra, sin embargo, no se ejecuta hasta la década de 1870, según un proyecto de 1875. Por ser una calle de nueva creación, tiene un trazado rectilíneo y considerable anchura, pues fue ideada como arrecife o paseo que discurría arbolado a lo largo del río. En su acera izquierda, hacia su final, presenta  un amplio ensanche a  modo de plazoleta terriza y arbolada, y en la derecha un espacio privado que se abre a la dársena. Por la derecha de Arjona confluyen Benidorm y Torremolinos, y por la izquierda Luis de Vargas, Marqués del Duero, Sánchez Barcaíztegui, Albuera y Segura. Adoquinada en 1904,en la actualidad mantiene este tipo de pavimento y amplias aceras con abundantes acacias en alcorques, en algunos puntos en doble fila, como recuerdo del carácter de paseo con que la calle fue concebida. Se ilumina con báculos metálicos de pie situados alternativamente en ambas aceras.
     Todo su caserío es posterior a la década de los 50 de nuestro siglo y resultado de la utilización de viejos edificios fabriles, naves y almacenes, por bloques de viviendas de siete y ocho plantas, que trazan una verdadera barrera de cemento ante la dársena del río. Por su interés arquitectónico destacan: los restos del antiguo almacén real de made­ras, la estructura metálica de la antigua lonja de pescado del Barranco, construida según proyecto de 1870, rehabilitada recientemente y hoy destinada a actividades culturales y recreativas. En el s. XIX el Barranco era en los días navideños, "feria de peros, castañas, nueces, turrones, cañas dulces y demás golosinas que alegran las Pascuas, amén de mercado de zambombas y panderetas con que se acompañan las canciones de la Nochebuena" (Luis Montoto, En aquel tiempo). También hay que mencionar el pabellón de estilo historicista de la Asociación Sevillana de Caridad, en la esquina con Reyes Católicos, construido en 1914 por Aníbal González y reformado en 1921 por Aurelio Gómez Millán.
     En cuanto a sus funciones, Arjona ha ido sufriendo a lo largo del tiempo importantes cambios. Hasta la década de los 50 de nuestro siglo fue un espacio de escasa significación residencial, sólo ocupado por edificios fabriles. Constituía una de las primeras concentraciones fabriles de la ciudad. Allí se situaba ya a mediados del XIX la fábrica de gas de Juan Lacave, luego convertida en Catalana de Gas. También la fundición de hierro de Portilla. Más tarde las instalaciones de la Sevillana de Electricidad, cámaras frigoríficas, etc. Fue también, y en buena medida continúa siéndolo, punto de estacionamiento de camiones de transporte. En los últimos años se ha acentuado su función residencial, compatible, sin embargo, con un intenso comercio subsidiario (recambios de automóviles, accesorios, almacenes de pinturas...) y gran número de tiendas de alimentación, droguerías, etc., así como varios restaurantes y bares que colocan sus veladores en sus amplias aceras. 
     La proximidad de la estación de plaza de Armas generó gran movimiento de personas. También la de autobuses de Damas, ubicada en los bajos del antiguo almacén del rey. En sus inmediaciones la calle se ensancha en la mencionada plazoleta, con puestos de bebidas y de prensa y un viejo quiosco de cristales de gran sabor, situado junto al lugar de donde partían los autobuses del Aljarafe, antigua parada de la línea de tranvías de la Pañoleta. A ese movimiento peatonal suscitado por las referidas estaciones hay que añadir el intenso trafico rodado que discurre por allí desde el centro comercial a la "ronda" y hacia el Aljarafe y carretera de Huelva y que ocasiona frecuente retenciones, así como el trasiego de camiones provocado por las agencias de transportes ubicadas en la calle. Todo ello hace que Arjona sea, a pesar de su anchura, un espacio de intensa actividad y movimiento, especialmente en las horas comerciales [Rogelio Reyes Cano, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
     Señalar que tras la construcción del paso subterráneo entre las calles Arjona y Torneo, la calle Arjona sufrió una transformación enorme, que la convierte en una vía muy diferente. 
