Por Amor al Arte, déjame Explicarte Sevilla, déjame ExplicArte el Vía-Crucis pictórico, de Antonio Agudo, en la Basílica del Gran Poder, de Sevilla.
Hoy, 2 de marzo, es Miércoles de Ceniza, inicio de la muy sagrada Cuaresma: he aquí que vienen días de penitencia para la remisión de los pecados, para la salvación de las almas; he aquí el tiempo favorable, en el que se asciende a la montaña santa de la Pascua [según el Martirologio Romano reformado por mandato del Sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II y promulgado con la autoridad del papa Juan Pablo II].
Y que mejor día que hoy para ExplicArte el Vía-Crucis pictórico, de Antonio Agudo, en la Basílica del Gran Poder, de Sevilla.
La Basílica del Gran Poder [nº 57 en el plano oficial del Ayuntamiento de Sevilla; y nº 64 en el plano oficial de la Junta de Andalucía], se encuentra en la plaza de San Lorenzo, 13; en el Barrio de San Lorenzo, del Distrito Casco Antiguo.
Los muros de la Basílica de Jesús del Gran Poder se encuentran ornamentados con las catorce estaciones del Vía Crucis de acuerdo a la reforma que de éste hizo el Beato Juan Pablo II. La factura de estos doce lienzos se deben al pintor afincado en Sevilla Antonio Agudo, en 1996, quien para plasmarlas siguió su línea de creación realista, retratando sobre fondo neutro la sucesión de escenas en las que se insinúan los distintos pasajes de la Pasión de un modo claro, minimalista, con pocos personajes y los mínimos recursos no figurativos. Las pinturas se sirven de colores fríos que focalizan sin distracción la atención en el altar mayor, siendo útiles para ilustrar el rezo litúrgico, pero sin robar un ápice de protagonismo a la imagen de Mesa y el altar mayor.
El conjunto de escenas del Vía Crucis de Agudo es uno de los ejemplos más destacados de conjunto artístico contemporáneo encargado por una Hermandad. Las catorce escenas son las siguientes:
Jesús es traicionado por Judas y arrestado.
Jesús es condenado en el Sanedrín.
Jesús es negado por Pedro.
Jesús es condenado por Poncio Pilato.
Jesús es flagelado y coronado de espinas.
Jesús carga con la Cruz.
Jesús es ayudado por el Cirineo.
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalém.
Jesús es crucificado.
Jesús promete su reino al Buen Ladrón.
Jesús crucificado, la Madre y el Discípulo.
Jesús muere en la Cruz.
Jesús es depositado en el sepulcro (Hermandad del Gran Poder).
Conozcamos mejor la Historia y Significado del Vía Crucis;
La expresión latina "Vía Crucis" significa "camino de la Cruz", es decir, el que recorrió Cristo durante su Pasión, desde el Pretorio de Pilatos hasta el Calvario. Dicha expresión se utiliza también de modo habitual para designar una forma de oración acompañada de meditación sobre los acontecimientos ocurridos en ese camino de Cristo, al que se añaden el hecho de su muerte en la cruz, el descendimiento de la misma y su sepultura. Junto a diversas oraciones, en general de penitencia y arrepentimiento, se van intercalando catorce meditaciones, que se llaman «estaciones», porque los que hacen este ejercicio de piedad se «estacionan» o detienen unos momentos para meditar en cada uno de los siguientes acontecimientos o escenas:
Los precedentes del Vía Crucis datan de los primeros siglos del cristianismo, de la piadosa compasión con que los cristianos primitivos veneraban los pasos de la Vía Dolorosa. La española Silvia Eteria, peregrinó a Tierra Santa en el siglo IV. Y en su Peregrinatio describe el ejercicio piadoso de los cristianos de Jerusalén, recorriendo durante la Semana Santa el camino del Calvario.
La mayoría de estas «estaciones» han sido tomadas del Evangelio, otras las ha deducido o añadido la tradición piadosa del pueblo cristiano con una sana lógica.
· Primera: en Mt 27,1-31; Mc 15,120; Lc 23,1-25; Jn 18,28-40 y 19,1-16.
· Segunda: en Jn 19,17.
· Quinta: en Mt 27,32; Mc 15,21 y Lc 23,26.
· Octava: en Lc 23,27-32.
· Décima: en Mt 27,35; Mc 15,24; Lc 23,34 y Jn 19,23-24.
