Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Santa Bárbara", de Francisco Meneses Osorio, en la Sala III del Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses, de Sevilla.
Hoy, 4 de diciembre, Conmemoración de Santa Bárbara, de la cual se dice que fue virgen y mártir en Nicomedia, en la actual Turquía (s. III / IV) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la pintura "Santa Bárbara", en la Sala III del Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses, de Sevilla.
El Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses [nº 40 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 78 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle San Luis, 37; en el Barrio de la Feria, del Distrito Casco Antiguo.
En la sala III del Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses podemos contemplar la pintura "Santa Bárbara", de Francisco Meneses, siendo un óleo sobre lienzo en estilo barroco de escuela sevillana, pintada en 1703, y procedente del Hospital de las Cinco Llagas, y a su vez del Hospital de los Inocentes.
Hoy, 4 de diciembre, Conmemoración de Santa Bárbara, de la cual se dice que fue virgen y mártir en Nicomedia, en la actual Turquía (s. III / IV) [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy, para ExplicArte la pintura "Santa Bárbara", en la Sala III del Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses, de Sevilla.
El Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses [nº 40 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 78 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la calle San Luis, 37; en el Barrio de la Feria, del Distrito Casco Antiguo.
En la sala III del Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses podemos contemplar la pintura "Santa Bárbara", de Francisco Meneses, siendo un óleo sobre lienzo en estilo barroco de escuela sevillana, pintada en 1703, y procedente del Hospital de las Cinco Llagas, y a su vez del Hospital de los Inocentes.
Conozcamos mejor la Leyenda, Historia, Culto e Iconografía de Santa Bárbara, virgen y mártir:
LEYENDA
Compilada tardíamente por Simeón Metafrasto en el siglo X, la Pasión de esta santa oriental se popularizó en Occidente en el siglo XIII, gracias al arzobispo de Génova, Santiago de Vorágine, y a su Leyenda Dorada.
Hija del sátrapa Dióscuro, habría nacido en Nicomedia, a orillas del mar de Mármara. Para sustraerla al proselitismo cristiano, su padre la encerró en una torre iluminada sólo por dos ventanas.
No obstante, gracias a un subterfugio, ella encontró el medio de recibir las enseñanzas de un sacerdote enviado por Orígenes, que se hacía pasar por médico, y quien, después de haberla instruido en la religión cristiana le administró el bautismo. Para expresar su fe en la Santísima Trinidad, ella perforó en el muro de la torre una «tercera ventana».
Al saber que a pesar de todas sus precauciones su hija se había convertido, el feroz Dióscoro la amenazó con la espada. Ella consiguió huir y se refugió en un peñón que se abrió milagrosamente para darle asilo. Pero fue denunciada por un pastor chivato que fue castigado por su traición con la metamorfosis de sus corderos en langostas.
Presa, santa Bárbara se negó a abjurar del cristianismo y a casarse con un pagano. Por ello la entregaron al juez Marciano que le hizo padecer los peores tormentos. Estirada en un potro fue azotada con vergajos, desgarrada con peines de hierro, rodada sobre fragmentos de cerámica, quemada con hierros candentes; y al fin los verdugos le arrancaron los pechos con tenazas.
Para terminar, su padre, desnaturalizado, la llevó hasta la cima de una montaña y le cortó la cabeza con sus propias manos. El castigo del cielo no se hizo esperar: el monstruo fue fulminado por un rayo. «Fue asaeteado y consumido de tal manera que de su cuerpo no quedaron polvo ni cenizas.»
CULTO
El culto de la "partenomártir" de Bitinia nació en Oriente.
Fue la patrona del monasterio de Edesa a partir del siglo IV, y en el VII se convirtió en titular de una basílica construida por los coptos en El Cairo. León el Filósofo puso bajo su advocación una iglesia de Constantinopla.
En Occidente, su popularidad se remonta al siglo XV. No obstante, en Roma se la representó a partir del siglo VIII, tal como se ve en un pilar de Santa María la Antigua, acompañada por un pavo real, símbolo de inmortalidad. Se ha imaginado que en ciertos casos su culto sustituyó al de una divinidad celta: Borbo o Borvo (Borbón), dios de las fuentes. Por otra parte, corno protegía contra el rayo, se le edificaron santuarios en las cumbres golpeadas por el fuego del cielo.
