Por Amor al Arte, déjame ExplicArte Sevilla, déjame ExplicArte la ópera "La Favorita", ambientada en Sevilla, de Alphonse Royer y Gustave Väez, y Gaetano Donizetti.
Hoy, 2 de diciembre, es el aniversario del estreno (2 de diciembre de 1840) de la ópera "La Favorita", en el Teatro de la Ópera, de París (Francia), así que hoy es el mejor día para ExplicArte la ópera "La Favorita", ambientada en Sevilla, con libreto de Alphonse Royer y Gustave Vaëz, y música de Gaetano Donizetti.
Por su condición de último reducto musulmán en suelo europeo, España era el escenario en el que confluían tres ingredientes temáticos en los que de forma recurrente se inspiraron los grandes compositores líricos románticos: lo exótico, lo medieval y lo islámico oriental. El genial compositor bergamasco Gaetano Donizetti (1797-1848) no fue una excepción dentro de la corriente de inspiración descrita. Su seducción por el tema español y su predilección por la ambientación medieval y morisca de sus argumentos serán una constante en toda su producción lírica. Nada menos que once óperas de su extenso catálogo se centran en tema hispano, distribuidas a lo largo de todos sus años de creación: Zoraida di Granata (1822), La Zingara (1822), Chiara e Serafina (1822), Alahor in Granata (1826), Elvida (1826), Sancia di Castiglia (1832), Il furioso all'isola di S. Domingo (1833), La Favorite (1840), Maria Padilla (1841), Dom Sébastien, roi de Portugal (1843) y la inconclusa Le duc d'Albe, completada esta última por su alumno Matteo Salvi y estrenada con carácter póstumo en 1882.
A lo dicho podría agregarse su proyecto de 1842 de escribir una ópera con libreto de Salvatore Cammarano sobre el drama Ruy Blas de Victor Hugo, también de argumento español; pero un compromiso con Viena abortó la iniciativa. Curiosamente, también Verdi tuvo problemas con la misma fuente literaria. La ópera que Verdi proyectó componer con el título de Ruy Blas para el Teatro Imperial de San Petersburgo, por lo impropio del tema para la corte de los Zares (un criado que, haciéndose pasar por noble, logra conquistar el corazón de la Reina de España), terminó siendo sustituida por La Forza del Destino, inspirada en el conocido drama del cordobés Duque de Rivas. Resulta interesante la coincidencia de proyectos abortados entre los dos compositores. Esta "seducción española'', como ocurrirá también con Verdi, será una constante en toda la producción donizettiana.
Ocho de los títulos donizettianos arriba citados tienen relación directa con el tema medieval y morisco, estando seis de ellas ambientadas en Andalucía: Zoraida di Granata (1822), La Zíngara (1822), Alahor in Granata (1826), Elvida (1826), La Favorita (1840) y María Padilla (1841). A su vez, dentro de Andalucía, el Reino Nazarí de Granada era el territorio en el que convergían más específicamente los tres ingredientes temáticos ya señalados por ser el último reducto islámico en el solar peninsular. Ello explica esa fascinación por el exotismo granadino y "alhambrista", que no sólo se manifestó en Donizetti, con tres óperas ambientadas en Granada (Zoraida di Granata, Alahor in Granata y también Elvida, típica obra de frontera que transcurre en "una piazza forte nel Regno di Granata", necesariamente antes de 1492), sino también en otros grandes compositores prerrománticos o ya plenamente inmersos en este movimiento estético y creador. Son los casos de Giuseppe Nicolini (Abenamet e Zoraide, Milán 1806, con libreto de Luigi Romanelli), el gran Luigi Cherubini (Les Abencérages, París 1813, sobre libreto de Etienne de Jouy), nada menos que Giacomo Meyerbeer (L'Esule di Granata, Milán 1822, con la colaboración del prestigioso libretista Felice Romani), el alemán Conradin Kreutzer (Das Nachtlager in Granada, Viena 1834, de bucólico melodismo weberiano, cuya acción se sitúa en un valle próximo a Granada hacia 1550), o los españoles Baltasar Saldoni (Boabdil, último rey moro de Granada, Madrid 1844), Emilio Arrieta (La Conquista de Granada, Madrid 1850) y Felipe Pedrell (El Último Abencerraje, escrita originalmente en italiano, con dos versiones fechadas respectivamente en 1869 y 1874).