Antiguo Almacén Real de Maderas. Restos de los antiguos almacenes reales de la madera que bajaba por el Guadalquivir desde la Sierra de Segura. Sólo se conservan los muros exteriores. Fueron construidos en 1735 sobre planta rectangular, abierta por dos de sus lados con arcos semicirculares, y rematan la fachada unas torrecillas. Recientemente se ha re­crecido la edificación con plantas para pisos [Francisco Collantes de Terán Delorme y Luis Gómez Estern, Arquitectura Civil Sevillana, Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, 1984].
Conozcamos mejor la Biografía de José Manuel de Arjona y Cubas, quien fuera asistente de la ciudad de Sevilla, a quien está dedicada esta calle;
     José Manuel Arjona y Cubas, (Osuna, Sevilla, 2 de diciembre de 1781 – Madrid, 14 de diciembre de 1850). Alcalde del Crimen en la Audiencia de Extremadura, alcalde de Casa y Corte, superintendente general de vigilancia pública, asistente en Sevilla, senador y académico numerario de la Historia.
     Fue bautizado en la parroquia mayor de la Asunción bajo el nombre de José Manuel María de Santa Bibiana; hijo de Zoilo de Arjona y de Andrea de Cubas y hermano menor de Manuel María de Arjona nacido en 1771.
     En Osuna transcurrirá su infancia en compañía de su hermano Manuel María. Más adelante, llevaría a cabo los estudios en Latinidad en la Universidad de Osuna, hasta que en 1793 llega a Sevilla e ingresa de colegial en Santa María de Jesús. Ese mismo año se matriculó en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla, siendo su hermano Manuel rector de la misma. Su inscripción en la Universidad de Sevilla está fechada el día 15 de octubre y en ella se le describe: “Edad once años, color trigueño, con dos cicatrices en la frente”; también se encuentra vinculado a la Academia Particular de Letras Humanas. En la Facultad de Filosofía de Sevilla llevó a cabo estudios de Lógica y Metafísica, durante el curso 1793- 1794 y de Filosofía, en el curso 1794-1795 para, finalmente, obtener el título de bachiller en Filosofía, el 13 de mayo de 1795. A partir de ese momento, orienta sus estudios hacia el campo del Derecho y así, se graduó de Bachiller en ambos Derechos (Canónico y Civil) y cursó cuatro años de pasantía, realizando el segundo y tercer años de Cánones en la Universidad de Osuna, para graduarse de bachiller en Cánones el 30 de agosto de 1798 y a partir de ahí regresar a Sevilla, donde obtendría el título de bachiller en ambos Derechos; y nuevamente, de vuelta a Osuna, donde se licenció y doctoró en Cánones, el 4 de mayo de 1800 para dar comienzo, a partir de 1801, a los cuatro años de pasantía en Sevilla.
     Coincidiendo con la práctica de pasantía en Sevilla en 1802, será nombrado consiliario, en calidad de colegial, por la comunidad de Santa María de Jesús y unos años más tarde sería nombrado rector para cuyo cargo fue reelegido en 1805. Un año más tarde, terminada la pasantía, deja Sevilla para instalarse en Madrid, donde contraerá matrimonio, el 4 de octubre, con Antonia Micaela Tamarit y Moure, la ceremonia sería bendecida por su hermano y entre los testigos figuraba José María Blanco (White); en Madrid residirá hasta el mes de noviembre en que marcha a Cáceres para ocupar la plaza de alcalde del Crimen de la Audiencia de Extremadura. En Cáceres nacerá su primer hijo, el 17 de julio de 1807.
     En los años de la Guerra de la Independencia, José Manuel de Arjona fue comisionado para entender acerca de los sucesos acaecidos en Badajoz, el 16 de diciembre de 1808, que provocaron la muerte de cuatro personas; durante su estancia en Badajoz nacería el segundo de sus hijos, el 17 de marzo de 1809. A finales de abril llegó a Sevilla bajo el pretexto de obedecer las indicaciones médicas para que su mujer se recuperase favorablemente del complicado parto de su segundo hijo; al poco tiempo fallece su padre, por lo que obtiene licencia para permanecer cuatro meses más, al cabo de los cuales se incorporó a su cargo en la Audiencia siendo nombrado ministro del Tribunal de Seguridad Pública de Extremadura, que estaba adscrito a la Suprema Junta Central. En mayo de 1810, nació su tercer hijo en Badajoz; y a partir de esa fecha, la Audiencia llevó a cabo un periplo de traslados, motivados por los avatares de la guerra (Valencia de Alcántara, Garrovillas, Brozas y Cáceres).
