Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la pintura "Pinar de Oromana", de Javier de Winthuysen, en la sala XIII, del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
Hoy, 30 de marzo, es el aniversario del nacimiento (30 de marzo de 1874) de Javier de Winthuysen, autor de la obra reseñada, así que hoy es el mejor día para ExplicArte la pintura "Pinar de Oromana", de Javier de Winthuysen, en la sala XIII del Museo de Bellas Artes, de Sevilla.
El Museo de Bellas Artes, antiguo Convento de la Merced Calzada [nº 15 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 59 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la Plaza del Museo, 9; en el Barrio del Museo, del Distrito Casco Antiguo.
En la sala XIII del Museo de Bellas Artes podemos contemplar la pintura "Pinar de Oromana", obra de Javier de Winthuysen (1874-1956), siendo un óleo sobre lienzo en estilo impresionista, de escuela sevillana, pintado en 1912, con unas medidas de 0'72 x 0'92 m., y procedente de la adquisición de la Junta de Andalucía (1996).
Paisaje de un pinar realizado con pincelada suelta de tonos cálidos, pardos, propios del calor del estío, acompañados de verdes y negros. Las machas impresionistas que crean los árboles contrastan con la nerviosa pincelada del primer plano.
Este magnífico cuadro sin duda alguna resultaría una novedad dentro del contexto de los pintores sevillanos de la segunda década del siglo XX, que ya se hallaban atentos a las claves que imponía la entonces novedad del impresionismo. La pintura está fechada en una década que en el ámbito artístico español estuvo abierta a la recepción de novedades modernistas, tras la superación de las estéticas aún latentes de la generación del 98.
El caso de Winthuysen es el de un pintor que, desde su apócrifa formación no oficial de sus años juveniles en Sevilla, se define como un pintor honesto que transcribe directamente las sensaciones que el paisaje contiene y éste le transmite.
Por lo que en ocasiones se vio rechazado en certámenes y reconocimientos.
Claro ejemplo de esta actitud que comentamos es este atardecer en el pinar de Oromana, donde el lenguaje plástico de toques impresionistas y transparencias pictóricas, le pueden hacer acercarse, en este caso, a registros de tono simbolista; algo relacionado con estéticas y soluciones que lo vincularían con los pintores nabis, con cuya sensibilidad parece coincidir gran parte de su plástica (web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
Conozcamos mejor la Biografía de Javier de Winthuysen, autor de la obra reseñada;
Javier de Winthuysen y Losada, (Sevilla, 30 de marzo de 1874 – Barcelona, 1956). Pintor y jardinero.
Pertenecía a una noble familia originaria de Flandes y su padre fue concejal encargado de los jardines de Sevilla. Se matriculó en la Escuela de Bellas Artes y estudió con el pintor Gonzalo Bilbao. En un principio tuvo una formación impresionista —incluso viajó a París para entrar en contacto con el impresionismo francés— perteneciendo al grupo en que figuraron Regoyos y Beruete, con quienes tenía afinidades. Alcanzó fama como pintor, especialmente de patios, paisajes y jardines. En 1914 expuso en el Salón de los Independientes de París y obtuvo una mención honorífica en la Exposición de Bellas Artes de Madrid. Con su amigo Antonio Lozano colaboró en los jardines de Villandry y, más tarde, tras la muerte de su madre y su boda con Salud Sánchez Mejías, volvió a París. Allí conoció a Rusiñol, con quien trabó amistad y poco después, a causa de la Guerra Europea, regresó a España y se instaló en Madrid. Aquí se introdujo en el círculo de la Institución Libre de Enseñanza, donde conoció a Juan Ramón Jiménez, Valle Inclán, Lasso de la Vega, los Machado, etc. Solicitó a la Junta de Ampliación de Estudios una pensión para investigar sobre los jardines españoles, beca que se le concedió gracias a las recomendaciones de Sorolla y Juan Ramón Jiménez. En 1922 pronunció en el Ateneo de Madrid una conferencia sobre los Jardines Clásicos de España, que obtuvo gran éxito, por lo que la repetiría más tarde en París y Londres.