· Undécima: en Mt 27-25 s.; Mc 15,24 s.; Lc 23,33 s. y Jn 19,18.
· Duodécima: en Mt 27,50-51; Mc 15,37; Lc 23,46 y Jn 19,30-33.
· Décimo tercera: en Mt 27,57-59; Mc 15,42-45 y Lc 23,50-53.
· Décimo cuarta: en Mt 27,55-61; Mc 15, 42-47; Lc 23,50-55 y Jn 19,38-42.
Las otras estaciones –tercera, cuarta, sexta, séptima, novena– que ha añadido la tradición piadosa de los cristianos están relacionadas o deducidas de la descripción que los evangelistas hacen del camino que recorrió Jesús hacia el Calvario. Son posibles las caídas –estaciones 3ª, 7ª y 9ª, debido al agotamiento del Huerto, de los interrogatorios y sobre todo de las vejaciones –azotes, espinas– y episodios que acompañaron al arresto. Se deduce al menos una del hecho de haber pedido a Simón de Cirene que llevase la cruz, y se suponen lógicamente otras caídas, aunque no podamos saber el número exacto. Fue casi seguro el encuentro de Cristo con su Madre antes de la cruz (4ª estación), según Jn 19,25-27 y otros pasajes. Es muy probable el episodio de la Verónica según Lc 23,27 ss. y relatos escritos que se remontan a los siglos III y IV que pueden depender de relatos y tradiciones orales anteriores.
En cuanto a los orígenes de este ejercicio piadoso, es cierto que los cristianos de las primeras centurias veneraron los lugares relacionados con la vida y muerte de Cristo. Esto se facilitó a partir de la paz otorgada a la Iglesia por Constantino, con lo que se multiplicaron las peregrinaciones a los Santos Lugares, y de las que se conservan descripciones desde el s. IV. La célebre peregrina Eteria, por ejemplo, da una relación de los actos que se celebraban en Jerusalén en la Semana Santa en los distintos lugares relacionados con la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
Con motivo de las Cruzadas se manifestó aún más la devoción hacia los lugares en que se había realizado algún episodio de la Pasión de Cristo. No se contentaron los cruzados con haber venerado esos mismos lugares, sino que trajeron a sus respectivos países la idea de realizar algo parecido a lo que habían visto y obrado en Jerusalén. De ahí que se erigiesen en muchas partes «Calvarios», luego «Vía Crucis», con los que los fieles manifestaban su fervor, agradecimiento y amor a la Pasión de Cristo, oraban y meditaban en ella, etc.
Los franciscanos contribuyeron mucho a extender y propagar esta devoción, aún no muy bien definida, sobre todo cuando en el s. XIV se les concedió la custodia de los Santos Lugares. También la difundió mucho el beato Álvaro de Córdoba, dominico, a su regreso de Tierra Santa (1420). Después, el principal apóstol de esta devoción fue San Leonardo de Puerto Mauricio, que, en el curso de unas misiones por Italia (1731-51), erigió más de 572 Vía Crucis.
Había cierta diversidad con respecto al número de «estaciones».
Fueron los franciscanos los que establecieron en sus iglesias el número de catorce, para que los fieles las recorriesen a imitación de los devotos peregrinos que iban personalmente a venerar los Santos Lugares de Jerusalén. Parece que la forma definitiva, según se suele practicar hoy, surgió en España. De aquí pasó a Cerdeña y a otros lugares. En el s. XX diversos autores han pretendido que se añadiese otras estaciones, como la Resurrección, con la que culmina la Pasión y Muerte histórica de Cristo, y su Vía Crucis continuado a lo largo de la historia humana.
La práctica del Vía Crucis, pues, viene a arrancar de los primeros siglos y se halla muy extendida entre los cristianos. Es necesario meditar y conocer bien la vida y persona de Cristo, también su Pasión y Muerte, para facilitar la identificación con El a que está llamado todo hombre. Esta devoción es de gran importancia para la vida cristiana. Nos da la oportunidad de contemplar la pasión y muerte de Jesús, nuestro Salvador. Contemplación de los dolores en el cuerpo y en el alma del Señor. Recorrer la Vía dolorosa actualizando sus sufrimientos. La pasión de Jesús es real y actual. El motivo de sus dolores es el de siempre: el pecado. Cada vez que un cristiano peca, de algún modo crucifica de nuevo a Cristo. En cambio, cuando llevamos por amor a Jesús la cruz de cada día podemos decir, como San Pablo: "Completo en mi carne lo que falta a la Pasión de Cristo en beneficio de su cuerpo, que es la Iglesia" (Co 1,24).