Estaba claro que los compositores y libretistas románticos encontraron en nuestro país el marco soñado para ambientar la acción de los atormentados personajes que daban vida a los argumentos de sus obras. Si el gran compositor de Bérgamo ambientó en la Alhambra granadina (la fortaleza roja) dos de sus óperas de juventud, las mencionadas Zoraida y Alahor, el Alcázar de Sevilla será, a su vez, el marco en el que se desarrollen dos de sus más hermosas óperas de madurez, que son las que ahora estudiamos en estas páginas: La Favorita y María Padilla.
Tras la conquista de la capital hispalense en 1248, el viejo palacio almohade se convirtió en residencia regia (aún hoy el recinto mantiene esta condición) para los reyes castellanos, entre ellos Alfonso XI (1312-1350) y Pedro I "El Cruel" o "El Justiciero" (1350-1369), protagonistas masculinos respectivamente de La Favorita y María Padilla, dos historias paralelas de triángulos amorosos protagonizadas por los dos monarcas castellanos y ambientadas en el siglo XIV en el Alcázar de Sevilla.
Al igual que los tres títulos donizettianos sobre las reinas Tudor (Anna Bolena, María Stuarda y Roberto Devereux), las dos óperas sevillanas, que adoptan también el título de las protagonistas femeninas, como era habitual en Donizetti, tienen una secuencia en el desarrollo temporal de sus tramas y un idéntico núcleo argumental. En ambos casos son los monarcas castellanos protagonistas de las óperas (Alfonso XI y su hijo legítimo Pedro I) los que desprecian a las reinas consortes (María de Portugal y Blanca de Borbón) para entregar sus ardientes corazones a las dos amantes o "favoritas", Leonor de Guzmán y María de Padilla.
Las dos óperas sevillanas tienen un trasfondo histórico real y paralelo. En efecto, doña Leonor de Guzmán, la favorita, convertida de hecho en "dueña e señora de Castilla", mantuvo una relación estable con su amante real durante veintitrés años (1327-1350), plazo suficiente como para darle nueve hijos, entre ellos Enrique II de Trastámara, que llegaría a reinar tras mandar asesinar a su hermanastro Pedro I en 1369, convirtiéndose de esta forma en cabeza de la dinastía castellana. Por su parte, doña María de Padilla, que según el cronista López de Ayala, era "pequeña de cuerpo, pero grande en fermosura", fue amante de don Pedro durante nueve años (1352-1361), hasta su muerte.
En todo ello hay un primer acercamiento cronológico a la trama argumental de las dos óperas, que podemos precisar aún más si se considera que, durante la época en que teóricamente transcurre la acción de La Favorite, Alfonso XI residió largas temporadas en Sevilla, justo en los años que precedieron a la trascendental batalla del Salado (1340); y que, a su vez, según el libreto, don Pedro es coronado y se convierte en Rey en el tránsito del primer al segundo acto de la ópera María Padilla, lo que nos permite situar temporalmente su acción en el año 1350. Son, pues, dos historias similares protagonizadas por dos amantes de reyes castellanos, ambientadas en el mismo escenario sevillano -en ambas óperas dos actos transcurren el Alcázar- y con dos partituras inspiradas por el mismo genio creador donizettiano.
Hasta aquí la Historia con los paralelismos entre ambos títulos. Porque, salvo lo dicho, la verdad es que las dos ofrecen importantes diferencias tanto en la génesis de su elaboración como en la disímil trabazón y estructura compositiva interna a pesar de haber sido estrenadas con un intervalo de un año (1840 y 1841). Para ello hemos de situamos en unos años en los que Donizetti señoreaba en todos los escenarios líricos parisinos. Los estrenos de Les Martyrs (Opera de París, 1839), La filie du régiment (Opéra-Comique, 1840), La Favorite (Théâtre de l'Opéra, 1840), la segunda versión de Linda di Chamounix (Théiitre-Italien, 1842) y Don Pasquale (Théâtre-Italien, 1843) jalonan esta cadena de éxitos.
Poco hay que decir de La Favorite que no se haya dicho ya. Su origen es complicado y farragoso por la diversidad de aportes. Es una típica ópera "de acarreo'', a la que, transmutando por razones de censura los nombres de los personajes, la cronología y el escenario de la acción (del Nápoles del siglo XV a la Sevilla del XIV), se aprovechó gran parte del material libretístico y musical empleado en la elaboración de L'ange de Nisida, una ópera compuesta a fines de 1839 por encargo del Théâtre de la Renaissance de París y nunca estrenada por el cierre de este coliseo. En ella Donizetti empleó fragmentos de su inconclusa Adelaide (comenzada a esbozar en 1834), aparte de otros pasajes de L'assedio di Calais (1836) y de Pia de'Tolomei (1837), que también fueron trasladados a La Favorite, y algunas aportaciones expresamente escritas para el nuevo título.