     En diciembre de 1812 se decretó el traslado de José Manuel de Arjona a la Audiencia de Valladolid, que el interesado intentó anular a través de una representación en la que relataba la situación en la que se encontraba y el problema que implicaba para él aceptar dicha orden. Su petición fue satisfecha. Hasta mayo de 1813 consta como presidente de la Asociación patriótica de Cáceres, tras la renuncia de Esteban Asta, en cuya calidad firma sus escritos en los dos últimos números de Asociación de Cáceres, números 30, 31, de 12 y 22 de mayo de 1813.
     Terminada la contienda y reinstaurado el régimen absolutista bajo el Gobierno de Fernando VII, José Manuel de Arjona se halla en mayo de 1814 como alcalde de Casa y Corte a cuyo cargo estaba el Cuartel de San Francisco. En 1816, Arjona forma parte del Tribunal que debía juzgar la que ha pasado a ser conocida como la conspiración del “Triángulo”, en el proceso se daría suplicio a dos de los implicados (Richart y Yandiola) al parecer, por orden de Arjona, aunque hay dudas al respecto (Braojos; Villa-Urrutia) que llevan toda la responsabilidad a la intervención de Fernando VII autorizando a Arjona a usar el suplicio; sin embargo, “Si Arjona le insinuó verbalmente la necesidad del uso de la fuerza es, hoy por hoy, una incógnita; pero de lo que no cabe duda es de que el Alcalde de Casa y Corte no se hizo rogar en cumplir lo ordenado”; tanto es así, que el proceso judicial de esta conspiración se considera “el punto de arranque de la inmediata proyección político-profesional de Arjona”; así, el 11 de diciembre de 1816, el Rey le nombró fiscal togado del Supremo Consejo del Almirantazgo, cargo del que tomó posesión el día 23; y fue “su fama de hombre duro y enérgico [...] junto con la confianza depositada en él por el Soberano” lo que le valió en septiembre de 1817 el cargo de corregidor, aunque “uno de los factores clave a favor de Arjona debió ser su estrecha amistad con el a la sazón Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia, Lozano de Torres”.
     El nuevo orden político que surge a partir de 1820, marca un giro sustancial en la biografía de Arjona durante los años venideros; así pues, nos consta como presidente de la Sociedad Económica de Córdoba entre los años de 1819-1820. En abril de 1820 se le apremia para devolver al ayuntamiento toda la documentación que obrara en su poder como corregidor; y se convierte, por su colaboracionismo demostrado durante el sexenio, en alguien sospechoso para los liberales y proclive, por lo tanto, de ser alejado de la Corte. Este aislamiento termina con la reinstauración del absolutismo, el 1 de octubre de 1823; se abre a partir de esta fecha un nuevo período en el que José Manuel Arjona vuelve a cobrar un importante protagonismo, ahora como superintendente general de Vigilancia Pública, desde diciembre de 1823; cargo que compaginará con el de gobernador de la Sala de Alcaldes de Casa y Corte, por nombramiento real hecho el 15 de febrero de 1824. Cargos que ocuparía hasta que el 25 de abril de 1825, que marchó a Sevilla en calidad de intendente del ejército de Andalucía y asistente de dicha ciudad; ambos cargos de gran importancia que unidos a las figuras de interventor militar, delegado provincial de hacienda, gobernador civil y alcalde presidente de ayuntamiento, lo convertirían en la máxima autoridad civil de Sevilla.
