Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la Sala XIII del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
El interesante proceso evolutivo del romanticismo sevillano se encuentra representado en esta sala en la que figuran cuatro retratos de Antonio María Esquivel, dos de ellos infantiles, de gran calidad. Pieza fundamental de esta época es el Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer realizado por su hermano Valeriano, a quien corresponde también el Interior de una casa en Aragón. Siguen otros retratos realizados por José Gutiérrez de la Vega y por José María Romero junto con dos escenas costumbristas que pertenecen a Manuel Cabral Bejarano; a Joaquín Domínguez Bécquer corresponde un Retrato de don Manuel Moreno López. En esta sala se abre un pequeño compartimento donde se expone un grupo de seis paisajes románticos realizados por Manuel Barrón entre los que destaca su célebre Cueva del gato. [Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia I. Diputación de Sevilla y Fundación José Manuel Lara, 2004].
Las salas XIII y XIV reúnen obras de pintores del siglo XX, tanto sevillanos como foráneos. Hay un Autorretrato de Gustavo Bacarisas, del que se conserva también Sevilla en fiestas. De Alfonso Grosso está su archifamoso Monaguillo. De José María Labrador, Gitanos. El Retrato del pintor Uranga es de Zuloaga; también el de la señorita Malinowska. Vázquez Díaz figura con Juan Centeno y su cuadrilla; José María Rodríguez Acosta con Interior con gitanos del Sacromonte; y Joaquín Sorolla con Tipo de Avilés.
Conviene advertir que, aunque abiertas al público, las cuatro últimas salas se encuentran en un proceso de remodelación por parte del museo, motivo por el que cabe la posibilidad de que algunos de los artistas citados o de sus obras no se encuentren exactamente en el lugar señalado. Por otra parte, la Junta de Andalucía tiene el proyecto de ampliar el actual edificio añadiéndole el del palacio de Monsalves, anexo al mismo. Aunque no existe aún ni siquiera una fecha aproximada de la operación, no cabe duda de que esta circunstancia obligará a cambiar la actual distribución de las obras expuestas (Rafael Arjona, Lola Walls. Guía Total, Sevilla. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2006).
El Museo de Bellas Artes (antiguo Convento de la Merced Calzada) [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
El interesante proceso evolutivo del romanticismo sevillano se encuentra representado en esta sala en la que figuran cuatro retratos de Antonio María Esquivel, dos de ellos infantiles, de gran calidad. Pieza fundamental de esta época es el Retrato de Gustavo Adolfo Bécquer realizado por su hermano Valeriano, a quien corresponde también el Interior de una casa en Aragón. Siguen otros retratos realizados por José Gutiérrez de la Vega y por José María Romero junto con dos escenas costumbristas que pertenecen a Manuel Cabral Bejarano; a Joaquín Domínguez Bécquer corresponde un Retrato de don Manuel Moreno López. En esta sala se abre un pequeño compartimento donde se expone un grupo de seis paisajes románticos realizados por Manuel Barrón entre los que destaca su célebre Cueva del gato. [Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz, Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. Guía artística de Sevilla y su provincia I. Diputación de Sevilla y Fundación José Manuel Lara, 2004].
Las salas XIII y XIV reúnen obras de pintores del siglo XX, tanto sevillanos como foráneos. Hay un Autorretrato de Gustavo Bacarisas, del que se conserva también Sevilla en fiestas. De Alfonso Grosso está su archifamoso Monaguillo. De José María Labrador, Gitanos. El Retrato del pintor Uranga es de Zuloaga; también el de la señorita Malinowska. Vázquez Díaz figura con Juan Centeno y su cuadrilla; José María Rodríguez Acosta con Interior con gitanos del Sacromonte; y Joaquín Sorolla con Tipo de Avilés.
Conviene advertir que, aunque abiertas al público, las cuatro últimas salas se encuentran en un proceso de remodelación por parte del museo, motivo por el que cabe la posibilidad de que algunos de los artistas citados o de sus obras no se encuentren exactamente en el lugar señalado. Por otra parte, la Junta de Andalucía tiene el proyecto de ampliar el actual edificio añadiéndole el del palacio de Monsalves, anexo al mismo. Aunque no existe aún ni siquiera una fecha aproximada de la operación, no cabe duda de que esta circunstancia obligará a cambiar la actual distribución de las obras expuestas (Rafael Arjona, Lola Walls. Guía Total, Sevilla. Editorial Anaya Touring. Madrid, 2006).
En estas salas se expone una pequeña muestra de la pintura de la primera mitad del siglo XX representativa de la escuela sevillana así como de otras escuelas españolas.
SALA XIII: PINTURA SEVILLANA DEL SIGLO XX
En estos momentos la pintura sevillana tiene unas características muy particulares. Los movimientos de vanguardia como el Cubismo, Fauvismo, Expresionismo... son ignorados casi por completo por los pintores sevillanos de esta generación.
Éstos, sin embargo, son grandes entusiastas y defensores de los valores artísticos identificados con la tradición sevillana y el regionalismo andaluz. Lo que los lleva a la practica de una pintura anecdótica y superficial en la que recrearan escenas costumbristas, gitanos, bailaores, monaguillos y campesinos, de clara influencia romántica. No obstante, algunos pintores se sienten comprometidos con el realismo social más por captar la atención de los jurados de las Exposiciones Nacionales que por complacer a su clientela.
En este ambiente cerrado en el que se desenvuelve el arte sevillano de la primera mitad del siglo XX destacamos las figuras de tres pintores nacidos o formados en Sevilla, a los que sería exagerado llamar vanguardistas pero que sí supieron superar los convencionalismos de la pintura decimonónica.