A última hora incorporó la más bella aria de tenor de su inconclusa Le duc d'Albe, la "Ange des cieux" del cuarto acto, que pasó a convertirse, con las naturales alteraciones del texto, en la "Angesi pur" de la versión original gala de La Favorite, más tarde transformada en la célebre "Spirto gentil" de la traducción italiana. Remitimos al lector al estudio magistral que realizó en 1992 Santiago Salaverri (Ed. Cátedra-Expo'92) en su espléndida edición del libreto en versión original francesa y en su traducción italiana.
Fue así como se estrenó la versión parisina de La Favorite, originalmente titulada La maîtresse du Roi, en el Teatro de la Opera de París el 2 de diciembre de 1840, con libreto en francés de Alphonse Royer y Gustave Väez, basado en la pieza teatral versificada en tres actos titulada Le comte de Comminge ou Les Amans malheureux, del escritor y dramaturgo galo François-Thomas-Marie de Baculard d'Arnaud (1718-1805), publicada en París en París en 1764, que se inspiraba, a su vez, en la novela Mémoires du comte de Comminge de la baronesa Claudine-Alexandrine Guérin de Tencin (madre, por cierto, del enciclopedista D'Alembert), editada también en París en 1735.
A la primitiva versión del libreto de Royer y Väez le dio forma definitiva el gran dramaturgo galo Eugene Scribe (1791-1861), autor de otros tres ulteriores títulos donizettianos y libretista, años más tarde, también de Giuseppe Verdi. El público parisino que asistió al estreno de La Favorite dispensó a la obra una entusiasta acogida. La mezzo Rosina Stoltz, amante del empresario del teatro Léon Pillet, encarnó el papel de Leonora. El legendario tenor Gilbert-Louis Duprez, primer Edgardo en 1835 de la también donizettiana Lucia di Lammermoor, dio vida a Fernando, uno de los más hermosos papeles belcantistas de Donizetti. El barítono Paul Barrohiet puso voz al monarca Alfonso XI. Y Baldasarre fue interpretado por el bajo Nicholas-Prosper Levasseur. Un elenco de lujo con las mejores voces galas del momento. El público parisino que asistió al estreno de La Favorite dispensó a la obra una entusiasta acogida y, de hecho, desde entonces no ha dejado de estar en el repertorio de todos los grandes coliseos líricos del mundo. Su exotismo, su ambientación y el propio dramatismo de la acción, con la muerte de la protagonista al final de la ópera, eran muy del gusto de la época. En comparación con otros grandes títulos de Donizetti, no es, desde luego, su ópera mejor trabada desde el punto de vista musical, algo natural si consideramos la multiplicidad de procedencias y de aportes de sus distintas secuencias. Pero en sus arias, dúos, coros y concertantes se aprecia la sublime inspiración del genio de Bérgamo, que terminó imprimiendo su huella personal en toda la partitura, dotándola de cierta unidad formal y estilística a lo largo de los cuatro actos, y tiñéndola de un indiscutible color español, claramente perceptible en algunos pasajes corales y, sobre todo, en el extenso ballet del primer acto, de obligada inclusión en París. El gran especialista donizettiano Egidio Saracino, a pesar de que reconoce que La Favorite es una chapuza fruto de la prisa ("un pasticciaccio della fretta"), no por ello deja de valorar la obra como un "racconto musicale unitario y drammaturgicamente perfetto".
En cuanto a las notas de ambientación del primitivo libreto en lengua francesa, se expresa claramente que en el II acto "El teatro representa una galería abierta a través de la cual se pueden contemplar los jardines y el palacio del Alcázar, en Sevilla". Y en el acto III se indica que la acción transcurre en "Una sala en el palacio del Alcázar, en Sevilla". Es justamente en el inicio de la escena primera del aludido II acto cuando el rey Alfonso XI inicia su diálogo con don Gaspar haciendo referencia a este idílico emplazamiento:
"Jardins de 1'Alcazar, délices des rois maures,
Que j'aime à promener sous vos vieux sycomores
Les rêves amoureux dont s'enivre mon coeur!
