Por Amor al Arte, déjame ExplicArte la provincia de Málaga, déjame ExplicArte los principales monumentos de la localidad de Vélez-Málaga (I), en la provincia de Málaga.
Datos geográficos
Comarca de la Axarquía Costa del Sol
Superficie: 158 km2
Altitud: 60 m
Latitud: 36º 47' - Longitud: -4º 06'
Distancia a Málaga capital: 37,7 km
Datos demográficos
Población: 85.990
Gentilicio: Veleños
Ayuntamiento
plaza Carmelitas, s/n, 29700
952500100 - 952504616 www.velezmalaga.es
Vélez-Málaga es la perfecta combinación entre la cultura de los pueblos del interior de la Axarquía y el dinamismo de los enclaves costeros de la provincia de Málaga. Su rico patrimonio monumental y sus 25 kilómetros de franja litoral convierten a este municipio en un destino ideal durante todo el año.
Datos geográficos
Comarca de la Axarquía Costa del Sol
Superficie: 158 km2
Altitud: 60 m
Latitud: 36º 47' - Longitud: -4º 06'
Distancia a Málaga capital: 37,7 km
Datos demográficos
Población: 85.990
Gentilicio: Veleños
Ayuntamiento
plaza Carmelitas, s/n, 29700
952500100 - 952504616 www.velezmalaga.es
Vélez-Málaga es la perfecta combinación entre la cultura de los pueblos del interior de la Axarquía y el dinamismo de los enclaves costeros de la provincia de Málaga. Su rico patrimonio monumental y sus 25 kilómetros de franja litoral convierten a este municipio en un destino ideal durante todo el año.
Pasear por el casco antiguo de Vélez-Málaga, declarado Conjunto Histórico Artístico, es sumergirse en la historia. Un pasado del que hoy se conservan impresionantes joyas arquitectónicas y arraigadas tradiciones. Y para relajarse, nada mejor que disfrutar del mar Mediterráneo que baña este municipio de la Costa del Sol Occidental. En el núcleo turístico de Torre del Mar nos aguardan sus playas y su magnífico paseo marítimo. En Caleta de Vélez, su campo de golf y su puerto deportivo y pesquero.
En Vélez-Málaga no puedes perderte sus monumentos:
El Palacio del Marqués de Beniel es el monumento más representativo de la arquitectura civil de la capital de la Axarquía. La construcción de este singular edificio, que mezcla los estilos mudéjar y manierista, concluyó en 1609. Hoy es la sede de la Fundación María Zambrano, la célebre pensadora nacida en Vélez-Málaga.
Cerca del palacio se encuentra la Casa de Cervantes, una antigua vivienda solariega del siglo XVI. En ella se hospedó el escritor Miguel de Cervantes Saavedra, según la tradición popular, y nació un supuesto hijo ilegítimo del rey Felipe IV.
En el itinerario cultural tampoco puede faltar una visita al Hospital de San Juan de Dios. Fundado en 1487 por los Reyes Católicos, el complejo cuenta con una iglesia de dos naves y un hermoso patio mudéjar de ladrillo. El catálogo de monumentos civiles de Vélez-Málaga se completa con la Casa Larios, el Teatro del Carmen, el Pósito y las fuentes de Fernando VI y de San Francisco.
Paradas obligadas para los amantes del arte religioso son las iglesias de Santa María de la Encarnación y de San Juan Bautista. Fueron erigidas sobre primitivas mezquitas en estilo gótico-mudéjar y en las dos resaltan sus imponentes torres-campanario. La primera alberga en la actualidad la sede del Museo de Semana Santa de Vélez-Málaga y posee un bello retablo del siglo XVI.
También destacan el convento de las Carmelitas de Jesús, María y José, el monasterio de Nuestra Señora de Gracia y el convento de San Francisco e iglesia de Santiago. Dos capillas conmemoran además la entrada del rey Fernando el Católico a la villa, en la que se levantan también tres ermitas. Una de ellas está dedicada a la patrona de la ciudad, la Virgen de los Remedios.
De su pasado árabe, Vélez-Málaga atesora interesantes vestigios, como algunos lienzos de la antigua muralla y la Puerta Real de la Villa. En el punto más elevado de la ciudad se alzaba la Fortaleza, construida en el siglo X. Fue una de las alcazabas más importantes del reino nazarí y de ella se conservan la Torre del Homenaje y algunos lienzos de sus muros originarios (Diputación Provincial de Málaga).
