Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Jardín del Marqués de la Vega Inclán, de José Gómez Millán, en los Jardines, del Real Alcázar, de Sevilla.
El Real Alcázar [nº 2 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 2 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la plaza del Triunfo, 5 (la salida se efectúa por la plaza Patio de Banderas, 10); en el Barrio de Santa Cruz, del Distrito Casco Antiguo.
En el Real Alcázar, en los Jardines, se encuentra el Jardín del Marqués de la Vega Inclán, de José Gómez Millán [nº 50 en el plano oficial del Real Alcázar].
En el espacio donde originalmente se extendían las huertas exteriores del Alcázar que se disponían tras la muralla almohade y, donde en el siglo XVII se organizó la llamada Huerta del Parque, después nombrada también del Retiro, se construirían los actuales Jardines Nuevos a principios de este siglo. Fueron iniciados por el Marqués de la Vega Inclán y continuados por Gómez Millán hasta 1915, de acuerdo con la estética de lo que se dio en llamar el "jardín sevillano", que consistió en un producto híbrido compuesto por los elementos del antiguo jardín renacentista al que se le añadieron fuentes y albercas de cuño granadino, azulejos, grandes árboles, etc... También existe un sector tratado con las pautas del jardín inglés y otro de raigambre romántica. En todo este amplio conjunto hemos de destacar el llamado Jardín de los Poetas, centrado por la gran alberca, limitada a su vez por setos de arrayán.
Este sector de jardines queda por tanto limitado por la muralla moderna construida a lo largo de la calle San Fernando y el Paseo de Catalina de Ribera, así como por la cerca almohade del propio Alcázar, convertida en el siglo XVII en la Galería del Grutesco, en la fachada que da a los jardines antiguos. Por la cara que vierte a los Jardines Nuevos, el Marqués de la Vega Inclán labró galerías adosadas a ella y junto a la Torre del Enlace instaló la bellísima puerta gótico-Isabel procedente del Palacio de los Duques de Arcos de Marchena, a través de la cual accederemos para recorrer el último tramo del itinerario o visita que nos hemos marcado.
En este sector entre la muralla y las edificaciones del Palacio se disponen en la actualidad dos jardines, el primero de ellos conocido como Jardín del Pabellón de la China y el segundo como Patio del Tenis. Todo este conjunto se halla intensamente remodelado. En el siglo XVI existieron varios jardines que recibían los siguientes nombres: Jardín Alto o del Chorrón, que lindaba con el del Estanque; Jardín del Cidral que precedía al Cuarto del Cidral; Jardín de la Alcobilla, situado tras del Cuarto del Sol o del Alcaide y Jardín del Conde, ubicado en la zona delantera de ese mismo cuarto.
En la actualidad el primer tramo ajardinado se separa del segundo por el citado Pabellón de la China, construido entre el siglo XVIII y XIX, que ha sido restaurado recientemente. Posee cancelas y rejas datables en el siglo XVIII, en la época en que el Rey Felipe V y su Corte residieron en el Alcázar sevillano. Precisamente sus armas se hallan representadas en cerámica en la bella portada colindante que da acceso a un pasaje cubierto, paralelo a los jardines , que conduce hasta el Apeadero.
El segundo jardín ostenta en su centro una bellísima fuente de mármol del siglo XVI procedente del Palacio de los Duques de Medina Sidonia. Aún se conservan en todo este sector y empañando la muralla, limoneros y naranjos primitivos que alternan con especies modernamente sembradas. Las galerías que vierten a este último jardín corresponden al antiguo Cuarto del Sol, que era la residencia del Alcaide del Alcázar (Ana Marín Fidalgo, El Alcázar de Sevilla. Ed. Guadalquivir, 1992).
Se construyeron durante el siglo XX mediante la transformación de las antiguas huertas de la Alcoba y del Retiro. En el sector de poniente de la primera de ellas se levantó, por deseo de la reina Victoria Eugenia, un jardín de estilo inglés. Conforme al sentido romántico que lo caracteriza, este jardín es diametralmente opuesto a los anteriores, pues donde aquéllos ofrecían fragmentación y recónditos espacios, rigor geométrico y manipulación de las especies vegetales, aquí se ofrecen amplias perspectivas y un tratamiento paisajista donde la vegetación crece libremente.
Así, entre caminos de tierra que serpentean y se ocultan, se distribuyen praderas de césped por las que surgen caprichosamente árboles y arbustos. Éstos corresponden a especies variadas, destacando los cedros, tejos, robles y castaños de indias, existiendo además algunos de gran rareza, caso del gingo, una especie que procede de Extremo Oriente.
Rodeado en parte por este jardín y frente al Cenador de la Alcoba, se sitúa el Laberinto, trazado en 1914 a partir de modelos renacentistas y cuyos recortados setos vienen a reemplazar la intrincada planta del que se había hecho desaparecer cuatro años antes.