El Vía Crucis o Camino a la Cruz es una de las más antiguas devociones practicadas por los Católicos en todo el mundo. Consiste en acompañar a Jesús en su Pasión y Muerte, en sus horas finales, repasando 14 momentos (las 14 Estaciones del Vía Crucis) desde que fue condenado a muerte hasta su sepultura.
Más recientemente a veces se suele agregar una nueva 15ª Estación: la Resurrección del Señor, en consideración a que si Cristo no resucitó, vana sería nuestra Fe (1 Cor 15, 14).
El Vía Crucis se reza de pie, y en algunos momentos de rodillas. Debe hacerse caminando, deteniéndose en cada estación, para recordar el camino de Jesús al Calvario. Es por eso que las imágenes de la representación del Vía Crucis están en la pared, alrededor del templo. Si se reza en casa, ayuda tener en la mano imágenes de la Pasión y Muerte del Señor, para que puedas recordar e imaginar su dolor.
. + En el nombre del Padre + del Hijo + y del Espíritu Santo.
Amén
. Señor, que la meditación de tu Pasión y Muerte nos anime y ayude a tomar la cruz de cada día y seguirte, para un día resucitar contigo en la gloria.
Amén.
Rezo de las catorce estaciones.
Oración final:
Señor mío Jesucristo, que con tu Pasión y Muerte diste vida al mundo, líbranos de todas nuestras culpas y de toda inclinación al mal, concédenos vivir apegados a tus Mandamientos y jamás permitas que nos separemos de Ti. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
. Amén (Catholic.net)
Conozcamos mejor la Biografía de Antonio Agudo, autor de la obra reseñada;
La vida de Antonio Agudo, nacido en 1940 en la ciudad de Sevilla, España, ha transcurrido desde su niñez en una constante relación con la pintura. Iniciando sus estudios artísticos a los doce años, en una ruinosa Escuela de Artes y Oficios, se traslada más tarde a la central de esa institución, en la que, en condiciones más favorables, se familiariza con modelos humanos, además de los tradicionales modelos de yeso. Mientras estudia el Bachillerato superior, se inicia en el dibujo comercial en un taller de fotograbado familiar. Vive en Madrid en el año 61, asistiendo a clases de dibujo a la vez que trabaja en un estudio de publicidad. De vuelta en Sevilla, ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes, sin dejar de dibujar para agencias y estudios de grabado; incluso creando su propio estudio de gráfica. Finalizando en 1967 en esta Escuela, viaja a París con dos amigos para ver por primera vez a Picasso, en la magna exposición realizada en el Grand y Petit Palais y la Biblioteque National. Antonio continúa hasta el año 1971 alternando su actividad de grafista con la de pintor, hasta que ingresa como profesor en la Escuela Superior Bellas de Artes al cargo de la materia “Dibujo del Antiguo y Ropajes”. A partir de entonces, abandona paulatinamente su dedicación a la gráfica publicitaria, para dedicarse íntegramente a la práctica de la pintura y la enseñanza.
Hasta el curso 1976/77 desempeña la labor de profesor de dibujo y grabado, disciplina ésta, en la que se adentra con entusiasmo, en un momento de efervescencia de dicho procedimiento en Sevilla y el que tendría su culminación en un grupo que se llamó “grabadores sevillanos”, del que Antonio formaba parte. En el mismo había hasta una docena de pintores con talleres de grabado, que realizaron no pocas exposiciones personales y colectivas. La última de éstas, “25 años de Grabado en Andalucía”, la organizó la Consejería de Cultura en el año 1995. En esta etapa de intensa actividad artística y académica realiza varias exposiciones individuales en Oviedo, Madrid, Las Palmas de G. Canaria y Sevilla. En el año 1977, tiene que abandonar la Escuela, junto con otros dos profesores, debido al enfrentamiento con su dirección por el enfoque tópicamente tradicional que mantenía el Centro. La vuelta a la enseñanza, ya convertida la Escuela en Facultad, se realiza 10 años después de su exclusión. Dicha vuelta está propiciada por algunos amigos y compañeros que siempre estuvieron en desacuerdo con su “destierro” y cuya insistencia venció la reticencia de Antonio Agudo a regresar.