El núcleo urbano se asienta en la ladera de unas pequeñas colinas. Crecimiento desde el norte hacia suroeste y sureste, ocupando los nuevos desarrollos la llanura, sobre antiguas huertas. Ocupación de dos Cerros (Fortaleza y Los Remedios) y el piedemonte, así como los arroyos, y los conos de deyección, de San Francisco. San Sebastián y Molineta. Sus altitudes más significativas son: el Cerro del Castillo, 132,0 m.; la Ermita de los Remedios, 113,0 m.; y el Casco Urbano, 60,0 m.
La estructura urbana del núcleo de Vélez-Málaga se encuentra todavía muy condicionada por su pasado histórico, por lo que tenemos que empezar por hacer una primera distinción entre la trama urbana de la ciudad intramuros, y el resto de la ciudad que se organiza a partir de los accesos a las "puertas" de esa medina. Así tenemos en el barrio de la Villa, una serie de calles estructurantes que partiendo de las antiguas puertas de la ciudad se interrelacionan en un punto central (Plaza de Rojas), para conectar con la Iglesia de Santa María en la parte superior, y de ahí acceder a la Fortaleza. El resto de la trama lo conforman una intrincada red de calles dispuestas de forma orgánica según la situación de la edificación, y con un carácter casi privado para sus moradores.
Por tanto su viario posee una estructura natural, producida de manera espontánea por el crecimiento de la población y adaptada siempre a la topografía del terreno. Sus calles estrechas y tortuosas, con manzanas medianas e irregulares, en la parte más alta y antigua (la Medina). Conforme se avanza hacia terrenos más llanos, la trama se va haciendo algo más regular, las calles más amplias y rectilíneas, y las manzanas de mayor tamaño. En la zona de los Arroyos, las manzanas son más alargadas y de poco fondo.
Será a partir de la dominación cristiana cuando vayan surgiendo zonas diferenciadas en la ciudad, fundamentalmente ligadas a la implantación edilicia que organiza todo el sector. Así, el Barrio de San Juan de Dios, estructurado en torno a la Plaza presidida por el Hospital de San Juan de Dios con manzanas de forma cónica, y con manzanas rectangulares paralelas al trazado de la muralla entre C/ Salvador Rueda y C/ San Juan de Dios, presenta un loteo de las mismas bastante claro, con una dimensión en fachada de 6 a 10 metros y profundidad de 20. En el barrio de las Claras la forma de implantación de las manzanas es mucho menos clara, produciendo sectores de ciudad de forma trapezoidal de gran dimensión. Esto producirá por un lado poca homogeneidad de ocupación del territorio (parcelas grandes junto a otras más pequeñas) apareciendo en el interior de las mismas grandes zonas sin posibilidad de edificación.
El Barrio de San Juan - El Carmen tiene una parcelación estructurada en forma relativamente paralela. Las manzanas son de menor tamaño que en Las Claras, siendo la trama urbana de su de un trazado bastante inflexionado por lo sinuoso del terreno y de unas dimensiones muy reducidas para la envergadura de la edificación en fachada que soporta. Las parcelas son de gran tamaño.
En el Barrio de San Francisco la parcelación no tiene unas características homogéneas, apareciendo muy grandes parcelaciones para las grandes edificaciones que allí se dan y en sus alrededores parcelas más pequeñas que van colmatando los espacios que quedan. La única parcelación más homogénea es el loteo existente en un lado de la Carrera de san Francisco de 8 x 24 metros.
En el Barrio de Capuchinos la parcelación es de pequeñas dimensiones en fachada y poca profundidad (8 x 15 metros), resultado del adosado de grandes parcelas de las casas señoriales o del Convento.
Se distinguen tres áreas diferenciadas: Cerros y Arroyos, Conos de deyección y Piedemonte, y ocupaciones marginales al norte.
Al abordar el tema de la tipología edificatoria de la ciudad lo haremos distribuyéndolas por los sectores más importantes.
En el Cerro de San Cristóbal la tipología de la vivienda es de tipo unifamiliar, de reducidas dimensiones, en una planta casi siempre, aunque lo inclinado del terreno facilita la existencia de dos en algunos casos, y dejando la trasera de la parcela como patio de desahogo.
