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miércoles, 7 de diciembre de 2022

El panel cerámico "San Ambrosio de Milán", anónimo, en el Vestíbulo del Museo de Bellas Artes

     Por Amor al Arte
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     Hoy, 7 de diciembre, Memoria de San Ambrosio, obispo de Milán, en Italia, y doctor de la Iglesia, que descansó en el Señor el día cuatro de abril, fecha que en aquel año coincidía con la vigilia pascual, pero que se le venera en el día de hoy, en el cual, siendo aún catecúmeno, fue escogido para gobernar aquella célebre sede, mientras desempeñaba el oficio de Prefecto de la ciudad. Verdadero pastor y doctor de los fieles, ejerció preferentemente la caridad para con todos, defendió valerosamente la libertad de la Iglesia y la recta doctrina de la fe en contra de los arrianos, y catequizó el pueblo con los comentarios y la composición de himnos (397) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
     El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
    En el Vestíbulo del Museo de Bellas Artes podemos contemplar el panel cerámico "San Ambrosio de Milán", anónimo, siendo un azulejo plano policromado en estilo barroco, realizado hacia 1670, con unas medidas de 13'00 x 13'00 cms, cada pieza (1'04 x 1'69 el total del panel), procedente de la fachada de la Iglesia del Convento de Nuestra Señora del Pópulo de Agustinos Descalzos, Sevilla, en el siglo XX.
     Este fragmento de un grabado de Tortolero (1738) que reproduce la Entrada en Sevilla de Felipe V, nos permite integrar virtualmente los paneles de la fachada del extinguido convento de Nuestra Señora del Pópulo en su ubicación primitiva. El convento agustino edificó su iglesia en la segunda mitad del siglo XVII. Este conjunto de fachada, como otros contemporáneos, es obra anónima de gran calidad técnica y artística realizada probablemente por pintores que hacen incursiones esporádicas en la cerámica más que por artesanos azulejeros (web Retablo Cerámico).
     El impetuoso desarrollo de la pintura sevillana de caballete de tema religioso durante el siglo XVII unido a la afianzada tradición cerámica existente en la ciudad tras las experiencias enriquecedoras del siglo anterior, dan lugar a un incremento inusitado de los paneles de azulejos concebidos como cuadros aislados y destinados a ser colocados en el exterior de los edificios, visibles desde los espacios públicos que quedan de ese modo sacralizados.
   Este fenómeno de iconografía devocional que ya en el siglo XVI había tenido manifestaciones diversas en paneles sobre portadas, espadañas o torres, experimenta un auge durante la segunda mitad del siglo XVII dando lugar a la realización no sólo de cuadros aislados sino también de conjuntos de paneles organizados que materializan la parte icónica de lo que frecuentemente se ha llamado la fachada-retablo -en este caso retablo pictórico- tan característica del barroco español e hispano-americano.
   De los tres conjuntos más espectaculares: la fachada de la iglesia del hospital de la Santa Caridad, la del convento de San Francisco de Paula y la del de Nuestra Señora del Pópulo, el último de ellos, tal vez el de mejor calidad pictórica, fue desmontado al demolerse el edificio en este siglo y trasladado por fortuna al Museo de Bellas Artes donde hoy podemos contemplar por separado sus paneles. El conjunto de la fachada de la iglesia del Hospital de la Caridad, el más conocido de los tres, es el único realizado en azul sobre fondo blanco. El de San Francisco de Paula es polícromo pero ligeramente inferior en su calidad pictórica al del Pópulo que de esa forma se convierte en un grupo de paneles de especial valor con la única limitación de su desvinculación del contexto original.
   Esta tradición de los paneles pictóricos se prolonga en el siglo XVIII. El estilo se hace menos culto y la calidad técnica a veces desciende pero el fenómeno se divulga y a él acceden capas sociales medias antes marginadas como clientes de este tipo de pintura. Un caso de ex­cepcional calidad lo constituye el panel de Cristo camino del Calvario del vestíbulo del Museo.