Detrás de él y en el ángulo sur del jardín inglés, que limitan las nuevas cercas del Alcázar con el Paseo de Catalina de Ribera y la calle San Fernando se conserva una torre que hoy aparece aislada, pero que se integraba en el sistema defensivo de la ciudad en época almohade.
La antigua Huerta del Retiro se transformó en espacio ajardinado en dos fases distintas. La primera se desarrolló entre 1913 y 1917, durante el reinado de Alfonso XIII, y dio como resultado el llamado Jardín del Retiro. La última se llevó a cabo de 1956 a 1958, cuando se construyó el Jardín de los Poetas. Éste se organizó bajo las directrices del poeta sevillano y conservador del Alcázar, Joaquín Romero Murube, quien partió de la estética del jardín romántico y de las ideas que Jean Forestier había aplicado en sus trabajos en el Parque de María Luisa y en la Hacienda del Marqués de Castilleja de Guzmán. Así, mantuvo un cierto trazado irregular en algunos sectores mediante caminos bordeados por setos, mientras en paralelo al Jardín del Retiro organizó un espacio de trazado simétrico. Éste lo integran dos amplias albercas rodeadas también por setos, entre las que se sitúa una fuente traída de un convento de Sanlúcar de Barrameda. Una columna a cada extremo del eje mayor acentúa el trazado lineal y el sentido perspectivista, a lo que contribuyen las hileras de cipreses y los pequeños setos interrumpidos por bancos de fábrica e hierro entre pedestales con jarrones, que limitan lateralmente la composición. El Jardín del Retiro se realizó cuando era conservador del Alcázar el Marqués de la Vega Inclán, considerándose su tracista al arquitecto José Gómez Millán.
Partiendo del trazado regular del Jardín de las Damas se crearon una serie de cuarteles achaflanados y andenes que en ciertos tramos son recorridos por canalillos que enlazan las fuentes dispuestas en los cruces. Una serie de pedestales con jarrones, bancos y pretiles recubiertos de azulejería trianera completan la organización, en la que se originan amplias perspectivas fugadas gracias a las alineaciones de la vegetación. Una pérgola se ha levantado sobre una antigua noria musulmana que se destinaba al riego de las primitivas huertas (Juan Carlos Hernández Núñez, Alfredo J. Morales. El Real Alcázar de Sevilla. Scala Publishers. Londres, 1999).
Conozcamos mejor la Biografía de José Gómez Millán, autor de las trazas de la obra reseñada;
José Gómez Millán, arquitecto era el hijo mayor, de José Gómez Otero nació en Sevilla en 1878 y murió en Sevilla en 1962 a los 82 años de edad. Fue un hombre reservado y amable, aficionado a la música y con una actividad social nada despreciable, centrada en el Ateneo sevillano, del que fue presidente en 1923, contaba entre sus amistades a Joaquín Sorolla.
Sus primeros estudios los cursó en el desaparecido Colegio de San Ramón y se tituló en la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1903. Trabajó en el estudio de su padre y, al morir éste, lo sustituyó como arquitecto de los Reales Alcázares. Era el hijo más allegado a José Gómez Otero.
Se casó con María Luisa Gener Calderón, con la que tuvo, entre otros, dos hijos arquitectos, Manuel y Jaime.
Fue catedrático de Dibujo, Estereotomía y Construcción en la antigua Escuela de Aparejadores, Artes, Oficios y Peritos Industriales.
Entre sus obras destacan:
- El Hospital Victoria Eugenia de la Cruz Roja (1923-1924)
- La Escuela de Estudios Hispanoamericanos
- El Colegio Mayor Hernando Colón (1948)
- Es coautor del edificio regionalista del teatro Reina Mercedes (Coliseo España) que fue construido entre (1925/30), conjuntamente con su hermano Aurelio.
- De ambos hermanos es el edificio de esquina de la plaza Puerta de Jerez-Almirante Lobo (1928-31).
- Diseñó la esquina formada por las calles Sierpes y Jovellanos, para Almacenes “El Águila”.
En 1914 recibió el nombramiento de Caballero de la Orden de lsabel la Católica. En 1921 ingresó en la Academia de Bellas Artes de Santa lsabel de Hungría en la vacante de su padre. Fue decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Andalucía Occidental, Badajoz y Canarias. En la ciudad de Sevilla hay una calle dedicada a este personaje.
Conozcamos mejor la Biografía del Marqués de la Vega Inclán, quien da nombre a este jardín;
Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer, II Marqués de la Vega-Inclán. (Valladolid 29 de junio de 1858 – Madrid, 6 de enero de 1942). Mecenas y comisario regio del Turismo.
Nació en el seno de una familia de militares que por sus hechos de armas lograrían los más altos honores.