En el Barrio de San Juan de Dios, la vivienda es también del tipo unifamiliar entre medianeras originado en el siglo XVI, con un carácter fundamentalmente agrario, estructurándose esta en dos crujías de dos plantas, y dejando el fondo de la parcela para labores del campo y de almacenamiento. Es la tipología que llamaremos "vivienda tradicional".
En el Barrio de las Claras aparecen dos tipologías; una de ellas es la "vivienda unifamiliar urbana", desarrollada en profundidad entre medianeras, y resolviéndose normalmente en dos plantas y casos de tres, y utilizando para ello algún patio interior con posición no centrada al ocupar en la mayor parte casi el total de la parcela. Este tipo tiene su mayor desarrollo en los siglos XVIII y XIX. La otra tipología que aparece en este sector es el de la "casa señorial", de dimensión relativamente cuadrangular y resultando una vivienda estructurada en torno a un patio y tres plantas de altura.
En el Barrio de San Juan-El Carmen las parcelas son de gran tamaño produciendo viviendas del tipo "casa señorial".
También se dan algunos casos de "vivienda unifamiliar urbana". Sin embargo el nuevo tipo que se nos presenta e esta zona es el de "vivienda plurifamiliar urbana" o "casa de vecinos", desarrollándose en tres plantas con patio interior, del que existen pocos casos. Aquí también se han implantado bloques de vivienda en altura producto del desarrollo económico de las últimas décadas.
En el Barrio de San Francisco es donde se nos presenta el mayor número de "casas señoriales", ya que fue la zona escogida por las familias nobles para instalarse en los siglos XVI y XVII, presentando en algunos casos características palaciegas. También hay algunos casos de "vivienda plurifamiliar" y alguna banda de "viviendas unifamiliares urbanas".
Por último en el barrio de Capuchinos existe la tipología de "vivienda tradicional" pero con mucho menos patio trasero que en San Juan de Dios, y no estando este sector tan desarrollado en el siglo XVIII y XIX tan exclusivamente ligado a la actividad agraria como en este caso.
En cuanto a las transformaciones urbanas producidas en Vélez-Málaga, ha habido una degradación del conjunto producida por los inmuebles de nueva creación. En concreto se dan una serie de actuaciones de lo que llamaríamos "arquitectura moderna", realizadas en torno a los años setenta, desarrolladas normalmente en altura, produciendo fuerte impacto en la zona circundante especialmente por sus medianerías. También nos encontramos con la utilización de lenguajes formales históricos reducidos a unos cuantos elementos característicos repetidos sin mayor sensibilidad compositiva, y que son adaptados a tipologías y sistemas constructivos actuales (Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía).
Adherida a su irregular orografía, especialmente la zona de la Villa, recuerdo de su pasado árabe, y en un marco inmejorable, Vélez-Málaga ejerce un exhaustivo control y dominio del territorio más próximo; en cambio, en la parte inferior, la ciudad se explaya en un urbanismo de calles regularmente trazadas, testimoniadas a través de sus hitos monumentales. Su pasado es un eco intenso de continuas ocupaciones de pueblos atraídos por la bonanza del clima, la fecundidad de sus tierras, y la proximidad del mar, desde el período del Bronce tardío. La presencia fenicia en la desembocadura del río Vélez es uno de los más importantes hitos en el territorio andaluz, como confirman los yacimientos de Toscanos, Cerro del Peñón, Cerro Alarcón, y la necrópolis del Jardín. La mítica Mainake, fue una colonia fundada por los griegos de Focea en la zona occidental de la costa andaluza, que el investigador alemán A. Schulten, a finales de los años 30 del siglo XX y siguiendo las fuentes literarias de la antigüedad, situó en la desemboca del río Vélez. Son numerosas las tesis que han montado y desmontado los argumentos en torno a este enclave milenario, entre la ficción literaria y la realidad. En los últimos años, puede afirmarse que los descubrimientos del arqueólogo alemán corresponden más a una explotación continua por parte de los fenicios, entre los siglos VIII y VI a. C, que a la existencia de una colonia griega. No dejamos atrás la aportación de romanos, visigodos y bizantinos, hasta el pueblo árabe, cuya profunda huella persiste en su estructura urbana, aunque diluida con los aportes de la ciudad cristiana, que ha resignificado todo el espacio, en la Edad Moderna y Contemporánea.