Se adelantaría al resto de los países europeos al considerar los jardines históricos como monumentos y como patrimonio histórico-artístico a conservar. Su trabajo permitió rescatar muchos de los más importantes jardines españoles a punto de desaparecer, ya que se dedicó a inventariarlos, catalogarlos y darlos a conocer. La fotografía, el dibujo y la investigación en los archivos de planos, relatos, crónicas e inventarios sirvieron para intentar recuperar la imagen exacta de cada jardín y constituyen un estudio exhaustivo de los jardines de España que él articuló en cuatro grandes divisiones: Norte, Castilla, Levante y Andalucía. La literatura sobre el tema era escasa y fragmentaria, lo que llevó a Winthuysen a publicar un libro con todo el material que ha recogido en sus informes. Jardines Clásicos de España apareció en 1930 y fue durante mucho tiempo el único libro en el que se consideraron los jardines españoles como un legado histórico. Esta obra fue premiada con la Medalla de Oro de la Sociedad de Horticultura. Simultáneamente llevó a cabo una campaña de sensibilización para dar a conocer su importancia y la necesidad de su conservación y restauración, con más de un centenar de artículos en Crisol, Luz, Diario de Madrid, La Esfera, La Revista de Arquitectura, La Voz, Arriba, etc.
Posteriormente, conoció a Joaquín Ezquerra del Bayo, quien le encargó la restauración del jardín del Palacete de la Moncloa, donde pondría en práctica sus teorías, y trabajó en el proyecto de ajardinamiento del Museo del Prado con Victorio Macho y en el de las Antiguas Caballerizas del Palacio Real, actuales jardines de Sabatini. Impartió cursos de ampliación de estudios a ingenieros y arquitectos y su actividad docente le hizo comprender la carencia de una enseñanza profesional, a consecuencia de lo cual promovió una Escuela Nacional de Jardinería con un programa de enseñanza muy avanzado para su época.
En 1934 se le encargó la formación del Patronato de Jardines Históricos de España, cuya labor consistía en velar por la integridad de los jardines declarados de interés artístico y proponer e informar sobre aquellos que hubieran de ser objeto de tal declaración, así como fomentar y encauzar todas las iniciativas a favor de los jardines históricos. Winthuysen sería el inspector general del Patronato y como tal consiguió que gran número de jardines fuesen declarados “histórico-artísticos”. Tras la Guerra Civil, el marqués de Lozoya, director general de Bellas Artes, reorganizó el Patronato de Jardines Artísticos y Parajes Pintorescos, le nombró vocal y, de nuevo, inspector general. Sus trabajos más destacados son los realizados en el Jardín de Monforte en Valencia, la restauración del parterre de la Alameda de Osuna y la protección de parajes pintorescos como el Palmeral de Elche, el lago de Sanabria o el de Bañolas.
Winthuysen volvió a pintar después de la Guerra Civil, cuando residía en Barcelona en una mala situación económica. El período comprendido entre 1940 y 1952 se considera su última etapa como pintor. Expuso en 1948, 1949 y 1951, y en 1955, ya fallecido, se le dedicó una exposición homenaje, lo que sucedió también en Madrid con ocasión del centenario de su nacimiento.
Como jardinero y paisajista sus más importantes obras fueron los levantamientos de planos de los jardines de la Abadía, El Escorial, Aranjuez, El Pardo, La Granja, Real Fábrica de Paños de Brihuega, Boadilla del Monte, La Florida, la Casa de Campo, la Moncloa, la Alameda de Osuna y Monforte, y como proyectos originales cabe citar los de Boecillo para el conde de Gamazo, la Escuela de Ingenieros de Madrid, el Parque de Valdenoja en Santander, la Fundación del Amo, la Central Eléctrica de Alcalá del Río, los jardines de la Victoria de Córdoba, los jardines de San Vicente en Ávila, jardines en el Viso de los señores Olarra, también los de Madariaga, Ortega y Gasset y El Pinarillo para Víctor de la Serna en El Escorial, el Parque de la Universidad Laboral de Somió, Puente San Miguel para el señor Botín en Santander, parte de los jardines de la Residencia de Estudiantes (el denominado “banco del duque de Alba”), etc. Todos ellos dejan patente su gusto por lo clásico y por los detalles, y su elección de los materiales —azulejos, cerámica, ladrillo, etc.— denota su herencia andaluza.
Winthuysen conoció a todos los poetas, escritores, intelectuales y artistas más afamados de la época. Alberti le llamará el “oso jardinero” y le dedicará varios poemas, y Juan Ramón Jiménez le describe como “el oso jardinero: rubio, sentimental, humorista, bebedor de fuentes y comedor de jazmines”. Durante la década de 1940 fue agrupando una serie de notas autobiográficas que hacia 1954, poco antes de su muerte, tomaron forma definitiva como Memorias de un señorito sevillano, manuscrito inédito, escrito de una manera desenfadada y sin pretensiones literarias, que ofrece anécdotas curiosas sobre el ambiente pictórico e intelectual del primer tercio del siglo xx en España (Carmen Añón, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
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