Como bien ha advertido el prestigioso medievalista Manuel García Fernández, La Favorite, a pesar de sus reiteradas ucronías, encierra un trasfondo válido y cierto, sin duda inspirado en la tradición cronística castellana. Y así, la ciudad de Santiago de Compostela evoca la imagen europeísta de un reino de Castilla en expansión a través de la antigua ruta Jacobea. La Isla de León (San Femando), la expresión marinera andaluza y sevillana por el Estrecho de Gibraltar de la flota cristiana tras las progresivas conquistas de Tarifa (1292), Gibraltar (1309) y sobre todo Algeciras (1344). Y Sevilla, con sus Jardines y su Alcázar, la ciudad más importante y universal del reino, encrucijada de civilizaciones, crisol de Oriente y Occidente. Además, en la lectura del libreto, en la actitud de ciertos personajes, se descubre también, de forma solapada o patente, el significativo enfrentamiento entre el poder civil, representado por Alfonso XI, y el eclesiástico, encarnado por don Baldassare, con diferentes interpretaciones de la fidelidad y del amor conyugal.
El propio autor arriba citado agrega que la Gran Crónica de Alfonso XI no duda en señalar el mutuo afecto y cariño entre los dos jóvenes amantes, quienes de nuevo y al cabo de varios años, se encontraban en el alcázar sevillano. Según se indica en el relato, "et esta dueña era bien entendida; e desde llegó a la merced del rey, trabajase mucho de lo servir en todas las cosas que ella entendie que le podri efazer seruiçio, en tal manera quel rey la amo e la presçio mucho en su coraçon".
Ninguna otra mujer de su tiempo adquirió en la vida del rey de Castilla relieve e influencia comparable a la de aquella noble y bella dama sevillana. Según Fernán Sánchez de Valladolid, secretario privado de Alfonso XI, "en hermosura, era la más apuesta muger que aviá en el Reyno". A causa de su reconocida y pública concupiscencia con el monarca durante casi veinte años, tuvo la ocasión de ejercer no sólo gran influjo en la corte y en la sociedad política castellana de su tiempo, sino también en las directrices internas y externas del reino. Pero doña Leonor de Guzmán, a la sombra protectora del poder regio, correspondería siempre a la privanza del monarca con absoluta entrega, ejemplar fidelidad y entrañable compañía en sus desplazamientos militares y cinegéticos, especialmente en Andalucía en donde siempre contó con numerosos adeptos. El amor de Alfonso XI por su favorita, prácticamente convertida en reina de hecho de Castilla frente a la legítima esposa, doña María de Portugal, recluida junto a su hijo y heredero, el infante don Pedro, en el monasterio sevillano de San Clemente, donde hoy reposan sus restos mortales, se manifestaría muy pronto en Andalucía en la dotación vitalicia, con jurisdicción plena, de un vasto patrimonio señorial, entre 1332 y 1345: Alcalá de Guadaíra, Medina Sidonia, Huelva, Cabra, Lucena, Aguilar de la Frontera, Montilla y diversos bienes rústicos y urbanos en Sevilla, Córdoba y Algeciras. Pero no sólo ella. También sus diez hijos bastardos con Alfonso XI recibieron del rey reconocimiento social y apoyo económico, equiparándolos en todo momento con el infante heredero don Pedro. Cada vez más alejado de su padre, "cautivo" en el Alcázar de Sevilla, don Pedro "El Justiciero" terminaría convirtiéndose en un príncipe díscolo hacía sus hermanos, bajo la educación rencorosa de su madre y el adoctrinamiento, siempre respetuoso, de las monjas cistercienses de San Clemente, en donde prácticamente trascurrió su primera infancia.
Pero volviendo de nuevo al tema de la ópera La Favorite, hay que expresar que, tras el éxito de París, fue representada en distintos idiomas, en otras ambientaciones históricas y con diversos títulos por razones de censura (Richard und Matilde, Daila, Leonora di Guzmán, etc.). Los amores extraconyugales del personaje no resultaban muy asimilables por la hipócrita moral romántica, máxime cuando el protagonista era un monarca de una casa reinante en Europa en ininterrumpida continuidad dinástica. Por ello, con el último título citado tuvo lugar el estreno italiano en el Teatro Nuovo de Padua, en 1842, en una traducción de Francesco Jannetti, con disparatadas alteraciones con respecto al libreto original, como la conversión del prior Baldassarre en padre natural de Fernando y de la propia reina, en teoría María de Portugal. A su vez, Calisto Bassi preparó en 1843 otra traducción para La Scala en 1843, en la que Alfonso XI se convirtió en Luis VII de Francia. Son estas versiones -y no la original francesa- las que habitualmente se representan en los escenarios líricos (Ramón María Serrera, Andrés Moreno Mengíbar. Sevilla, ciudad de 150 Óperas. Ediciones Alymar. Madrid, 2012).
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