Se la veneraba sobre todo en Francia, en las provincias de Normandía y Bretaña, como lo prueban la fundación de un priorato de Sainte Barbe en Auge, a orillas del Dive y la advocación de la capilla de Sainte Barbe en Faouet .
En Italia, es la patrona de las ciudades de Ferrara, Guastalla y Mantua.
En España se la invoca contra los truenos, rayos e incendios (abogada contra los truenos e incendios).
La extensión de su culto en Alemania, a finales de la Edad Media, se debía sobre todo al hecho de que figurase en la cohorte de los Catorce Intercesores (vierzehn Nothelfer), en compañía de santa Catalina y santa Margarita. Las tres santas gozaban de envidiables privilegios en la devoción popular, ilustrada por este refrán:
Barbara mit dem Thurm,
Margarethe mit dem Wurm,
Katharina mit dem Räddel
Sind die drei heiligen Mädel.
La liturgia les sumó a santa Dorotea, para formar el grupo del Cuarteto de vírgenes capitales que se invocaba en estos términos en la colecta de la Missa de Sanctis quattuor capitalibu s virginibus:
«Deus qui sanctissimas virgines tuas Catharinam, Barbaram, Margaretham et Dotoheam per martyrii palmam ad coelos pervenire fecisti, praesta, quaesumus, ut earum intervenientibus meritis a peccatorum nostrum maculis mereamus absolvi.»
A Santa Bárbara suele asociársela sobre todo con santa Catalina. Protectora de los militares, simboliza la vida activa, mientras que santa Catalina, patrona de los clérigos, es la imagen de la vida contemplativa.
Patronazgos
Si el culto de santa Bárbara suele adquirir en Alemania una forma colectiva, sus patronazgos tienen un carácter muy individual. Y son tan numerosos que para esclarecerlos, deben clasificarse en dos series: l. La protección contra el rayo y la muerte súbita; 2. Los patronazgos de corporaciones y oficios.
1. Protección contra el rayo y la muerte súbita
Uno de los privilegios más apreciados de santa Bárbara era el de proteger contra el rayo porque su verdugo, que fue su propio padre, fue fulminado por el fuego del cielo. Se la llamaba la «conjuradora del rayo».
Los viejos refranes populares prueban que hasta la invención del pararrayos por Franklin, ella tenía la tarea a su cargo:
Quand le tonnerre grondera,
Sainte Barbe nous gardera.
Quand le tonnerre tambera,
Sainte Barbe le retiendra.
Partout où Barbe passera,
Le tonnerre ne tambera.
(Cuando el trueno rugirá,/ Santa Bárbara nos guardará./ Cuando el rayo caerá, / Santa Bárbara lo retendrá./ Por donde Bárbara pasará, /El rayo no caerá.)
Las iglesias cuyos campanarios y techos protegía de los incendios, invocaban su protección. Por ello el nombre de la santa suele estar inscrito en las campanas, que durante las tormentas solían echarse a vuelo.
La capilla de Sainte Barbe au Faouet fue edificada en 1489 a causa de una promesa formulada por un noble, quien sorprendido durante una cacería por una violenta borrasca, se salvó gracias a la santa que alejó de su cuerpo una gran roca desprendida que rodara hacia él.
Como protege del rayo, se considera que santa Bárbara también preserva de la muerte fulminante, y del deceso sin confesión ni comunión, particularmente temido por los creyentes. Así, pertenece a la categoría de los santos eucarísticos.
Esos dos patronazgos estaban estrechamente ligados en el espíritu de los cristianos de finales de la Edad Media. En un Libro de Horas de 1490, un devoto ruega a santa Bárbara «guardarle del rayo y de la tormenta / como de la muerte súbita, vil y deshonesta / puesto que Dios le ha dado poder».
Sin duda es esa una de las fuente principales de la popularidad de santa Bárbara, versión femenina de san Cristóbal a quien también se invocaba contra «la muerte súbita». Los agonizantes recurrían a su intercesión para no expirar antes de haberse confesado. Por ese motivo se la llamaba Mater confessionis. Las cofradías de la Buena Muerte se ponían bajo su advocación.