Una de las primeras noticias sobre Vélez, se recoge en un documento del siglo XII, según el cronista Ibn Baskuwal, que menciona la cara de Billis min nazar Rayya, Vélez, de la jurisdicción de Raya. A partir de esta fecha, las referencias de otros cronistas son más abundantes, ya que probablemente se convirtió en centro administrativo de la zona. El alcaide Abul-Kassim Venegas, entregó la ciudad de Vélez al comendador mayor de León, el 27 de abril de 1487, poniéndose fin al dominio árabe. La expulsión de los moriscos decretada por Felipe II, tras la sublevación de 1568, implicó a una populosa población morisca diseminada por toda la Axarquía. Esta medida afectó directamente a su economía, basada en el cultivo de la morera y de gusanos para la obtención de la seda, y desde entonces se produjo un aumento del cultivo de la vid y de la caña de azúcar, imponiéndose un nuevo paisaje en los montes y las laderas.
La Edad Moderna significó un paulatino cambio de las estructuras sociales, económicas, y obviamente de pensamiento, que procurarán a la ciudad una nueva fisonomía, como queda recogida en la vista ofrecida por C. Hoefnagle en el libro Civitas Orbis Terrarum. La llegada gradual de las diferentes órdenes mendicantes, fue configurando una ciudad conventual, acompañada de una férrea oligarquía municipal. El siglo XVII lo protagonizó la crisis económica generalizada en el país, aunque con diferentes efectos, que en Vélez se palió por la especialización de su agricultura, y el constante crecimiento demográfico, como lo demuestra la ocupación periférica de la ciudad a finales del siglo XVIII, comprendido por los hitos monumentales del Hospital de San Juan de Dios y el convento de las Carmelitas Descalzas. Los extranjeros fueron decisivos para la revitalización de la economía, y de las transacciones comerciales, dando lugar al nacimiento de la primera Sociedad Económica. El inicio del siglo XIX quedó marcado por los conflictos bélicos y políticos, que dieron un giro importante a su economía, dominada por el monocultivo de la vid, con consecuencias relevantes en el enriquecimiento de la burguesía mercantil que controlaba todo el comercio.
Vélez-Málaga se estructura en torno a una colina fortificada, guarnecida de murallas que englobaba a la antigua medina en el lado oeste, conocida en la actualidad con el nombre de la Villa, declarada Conjunto Histórico, en donde la disposición abigarrada y acentuada pendiente de su trama urbana domina todo ese espacio. En origen estuvo ocupado por la alcazaba, convertida tras la conquista cristiana en Casa Real, Capitanía General y cuartel, entre otros usos. Posteriormente, este espacio fue abandonado, siendo ocupado por casas tradicionales. Tras los sucesivos decretos desamortizadores, se desacralizó la ciudad conventual, ocupándose buena parte de sus solares y huertas, produciéndose la fragmentación de un rico y heterogéneo patrimonio monumental, y la transformación y secularización de su espacio interior, como también en la periferia, debido al incremento demográfico. Esto dio lugar a que en la franja costera naciera una ciudad, la Torre del Mar de Vélez.
La costa del término de Vélez-Málaga, conserva un conjunto interesante de torres vigía, como son las torres de Chilches, Lagos y Manganeto, de forma troncónica, y la de Moya, también conocida como Torre de Benajarafe o Torre Gorda, más moderna, con forma de herradura o pezuña (Rosario Camacho Martínez [dirección], Aurora Arjones Fernández, Eduardo Asenjo Rubio, Francisco J. García Gómez, Juan Mª Montijano García, Sergio Ramírez González, Francisco José Rodríguez Marín, Belén Ruiz Garrido, Juan Antonio Sánchez López, y María Sánchez Luque. Guía artística de Málaga y su provincia. Tomo II. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2006).
Considerada como la gran capital de la Axarquía, esta histórica ciudad de señoriales perfiles se alza en medio de un jardín tropical, al pie del ancho valle por el que discurre el río Vélez, a menos de cuatro kilómetros de distancia.Historia
Es como la higuera de Vélez, todo el que llega cuelga su zurrón. Así dice el refranero que Ibn Asim (1358-1426) reunió pacientemente en Granada a lo largo de su vida, haciendo referencia a la espléndida feracidad de las tierras velezanas. Aunque en el término municipal existieron poblamientos desde la Prehistoria, Vélez-Málaga debe su existencia a los musulmanes. Las primeras noticias fidedignas que se tienen de la ciudad las proporciona en el siglo XII el cronista Ibn Baskuwal, cuando afirma que pertenecía a la cora de Raya. Por aquel entonces recibía el nombre de Ballix-Malaca que significa valle de Málaga. Todo el que pasaba por aquí a partir de entonces quedábase prendado tanto de los campos como de la propia ciudad. Maravillas cuentan de ambos Al-Idrisi, Abulfeda, el andariego Ibn Battuta o Abd-al Bassit. La alcazaba, más tarde fortaleza que dio origen a la ciudad, debió de construirse en el siglo X. Luego, en los siglos siguientes, fueron surgiendo la medina, grandes arrabales y algunas alquerías como Torre del Mar, Almayate, Benajarafe o la Caleta de Vélez, entre muchas otras.