     El 12 de octubre de 1829 fue recibido caballero maestrante de la Real de Caballería de Sevilla; pocos días más tarde marchó a Madrid para asistir al cuarto y último matrimonio de Fernando VII. Tras su regreso a Sevilla está esperando la ocasión propicia para solicitar su regreso a Madrid, donde quiere asentarse definitivamente. La excusa se presentará cuando en verano de 1831 recibe un escrito de la Dirección General de Rentas censurando su labor al frente de la Dirección General de Hacienda. Arjona aprovecha la circunstancia y presenta la dimisión, en septiembre de 1831; sin embargo, su petición no fue aceptada, quizá por influencia de Calomarde que pretendía por todos los medios mantenerlo alejado de Madrid. En marzo de 1832 reiteraría su petición de dimisión, esta vez argumentando problemas de salud; pero recibió la misma respuesta. La nueva oportunidad le llegó en la primavera de 1833, cuando obtuvo licencia para trasladarse a Madrid con motivo de la jura de la infanta Isabel, como princesa heredera de la Corona. Al fin, este viaje sólo sería de ida, puesto que en agosto de 1833 fue nombrado, nuevamente, superintendente general de Policía del reino. Con anterioridad, el 6 de julio de 1833, Fernando VII le había concedido la Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III. Sin embargo, su relevancia política estaba ya en declive. A los pocos meses de su nombramiento le llega el decreto que lo cesaba y queda como presidente del Honrado Concejo de la Mesta (desde 1834) y como consejero y camarista de Castilla (cargos que en aquellas fechas, ya carecían de total relevancia). La razón de esta caída puede hallarse en la imagen que proyectaba para algunos, como simpatizante del carlismo; para otros, como liberal no del todo fiable “Hombre del Antiguo Régimen convertido en isabelino”. Una Real Orden, fechada el 1 de septiembre de 1834, lo desterró a Cádiz y a partir de ahí sufrió un largo periplo de exilio que le llevó a residir en Marsella entre 1839 a 1842; hasta que regresó a España en 1843. Al parecer durante todos esos años no recibió sueldo alguno. A su llegada residió en Madrid y entró a formar parte de la Empresa de Arriendo de la Renta de la Sal (ocupación que abandonó el 30 de noviembre de 1846) y en julio de 1844, se le designó miembro del jurado encargado de las causas relativas a la libertad de imprenta; intentó hacer carrera política como senador, pero no obtuvo los votos necesarios. El 24 de abril de 1846 solicitó por segunda vez su jubilación (la primera vez, tuvo lugar en 1842 desde su destierro en Marsella) argumentando, ahora como entonces, su quebrantada salud. El 12 de febrero de 1847, le fue concedida dicha petición, con un sueldo anual de 40.000 reales computándosele los años transcurridos entre 1806 y 1847, es decir, que no se le tuvo presente el largo período de destierro. Además, Arjona consta como académico de número de la Real Academia de San Fernando (sección de arquitectura) —desde el 31 de marzo de 1844—; desde 1846 está entre aquellos que “conservan los honores de Ministro del extinguido Consejo de la Guerra”; y el 30 de abril de 1847 es nombrado académico de número de la Real Academia de la Historia tomando posesión el 28 de mayo.
     Además, en 1848 es miembro numerario del Consejo de Sanidad del Reino, y en 1849 se le nombra consejero de Instrucción Pública (presidente de la sección de Instrucción Primaria).
     Finalmente, y como colofón, le llegó el nombramiento de senador (que se le había negado años antes) en la sesión del 18 de diciembre de 1849, con el único voto en contra del senador Calderón Collantes, siendo admitido el día 22, juró y tomó posesión dos días después; la última sesión en la que hizo acto de presencia fue la celebrada el 3 de diciembre de 1850.
     Cinco días más tarde, se siente indispuesto por un catarro pulmonar y el día 14 le llegó la muerte en su domicilio madrileño de la calle Ancha de San Bernardo, 17, en compañía de su mujer y dos de sus hijos. Fue enterrado el día 16 a las doce y media del mediodía, en el nicho número 890 del patio de San Andrés del cementerio sacramental madrileño de San Isidro (Marta Ruiz Jiménez, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
     Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la calle Arjona, de Sevilla, dando un paseo por ella. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.

Más sobre el Callejero de Sevilla, en ExplicArte Sevilla.

La calle Arjona, al detalle:
antiguo Almacén real de maderas
Asociación Sevillana de la Caridad

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