2. Patronazgos de corporaciones y oficios
Por el hecho de proteger contra el rayo y la mala muerte, santa Bárbara se convirtió en el siglo XV en la patrona de los artilleros, cuyos cañones tonantes lanzan el rayo, y que están expuestos a explosiones accidentales en tiempos de paz, y a la muerte súbita en tiempos de guerra. Los artificieros también la adoptaron como patrona.
Los arcabuceros, bombarderos, cañoneros y culebrineros nunca olvidaban situar su imagen protectora en los escudos de armas o piezas. La cofradía de santa Bárbara en París agrupaba a los salitreros, fabricantes de pólvora y oficiales de artillería. Se da el nombre de santa Bárbara a los polvorines, arsenales y fuertes; en los barcos de guerra, el habitáculo del maestro artillero se denomina cámara de santa Bárbara.
Por la misma razón, o tal vez a causa de la montaña que se abrió ante ella, santa Bárbara se convirtió en patrona de los mineros y canteros particularmente expuestos a los peligros del grisú y a los derrumbes. Muchos pozos de minas se bautizaron con el nombre de la santa. Su fiesta, el 4 de diciembre, era feriado para los mineros, y quienes trabajaban ese día se arriesgaban a sufrir accidentes mortales. Por extensión, también la adoptaron como patrona los obreros que perforan pozos petrolíferos, sobre todo en Pechelbronn, Alsacia.
En el siglo XV, los mineros de Kutna Hora, Kuttenberg, (Bohemia) pusieron bajo su advocación una magnífica iglesia.
Como en las tormentas se echaban a vuelo las campanas para prevenir los rayos, santa Bárbara también es patrona de los campaneros y carrilloneros. Otros patronazgos se explican por diferentes circunstancias de su leyenda. Puesto que era una virgen estudiosa que se inició en las verdades de la fe cristiana siendo muy joven, junto a santa Catalina comparte el patronazgo de los escolares y estudiantes. De ahí, el nombre del Colegio de Sainte Barbe sobre la colina de Sainte Genevieve, en París.
La torre donde fue encerrada la santa y en la que ella perforó «una tercera ventana» en honor de la Santísima Trinidad, le valió convertirse en la patrona no sólo de los presos sino también de los arquitectos y albañiles.
En conmemoración de la metamorfosis de los ovinos del pastor que la denunciara, era invocada por los agricultores contra las plagas de langosta. Quizá el patronazgo de los canteros o pedreros se explique por la milagrosa apertura de la peña, que le sirviera de refugio. En cualquier caso, es por esa razón que ella curaba la enfermedad de la piedra (cálculos).
La etimología popular le consiguió aún más clientes. A causa de un mal juego de palabras con su nombre, que evoca la idea de pelos, santa Bárbara era invocada por los tapiceros, fabricantes de brochas, sombrereros, fabricantes de verguetas y de raquetas. En Saone et Loire las mujeres visitan la capilla de Santa Bárbara en peregrinación, para tener hijos con pelo rizado.
Puede apreciarse la extraordinaria diversidad de la clientela de santa Bárbara, a quien se recurría no sólo a la hora de la muerte sino también en la vida diaria, para infinidad de oficios. Era la protectora y abogada celestial de los artilleros, mineros, campaneros, arquitectos, fabricantes de brochas y sombrereros.
Ello explica la riqueza de su iconografía.
ICONOGRAFÍA
Atributos
Además de la palma del martirio y la corona, santa Bárbara se caracteriza por numerosos atributos que le pertenecen en propiedad exclusiva y permiten reconocerla fácilmente.
Algunos se han tomado de su leyenda, otros de sus patronazgos.
1. La torre con tres ventanas
Es el atributo más constante, y por decirlo así, obligatorio. En un auto sacramental del siglo XV puede leerse:
Aussi faut qu 'elle ait une tour
En une main et puis en l 'autre
Une palme; puis sans nulle faute
Ait sur la tête une couronne.
(También es necesario que tenga una torre/ En una mano y luego en la otra/ Una palma; y luego sin falta alguna / Que tenga una corona en la cabeza.)