Los Reyes Católicos se hicieron con Vélez Málaga por capitulación. Abul Kasin Benegas, su alcaide, les entregó personalmente las llaves. Aunque este hecho dejó a salvo la vida de sus habitantes, los muslimes fueron obligados a abandonar la ciudad, llevándose tan sólo sus bienes muebles. Muchos de ellos se refugiaron en las alquerías cercanas y en ellas vivieron hasta la definitiva expulsión de los moriscos a comienzos del siglo XVII. Por estas fechas citaba también elogiosamente Cervantes a Vélez-Málaga en el capítulo 41 de la primera parte del Quijote. Y es que la ciudad no se vio frenada en su desarrollo con el cambio de dueños; todo lo contrario, hasta el siglo XVIII, convertida en Capitanía General de la Costa del Reino de Granada, no dejó de crecer. El siglo XIX trajo una serie de reveses que se iniciaron con la epidemia de peste de 1804 y concluyeron con la filoxera, que arrasó las viñas. La decadencia no se frenó hasta pasada la segunda mitad del siglo XX, en que la aparición del turismo supuso no ya un complemento para la agricultura, sino la actividad económica principal del municipio y aun de toda la comarca.
Gastronomía
La cocina tradicional velezana y, por extensión, la de toda la Axarquía ,aprovecha significativamente los productos del terreno para confeccionar platos sencillos y, al mismo tiempo, hondos, sustanciosos. La corta distancia con el mar permite que sus productos se incorporen a las mesas del interior. Platos de gran tradición son el ajo blanco con uvas moscateles; el ajoporro, característico de la Semana Santa velezana, especie de paté hecho con bacalao desecado, pan rayado y ajos; la ensaladilla de naranjas con bacalao; el guiso de calabaza, sin más aditamentos que la calabaza, pan frito y ajos; el potaje de hinojos; las migas; el atún mechado; los boquerones en escabeche o la sopa de rape. Las pasas y el vino dulce, tipo moscatel, son productos que no faltan jamás en los postres.
Artesanía
Independientemente de la obtención de la pasa, labor artesanal donde las haya para la que existe hasta el oficio de pasera, aún pueden encontrarse en Vélez-Málaga y en toda la Axarquía trabajos realizados en hierro forjado, así como objetos de esparto, pita, hojalata y arcilla. Muy apreciadas son la talabartería, la albardería y la albardonería. En los últimos años ha crecido también mucho la industria artesanal de los mazaríes, baldosas de barro cocido utilizadas en la construcción.
Fiestas
Los Carnavales, en febrero, se celebran con certámenes de murgas y pasacalles muy animados. La Semana Santa es especialmente interesante, tanto por las imágenes como por el marco por el que procesionan. En los primeros días de mayo tiene lugar la Feria de la Cruz, con epicentro junto a la Cruz del Cordero. El 16 de julio es la Veladilla del Carmen. Del 28 de septiembre al 2 de octubre se celebra la Real Feria de San Miguel.
VISITA
Si se llega a Vélez-Málaga en automóvil por la autovía que la une con Torre del Mar, el acceso más lógico, lo mejor es dejar el coche a la entrada, en el camino de Málaga o en la avenida Villa de Madrid, y ponerse a aminar. Muy pronto, siguiendo sin desviarse el camino Viejo de Málaga, y tras dejar atrás el viejo teatro Andalucía, se alcanza la plaza de las Carmelitas, centro administrativo de la localidad, donde se encuentra el Ayuntamiento. En esta suntuosa plaza se sitúa también el convento de Jesús, María y José, al que todo el mundo conoce como Las Carmelitas, por estar ocupado por la Orden del Carmelo Descalzo. Aquí se estableció la comunidad en 1699. La iglesia la levantaron después, en 1745. El convento tiene dos preciosos patios, el principal y el de las flores, en tanto la iglesia, a su lado, ofrece una fachada en hastial y portada de piedra en estilo manierista. Del interior, articulado en una sola nave, lo más singular es el camarín de la cabecera, en el que aparece la imagen de la Virgen del Carmen, decorado a base de abundantes yeserías.