   Un fragmento de un grabado de Tortolero (1738) que reproduce la Entrada en Sevilla de Felipe V, nos permite integrar virtualmente los paneles de la fachada del extinguido convento de Nuestra Señora del Pópulo -hoy fuera de su contexto original- en su ubicación primitiva. El convento agustino edificó su iglesia en la segunda mitad del siglo XVII. Este conjunto de fachada, como otros contemporáneos, es obra anónima de gran calidad técnica y artística realizada probablemente por pintores que hacen incursiones esporádicas en la cerámica más que por artesanos azulejeros (Alfonso Pleguezuelo Hernández, Cerámica, en El Museo de Bellas Artes de Sevilla, Tomo I. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
Conozcamos mejor la Historia, Leyenda, Culto e Iconografía de San Ambrosio, obispo de Milán y doctor de la Iglesia;
HISTORIA Y LEYENDA
     Es uno de los cuatro grandes doctores de la Iglesia latina.
     Nacido hacia 340 en Tréveris, pero criado en Roma, fue elegido obispo de Milán en 374, aunque fuera un simple catecúmeno. Fue él quien en 387 bautizó a san Agustín.
     Se hizo popular por la firmeza de que diera pruebas en 390 ante el emperador Teodosio a quien prohibió el acceso a su iglesia después de las matanzas de Tesalónica, hasta que el monarca hizo pública penitencia. Murió en Milán en 396, donde fue enterrado cerca de las reliquias de los santos Gervasio y Protasio, según su deseo, y posteriormente bajo el altar mayor de la basílica que lleva su nombre.
     Su historia se adornó muy pronto con rasgos legendarios recogidos en la Leyenda Dorada. Como dormía con la boca abierta en la cuna que se había instalado en el patio de la casa paterna, las abejas se posaron sobre sus labios «entrando y saliendo de su boca como si quisieran hacer miel allí». Es una leyenda  pagana que ya  contaban los griegos a propósito de Píndaro y de Platón. Su aplicación a san Ambrosio se explica por un juego de palabras con ambrosía, el alimento de los dioses inmortales, que se asimilaba a  la miel.
     Cuando el episcopado de Milán quedó vacante, una voz de niño pequeño se hizo oír de golpe, diciendo que Ambrosio debía ser elegido obispo.
     Se habría dormido un día mientras celebraba misa, y arrebatado en espíritu lo transportaron a la ciudad de Tours, en el momento en que se enterraba a san Martín.
     De acuerdo con una tradición tardía del siglo XV, copiada de la leyenda de Santiago Matamoros persiguiendo a los árabes en España, san Ambrosio habría salvado a Milán en 1338 apareciendo a caballo en lo más álgido del combate, y poniendo en fuga a las tropas del emperador Luis de Baviera con un látigo de tres correas.
CULTO
     Es el patrón de Milán cuya basílica de S. Ambrogio está puesta bajo su advocación. Su fiesta se celebra no el día del aniversario de su muerte sino en el de su consagración episcopal.
     Es el patrón de los canteros porque éstos eran en su mayoría lombardos. El retablo de san Ambrosio, obra de Bartolomeo Vivarini que se encuentra en la Academia de Venecia, fue encargado por la corporación de los tagliapietre (canteros).
     Puesto que tiene como atributo una colmena a causa del enjambre que se había posado sobre sus labios, fue elegido como patrón por los apicultores, los cereros, los fabricantes de alajú. Por la misma razón, se lo consideraba el protector de las abejas.
ICONOGRAFÍA
     Está representado como obispo con báculo y mitra, y además caracterizado por numerosos atributos individuales tomados de su leyenda:
l. Un enjambre, a causa de las abejas que depositaron la miel en sus labios.
2. Un niño en la cuna. Un lactante habría decidido su elección por el pueblo, gritando: «¡Ambrosio, sed obispo!»
3. Huesos, porque encontró las reliquias de los santos Gervasio y Protasio.
4. Un látigo de tres colas. Armado con ese látigo habría prestado gran ayuda a los milaneses, derrotando a sus enemigos. De acuerdo con otra interpretación, se trataría del símbolo de la expulsión de los arrianos de Italia (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
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