En vez de la pequeña torre simbólica en la mano, puede estar sentada al pie de una gran torre en construcción: así la representa Jan van Eyck en su célebre grisalla del Museo de Amberes (1437).
Lo que caracteriza a la torre de santa Bárbara es que está abierta en tres Ventanas que simbolizan su adoración a la Santísima Trinidad.
A veces la torre, reducida a una pequeña escala, es sólo un simple ornamento aplicado como una insignia a su diadema o su tocado.
En un cuadro del Museo de Bruselas, se ve a santa Bárbara cubierta con un vestido lleno de torres bordadas, formando pareja con santa Catalina que lleva el suyo constelado de ruedas.
2. La pluma de pavo real
Las varas con que la azotaba su padre se habrían cambiado en plumas de pavo real.
No obstante, puede que se trate de un símbolo de inmortalidad, como en el fresco de Santa María la Antigua, en Roma. Se trataría de una alusión a su patronazgo contra la muerte súbita.
3. Su padre y perseguidor hollado a sus pies
Así forma pareja con el emperador Majencio a quien se ve a los pies de santa Catalina de Alejandría.
4. Un cáliz rematado con una hostia
Este atributo que la señala como preservativo de la muerte repentina sin comunión, es menos universal que el precedente. Es particular del arte germánico, alemán y flamenco, e infrecuente en el francés.
Al tiempo que la torre alude a su leyenda, el cáliz la señala como patrona de la buena muerte (patronin eines seligen Todes).
Los dos atributos suelen aparecer combinados: el cáliz está apoyado sobre una ménsula en saledizo, encima de las tres ventanas de la torre.
Hasta se ha emitido la hipótesis de que en origen eran uno, es decir, que el cáliz sería una duplicación, una simple variante de la torre que a veces tenía la forma de un pimentero, bastante parecida a las píxides en que se conservaban las hostias consagradas para administrar a los agonizantes, en el siglo XV. De la torrecilla se habría pasado a la píxide, y luego al copón o cáliz sin tapa, encima del cual planea una hostia.
5. Un cañón o una bala de cañón
Este atributo la señala como patrona de los artilleros.
Resulta poco creíble que el cañón derive, como lo pretende Hourticq, de la torre mal interpretada. La semejanza de formas es muy ligera, y además, los tubos de los cañones no se erigen según la vertical.
Palma Vecchio la representa con un cañón a sus pies. Un alabastro inglés del siglo XV (Victoria & Albert Museum, Londres), la muestra con una bala de cañón en la mano.
La semejanza entre una bala de artillería y una pelota de frontón sin duda explica la elección de santa Bárbara como patrona de los fabricantes de pelotas y de raquetas (Louis Réau, Iconografía del Arte Cristiano. Ediciones del Serbal. Barcelona, 2000).
Conozcamos mejor la biografía de Francisco Meneses, autor de la obra reseñada;
Francisco Meneses Osorio, (Sevilla, c. 1640 – 1721). Pintor, y académico de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría (Sevilla)
La partida de defunción de este artista, redactada en 1721, indica que en el momento de su fallecimiento tenía unos ochenta años, por lo que puede deducirse que nació hacia 1640. Se ignoran datos fundamentales de su vida, siendo referencia constante, desde que lo indicase Ceán Bermúdez, que fue discípulo de Murillo.
Puede suponerse, por tanto, que su actividad artística se inició hacia 1660, cuando contaba con unos veinte años de edad, después de haber finalizado su proceso de aprendizaje, posiblemente con Murillo.
Desde 1663 comienzan a aparecer obras firmadas y fechadas de Meneses Osorio, aspecto que indica ya por estas fechas una actividad notable dentro del ambiente artístico sevillano. Uno de sus principales méritos fue su ingreso como miembro de la Academia de Pintores locales que Murillo había fundado junto con Herrera el Joven en 1660. Otras referencias documentales señalan que en 1771 residía en la parroquia de San Martín y que en 1714 vivía en la parroquia de San Miguel, en la calle del Puerco; allí falleció en 1721 y en dicha parroquia fue sepultado.
Su partida de defunción señala que estuvo casado con Ana Ponce; quizás fue hijo suyo el pintor Sebastián de Meneses que estaba activo en Sevilla en 1710.