A la cercana plaza de San Julián, a la que se puede ir por Canalejas y por Pilarillo, asoma el edificio del convento de Nuestra Señora de Gracia, conocido popularmente como Los Chicos, de monjas clarisas. Su inauguración data de 1555 y tanto el convento como la iglesia han sufrido mucho por causas naturales. El terremoto de Lisboa de 1755 derribó la iglesia primitiva y, más tarde, el de 1884 dejó el convento prácticamente en la ruina. Este último conserva, no obstante, el claustro original del siglo XVI, muy bello, de dos plantas a base de arcos de medio punto sobre columnas toscanas. La iglesia actual es de 1774 y de estilo barroco. Se entra en ella a través de un llamativo atrio de tres cuerpos. Es de las llamadas de cajón, con una sola nave rectangular cubierta con bóveda de medio cañón, cabecera poligonal y coro alto a los pies, todo ello cubierto con la decoración habitual del estilo a base de pilastras adosadas a los muros sobre las que corre una cornisa mixtilínea, molduras y rocallas.
A partir de aquí, lo mejor es continuar hacia la plaza de la Constitución, lugar veleño de gran tradición, lleno de sabor medieval y punto de arranque y de confluencia del antiguo y enrevesado urbanismo musulmán. Aquí se alza uno de los mejores templos de Vélez, el de San Juan. Su enorme campanario descuella sobre el caserío, mostrando en la cumbre la influencia mudéjar, tanto en los azulejos como en las esferas que lo decoran. Fue erigido en 1487, inmediatamente después de la conquista de la ciudad, aunque las obras se prolongaron durante buena parte del siglo XVI. Los dos accesos que ofrece al visitante son del primer tercio del siglo XIX. El principal, de mayor porte, muestra un vano de medio punto encajado entre columnas toscanas sobre las que apea un entablamento coronado por una hornacina vacía de frontón curvo. El recuerdo mudéjar del campanario debía cristalizar en el interior, ya que bajo este poderoso influjo se levantaron sus muros y, sobre todo, se tendió su cubierta, pero todo ello se encuentra bajo las pellas neoclásicas que a mediados del siglo XIX se empeñó en introducir el veleño Federico Vahey, que llegó a ser Ministro de Gracia y Justicia bajo el reinado de Isabel II. Entre sus capillas, destaca la del Sagrario, de 1721, por su exuberante decoración barroca.
En el lado norte de la plaza de la Constitución se sitúa la llamada Puerta Real, una de las cuatro que formaban parte de la muralla islámica que protegía la medina. Ésta da paso al barrio de la Villa, que trepa hacia lo alto en el lugar que ocupaba la ciudadela árabe. Es un barrio característico, de casas de dos plantas, aunque muchas de ellas han sufrido modificaciones que desvirtúan su genuina fisonomía. A través de la puerta, se alcanza la calle Consistorial, desde la cual se conecta fácilmente con Real de la Villa, antiguo eje que subía zigzagueando para unir las puertas Real y de Granada. Al final de esta calle se alzaba la mezquita aljama sobre la que los cristianos levantaron la iglesia de Santa María de la Encarnación*, el monumento de mayor importancia de Vélez y uno de los mejores templos de la provincia de Málaga. De aspecto solemne, revela la presencia de los estilos renacentista y mudéjar. Éste último se aprecia tanto en el empleo del ladrillo para la construcción de la torre como en su situación, algo separada del cuerpo del oratorio, igual que se hacía en las mezquitas con los alminares. El interior se organiza en tres naves separadas por arcos apuntados sobre pilares de base cuadrada y achaflanados, las tres con cubiertas mudéjares de madera. El retablo del altar mayor es una valiosa pieza de estilo renacentista formado por tres cuerpos sobre banco, a través de los cuales se exponen en relieve escenas de la vida de la Virgen. Lo preside la imagen del Cristo de los Vigías, un buen Crucificado de artista anónimo, realizado a comienzos dels iglo XVI.