Gustavo Bacarisas (Gibraltar, 1873 - Sevilla, 1971). Pintor cosmopolita que viaja a Roma y París y en 1914, en la plenitud de su vida y carrera, se instala en Sevilla definitivamente. Esta ciudad no sólo aporta al pintor color y luz para sus cuadros, sino también un estilo de vivir y de pensar.
Es un artista que, aunque influenciado por la pintura anterior, es capaz de dar un paso hacia adelante creando un estilo muy personal de claras influencias modernistas e impresionistas, pero del Arte Fauve.
Tiene predilección por los cuadros de ambiente nocturno a los que sabe dotar de una atmósfera bajo la que fluye una gran emoción lírica. Trata temas muy variados de la vida andaluza como son las flamencas, gitanos, toreros, bailaoras...
En estas salas se expone su obra Sevilla en fiestas (1915) donada al Museo por el comercio sevillano en 1939. Es esta una composición donde el artista hace gala de elegancia y riqueza cromática que caracterizó su estilo a lo largo de toda su carrera. En definitiva un canto a la belleza y la gracia de la mujer sevillana.
Javier Winthuysen (Sevilla, 1874 - Barcelona, 1956). Se forma en el taller de su maestro Gonzalo Bilbao. En 1903 viaja a París donde entra en contacto con el Impresionismo. En 1912 se instala en Madrid donde estudia, influenciado por su estancia parisina, jardinería. Como especialista en esta materia dirige la construcción y reforma de importantes jardines de toda España. Esta faceta suya, la de arquitecto de jardines, es la que le lleva a dedicarse especialmente a la pintura de paisajes tanto rurales como urbanos.
La calidad de su pintura se fundamenta en su clasicismo y luz ambiental donde los colores aparecen como "formas iluminadas". Sus paisajes son poéticos, reflejando la naturaleza tal y como él la siente.
El Museo conserva, desde 1980, una amplia muestra de su producción, gracias a la donación que realizara su hija Salud Winthuysen. Esta colección la componen tanto paisajes como retratos. Temática esta última que supo tratar con un dibujo seguro y exacto, de alta calidad técnica y de un profundo estudio psicológico. Son obras a destacar su Autorretrato realizado en 1920, donde el pintor supo plasmar su elegancia y honda espiritualidad, El patio de los Ceperos.
Su obra Pinar de Oromana, adquirida por la Junta de Andalucía en 1996, es claro ejemplo de su faceta de paisajista, en la que el pintor capta y transcribe las sensaciones que el paisaje contiene y éste le transmite, a través de un lenguaje plástico de toques impresionistas y transparencias pictóricas que le vinculan al movimiento simbolista.
Alfonso Grosso (Sevilla, 1893-1983). Alumno de García Ramos y Gonzalo Bilbao, de ambos recoge influencias que van a perdurar a lo largo de su producción artística. De García Ramos adquiere su gusto por los temas regionalistas y de Bilbao el color y la predilección por los efectos de luz.
Pintor que nunca aceptó las vanguardias europeas, siguiendo siempre fiel a lo académico y tradicional, la única concesión que hace a la modernidad es adoptar algunos postulados impresionistas. Participa en numerosas Exposiciones Nacionales, obteniendo en la de 1920 la tercera medalla con su obra El Monaguillo (1920).
En 1942 es nombrado Director del Museo Provincial de Bellas Artes de Sevilla, cargo que desempeña hasta 1969. Sus años en el Museo influyen en su producción artística, ya que recibe un gran impacto de la obra del gran pintor del Barroco sevillano Francisco Zurbarán.
Su temática es muy variada tratando temas como: paisajes urbanos, jardines, costumbres, figuras, bodegones e interiores. Es este último su tema preferido, debido a la influencia de su maestro Gonzalo Bilbao. La obra de éste Las cigarreras (1915) es la que más le impresiona y la que le sirve de base para sus composiciones intimistas. Sus interiores nunca están vacíos, la presencia de la figura humana es imprescindible.
En cuanto a los tipos físicos como la gitana, el torero, la bailaora... Grosso no los crea sino que los retrata. Son auténticos retratos de personajes famosos, a diferencia de su maestro García Ramos que los creaba y dibujaba.
El Museo conserva cinco obras donadas por el propio artista durante sus años como director del Museo. Destacamos El Monaguillo (1920), La Comunión de la novicia (hacia 1930) y Los patronos del Museo (1951).
Los cuadros de Alfonso Grosso muestran, en general, un sentimiento alegre, desprovisto de dramatismo, pero no ausentes de sentimiento.
Santiago Martínez (Villaverde del Río, Sevilla, 1890 - Sevilla, 1979). Discípulo de García Ramos y Gonzalo Bilbao añadió a la influencia de estos dos maestros la adquirida en Madrid de Sorolla. Su estilo es de un impresionismo atemperado al que sabe darle un especial sentido de la luz y el color. Está representado en esta Sala con su obra Paisaje de Ávila (1955).
Otros pintores de este momento dignos de mencionar y que están representados en el Museo son: Miguel Ángel del Pino (Sevilla, 1890-1973), Manuel González Santos (Sevilla, 1875-1949), Juan Rodríguez Jaldón (Osuna, Sevilla, 1890 - Sevilla, 1967), José Mª Labrador (Benamejí, Córdoba, 1891 - Nerva, 1971) (Ignacio Cano Rivero, María del Valme Muñoz Rubio, Rocío Izquierdo Moreno, y Virginia Marqués Ferrer. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Guía Oficial. Consejería de Cultura. Junta de Andalucía. Sevilla, 2009).
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La Sala XIII del Museo de Bellas Artes, al detalle:
San Juanito dormido, de Carmen Jiménez Serrano
La toilette, de Gonzalo Bilbao
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