La posibilidad de que Meneses Osorio haya sido discípulo de Murillo se refuerza principalmente con la filiación de sus formas artísticas con las de este maestro; también es interesante advertir que cuando los frailes capuchinos de Cádiz se encontraron a la muerte de Murillo en 1682 con el retablo mayor de su iglesia inconcluso, encargaron a Meneses su conclusión, quizás porque eran conscientes de que era este artista quien mejor podía realizar la finalización de las pinturas de acuerdo con el estilo del maestro fallecido. En este sentido, es posible suponer que Meneses Osorio manejó los dibujos y bocetos que Murillo había preparado para la ejecución de dicho retablo y que los utilizó fiel y escrupulosamente. Siguiendo estas pautas, Meneses Osorio debió de finalizar el lienzo principal del retablo de los capuchinos de Cádiz que representa Los desposorios místicos de santa Catalina, advirtiéndose en la parte por él realizada una calidad artística bastante inferior a la del maestro. Los restantes lienzos del retablo, actualmente conservados en el Museo de Bellas Artes de Cádiz, son todos obras de Meneses, siendo estas pinturas San José, San Francisco, San Miguel arcángel y El Ángel de la guarda. También en este museo se conserva un San Francisco recibiendo los estigmas que procede de alguna dependencia del antiguo convento de los capuchinos de Cádiz y que muestra características de estilo propias de Meneses Osorio.
Un importante grupo de pinturas de este artista se conserva en Sevilla, entre las cuales destaca un San Miguel arcángel en el Hospital de la Santa Caridad de esta ciudad, obra que muestra un intenso parentesco estilístico y compositivo con el mismo tema citado en el Museo de Cádiz. Importante por su digna calidad es el San José con el Niño firmado y fechado en 1684; esta obra, que pertenece al Museo de Bellas Artes de Sevilla, presenta claras derivaciones del estilo de Murillo. También en el mismo museo se conserva una obra capital dentro de la producción de Meneses: San Cirilo en el concilio de Éfeso, firmada y fechada en 1701. En esta pintura el artista intenta introducir en la escena el sentido de solemnidad y trascendencia que requiere el episodio representado. La nómina de pinturas de Meneses Osorio en el Museo de Bellas Artes de Sevilla se incrementa con un San Juan Bautista Niño y un San Nicolás de Bari. En la primera se constatan claramente débitos estilísticos procedentes de Murillo, pero sin alcanzar los conceptos de belleza y gracia que el maestro había obtenido al tratar dicho tema. El San Nicolás de Bari muestra una composición que repite la hierática e inexpresiva fisonomía reproducida por las estampas, que representan la imagen de este santo a la manera de un icono. Una última obra de Meneses en el Museo de Sevilla, también de corte murillesco, es la Aparición de la Virgen de la Merced a San Pedro Nolasco, pintura que de antiguo se venía atribuyendo al propio Murillo, pero que, sin embargo, presenta con evidencia el estilo del discípulo.
Firmada por Meneses Osorio se encuentra en el Hospital del Pozo Santo de Sevilla una interesante representación de la Virgen de los desamparados con San Vicente Ferrer y San Pascual Bailón, en la que el artista ha repetido fielmente la imagen de esta Virgen que principalmente recibe culto en Valencia.
Fuera de Sevilla pueden citarse algunas obras interesantes de Meneses Osorio como La Inmaculada, firmada en 1692 y que pertenece a la colección Forum Filatélico de Madrid, en la que el artista repite una composición original de Murillo conservada en el Museo Ponce de Puerto Rico. En el Museo Nacional de Escultura de Valladolid se guarda una representación de La Virgen de los Reyes firmada en 1696 por Meneses Osorio, en la que se repite fielmente el retablo de esta devoción conservado en la Catedral de Sevilla. Otra obra de cierto interés es la Dolorosa, firmada en 1703, que se conserva en el Convento de la Encarnación de Osuna y en la que la Virgen aparece recogida ante la cruz vacía, en actitud melancólica y doliente. Finalmente, hay que señalar que en la Bob Jones University (Estados Unidos) se encuentra un Cristo salvador del mundo, obra de cierto interés en la que Meneses insiste una vez más en recrear modelos murillescos (Enrique Valdivieso González, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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