Por encima de la iglesia, en la cumbre del cerro, está la antigua alcazaba agarena, uno de los baluartes defensivos más importantes del reino nazarí de Granada. Tras la conquista fue sede de la Capitanía General, cuartel y cárcel, se abandonó a finales del siglo XVIII y llegó a convertirse en cantera a principios del siglo XX. Se ha recuperado la torre del Homenaje y algunos lienzos de muralla, pero está a la espera de una intervención tan profunda como el valor de la construcción merece.
Yendo desde la plaza de la Constitución por Sevilla y Alcantarilla, se ve, en seguida, la imponente fachada del palacio de Beniel, notable edificio que en el siglo XVII mandó construir Alonso Molina de Medrano, Consejero Real de Indias, caballero de Santiago, inquisidor y embajador en Lisboa en los tiempos de Felipe II, ante cuya puerta aparece una estatua sedente de Cervantes, en homenaje al tiempo que en Vélez vivió el autor del Quijote. La fachada, construida en ladrillo visto, no puede negar el influjo mudéjar, a pesar de su carácter barroco. Se articula en dos plantas. La superior es una logia formada por nueve vanos de medio punto, cinco sobre pilares en en el cuerpo central y dos ajimezados en cada uno de los extremos. En la planta primera se abren tres balcones, el mayor, en el centro, lleva frontón curvo y los escudos de los Molina Medrano a los lados. En el interior, sobresale el claustro formado por arcos de medio punto sobre columnas toscanas de mármol, con las albanegas enlucidas y pintadas de blanco, así como la gran escalera imperial de artesonado renacentista. En la actualidad el palacio es de propiedad municipal. En él se ubica la Fundación María Zambrano (1907-1991), creada el 12 de junio de 1987, tras el regreso a España de la ilustre velezana, exiliada al finalizar la Guerra Civil. Después de la muerte de la filósofa, su legado documental y bibliográfico ha venido a engrosar el archivo y la biblioteca de la Fundación. Aquí se encuentra también el admirable Centro de Estudios sobre el Exilio, único en Andalucía, dedicado al estudio del fenómeno del exilio y, de manera especial, al de los intelectuales españoles repartidos por todo el mundo como consecuencia de la guerra de 1936.
Al lado del palacio, en la plaza de su nombre, se encuentra el convento de San Francisco. Su origen se remonta a 1498 y, aunque ha sufrido numerosas reformas que lo han desvirtuado bastante, especialmente en el interior, sigue siendo una edificación importante. De los dos claustros que tuvo se conserva uno, situado al fondo, de un genuino estilo mudéjar. La iglesia guarda buenas imágenes que procesionan en Semana Santa, entre ellas María Santísima de la Caridad, anónima del siglo XVIII; Jesús orando en el huerto, también del siglo XVIII; la Virgen de la Soledad, y la de la Paz, ambas del siglo XX, la primera del granadino Diego Fernández y la segunda del sevillano Luis Álvarez Duarte. La portada consiste en una gran exedra con vano de medio punto cobijado entre pilares y coronado por un frontón triangular. Tiene tres naves y numerosas capillas. Entre estas destaca la del Sagrario, en realidad, un templo de medianas dimensiones anexo a la iglesia, profusamente decorado con espejos, pinturas, dorados, hojas, guirnaldas y toda la parafernalia de yeserías propias del barroco.
Vélez-Málaga, de manera especial su casco histórico, es gustoso para pasear sosegadamente, tiene hermosas plazas y placetas, en muchas de las cuales rumorean bellas fuentes de otros tiempos, y conserva también grandes casonas de siglos pasados que resultan muy evocadoras. Una de ellas es la de Cervantes, localizada en la calle de San Francisco. Se llama así debido a que se piensa que en ella se hospedó Miguel de Cervantes durante el tiempo que permaneció en la ciudad como recaudador. Aquí nació también Alonso de Santo Tomás, que fue bautizado como hijo de los marqueses de Quintana, fue obispo de Málaga entre 1664 y 1692 y cargó toda su vida con la sospecha de ser hijo bastardo de Felipe IV (Rafael Arjona. Guía Total, Málaga. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).
Esta ciudad, capital de la Axarquía malagueña, se levanta en una suave elevación del terreno que mira hacia el cercano Mediterráneo.