Su abuelo paterno fue Benigno de la Vega Inclán y Enríquez, cuya carrera militar se desarrolló sin altibajos y que llegó a ser mariscal de campo. Fue nombrado ministro suplente del Tribunal de Guerra y Marina, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento.
Miguel de la Vega-Inclán y Palma siguió los pasos de su padre, ingresando en el arma de caballería. Participó en destacados episodios militares, como la batalla de Belascoain, junto al general Diego de León. Su lealtad a la Corona quedará probada en los constantes enfrentamientos contra los carlistas. Tras la Revolución de 1868 seguirá fiel a la dinastía borbónica y sufrirá persecuciones del ministro de la Guerra, el general Prim, quien le desterró a las islas Canarias hasta que a su muerte (1874) fue nombrado jefe del Estado Mayor de todos los ejércitos del Norte, donde siguió combatiendo a los carlistas. Ascendió a teniente general, siendo nombrado capitán general de las Baleares, donde se encontraba cuando volvió a España el rey Alfonso XII (1875). Para agradecer su participación en el retorno al trono este monarca le concederá el título de marqués de la Vega-Inclán en 1878.
Poco después fue designado capitán general de Castilla la Nueva (1878), y a continuación gobernador militar de Puerto Rico (1882). Allí falleció (1884), víctima de una epidemia de fiebre amarilla, cuando iba a regresar a España para ser nombrado ministro de la Guerra.
Su madre fue Elisa Flaquer y Ceriola (1830-1897), nacida en Madrid en el seno de una familia de la burguesía catalana, vinculada al mundo de las finanzas y de los negocios de la Corte. Del matrimonio nacieron cuatro hijos: Jorge, Benigno, Mariano y Fernando, que fallecieron sin descendencia, sobreviviéndoles el II marqués a todos ellos. A la muerte de la madre pasará a ostentar el título (1898), tras algunas fricciones con el primogénito.
Desde Valladolid, su ciudad natal, se trasladó con su familia a Madrid y luego a Barcelona; estudió en el colegio de los jesuitas de Manresa, para volver luego a Madrid. Intentaría estudiar oficialmente en la escuela de Bellas Artes, donde tan sólo asistirá a algunas clases de paisaje impartidas por Carlos de Haes. La imposibilidad de cursar estudios artísticos le decidirá a seguir la carrera militar más por tradición familiar que por vocación, abandonándola años más tarde. Ingresó en infantería de Marina, y un año más tarde pasó a la Academia de Caballería de Valladolid, alcanzando el grado de alférez (1881). Sus destinos profesionales estuvieron ligados a los de su progenitor, a cuyo lado permanecerá como ayudante de campo en Puerto Rico. Será una experiencia muy enriquecedora que le permitirá conocer de primera mano los acontecimientos políticos, económicos y sociales que caracterizan la relación de España con sus colonias americanas en esos años cruciales.
Tras la pérdida del padre, regresa la familia a Madrid, siendo nombrado ayudante del mariscal de campo José Almirante y Torroella (1885). Es un destino relajado que le permitirá viajar por España y el Norte de África, y escribir. Publicará Bocetos de Semana Santa y Guía de Sevilla (1888) y distintas colaboraciones en la Ilustración Española y Americana.
Fueron años de bohemia en los que frecuenta círculos literarios, artísticos o nobiliarios y traba amistad con relevantes personajes de la sociedad andaluza y madrileña. En compañía de Julio Quesada Cañaveral, conde de Benalúa, viaja a Buenos Aires y abre una planta de aguas azoadas artificiales, de las que se obtienen las bebidas gaseosas, inversión que es respaldada por Benalúa y veinte accionistas más. Viaja a Uruguay con el mismo propósito. En 1891 está de vuelta sin haber conseguido mejorar su escasa fortuna.
De nuevo en el Ejército formará parte de la embajada del general Martínez Campos, enviada por el Gobierno español a Marrakech para negociar la paz con el sultán Muley Hassan; en la foto oficial aparece a pesar de su baja graduación.
Los viajes serán muy valorados como fuente de experiencias por este autodidacta, que así se irá forjando.