En esos diez años se suceden exposiciones de dibujo, pintura y grabado entre Sevilla Madrid, Granada, Washington, Quito… En su inclinación por las manifestaciones artísticas en general, expuso y fue muy activo en la organización de los “Festivales de la pintura en Sevilla”, patrocinados por “El Monte” (institución bancaria) de 1982 a 84, así como en un evento que prometía continuar por el excelente resultado (“Iª Bienal Iberoamericana de Arte Seriado”), patrocinado en 1986 por la Junta de Andalucía. En esta bienal el pintor, encargado del área mexicano-centroamericana, consiguió embarcar en la aventura a un galerista de Los Ángeles (Luis Remba), para mostrar por primera vez en España la obra gráfica de Rufino Tamayo, no sin antes, convencer a la esposa del artista en un México devastado por el terremoto de 1985. Es muy singular la vinculación de Antonio Agudo con Guatemala y México. Desde 1977, en el que fue por primera vez a Guatemala, no ha dejado casi un solo año de visitar largamente esos dos bellos países. En ellos lo introduce su mujer, una antropóloga comprometida desde el ángulo científico y especialmente humano con aquellas tierras; y fruto de las vivencias y experiencias artísticas en el deambular de pintor de la mano de su mujer por miles de kilómetros cuadrados, es una larga colección de obras en dibujo, grabado y pintura, bajo una visión etnográfica, así como cuadernos de viaje realizados a la acuarela por los mercados indígenas.
En 1987, de nuevo en la enseñanza, ahora en el área de pintura, y después de cinco años con modelos de “naturalezas muertas”, encuentra un hueco en la materia de figura humana, temática ampliamente explorada por él. En esta etapa no celebra muchas exposiciones; pero hay que destacar una que organizó la Universidad de Granada, en el Palacio de la Madraza, en 1992, compuesta por una larga y neo-romántica visión del mar de la costa gaditana de Conil, pintadas entre 1989/1991. El paisaje es un género que Antonio empezó a combinar con el estudio de la figura humana, en las exploraciones del natural que inicia en la sierra norte de Sevilla en 1977; exploración, que dio para dos exposiciones en 1988 y 1990 en la Galería María Salvat de Barcelona. Vuelto a la enseñanza en una institución convertida en universitaria, el pintor tiene que hacer una tesis… Y se adentra en un estudio de mentalidades colectivas y manifestaciones artísticas. El resultado se mostró en algunas publicaciones, como la que realiza la Universidad de Deusto en forma de artículo, en marzo de 1994, bajo el título “Ciencia, arte y religión. Apuntes para una recreación simbólica”. La proposición de Antonio se basa en la aportación que un artista puede hacer a la historiografía del arte; la cual dio lugar a la creación de un grupo de discípulos en este apartado dual pintura/teoría en torno a su enseñanza.
Encontramos en este pintor un apartado dedicado al género retratístico, por las características específicas de su exploración de la figura humana. Entre obras pertenecientes a colecciones privadas, se encuentran algunas realizadas para instituciones como tres retratos para la presidencia de la Federación Española de Municipios y Provincias en Madrid, el retrato del Rey para la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, y otros tantos del Monarca que cuelgan en las paredes de la Universidad de Sevilla y el Palacio de la Zarzuela. En 1994 la Hermandad del Gran Poder de Sevilla le encarga la realización de un Via Crucis para su Basílica Mayor; fueron dos años y medio de esfuerzo mental y físico, hasta conseguir una obra sobria y respetuosa con el sentimiento religioso y con la propia pintura; una obra en la que el pintor destacó, por encima de la iconografía neo-barroca al uso, imperante en la ciudad, los valores del sacrificio y sufrimiento humanos que impregnan el Nuevo Testamento.
Más recientemente, en los años 2003/04 se realizó entre Cádiz (Universidad y Galería Benot) y Alcalá de Henares (Fundación Colegio del Rey), una exposición retrospectiva de dibujos de figuras humanas y paisajes sobre Conil, Iguazú y Chiapas, elaborados entre los años 1992 y 2002. En el 2007 la Casa Pemán de Cádiz, bajo los auspicios de Cajasol, levantó en sus paredes una colección de acuarelas, “Cádiz a contraluz”. En el verano de 2008 la Casa de la Provincia de Sevilla, organiza un exposición extensa de los dibujos y acuarelas del pintor titulada “Sobre el papel” (Web oficial de Antonio Agudo).
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Más sobre la Basílica del Gran Poder, en ExplicArte Sevilla.
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