Historia
La ciudad inicia su entrada en la historia con la llegada de los árabes. No obstante, existen indicios de que en ella debieron asentarse con anterioridad fenicios, cartagineses y romanos. Los árabes la llamaron Ballix-Malaca, "valle de Málaga", de donde procede su nombre actual. Durante esta larga época su reputación no dejó de crecer. Viajeros árabes como El-Idrisi o el famoso Ibn-Bathutha hablan de ella con profunda admiración, citando su buen clima y sus excelentes frutos, entre los que destacan las uvas y los higos. En 1487 fue conquistada por los Reyes Católicos, quienes recibieron sus llaves de manos del alcaide Abul Kasin Benegas. Desde entonces se convirtió en la residencia de los capitanes generales de la costa del reino de Granada.
Los siglos XVI, XVII y XVIII constituyen un periodo de notable engrandecimiento. Se amplía el casco urbano y se construyen notables edificios. El último siglo, sobre todo, es de un sereno esplendor, gracias a la buena comercialización de sus productos agrícolas. En el XIX se produce un grave retroceso, fundamentalmente por las epidemias, sequías, plagas y terremotos que la azotan. Hoy, su importancia apenas ha decrecido, habiéndose convertido en un gran centro turístico y en residencia de numerosos artistas, especialmente pintores.
Gastronomía
Las frutas tropicales, las uvas y las pasas constituyen los elementos propios que la ciudad ofrece a la gastronomía provincial y regional.
Artesanía
Se siguen cultivando los trabajos en mimbre, así como la albardería. Una industria artesanal en alza es la de los mazaríes, baldosas de barro cocido, utilizadas en la construcción.
Fiestas
Es interesante la Semana Santa. Del 27 de abril al 3 de mayo se celebran las Fiestas de la Cruz, que tienen su punto neurálgico junto a la Cruz del Cordero, en la calle del mismo nombre. Del 15 al 17 de julio tiene lugar la Veladilla del Carmen y del 27 de septiembre al 1 de octubre la Real Feria de San Miguel.
VISITA
La ciudad conserva casi íntegramente la impronta árabe que fraguó su urbanismo durante más de setecientos años. Arriba, en la cumbre de un pequeño cerrete situado en las afueras se levanta aún el antiguo castillo musulmán que conserva algunos lienzos de los muros, la torre del homenaje, la puerta de Antequera y la Puerta Real. Debajo del castillo se localiza la villa, antiguo núcleo de la ciudad, laberíntico conjunto urbanístico de estrechas y caprichosas callejuelas. Aquí destaca el notable edificio de la iglesia de Santa María de la Encarnación, levantada sobre la antigua mezquita principal, con artesonados mudéjares y retablo mayor de gran interés. El templo, construido a base de ladrillo y mampostería, es de estilo gótico mudéjar, sobresaliendo en el exterior la torre, rematada en un chapitel piramidal. Cerca de esta iglesia sobresale otra torre parecida, la de la iglesia de San Juan. Este templo se construyó en el siglo XVI en estilo gótico, pero una importante restauración llevada a cabo en el XIX le confirió el aire neoclásico que ofrece en la actualidad.
A continuación del barrio de la Villa, igualmente debajo del castillo, se sitúa el arrabal de San Sebastián, que continúa el dédalo de callejuelas que forman buena parte de la población. El convento de San Francisco se construyó en 1495. En un principio estuvo dedicado a San Agustín, pero recibió su actual nombre debido a que desde su inauguración estuvo ocupado por franciscanos. Ha sufrido numerosas modificaciones y ampliaciones a lo largo de los años. De él sobresale el patio existente en el presbiterio y la capilla del Buen Pastor, oratorio privado con profusa decoración de yeserías barrocas.
El convento se sitúa en el barrio de San Francisco, que constituye en la actualidad el centro urbano, administrativo y comercial de Vélez. En él se encuentra el palacio de los Marqueses de Beniel, cuya construcción data de 1612. Es de estilo renacentista tardío con elementos mudéjares, sobresaliendo su interior, especialmente la escalera principal con su bellísimo artesonado. En este palacio se ubica la Fundación María Zambrano, la célebre discípula del filósofo Ortega y Gasset, natural de Vélez.
ALREDEDORES
A 4 km, en la costa, se sitúa Torre del Mar, centro turístico de la Costa del Sol oriental, con magníficas playas y un buen número de modernas urbanizaciones (Rafael Arjona. Guía Total, Andalucía. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2005).
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