Tras recorrer Europa decide establecerse en París (1900) y viaja a Londres y a Berlín. Regresará definitivamente a España en el verano de 1905 cuando compre el inmueble toledano que, según se creía, fue habitado por el Greco. Con esta compra y su ofrecimiento al Estado (1907) arrancará una nueva etapa en su vida que culminará con su nombramiento como primer comisario regio del Turismo y de la Cultura Artística y Popular (1911). Fue una decisión política tomada por el partido de Canalejas, al aceptar el Estado hacerse cargo de la gestión turística. Capitaneará el marqués un proceso que contaba con el respaldo de la Corona, y con el que se pretendía obtener riqueza y prestigio internacional para el país. La escasez de recursos será suplida por su titular con aportaciones propias derivando hacia una gestión cada vez más personalista que desembocará diecisiete años más tarde en la sustitución de la Comisaría Regia del Turismo por el Patronato Nacional de Turismo, creado por el general Primo de Rivera. Tomará como epicentro de atracción turística el monumento entendido en sentido amplio, y también el paisaje, sentando las bases de la metodología turística actual. Se apoya ésta en la mejora de la red viaria, en la creación de una red de alojamientos de variado espectro —hoteles, hospederías, residencias y paradores—, en una eficaz propaganda de los atractivos turísticos españoles mediante publicaciones, exposiciones, congresos y atención personalizada a grupos especiales y visitantes ilustres, y en la revalorización de la cultura artística, paisajes y tradiciones.
Inicia la red con el de Gredos (1928) y le sigue Mérida (1931). Creador de museos y centros de cultura y, por tanto, restaurador de monumentos, a él se deben la Casa y el Museo del Greco (1910), la Casa de Cervantes en Valladolid (1916) y el Museo Romántico en Madrid (1924). Se integran en un nuevo prototipo museístico que él introduce en España: la casa-museo, donde el ambiente prevalece sobre las obras. Estuvo muy vinculado a otros museos como el del Prado, de cuyo Patronato fue vocal, y el Museo Sorolla, a cuya creación contribuyó. Recuperó e hizo visitable la Sinagoga del Tránsito y gestionó la Casa de los Tiros de Granada durante un corto espacio de tiempo. Sentó doctrina restauradora al inclinar el debate entre los partidarios de restaurar y los que deseaban tan sólo conservar, tras intervenir en el Patio del Yeso del Alcázar de Sevilla, con la intención de frenar los desmanes que se estaban produciendo en la Alhambra. Será el primero en llevar a la práctica en España las teorías en la materia defendidas desde la Institución Libre de Enseñanza, que alcanzarán rango legal con la Ley del Patrimonio de 1933.
Coleccionista, marchante y mecenas, será la pintura el elemento nuclear de su coleccionismo, que es inseparable de su vertiente mercantil. Vendió numerosas obras del Greco, Velázquez y Goya, a menudo falsas, debido a su excesivo entusiasmo y al escaso avance historiográfico. Obtiene así los recursos necesarios para continuar su trabajo, subyaciendo en estas operaciones el deseo de dar a conocer el arte español fuera del país. Sus preferencias se centran sobre todo en las obras de los siglos XV, XVI y XVII y también en el XIX y principios del XX, siendo la temática de los museos y centros por él fundados la que oriente las nuevas adquisiciones. Toda esta actividad cobrará sentido cuando la proyecte en la colectividad, practicando un mecenazgo atípico en el que combinará los métodos tradicionales con otros específicos acuñados por él. Donó a la nación el Museo del Greco, también la Casa de Cervantes y finalmente el Museo Romántico. Financió las actividades de un organismo público, la Comisaría Regia del Turismo y, como colofón, legará todos sus bienes a sus fundaciones, es decir, al Estado español, convirtiéndose en uno de los mecenas más prolíficos de su tiempo. Pretende así suplir las deficiencias del Estado en materia turística y cultural acuñando fórmulas de gestión de recursos propios y ajenos. Los optimiza, entre otras razones, por el respaldo del Monarca, que tiene en él a un asesor artístico ejecutor de la política regia. El mecenas estadounidense Huntington y el propio Alfonso XIII financiarán algunos de sus proyectos. Recibirá de la Institución Libre de Enseñanza el sustrato ideológico presente en su obra, del que se impregna a través de Manuel B. Cossío, integrándose en ese minoritario grupo de españoles que buscaban la modernización del país por distintas vías.
Desaparecida la Comisaría Regia, se dedicará a sus fundaciones y a nuevos proyectos. Compra y pone en funcionamiento el Real Balneario de la Isabela hasta su destrucción ocurrida durante la Guerra Civil. Tras el levantamiento militar, y a pesar de su avanzada edad y mala salud, se ofrecerá al Gobierno de Burgos para participar en el seguimiento de la salida de los cuadros del Prado y de otras colecciones españolas hacia Ginebra.
Benigno Vega-Inclán fue elegido académico numerario de la Real Academia de la Historia el 19 de febrero de 1926, medalla de la que tomó posesión al año siguiente. Falleció en Madrid en enero de 1942, antes de pronunciar el discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (María Luisa Menéndez Robles, en Biografías de la Real Academia de la Historia).
Si quieres, por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el Jardín del Marqués de la Vega Inclán, de José Gómez Millán, en los Jardines, del Real Alcázar, de Sevilla. Sólo tienes que contactar con nosotros en Contacto, y a disfrutar de la ciudad.
Más sobre el Real Alcázar, en ExplicArte Sevilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario