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martes, 29 de marzo de 2022

Un paseo por el Barrio de El Tardón-El Carmen

     Por Amor al Arte
, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte el barrio de El Tardón-El Carmen, de Sevilla, dando un paseo por él.
     El Barrio de El Tardón-El Carmen es, en el Callejero Sevillano, un barrio que se encuentra en el Distrito Triana, delimitado por las vías: c/ Rubén Darío, avda. Alvar Núñez, c/ López de Gomara, gta. República Dominicana, avda. Blas Infante, gta. Carlos Cano, avda. Blas Infante, y SE-30.
     El Barrio de El Tardón-El Carmen lo componen las vías siguientes: c/ Alarcón, avda. Alvar Núñez, c/ Álvaro de Luna, c/ Álvaro Peláez, c/ Antonio Machado, c/ Arcipreste de Hita, c/ Bidasoa, avda. Blas Infante, c/ Caballero de Illescas, plaza Cerámicas Mensaque, c/ Darro, c/ Garcilaso de la Vega, plaza Góngora, c/ Graham Bell, c/ Gutiérrez Bravo, c/ Gutiérrez de Alba, c/ Jacinto Benavente, c/ Jalón, c/ Jarama, c/ Joaquín Román Sánchez, c/ Juan Díaz de Solís, c/ Juan Muñoz Rodríguez, c/ Juan Valera, c/ López de Gomara, c/ López Pinillos, c/ Lorenzo Leal, Lucas Cortés, c/ Maldonado Dávila, c/ Manuel de Lando, c/ Manzanares, c/ Mar del Plata, c/ Martínez de Irala, c/ Juan Pablo I, c/ Pedro de Mendoza, c/ Pisuerga, plaza Riofrío, grupo Rubén Darío, c/ Rubén Darío, c/ San José de Calasanz, grupo Santo Ángel de la Guarda, c/ Sebastián Cabot, c/ Torres Alarcón, y plaza Virgen de los Dolores.
     El Barrio, desde  el punto de vista urbanístico, y como definición, aparece perfectamente delimitada en  la  población  histórica  y en  los  sectores  urbanos donde predomina la edificación compacta o en manzana, siendo el conjunto de vías urbanas con características homogéneas, y constituye el espacio libre, de tránsito, cuya linealidad queda marcada por las fachadas de las  edificaciones  colindantes  entre  si. En  cambio, en  los  sectores  de periferia donde predomina la edificación  abierta,  constituida  por  bloques  exentos,  la  calle,  como  ámbito  lineal de relación, se pierde, y  el espacio jurídicamente público y el de carácter privado se confunden en términos físicos y planimétricos. 
     Su denominación debe atribuirse al he­cho de que este paraje era conocido por el Tardón, como lo atestiguan distintos planos de la ciudad desde el s. XIX; por Tardón era identificado el portazgo o fielato situado al final de San Jacinto, pudiendo éste recibir el topónimo del paraje o viceversa. Allí se establecieron los monjes basilios antes de trasladarse intramuros. La denominación oficial actual de la barriada presenta algunos problemas en función de las fuentes consultadas. Así, consta un acuerdo de 1957 para denominarla barriada Virgen de la Esperanza y otro de tan sólo un día más tarde en el que se cambia el topónimo el Tardón por el de San Gonzalo; ésta segunda es avalada por los azulejos colocados en la avenida de Alvar Núñez y Juan Díaz de Solís, en los que aparece el rótulo barriada de San Gonzalo. Ahora bien, la barriada de San Gonzalo existe desde la guerra civil, cuando fue construida por iniciativa del general Queipo de Llano y en lugar próximo a la del Tardón, sin que conste que cambiara su denominación en documento alguno. En cualquier caso, y al margen de estas consideraciones, hoy se conoce como barriada el Tardón al conjunto de edificaciones comprendidas entre los límites arriba indicados. Sus calles fueron rotuladas en 1955 con nombres de conquistadores, literatos y clérigos en la ma­yoría de los casos nacidos en Sevilla o muy relacionados con ella.
     El plano en planta es un rectángulo orientado de noreste a suroeste, con más anchura la mitad este de la vertiente meridional al dibujar ésta un ángulo muy abierto. Con tal geometría aparece ya este espacio la primera vez que se halla cartografiado, en el plano del infante don Carlos (1827); queda circunscrito por dos caminos que conducen a San Juan de Aznalfarache: uno de ellos penetra directamente en San Jacinto y corresponde a la actual avenida de Alvar Núñez, y el otro, también llamado Camino de los Gordales y de los Botijeros, lo hace por Evangelista, correspondiendo a la actual Juan Díaz de Solís. Desde 1870 son frecuentes en sus inmediaciones los tejares, actividad fa­bril característica de la vega de Triana y generadora de hoyas para la obtención de ma­teria prima, hoyas que serán grandes charcas, hasta no hace mucho tiempo aún presentes. En 1884 este espacio se denomina los Gordales, nombre que debe tomar de esta variedad de olivas frecuentes en sus proximidades. Por su baja cota, entre los 5 y 7 m., ha estado permanentemente expuesto a las peligrosas crecidas del Guadalquivir En 1910 esta zona corresponde a parte del que fuera Cortijo del Aceitero, y de esta forma se presenta en los planos de 1943 y 1956.
     La barriada se inicia a principios de la década de los cincuenta, promovida por el Instituto Nacional de la Vivienda, en unos años de carestía de viviendas populares en Sevilla por la masiva afluencia de emigran­tes; fueron construidas 2.000 viviendas, de calidad aceptable, en líneas generales, ad­quiridas mediante compra. Vista desde los bordes, la barriada es una plasmación arqui­tectónica del espíritu autárquico imperante aún; es la impresión que causan los cuatro bordes de robustas cinco plantas (sin ascensor) a manera de fortaleza en la que se disponen dos ejes como cardo y decumano, aliviadores de esa sensación y únicos que permiten el acceso / salida al interior / exterior para el tráfico rodado. De estos ejes, el longitudinal lo constituyen Lucas Cortés, Moro­velli de Puebla y Arcipreste de Hita; queda bastante sesgado hacia Juan Díaz de Solís, aunque el tramo final se abre precisamente en la confluencia de Rubén Darío con la avenida de Alvar Núñez, por lo que forma una vía lineal. Lorenzo Leal es perpendicular, cruzando a lo ancho la barriada en un único tramo. A lo largo de los dos bordes de mayor desarrollo, la avenida y Juan Díaz de Solís, se abren varios pasadizos peatonales, auténticos boquetes, resultado de no haber dedicado a vivienda parte de algunos bajos. De esta forma, tan sólo los ejes referidos tienen entrada y salida directas, quedando así el resto de calles bloqueadas en alguno de sus extremos por las viviendas de los bordes, y en varios casos con acceso exclusivamente peatonal. La disposición de las calles semeja a un gran peine enfrentado a otro de púas menores; entre unas y otras, quedan los espacios rotulados, a pesar de que algu­nos no tengan más sentido que ser el vado de las vías adyacentes, es decir, sin que se produzca acceso a las viviendas desde ella misma.
     Sólo las calzadas con tráfico rodado están asfaltadas; el resto es de suelo terrizo, a veces en un estado lamentable por los numerosos baches y charcas generadas por las lluvias; la anchura es considerable, dada la longitud, y son aptas para el estacionamiento de vehículos. En todos los casos están arboladas con brachichitones, acacias, plátanos, etc., y en general bien ilumi­nadas y limpias; las aceras son de cemento extendido directamente. Las plazas de Gón­gora y Luis Mensaque son los espacios abiertos, zonas de recreo infantil y lugares de encuentro. sobre todo para los ancianos. En los dos extremos se construyeron naves comerciales de una sola planta, con bastantes locales cerrados, al no poder competir con los mercados más amplios y modernos de las proximidades; por otra parte, con la estructura tan cerrada del conjunto es bastante difícil atraer a una demanda externa al propio barrio. En la avenida de Alvar Núñez, quizás la vía más simbólica del Tardón, se ubican diversos establecimientos de base diaria que han ocupado los bajos destinados en principio a residencia, solución observable también en el interior. Una nota característica la constituye la tradición artística de muchos de sus vecinos: la familia de los Montoya, de los Molina, Lola Carmona, Isabel Pantoja, José Elías Arenas, Calixto Arias, El Trompo, José Antonio Campuzano, El Currato y un largo etcétera del mismo relieve, vinculados todos al mundo flamenco o al toreo. Al parecer, esto es debido a la gran afición que por todo lo relacionado con estas manifestaciones culturales o artísticas sentía el gobernador de Sevilla en los años de la construcción de la barriada, quien facilitó el acceso a una vivienda a muchos de sus ad­mirados artistas, a quienes la fama y la fortuna no acompañaban precisamente, muy a pesar de su indiscutible calidad [José María Luján Murillo, en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993].
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